En ocasiones llorar era mas que necesario, en otros momentos tan solo un efecto colateral molesto para una situación por demás irrelevante.
Ahora mismo ninguno de los dos sabia muy bien si reír o llorar durante su cita.
Mientras Sid limpiaba suavemente las lagrimas del pequeño, Lincoln buscaba con la mirada, si podía localizar a sus padres, sin mucho éxito la verdad.
Al final no hubo otra manera, mas que el chico cargara a ese manojito de nervios que lloraba a todo pulmón, mientras su novia, intentaba distraerlo con alguna que otra morisqueta.
Algunos minutos después, con el pequeño ya mas calmado, pero sin poder localizar a sus progenitores, ambos chicos decidieron, dirigirse hacia la entrada de la feria y entregar a el pequeño a la policía, que se podría encargar mucho mejor del pequeño perdido.
Desde afuera, parecían una joven pareja de paseo con su hijo pequeño, dado que ambos sacaban a relucir los años de experiencia cuidando a sus hermanas, con Sid comprándole un helado de limón, mientras Lincoln intentaba que no se manchara intentando comerla.
-- Que se mancha – reto el chico un poco nervioso – que si su playera se ensucia, dejarla limpia será una pesadilla – puntualizo, usando su pañuelo para limpiar al infante.
-- Le compraremos otra luego – respondió la chica en automático – una de dinosaurios quizás – continuo antes de detenerse de golpe, riendo nerviosamente, ante su actitud mostrada segundos antes, sonrojándose en el proceso, para continuar caminando en silencio, sin poder ver a su novio a los ojos.
Por suerte no tuvieron que hablar entre ellos, dado que dos minutos después una mujer histérica llorando a todo pulmón y dos oficiales de policía se acercaron a ellos rápidamente.
Finalizando su búsqueda, y rencontrando a una madre con su pequeño perdido.
Después de todo, también se puede llorar de felicidad.
Gracias a todos los que están siguiendo o leyendo esta obra, el trabajo finalmente me dejo continuar escribiendo.
Asi que sin mas por el momento me despido y que la fuerza los acompañe.
