Sinopsis: Vaggie conoce a Charlie en un hospital.


Desde hace varios días, Vaggie tenía una gripa que se rehusaba a irse, al principio intentó ignorarlo y esperar a que se fuera sola, pero fue en vano. Probó con varios medicamentos, pero no le sirvieron de nada.

Eventualmente y sin más remedio tuvo que ir a un hospital.

Mientras esperaba, Vaggie se dió un pequeño masaje en la frente esperando disipar la fiebre en, era casi insoportable y la hacía sentir como si estuviera en el infierno.

Un enfermero la llamó y lo metió dentro de una habitación.

"En un momento un doctor vendrá," Le dijo, y Vaggie tan solo asintió. Tan pronto como el enfermero cerró la puerta, Vaggie descansó su cabeza contra la pared con los ojos cerrados.

Esto era estúpido. Y una absoluta pérdida de tiempo. Nunca le agradaban los hospitales, diablos, ¿A quién le gustaban los hospitales? Nunca le habían traídos buenas noticias, encima que a veces eran demasiado costosos, después uno se preguntaba porque la gente decidía–

Sus pensamientos se interrumpieron cuando escuchó la puerta abrirse y escuchó una voz femenina.

"¡Hola! Lo siento por hacerte esperar, estaba ocupada con otro paciente. Soy la doctora Charlotte Magne, pero puedes simplemente llamarme Charlie."

Allí fue cuando vio a quien la a atender y por primera vez en días pudo ignorar su malestar.

La doctora tenía una piel blanca brillante, un poco más y podría ser literalmente blanca. Un cabello largo y dorado que llegaba hasta su cadera, con una bata blanca un poco demasiado pequeña que abrazaba y envolvía su cuerpo, resaltando sus curvas.

Pero nada de eso era tan brillante como su sonrisa, la cual iluminaba no solo su rostro, sino toda la habitación.

"Dime, ¿Cuál es tu problema?"

Solo entonces Vaggie volvió a sí misma justo antes de que un hilo de baba escurriera de su boca.

Vaggie le contó sus síntomas, para darle un mejor diagnóstico, y "solo para estar seguras." Según Charlie, le hizo un chequeo estándar, por lo cual tuvo que acercarse bastante.

Allí fue cuando Vaggie pudo oler su aroma. Se sentía hipnotizada "Maldición, huele al cielo." Vaggie luchaba por no delatar su reacción mientras Charlie la revisaba.

"Ok, ojos bien, rodilla también, toca el corazón..." Saco un estetoscopio y lo colocó en el pecho de Vaggie.

"Concéntrate." Pensó Vaggie. "Calmada, recta, no la mires, no lo pienses demasiado. Oh dios mío, ¿Estoy sonrojada verdad? ¡Por favor que no se me note ella es tan–!"

"...Latido del corazón...uhm, más rápido que el promedio. " Charlie dijo y le sonrió a Vaggie.

"¡Maldición ella lo sabe!" Gritó en su mente.

Al final, después de algunas otras pruebas, le dio un medicamento y se fue a su apartamento.

La primera cosa que hizo nomás llegar fue tirar todo lo que tuviera que ver con manzanas.

En los siguientes días Vaggie comenzó a sentirse mejor, pero podía sentir como algunos síntomas persistiendo, una voz en el fondo de la mente de Vaggie le decía que tan solo debía continuar tomando su medicamento.

Pero por otro lado, un chequeo médico no le haría mal a nadie, ¿Verdad?

Vaggie no fue una, ni dos, ni tres veces. Si no un total de 6 veces.

A veces le tocaba Charlie, a otras no. Las otras veces le tocaba otro doctor, uno alto, engreído, arrogante y con una estúpida sonrisa que nunca se le quitaba.

Oh, lo que Vaggie daría por tirarle los dientes de un buen puñetazo.

Esos pensamientos agresivos se desvanecieron en el momento que escucho la voz de la persona que buscaba. Dándole un "hola" con su tono optimista, casi cantando, tan angelical.

"Estoy empezando a pensar que haces esto a propósito," Dijo Charlie.

De inmediato todas las alarmas en la mente de Vaggie explotaron, ella estaba convencida de que ella misma explotaría.

"No te veo taaan mal como la primera vez que te vi." Colocó su mano sobre la frente de Vaggie. "Ni te siento tan mal. ¿Acaso habrá, por curiosidad, alguna otra razón por la que estés viniendo a verme?"

"Oh dios mío." Pensó Vaggie. Su mente corrió por las mil y un formas en las que estoy podía salir mal. Necesitaría un milagro para salir de esta. ¡No! ¡Ni que milagro ni que suerte! ¡Vaggie la invitaría a salir por su propia cuenta sin ayuda de nadie aunque sea lo último que haga!

"Yo-no-tú-puedo-quiero-tú–"

El balbuceo de Vaggie y su estrepido intento fallido fue interrumpido por la risa de Charlie, una risa inocente y juguetona, de un momento a otro creció a una fuerte risa burlona, el foco sobre la cabeza de Charlie parecía como las puertas que la llevarían directamente al cielo.

Pero esas ideas se esfumaron de su cabeza cuando vio que la expresión alegre de Charlie decayó en una expresión sombría, como si alguien le hubiera dicho que no le gustaban los animales.

"Dios mio, ¿Estas bien?"

"¿Eh?" Fue lo único que logro responder. ¿Qué si estaba bien? ¿Por qué no lo estaría?

"Estás pálida. Respira un poco, tú."

¿Respirar? Tonterías, porque debería preocuparse por…bueno, ahora que lo mencionaba, a Vaggie le estaba costando un poco respirar y empezó a sentirse un poco mareada. ¿Por qué de repente veía a tres Charlies enfrente de ella? En ese momento sintió algo tibio cayendo de su nariz y cayendo hasta su labio superior. Lo toco ligeramente con su dedo, incierta de lo que esperar, su sorpresa fue segura al ver que su dedo estaba manchado de sangre. Todo a su alrededor empezó a alejarse de ella.

Antes de que pudiera decir o hacer algo, Vaggie no soportó el peso de su propio cuerpo y colapsó en el piso. Lo último que escuchó antes de que todo se volviera negro fueron los gritos de preocupación de Charlie mientras la sacudía alarmada y llamaba por ayuda.

Después de un tiempo, Vaggie despertó con cierta dificultad, tuvo que concentrarse únicamente en abrir las cortinas de hierro que llamaba párpados. Y para acabarla de joder, una luz le cegaba los ojos, obligándola a cerrar de nuevo los ojos. Intentó tapar dicha luz cegadora, pero sus brazos eran tan pesados que no podía hacer más que arrastrarlos entre las sabanas como sacos de papas.

Cuando sus ojos al fin se acostumbraron a la luz y el mareo se disipó. Sus sentidos por fin pudieron empezar a trabajar en descubrir donde demonios estaba. La primera y detonante pista que pudo captar fue el repetitivo pitido del electrocardiograma al lado de su cama.

¿De verdad la habían ingresado?

Dicha sospecha se confirmó cuando pudo mover su cabeza con un poco más de soltura y vio que estaba vestida con la prenda azul que les daban a todos los pacientes en un hospital.

Justo cuando decidió que esto era una pérdida de tiempo sin sentido y se dispuso a levantarse de la cama, la puerta de su habitación se abrió y escucho la voz de Charlie.

"¡Despertaste! Me tenías muerta del miedo." Dijo Charlie mientras respiraba relajada con una mano sobre su pecho y con la otra cargaba una pequeña tabla con algunos papeles.

Se acercó a Vaggie y sentó al lado de su cama. "Que suerte que yo estaba contigo en el momento ¿no?" Intentó aligerar la situación, pero Vaggie no quería andar con rodeos.

"¿Qué fue lo que me pasó?" Ante la pregunta directa, la sonrisa de Charlie cayó un poco, para disimularlo rápidamente reviso la tabla que llevaba consigo y fingió leerla como si fuera la primera vez, aunque en realidad ya se la había memorizado desde hace unas horas.

"Bueno, tuviste un caso de sincope vasovagal y…" Vaggie la vio confundida, obviamente no entendiendo a lo que se refería. "Te desmayaste, básicamente. Al ver tus signos vitales fue fácil adivinar porqué. Una inusual presión arterial alta, para…bueno, básicamente cualquiera, sobre todo una chica con tu edad. Y tu buena figura." Esa última parte la susurró para sí misma, tapando sus labios con la tabla por un momento. "He de suponer que no solo estas pasando por una gran cantidad de estrés, si no que esa cantidad de estrés es algo común en tu vida. ¿Trabajo, acaso?"

Vaggie apretó los labios ante la revelación, y los apretó aún más ante la pregunta. Sabía que le iba a pasar tarde o temprano de nuevo. Asintió apenada e insegura.

"Mi jefe es…un imbécil."

"Ya, he escuchado eso antes." Después de eso, Charlie continuó haciendole preguntas de rutina, para cuando terminaron le prescribió unos ansiolíticos, Lorazepam, y le hizo una cita para que la volviera a verla en unos días, lo cual extrañó a Vaggie.

"¿Estas cosas no deberían ser suficientes?" Dijo sujetando en alto la prescripción en su mano.

"Por lo general, sí, pero dado a que eres propensa a tener altos niveles de estrés, necesitarás estrategías, mecanismo de defensa, básicamente. Y–" Charlie se detuvo en seco por un segundo, ante lo que estaba a punto de decir, a la vez que una pequeña idea volaba por su cabeza.

Disimuló su pequeño shock aclarándose la garganta. "Y, también, un sistema de apoyo."

"Gente." Soltó Vaggie.

"Amigos. Una chica bonita como tú debe tener montones."Vaggie primero reaccionó con un sonrojo en su rostro, antes de que cayera en desconsuelo.

"Yo…" Vaggie se encogió de hombros, incapaz de responder con algo más.

Charlie entendió casi de inmediato y su rostro imitó la expresión de su paciente.

"No importa, por ahora solo descansa, mañana por la mañana, si todo está en orden te daremos de alta y podrás irte a casa."

Vaggie asintió acorde. Charlie se fue a atender otros asuntos, pero en todo ese tiempo no pudo dejar de pensar en Vaggie, seguro alguien debía llamar por ella, alguien debía esperar por ella en casa. ¿Verdad?

Una hora pasó. Dos horas, cuatro horas. Revisaba el teléfono cada cinco minutos en busca de algo, lo que sea. Una voz en su cabeza le decía que aceptara la realidad de los hechos. Pero Charlie simplemente se aferraba, debía haber alguien que le importara esa chica.

A la mañana siguiente, todo estaba bien con Vaggie, así que le dieron de alta, pero antes de que pudiera irse, Charlie la detuvo en la salida.

"Hey, sé que nadie te…ya sabes…solo quería decirte que si necesitas ayuda, puedes llamarme cuando quieras. Puedo darte mi número." Sacó una pluma, pero se había olvidado traer un papel o algo parecido.

"¿No tendrás tu un…?" Preguntó Charlie.

"Aaaaah…"

Después de quedarse en un silencio incomodo por un tiempo, Charlie terminó anotando su número de teléfono en el brazo de Vaggie mientras reía torpemente.

"Sabes," Empezó Charlie. "Si quieres una cita, una cita de verdad, estoy libre el viernes."

La única respuesta que obtuvo de Vaggie fue un sonrojo en toda su cara, por instinto colocó el dorso de su mano sobre su frente.

"¿Estás sonrojada o es tu fiebre?"

"Sí."