Ciertas cosas hacen que Simón olvide que Dogen es ciego, su maestría en el ajedrez es una de esas.
Anubis descansa en las piernas del pelirrojo, quién acaricia su cabeza en lo que medita su próxima jugada. Los tres se encuentran sentados en el suelo de la celda.
El ajedrez con Knightley nunca fue tan difícil, más que nada porque él casi siempre se dejaba ganar contra al rubio teñido, y no es que lo necesitara, Horace era condenamaente bueno en ese juego, era simplemente una táctica de Simón, para que le tomara confianza y que bajara su guardia con él, que el muchacho ya difunto no le vea como una amenaza de ningún tipo.
Bueno, ha de decir que no siempre se dejaba ganar.
La primera vez que jugaron el juego eran niños, ambos aún en el orfanato, él le enseñó a mover las piezas, Simón ganó sin intentarlo mucho.
En ese entonces, sus recuerdos aún estaban enterrados en el olvido y no odiaba a Horace. A partir de que recordó los sucesos de esa noche hace 18 años, ahí empezó a dejarse ganar casi siempre, pero muy de vez en cuando se permitía darse el lujo de derrotar a Knightley en el juego, y era exquisito, sabía cuanto él odiaba perder, más aún en el ajedrez.
Keyes mantenía, y aún mantiene, una constante en todas sus partidas: siempre procura derribar al caballo primero.
— ¿Que transcurre por tu mente, joven?
La voz de Dogen le hace volver a la realidad.
Es su compañero de celda, está de más decir que son los únicos que deben compartirla, fue algo que el ex-asesino a sueldo pidió y aún sin Patricia a cargo, él todavía tiene bastante poder, por lo que le fue concedido el capricho.
— Nada, nada.
— ¿Seguro? Te noto bastante pensativo.
¿Como lo nota sin poder ver? Quién sabe.
El ex domador lleva su mano a uno de sus peones para moverlo.
— Su turno, señor.
— Me temo que eso deberá esperar. — asegura con una sonrisa. — Tenemos visita.
El joven dirige la vista afuera de su celda compartida con Sirhan, al hacerlo chasquea la lengua, molesto.
— Buenas tardes, a los dos.
Ver al Miles Edgeworth no es algo que le alegre, para nada.
— Buenas tardes, fiscal Edgeworth. — saluda con voz calma el anciano. — ¿A qué debemos el honor de su visita?
Miles clava sus grises ojos en el pelirrojo, este evita verlo, se ceño se encuentra levemente fruncido y su mandíbula se nota tensa.
— El juicio del señor Keyes será en una semana, y quería avisar que yo seré el fiscal a cargo.
Eso no sorprende nada al ex domador de animales, estaba seguro que Edgeworth querría llevar personalmente su caso.
— Oh, ya veo. — musita Dogen pensativo. — ¿Has oído, joven? Te tocó el mismo fiscal que a mi.
Ah, es verdad, fue Edgeworth quien encerró a Dogen aquí.
¿Como había podido olvidarlo?
— Simón. — habla el fiscal. — No sé si te gustaría que habláramos, quizás tengas algo que quieras que tome en cuenta a la hora de...
— ¿Qué cosa tendría que decirte yo a ti? — le interrumpe con voz seca, dignandose a mirarlo. — ya resolviste todo el caso, no necesitas nada de mi.
El fiscal estudia el rostro lleno de odio de Simón; un odio no solo hacia su persona, sino hacia su profesión como fiscal.
Ya ha conocido a alguien así antes, pero este odio ve mucho más oscuro, ensombrecido y retorcido.
— Lo creas o no, no soy el villano en tu historia. — asegura con voz pausada. — Solo quiero hacer mi trabajo y hacerlo de la manera más justa posible.
— Pfft...
Él resopla a la vez que revolotea los ojos, Miles está bastante consciente de que sus palabras seguramente no significan nada para él, pero está hablando con sinceridad.
— No apruebo para nada tus métodos y todo lo que has hecho es horrible, pero sé que te ves a ti mismo como una víctima de las circunstancias y puedo entender eso. Piensa, si colaboras conmigo tu castigo podría ser el mas jus...
Deja su frase inconclusa al oír una risa por parte del pelirrojo. Miles no reacciona, o intenta no hacerlo, no recuerda la última vez que trató con un asesino tan retorcido, no sabe bien que esperar.
— ¿Mi castigo? — inquiere, poniéndose de pie, ganándose un quejido de Anubis en el proceso. — ¿crees que me importa una mierda mi castigo, señor Edgeworth?
El mencionado permanece silente, intenando no vacilar ante la cínica mirada del hombre tras las rejas, incluso estando en prisión, luce como si tuviera completo control de la situación.
— Déjame decirte algo, tu y tus asquerosos tribunales pueden imponerme el castigo que deseen, pueden darme los años en prisión que quieran, diez, veinte, cincuenta, pueden darme la pena capital si así lo desean.
— Pena capi...
Su voz tiembla al decir eso, nunca ha estado de acuerdo con la idea de ese castigo, cree que si los crímenes de alguien han sido tan horrendos, debería pagar por ello toda su vida en prisión.
Miles cree que nadie tiene el derecho de terminar con la vida de nadie, ni siquiera el sistema judicial.
Además, no quiere admitirlo, pero el pensar en Simón recibiendo ese castigo le hunde el estómago de angustia, porque no quiere admitirlo, pero puede empatizar con aquel hombre, solo un poquito, entiende el sentimiento de desesperación al perder a su padre y verse solo en el mundo.
Pero Miles jamás se habría vuelto un asesino, ahí está la enorme diferencia.
¿Podría ser ese el dictamen que el pelirrojo recibirá? Técnicamente solo cometió un asesinato, que bien podría considerarse en defensa propia para algunos, pero sus maquiavélicas jugadas manipulando los hilos...
— Pueden hacer lo que quieran conmigo. — la voz de Simón le saca de sus pensamientos. — no me importa.
— ¿Como puedes decir algo así?
Casi suena a un regaño, quizás había hablado la parte de él que puede entender a Simón.
— Toda mi vida he trazado este plan para hacer caer a aquellos que me hicieron la vida imposible, y ¡lo he logrado! — Exclama, extendiendo sus brazos como si estuviera presentando un gran espectáculo. — Patricia ha caído, Blaise también, Horace está muerto, al igual que el doble del presidente... me han dicho incluso que Dane Gustavia se encuentra preso en otra prisión, incluso él ha caído, y no tuve que mover un dedo.
Miles ha notado que Simón usa términos bastante trágicos para referirse a los encarcelamientos, supone que decir "se ha hecho justicia" no sería apropiado para alguien como él.
La única justicia en la que él cree es en la venganza.
— Como ve, señor fiscal. — dice esas palabras con una mueca de asco. — Yo gané, y ni tu, ni tus preciados tribunales podrán cambiar eso, cumplí mi objetivo, ya nada me importa en la vida.
Un escalofrío recorre cada nervio de Edgeworth, quién vacila y da un paso atrás.
Ese hombre, incluso aunque está tras las rejas, se considera victorioso, ¿de verdad la venganza es tan importante en su vida?
Intenta vislumbrar algo en esos ojos, pero solo ve un tenaz muro de odio y resentimiento que Simón no piensa dejar caer, no frente a él al menos.
Le asusta.
Los criminales sin nada que perder son los que más le aterran, son los más impredecibles.
— Ya... — Aclara su garganta, no reconoce su voz, la cual suena como un hilo a punto de romperse. — Ya veo que hablar será imposible, lo mejor será que me retire. Pasen buena tarde.
Hace un ademán educado con la cabeza para empezar a alejarse, a paso quizás demasiado apresurado.
Simón le mantiene la mirada varios segundos, antes de alejarse de las rejas.
Ese estupido fiscal y su sentido de la justicia... ¿donde estaba su tan preciada justicia cuando Simón necesitó ayuda?
Solo cuando vuelve su vista a Dogen, deja caer el muro de odio y resentimiento en su mirada.
Simón did nothing wrong
Ahre, no.
Hizo cosas muy horribles pero no puedo odiarlo xd Blaise y Patricia eran iguales, lo único que me duele es que haya odiado a Horace cuando este lo quería bastante, pero Horace también fue un asesino así que xd
Gracias por leer.
