CAPITULO 2: ME PERTENECE
- Disculpen, pero ustedes comentaron que dentro de dos días vendrían
Escuche a lo lejos unas personas que estaban gritando. Como estaba soñolienta no podría identificar quienes son. Los ruidos se hacían cada vez más fuertes y de pronto alguien abrió mi puerta de golpe para correr las ventanas y hacerme ver unas nubes tan cargadas que hacia el cielo algo triste. Al parpadear varias veces visualice a Carmen, que no traía el amable rostro de siempre.
- Isabella, tienes que cambiarte ahora – me decía para acercarse a mí y darme una ropa elegante. Una blusa y una falda algo suelta.
- ¿Pero? ¿Qué pasa? – comentaba para sentarme porque nunca la había visto así
- Es que tienes que hablar con tus padres, hay algo que comentarte
- Parece importante – me puse de pie para poder cambiarme al igual que asearme y así facilitarle las cosas a Carmen porque sé que la regañan sino hago caso.
- Si lo es mi niña, pero descuida te va a ir bien.
Aquel comentario me hizo pensar, mientras me terminaba de arreglar quería preguntarle más cosas, pero su rostro no parecía que quisiera dármelas. Me limite a solo permanecer callada desde que salí de la habitación hasta llegar a las escaleras. Me dispuse a bajar acompañada de mi ama de llaves con Mike que estaban incómodamente callados. Estaban mis padres, acompañados de algunos señores, que nunca había visto antes. Uno estaba de espaldas, viendo la ventana y a su lado estaba el traje de pingüino, que me veía serio. Voltee un poco más y note que Benjamín estaba con sus manos puestas en los bolsillos para darme una gran sonrisa. No pude evitarlo y devolví con una mirada tierna.
- Buenos días – salude un poco alto para que pudieran escucharme
- Señora Swan, la señorita Isabella, esta lista
- Si ya veo – se limitó a decir mi madre que traía los brazos cruzados.
- Teníamos un trato Cullen – volvió a decir mi padre hacia la persona que estaba viendo la ventana
¿Cullen? fue la primera vez que escuchaba ese apellido. Sin saber que iba a venir después, quizás hubiera huido, pero por alguna razón quería ver porque su apellido me tenía que involucrar.
- Señor Swan, Charlie – hablo de inmediato el traje de pingüino, luego de una movida de hombros por parte del señor Cullen – entiendo que teníamos un trato de dos días, en los cuales ustedes alistarían todo, pero tenemos que correr con el trámite, al señor Cullen lo están presionando también, con los negocios que maneja
- Su negocio me tiene sin cuidado – hablo mi padre molesto y algo soberbio
- Pues, le tiene que – volvió hablar el lamebotas del chico – nosotros cumplimos depositándoles ahora tiene algo que nos pertenece
- ¿Qué hay con las cláusulas? – hablo mi padre con fuerza.
- Son más para ustedes que para nosotros – se encogió de hombros para viera que haga lo que hago no iban a desistir de lo que hayan llegado a estar de acuerdo.
- Ustedes son…
- Suficiente – la voz se me hizo tan familiar que aseguraba que lo había escuchado su tono en otro instante – Charlie Swan tiene algo que me pertenece y necesito que me lo entregue ahora.
Decía de su postura viendo la ventana, sin perder los toques que le daban de ser un hombre fuerte y decidido.
- Pero señor… ni siquiera ella lo sabe
- ¿Saber qué? – logre comentar para dar un paso adelante - ¿Qué tiene su negocio que ver conmigo?
- No me interesa – deslizo a penas su rostro a un lado – Emmett has que cumpla sino demándalo
Fue lo último, que dijo para darse la vuelta por completo y ver el rostro que menos creí volver a ver. Es el mismo chico que me tope ayer por casualidad, no podía creer que estaba en mi sala. Una vez dijera esto salió de la sala, ni si quiera me vio solo se fue cual rayo. Yo me quede sin entender ni una sola palabra, hasta que Benjamín se acercó a Charlie y Rene para comentarles.
- Yo estaré a su lado siempre, descuide. – le decía mientras mi madre se limitó a darle la espalda y Charlie daba un suspiro.
Me quede viendo sin saber que hacer y que decir. Solo veía como Carmen daba la orden para que llevaran algunas maletas afuera. Que podía identificar que son mías.
- Es que acaso nadie puede decirme que está pasando – grite para que pudieran entender que no estaba siendo invisible. Muchas cosas pasaban muy rápido y yo solo quería entender
- Isabella Marie – hablo primero Benjamín dando un paso adelante hasta que mi padre por fin musito palabra
- Yo lo hare, soy su padre
Solo basto eso para que Benjamín se detuviera y me diera una ligera sonrisa. Vio a Emmett y ladeo su cabeza para hacer que se fuera detrás de él, no sin antes musitar que nos esperaban afuera pero aun así se limitó a quedarse al borde de la salida de la sala.
- Mamá, papá ¿Qué ocurre? – volví a preguntar una vez que Mike se alejara y solo quedara Carmen, que al parecer no se iba a mover de mi lado
- Hija – comento primero mi padre para tomarme de las manos – nosotros somos una familia de negocios ¿Recuerdas?
- Si – arrastre las palabras para ver a mamá y así encontrar consuelo, pero nada parecía moverla de su estado pensativo
- Nosotros desde hace algunos meses hemos venido frecuentando al señor Cullen porque queremos tener una alianza mayor. Entre familias adineradas es mejor siempre involucrarse tanto profesionalmente como emocionalmente
- ¿Qué quieres decir? – pregunte en el instante que daba un paso hacia atrás.
- No tuvimos opción que entregarte como parte de un trato que llegamos con el señor Cullen
- ¿Qué clase de trato? – repetí con la mirada aun puesta hacia mi madre que se negaba a verme
Ella solo estaba quieta tocándose ese relicario, donde guardaba la foto de los tres. Que hace años mi padre se lo había obsequiado. Sin duda, un recuerdo familiar muy apreciado.
- El trato que tenemos con el señor se trata de ti. Hemos arreglado tu matrimonio con el señor Cullen
- ¿Cómo dices? – comencé a dar otro pasa hacia atrás
- Hija – yo lo veía con mucha dureza y confusión. Yo apenas estoy saliendo de la secundaria no podían pretender que inmediatamente me casara y llevara una vida así – esto ya se había dado desde hace mucho tiempo no hay nada que tu puedas hacer.
- Yo no quiero casarme, no quiero tener una familia ahora – decía para darme vuelta y salir corriendo, pero la voz de mi madre me detuvo en seco
- Isabella Marie
Toda su postura se había vuelto rígida y muy dura. Hasta podía decir que nunca la había notado tan seria como hoy. Con su ropa de marca dio unos cuantos pasos con sus manos sueltas y haciendo presente toda su educación de alta alcurnia. Ella a penas despego sus labios para decirme con toda frialdad del mundo.
- Es hora de que comportes como una mujer o mejor dicho como una señora de la casa. Este tipo de arreglos no se dan de un instante a otro. No tienes idea de las cosas … - al parecer se le quería quebrar la voz, pero no Rene Swan jamás se doblegaría ante nadie y menos por una situación. – que ha hecho tu padre para darte todo esto, tus lujos y tantas cosas más para que vengas con idea tan infantil como esta.
- Pero mamá yo no quiero esta vida… ni si quiera sé que estar al cuidado y pendiente de una casa.
- Aprenderás, nadie nace sabiendo – se limitó a decir mientras buscaba el apoyo de Charlie que trata de verme con tristeza
- ¿Por qué tengo que irme con ese hombre? Yo no quiero – musitaba para verlos y quizás así podrían entenderme. – Tengo 17 años y aun…
- ¿Aún… qué? Estas aún bajo nuestra protección – musito Rene para regañarme a su antojo mientras mi padre solo evitaba limpiar algunas lágrimas en su mejilla – que no sé te olvide
- Al parecer, ya estoy bajo la protección de otra persona – mencione para ver al chico pingüino mientras me veía todo alzado y creído.
Este se removió en su sitio, tomo con algo de fuerza sus documentos para garraspar un poco y comentar:
- No tengo porque estar presenciando y menos esperando a que solucionen sus asuntos familiares, y menos de clase de rango que tienen. – comento al dar los primeros pasos hacia la salida donde lo esperaba su amo – necesito una respuesta en dos minutos. – volteo a verme, pero no pude sostenerle la mirada, ya que me hacía sentir algo doblegada. – Benjamín te espero en el carro
Lo único que pudo decir Benjamín fue asentir hacia su dirección, solo para hacerle saber que sus órdenes ya se dan por cumplidas. Me vio por última vez, y me sonrió para ladear la cabeza en la dirección de la puerta y se vaya.
- Padre – comencé a decir, pero Rene me interrumpió para sostenerme por los brazos y sujetarme con fuerza.
- Eres la única que puede seguir sosteniendo en el rango que estamos. La única Swan ahora que tiene el poder que cualquier otro en la ciudad – me vio con tanta intensidad que ni si quiera se daba cuenta que estaba con su hija y no con una empleada – aquí tienes que entender que vamos a querer lo mejor para ti, y para la familia. Ahora acepta que tienes un esposo y que debes dirigir una casa. Agradece y no refutes.
Me soltó de pronto y se dio media vuelta para caminar a la dirección de Charlie y sostener su brazo.
- Es hora de que se vaya
- Pero Rene – musito con un poco melancolía – ella no…
- Ya no va a hacer nuestra niña para siempre, además fuiste tú la de la idea. – comento para jalarlo hacia adelante. Y pasar por nuestro lado, así Carmen entendería que tenía que hacer.
Yo tome aire y con resignación acompañe hasta la puerta de mis padres, con varias preguntas y varias tristezas. Solo podía ver mi casa y recordar tal cual fue, porque no había más que yo podía hacer. No estaba molesta con mis padres, no tomarían decisión que me harán daño, pero con esto…
- Señorita, mi pequeña niña, cuídese mucho – me soltó de pronto Carmen al estar al frente de la puerta abierta del carro más lujoso que haya visto.
- Recuerde como se tiene que defender – hablo rápidamente Mike que apareció de la nada al costado de Carmen.
Ambos formaban parte de la familia que yo consideraba, siempre estando conmigo para todos lados y ahora tener que separarme, sentía el vacío que comenzó a crear mi corazón.
- ¿Nadie me puede acompañar? – mencione para verlos con mucha tristeza
Pero un rotundo no salió de los labios del pingüino. Que comenzaba a molestarme… sin embargo no podía hacerle frente.
- Esa es una autorización, que no te han permitido dar – hablo Benjamín que lo vio algo desafiante
Es la primera vez que lo veía de ese modo, siempre ha sido un chico risueño a mi parece. Note la tensión de estos dos hasta que una persona adicional se acercó a ellos con mucha rudeza.
- ¿Se puede saber que rayos les pasa a ustedes dos? – el chico es alto, de piel morena y con un rostro muy serio. No podía creer que pudiera juntar tanto sus cejas.
- Paul, conoces como es Benjamín, casi nunca puede mantener su boca cerrada – musito entre dientes el pingüino para no mostrar la pequeña riña.
Paul volteo a verlo y Benjamín coloco sus manos en su cintura para hablar algo fuerte.
- Emmett, esta que se toma atribuciones que no le corresponde, Paul, no quiere dejar que alguien de su casa acompañe a Isabella Marie
Al parecer el chico se comenzaba a enojar más y respondió tácito.
- No es decisión de ninguno de los dos. – musito para ponerse al medio de los dos – el señor Cullen quería que esto se hiciera de la manera más rápida posible. Que se dé así y punto
Paul fue el único que pudo controlar a ese par. Sin duda tenían para rato. No quería que nadie más se peleara por mi culpa, así que desprevenidamente abrace muy fuerte a Carmen para rápidamente meterme en el coche, donde solo me encontraba yo. Carmen me cerró la puerta con suavidad y el conductor sin verme me saludo:
- Señorita Cullen, buenos días.
¿Señorita Cullen? Me puse a pensar mientras el señor arranco el carro, un ligero ronroneo nos pusimos en marcha, dejando atrás al par de peleones junto con mi familia. Ni si quiera tuve el valor de voltear a verlos. No pude despedirme como hubiese querido de Carmen o Mike, agradecerles por quedarse conmigo hasta el final. No pude evitar derramar algunas lágrimas, porque tenía otras expectativas para conmigo y mi vida. Soñaba con salir de viaje y conocer el mundo a mi manera, sin embargo, estoy sentada en un auto llevándome a un lugar que ahora es mío por imposición.
Una vez más vi el clima, estas seguían opacas y se notaba que se avecinaba una lluvia como hace tiempo no se veía. El bosque tan verde como siempre y las montañas a lo lejos, me hacían ver que ya estábamos lejos de casa, ya estábamos afuera de Seattle. Me dispuse ver un poco el interior del carro hasta que vi mi chaqueta, la tomé porque sentía algo de frio, entre mis labios se escapó algunos sonidos de queja sobre el frio y el señor conductor amablemente coloco la calefacción.
- Gracias – apenas susurre mientras recibía el gesto de solo asentir. Al parecer las personas, solo se podían dirigir hacia a mí, como buenos días, buenas tardes, buenas noches, señorita Cullen.
Es tan ajeno a mí el nombre que me tenía pensando, ¿Cómo podría manejar un hogar y con tremendo apellido? Si con las justas sabía qué carrera estudiar. Me quede pensando de nuevo hasta que note que el auto comenzó a desacelerar. Mi sorpresa fue grande cuando una casa grande y color blanca estaba en frente de mí. Se podía notar que es algo rustica, pero tiene una belleza inmensa. Se ve muy acogedora y que decir el pequeño jardín. Sin duda es bellísima.
Un hombre de saco blanco con cuello alto, botones plateados hacían combinación con el pantalón negro que traía, un perfecto uniforme de servidumbre. Me abrió la puerta para luego darme su mano y poder ayudarme a bajar. Note que el carro que venía el pingüino llegaba y se estacionaba a pocos centímetros del mío. Un chico más apareció, pero este no espero y se bajó con desagrado del carro. No me vio solo se dirigió hacia el interior de la casa, mientras que alguien más llamaba por mi nombre.
- Isabella Marie, acompáñame
Benjamín aparecía para darme su brazo y yo tomarla sin hacer gestos. Él sonreía y me comentaba algunas cosas que en realidad no tenía muchas ganas de saber. Simplemente quería llegar a un lugar donde podría a solas estar y suspirar. Entramos a la casa con una lentitud como si quisiera alargar el instante hasta que llego a nosotros un señor alto, con un chaque que daba entender que es el mayordomo de la casa.
- Buenos días, señorita Cullen, estamos honrados de tenerla en la que ahora es su casa. Mi nombre es John Thompson, mayordomo de toda la casa – comenzó a decir para avanzar por un amplio recibidor y notando a simple vista una sala muy grande.
