Todo en esa oficina me impacto. Su color, aroma y su orden me hizo entender que estaba con la persona que tenía el poder absoluto de toda la casa… hasta del país, desde mi punto de vista. Me sentí pequeña y aun así me mantenía viéndolo de pie, con los brazos estirados para bajo solo para jugar un poco con mi mano. Tenía la costumbre de colocar mi cabello detrás de la oreja, pero ahora no me importaba como estaba mi cabello. Solo estaba a la expectativa que me notara; ya que estaba concentrado en firmar unos papeles que tenía encima de su escritorio. Al parecer no se había percatado de mi presencia hasta que me lleve una mano a mis labios y garraspe un poco.
Note que sobresalto ligeramente y entonces no pensé que me impactaría lo segundo que sucedió. Tal cual fue la primera vez, sus ojos verdes se posaron de golpe hacia mí, logrando que pudiera sostener un poco más su mirada ahora, pero solo unos cinco segundos para hacerme bajar la mirada después. No soporto las miradas fuertes.
- Bue… buenos días – mencione para llamar su atención.
- Los buenos días se dan viendo a la persona que se está saludando – menciono él, supuse que dejo el lapicero porque escuche como ligeramente se levantaba de la silla.
Lo próximo que escuche fue sus pasos que se acercaban, y una vez que estaba bloqueando con sus zapatos mi vista al piso, entendí que es un hombre frontal. Note que sus manos se las llevó a su amplio pecho y estaba esperando paciente una respuesta.
- Soy Isabella Marie… Swan… - titube un poco y me regañe mentalmente por hacer eso – es un gusto conocerlo
Modales, me decía para recordar las cosas que había aprendido en casa. Sobre todo, por Carmen que ella fue la que me educaba.
- Te equivocas en eso
Comento mientras yo aún seguía con la mirada puesta en el piso. Entonces note como uno sus brazos se deslizaba hacia mi dirección, para solo con un solo dedo dirigirse a mi mentón con algo de firmeza y suavidad a la vez, musito para levantar mi rostro.
- Tu eres Isabella Cullen - sus ojos, su expresión tan dura y suave a la vez, me hacían sentir muchas cosas. – que no se te olvide
Algo que la noche no me pudo permitir, el día sí. Eso fue ver a la perfección su rostro. Tan blanco como yo, llevándome casi una cabeza y media, y sin ánimos de elogiarlo, realmente es bellísimo. Su cabello cobrizo, le hacían juego perfecto al color de ojos verdes que son más que hipnotizantes. Su ceño algo fruncido, me observaba como si me contemplara, quizás es la primera vez que me ve tan de cerca, como yo a él. Aunque es la primera vez que realmente sabía que existía. Con lentitud, soltó su dedo para de nuevo guardarlo y verme un poco más.
- Bien, tengo solos unos cinco minutos, hablemos – comento para romper las miradas de lo cual estoy aliviada y se dirigió a unos sillones largos
Me dejo paradita ahí en el suelo, yo solo atine a seguirlo con la mirada y una vez lo vi acomodarse, levanto una ceja y camine rápidamente hacia el otro sillón que estaba frente de él con la distancia exacta que tenía la mesita de vidrio y un adorno muy poco casual. Un león bañado de plata. Sentado de manera impetuosa.
- Al parecer, no tienes idea de cómo llegaste hasta aquí
Me llamo la atención lo suficiente para despegar la vista del adorno, trague un poco de saliva.
- Disculpe, si mi comportamiento no fue el apropiado hoy por la mañana.
El me veía como si me estuviera analizando, fue entonces que una mano la coloca encima de su pierna derecha y recién noto que su saco estaba abierto. La forma correcta de sentarse de un caballero.
- Otra equivocación – contesto secamente para ladear la cabeza – Un Cullen nunca pide disculpas.
Esto hizo que se abriera mis ojos, entonces esquive la mirada. ¿Qué tan perfecto puede creerse él? ¿Es la primera vez que escucho su apellido y cree ser el dueño del mundo?... o quizás ¿Lo es?
- Señor Cullen – dije para armarme de valor y ver un punto fijo, como me enseño Charlie una vez que no podía verlo a los ojos por timidez - ¿Quisiera saber porque yo… fui escogida… por usted?
Note que no entiendo mi pregunta porque frunció el ceño y sus ojos pasaba la confusión. Coloqué mi mano en forma de puño y di unos toquecitos en mis labios, pensando cómo puedo formular mi pregunta.
- Me refiero… ¿No es mejor que tuviera a una chica contemporánea a usted?
- Soy muy selectivo con las cosas.
Lo observaba mucho sin darme cuenta me quede callada. Entonces, el tomo la batuta.
- Normalmente, este tipo de transacciones es algo que hago frecuentemente. No me pongo a ver detalles, solo veo el precio y beneficio.
- Una transacción. – comente para poder darle entonación a sus palabras, entonces solo soy un engorroso proceso.
- Bueno un matrimonio es eso, solo es la firma de un papel, que declara algo más oficial – contesto para mover un poco la pierna y comentar de lo más normal
Me iba a poner a debatir, pero recordé el papel que me hicieron firmar. No había leído nada con respecto a eso, tampoco tuve la necesidad de preguntar, solo hice caso a mis padres y ya.
- Yo no sabía que estaba firmando hace dos años, señor Cullen. No pensé que por eso iba a cambiar mi vida.
- Pues lección número uno, nunca debes de firmar nada sin revisarlo. ¿Qué les enseña los padres de hoy en día a sus hijos?
Regaño moviendo la cabeza para luego verme de pies a cabeza, tenía la mirada de ¿En serio no puedes comportarte mejor? Recordé como tenía que sentarme y como hablar.
- Mis padres dijeron que firmara, pensé que iba hacer para algo más – musite lo último más para mí, hasta que me concentre en la negociación - no podría dudar de ellos
- Y eso hace que estés ante mí, siendo dueña de una casa, llevando un apellido que se te hace ajeno y con un esposo muy poco comprensible al error.
En ese instante decidí morderme la lengua porque el enojo y a la vez la timidez que no me dejaba contestarle. Pensé en algo que no me dejara tan mal parada. Moví postura y sentándome aún más recta musite:
- Yo… - me flaqueo la voz, pensé que saldría más seria pero no - … no tengo experiencia en hacer negocios, señor Cullen… pero me gustaría llegar un trato
- Segunda lección – musito para pararse y abotonarse el saco – nunca debes iniciar una frase con un no tengo experiencia o no sé, no muestras inseguridad ante nadie, eso me incluye por supuesto. – entonces entorno sus ojos – y si quieres llegar algún beneficio, nunca dejes de ver directamente y no aun punto fijo.
Volvió para colocar sus manos en los bolsillos, esta es una señal que espera que yo me pare. Un gesto que lo aprendí de Charlie. Me puse sobre mis pies y alcé la vista, solo para sentir como su poder y autoridad me aplastaba.
- Este es un negocio, por decirlo así, sin ataduras – comento para darle una entonación diferente – La puerta está abierta para cuando te quieras ir, pero eso no quitara que dejes de ser mi esposa.
- ¿Está seguro de que soy yo la que quiere para un papel tan importante?
Me pregunte sin darme cuenta de que lo había dicho en voz alta, entonces él se paró aún más firme.
- Yo nunca me equivoco. – menciono para verme serio, había ofendido su buen criterio, pero lo que él no sabía es que soy yo la que dudaba – y en cuanto a si eres tú la persona indicada para el gran papel que es ser la señora Cullen, pues… eso no importa ya.
Comento para alejarse de mí y ponerse en frente de su escritorio. Y como todo un león viendo a su presa coloco una sola mano en el bolsillo y la otra lo dejo suelta para muy seguro de sí, musitar:
- Lo único que importa es que ahora tú me perteneces y por más convenio que quieras plantear, si es que logras realizar alguno, nada va a cambiar el hecho que vas a hacer mi esposa.
- Pero señor…
- Como ves te he dado más de cinco minutos – comento para acomodarse su reloj y luego ver la hora – ya me he retraso lo suficiente y no me gusta que eso pase. Por ser la señora, puedo ser un poco más accesible, por ello te di cinco minutos más para conversar
- Aún tengo dudas – logre decir de golpe para dar un paso adelante.
- Lo sé, pero para eso está Benjamín. Sé que te llevas bien con él.
No entendí el sentido de sus palabras, estaba por preguntarle, pero de la nada tomo asiento para luego agrupar los documentos que tenía y colocándose derecho me observo un poco más y comenzó a dar indicaciones, al instante que su mano derecha toma el lapicero que había dejado.
- Puedo entender que tengas dudas y que nadie te habrá dicho nada, pero es mejor que no consigas respuestas – su voz fría y parca me tomo de sorpresa, hasta puedo decir que estaba siendo amable solo hace unos minutos – quizás estas te pueden lastimar. Es mejor que te concentres en lo que tienes ahora.
Yo pase saliva de algo ruidosa, sintiendo su autoridad señalo la puerta para indicarme que ya podía retirarme. Con un gran suspiro, me di vuelta para poder dirigirme a la salida. Sin embargo, tenía que detenerme para darme una indicación más.
- Por favor, coordina con John para que te hagan un cambio de vestir, no soporto verte así.
Sin voltear para verlo, cerré mis ojos y abrí solo una puerta para poder salir, de ahí. Una vez fuera bote toda esa tensión acumulada, su voz, su actitud y sobre todo sus expresiones hacían quedarte como cualquier estropajo. Encima mi blusa blanca acompañado de mis jeans con mis zapatillas no ayudaban mucho. Si su forma de ser es como un baldazo de agua fría, no quiero pensar cómo va a hacer vivir en esta casa.
- Isabella Marie– me dio el encuentro Benjamín que venía apretando el paso, para cuando llego a mí, yo me encontraba los ánimos por los suelos - ¿Estás bien?
- Si – arrastre las palabras porque realmente quería tomar un poco de aire fresco - ¿Te importaría si me voy a mi cuarto para despejarme un poco?
- Por supuesto que no, por hoy, trata de acomodarte a la casa. ¿Sí?
- Claro – comente una vez más siendo complaciente con lo que me dicen.
- Hablare con Edward
ADICIONAL EDWARD:
- No entiendo porque tengo que esperar la firma del gerente. Donde manda capitán no gobierna marinero. – dije súbitamente a uno de mis empleados en las oficinas que tenía en Washington. – necesito resultados, sino me las das no te molestes en volver mañana al trabajo
Corte la llamada porque detestaba hablar con personas imbéciles que les cuesta seguir órdenes. Pase a firmar el cerro de papeles que tenía delante de mí, pero el pensamiento de que llegara pronto me tenía preocupado. Miraba constantemente mi reloj para ver si el minutero se ponía un poco a mi favor y acortaba el tiempo en su llegada, realmente me gustaría que se alejara de esa casa, que solo le estaba ocasionándole problemas… lo peor es que no lo notaba. Me puse un poco estricto conmigo y continúe revisando los documentos que necesitaban mi atención. Hasta que tocaron la puerta tres veces. Suspire porque sabía que la hora había llegado.
- Pase – comente con el mismo tono de siempre, seco, frio y distante.
John entraba con el traje que años le he visto usar y que generación en generación se hacía más acreedor de mi respeto y mi admiración, claro que aun así no se lo comente. Entrelace mis manos y comente:
- ¿Qué pasa?
Vamos dame la buena noticia que ella está aquí, pensé con tranquilidad
- La señorita Swan…
Enarque una ceja para que pudiera ver mi rostro serio y hacerle notar que tenía que corregirse inmediatamente al referirse de la quién va a hacer la señora de la casa.
- La señorita Cullen, ya se encuentra aquí
- Perfecto
Apenas dije para sentirme aliviado y botar un suspiro bajo, volví a mis documentos para seguir firmándolos hasta que John prosiguió.
- Esta con el joven Benjamín
Por unos segundos me detuve, pero no alce la vista, sabía que John se debatía en proseguir. Si, me tense por uno instantes porque últimamente por la información que tenia de Emmett, el muchacho hablaba con Isabella mucho tiempo. Despeje mi cabeza y entonces continúe haciendo mis cosas, animando sin querer a John que continuara
- El señor Benjamín también quiere pasar para estar presente de lo que van a hablar.
- Yo solo hablare con mi esposa, John – comente con molestia porque algunas cosas van a cambiar y desde ahora.
- Si señor como usted lo diga
El señor John se había ido cual rayo porque sabía que no gustaba que se tardaran y sentí como mi corazón latía fuertemente. Ya la había visto en su graduación por un accidente y hoy por la mañana, pero solo de reojo, aun no me animaba en verla con total claridad porque no sabía que podía causarle. Cinco segundos más y escuche unos ligeros pasos que se detuvieron a una distancia prudente para ella. Con rapidez, le di un vistazo y pude ver que estaba presentable. Aunque quería verla con más detenimiento, necesitaba ver que hacia ella para que yo la volteara a ver. Un ligero carraspeo fue la forma más sutil que pudo encontrar, puntos por eso. Entonces alce la vista y lo que encontré fue lo más hermoso que haya visto. Sus ojos chocolates impactaron conmigo, me hicieron sentir un remolino de emociones. A pesar de que fueron solo cinco segundos porque no podía aguantar mi mirada, ella estaba realmente hermosa. Paradita sabiendo que muchas cosas no entendían, estaba comprensible al cambio y eso es bueno.
