Capítulo dos
Era lunes y el departamento de Sesshomaru estaba hecho un caos: las niñas estaban desayunando mientras él terminaba de ordenar sus mochilas. Se habían quedado hasta tarde haciendo una tarea de dibujo, además el resto del fin de semana solo se dedicaron a salir y olvidar las responsabilidades.
-Papi, no me gusta este peinado- se quejó Setsuna después de que terminó su desayuno- ¡Yo quiero que me hagas una trenza de princesa!
-Cariño, la cola de caballo es el único peinado que sé hacer.
-¡Pero está horrible!
Si algo había aprendido de sus hijas, era que los niños podían ser muy crueles y poco considerados.
-¡Mala!- Towa rápidamente jaló a Setsuna de su brazo- Heriste los sentimientos de papi, ¿no recuerdas lo que nos dijo mami?: ¡eso no se dice!
-Mami dice que no tenemos que mentirle ni a ella ni a papi, yo solo estoy diciendo la verdad.
-Si ya terminaron de desayunar, vamos al ascensor, ya se nos hace tarde para la escuela.
Las niñas sujetaron sus mochilas y corrieron hacia la puerta del departamento para acudir al ascensor, a la espera de que su padre presionara los botones. Sesshomaru, por su parte, no tenía muchas ganas de trabajar: podía ser su primer día trabajando con Rin y no sabía cómo se iba a desarrollar aquello.
Cuando llegó a su despacho en el hospital, Sesshomaru se apresuró en colocarse su bata blanca, pero cuando estaba terminando de abotonarla vio en el reflejo de la ventana la figura de Rin.
-¡Hola!- exclamó ella con una sonrisa mientras anotaba algo en su libreta- ¿Ya dejaste a las niñas en su escuela?
-Sí.
-¡Que bien! Espero que disfrutaran el fin de semana, aunque les voy a preguntar cuando las recoja de la escuela...
-¿Vienes a preguntarme sobre cómo lo pasaron las niñas?
Rin sonrió antes de negar con la cabeza y acercarse a él para tomarle del brazo, por lo que él la miró de reojo un momento.
-Yo estoy trabajando- respondió Rin mientras le enseñaba su libreta-: estoy revisando las oficinas de los médicos para sugerir algunos cambios y he dejado la tuya para el final porque es la más especial.
-¿De qué estás hablando?
Sesshomaru se soltó dando un paso hacia atrás. La cercanía, las palabras de Rin, todo se había vuelto confuso y no estaba dispuesto a darle a aquello un significado que no tenía.
-Conociéndote y viendo tu oficina tengo cosas que decir: Sesshomaru, estás en un área infantil y eres padre: seguramente sabes que a los niños les gustan los colores, los animalitos, los dibujos y tu oficina...- Rin le dio un vistazo moviendo sus ojos oscuros de un lugar a otro- es toda blanca y tú eres muy serio... ¡al menos dime que les das dulces cuando se portan bien!
-Rin, los niños que vienen aquí tienen leucemia - Sesshomaru se atrevió a mirarla a los ojos mientras hablaba-: te recuerdo que es algo tan grave que no solo sufren por la enfermedad, si no que también por lo doloroso que es el tratamiento, así que no tengo tiempo para jugar con ellos.
-No hagas eso.
Algo en la mirada de Rin había cambiado de pronto.
-¿Qué cosa?
-Tratarme como si fuese tonta y no tuviera idea de lo que la leucemia y el departamento de oncología significan.
-Yo no...
-Olvídalo... -Rin se forzó a sí misma para dedicarle una sonrisa antes de cerrar su libreta- Tengo que tomar unas muestras de sangre y llevarlas al laboratorio, así que... ¡nos vemos luego! ¡ten un gran día con tus pacientes!
Rin se alejó antes de que Sesshomaru pudiera pedirle disculpas o explicarse de mejor manera. Como era costumbre, había quedado como estúpido frente a la joven y había conseguido ahuyentar el primer acercamiento que habían tenido en mucho tiempo: realmente no tenía ningún talento para hablar con ella apropiadamente.
Rin, por su parte, se dedicó a visitar a los pequeños que estaban hospitalizados y a obtener las muestras de sangre que necesitaba. Era un trabajo duro, ya que aunque intentaba ser amable, hacer sonreír a los niños y ganarse su confianza, al final de la mañana muchos de ellos le tenían miedo porque al verla la relacionaban de inmediato con las agujas.
-¿Cómo te la pasas hoy, Kagura?- le preguntó a una chica de unos 14 años que estaba recostada sobre una camilla.
-Mal. Estoy muy mareada y...- la chica no pudo seguir hablando ya que comenzó a vomitar. Rin de inmediato colocó una bandeja bajo su barbilla al tiempo que sostenía su delgado cabello para evitar que se ensuciara- Lo siento...esto es asqueroso... tú... ¿quién eres? ¿por qué la señora May no está aquí?
-Mi nombre es Rin- se presentó la enfermera dedicándole una sonrisa-, estoy reemplazando a la señora Mey por unos meses, ya que se lesionó su pie... ¡Pero espero que nos llevemos muy bien!
Kagura suspiró con un deje de frustración.
-¿Para qué estás aquí?
-Tengo que sacarte un poquito de sangre, es para saber cómo están tus plaquetas y...
-¿Taisho te mandó?
-Supongo que eres paciente de Sesshomaru...
-¡Sí y puedes decirle que se meta todos sus tratamientos inútiles por el culo! - Rin parpadeó sorprendida de que alguien tan joven pudiera decir tal cantidad de groserías y le preocupó que en los otros cuartos hubiera niños cerca- Es... un maldito cabrón que lo único que hace es experimentar conmigo, ¡lo odio!
-No te alteres, por favor... si quieres puedes descansar y puedo venir más tarde a tomarte el examen.
-No vengas nunca, ¡¿por qué les cuesta tanto entender que yo me voy a morir?!
Rin asintió antes de dejarla sola. Sabía que era probable que los niños entraran en depresión durante la enfermedad, pero si Kagura estaba de mal humor, no quería alterarla más de lo que ya estaba.
En su lugar, Rin pensó que sería buena idea avanzar en otras cosas del trabajo y cuando se acercó al cuarto de la joven pudo ver que estaba profundamente dormida. La enfermera pensó que podría encontrarse con una Kagura más dósil después de una pequeña siesta, pero la chica la miró de reojo mientras preparaba la aguja.
-Pensé que te habías rendido.
-Es porque no me conoces...- señaló Rin- te voy a sacar el examen, ¿está bien?
-Haz lo que quieras.
Rin extrajo la sangre que necesitaba y anotó el nombre de la chica en el frasco, mientras no se daba cuenta de que Kagura la miraba de reojo.
-¿Por qué decidiste ser enfermera?- le preguntó de pronto- ¿Te gusta torturar a la gente con agujas?
-Porque estaba estudiando medicina y quedé embarazada en mi primer año de universidad, así que tuve que cambiarme de carrera para tener mejor flexibilidad en mis horarios.
Kagura parpadeó sorprendida. No se esperaba tal nivel de sinceridad y no pudo contenerse de decir lo que pensaba.
-Que tonta eres: podrías haberte hecho un aborto.
-Es verdad, pero elegí lo contrario.
-Porque eres tonta.
-Porque era mi decisión...- Kagura hizo rodar sus ojos antes de volver a recostarse- oye, dar a luz gemelas no es nada fácil.
-¡Para empeorarlo tuviste gemelas! -Kagura comenzó a reír- Sin lugar a dudas, eres la reina de las tontas.
-Al menos te hice reír...
Kagura guardó silencio mientras intentaba retomar su tono serio de costumbre.
-Ven mañana- la invitó la joven con una pequeña sonrisa en los labios-, me gustó conversar contigo.
-¿De verdad?- los ojos de Rin se iluminaron.
-Sí: saber que tu vida es más jodida que la mía me está subiendo el ánimo- reconoció Kagura-, sobre todo considerando que tengo leucemia y creía que mi vida era la peor de todas. Viendo que tú tienes dos hijas siendo tan jóven, me demuestra que todo puede ser peor.
Rin salió de aquel cuarto con el ceño fruncido, ¿por qué todos pensaban que su vida era mala solo porque tenía dos hijas? La verdad es que ella nunca había considerado que su vida era triste o injusta por tener a sus niñas en ella. Sin lugar a dudas, no era lo que esperaba, pero había logrado encajar la maternidad con su carrera profesional y sus amistades.
Si bien, cuando quedó embarazada, fue una noticia inesperada, sobre todo para sus padres que aún no le dirigen la palabra, pudo asimilarla y compatibilizar el embarazo con sus estudios y todo lo demás. Era cierto que ser mamá le había cambiado los sueños y que había conseguido graduarse de enfermería con las calificaciones justas y con mucho esfuerzo, pero era realmente feliz cuando veía los logros de sus pequeñas.
Una vez que había terminado de realizar los trabajos que tenía que hacer por la mañana, volvió a acudir a la consulta de Sesshomaru para ver si es que le convencía de hacer algunos cambios en su lugar de trabajo.
-Hola- le saludó él sin levantar la vista de los informes que leía.
-¡Hola! ¿Por qué no te quitas la bata?
Sesshomaru la miró confundido, ya que aquello se parecía mucho a las fantasías que solía tener cuando no estaba ocupado. No pudo determinar de qué forma había mirado a Rin, pero pudo notar el rubor en sus mejillas.
-¡No me mires así! Es que... pensé que con las niñas podemos decorarla... - Rin hizo un pequeño puchero- es para que tus pacientes vean que eres muy amable.
-Tú...¿Crees que soy amable?
-La mayor parte del tiempo, sí...- Rin frunció el ceño un instante- ¿Te sientes bien? ¿Por qué me preguntas esas cosas?
-Por nada... si quieres puedo darte mi bata después del trabajo...- Rin asintió en respuesta- ¿quieres que te lleve hasta tu casa después de que termine tu turno?
-No es necesario, Sesshomaru, de hecho... tengo que pasar a buscar a las niñas a la escuela y si nos ven llegar juntos nos harán muchas preguntas incómodas.
-Tienen 4 años, se creerán cualquier cosa que les digas.
-Hablas como si no las conocieras: tienen 4 años, obviamente empiezan a notar que muchos de los padres de sus amigos viven en la misma casa y nosotros solo estamos juntos para su cumpleaños.
-¿No saben que vas a trabajar conmigo?
-Si tú no les dijiste nada, entonces no... ¿vas a almorzar?
-Sí.
-¡Vamos! ¿Comerás en el casino del hospital, cierto?
-La verdad es que no suelo comer aquí.
-Claro... seguramente comes en un lugar costoso... No lleves a las niñas a esos lugares, aún no saben usar los mil tenedores.
-¿Quiéres venir? Yo... - Sesshomaru inspiró aire para armarse de valor- creo que estaría bien invitarte a almorzar en tu primer día de trabajo en el hospital.
Rin parpadeó un par de veces antes de asentir en silencio. La última vez que habían almorzado juntos y solos fue después de un ultrasonido de las gemelas: luego le siguieron desastrosos almuerzos con la familia Taisho en los que ella no podía dejar de sentirse fuera de lugar, comidas con las niñas y cumpleaños en los que Rin solía estar muy ocupada.
Era la primera vez en todo ese tiempo que Rin se daba cuenta de que realmente ellos compartían muy poco y, aunque le gustaba pensar en Sesshomaru como en su amigo, se daba cuenta de que en la práctica no era así.
-Esto... no sueles invitarme a comer...- susurró ella mirando sus zapatillas de seguridad antes de levantar su mirada y dirigirle una sonrisa- si me quieres llevar a comer comida costosa voy a pensar que sientes algo por mí...
Rin comenzó a reír como muestra de que estaba bromeando, pero se detuvo al comprobar que Sesshomaru no se reía con ella y que sus ojos dorados la miraban como si él se encontrase muy sorprendido.
-No es verdad... ¡Sesshomaru, dí algo! Esto, definitivamente, no puede estar pasando...
Sesshomaru miró a Rin en silencio: ¿tan malo era que él pudiera sentir algo por esa chica cruel? Nunca antes había sentido que fuera una mala opción, pero Rin al parecer estaba pensando todo lo contrario.
-Claro que no, no seas infantil.
-¡No vayamos a un lugar costoso!- exclamó Rin sujetándole del brazo- Podemos ir por pizza al lugar al que íbamos y quedaba cerca de la universidad, ¿te acuerdas?
Era un local que quedaba cerca de la biblioteca de la universidad, donde siempre pedían pizza o lasaña y la dueña les regalaba las bebidas. Él tenía que reconocer que muchos de sus mejores recuerdos con Rin estaban en aquel local, pero no había vuelto a pasar por ahí después de su graduación.
-¿Todavía existe ese lugar? Pensé que había cerrado.
-Yo...- Rin le miró a los ojos con una sonrisa- pasé hace unos días con las niñas y me acordé mucho de ti... ¡Era muy divertido cuando pasábamos el rato juntos allí!.. ¿Qué dices? ¿Quiéres ir?
