Como mis seguidores en Facebook adoran a esta parejita de Yu-Gi-Oh, aquí les regalo un escrito especial de ellos en el flufftober.
Día 09
Beso en la frente
Era notable el contraste entre ambos cada vez que se les veía juntos. Él originario de Japón y ella proveniente de América. Uno era tímido y la otra era eufórica por naturaleza.
Y no era muy diferente si se hablaba de expresiones físicas de amor.
Llevaban saliendo poco más de tres meses y solo estaban en los primeros escalones de avance. No pasaban de tomarse de las manos y abrazarse, lo cual en sí era paso importante para ambos. Después de todo, no era un misterio que los japoneses no eran propensos a las muestras de afecto. Mucho menos en público. Costumbres más bien reservadas y a veces algo frías que, a cualquier individuo del exterior le parecería algo extraño.
Yugi Muto no era la excepción a eso.
No solo por las costumbres algo estrictas que se imponían en la cultura asiática, sino porque él mismo era carente de experiencia sobre tener una pareja. Rebecca era su primera novia ahora con 20 años y ella con 16 años. Él como un diseñador de juegos escalando a la cima y la fémina como una exitosa investigadora arqueológica y con una segunda carrera de neurociencia para seguir creciendo a nivel intelectual. Pecaba de ambiciosa y eso era una de las muchas cosas que enamoraban a su Darling. El que ella fuese tan opuesta a su persona; hiperactiva, valiente y siempre ansiosa de más. Lo inspiraba a no conformarse en donde estaba ahora y siempre crear una nueva meta cuando la anterior era cumplida.
Y aunque podía parecer antipático, el tricolor quería aventurarse en un nuevo paso en su relación y dejar de lado su propia timidez.
Rebecca era paciente y gentil con ese lado de su relación floreciente. Esperaba en calma y ocultando sus ansiedades, a que el varón se decidiera a dar un nuevo salto de fe y esta vez se aventurara a algún otro gesto dulce; como un beso por ejemplo.
Tal vez fue en ese letargo inconsciente de espera, que no vio venir el momento en que su novio dio un nuevo paso.
Rebecca le platicaba de su día de investigación; había sido un puto dolor de cabeza que todavía le punzaba con fuerza. Habían sido cientos y cientos de horas entre discusiones con otros colegas que le doblaban la edad y trataban de rebajarla de su lugar bien ganado ¡Como si la maldita edad tuviese que ver con tu lugar en el endemoniado planeta!
Esas cosas la cabreaban, en verdad que la arrancaban de sus casillas. Y luego de la rabia venía el llanto por cansancio y estrés tras pelear durante horas con un montón de creídos que no tenían el derecho de verla en menos por ser más joven o ser una mujer. Pero antes de que la primera lágrima abandonase sus orbes verdosos y se resbalara por la tersa piel de su mejilla, sintió un cálido contacto sobre su frente y percibió el suave aroma de su novio mucho más cerca que antes.
¿En qué momento se había aproximado tanto a ella como para poder besar su frente?
- ¿Darling? – lo miró confundida y con los ojos aún destellando con lágrimas retenidas.
- ¡Lo siento! Perdón si te interrumpí – se disculpó Yugi sin motivo alguno, completamente sonrojado – Es que… vi que empezarías a llorar y… no me gusta verte hacerlo. No pensé mucho y yo… s-solo…
En los labios de Rebecca se formó una luminosa sonrisa mientras un suave rubor le cubría las mejillas pecosas; en un impulso rebosante de felicidad, se arrojó a los brazos del hombre de sus sueños y lo estrechó en un abrazo efusivo.
- ¡Eres tan tierno, Darling! – exclamó con una expresión enamorada – ¡Por favor, nunca cambies!
- ¡C-Como digas, Rebecca! – soltó el contrario olvidando hasta como respirar.
¡Diablos! Su limerencia profesada hacia ella, parecía atontarlo cada vez más. Siquiera sabia como responder a sus muestras de afecto sin quedar como un idiota.
- En serio, Yugi – insistió ella esta vez viéndolo a sus preciosos ojos amatistas, sin soltarlo de su abrazo – Así te amo y así te quiero para mí. Con tu inexperiencia y tu timidez.
Esa apacible respuesta fue como una caricia en el alma que le derribó sus temores en ese momento y le permitió reaccionar como quería.
Correspondió al cálido abrazo de la mujer que quería convertir en su esposa en el futuro y repitió su dulce gesto anterior, besando su frente una vez más.
