Este capítulo es muy largo, así que para facilitar la lectura he decidido dividirlo en dos partes, pero es el mismo capítulo.


En una casa situada a las afueras de Prenisht, Albania, un mafioso y sus dos secuaces estaban apaleando a un hombre de unos treinta y tantos años delante de su esposa y sus hijas, de nueve y seis años, mientras estas, llorando, estaban abrazadas a su madre, la cual, aunque intentaba ser fuerte para sus hijas, no podía evitar llorar también al ver como torturaban a su marido. El hombre, también llorando, y con sangre saliendo de casi todo su cuerpo, aún pudo decir, mientras lo seguían apaleando:

–P-Por favor, n-no me matéis… ¡Solo necesito un par de semanas más! ¡Solo dos semanas! En dos semanas lo tendré todo, ¡os lo juro! P-Por favor… ¡Solo necesito dos semanas!

El jefe le hizo una señal a los dos secuaces para que dejaran de golpear al hombre, el cual se quedó en el suelo llorando. Tras unos segundos, el jefe mafioso habló.

–Si tratas de engañarnos vas a desear no haber nacido. Esto de ahora te parecerá un masaje relajante en comparación.

–Gr-Gracias… Mu-Muchas gracias… – Balbuceó el hombre.

–Ey, jefe. – Dijo uno de los secuaces. – ¿No deberíamos hacerle una advertencia por si acaso? – El hombre se asustó. – Ya sabe, ¿y si trata de huir? Deberíamos "marcarlo", para poder identificarlo fácilmente si huye.

El hombre cada vez tenía más miedo. El jefe sonrió.

–Sí, tal vez tengas razón.

El hombre estaba aterrado, y su mujer y sus hijas también.

–N-No huiré… Os lo juro.

–También juraste que tendrías todo el dinero hoy, y mentiste.

–O-Os lo p-prometo, por lo que más queráis… No huiré, de verdad…

–Bueno, más vale asegurarse. – El mafioso apuntó con su pistola al hombre. – A ver, ¿dónde debería dispararle, chicos? ¿En el hombro, en la pierna? ¿Le hago un agujero en la mejilla? ¿Qué tal si le corto una oreja?

–¿Por qué no le dispara en los huevos, jefe?

EL hombre se aterró.

–Qué buena idea, Skënder.

–N-No… Por favor, eso no… – Suplicó el hombre.

–Oh, vamos… Si te quedas sin huevos no podrás tener más hijas, así habrá menos probabilidades de que tengas que gastar más dinero en alimentarlas. Te estoy haciendo un favor, deberías agradecérmelo.

El mafioso apuntó a la entrepierna del hombre.

–No, por favor, no…

–¡Nooooo!

La niña pequeña se lanzó a la pierna del mafioso, agarrándola fuertemente, y empezó a sacudirla.

–¡Yllka, no! – Giró su madre.

–¡Yllka! – Gritaron también su padre y su hermana.

Nota: Se pronuncia Ilka.

–¿Qué haces, niña de mierda? ¡Aparta! – Exclamó el mafioso, molesto, mientras sacudía fuertemente su pierna para echar a la niña, pero esta se agarraba fuertemente.

–¡Deja en paz a mi padre! ¡Vete! – Gritaba llorando la niña pequeña, muerta de miedo.

–¡Que me sueltes te digo! – Exclamó el mafioso empezando a perder la paciencia.

El mafioso empezó a sacudir su pierna más rápido, haciendo que la pequeña empezara a perder su agarre, ante lo cual esta le mordió en la pierna.

–¡Aaah! ¡Hija de puta!

El mafioso, con su otra pierna, le dio una patada a la niña, quitándosela de encima, y una vez en el suelo le disparó en la frente, matándola en el acto, callando de golpe los gritos y llantos de su hermana y de sus padres.

–Niñata de mierda… – Dijo el mafioso, claramente molesto, para después escupir en el suelo. – Ahora tienes una boca menos que alimentar, así que puedes conseguir el dinero en menos tiempo. Tienes una semana.

Dicho esto, se fue junto con sus secuaces, dejando a los padres de Yllka y a su hermana en shock. El padre fue el primero en reaccionar, arrastrándose hacia el cuerpo de su hija.

–Yllka… No… ¡Yllka! – El padre agarró el cuerpo de su hija, viendo el agujero de la bala en la frente de la pequeña, junto con los ojos sin vida de esta. – ¡Yllkaaaaa!

La madre se puso a llorar también, abrazando a su marido, y su hermana empezó a llorar también, dejándose caer al suelo.

MAHOU SHOUJO AJLA MAGICA

Believer

Tras días después, la hermana de Yllka estaba en el cementerio, dejando unas flores sobre la tumba de su hermana.

–Yllka…

La niña no pudo evitar volver a llorar de nuevo.

–Hola. – Dijo una voz aguda, sorprendiendo a la niña.

Al girarse vio que había algo parecido a un gato blanco encima de una tumba.

–¿Un peluche? – Dijo para sí misma la niña.

–No soy un peluche, mi nombre es Kyubey. – Al comprobar que, efectivamente, lo que fuera eso, hablaba, la niña se sorprendió aún más. – Sé que a lo mejor no es el mejor momento, pero he venido a proponerte algo, Ajla.

–¿C-Cómo sabes mi nombre? – Preguntó la chica, aún más sorprendida.

–Llevo observándote un tiempo, y he visto que tienes potencial mágico.

Ajla no entendía.

–¿Potencial mágico? ¿Qué quieres decir?

–Resumiendo, quiere decir que puedes convertirte en una chica mágica.

Esto llamó la atención de Ajla.

–¿Una chica mágica? ¿Qué quieres decir?

–Pues exactamente esto, que puedes convertirte en una chica mágica.

–¿P-Puedo ser una chica mágica? – Preguntó Ajla sin terminar de creérselo.

–Sí.

–¿Con poderes mágicos y tal?

–Exacto. Si aceptas convertirte en chicas mágicas deberás utilizar tus poderes para combatir el mal.

Eso llamó aún más la atención de Ajla.

–¡¿Estás diciendo que puedo usar mis poderes para combatir a delincuentes y criminales?!

–Más que "poder usarlos" para eso, es que "tienes que usarlos" para eso. Asumes esta responsabilidad al convertirte en chica mágica.

Ajla estaba nerviosa, pero quería eso con todas sus ganas.

–¡E-Entonces hazlo! ¡Conviérteme en chica mágica!

–La cosa no funciona así.

–¿Eh?

–No puedo convertirte en chica mágica así sin más. Para poder hacerlo tienes que pedir un deseo antes.

De nuevo, Ajla se sorprendió ante eso.

–Espera, ¿me estás diciendo que no solo debo combatir el mal sino que además puedo pedir un deseo a cambio?

–Exacto.

–¿Puedo pedir lo que sea?

–Sí.

Ajla se puso más nerviosa.

–¡¿Puedes revivir a mi hermana?!

–Claro.

En aquel momento Ajla no pudo aguantarse más.

–¡E-Entonces hazlo! ¡Resucita a mi hermana!

–¿Ese es tu deseo?

–¡Sí!

Ajla empezó a sentir un dolor en su pecho, mientras una luz brillante salía de él. Tras unos segundos, una joya brillante apareció en su mano.

–Enhorabuena, ya eres una chica mágica.

Ajla miró a ambos lados.

–¿Y mi hermana? ¿Dónde está?

–Está en el mismo lugar.

–¿Eh? – Tras pensar unos segundos, Ajla cayó. – ¡¿Está en su ataúd?!

–Así es.

–¡¿Por qué no la has sacado?!

–Solo me has pedido revivirla, no sacarla de allí. – Ajla, nerviosa, empezó a cavar en el suelo con sus manos. – No es la primera vez que me piden algo así. Cuando lo hacen, yo siempre devuelvo a la vida a esa persona en el mismo lugar en el que se encuentra. Solo en caso de que el cuerpo de esa persona haya sido despedazado o destruido lo hago aparecer de nuevo.

–¡Cállate y ayúdame! – Gritó Ajla sin dejar de cavar.

–No hace falta que caves con tus manos, puedes crear una pala con tu magia.

–¿Eh? – Ajla dejó de cavar. – ¿C-Cómo lo hago?

–Solo tienes que desearlo.

Ajla se extrañó de que pudiera hacer eso con tan solo desearlo, pero lo intentó. Sin embargo, no lo consiguió.

–¡No consigo crear nada!

–Para ello primero tienes que transformarte en chica mágica.

–¡¿Qué dices?! ¡¿No soy ya una chica mágica?! – Preguntó Ajla nerviosa.

–Sí, pero no lo eres a tiempo completo. Puedes alternar entre ser una chica normal y una chica mágica. Tienes que activar la transformación para poder usar la magia.

–¡¿Y cómo lo hago?!

–De la misma forma en la que puedes usar la magia una vez estés transformada. Solo tienes que desearlo. Tienes que desear poder transformarte en chica mágica.

Ajla, aún nerviosa, intentó calmarse, y se concentró en desear transformarse en chica mágica. Al hacerlo, su cuerpo brilló y la ropa que llevaba cambió transformándose en su vestido de chica mágica, asombrando a esta.

–I-Increíble… – Tras salir de su asombro, Ajla se acordó de lo importante. – ¡Ah! ¡Yllka!

Ajla entonces deseó hacer aparecer una pala, sorprendiéndose al ver que, efectivamente, consiguió crear una gran pala en sus manos. Sin perder tiempo, Ajla empezó a cavar de nuevo, ahora más fácilmente debido a la pala, sacando una gran cantidad de tierra cada vez. Ella misma se sorprendía al ver que podía hacerlo con tanta facilidad, ya que pensaba que le costaría bastante levantar esa cantidad de tierra, y también la propia pala, ya que era incluso más grande que ella.

–Oye, Kyubey, ¿es que al convertirme en chica mágica me he vuelto más fuerte?

–No solo más fuerte, también más veloz y más resistente. Todas tus capacidades físicas se han visto aumentadas al convertirte en chica mágica.

Antes de que Ajla pudiera asombrarse por aquello, oyó una débil voz.

–Es mi hermana… ¡Yllka! – Ajla siguió cavando aún más más energía. – ¡Yllka!

–Ajla… – Se oía débilmente.

–¡Yllka, aguanta!

–¡Ajla!

Finalmente Ajla llegó hasta el ataúd.

–¡Yllka, cúbrete! ¡Voy a romper el techo del ataúd!

Ajla clavó la pala en medio del ataúd, creando en él una brecha. Tras retirar la pala Ajla puso sus manos en la brecha de la madera, y gracias a su fuerza aumentada rompió en techo del ataúd en dos, encontrándose dentro a su hermana.

–Yllka…

–¡Ajla!

–¡Yllka!

Ajla abrazó fuertemente a su hermana mientras lloraba, la cual también abrazó a Ajla, también llorando.

–¡Yllka! Yllka… – Era la único que podía decir una y otra vez Ajla, que con la cara llena de lágrimas pero con una sonrisa miró a Kyubey. – Gracias… ¡Muchísimas gracias, de verdad! ¡Muchísimas gracias!

Ajla rompió a llorar de nuevo. Su hermana, extrañada, miró hacia dónde su hermana había hablado.

–¿A quién le hablas, Ajla?

–¿Eh? A él. Es Kyubey. Es gracias a él que estás viva.

Yllka volvió a mirar, extrañándose.

–Ajla, ahí no hay nadie.

–¿Eh?

–Tu hermana no puede verme ni oírme. – Dijo Kyubey, extrañando a Ajla.

–¿Y eso?

–Porque no tiene potencial mágico. O al menos no aún. Solo las personas con potencial mágico pueden verme.

Ajla se hizo una idea.

–Ya veo…

–Ajla… ¿Con quién hablas?

Ajla miró a su hermana sonriendo.

–Se ve que tú no puedes verlo, pero ahí hay un ser mágico que me ha convertido en chica mágica. Es gracias a él que estás viva.

Yllka no sabía si creérselo, pero acababa de ver cómo su hermana rompía un ataúd por la mitad, cosa imposible con su fuerza normal, y cómo ella misma estaba viva aunque debería estar muerta, así que no veía motivos para dudar de ella.

–¿Eres… Una chica mágica? – Ajla asintió. – ¡¿Puedes hacer magia?! – Volvió a asentir. – ¡Enséñamelo, por favor! – Tras volver a asentir, Ajla creó un bonito clavel rojo en su mano, impresionando a su hermanita. – ¡Ajla! ¡De verdad puedes hacer magia! ¡Ah, es precioso! – Ajla, con una gran sonrisa, volvió a asentir. – ¡¿Qué más puedes hacer?!

–Buena pregunta. Kyubey, ¿qué más puedo hacer? – Preguntó mirando a Kyubey.

–Pues básicamente todo lo que te imagines siempre que tu poder dé para eso. Puedes crear cualquier cosa que quieras mientras tengas poder para hacerlo, puedes curar tus heridas y las de los demás, puedes crear ataques y escudos de energía, y tienes una habilidad especial que tú misma tendrás que descubrir cuál es. Pero para hacer todo eso tienes que estar transformada en chica mágica. En tu estado normal sigues siendo igual que antes.

–Ya veo…

Yllka, que tras ver a su hermana hacer magia ya creía completamente en la existencia de Kyubey, preguntó:

–Ajla, ¿qué te ha dicho?

Ajla miró sonriendo a su hermana.

–Básicamente cualquier cosa que quiera.

Su hermana se asombró.

–¡Qué guay!

–¿A que sí?

–Siempre que tu poder dé para eso. – Aclaró Kyubey.

–Sí, sí… – Contestó Ajla sin importarle demasiado.

–¡Oye, haz más magia!

–Tal vez después. Por ahora tenemos algo más importante que hacer.


En casa de Ajla, el padre de esta estaba en la cama, mientras su mujer le estaba curando las heridas y cambiando algunos vendajes por otros, pues aún estaba gravemente herido. En ese momento Ajla entró rápidamente por la puerta, increíblemente feliz.

–¡Papá, mamá!

Sus padres se sorprendieron de que estuviera tan alegre teniendo en cuenta la situación en la que se encontraban. También se extrañaron del vestido que llevaba su hija, pero antes de que pudieran decir nada, Ajla volvió a hablar.

–¡No os lo vais a creer! ¡Yllka! – Dijo mirando hacia a fuera del pasillo.

Sus padres ya le iban a decir algo, pero Yllka entró en la habitación con una sonrisa radiante, dejándolos a los dos impactados. Viendo que pasaban los segundos y no hacían nada. Ajla volvió a hablar.

–¡Es Yllka! ¡Yllka está viva!

Los padres de Ajla seguían en shock. Su cerebro se bloqueó y sintieron como si se fueran a desmayar, como si se estuvieran mareando, dando la sensación de que aquello no era real, que era un sueño.

–¡Mamá! – Gritó Yllka lanzándose a los brazos de su madre, notando esta que Yllka era real.

No podía entenderlo, no daba crédito, pero eso en ese momento no podía importarle menos. La madre le agarró la cara y empezó a tocarla, como para asegurarse de que realmente estaba allí.

–Yllka… ¿De verdad eres tú?

La pequeña, con lágrimas en los ojos de alegría, asintió.

Yllka… – Su madre la abrazó fuertemente contra su pecho. – ¡Yllka!

Su padre, aunque herido, alargó sus brazos para tocarla.

–Yllka…

Su madre la soltó para permitir a su esposo tocarla también. Yllka abrazó también a su padre. A este le dolía un poco, pero en ese momento eso no le importaba nada. Su hija estaba viva, y si por eso tenía que sufrir ese dolor o 100 veces más, estaba dispuesto a pasarlo sin ninguna objeción.

–No me lo puedo creer… Estás viva… – Dijo su padre entre llantos. – No lo entiendo. ¿Cómo es posible?

–¡Ha sido gracias a Ajla! – Dijo Yllka feliz, mirando a su hermana, haciendo que sus padres la miraran atónitos.

–Cuando he ido al cementerio a dejarle unas flores, un ser mágico me ha convertido en chica mágica. Gracias a eso he podido resucitar a Yllka. – Antes de que sus padres pudieran decir nada, Ajla siguió. – Y eso no es todo lo que puedo hacer. Mirad.

Ajla se acercó a su padre, puso sus manos encima de él y empezó a emitir una luz. En pocos segundos el padre ya no sentía ningún dolor. Sorprendido, se incorporó.

–¿Qué… Ya no me duele nada…

–¡¿A qué es una pasada?! – Exclamó Ajla eufórica.

El padre, increíblemente feliz abrazó a Ajla, abrazo al cual se sumaron Yllka y su madre. Ajla no podía ser más feliz en ese momento. Aquello era el mejor momento de su vida, lo que siempre había querido, ser una familia feliz con su hermana y sus padres. Pero de pronto, su padre dejó de sonreír y se mostró triste, extrañando a Ajla.

–¿Papá?

–Hija, me alegra mucho que hayas vuelto, de verdad. – Dijo dirigiéndose a Yllka. – No puedo estar más feliz, de verdad. Pero no tenemos tiempo para celebrarlo, tengo que conseguir el dinero antes de cuatro días o Kostandin volverá, y ya has visto lo que te hizo la última vez. Si no consigo el dinero…

Ajla lo cortó, sonriendo.

–Oh, tranquilo, no tendrás que preocuparte por eso nunca más.

–¿Eh?

–Ya me he encargado de ello.

–¿Q-Qué quieres decir? – Preguntó el padre, confundido.

–Nunca más tendrás que preocuparte por ese tío. ¡Magia! – Dijo Ajla sonriendo.

Tras unos segundos, su padre también sonrió.

–¡¿En serio?!

Ajla asintió. Su padre volvió a abrazar fuertemente a su hija.

–¡Ajla, te quiero!

–¡Yo también te quiero, papá!

–¡Eh, ¿y yo qué?! – Protestó Yllka.

–¡Ven aquí! – La agarró su padre y empezó a abrazarla también. – ¡A ti también te quiero!

Yllka empezó a reír, y tras unos segundos, esa risa se contagió en todos los demás. Ninguno de ellos recordaba haber vivido un momento tan feliz nunca. Tras un rato, ya habiendo desahogado toda su felicidad, Ajla bajó de la cama.

–Bueno, tengo que irme un momento.

–¿Eh? ¿Dónde? – Se extrañó su madre.

–Debo agradecerle como es debido a Kyubey. Si no fuera por él Yllka seguiría muerta, papá herido y con deudas hacia ese tío. Gracias a él nos hemos librado de todo eso, debo agradecerle.

Su madre sonrió.

–Entiendo. Ten cuidado.

–¡Sí!

Ajla salió de su casa alegre, pero una vez fuera su rostro cambió radicalmente a uno completamente serio, mostrando en él enfado e ira.


El jefe mafioso, llamado Kostandin, estaba en su despacho, una sala relativamente grande, con una gran mesa de escritorio en medio, de madera de alta calidad, de modo que su silla con ruedas quedaba mirando a la puerta, para ver a cualquiera que entrara. El mafioso estaba consultando en su ordenador el éxito de los últimos trabajos realizados, cuando de pronto oyó ruidos provenientes del exterior. Primero como algo rompiéndose, pero después tiroteos, gritos y golpes, extrañándolo. Esos ruidos siguieron durante varios segundos, cada vez más fuertes, hasta finalmente oír un disparo justo detrás de la puerta. Pocos segundos después, la puerta de su despacho fue derribada, y justo después, su guardaespaldas en jefe cayó muerto, apareciendo Ajla justo detrás, claramente enfadada, asombrando a Kostandin.

–¿Te acuerdas de mí? – Dijo Ajla con una mirada llena de enfado y desprecio.

Una vez superado su asombro, Kostandin rápidamente cogió su pistola y empezó a dispararle a Ajla, la cual paró todas las balas fácilmente con un escudo de energía. Finalmente, al hombre se le terminaron las balas, abriendo rápidamente uno de los cajones de su mesa para cargar nuevamente la pistola, pero Ajla se le acercó rápidamente, y aunque Kostandin consiguió cargar la pistola, Ajla se la tiró al suelo justo cuando estaba a punto de apuntarla, para acto seguido darle un puñetazo en la cara que lo tiró al suelo, donde Ajla empezó a golpearlo y a apalearlo. Con puñetazos, con patadas… Ajla descargaba toda su ira contra el hombre que le hizo la vida imposible a su familia desde antes incluso que ella naciera, dejándole la cara llena de golpes, moratones, y con sangre saliendo de su nariz y su boca, en la cual se podía ver que le había roto algunos dientes. Cuando se cansó de golpearlo, Ajla creó una pistola y le apuntó directamente a la cara.

–Se acabó, vas a morir.

Kostandin, aterrado, empezó a suplicar.

–N-no… Po-Por favor…

–Voy a hacerte pagar por haber matado a mi hermana y haber puteado a mi familia durante tanto tiempo.

–N-No, p-por favor, te lo suplico… Te-Tengo una esposa y una hija… N-No querrás dejarlas huérfana y viuda, ¿verdad?

Ajla se enfureció más de lo que ya estaba.

–¡¿Y tú qué?! ¡No te importó matar a mi hermana, la hija de un matrimonio! ¡No te importó dejar a un matrimonio sin su hija! ¡¿Por qué debería importarme a mí tu familia?!

Kostandin empezó a llorar.

–Po… Por favor… L-Lo siento… Lo siento mucho… Po-Por favor, ten piedad… E-Esas son mi mujer y mi hija. – Dijo señalando una foto en la mesa de su escritorio, donde se podía ver a una mujer de unos cuarenta años con una hija de unos 10 u 11 años, ambas sonriendo.

Ajla miró la foto.

–Por… Favor… Ellas no tienen la culpa… No… No dejes a esa niña sin su padre, por favor… No seas como yo…

El hombre empezó a llorar desconsoladamente, y Ajla apretaba fuertemente los dientes en un conflicto interno entre querer vengarse de ese malnacido y no querer dejar a una niña inocente sin su padre. Tras un rato dudando, Ajla gritó con fuerza mientras dejó de apuntarlo, y aguantándose las ganas de llorar por no matarlo. Ajla intentó calmarse un poco respirando hondo.

–Bueno, da igual. De todas formas mi hermana vuelve a estar viva. – Dijo, dejando al hombre perplejo.

–¿Q-Qué? – balbuceó.

Ajla lo miró con una cara de odio que si las miradas matasen lo hubiera fulminado, lo agarró por el cuello, lo estampó contra la pared y le dijo:

–Escúchame bien, hijo de puta. Vas a irte de aquí, bien lejos, y no volverás nunca más. Vas a alejarte de mi familia y no te volverás a acercar ni a ellos ni a mí, porque como vuelva a verte una sola vez después de que salga por esta puerta vas a desear no haber nacido, ¿te queda claro?

El hombre, nervioso, solo pudo asentir. Ajla lo soltó, cayendo este al suelo, y se fue de allí andando, dejando detrás de ella un rastro de muerte y destrucción, mientras Kostandin solo podía mirar con una mezcla de miedo y rabia como se alejaba esa niña de 9 años que había conseguido matar a todos sus hombres (al menos los que se encontraban allí) y como casi lo mata a él.


Los siguientes días fueron los más felices de la vida de Ajla y la de su hermana y sus padres. Por primera vez podían llevar una vida normal, sin estar condicionados por esa mafia que llevaba controlando su vida desde antes de que Ajla naciera. Ajla y su hermana pudieron experimentar por primera vez qué era realmente la felicidad, y sus padres volver a sentir esa sensación después de más de una década. Desde que el padre de Ajla se involucró con la mafia su vida había sido un infierno. No pasaba un día de su vida que no se arrepintiera de haber contactado con ellos, pero no tenía sentido lamentarse. Y ahora ya no hacía falta hacerlo. Gracias a Kyubey y a Ajla ya no tendrían que preocuparse por eso nunca más. Estuvieron así durante más de un mes.

Un día Ajla encontró unas flores muy hermosas, dándole una alegría.

–¡Qué flores más hermosas! – Exclamó, feliz, la chica.

Esta decidió enseñárselas a su familia para que pudieran admirar esa bella flor, así que recogió unas cuantas e hizo un ramo con ellas, sonriendo al ver lo bonito que le quedó. Con una gran sonrisa y alegría se dirigió corriendo hacia su casa para enseñarle el ramo a su familia. Tan impaciente estaba por mostrárselo que no pudo esperar a estar dentro de su casa para llamarlos.

–¡Mamá! ¡Papá! ¡Yllka! – Gritó desde fuera de casa, a unos metros de la entrada, sin dejar de correr. – ¡Mirad qué flores he encontrado! ¡Son preciosas, ¿no creéis?! ¡Mamá! ¡Papá! ¡Yllka! – Exclamó abriendo finalmente la puerta de casa.

Música: "Fukiareru Chikara v2 – Mahou Shoujo Ikusei Keikaku"

Al abrir la puerta Ajla se encontró con los cuerpos de su padre, su madre y su hermana descuartizados y despedazados, con sus restos esparcidos por toda la sala, estando todo el suelo lleno de sangre, dejando a Ajla horrorizada. Casi no había ni una parte entera de sus cuerpos, desgarrados y cortados en múltiples trozos, con las cuencas de los ojos vacías, las orejas y la lengua cortadas, y la nariz y los dientes rotos, teniendo la cara tan desfigurada que solo se podía saber que eran ellos por el pelo. Ajla estaba tan impactada que no había palabras para definir cómo se sentía. En medio de toda esa aberración pudo ver que en la pared había un mensaje escrito con sangre, que decía: "Jódete, zorra"

Ajla se llevó sus manos a la cara mientras se dejó caer de rodillas al suelo y de sus ojos empezaba a salir una cascada de lágrimas. Ajla empezó a gritar, cada vez más fuerte, hasta liberar una cantidad de energía tan grande que se convirtió en chica mágica y provocó una explosión que destruyó toda la casa y creó un enorme cráter, quedado Ajla en el fondo de este, llorando completamente desconsolada, sintiendo tristeza, rabia y culpabilidad a partes iguales. Tristeza y rabia porque ese mafioso había matado a su familia de una forma muy cruel, imaginándose lo que habrían tenido que sufrir. Y culpabilidad porque si lo hubiera matado su familia seguiría viva, provocándole un horrible sentimiento de culpa. Su familia había sido asesinada de forma brutal por culpa de ese mafioso, a la que ella le había perdonado la vida. Si lo hubiera matado, su hermana y sus padres seguirían vivos. Ajla no podía parar de llorar pensando en eso, durante más de una hora, hasta que se quedó dormida.

Despertó menos de 2 horas después. Había tenido una pesadilla, y al despertar recordó lo que había pasado, viendo que su pesadilla era lo mismo que había pasado de verdad, haciendo que de sus ojos empezaran a caer lágrimas de nuevo. Tras un rato, aún con la cara adolorida de tanto llorar, salió lentamente del cráter provocado por ella misma. Una vez fuera de él, empezó a caminar por en medio del bosque, sin saber realmente a dónde ir, haciendo que no prestara atención al suelo, lo que hizo que no viera una rama en medio del camino, tropezándose y cayendo al suelo, clavándose una piedra puntiaguda en el estómago. No era muy grande, por lo que el corte no fue grave, aunque fue suficiente para hacerle salir sangre. Ajla, se levantó con dificultad (más por el dolor psicológico que por el físico, pues el corte que se había hecho casi ni le dolía) y una vez en pie puso su mano en el estómago para curar su corte, sintiéndose, además, con más fuerzas. La energía liberada por la explosión y el haber estado llorando y gritando durante tanto rato la había agotado. Y habría necesitado comer en poco tiempo para recuperar fuerzas, pero tras liberar energía sobre su estómago recuperó fuerzas inmediatamente (no el ánimo, pues este seguía por los suelos) entendiendo entonces que podía alimentarse también con magia. Ajla vio entonces que sus poderes llegaban mucho más allá de lo que pensaba. La chica entonces probó a liberar magia en su cara, haciendo que su cara dejara de sentirse adolorida por haber estado llorando tanto rato, aunque todavía con lágrimas en ella. Ajla se secó las lágrimas que aún había en su cara, y con una mirada muy seria decidió lo que haría a partir de entonces. Buscaría a Kostandin y a los hombres que aún le quedaran y los mataría de una forma tan brutal que acabarían suplicándole que los mataran… Pero no lo haría. Los torturaría durante días, curando las heridas que les provocara para poder torturarlos una y otra vez. Y no solo los buscaría a ellos, sino también a cualquier persona que hiciera cosas malas, y los mataría, porque tras lo que pasó quedó claro que si dejas viva a la gente mala, pueden volver a actuar. No volvería a cometer el mismo error. Mataría a cualquier persona que hiciera algo malo.


Durante los siguientes días Ajla fue descubriendo nuevos usos de sus poderes a medida que se veía en la obligación de hacerlo. Al principio dormía en la calle, como una vagabunda, y se creaba un colchón para dormir y una manta para taparse y tenía que sobrevivir de robar comida o coger la que la gente tiraba. Más adelante cayó en que podía crear dinero y pagar con él habitaciones para dormir y la comida, mejorando un poco su estilo de vida, pero no se estableció en ningún sitio, ya que se había marcado el objetivo de encontrar a gente mala y matarla.

Un día, en una zona alejada de una ciudad de Albania (no sabía ni en qué ciudad estaba) cerca de un polígono industrial encontró un animal herido en el suelo. Ajla se acercó corriendo, pudiendo ver que era un perro, y que no estaba herido, estaba muerto, y no de muerte natural. El animal estaba mutilado y destrozado. Claramente lo habían torturado hasta la muerte. Sin darle tiempo a Ajla a ponerse triste por la muerte del perro, escuchó a dos chicos jóvenes riendo a unos metros de ella, detrás de una de las paredes del polígono. Ajla se acercó a ellos, viendo que debían tener alrededor de 20 años. Los chicos no la vieron, y los escuchó hablar.

–¿Has visto cómo lloraba? – Dijo uno, sonriendo.

–Lo que más me ha gustado es cuando le has roto la pata con una piedra.

–A mí me ha gustado cuando le has roto la columna vertebral con la viga de metal.

–¡Oh, sí! ¡Eso ha estado muy bien!

Ajla no daba crédito.

–¿Habéis sido vosotros? – Dijo impactada. Los chicos la miraron. – ¿Habéis sido vosotros los que le habéis hecho eso a ese perro?

–Sí, ¿algún problema? – Dijo uno en tono chulo.

–¿Qué? ¿Te vas a poner a llorar? – Dijo el otro, y empezaron a reír.

–Sois repugnantes.

Los chicos se pusieron serios, y uno se acercó a Ajla mientras sacaba una navaja.

–Mira, niñata, pírate o te rajo esa cara que tienes.

Ajla creó una pistola y apuntó al chico, que retrocedió un par de pasos, asustado, al igual que el otro.

–Inténtalo.

El chico, asustado, dijo:

–O-Oye, niña, guarda eso, que te puedes hacer daño.

–Habéis matado a ese pobre perro solo por diversión. La gente como vosotros no merece vivir. Sois peor que basura. No voy a permitir que volváis a hacer algo así nunca más.

Los chicos se asustaron más al entender lo que quería decir Ajla.

–¡¿Qu-Qué dices?! – Dijo el que estaba más alejado de ella.

Ajla lo miró con una cara súper seria y dijo:

–Morid, escoria.

Música: "Believer – Imagine Dragons"

Ajla disparó al que tenía más cerca en el corazón, matándolo en el acto. El otro intentó huir, pero Ajla lo mató de la misma forma antes de que se alejara ni 10 metros. La chica volvió a donde estaba el perro, lo cogió, y lo llevó hasta una zona con tierra que estaba cerca, donde cavó un agujero con magia y lo enterró. Habiendo dado al perro un entierro digno, la chica se dispuso a seguir buscando más gente mala para matarlos y librar al mundo de ellos.

Semanas después, de noche, Ajla estaba en la azotea de un edificio mirando a ver si veía cerca de allí a alguien que estuviera haciendo algo malo, mientras una ligera brisa movía suavemente su pelo. Entonces se fijó en un callejón, donde vio algo que podía ser un robo, por lo que se dirigió rápidamente hacia allí.

Efectivamente, un hombre estaba amenazando a una pareja con una navaja para robarles. Ajla llamó la atención del ladrón desde detrás, el cual se giró, y Ajla aprovechó para atravesarle el corazón con una espada, matándolo, ante la mirada asustada del hombre y la mujer. Ajla dio media vuelta para irse de allí. El hombre, aún aterrado, le dio las gracias. Ajla solo le miró de reojo, sin mucho interés, y siguió andando tranquilamente.

Tiempo después, un par de ladrones estaban huyendo en coche tras robar un establecimiento y quemarlo, matando a los propietarios. Yendo a toda velocidad, Ajla, ya con 12 años, apareció en medio de la carretera y creó un escudo de energía delante suyo contra el que se estrelló el coche. Los ladrones, heridos, empezaron a disparar a Ajla con una metralleta, pero esta paró las balas con otro escudo de energía. Cuando se les acabaron las balas intentaron coger más armas, pero Ajla les lanzó una bola de energía a cada uno, haciéndoles arder en llamas, causando que el coche explotara poco después, matándolos. Ajla dio media vuelta y se fue de allí con toda la calma del mundo con el coche explotando detrás suyo. Esos dos ya no volverían a robar ni a matar nunca más.

Meses después, Ajla se encontró con dos hombres que estaban cazando en una zona donde estaba prohibido, matando ciervos, conejos y otros animales. Ajla les sorprendió por detrás, le quitó la escopeta a uno de ellos y les golpeó con la culata de esta en la cabeza, tirándolos al suelo, donde les disparó un tiro en la frente a cada uno.

Tres chicos de unos 18 años estaban apaleando a un chico algo menor, golpeándolo y dándole patadas una vez en el suelo. Ajla, ya con 16 años, los llamó desde detrás. Al girarse, Ajla le rompió la cabeza a uno con una barra de metal. Los otros, furiosos, intentaron atacarla, pero Ajla esquivó sus ataques, golpeándole en las piernas a uno, haciéndole caer, rompiéndole después la cabeza. El otro volvió a intentar atacarla, pero en un movimiento rápido, Ajla se situó detrás de él y le atravesó el corazón con la barra.

Más adelante, Ajla derribó la puerta de un lujoso rascacielos en el que vivía un multimillonario que había conseguido todo ese dinero a costa de traficar con armas para venderlas a organizaciones criminales y gobiernos para que maten gente. Los miembros de seguridad del hombre empezaron a disparar a Ajla nada más verla, pero esta conseguía evitar todas las balas, ya fuera con escudos de energía o esquivándolas, a diferencia de los hombres, que eran todos asesinados a manos de Ajla. El multimillonario, que había huido hasta la azotea del edificio, disparó a Ajla, que consiguió parar todas las balas, hasta que se quedó sin balas. El hombre estaba acorralado en la punta de la azotea, así que Ajla lo agarró por el cuello, lo sacó hacia fuera y lo dejó caer al vacío.

Ajla, ya con 20 años, estaba desayunando en una cafetería pagando con dinero creado por ella misma, cuando vio en la tele que habían hallado el cuerpo de un niño de 5 años asesinado por un grupo criminal que se dedica a violar y matar niños y venderlo en la Deep Web solo por diversión. Ajla, completamente furiosa, emprendió una búsqueda con todos sus recursos para encontrar dónde se alojaba esa banda. Cuando encontró el polígono industrial donde estaban, derribó la puerta con magia, sorprendiendo a los criminales, a los que les dedicó una mirada llena de odio.

Ajla empezó a lanzar ataques de energía contra ellos, tanto rayos, para atravesarlos, como escudos planos, para cortarlos. Obviamente los criminales no se quedaron parados y atacaron a Ajla con todo lo que tenían, pistolas, metralletas, y otras armas, pero esta evitaba todos los ataques, ya fuera esquivándolos o parando las balas con escudos de energía, acercándose cada vez más a los criminales, aprovechando para apuñalar algunos directamente, ya sea en la cabeza o en el corazón, o cortándoles el cuello, pasando a matar otro cada vez que terminaba con uno, hasta llegar finalmente al jefe, que también disparó a Ajla, sin resultados. Después de darle una patada y estamparlo contra la pared, Ajla le lanzó un ataque de energía atravesándole el corazón, cayendo este muerto al suelo con un agujero en su pecho. Tras esto, Ajla se fue de allí con una cara casi tan seria como con la que entró.