CAPITULO 6: REUNION DE NEGOCIOS

POV ISABELLA

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Habían pasado una semana de aquel incidente con él y las sirvientas. Las preguntas sobre mi familia continuaban presentes y a pesar de que no podía investigar sobre eso porque no tendría respuesta, sentía que algo no encajaba. El señor león, se mantuvo algo distanciado. Al parecer su empresa estaba demandando más tiempo sobre él inclusive del mismo Benjamín que solo venia por unas horas para saber cómo estoy. Recuerdo que se sorprendió mucho cuando escucho la historia que salve a dos chicas. Nadie se había atrevido a corregir al león, soy la primera en hacerlo y poder contar la gran hazaña. No pienso que fuese un logro, pero si un avance. Estaba sentada disfrutando del lugar más bonito de mi cuarto cuando unos toquecitos en la puerta llamaron mi atención.

- Pase – logre decir para que pudieran entrar.

- Señorita Cullen – decía el muchacho bien vestido trayéndome el té que había pedido – aquí le dejo su taza con té, con solo dos cucharadas de azúcar.

- Muchas gracias, puedes dejar en esa mesita

El chico me hizo caso, y entonces se quedó parado viéndome. No entendía que más estaba esperando hasta que alguien más entro a mi habitación.

- Eso es todo, gracias

¡Rayos! Siempre me olvido los modales de esta casa. Me regañe una vez más porque no me acostumbraba a las directrices. Algo impuesto seguro por el señor Cullen.

- Me han dicho que durante la semana no has salido del cuarto – menciono Benjamín mientras me daba un beso ligero en la mejilla para tomar asiento al frente de mi – ya hemos hablado de eso

- Benjamín ¿Cómo están mis padres? ¿Ellos me extrañan? – le pregunte de pronto, sé que lo sorprendí porque no es usual que pregunte tan abiertamente

- Ellos se encuentran bien, actualmente están de viaje.

Me entristecí porque yo me quedé extrañando toda mi casa. Estaba ahogada en suspiros y recordando todos los buenos instantes que había pasado. Una vez más me quede callada mirando las montañas, cogiendo mi libro favorito.

- ¿Has hablado con Edward? O ¿alguien más de la casa?

- No – conteste rápido porque no es algo que me importe mucho

- Isabella Marie – decía para sostener mi mano y verme a directamente, pero yo trataba de esquivarlo – tienes que adaptarte a esto, yo he prometido a tus padres que estaré a tu lado siempre pero no puedo hacerlo si no me ayudas

- ¿A qué te refieres? ¿Tú también te vas a ir? – decía algo apenada y preocupada porque ahora la única compañía que tenía es Benjamín

- No pequeña, cuando tú me necesites solo tienes que marcar mi número y yo vendré para acá. – deposito un beso en mis manos para luego quedarme viendo como siempre lo hacía.

Yo di un suspiro más fuerte y entonces lo abracé. Logré sentir como sus manos acariciaban mi cabello para consolarme un poco, no pude evitar nuevamente botar las lágrimas de costumbre. Nada podía hacer cesar mi llanto porque no es algo tan fácil de manejar, pero con Benjamín se hacía más llevadero todo.

- Pequeña, sé que es complicado, pero vas a terminar adaptándote, dale una oportunidad a este lugar. – decía para señalar todo el ambiente – trato de volverlo tuyo. Acuérdate que no estas atada.

Me dejo pensando sus palabras, realmente me sentía confinada, pero por mis propios méritos. Yo quería encerrarme sin darme la ventaja de poder mejorar. Solo veía que esto es mi otra jaula de oro, pero… no necesariamente tenía que ser así. Hay lugares de esta casa que me realmente me gustaría tener. Puedo decir que soy afortunada de alguna manera, hubiera terminado con alguna persona que no me tuviera aprecio, al menos el señor Cullen respetaba mi espacio y en toda la semana no oso interrumpir mi soledad. Quizás con una semana para que pudiera entender donde me encuentro ahora, podría ser suficiente que tratara de entender que estando aquí, no me iba a ir ninguna parte, pero si pudiera volverlo mío. Quizás podría verlo como una mejora de lo que no tuve en casa. Es probable que por ahora no tendría el poder de decidir sobre mi vida, pero… si pudiera aprender el manejo de la casa, al menos para lograr distraerme con algo.

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- ¿Señorita Cullen? ¿Necesita algo? – se me acercó de la nada una jovencita de apenas 15 años al parecer. Me sorprendió un poco que supiera quien soy, cuando para mi es la primera vez que la veía.

Aunque después de aquella reunión que tuvimos con el personal para que quede claro que significaba en esta casa… no me sorprendería que andarán con una foto mía en el bolsillo.

- ¿Señorita Cullen? – volvió a decir la dulce pequeña mientras me sacaba de mis cavilaciones.

- Lo siento, estaba buscando al señor John

Siempre he buscado al señor John para todo, incluso cuando quería comer algo, hasta me apenaba molestarlo para la más mínima cosa. Es curioso, pero siempre ha tenido una sonrisa en su rostro cuando me recibía o quizás también puede ser su trabajo. La señorita me brindo la información necesaria y dirigí mis pies hacia el jardín principal que solo tenía la oportunidad de ver por la ventana.

Pase por los algunos pasillos que daban a un gran ventanal, similar al de mi cuarto pero esta entrada es diferente daba un espectacular y encantadora escalera. Adornada con las mismas flores que tenía un bellísima árbol, podría decir que son cerezos. Me detuve a verlas hasta el sol decidió iluminarlos. Fue entonces que un silbido muy poco usual jugo con el viento llegando hacia a mí. Noté que a lo lejos el señor John estaba de bueno humor ayudando a la Señorita que aquella vez conocí, pero no tuve el tiempo de conocerla. Con algo de rapidez, traté de encaminarme hacia ellos, pero no conté que mis propios pies me hicieran pasar una terrible jugada. En la fracción de segundos mi rostro ya iba a ver de muy cerca el suelo, y Cerré mis ojos con fuerza para recibir el impacto.

- Isabella – escuche esa voz tan dura y fría que hizo abrir mis ojos de golpe - ¿Te encuentras bien?

- Yo… cuanto… - alce mis ojos para verlo nuevamente cara a cara. Me encontré sobre mis pies, pero siendo sostenida por ambos manos de parte del señor Cullen. Me quedé atónita, no pensé que se había quedado en la casa hoy

- ¿Acaso es muy propio de ti, pasar estos apuros? – mencionó para verme con algo de sorpresa porque siempre que nos encontrábamos tenía que ser para amortiguar un golpe o una caída

- Lo sien…

- Ten cuidado – comento serio para soltarme y desviar un poco la vista hacia su izquierda. Fue entonces que note la presencia de ciertas personas. No estábamos solos.

- Si

Una respuesta tajante también salió de mi boca cuando recordé que una Cullen, nunca pide disculpas, por eso me corto la conversación.

- Ed ¿Acaso, no nos presentará?

Desvíe un poco la atención hacia la chica que con muy poco conocimiento de que su vida estaba en juego, se atrevió a decirle Ed, al señor león. Me sorprendió ver que muy relajada, ella ponía todo su peso en una pierna que a su vez trataba de mostrar lo bien que le quedaba la blusa guinda y la falda negra que llevaba. Muy ejecutiva, aparentemente. Note también como unas risitas del otro acompañante no se hicieron esperar.

- Por supuesto – mencionó el señor León dando un giro y tapando toda su espalda mi vestir – pero ahora no es el instante, por favor pasen la sala de reuniones, los alcanzaré

Sus palabras como siempre fueron órdenes, así que no tardaron mucho en moverse hacia donde fuese que quedaba esa sala. Se acomodo un poco el saco para girar hacia a mí. Esta vez, sus ojos se mantenían firmes como cuando me sostuvo para que evitará caerme, pero estaba algo sorprendió

- Me impresiona que te hayas decidido salir de tu zona de confort

- Mi cuarto es el lugar donde más gusta estar – le comenté a los ojos, pero sin poder sostener la mirada por mucho tiempo

- Cuando nos casemos no solo dirijas tu cuarto, espero que dirijas toda la casa… eso incluye los invitados – coloco una vez más sus brazos entrelazados esperando una respuesta de mi parte

- Por eso bajé para hablar con el señor John – mencioné para verlo acercándose, por un lado, algo preocupado.

Agitado porque corrió al igual de la señora que vi, se les notaba más preocupados por el comentario que les haría su jefe.

- Está llegando muy tarde a todo señor John – regaño el señor Cullen, al hombre que trataba de disimular su agotamiento

- Lo sentimos señor – agregó la señora que hacía una pequeña reverencia – no sabíamos que la señorita quería algo

Cullen, lo pensó un poco y me volteo a ver mientras al parecer tomaba una decisión. Podía ver que se debatía en algo y fue entonces que con una certeza tal cual comento:

- Eso es, ya está – bajo las manos para luego verme y con determinación hablar – tendrás una mucama personal

- ¿Cómo? – dijimos los tres que nos sorprendió por igual

- No quiero que estas escenas se vuelvan costumbres, Isabella cayéndose y ustedes sin saber qué pasa. Menos cuando tengo visita

Sin querer todos agachados la cabeza, sé que dentro de poco estaba casa me pertenecerá, pero aun así lo siento ajeno hacia a mí y el poder que tiene el señor Cullen, hace que nos sintamos menos.

- Ahora mismo se la designó – susurro John para dar un paso al frente

- Va a ser Angela – termino por decir el señor Cullen, para después caminar hacia su despacho al parecer.

Nos dejos atónitos, ahí parados como si fuéramos cualquier cosa. Podrá ser el multimillonario que quiera, pero desesperaba su falta de modales. Claro que nadie podría reprocharle.

- ¿Señorita? ¿Se encuentra bien del tobillo? – me dijo la señora que no podía recordar su nombre a pesar de que lo escuche una sola vez. – parece que se dobló muy fuerte

Sentí un ligero dolor, pero no creo que fuese para tanto.

- Descuide, solo fue a penas un golpe….

- Señora Sue… - comento ella evitándose reír porque sabía que no estaba siendo buena con los nombres

- Lo siento – comente para verla con algo de agrado

Ella asintió y mientras platicábamos empezamos a dirigirnos hacia el interior de la casa para poder encontrar a Angela, que seguro estará limpiando la gran sala. Durante la conversación me enteré de que el señor John y la señora Sue son hermanos y que su familia siempre ha servido a la gran y prestigiosa familia Cullen. Al parecer ellos son dueños de casi la industria alcohólica al menos producen los mejores whiskies. Es curioso que yo venga a formar parte de esto, ya que nunca he probado alcohol en mi vida, ni siquiera con mi antiguo novio que papá logró botar. Supe también, que los papás del señor Cullen se encargan de disfrutar su jubilación y que ahora le toca al señor Cullen con sus 27 años, dirigir la compañía. Por supuesto con sus tres hermanos, una adoptada, dos hermanos de sangre. Se sintió una sensación extraña cuando comentaron sobre el resto de los Cullen. No logre alcanzar a escuchar sus nombres ya que Angela la encontramos limpiando el stand con los libros más exclusivo que haya podido ver.

- Angela, hoy ascienden de puesto – comento John para ver cómo daba saltitos y luego para para preguntar ¿Por qué?

- El señor Cullen ha decidido que tú vas a hacer la mucama personal de la señorita Isabella

- ¿En serio? – pregunto para verme con algo de felicidad

- Así parece ser – le sonreí porque me sentía aliviada que fuese ella quien me acompañé a cualquier lado.

En casa no tenía algo similar ya que mi hermano mayor siempre tenía a su mayordomo y decían que bastaba con que un Swan tuviera sus propias cosas. Claro que hace algunos años, paso algo en la familia. Hasta ahora no tengo entendido que ocurrió en realidad, lo único que me di por enterada fue que no conforme con las decisiones que tomó la familia, se alejó de una forma inesperada. Mis padres me comentaron de un golpe a otro lo mandaron al extranjero, a otro continente, a un internado para ser especifico, perdiendo contacto con todos nosotros por algunos meses… Charlie y Rene me aseguraban que ellos se comunicaban con él todo el tiempo. Mi hermano se fue con apenas 16 años recién cumplidos y yo apenas tenía ocho años. Siempre compartíamos todo, hasta unos saludos que se inventaba él, con sus amigos. El recuerdo que tengo de él es una pulsera que me regalo, en si el también tenia una similar a la mia, claro con las mesadas que le daban logro comprarlo, pero sin duda algo que apreciaba. Aunque con el tema de mi mudanza, repentina no tuve tiempo que tomar lo que más cariño le tenia. Suspire sin que pudieran notarlo y trate de poner mi mejor sonrisa ante la noticia que le daban a Angela.

- Tienes que acercarte con nosotros para que podamos entregarte tu nuevo uniforme. Es importante que sepas que…

Ellos continuaban hablando mientras yo me perdía en cada lugarcito de la gran sala. Su color, su aroma, sus cuadros lo perfectamente que estaban las cosas parecía un lugar de ensueño. La chimenea que debe ser un lugar bellísima para pasar navidades tan increíbles. Me abrace por la emoción de lugar, es tan acogedor. Fue entonces, que el señor John llamó nuevamente mi atención y entendí que es hora de irnos.

Durante el camino los dos encargados de la casa empezaron a ponerme al día de las cosas básicas. Sus actividades desde que amanece hasta que anoche. Podría decir que es una vida muy ajetreada para solo dos personas, pero se podía distinguir que manejaban todo tal cual ordene y mande Cullen. Alrededor de la 1 de la tarde, nos detuvimos en la cocina. Es tan bella, podría realmente pasar mis tardes haciendo algún postre… claro que en casa no me dejaban hacer nada.

- Ya debe de tener hambre señorita – hablo Angela pasando por mi lado con su nuevo uniforme y parándose delante de mi

- ¿Desea algún aperitivo, señorita? – corrigió John a Angela cuando sacaba una bandeja de plata y lo colocaba encima del brillante mármol que tenía la cocina. – recuerda que ya no eres una simple mucama

Ella asintió, me causó extrañeza como realizo tal comentario. Estaba a punto de preguntarle cuando entró muy ofuscada, la persona que no pensé toparme.

- Esa chica, saca de quicio a cualquiera. – portando el uniforme como debe ser y trayendo consigo su bandeja. Se le veía más que incomoda. Me puse un lado ya que no se dio cuenta que me encontraba ahí.

- Pero ¿Que ha pasado Irina? – se apresuró en decir la señora Sue para recibirle la bandeja

- Es mujer Stanley, se cree muy superior al resto. – arrugó la nariz para mostrar su enfado y llevarse sus manos a la cintura tan reducida que tenía.

- No sé qué le puede ver el señor Cullen a Stanley

Como un baldazo de agua fría, sentí como todo mi cuerpo se asombraba por las palabras que pronunció Angela, sin darse cuenta de que yo estaba ajena a su charla. Sin temor a preguntar, mis labios fueron más rápidos y a los segundos mi voz ya se encontraba retumbando por la cocina, logrando que Irina diera un pequeño sobresalto porque recién se percatado de mi presencia.

- ¿Qué…? – hablo molesta Irina cuando se dio cuenta su tono hacia a mí y se volvió amable - ¿Se encuentra haciendo aquí, señorita Cullen?

- Estoy conociendo el lugar – comente veloz para repetir mi pregunta - ¿Quién es Stanley?

Todos voltearon la mirada y creo que fue la primera vez que me hice sentir. No sé si fue por mi curiosidad o por hacer respetar mi posición en esta casa, pero la pregunta salió con más fuerza que antes

- La señorita Stanley – tomó la palabra como siempre John – es la publicista de la compañía, ella es relacionada con toda la publicidad de quien ahora es también su empresa, señorita.

Forme una línea con mis labios porque entendía el tono de su voz. Yo más que nadie vi muchas veces personas entrar y salir de casa. Rene y Charlie casi siempre trabajan, así fuese en la casa. Yo tenía que saludar cuando es debido y cuando no, me mantenía en el club.

- Ella siempre viene a esta casa, su nombre es Jessica Stanley, joven empresaria, famosa y rica, pero sobre todo soltera, y tiene una relación de amistad de años con el señor Cullen.

Termino por decir Irina cuando fue regañaba por Sue. Se notaba que disfrutaba la narración bibliográfica que había hecho. Claro, que nadie le gustaba que yo estuviera en esta casa y el sentimiento puedo decir que es mutuo.

- Qué bueno saber que tengas en un pedestal, justamente la persona que te acaba de hacer pasar un pésimo instante, haciéndote recordar tu posición. Con permiso.

Apenas me fui, a mis espaldas se comenzó a escuchar las risitas burlonas hacia Irina. No me importaba que hablaban de Stanley sino del porqué el señor Cullen prefirió alguien que está muy lejos de su círculo social. Es raro estos millonarios, me decía mientras subía a mi habitación resignada a que hoy es mejor no salir. Suspire porque parecía ser un buen día para apreciar de cerca los jardines, espero mañana se repita el día de sol, aunque para un lugar tan opaco como Seattle es imposible pedir algo así.