CAPITULO 3: NUEVA CASA
Sabía que me estaba indicando las medidas de la casa, cuantas habitaciones tenia, cuantas áreas creativas contaba, la piscina que casi nadie la utiliza, la cancha de tenis, inclusive el salón de baile, la cual estaba bien resguardada. Normalmente es para eventos importantes, pero no lograba escuchar ya que llegamos a un ambiente que fue algo muy encantador. Una ventana le daba brillo a un objeto tan hermoso e inspirador. Las cuales había hecho que muchos de mis días grises se volvieran tiernos. Vi cada detalle de la casa, decorado con cuadros modernos y flores, muchas flores por cada mesita que había. Tenían alfombras, en ciertas áreas de la casa sobre todo en la segunda planta donde se encontraba las habitaciones. Había como 5 ambientes, pero no quise preguntar porque tantos. Nos detuvimos en la segunda puerta cuando me di cuenta de que había una pequeña salita pegado a una ventana mediana. De pronto John abre la puerta y noto un amplio cuarto que tenía dos divisiones, una salita de estar quedaba un ligero vistazo a la cama, todo decorado de color blanco el piso alfombrado de un color hermoso. También vi el closet, pero en si es un Wolking closet, pero sin duda mi lugar favorito fue ese blanco donde estaba una mesita de hierro y un silloncito acolchado, con sus ventanas largas y unas cortinas que se movían por el viento. Realmente de toda la casa este es mi segundo lugar favorito.
- Entonces, espero que la casa fuese de su agrado – volvió hablar el mayordomo para verme con un rostro de paciencia. – cualquier duda que tenga me la hace saber.
Yo solo asentí, pero el mayordomo no se movía. No entendía porque no se iba, mire a Benjamín y este traía una sonrisa de cortesía.
- Eso es todo por ahora señor John – decía mi amigo para poder indicarle que podía retirarse.
El señor John inclino su cabeza y se fue rápidamente para dejarnos en la gran habitación. Mire todo al mi alrededor y note que las maletas estaban a un lado, esperando que alguien las abriera para poder ordenarlas. Me acerque instintivamente a la privacidad del balcón, para lograr sentir una refrescante brisa. Me hicieron sentir más reconfortante, tenía una vista maravillosa, podía dormir aquí si es preciso. Las montañas y el bosque traían a descansar y ver ese perfecto retrato que ningún cuadro podría copiar. Realmente podía apreciar la gran dimensión de la mansión. LA propiedad Cullen es lo mas majestuoso e imponente que podía haber visto. Sus jardines tan verdes como el bosque que solo estaba a unos kilómetros de aquí. Cada espacio estaba dividido por algún camino rustico, pero a la vez hacia que se viera elegante. La pileta que esta con precisión en el medio. Realmente pareciera que el señor Cullen es un hombre con un gusto no refinado sino exigente.
- ¿Isabella Marie? ¿Me escuchas pequeña?
- Lo siento Benjamín – musite para poder despejarme y voltear a verlo – estaba distraída
- Si, casi todo el recorrido te la pasaste así… ven
Al entrar de nuevo a la habitación, se sentó para verme de frente y botar un suspiro que estaba guardando desde hace mucho. Estaba apoyando sus manos en sus piernas y con toda la espalda reclinada al sillón, me dijo:
- Isabella Marie, sé que es difícil para ti, pero como ya sabes, tus padres y el señor Edward Cullen, llegaron un acuerdo que, para ambas personas negocios es muy rentable.
Sabía que trataba de evitar que me sintiera pésimo, pero no se podía. Realmente quería estar sola y pensar como me iba enfrentar mi condición actual.
- ¿Por qué tuve que estar en medio del acuerdo? – pregunte con mucha pena - ¿Acaso no soy un ser humano, Benjamín?
- Lo que firmaste no te hace completamente encadenada a esta vida – me comento rápidamente para sostener mi mano y yo verlo con asombro. – A decir verdad, tus padres solo quisieron lo mejor para ti. Una Swan tampoco se merece menos que esto.
Vio todo mi alrededor y yo moví la cabeza en negación para verlo con intensidad y molestia.
- Yo no quiero lujos, ni comodidades, ni al supuesto príncipe azul – me solté de sus manos para mantener la postura que me enseñaron de años – solo quería una vida profesional, algo que me haga ser independiente por mis propios medios y luego tener algo propio.
Agache mi cabeza porque aún no tenía la fuerza de pelear por lo que quiero, ya que me educaron para que no haga berrinches, y estar de acuerdo en todas las cosas que decidieran por mi… pero esto es mi vida.
- Lo puedes tener aquí – dijo para acercarse un poco y levantar mi mentón – te prometo que al menos podrás hacer las cosas que más te gusten, de alguna manera aun sigo encargado de ti.
- ¿Cómo es eso? – pregunte para verlo, el aprovecho en despeinarme algo el cabello y verme con un poco de alegría – te lo explicare luego.
En el instante que iba a preguntar, tocaron tres veces la puerta y mi atención se dirigió hacia la persona que podría entrar.
- Pase – dio la orden Benjamín – te vas a tener que acostumbrar a esto.
Con algo de apuro entro el señor John para inclinar su cabeza y musitar:
- Disculpe la interrupción, pero el señor Cullen, solicita la presencia de la señorita Cullen
De nuevo esa forma de llamarme… no creo poder adaptarme. Mi amigo, se levantó de golpe y me dio la mano para sostenerlo, con los ánimos caídos, coloque mi mano para sostenerla y apoyarme para levantarme con gracia.
Nos pusimos en camino, mientras seguía admirando la casa, cada rincón olía a un aroma que es inconfundible, a vainilla con lavanda. Podía ver los grandes ventanales, claro que el clima no ayudaba mucho, estaba igual de triste que yo. Llegamos una doble puerta, que se podía ver que estaba tallado el símbolo o el escudo de un león, se podía apreciar que estaba hecho a mano. Me quede sorprendida, puesto que no había conocido una persona con el ego tan grande. Había que tener mucho de esta característica para colocar un mensaje tan sutil, pero a la vez directo, mencionando que es el verdadero propietario de la casa. El señor John se paró y toco solo tres veces al igual que en mi habitación. Se escucho un "pase" y abrió las dos puertas. Ya iba a dar unos pasos, pero Benjamín me retuvo.
- Espera un poco, cerraran las puertas de nuevo
Tal cual fue, vi de frente un stand con muchos libros, pero apenas pude ver el interior ya que cerraron la puerta de golpe. Solo unos minutos duro esto cuando el señor John volvió a salir para vernos.
- Pase por favor – dijo para hacerse un lado y señalarme su interior.
Ambos nos disponíamos a entrar y las palabras del mayordomo nos interrumpieron.
- Solo la señorita Cullen
Nos quedamos quietos ante la aclaración. Mi amigo coloco sus manos en su cadena para verme con atención y luego con algo de molestia. Sentí como mi cuerpo se tenso rápidamente. Lo había visto solo dos veces y en ambas, al menos, nos rodeaba mas personas y ahora pretendían que entabla una conversación a solas con él. Yo no pude evitar mirar a Benjamín, este traía su enojo a flor de piel mientras se pasaba los manos por su cabello. Yo no sabia que hacer, John me quedaba viendo dándome el pase para que pasara, pero aún no tenía todo el valor necesario para enfrentarme a él.
- Isabella Marie, ve, no te dirá nada – dijo para darme unos empujoncitos Benjamín, cambiando su actitud al instante que me vio preocupada – yo te espero en la sala de estar.
- Claro – comente para verlo un poco preocupado, pero solo quería hablar con él, capaz haya alguna solución.
Vi de nuevo al mayordomo, y entonces tomé un poco de aire para luego botarlo, animándome a entrar para ver que como es el señor Cullen. Solo pensaba que quizás hablando con él podríamos llegar algún acuerdo.
En realidad, no tenía idea de que iba a encontrar. De haber sabido que ese despacho gris aguardaba a un león herido, quizás hubiera ido más sumisa aun, de lo que estaba siendo. Toda en esa oficina denotaba a una persona muy triste y vacía, no niego que el lugar tiene su toque exacto de comodidad y presencia, pero también tiene su toque opaco y carente de accesibilidad a una respuesta positiva.
