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Advertencias del capítulo: (Lenguaje obsceno)
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Disclaimer: My Hero Academia y sus personajes NO me pertenece
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Nota: Esta historia es completa y absolutamente MIA, y no es permitido tomarla sin mi autorización.
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CHAPTER 6
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FIREMAN'S CARRY
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La oscuridad penetraba fuertemente el lugar dando un aspecto aún más desolador y tenebroso al panorama. La noche finalmente había caído y con ella vino un silencio tan letal que se volvió casi escalofriante.
Ochako bajó la mirada, observando la figura a su lado. Sintió como las lágrimas le llenaban los ojos y aún así, intentó con todas sus fuerzas retenerlas. No había más opción, pues de soltarse a llorar, se volvería presa de sus emociones y podría perder algo más que la calma. Debía ser fuerte y valiente.
Escuchó un ligero quejido y luego observó a través de la oscuridad, como una mano se disparaba en su dirección. Esta se apoyó en su rostro con suavidad. Tenia la piel helada y sucia, pero aún así le pareció increíblemente cálido y reconfortante.
—¿Estas bien? – no pudo evitar el temblor en su voz.
—S-si – parecía que le costaba hablar. La bala había perforado su costado derecho y aunque logró detener la hemorragia, sabía que había perdido mucha sangre.
Si tan solo le hubiera escuchado. Su corazón se apretó y sus ojos se humedecieron al instante llenándose de dolorosas lágrimas.
—Izuku…
—Creo que decidieron retirarse. Seguramente se vieron intimidados por tu ferocidad – había diversión en su voz.
—Fue mi culpa – sollozó inclinándose hacia él. Estaba apoyado en la pared y su respiración aunque controlada, era irregular y débil.
—No, no fue así. Somos uno, no podría haber dejado que esa bala te tocará – le acarició la mejilla con ternura, deslizando el pulgar bajo sus ojos para recoger sus lágrimas.
—Si te hubiera escuchado.
—Posiblemente estaríamos muertos – tosió un poco – Aunque mereces un azote en el culo por ponerte en peligro.
Solo a él se le ocurría decir algo así para distraerla de sus pensamientos.
—Izuku…
—Debes irte, debieron quedarse sin municiones – tomó su arma y verifico el cartucho – Tenemos seis balas en esta. Ábrete camino por la parte de atrás del almacén. Debe estar fuera de su campo de visión en este momento ¿Recuerdas que te mostré el mapa de esta zona? Toma la ruta larga del callejón a la derecha, casi a tres cuadras encontrarás una gasolinera. Hay un chico al que contacte, su nombre es…
—No, no voy a dejarte.
—Yo los voy a distraer mientras tú te vas. Eso no está en tema de discusión.
—¡No! Jamás te abandonaría – un sollozo escapó de sus labios – Somos uno, tu dijiste que somos uno.
—Asi es, pero…
—Jamás te dejaría. Prefiero morir a abandonarte aquí.
—Tienes que ser razonable – dio una mirada a los lados antes de inclinarse hacia ella. Tenia el ceño fruncido, aunque hizo una mueca apenas perceptible al encorvarse – Necesitó que vayas y seas lo más sigilosa posible.
—Activaste tu ubicación hace un quince minutos, seguramente estarán aquí pronto.
—No creí que nos encontraríamos directamente con ellos. Nadie estaba preparado para esta situación, debemos trabajar con lo que tenemos a mano y…
—¡No! No lo haré y no puedes obligarme.
—Te lo estoy diciendo – pegó un puñetazo al piso – No está en tema de discusión. Tu debes irte y buscar ayuda.
—No lo haré. No te dejare.
Izuku la observó fijamente y luego suspiró, moviéndose apenas para tomarla de la mano.
—Se que tienes miedo.
—Estoy aterrada – le confesó al instante.
—Yo también tengo miedo, pero… temo aún más que te pase algo – apretó los labios con fuerza y luego gimió – Necesito que confíes en mí.
—¿Por qué me quieres obligar a abandonarte?
—No es así.
—¿Te irías tu si fuera yo la que estuviera herida? ¿Me dejarías atrás? – sollozó.
—Es muy diferente.
—No, no lo es – le tomó de las manos – Cuando nos asignaron juntos me prometiste que me protegerías ¿recuerdas que fue lo que te respondí?
—Dijiste que cubrirías mi espalda.
—Jamás te abandonaría. Prefiero morir contigo. No me hagas esto Izuku, no es justo.
Él negó con la cabeza.
—Si tus sentimientos no estuvieran involucrados no…
—No es así, pero porque te amo te lo digo. No puedo dejarte atrás, nunca.
—Eres imposible – volteó el rostro frustrado – No puedo caminar, la herida es demasiado profunda, me siento débil y cansado. No se siquiera si podré permanecer consciente por demasiado tiempo. La cabeza me palpita – llevó una mano a su cien.
—Podemos ir juntos – le dijo rápidamente.
—No, no es así. No creo poder andar más de una cuadra.
—Puedes apoyarte en mi.
—Ochako…
Ella negó testarudamente.
—¡No! No hay manera en que cambie de opinión. No importa lo que digas. No lo haré.
Midoriya la observó fijamente, molesto y aún así sorprendido por su decisión.
Recordó cuando ella había llegado al departamento de detectives de Tokio casi dos años atrás. Nadie quería emparejar con la atolondrada novata. Siempre era así, los nuevos tendían a ser discriminados o rebajados a servir el café o caso menores y hasta absurdos. Cuando el jefe preguntó quién podría enseñarle las instalaciones y sus asignaciones, no dudó a ofrecerse, pese a saber que recibiría más de una burla de sus compañeros.
Ochako resultó ser una chica sorprendente. Su entusiasmo y jovialidad hicieron que se ganará rápidamente a todos, incluso el irascible Bakugo admitía que era una buena detective. El tiempo que estuvieron juntos les había hecho muy unidos, no fue extraño para nadie cuando un año después empezaron a salir.
Apenas dos meses atrás le había pedido matrimonio. La certeza de que quería una vida a su lado no fue sorprendente, pero ambos sabían que en su línea de trabajo un "juntos para siempre" era incierto. Habían hablado de ello y decidieron que intentarían solicitar un cambio de departamento. Querían una familia.
Izuku sintió como el pecho se le apretaba y tuvo que tragar saliva, para pasar el nudo en su garganta.
—Amor – susurró dulcemente.
—Izuku, por favor, no me hagas esto. Me prometiste que estaríamos juntos y yo te prometí que sería por siempre. No pudo y no lo haré. Nunca te abandonaré.
Sabía que era tan testaruda que realmente no se iría. Lo sabía porque él tampoco podría dejarla atrás. Si el caso se daba, prefería morir a su lado.
—Ayúdame a levantarme – le susurró entre dientes.
Entre ambos se movieron muy silenciosamente. La bodega era enorme y habían logrado encontrar un escondite luego del encuentro de fuego abierto que habían tenido con los bandidos. Ochako esperaba que fuera tal y como Izuku le había dicho y no tuvieran más municiones. Habían perdido bastante tiempo en su discusión y temía que fueran a volver con refuerzos.
Obligó al peliverde a apoyarse sobre su hombro y le tomó con firmeza de la cintura, soportando su peso. Había entrenado durante años su cuerpo, pero su prometido era un hombre grande y posiblemente pesaba casi el doble que ella. No importaba, pues tenía demasiado en juego como para que eso le detuviera.
Luego de dar una mirada alrededor siguió las indicaciones de Izuku. Él intento apoyar la menor parte de su peso en ella. La mano que tenía en su cintura hacia presión a su herida y podía sentir como la cálida sangre se filtraba entre sus dedos.
Tenia tanto miedo. No podía perderlo, ella moriría con él.
—Ya casi.
Llegaron al estrecho callejón. El final parecía tan lejano y mientras avanzaban empezó a sentir como el cuerpo de Izuku parecía más flojo.
—Estoy muy mareado.
—Ya casi amor, vamos – le alentó.
Sus pasos fueron perdiendo fuerza y llego un punto en el que parecía flaquear.
—Ochako, no puedo – gimió temblorosamente – Todo se mueve, estoy demasiado mareado y se me nubla la vista.
—Esta bien – ella le obligó a lanzar su peso sobre su cuerpo.
—Déjame aquí, no puedo seguir – su voz lentamente se fue apagando.
—Solo mantente conmigo – sollozó con firmeza.
Sintió el momento exacto en el que él se desmayó. Su cuerpo se aflojó por completo y casi le llevó contra una pared, pero estaba preparada y pudo mantenerse aún de pie.
Le obligó a pasar los flácidos brazos alrededor de su cuello y por sobre sus hombros, le tomó de la cintura y casi lo cargó, arrastrándolo lentamente.
Todos sus músculos protestaban y el dolor en su espalda era un tormento, pero se negó a detenerse. El instinto le pedía dar una mirada a tras, sin embargo, no dejó de avanzar tan solo con un pensamiento en mente.
Debía salir de ahí como fuera.
—Yo te protegeré Izuku.
[•••]
Los párpados le pesaban enormemente y estuvo luchando varios minutos para abrir finalmente los ojos. La luz era brillante y le cegó por un momento. Sentía la mirada arenosa y cansada por lo que parpadeó un par de veces intentando acostumbrarse a la claridad.
Lo primero que notó era que se encontraba en una habitación blanca, el pitido de una máquina le distrajo y al desviar la mirada notó que se trataba de un aparato para monitorear sus signos.
Estaba en un hospital ¿Qué había pasado?
—Hasta que al fin despiertas perdedor – la voz grave de uno de sus mejores amigos le distrajo. Volteó y miró con sorpresa a Bakugo.
—¿Que… – sentía la garganta rasposa y observó como el rubio se acercaba a la mesita de noche y le servía un vaso con agua. Izuku lo tomó lentamente.
—Estas en el hospital como puedes ver. Estuviste dos días inconsciente.
—¿Dos días? – se sorprendió – Y ¿Qué pasó? Yo… – los recuerdo vinieron de golpe, el pulso se le aceleró – ¿Y Ochako? ¡¿Dónde está Ochako?!
—Oye, baja la voz quieres, apenas se acaba de dormir y estaba tan agotada que no sintió cuando la moví – señaló el sofá que estaba en una esquina de la habitación.
Ahí estaba la figura de su prometida, envuelta en un par de sábanas y de costado, parecía una niña pequeña.
—¿Qué…
—Desde que saliste de cirugía, no ha querido despegarse de tu lado. Iida y Tsuyu tuvieron que convencerla de comer y Shoto le trajo algo de ropa para que tomara un baño aquí.
—¿Cómo? – le miro incrédulo – ¿Lleva dos días en el hospital? ¿Por qué no la llevaron a casa a descansar?
—No sería yo quien se lo pidiera. Estaba demasiado alterada y preocupada por ti. Parecía loca – se rasco una mejilla – La verdad es que fue sorprendente.
Izuku se asombró al escucharle decir aquellas palabras.
—¿El que?
—Cargó contigo tres cuadras hasta la gasolinera y luego nos llamó a Shoto y a mi – carraspeó cruzándose de brazos – Cuando llegamos estaba tratando tu herida con algunas cosas que consiguió en una abarrotería. No se despegó de tu lado en ningún momento. Solo cuando entraste al quirófano.
Izuku sintió como el corazón se le aceleraba y volteó la mirada observando a su novia. Tenia ojeras y lucía pálida. Había cuidado de él, pero él no había podido velar por ella.
—Nadie haría algo así – se dio la vuelta – Tu mujer es sorprendente, cuídala tú ahora.
—¡Si! Gracias Kacchan.
El rubio solo hizo un movimiento de manos y salió de la habitación.
Izuku sonrió mientras lentamente se sentaba. Esperó unos minutos sabiendo que no podía levantarse de una vez. En cuanto los mareos pasaron, intentó ponerse de pie, apoyándose en la cama y la mesita de noche. A pesar de todo sentía el cuerpo estable, aunque la herida ardía. Sabía que forzarla podría ser contraproducente y por dictamen médico debía permanecer en cama hasta una nueva orden, pero se atrevió a dar unos pasos en dirección al sofá donde descansaba su novia, llevando el atril para no desconectar la vía en su brazo.
En cuanto llegó, acomodó las mantas bajo su cuerpo y le dio un beso en la frente. Parecía agotada y se prometió que le compensaría de todas las maneras posibles.
—Estoy bien gracias a ti – le acarició una mejilla – Te amo.
Ochako suspiró y aún en su sueño pareció relajarse. Izuku sonrió.
—Descansa amor. Ahora yo cuidare de ti.
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FIN DEL CAPÍTULO
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NOTAS DEL CAPÍTULO:
Y yo aquí, enamorada de todos estos capítulos IzuOcha.
Lamento la tardanza, pero espero que la espera valiera la pena.
De mis relatos favoritos. Espero que les gustará también.
Besos y abrazos. Nos leemos luego.
13/10/2021
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