Sinopsis: Vaggie conoce a Lucifer, preferiría no hacerlo.


Vaggie estaba sudando frio. Ella y Charlie estaban en una limosina en camino para tener una cena con los padres de Charlie en su palacio a petición de esta última, situado en una de las zonas más exclusivas de Ciudad pentagrama.

Simplemente Vaggie no podía mantenerse en sí misma. Su mente volaba a mil por hora ante cada posible escenario en el que salieran mal las cosas. ¿Iba bien vestida? ¿Se había aseado correctamente? ¿Podría lograrlo sin hacer nada estúpido que le pusiera en vergüenza a ella o Charlie?

"Tranquila," Dijo Charlie. A pesar de que su novia no había dicho ni una palabra desde que fueron en camino, no era necesario. "Le encantarás a mis padres, ya verás." Vaggie siguió sin responder, pero no fue necesario, el haber pasado con años con una persona como Vaggie, había ayudado a Charlie a dominar el arte de interpretar el silencio, ser más atentas a pistas visuales y lenguaje corporal.

Pero en este caso, la pista más destacada sobre el estado emocional de Vaggie era su sudor, y como es que Vaggie tenía el hábito de disociar bajo grandes cantidades de estrés.

"E incluso si no les agradas, eso no cambiará mi opinión sobre ti, o como yo te veo." Dijo Charlie, con el tono más suave que pudo encontrar, mientras colocaba su mano sobre el pecho de Vaggie, y pudo sentir sus alarmantes latidos.

"Diablos, es peor de lo que imaginé." Pensó, vio por un momento a su mano, y de vuelta a la cara de Vaggie, pero su tacto no tuvo ningún efecto.

Desde adentro pudieron oír como unas rejas pesadas se abrieron, anunciando que estaban a punto de llegar.

"Solo quiero que sepas que estaré contigo todo el tiempo."

Charlie, en realidad, abandonó a Vaggie apenas entraron a la mansión.

Ninguna de las dos esperaba encontrarse con Lilith, esperándolas directamente en la puerta de la casa, para guiarlas personalmente por la mansión. Y desde que entraron, La madre de Charlie no hizo más que acaparar a su hija desde que entraron.

"¡Oh, no puedo recordar cuando fue la última vez que nos reunimos como una familia!" Lilith decía mientras caminaban por la mansión, mientras rememoraba viejas anécdotas y ocasionalmente apretándole las mejillas. Vaggie tan solo las seguía a su lado sin nombrar una palabra como un fantasma.

"Debo decir, te ves radiante como las explosiones del fin de la purga."

"¡Madre!" Gritó susurrando, con un ligero rubor en su cara, que para su suerte no se notaba fácilmente a sus mejillas rojas.

"Por favor, hija, solo estamos nosotros tres."

"O más bien nosotros cuatro, querida." Corrigió Lucifer, haciendo acto de presencia. Tan pronto entró a la habitación, el aire se volvió más pesado para Vaggie, como si le costara respirar. Su visión se mareó ligeramente ante la presencia del rey del infierno. "Tenemos una invitada después de todo."

"Y no puedo esperar para conocerla." Complementó Lilith. "Pero todo a su debido tiempo. Ahora que lo recuerdo, hay un pequeño algo que he querido darte desde un tiempo. ¿Por qué no vienes conmigo?"

"P-pero madre, ¿Y ellos?" Cuestionó Charlie, volteando a ver a Vaggie y Lucifer.

Los dos se miraban con una disfrazada intensidad, y aunque no quería admitirlo, sabía que no se estaban analizando por mera curiosidad.

"Dejemos que se nos adelanten al comedor. Así tu padre podrá empezar a conocer a Vagatha. Volveremos con ellos en tan solo un instante."

Charlie tragó saliva. No iban a volver con ellos en un buen rato. Y mientras su madre la alejaba de ellos dos, Vaggie miraba a Charlie por primera vez desde que entraron. Aunque fuera por un segundo, podía apreciar el semblante de miedo que llevaba consigo.

Las dos se miraron, gritándose con los ojos "¡Haz algo!" Pero no hubo nada que pudieran hacer una vez que las puertas se cerraron por donde se fueron Charlie y Lilith.

"Oh vaya, no sé tú, pero yo me muero de hambre." Lucifer rompió el silencio. "Vamos, mis sirvientes ya terminaron de poner la mesa." Lucifer dijo dándose medía vuelta por la puerta que vino, y a pesar de su tono calmado y controlado, Vaggie supo muy bien que no sugería, ordenaba.

La mansión le recordaba en cierta medida al hotel de Charlie, tenía sentido, recordando que sus padres eran los verdaderos dueños del hotel que su hija tan solo había pedido prestado. Pero a pesar del aspecto conocido, también le generaba repudio y rechazo. Tal ambiente desconocido y nuevo le generaba un dolor, un dolor punzante en alguna parte de su cuerpo que nunca podía ubicar.

Continuaron su trayecto sin mediar palabra hasta que llegaron a un enorme comedor que se abría sobre sus cabezas. Una enorme mesa de madera de ébano con tallados de la famila Magne sobre esta, candelabros gigantes colgando directamente sobre ellos, una chimenea en la pared, con cabezas diseccionadas de varias criaturas del averno potradas en un marco en una pared, en la otra, cuadros de varios demonios que Vaggie tenía el disgusto de reconocer.

Lucifer le sacó una silla a Vaggie en un extremo de la mesa, como señalamiento de donde quería que se sentara, sin muchas opciones, simplemente obedeció. Lucifer fue y se sentó al otro extremo, entonces chasqueó los dedos y de inmediato 6 sirvientes Imps entraron a saco y les sirvieron platos, vino y cubiertos en cuestión de segundos, tan rápido como vinieron, los Imps se fueron.

Se le quedó viendo sin decir nada, mientras olfateaba y agitaba su copa de vino con lentitud. En lugar de dirigirle la palabra, se limitó a tararear una canción, por alguna razón se le hacía familiar. Pero no podía importarle demasiado como para recordar donde la había oído antes. Empezó a golpetear las puntas de sus dedos contra la mesa como intentó de llamar su atención.

Al agotarle la paciencia, lo primero que hizo Vaggie fue darle un manotazo a la mesa.

"¿¡Me vas a decir que quieres!?"

"Si insistes, ¿Ella lo sabe?"

"¿Saber qué?"

"Bien, no lo sabe. Tal vez sea lo mejor. Ahora dime ¿Quién te envió?" Preguntó apoyándose con sus codos sobre la mesa y sus manos entrecruzadas. "¿Fue Uriel? ¿Miguel? ¿Rafael? Ese es un iluso esperanzado. Uhm, pero también es un fiel a las reglas. El único osado a ignorar las órdenes del hombre de arriba es Gabriel."

Vaggie se mantuvo templada ante las conjeturas de Lucifer, en aquel tiempo, se aseguró de que nadie se diera cuenta de su ausencia hasta que fuera demasiado tarde.

"No. Ningun nombre te estremece. Nadie te ayudó." Dijo mientras sus ojos se abrían lentamente lo más grandes que podían. Las ideas volaban por su mente y sus ojos se empezaban a inyectar de sangre ante las posibilidades. Temerosa de a donde se podía dirigir esto, Vaggie invocó su lanza en su mano por debajo de la mesa. "Desertora."

"¡No te atrevas a llamarme así!" Exclamó Vaggie apuntando su lanza contra Lucifer. "¡Se lo que tramas, y no dejaré que te aproveches de las intenciones de Charlie por tus caprichosos planes!

Lucifer tan solo soltó una pequeña risa. "¿Y que planes hacer? ¿Matarme con tu palo?" Un destello rojo pasó por los ojos de Lucifer y la lanza de Vaggie salió volando de sus manos y desapareció succionada en un vórtice negro. "Incluso si lo lograras, ¿Qué pensaría Charlotte? Matar a su pobre querido viejo, oh, lloraría durante días enteros, mientras suelta alguno de sus numerillos suyos. Sin contar el vacío de poder que dejaría mi muerte, las multitudes de cuervos hambrientos que, bueno, ya te lo puedes imaginar…" Dijo con una gran sonrisa burlona, maldición, lo que necesitaba, un segundo Alastor.

"Tan solo mantente alejado, y yo haré lo mismo. Si quieres usar a Charlie, tendrás que quitarme de en medio primero."

"Se me ocurren algunas ideas ahora mismo."

De repente, la gran mesa del comedor se volvió tan pequeña que Vaggie y Lucifer estaban frente a frente. No se encontraban en el comedor, y por mucho que Vaggie mirara a su alrededor, no podía encontrar alguna pista de su ubicación actual, todo estaba cubierto por un aura negra.

Con una gran fuerza Lucifer agarró del cuello a Vaggie y la acercó aún más a él.

"De un ángel a otro." Empezó Lucifer. "Déjame decirte que no siempre nos alzamos."

"¿Quién dijo que quiero ir al cielo? Me quedaré con Charlie, aún después de que todos los pecadores hayan ido al cielo. Creo en lo que ella hace, y mientras yo esté aquí, no dejaré que la engañe de ninguna manera."

"¿Engaño? ¿Yo? Si ya hice mi trabajo antes de que tu aparecieras, ¿Quién crees que le plantó la idea de ayudar a estas almas perdidas en su pequeña cabecita? El mejor engaño es aquel que no se ve."

Vaggie no pudo evitar tragar un puño de saliva.

"Hay peores lugares donde caer que el infierno. Nunca lo olvides."

De repente, ambos escucharon el sonido de la puerta abriéndose, antes de que Vaggie pudiera reaccionar y mucho menos decir algo, los dos estaban en sus puestos originales como si nada hubiera pasado.

Fueron Lilith y Charlie las que entraron, esta última tenía su tuxedo rojo con el que había venido y ahora llevaba un vestido blanco con tirantes morados que llevaban a una falda del mismo color y un pañuelo negro fajado en el cuello del vestido.

"Perdona la demora, querido. Tenía que asegurarme de que nuestra hija vistiera preciosa."

"Oh, ¿Volvieron tan pronto? Ni nos dimos cuenta. Charlotte, mi pie de manzana, te ves esplendida."

Vaggie quizo contarle todo lo que paso a Charlie, miro a su madre, hicieron contacto visual, y sin decir una palabra, podía sentir como Lilith se reía en sus adentros. Ella sabía.

¿Qué debía hacer? ¿Acusarlos como si fuera una niña pequeña?

Tendría que pensar en algo. Como de costumbre. Mientras tanto, tendría su un ojo en su nuca, como siempre.

Nada nuevo bajo el infierno.


Se siente raro actualizar por primera vez en lugar de publicar algo nuevo.

Como sea, no olviden agregar esta historia a favoritos, dejar un comentario y buscarme en Tumblr para saber mas de mí y mis historias.

Nos vemos luego.