Oír que tiene una visita le toma de sorpresa, y es que Tyrell Badd es una persona de pocas palabras y pocos amigos.
Podría contar los que tiene con los dedos de una mano, y le sobrarían dedos. Por no decir que, el amigo al que más desea ver se encuentra a varios metros bajo tierra, descansando en paz por fin, o eso le gusta creer.
Mientras se dirige a la sala de las visitas, el nombre del Yatagarasu pasa por su mente.
Era una idea arriesgada, pero le había parecido buena cuando Faraday se lo propuso, aunque Badd se opuso al principio, no por él mismo, sino por su amigo y su recién nacida hija en ese momento.
— Si algo te pasa, ¿que le ocurrirá a Kay?
La pregunta había logrado pintar un semblante de angustia en Byrne, pero no le tomó de sorpresa, parecía que él mismo se había hecho la pregunta varias veces.
— Si Kay no puede confiar en la justicia, ¿en quién confiará?
Retrucó el fiscal, quién solo quería un mundo mejor para su pequeña.
» Un mundo mejor... «
Badd no puede evitar pensar que falló, en demasiados niveles.
El Yatagarasu resultó ser un fracaso.
Le había fallado a Kay al no poder proteger a su padre, y le había fallado a Byrne al no poder darle un mundo mejor a ella.
Cuando vió como Calisto tomó de rehén a la joven, solo podía pensar en la cara de Faraday si viese eso.
Realmente es un fracaso.
— El tiempo ha sido duro contigo, inspector.
Al llegar al cuarto de las visitas, del otro lado del cristal, alguien le está esperando.
Y dice alguien porque no tiene idea de quien es ese hombre.
— Disculpa... ¿te conozco?
El hombre del otro lado del cristal sonríe amistosamente, parece no tomarse a mal la pregunta.
— Oh, que frío. — se lamenta con falsa tristeza mientras abre sus brazos. — ¿así saludas a un viejo conocido?
El inspector estudia al hombre frente a él, debe tener poco menos de 40 años, viste un pantalón blanco, una camisa marrón de mangas cortas y una corbata azul, pero lo que atrae su atención es ese sombrero, no es particularmente llamativo pero le suena de algo.
— Supongo que realmente no me recuerdas. — vuelve a decir el más joven. — tocará hacer las presentaciones de nuevo. — saca de su bolsillo un distintivo de letrado para enseñarlo. — Raymond Shields, abogado.
Shields...
Raymond Shields...
— ¡Raymond Shields! — Exclama con los ojos bien abiertos una vez el nombre se esclarece en su mente. — ¡el aprendiz de Gregory Edgeworth!
El nombre de Gregory Edgeworth ha sido uno que se le ha quedado en la mente, manchar el perfecto historial de Von Karma no es algo que todos logren, por consiguiente, el nombre de Raymond también ha quedado en él.
— Oh, si que me recuerdas, estoy tan feliz.
La alegre sonrisa de Raymond respalda lo que dice. Badd no puede creer que aquel nervioso chiquillo de quince años sea el que tenga en frente.
— Mhmp... has cambiado bastante, Ray. — Hace una de sus típicas pausas al hablar. — Dime, ¿sigues con la manía de comerte tus notas?
Pregunta al notar que aún trae su block de notas rosado en bolsillo de su camiseta.
— Ah, jaja, no estamos aquí para hablar de mis viejas costumbres de adolescente.
Dice en un nerviso intento de no recordar ese extraño tic en su época de tímido aprendiz.
— Oh... entonces dime, ¿qué te trae por aquí?
— Creí que en el momento en el que me presenté como abogado, eso quedó bastante claro.
Badd permanece silente un rato ante la mirada seria del abogado, luce como otra persona cuando su semblante se torna así.
— ¿Sabes... por qué estoy aquí?
— Últimamente no se habla de otra cosa.
No borra la seriedad de su expresión. La revelación de que el mítico Yatagarasu resultaron ser tres personas ha estado en boca de todos.
— Entonces... sabes que yo mismo me entregué... y que soy culpable, ¿no?
Raymond asiente.
— Es justamente por eso que estoy aquí. Badd guarda silencio, confundido.
— Parece que no sabes cómo trabajamos es "Oficinas Legales Edgeworth" — nota con cierta gracia. — al menos, como trabajo yo.
— ¿De que... hablas, hombre?
Casi se le escapa llamarle "chico"
— Me especializo en casos dónde se sabe que el acusado es culpable.
Badd vuelve a abrir los ojos, tanto que parece que se le saldrán del rostro.
— ¿Por qué harías... algo así?
— Porque alguien debe ocuparse de los que no tienen a nadie. — responde sonriente, eso fue lo que Gregory le enseñó. — alguien debe ayudarles a que su castigo no sea tan duro.
— Soy un... criminal, Raymond. — le recuerda el inspector. — no merezco... compasión alguna.
— Quizás así lo veas tu, pero cuando te veo, no veo a un criminal. Creo que eres más bien un antihéroe.
— He... roto la ley, eso me convierte... en un criminal; es así de sencillo.
— Me extraña oír tal razonamiento de alguien que llegó a la conclusión de que debía castigarse a todos, incluso a los que están por encima de la ley.
— Mhmp...
Sin duda el chico ha cambiado, se ha vuelto un astuto hombre.
El semblante de Raymond vuelve a tornarse serio.
— Inspector Badd, no sé cuál es la visión que tienes de ti mismo, pero no eres una mala persona. Solo eres alguien que buscaba justicia, y que decidió hacerlo a su manera. Eso es algo que puedo entender, la ley está llena de contradicciones después de todo. — el abogado intenta estudiar la expresión del mayor para ver si sus palabras están surgiendo efecto, pero le es imposible descifrar ese ceño fruncido. — Prometo intentar que el tribunal entienda tus acciones, quizás logremos hacer algo bueno.
— ¿Algo... como que?
— Como que se tenga en cuenta a los que están por sobre la ley. — habla Raymond con voz firme. — eso es todo lo que puedo prometerte.
— ¿No puedes prometer un veredicto de inocencia? — sin dudarlo, Raymond niega. — ¿por qué?
— Porque no es el que mereces.
Las palabras salen de su boca como balas, sin un ápice de duda.
— Realmente has cambiado. — una nueva pausa. — de acuerdo.
— ¿Lo dices en serio?
— Dudo bastante... que el fiscal a cargo necesite trucos para ganar, así que espero... que sea un juicio justo... cuento contigo, quiero la sentencia más acorde a mis acciones.
— Inspector Badd... — Raymond se saca el sombrero para dejarlo sobre su pecho mientras hace una reverencia. — muchas gracias.
— Jaja... — el inspector ríe levemente al reconocer ese gesto propio de Gregory. — creo que el que debería agradecer soy yo... no creo... que muchos estén dispuestos a defender a uno de los miembros Yatagarasu.
A Badd no le cabe duda, Gregory estaría orgulloso.
Me encanta Badd, en varios niveles me parece el mejor personaje que se introduce en el primer Investigation.
Esto nació de un headcanon de mi hermana en el que ella dice que fue Ray quién defendió a Badd, y en el "epílogo" del Investigation 2 se les ve hablando, así que no lo veo imposible.
Gracias por leer.
