.

Advertencias del capítulo: (Lenguaje obsceno)

.

Disclaimer: Attack on Titan y sus personajes NO me pertenece

.

Nota: Esta historia es completa y absolutamente MIA, y no es permitido tomarla sin mi autorización.

.


.

CHAPTER 7

.


SICK PARTNER


.

.

.

.

.

—Todo va a estar bien – susurro en un intento de consuelo, más para sí misma que para alguien más.

Observó el cuerpo tendido en la improvisada cama, la cual consistía en un tapete viejo recubierto con una sábana marrón ligeramente roída. Había recogido un par de hojas y las había envuelto en una de sus camisas y de esa manera adaptó burdamente una almohada. Hubiera deseado tener más cosas a mano, pero debía trabajar con los pocos suplementos que conseguía y una gran cantidad de ingenio.

Miró el rostro sonrojado y agitado de Eren. Su respiración era irregular y aunque había usado su amada bufanda para humedecerle la frente, no conseguía bajarle la fiebre.

Armin había salido para buscar la ayuda de un adulto, pero era muy poco probable que encontrará algo. Eran solo unos chicos huérfanos, sin nada que ofrecer, no tenían ni un centavo y aunque trabajaban diario para sobrevivir, apenas conseguían lo suficiente para algo de comida y alguna que otra prenda de vestir vieja y muy usada.

Pese a que miles de personas habían partido en la misión suicida para recuperar la muralla María, los recursos seguían limitados y pasados los meses, el gobierno dejó de proveerles con lo necesario para sobrevivir. Aunque la mente de los tres seguía fija en ingresar al ejército, aún no tenían la edad necesaria para el reclutamiento y mientras tanto debían hacer lo necesario para tan solo sobrevivir.

Era una suerte que se tuvieran los unos para los otros, porque al menos tenían un hombro en el cual apoyarse cuando el peso de su realidad se volvía insoportable. Eran un equipo, más que eso, un solo ser y los pesares del otro, significaban la desgracia de todos.

Conseguir trabajo se volvía cada vez más difícil, no porque no hubieran, sino porque no eran tareas que pudieran manejar niños de su edad, que apenas tenían la alimentación suficiente para levantarse cada día, más no para nutrirse.

Lamentablemente, dado sus limitadas opciones, habían logrado conseguir un trabajo en un campo de cultivos y lo habían aceptado al instante, considerando al menos que estarían juntos. Mikasa había conseguido un puesto en los campos de cosecha recogiendo cultivos y Armin fue necesario para labrar la tierra, mientras que el trabajo más pesado se lo había llevado Eren, quien tuvo que llevar cada una de las cargas en una vieja y desequilibrada carreta hasta la ciudad y volver repitiendo el proceso, una y otra vez. Aunque Mikasa había intentado postularse para el trabajo también, al tanto de que por su gen era mucho más fuerte, el hombre a cargo se negó a darle siquiera la oportunidad de mostrar su esfuerzo, descartándola solo por ser mujer. Cuando intentó protestar, Eren se interpuso y declaró que tomaría el trabajo sin quejas, aún cuando se requería la fuerza de un hombre para dicha labor.

Aunque intentó tener una palabra con él, para hacerle desistir, el chico la cortó y le dijo que iniciará con su propio trabajo de una vez, considerando que era lo único que habían podido conseguir en una semana. Mikasa había notado la determinación en sus ojos verdes y sabía cuan terco e impulsivo Eren podía ser, por lo que supo que no habría manera alguna de hacerle desistir.

Habían pasado seis días desde que iniciaron, el trabajo era duro y cansado, pero ninguno se había rendido, pese a que no estaban acostumbrados a sobre esforzarse de esa manera. Su trabajador exigía que fueran puntuales por lo que debían estar en el campo en el momento exacto en el que el sol iluminaba el alba y solo tenían treinta minutos de descanso al mediodía donde les proveían de agua y un pan recién hecho. Por la tarde también debían trabajar hasta que el cielo se oscurecía y les tocaba cesar los esfuerzos hasta un nuevo día. Entonces, corrían hasta la ciudad para hacer fila en uno de los albergues esperando encontrar al menos un lugar donde dormir. Si no había espacio, tomaban el poco dinero que habían ahorrado y le pagaban a uno de los graneros, para que les permitiera dormir en los establos. No era el lecho más cómodo, pero les permitía salvaguardarse del frío y cualquier tipo de peligro.

Mikasa había intentado seguir el ritmo de esos días sin ninguna queja o reclamo. No podía darse ese lujo siendo realista y tampoco quería desalentar a sus amigos. Armin era el más débil de los tres y el que terminaba más agotado al final del día, por lo que le permitían descansar mejor y obtener un espacio más cómodo para dormir. Eren había mantenido su optimismo usual, sonriendo de aquella manera que le hacía pensar que todo estaría bien, pero Mikasa había empezado a notar que se volvía más lento y mucho menos entusiasta.

¿Por qué no había percibido lo agotado que estaba?

Cuando le preguntaba por su estado, Eren la ignoraba o cambiaba el tema, debió haber sido el primer indicio de que algo estaba mal.

No fue hasta que habían tenido que buscar refugio en una granja al no encontrar espacio en ningún albergue y mientras entraban, Eren había caído de pronto, agotado y temblando a los pies de ambos. Estaba prendido en fiebre y casi no podía mantener los ojos abiertos, seguramente había estado sintiéndose mal durante todo el día, pero se había negado a hacérselos saber.

Mikasa sorbió su nariz, mientras le acariciaba el humedecido cabello.

—E-ren… – su voz tembló, incapaz siquiera de poder hablar.

Tenía tanto miedo. Siempre debía ser la más fuerte, era el pilar del grupo, mientras Armin era inseguro y tímido, y Eren era impulsivo y demasiado impetuoso, ella debía mantenerse serena y centrada. Debía ser la más lógica, la más sensata y la más madura de los tres.

Sin embargo, también era presa de sus emociones y no podía evitar que estás mismas se descontrolaran cuando se trataba de Eren.

—Tu, tonto… – gimió, su mirada se humedeció y apenas pudo parpadear las lágrimas en sus ojos – ¿Por qué no dijiste que te sentías mal?

Escuchó los gemidos y gruñidos que el chico profería, había empezado incluso a delirar nombrando a su padre y madre. La fiebre no remitía y Eren empezó a temblar. Mikasa quitó la cálida bufanda de su frente y la humedeció con agua fresca antes de volver a ponerla.

Armin llevaba fuera por más de una hora, empezaba a preocuparse, pero no podía moverse de ahí tampoco ¿Por qué les pasaba eso?

—Eren, despierta por favor – suplicó suavemente, el chico se quejó entre dientes – Yo… no puedo… – tembló, demasiado asustada ¿Qué se supone que debía hacer?

No tenían medicinas, ni dinero para comprarlas. Nadie les ayudaría y la enfermedad de Eren no cesaba ¿Acaso era muy grave? Intentó recordar los cuidados que le daba papá cuando uno de ellos enfermaba, pero no podía permanecer impávida y apenas lograba rememorar lo esencial, demasiado emocional como para mantener la cabeza fría.

Solo sabía que debía bajar la fiebre a como diera lugar.

Continuó cambiando la bufanda. Transcurrió otra hora y no tuvo ninguna mejora.

Armin llegó, en un mar de lágrimas al no poder conseguir ayuda. Mikasa le consoló, intentando fingir fortaleza mientras le mandaba a descansar.

—Pero no puedo… Eren está enfermo y…

—No ayudará en nada que ambos permanezcamos despiertos – le cortó con cierta dureza – Tienes que recuperar energías.

El chico aceptó sus palabras entre lágrimas y al fin de cuentas se acostó a dormir, aunque tuvo bastante dificultad para conciliar el ceño.

Durante el resto de la noche, Mikasa permaneció al lado de Eren cambiando su bufanda y dándole pequeños tragos de agua para mantenerlo hidratado. Fue casi al amanecer cuando la fiebre del chico empezó a remitir.

Las lágrimas llenaron los ojos de la morena mientras volvía a cambiar el paño ligeramente caliente. Las manos le ardían un poco al contacto con la tela y por cada retorcida que hacía. Sus ojos pesaban y su espalda empezaba a protestar, pero se negó a dar un paso hacia atrás.

—Despierta Eren… no puedes dejarme, eres mi única familia – gimoteo destrozada – Tu y Armin son mi única familia.

Pasaron algunas horas antes de que la temperatura de Eren finalmente se estabilizará, Mikasa inhaló profunda y trémulamente mientras palpaba su piel fresca. Notó el nudo intenso en su garganta y apenas pudo detener un sollozo cuando observó como aquellos ojos que tanto amaba empezaban a abrirse.

—¿Mi-kasa? – escuchó su voz temblorosa y mucho más ronca, mientras él intentaba enfocar una mirada en ella.

La morena jadeó y se inclinó con los brazos extendidos hasta que estos mismos rodearon el cuerpo delgado y tembloroso del chico.

—Eren… – gimoteo suavemente.

Lágrimas calientes le inundaron sus ojos y esta vez no las detuvo.

—Mikasa ¿Q-qué sucede? – susurro él confundido. La morena respiró profundamente y le tomó de los hombros alejándolo lentamente.

—Nada – se apresuró a limpiarse las mejillas – Todo está bien ahora – y sonrió con dulzura.

Porque todo estaba bien en su mundo siempre y cuando pudiera verse reflejada en esos brillantes y cálidos ojos verdes.

.

.

.

.

.


FIN DEL CAPÍTULO


.

.

NOTAS DEL CAPÍTULO:

Mucho más tarde de lo esperado. Lamento la tardanza y que ayer no pudiera subir el capítulo, pero no logré revisarlo y no quería solo entregarlo así.

Bueno, está Mikasa pequeña con su amado de ojos verdes tiene mi corazón, me imagino el miedo y la angustia, esta tan pequeña y finge algunas veces ser fuerte ¿Cuántos escenario así pudieron pasar nuestros chicos? Corazón roto.

Espero que les haya gustado. Vamos a paso lento, pero firme. Gracias por seguir la historia y leer mis pequeños relatos, solo faltan 23!!!!!

Nos leemos mañana, besos y abrazos.

11/10/2021

.

.