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Advertencias del capítulo: (Lenguaje obsceno)

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Disclaimer: Attack on Titan y sus personajes NO me pertenece

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Nota: Esta historia es completa y absolutamente MIA, y no es permitido tomarla sin mi autorización.


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CHAPTER 12

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PROMISE RINGS


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—¿Cómo supiste que era el momento correcto? – Eren miró a Armin con el ceño ligeramente fruncido. El chico estaba sonriente, mientras observaba la pista de baile.

—¿Como dices? – ni siquiera le ponía atención, pero no se molestó y en cambio volvió a hacerle la misma pregunta.

—¿Cómo lo supiste? ¿Cómo sabías que era el momento correcto?

—¿De que hablas Eren? – los ojos de su amigo finalmente se fijaron en los suyos, el moreno se cruzó de brazos y suspiró. Un rubor ligero le abarrotó las mejillas y agradeció la poca iluminación del lugar mientras observaba la mirada azulada.

—Pedirle matrimonio a Annie.

—Ahh – una enorme sonrisa se deslizó por sus labios.

Ambos estaban sentados en una de las tantas mesas distribuidas estratégicamente alrededor del salón. La decoración era exquisita y todo había salido perfectamente.

Eren nunca había ido a una boda, Armin era su primer amigo en casarse. Creyó que estaban demasiado jóvenes, ni siquiera llegaba a los treinta y establecerse parecía algo demasiado permanente. Nunca comprendió porque Armin se había embarcado en aquella relación tan abiertamente. Eren no se consideraba a si mismo un hombre cínico, pero no podía evitar pensar que aún tenía demasiadas opciones y aquella era sin duda una decisión importante ¿Cómo sabría que había tomado la elección correcta? ¿Y si se arrepentía luego? Tampoco había encontrado a alguien aún que le hiciera querer caer de cabeza tan profundamente. Lo había visto en los ojos de Armin, ese sentimiento que parecía nublar todo, que absorbía, que llenaba, la seguridad de que estaría bien. Al menos había pensado así antes de ella.

Había tenido unas cuantas relaciones, pero ninguna fue realmente memorable, justo cuando empezó a considerar que talvez una relación estable no era lo suyo la había conocido. Ambos tuvieron que trabajar juntos para la unificación de sus empresas. Mikasa le había parecido preciosa desde un inicio y captó completamente su atención, pero nunca se había involucrado con una compañera de trabajo y no era algo que deseara experimentar. Sin embargo, mientras más tiempo pasaban juntos, más atraído se sentía. Tenían muchas cosas en común y pronto comprendió que no podía sacarla de su cabeza.

Era un adulto ya y como tal, decidió abordar el tema directamente. Le confesó que le gustaba y la respuesta de Mikasa fue gratamente satisfactoria. Un beso puso a prueba su control y esa misma noche tuvieron una cita. Mientras esperaban la cena, Mikasa le observó a los ojos, llevaba un vestido rojo ceñido al cuerpo y sus piernas cruzadas eran una distracción

—¿Qué esperas de esto?

Su pregunta le tomó desprevenido y agradeció no estar bebiendo nada, por miedo a derramarlo. No había esperado que ella sacará el tema y eso le dejo muy fuera de su zona de confort. Mikasa sonrió y se inclinó tranquilamente.

—Solo se sincero – le incitó.

Eren lo pensó unos segundos. La mujer le encantaba mucho y quería seguir viéndola fuera del trabajo, no sabía a qué les llevaría ese encuentro o su relación en sí, pero quería descubrirlo y fue exactamente lo que le dijo.

Mikasa se limitó a sonreír mientras tomaba vino de su copa. Charlaron por algunas horas, conociéndose más profundamente. Esa misma noche terminaron en su apartamento, con las sábanas revueltas y la ropa de ambos esparcida por todo el lugar.

Esperó sentirse incómodo a la mañana siguiente, pero sorprendentemente no fue así, y en su lugar, le ofreció verse esa noche también.

Su idilio fue tranquilo en un inicio, ambos se divertían y aprendían del otro, no había ninguna relación establecida y creyó que estaría bien así, hasta que empezó a anhelar otras cosas. Mientras más conocía a Mikasa, más se sentía seducido por ella, le gustaba en todas sus formas, desde la eficiente contadora de moño apretado y trajes formales, hasta la hermosa mujer de vestidos encantadores que le observaba al otro lado de la mesa, la sirena que le seducía algunas noches, haciéndole caer en una espiral de deseo y pasión era sin duda su favorita, pero también le cautivaba cuando despertaba en sus brazos por las mañanas, con la melena alborotada y los ojos adormilados.

Se dio cuenta rápidamente que era más que solo atracción y el anhelo creció en su interior, día tras día, hasta que no pudo detener el cúmulo de sentimientos que tenía atrapados en el pecho.

—¡Se mi novia! – su exclamación tuvo varias cabezas girando en su dirección. Eren sintió como el rostro se le encendía, pero no apartó la mirada de aquellos hermosos ojos ónice.

—Eren…

—Quiero una relación formal y estable contigo… quiero más Mikasa. Se mi novia – una sonrisa pequeña hizo temblar los labios femeninos. Estaban en su hora de almuerzo y la había invitado a un restaurante de lujo. Mikasa dejó el tenedor a un lado y extendió una mano, Eren la tomó al instante, aferrándose a sus dedos con fuerza.

—Creí que ya lo éramos – parecía divertida y no podía comprender porque, mientras la observaba atónito.

—¿Cómo?

—Si, digo… – carraspeó luciendo repentinamente avergonzada –. Creo que cruzamos la línea hace meses, esto no es en lo absoluto una relación informal cariño.

—Ohhhh…

—Pero aún así es importante – le guiñó un ojo mientras soltaba su mano – Ya sabes, con esto lo oficializamos.

Eren la miró fijamente, se levantó y se inclinó bajó su sorprendida mirada para besarla tan profundamente que marcó sin titubeó, un antes y un después.

Ahora, luego de una relación de cuatro años no cabía duda, amaba profundamente a Mikasa y no quería pasar un momento más de su vida sin ella.

Miró a su amigo con el ceño fruncido, fastidiado por la manera en la que observaba a su novia en lugar de contestarle.

—¡Armin!

—¡Solo lo supe Eren! – le dijo encogiéndose de hombros, la sonrisa en su rostro era contagiosa y una prueba más de lo feliz que era – Fue solo así, llevaba tiempo rondando mi cabeza ¿sabes?... Annie es lo mejor que me ha pasado y yo solo… me di cuenta un día de que no quería estar lejos de ella un segundo más, así que salí y compre el anillo.

—¿Así nada más? – le preguntó extrañado.

—Si… – el rubio suspiró con felicidad – Es una locura, pero no sé supone que sea razonable. Nada de lo que siento lo es realmente, solo sé que la amo Eren y que ella es la indicada – volvió la mirada a la pista.

Eren bufó y fijó la mirada también en el centro del salón. Habían adaptado una pista de baile y un grupo de chicas parecían estar disfrutando bastante la fiesta. Una sonrisa se deslizó lentamente por sus labios mientras su mirada era atrapada por la curvilínea y elegante figura de su novia.

Mikasa llevaba un vestido azul, era el color que Annie había elegido para las damas de honor y aunque la chica se había quejado de que el tono la hacia lucir mal, para Eren era la mujer más hermosa en todo el salón. Su peinado había sido un recogido de trenzas perfectamente elaboradas, pero horas después, apenas colgaba desafiando la fuerza de la gravedad. La observo reírse mientras bailaba con sus amigas, sus pies descalzos y los tacones descansando a un lado de su silla. Parecía un poco ebria y no paraba de moverse de un lado a otro, meneando las caderas y dando vueltas. La sonrisa en sus labios se extendió, disfrutando gratamente solo por el simple hecho de verla feliz.

—Solo hazlo Eren – Armin apoyó una mano de su hombro mientras se levantaba – No lo pienses demasiado, no te arrepentirás.

—¿Adonde vas? – esquivó su pregunta y le miró rodear la mesa.

—A buscar a mi novia – el chico sonrió mientras avanzaba a la pista también.

Los invitados aplaudieron mientras Armin tomaba en brazos a Annie y le plantaba un beso.

Eren observó fijamente a su novia mientras Mikasa se acercaba a él, la chica se sentó en sus piernas y le abrazó, haciéndole hundir el rostro en su escote.

—Mikasa – musitó divertido – ¿Tomaste mucho?

—No lo hice – se defendió al instante –. Estoy muy bien amor.

Sabia que no era así, ella tendía a ponerse mucho más cariñosa luego de algunos tragos.

—¿Quieres irte a casa? – le acarició la cadera.

—Si – hizo un puchero – Quiero que estemos a solas – el suave murmullo de su voz fue suficiente para ponerlo en sintonía.

—Vamos entonces – Eren le dio una cachetada ligera en la cadera instándole a levantarse.

—¿No vamos a despedirnos de Annie y Armin? – indagó mientras la tomaba de la mano. Eren agarró sus tacones con los dedos, tomó el pequeño bolso y la obligo a colgárselo antes de cargarla. Mikasa gimió sorprendida.

—No creo que siquiera noten que nos vamos – apenas dio una mirada a la pareja acaramelada en la pista de baile.

—¡Puedo caminar!

—Y yo puedo cargarte – le informó rápidamente. Mikasa intentó protestar, pero el moreno no le hizo caso y siguió su camino hasta el estacionamiento.

Eren observó a su novia dormir, mientras se sentaba en la cama, había tomado una ducha para refrescarse, pero Mikasa había caído agotada en cuanto terminaron de hacer el amor.

Acomodó la sábana sobre sus pechos desnudos, aquella era una tentación demasiado grande y sabía que estaba cansada por lo que lo mejor era permitirle dormir.

Se inclinó y abrió el pequeño cajón de la mesita de noche. Una cajita de terciopelo descansaba al fondo y no dudo en sacarla y observar su contenido. Se trataba de un pequeño anillo de plata. Tenía un piedra tornasol en la punta y estaba adornado con otras más a los lados, era sencillo y de hecho, esa había sido la razón por la que le había gustado tanto. Lo tomó y lo inspeccionó lentamente, parecía aún más pequeño entre sus dedos. Observó a Mikasa y tomo una de sus manos antes de inclinarse y besarle los nudillos.

El anillo llevaba demasiado tiempo en aquel cajón y aún no había encontrado el momento para dárselo, pero luego de aquella noche lo había comprendido finalmente. No era el momento, sino la persona correcta y esa era Mikasa.

Ella era el amor de su vida y no podía esperar un segundo más para tenerla a su lado.

Las noches que se quedaba en su apartamento ya no bastaban y las horas a su lado empezaban a parecer cortas, la quería más de lo que jamás había querido algo y su amor por ella le llenaba el pecho con una intensidad tal que solo se sentía completo a su lado.

No podía esperar más, no quería hacerlo. Se negaba a dejar pasar otro día sin haber expuesto sus verdaderos deseos.

Deslizó el anillo lentamente por su dedo anular. Mikasa apenas suspiró, demasiado agotada como para imaginar lo que sucedía. Eren volvió a darle un beso, está vez sobre el anillo que sellaba el próximo paso en su relación.

—Te amo nena.

Sabía que Mikasa estaría aturdida a la mañana siguiente al ver el anillo, pero no dudaba de su respuesta, porque ellos eran el uno para el otro y debían estar juntos.

No podía ser de otra manera.

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FIN DEL CAPÍTULO


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NOTAS DEL CAPÍTULO:

12.- Anillos de promesa.

Me imagino que pedir matrimonio no ha de ser sencillo y los temores siempre existen. Admiro a los hombres por eso y era evidente que Eren tendría sus dudas, así que ¿Qué les pareció?

Espero que les haya gustado como siempre, gracias por el apoyo mis bellas y bellos. Los amo, besos y abrazos.

20/10/2021

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