Cuando Hiroshi se levantó, estiró sus brazos para terminar de despertarse del todo. El chico miró a la cama que tenía cerca y vio que Akari aún seguía durmiendo. No había nada que hacer, así que decidió seguir en la cama hasta que Akari despertara. No tuvo que esperar mucho para ello, pues Akari se despertó en pocos minutos.

–Buenos días. – Dijo esta, algo soñolienta, incorporándose.

–Buenos días. – Respondió el chico, incorporándose también.

Aunque acababa de despertar, Akari pudo ver que Hiroshi estaba algo serio.

–¿Pasa algo? – Preguntó la chica.

–Hoy deberían llegar Mitsuru y Masaki. – Akari entendió entonces por qué el chico estaba así. – No sé en qué momento del día llegarán, así que tendremos que estar alerta todo el día.

Akari asintió. En ese momento el estómago de la chica hizo algo de ruido.

–Ah, lo siento, – Dijo Hiroshi. – no hay nada de comida aquí. Habrá que ir a comprarla.

–Ya voy yo. – Dijo Akari. – Tú quédate aquí por si llegan Mitsuru y Masaki.

–Está bien. Pero no vayas a Takaoka.

–¿Por qué no? – Preguntó la chica algo extrañada.

–Ya hay otra tú allí. Sería peligroso que te vieras a ti misma o te vieran tus amigas.

–Ah, cierto…

–Mejor ve a alguna ciudad que esté en dirección opuesta, para estar lo más lejos posible del rango de detección de magia del Holy Quintet.

Akari asintió, y después de transformarse en chica mágica, usó su magia para transformar su vestido en ropa normal (aunque seguía transformada en chica mágica) y se fue a buscar algo para desayunar. Mientras, Hiroshi que quedó pensando en su relación con Akari. ¿Eran amigos? Ella lo consideraba a él su amigo, pero él en ningún momento tuvo intención de ser amigo suyo.

¿Qué nivel de confianza debo usar con ella? ¿Puedo ser informal, o debo ser más cordial? No somos amigos… ¿O sí?

Hiroshi se quedó pensando en eso mientras Akari iba a por algo de comida. Cuando la chica volvió, Hiroshi ya vestía una ropa normal.

–He traído unos pastelitos y algunas bebidas, y también agua, para más adelante. – Dijo mostrando la bolsa donde lo llevaba.

–Gracias… Por cierto, Akari.

–¿Sí?

–Ya sé que me dijiste que no piense más en mi pasado y que debo mirar hacia adelante, y eso haré, pero hay algo de lo que me he dado cuenta.

–¿De qué? – Preguntó Akari, curiosa.

–Cuando salíamos para conocernos mejor, congeniamos muy rápido, y nos hicimos cercanos rápidamente… Pero eso era mentira. Yo estaba fingiendo esa actitud. En ningún momento pensé en hacerme amigo tuyo realmente. Solo pensaba en utilizarte… Aunque tú me considerabas tu amigo, yo no te consideraba mi amiga. Por eso, considero que nuestra amistad fue una farsa. ¿En qué nos deja eso? ¿Qué tipo de relación tenemos? ¿Me consideras tu amigo a pesar de que solo estaba actuando? ¿O no?

Akari no sabía que decir. La verdad es que no había pensado en esto. Tras unos segundos pensativa, finalmente sonrió.

–Bueno, puede que tengas razón y que realmente nunca hayamos sido amigos de verdad. Pero podemos empezar a serlo ahora.

–¿Eh?

Akari alargó la mano hacia el chico.

–Akaza Akari.

El chico, algo confuso, hizo lo mismo.

–Kagome Hiroshi.

Akari estrechó alegremente la mano del chico.

–Encantada de conocerte, Hiroshi.

–Lo mismo digo… Akari.

–Bien, ¿querías decirme algo más? – Dijo después de soltarlo.

–Ah, no, solo era eso.

–Bien. ¿Vienes a comer?

–M. Sí.

Mientras Akari se dirigía a desayunar, creando una pequeña mesa con una silla en un lado y otra en el otro lado, Hiroshi se la quedó mirando unos segundos, algo confuso, con un ligero sonrojo en sus mejillas.

Esta chica es muy rara…


Después de desayunar, Akari preguntó:

–Bueno, ahora… A esperar a que lleguen Mitsuru y Masaki, supongo, ¿verdad?

Hiroshi asintió.

–Exacto. No sé a qué hora llegarán, así que si quieres puedes ir a comprar comida también para la comida y la cena, no vaya a ser que lleguen mientras estés comprando eso. Es poco probable que lleguen ahora, pero mejor me quedo por si acaso mientras vas a comprar.

Akari asintió.

–Está bien. ¿Quieres algo en especial?

–Cualquier cosa que elijas me parecerá bien.

–Ah… Sí. – Esa respuesta tomó algo desprevenida a la chica, que no se esperaba una respuesta así. – Bueno, entonces voy. Hasta ahora.

–Hasta ahora.

Tras algo más de una hora, Akari volvió, con comida suficiente para comer, cenar, y desayunar el día siguiente. Después, pasaron las horas solamente esperando, lo cual se hizo muy aburrido. De vez en cuando Akari y Hiroshi hablaban de temas triviales, pero no podían concentrarse demasiado en la conversación, pues debían estar vigilando si Mitsuru y Masaki aparecían. Así estuvieron varias horas, solo parando para ir al baño, que estaba en un pequeño cuarto en un rincón del almacén, pues incluso mientras comían seguían vigilando. El chico y la chica estuvieron esperando durante todo el día, pero Mitsuru y Masaki no aparecieron. Ya cuando la luz que entraba por las ventanas se iba reduciendo entendieron que no aparecerían.

–No van a aparecer… ¿Verdad? – Preguntó Akari.

Hiroshi asintió.

–Ya deberían haber llegado hace rato. Si no han llegado ya, es que no van a llegar.

–Pero… ¿Cómo es posible? – Preguntó Akari, extrañada.

–No lo sé.

–¿Es posible que a lo mejor no retrocedieran hasta hoy en el tiempo y aparezcan más adelante?

–No lo creo. El plan era retroceder hasta hoy, el día siguiente de cuando nos convertimos en chicos mágicos. Aunque no lo puedo descartar por completo. Para asegurarnos, deberíamos seguir aquí más tiempo, por si acaso aparecen más tarde, pero no creo que vayan a aparecer. Lo que creo es que algo está mal con esta línea temporal.

–¿Esta línea temporal? ¿Qué quieres decir?

–Piensa, Akari. Ayer, cuando llegamos, mientras estábamos inconscientes, alguna chica mágica mató al Mitsuru, Masaki y al yo de este tiempo, lo cual no pasó en la línea temporal original, y Mitsuru y Masaki deberían haber retrocedido en el tiempo hasta hoy, y no han aparecido. Esta no es la línea temporal de la que procedemos, Akari. – Eso sorprendió a la chica. – Alguien la ha cambiado, y no sabemos quién ha sido ni con qué propósito, ni dónde está esa persona ahora, lo que significa que no tenemos ni idea de lo que puede pasar a partir de ahora.

Akari se veía preocupada ante eso.

–Y… ¿Qué podemos hacer?

El chico se sentó en el borde de una de las camas.

–Quedarnos aquí.

–¿Eh?

–Algo está mal en esta línea temporal. Debemos averiguar qué es. Por eso debemos quedarnos aquí hasta que lo descubramos.

Akari no sabía qué decir.

–Estás diciendo… ¿Qué vamos a tener que vivir aquí?

–Mitsuru, Masaki y yo vivimos en este almacén durante cinco meses en nuestra línea temporal, aunque obviamente no lo dejamos así. Lo hicimos un poco más acogedor, poniendo algunos muebles, una alfombra, una tele, una mesa, sillas… Lo suficiente como para poder vivir aquí sin que nos faltara de nada. De la misma forma que quitamos los escombros que quedan. Haremos lo mismo si nos quedamos aquí. Obviamente no vamos a vivir en el almacén tal como está ahora.

Aquello impactó un poco a Akari, pues ella se imaginaba que vendrían aquí, detendrían a Mitsuru y Masaki y volverían a su tiempo. Para nada se imaginaba todo lo que acabó pasando. Hiroshi vio que la chica se llevó una mano a la cabeza.

–Akari, ¿estás bien?

–Sí, es solo que necesito algo de tiempo para asimilarlo. Han pasado muchas cosas en menos de dos días. Voy a tomar un baño para relajarme un poco. ¿Dónde está la bañera?

–Ah… No hay de eso.

–¿Qué? – Se extrañó Akari. – ¿Y ducha?

–Tampoco.

–¿Y cómo os lavabais vosotros cuando vivíais aquí?

–Cuando queríamos bañarnos o ducharnos íbamos a nuestras casas, aunque ahora no podemos hacerlo porque supuestamente estamos muertos.

Akari se mostró algo triste al pensar en lo que deberían estar pasado los padres de los tres chicos al perder a sus hijos. Por mucho que sus hijos fueran malas personas, los padres no tenían culpa de ello y deberían sentirse muy tristes al saber que sus hijos habían muerto. Mientras, Hiroshi estaba pensando en algo.

–A ver… Creo que había algún bidón por ahí…

–¿Eh? ¿Un bidón? – Se extrañó Akari.

–Sí, ya sé que es muy cutre, pero había pensado en llenarlo de agua para que te pudieras bañar ahí… Si no te molesta claro.

–Ah, no, tranquilo. Ya me bañé una vez en un bidón en una pijamada en la escuela. Aunque no terminó muy bien…

–Ya… Ya lo sé.

Akari se extrañó.

–¿Eh? ¿Cómo que lo sabes?

–Me pasaste tus recuerdos, ¿recuerdas?

Akari abrió los ojos al recordarlo.

–Es verdad, no me acordaba.

–Yo tampoco, pero cuando lo has mencionado lo he recordado. Tranquila, esta vez no terminarás en un río.

Akari se avergonzó un poco que Hiroshi supiera eso, pues no era algo de lo que alegrara, pero era la consecuencia de haberle pasado todos sus recuerdos. Aunque si con ello había conseguido que Hiroshi volviera al buen camino, entonces no le importaba que lo supiera.


En una pequeña estancia del almacén donde había algunos escombros, junto con algunas cajas y algunos aparatos estropeados o rotos, había también un bidón ahí tirado. Hiroshi hizo algo de espacio y puso el bidón en medio, encima de un soporte de ladrillos para poder encender un fuego debajo para mantener el agua caliente. Después conectó una manguera que había allí a una válvula de agua que había en un rincón de la estancia y puso el otro extremo en el bidón, y luego abrió la llave de la válvula para llenar de agua el bidón. Cuando ya había suficiente agua, cerró la válvula y retiró la manguera, puso su mano en el bidón y liberó energía suficiente para calentarlo de forma que calentó el agua en cuestión de segundos, y finalmente lanzó un pequeño rayo de energía debajo del bidón, donde había colocado unos papeles de diario y unos trozos de madera, para encender un fuego y que el agua se mantuviera caliente.

–Listo, ya puedes bañarte, Akari.

–Gracias. – La chica miró a una de las ventanas que daba al exterior, viendo que cada vez entraba menos luz. – Está un poco oscuro…

–Ah, no hay luz aquí… Voy a ver si encuentro unas velas. – El chico buscó en algunas de esas cajas, encontrando algunas velas, y encendió 8 de ellas, colocándolas formando un círculo más o menos a dos metros del bidón cada una, para iluminar un poco la estancia. – Listo, con esto debería bastar. En fin, yo esperaré a fuera, ya me avisarás cuando hayas terminado. – Dijo el chico mientras salía de aquella estancia.

La chica asintió.

–Gracias por esto. – Dijo Akari, aunque vio que no había ninguna puerta que separara esa estancia de la estancia principal, donde estaría Hiroshi. – Aunque es algo vergonzoso que no haya una puerta.

–Ya, es lo que hay… Tranquila, te prometo que no miraré. – Dijo finalmente saliendo de allí.

Aunque le avergonzaba un poco que no pudiera cerrar esa estancia, no había nada que hacer, así que Akari se quitó la ropa y se metió en el bidón, relajándose al instante al notar el agua caliente sobre su piel. Realmente agradecía eso tras todo lo que había pasado el último día y medio. Aunque estuvo la mayor parte del tiempo con los ojos cerrados para relajarse más, cuando los abría el ambiente también era muy relajante, con esas velas alrededor, dándole un aire agradable a esa sala, aunque fuera una sala con escombros y trastos de un almacén abandonado.

Tras un rato, Akari consideró que ya había llegado la hora de salir.

En fin, creo que ya debería ir saliendo. – Pero cuando iba a salir Akari se dio cuenta de algo, y miró a varios lados intentando encontrar algo que no encontraba. – ¿Eh? ¿EH? – Akari entonces se puso roja y se sumergió de golpe en el agua dejando solo por encima su cabeza. – ¡Hiroshiiiiiiiiii!

Hiroshi escuchó el grito de Akari y rápidamente fue a verla.

–¡Akari! ¿¡Qué pasa!?

–¡Hiroshi, no hay toallas!

–¿Eh? – Al chico le salió una gota en la sien. – Solo me has llamado por esto?

–¿¡Cómo que solo te he llamado por esto!? ¡No hay toallas! ¿Cómo quieres que me seque?

–Crea una con magia.

–Ah. No había pensado en eso…

El chico suspiró.

–No armes tanto escándalo por algo así. Pensaba que te había pasado algo grave. – Dijo antes de irse.

–Lo siento… – Respondió Akari algo avergonzada.

Una vez Hiroshi se fue, hizo lo que el chico le dijo y creó una toalla con la que se secó antes de volver a ponerse su ropa.

–¿Qué tal ha estado el baño? – Preguntó Hiroshi una vez Akari volvió a la estancia principal.

–Muy bien. Gracias, lo necesitaba. Deberías bañarte tú también.

–Ah… Está bien.

–Cuando salgas cenaremos.

El chico asintió.

Una vez desnudo, el chico se metió en el bidón, algo avergonzado, pensando que en esa misma agua, minutos antes, había estado Akari. El chico no podía dejar de darle vueltas a la cabeza, pensando en qué habría podido pasar para que la línea temporal cambiara de esa forma, y que para averiguarlo tendrían que quedarse allí. Hiroshi suspiró.

En qué follón me he metido sin quererlo…


A partir del día siguiente, Akari y Hiroshi, asumiendo que iban a vivir en el almacén durante varios meses, empezaron a añadir cosas para hacerlo más acogedor. Un sofá, una alfombra, un televisor… Retiraron los escombros y habilitaron dos estancias más para que pudieran servir como habitaciones suyas, que cada uno decoró de la forma que quiso, después de dejar la estancia principal como una sala de estar o un comedor de una casa. También plantaron varios árboles y plantas afuera, como hizo Hiroshi unos meses antes en la otra línea temporal, para que cuando dieran frutos pudieran cogerlos de allí directamente sin necesidad de ir a comprarlos en otra ciudad. También Hiroshi robó un ordenador de un gran almacén de productos tecnológicos y cables para poder conectarlo a una toma de corriente, aunque Akari se molestó y le dijo que debía haberlo comprado. Después de disculparse, Hiroshi hackeó el ordenador para poder acceder en la Red Mágica sin la Llave. Tardó varias horas, pues el genio informático era Mitsuru, y aunque había aprendido algo de él y con el uso de la mágica resultaba más fácil hackear ordenadores, Hiroshi no sabía tanto como Mitsuru, por lo que le costó bastante, pero finalmente lo consiguió. Durante varios meses estuvieron mirando si en la Red Mágica decían algo que pudiera dar alguna pista sobre quién había cambiado la línea temporal, pero no encontraron nada.

Finalmente pasaron siete meses desde que llegaron al almacén, llegando al 24 de julio.

Akari se despertó y estiró los brazos en la cama antes de abrir los ojos. Cuando lo hizo, se sorprendió al ver a Hiroshi de pie al lado de su cama.

–¿Hi-Hiroshi? ¿Qué haces aquí?

El chico acercó sus manos hacia la chica, mostrando en sus manos un peluche de la medusa Nanamori, sorprendiendo aún más a Akari.

–Felicidades, Akari. – Dijo el chico con una sonrisa.

La chica tardó unos segundos en reaccionar.

–¿Eh? Ah, esto… Em… Gr-Gracias. Pero… ¿Cómo… Yo en ningún momento te dije mi cumpleaños.

–Tengo tus recuerdos, ¿recuerdas? – Dijo el chico guiñándole el ojo.

Tras unos segundos, Akari soltó unas risitas.

–Es verdad…

–Y precisamente por eso sabía que te haría ilusión esto.

Akari asintió y amplió su sonrisa.

–Gracias, Hiroshi. – Dijo cogiendo el peluche de la medusa.

El chico también amplió su sonrisa. Akari usó su magia para cambiar su pijama por ropa normal, como la que llevaba Hiroshi, y se sentó en el borde de la cama, dejando el peluche a su lado.

–Pero es algo injusto. – Dijo manteniendo su sonrisa. – Yo no sé qué te gusta a ti. ¿Qué debería regalarte?

–Ah, tranquila, no hace falta nada.

Akari negó con la cabeza.

–Claro que hace falta, Hiroshi. Vamos, ¿qué te gustaría? Espera, ni siquiera sé cuándo es tu cumpleaños. ¿Cuándo es?

El chico dejó de sonreír y se mostró algo triste, lo cual extrañó a Akari.

–¿Hiroshi? ¿Qué pasa?

El chico esbozó una sonrisa triste.

–¿Me creerás si te digo que no lo sé?

Akari se quedó de piedra.

–¿Qué dices?

Hiroshi se sentó en la cama, al lado de Akari.

Música: "Sis puella magica! – Mahou Shoujo Madoka Magica"

–Nunca celebramos mi cumpleaños. – Eso sorprendió aún más a Akari. – Mis padres… No eran buenos padres. No pienses mal, no me maltrataban ni abusaban de mí, pero les importaba una mierda. Pasaban de mí, solo me daban comida y techo porque era su hijo, pero no me querían.

–No digas eso, seguro que a su forma te querían.

–No, no lo hacían. – Dijo Hiroshi alzando un poco la voz, conteniéndose para no gritar, asustando un poco a Akari. – Akari, esto que te voy a contar puede hacer que dejes de verme de la misma forma. Pero aun así, creo que debes saberlo. – Akari no dijo nada, por lo que Hiroshi siguió. – Mis padres pasaban de mí, nunca me regalaron nada, nunca celebraron mi cumpleaños, por lo que no sé cuándo es. En mi habitación solo había un futón en el suelo y un armario donde estaba mi uniforme escolar. Me hablaban con desprecio, y nunca fui feliz con ellos. Fue por eso que acabé como acabé. Y los padres de Mitsuru y Masaki eran igual. Por eso Kyubey nos escogió a nosotros para su plan. Los tres terminamos odiando a nuestros padres. Por eso, cuando nos convertimos en chicos mágicos… Los matamos. – Akari abrió los ojos como platos ante aquella revelación. – Ahora no lo haría, claro, pero sigo pensando que merecen un castigo por cómo nos trataron a Mitsuru, Masaki y a mí. Pero en ese momento solo queríamos vengarnos, y el ser chicos mágicos nos dio una oportunidad para ello. Y cuando me reunía contigo para que confiaras en mí… No lo soportaba. Mi vida fue un asco, nunca tuve amigos de verdad. Lo más cercano a ello que tuve fueron Mitsuru y Masaki, y tampoco los consideraba amigos como tal, solo compañeros. Y verte a ti con unas amigas tan maravillosas como las tuyas, con quien reías y pasabas buenos momentos, con una familia que cuidaba de ti… Era todo lo que yo quise y nunca tuve. No podía… No podía soportar que yo hubiera tenido un asco de vida y tú hubieras tenido una tan feliz. Lo odiaba. Odiaba que fueras tan feliz, no soportaba verte sonreír. No sabes lo que me tuve que contener para no golpearte. Cada vez que te veía sonreír me daban ganas de borrarte esa sonrisa de la cara de un puñetazo. – Dijo elevando un poco su tono de voz.

Hiroshi apretó los puños, asustando algo a Akari. Luego el chico se calmó.

–Lo siento, ya no soy así, pero sigo teniendo esos recuerdos dentro de mí. Desearía que fuera verdad lo que les dijiste a tus amigas, que me cambiaste los recuerdos. Pero no, los sigo teniendo, y aunque no me gusta, sigo pudiendo recordar la rabia que me daba verte tan feliz. – Akari no sabía qué decir. – Te dije que me verías de forma diferente después de saber esto. Seguro que ahora me odias… – De pronto Akari abrazó al chico, sorprendiéndolo. – ¡¿A-Akari?!

–No digas tonterías, claro que no te odio. Tuviste un pasado malo, por eso terminaste siendo de esa forma. Ya te lo dije hace tiempo, nadie nace siendo malo, son nuestros recuerdos y la forma en la que hemos sido creados lo que determina cómo terminamos siendo. Tus padres hicieron mal, y aunque aun así no debiste matarlos, ya no eres esa persona, Hiroshi. Tú mismo lo has dicho, ahora ya no lo harías. Puede que hayas hecho cosas malas en el pasado, pero no voy a tenértelo en cuenta. Voy a juzgarte solo por cómo eres desde el día en que te pasé mis recuerdos.

–Akari…

Tras unos segundos de duda, Hiroshi finalmente también abrazó a Akari. Los dos se quedaron abrazados durante un rato. Cuando se separaron, Akari miró a Hiroshi con una tierna sonrisa.

–¿Estás mejor?

–Sí… – Asintió Hiroshi, aunque no se veía muy convencido.

–Estaba pensando… – Empezó Akari. – Que si no sabemos cuándo es tu cumpleaños, tenemos que buscar un día para celebrarlo.

Hiroshi se extrañó.

–¿Cómo que buscar?

–Da igual que no sepas cuándo es, nos inventaremos el día. ¿Por lo menos sabes cuántos años tienes?

–Pues voy al mismo curso que tú, así que supongo que tengo tu misma edad. Seguramente unos meses mayor.

–Mmm… ¡Ya está! ¡Tu cumpleaños será mañana! – Dijo Akari con una sonrisa.

–¿Qué?

–¿Qué hay de malo? No sabes cuándo es, ¿así que para qué esperar a celebrarlo?

–No puede ser mañana, Akari, soy mayor que tú.

–Pues desde ahora eres un día más joven que yo.

–Eso no es algo que puedas cambiar así como así… – Dijo Hiroshi con una gota de sudor en la cabeza. Tras unos segundos, a Hiroshi se le ocurrió algo. – ¡Ya está! Ya sé qué día celebrarlo.

–¿Se te ha ocurrido un día? – Preguntó Akari, curiosa. Hiroshi asintió. – ¿Y bien? ¿Qué día es?

–El 27 de mayo.

–¿27 de mayo? – Tras pensar un poco, Akari lo entendió. – Ese día…

–Fue el día que me salvaste – Dijo el chico, emocionando a Akari. – Ese día me diste una nueva vida, Akari. Conseguiste que dejara de ser mala persona y me diste una nueva oportunidad. Ese día empezó para mí una nueva vida. Tú misma lo has dicho, ese día volvió a empezar de cero todo para mí. Es realmente como si hubiera nacido otra vez. Así que… Quiero que sea ese día.

Akari, tras unos segundos conmovida por lo que dijo Hiroshi, sonrió tiernamente.

–Me parece perfecto.

Hiroshi también sonrió, feliz de haber elegido ese día para celebrar su cumpleaños. Akari se levantó de la cama, y estirándose como si se acabara de despertar por la mañana, siguió.

–Bien, el 27 de mayo voy a regalarte algo que te va a encantar.

–Pero si no sabes mis gustos. – Dijo Hiroshi sonriendo con intención de hacer broma.

–No me hace falta. – Eso extrañó a Hiroshi. Más aún cuando Akari se giró hacia él y le dedicó una sonrisa. – Estoy segura que te va a encantar.

Akari se dispuso a ir a desayunar, y Hiroshi se la quedó mirando con una expresión algo extrañado. ¿A qué se refería con eso? Tendría que esperar hasta el próximo 27 de mayo, y todavía faltaban 10 meses para ello, así que no tenía sentido pensar en ello.

Unos días después

Era agosto, y hacía un calor que te ca… Bueno, que hacía mucho calor. Akari y Hiroshi estaban estirados en sus camas, con sus brazos y piernas separados como si fueran una estrella de mar para intentar dispersar el calor de su cuerpo, pero eso no servía de mucho.

–Me muero de calor… – Dijo el chico. – Akari, ¿te importa si me quito la camiseta?

Akari negó con la cabeza.

–No… Adelante, creo que yo haré lo mismo.

Hiroshi se quitó la camiseta y se volvió a estirar en la cama. No servía de mucho.

–Sigo teniendo calor… – El chico se giró hacia Akari. – Ey, Akari…

–¡Kya! ¡No mires! – Gritó Akari tapándose.

–¡Pe-Perdón! – Dijo Hiroshi girándose rápidamente, cuando cayó en algo. – Un momento. Akari, llevas sostenes, ¿no?

–Sí… ¿Y qué?

–¿Cómo que "y qué"? Llevas ropa puesta, ¿qué más da que te vea?

–¡¿Cómo que qué más da?! ¡Voy en ropa interior! – Dijo Akari avergonzada.

–Pero si fuéramos a la playa no te molestaría que te vería en bikini, ¿no?

–Bu-Bueno, no… ¡Pero esto es diferente!

–¿Diferente? – Hiroshi no entendía la lógica de aquello. Cuando entonces se le ocurrió algo. – ¡Tengo una idea! – Dijo mirando a Akari, aunque inmediatamente se volvió a girar al recordar que no quería que la viera en ropa interior. – Ya que hace tanto calor, ¿por qué no hacemos una especie de fiesta del agua?

–¿Fiesta del agua?

–Con la válvula de agua con la que llenamos el bidón para bañarnos, podemos conectar una manguera larga para que dé al exterior y mojarnos para refrescarnos, ¿qué me dices?

Akari sonrió.

–Sí, suena divertido.

–Bien. – El chico se levantó y fue caminando de lado, dándole todo el rato la espalda a Akari para no verla, para ir a otra estancia. – Voy a crearme un bañador. Tú también haz lo mismo. Avísame cuando estés lista.

Akari se quedó mirando Hiroshi todo el rato, algo extrañada, hasta que llegó a la otra estancia. Tras unos segundos, Akari soltó unas risitas. Le había parecido divertido aquella actitud por parte del chico.

En otra estancia, Hiroshi usó la magia para crearse un bañador y unas chanclas, el bañador con un tono entre rojizo y naranja, y las chanclas negras. El chico miró el bañador que acababa de crearse, pensando que le quedaba bastante bien.

–Ya estoy. – Escuchó desde la estancia principal.

Hiroshi entonces regresó allí y se quedó sorprendido ante lo que llevaba Akari. Un bikini de dos piezas de color naranja bastante claro, pero sin llegar a ser blanco del todo. Hiroshi se quedó embobado. Ya había visto chicas en bikini antes, pero se sorprendió al ver lo guapa que estaba Akari así, pues nunca antes había pensado que Akari fuese una chica demasiado atractiva, pero verla con ese bikini hizo que se replanteara esa idea. Akari se avergonzó un poco de que Hiroshi se la quedara mirando tanto rato.

–¿Qué… ¿Qué pasa?

–¡Ah! ¡Na-Nada! – Reaccionó rápidamente el chico. – Es solo que… Te queda muy bien. – Dijo sonrojándose un poco.

–Gr-Gracias… A ti también.

Los dos se sonrojaron aún más y bajaron la mirada, avergonzados. Hiroshi decidió salir de esa situación.

–B-Bueno, ¿vamos ya a fuera? Hace bastante calor. – Dijo con una sonrisa forzada.

–S-Sí. – Respondió Akari de la misma forma.


Hiroshi conectó a la válvula de agua una larga manguera, para que llegara hasta el exterior del almacén. A diferencia de la otra, esta tenía un cierre en una de las puntas, por lo que no habría que abrir y cerrar la válvula de agua todo el rato, bastaba con dejarla abierta y solo abrir y cerrar el cierre de la manguera.

–¿Estás lista, Akari?

Akari asintió, y rápidamente Hiroshi activó la manguera con bastante potencia, mojando inmediatamente a Akari.

–¡Kya! ¡Está fría! – Exclamó Akari alegremente. – ¡Más, más! – Dijo Akari girándose para que el agua la mojase por detrás también.

Por su parte, Hiroshi iba subiendo y bajando la manguera para mojar completamente a Akari.

–Aaaaah… Qué bien, es tan refrescante. – Dijo la chica con una gran sonrisa en su rostro.

En cambio, Hiroshi tenía calor dado a que aún no se había mojado.

–Dios, me muero de calor…

Hiroshi cambió el modo de salida de agua de la manguera y la puso en modo aspersor, como si lloviera, mojando ahora al chico.

–¡Aaaaah! ¡Sí, qué bien! – Soltó el chico mientras sentía como las gotas de agua caían sobre él, refrescándolo.

–¡Uwa, se ve el arco iris! – Exclamó Akari acercándose para que el agua de la maguera la mojase a ella también. – Ah… Qué agradable… – Dijo la chica dejándose mojar por las gotas de agua, mientras estas dejaban ver el arco iris mientras reflejaban la luz del sol.

Hiroshi aprovechó que Akari estaba disfrutando del agua con los ojos cerrados para crear otra cosa sin que esta se diera cuenta. Cuando terminó, cerró la manguera.

–Akari…

Esta abrió los ojos.

–Dime, Hir… ¡¿Eh?!

Hiroshi tenía a su lado decenas de globos de agua y estaba sosteniendo uno en sus manos, que lanzó directamente a la cara de Akari antes de que esta tuviera tiempo de reaccionar, mojándole completamente el pelo, de forma que cayó por delante de su frente, cubriéndole los ojos.

–¡Ja ja ja! ¡Te he dado! – Se rió el chico. Sin embargo, Akari no se reía, lo cual extrañó al chico. – ¿Akari? – El chico empezó a preocuparse al pensar que tal vez le había hecho daño o la había molestado. – Oye, Akari, ¿estás bien? – Dijo el chico acercándose a ella. – Oye, lo siento, no pretendía molestarte, creía que sería divertido. – Sin embargo, Akari no decía nada, empezando a hacer sentir mal al chico. – Akari… Lo sien…

Antes de que el chico pudiera terminar la frase Akari le lanzó un chorro de agua de la manguera directamente a la cara.

–¡Ja ja ja ja! ¡Te lo has creído! – Exclamó la chica con una gran sonrisa.

El pelo de Hiroshi también quedó tapándole los ojos. Tras unos segundos, el chico sonrió.

–Oooh… Con que esas tenemos, ¿eh? – El chico levantó su cabeza, dejando ver sus ojos. – ¡Ahora verás!

El chico empezó a lanzarle globos de agua, mientras Akari intentaba esquivarlos y esta abría la manguera para lanzarle chorros de agua a Hiroshi, mientras este intentaba esquivarlos.

Tras un rato de lanzarse mutuamente ataques de agua, Hiroshi decidió atacar de otra forma, lanzó al aire varios globos a la vez, y luego lanzó hacia ellos un escudo de energía plano, petándolos y cayendo toda el agua encima de Akari.

–¡Ah! ¡Esto es trampa!

–En ningún momento dije que no podíamos usar la magia.

Akari sonrió.

–¿Ah, sí? ¡Entonces toma esto! – Akari lanzó un pequeño rayo de energía a los globos que tenía Hiroshi delante suyo, reventándolos y salpicándolo de agua. – Qué te ha parecido, ¿eh?

El chico también sonrío.

–Esto es la guerra…

Después de esto los dos siguieron lanzándose y esquivando ataques de agua durante un largo rato, quedando completamente empapados y agotados, terminando estirados en el suelo uno al lado del otro, respirando agitadamente debido a lo cansados que estaban, recuperando poco a poco su ritmo de respiración normal.

–Hacía tiempo que no me divertía tanto. – Dijo Akari.

Hiroshi asintió.

–Ahora que hace tanto calor podemos hacer esto todos los días si queremos.

Akari asintió. Hiroshi entonces, con magia, puso la manguera cerca de ellos apuntando hacia arriba y puso el modo aspersor, empezando a caer gotitas de agua encima suyo como si estuviera lloviendo, y pudiéndose ver otra vez el arco iris.

–Uwa… Qué bonito. – Dijo Akari.

Tras unos segundos, esta cerró los ojos dejando que las pequeñas gotas de agua fueran cayendo por su piel mientras la refrescaban del calor que también llegaba a su piel. La combinación del calor del sol y las gotas de agua era perfecta, y junto con el suave sonido que emitía la manguera en modo aspersor, Akari hubiera podido quedarse dormida allí mismo. Hiroshi sonrió al ver a Akari feliz. Y pensar que antes ver esa sonrisa le daba rabia… Ahora pagaría para ver esa sonrisa cada día.