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Advertencias del capítulo: (Lenguaje obsceno)
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Disclaimer: My Hero Academia y sus personajes NO me pertenece
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Nota: Esta historia es completa y absolutamente MIA, y no es permitido tomarla sin mi autorización.
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CHAPTER 3
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LAZY SUNDAYS
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Izuku abrió lentamente los ojos notando que la claridad de la ventana le pegaba directamente en el rostro. No era algo que le molestará, mientras el sueño le venciera, ese tipo de cosas eran triviales, sin embargo, se volvía un poco molesto una vez que intentaba abrir los ojos.
Volteó la mirada ligeramente para salir de la centellante claridad y parpadeó, intentando acostumbrarse a la momentánea iluminación en su habitación. Sintió la calidez de una figura a un lado suyo y el brazo con el que rodeaba la delgada cintura de la chica se estrechó.
Los cabellos castaños se encontraban alborotados. Le encantaba como aquellas hebras despeinadas salían disparadas de un lado a otro, enmarcando ese rostro adorablemente.
Se irguió apenas y se inclinó, depositando un beso en la regordeta mejilla. Ochako movió graciosamente la nariz y frunció el ceño. Era tan dulce que Izuku le dio un beso en la mejilla y se lamió los labios.
—Mmmm – la chica se encogió, enterrando el rostro en la suave almohada.
—Despierta dormilona – susurró con la voz un poco más ronca de lo normal, mientras le acariciaba la cadera desnuda.
—¿Qué hora es? – indagó ella somnolienta.
Midoriya sonrió y volteó la mirada hacia el reloj sobre la mesita de noche.
—Las nueve y media – soltó antes de inclinarse y abrazarla de nuevo.
—Las nueve y media… – suspiro estirándose – Las nueve – sus ojos se abrieron sorprendidos. – ¡¿Qué?! ¡Voy a llegar tarde! – se irguió con rapidez.
Izuku se rió mientras la observaba.
—Ochako.
—¿Que? – estaba por levantarse de la cama cuando un fuerte brazo se apoyo en su cintura. Apenas pudo soltar un jadeo antes de terminar de espaldas en el colchón.
—No irás a ningún lado.
—Pero Izuku… tengo que ir a trabajar.
—No, no es así – sonrió encantadoramente – Es domingo – se inclinó y le dio un beso en la punta de la nariz.
Ochako pareció sorprendida.
—Ohhh…
—Ohh – su sonrisa se ensanchó – Podemos quedarnos en cama todo el día.
—¿Tienes algo en mente? – ella le acarició los brazos con dulzura.
Izuku sonrió mientras se inclinaba sobre su curvilíneo cuerpo.
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—No hay necesidad de hacer eso – el peliverde observó como su novia se deslizaba por la cocina, decidida a preparar el desayuno para ambos – Podemos pedir algo para comer.
—No, quiero cocinar algo para ti – ella le miró por sobre el hombro y le sacó la lengua, luego volvió su atención a la mezcla que estaba batiendo.
Llevaba su camisa y nada más. Tenia el cabello en una coleta alta y la visión de su cuello de pronto le pareció sumamente irresistible.
Habían hecho el amor hace unas horas, pero se dio cuenta que podría hacerlo una vez más. Sintió como el rostro se le encendía y agradeció que Ochako permaneciera de espaldas, no quería que ella se diera cuenta de cuan perversos podían llegar a ser sus pensamientos.
Intentó alejar su mente de esas cosas. Desde que se habían graduado de la UA y adoptaron el trabajo de ser héroes como tal, su vida había cambiado por completo. En el momento en el que aceptó sus sentimientos hacia Ochako, habían empezado a trabajar en su relación. La amaba, más de lo que en algún momento esperó amar a alguien. Algunas veces ni siquiera se sentía merecedor de su devoción y cariño, pero luego intentaba cambiar ese tipo de pensamientos que venían de años de no sentirse suficiente.
Porque lo era.
Ellos eran el uno para el otro.
Observó el rostro de la chica, cuando se puso frente a él, con una bandeja llena de un delicioso desayuno. Había de todo, desde salchichas y huevos, hasta panqueques y waffles.
Parecía exquisito, sin embargo, su mirada permaneció fija en la sonrisa que ella le dedicaba, y es que, está alimentaba algo más importante aún, su alma.
Se irguió y deslizó su mano por su cabello, hundiendo los dedos en las suaves hebras castañas.
—¿Izuku?
Y la besó, tan profundamente que por un momento podía olvidarse de todo.
[•••]
Mientras estaban en el sofá, observando una comedia, Izuku deslizó la mano lentamente por el suave brazo de su chica.
Ambos se encontraban acostados de lado, ella frente a él. Era de noche ya, el cielo se había oscurecido con sorprendente facilidad e intentó que las horas se alargaran, para disfrutar un poco más de aquella felicidad.
Una de sus manos estaba alrededor de la estrecha cintura femenina, apretándola contra su cuerpo, mientras con la otra se encargaba de darle mimos. No podía evitarlo, necesitaba tocarla tanto como necesitaba respirar. Mientras estaba a su lado, podía sentir que todo estaba bien en su mundo.
Continuamente anhelaba los domingos, porque era el único día en que podía permanecer en casa. Así, de esa sencilla manera, disfrutando de un momento tan cotidiano y aún así significativo. Hundió el rostro en el cabello de Uraraka y escuchó su risa, mientras ella se movía.
—¿Que haces? – susurró con una sonrisa.
—Me gusta como hueles – le confesó.
—Huelo como tú – ella intentó voltear.
—Dame un momento – Izuku le hizo espacio para que ella pudiera moverse con libertad, hasta que se acomodó frente a él.
—Hola – sonrió dulcemente.
Le devolvió la sonrisa mientras le acariciaba el flequillo.
—Hola – presionó un beso corto en sus labios – ¿Estás cómoda?
—Claro, no quisiera estar en ningún otro lugar.
¿Cómo podía soltarle esas palabras con tanta facilidad? Como si no pudiera robarle aun más el corazón.
—Yo también estoy cómodo – le acarició la cintura – Hemos estado todo el día así.
—Fue un día perfecto – los ojos le brillaban de felicidad – ¿No lo crees?
—El mejor de todos – contestó rápidamente.
La observó mientras le acariciaba la mejilla. Deslizó un dedo por su cien y el pulgar por una definida ceja, descendió lentamente por su nariz y luego sus labios. Ochako le dio un beso, pero él quitó el dedo y lo reemplazó por sus propios labios.
La besó perezosamente, con lentitud, con tranquilidad, tan solo disfrutando de su suavidad, de su olor, de su sabor.
Se olvidó de todo, de quien era, de lo que hacía, de sus sueños. Todo dejó de importar pues comprendió que su mundo entero era esa mujer, de una manera tan absoluta, pero no absorbente. Sabía que su corazón no podría encontrar mejor refugio que en ella.
Cuando terminó, se separó y le dio un beso en la frente. Ochako hundió el rostro en su pecho e inhaló profundamente. Un sonido parecido al maullido de un gatito escapó de sus labios.
—Tú hueles muuy bien también – le acarició el torso con la mejilla – Usamos el mismo shampoo, por lo que olemos igual.
No, no era así, pero se negó a desmentirla.
Su aroma era distinto.
Era dulce y cálido. Ella olía a amor, a aceptación y a comprensión. Era un aroma que podía sentir en lo más profundo del alma, que florecía día a día, impregnándose tan profundamente que le serviría para toda una vida.
Ella olía a su hogar.
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FIN DEL CAPÍTULO
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NOTAS DEL CAPÍTULO:
3.- Domingos perezosos.
Dijeron arriba el "fluff IzuOcha" y volé.
Me encanta escribir sobre estos solecitos, porque son tan lindos y me hacen explotar la mente.
Espero que el capítulo fuera de su agrado. Y leerlos ¿Qué tal les parece hasta el momento el Flufftober IzuOcha?
Besos y abrazos. Nos leemos pronto.
05/10/2021
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