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Advertencias del capítulo: (Lenguaje obsceno)
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Disclaimer: Attack on Titan y sus personajes NO me pertenece
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Nota: Esta historia es completa y absolutamente MIA, y no es permitido tomarla sin mi autorización.
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CHAPTER 13
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BATH TIME
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Mikasa entró a su apartamento, haciendo maniobras con su bolso, su tupper ya vacío, las llaves del auto y de la casa. Nunca había sido muy buena para cargar cosas, de hecho lo detestaba, por lo que en cuanto cerró, buscó dejarlo todo en la mesita en la entrada y se quitó los tacones, acomodándolos a un lado.
Los pies le dolían, había sido un día ajetreado en la oficina y tuvo que presentar varios proyectos a los inversionistas y diferentes empresas, lo que la llevó de un lado a otro. Quería tomar un baño, algo sencillo para cenar y luego recostarse a descansar. Sus sábanas suaves y los almohadones en su cama eran el mejor plan para un viernes en la noche.
Acomodó las llaves en su lugar y arrastró los pies por el pasillo de la entrada, se detuvo cuando ingresó a la sala y su mirada cayó en la figura enorme y oscura en el sofá más grande.
Frunció el ceño mientras se acercaba, extrañada porque las luces aún estuvieran apagadas. Encendió el interruptor y toda la estancia se iluminó permitiéndole tener una visión más clara de su prometido.
Su mirada se suavizó mientras avanzaba lentamente. Se puso de cuclillas y observó el perfil masculino de Eren. Las ojeras bajo sus ojos eran un signo claro de cansancio, tenía el cabello alborotado y un poco sucio y le parecía ver algunas manchas en sus mejillas, su uniforme debía estar igual y las botas estaban terriblemente sucias sobre el cuero del sofá. Debería estar molesta, pero en su lugar, acarició con dulzura su flequillo mientras una pequeña sonrisa se deslizaba en sus labios.
Eren había crecido solo luego de que sus padres murieron cuando era apenas un adolescente. Había tenido que sobrevivir por su propia cuenta desde pequeño al no tener ningún familiar que pudiera ser responsable de él. El estado había intentado ubicarlo en varias casas hogares, pero Eren se escapaba e intentaba pasar desapercibido para no ser atrapado de nuevo. Había sido así hasta que cumplió la mayoría de edad y solo entonces había retomado sus estudios.
Se conocieron por casualidad, mientras ella supervisaba una construcción para la que él trabajaba. No había sido amor a primera vista, pero Mikasa se había sentido motivada por su esfuerzo. Pese a que sus vidas eran bastante diferentes, realmente empezó a interesarse en Eren y con el tiempo ese mismo interés se convirtió en atracción.
Sus amigos continuamente le decían que no debía involucrarse con un perdedor, que ella era más y que debía aspirar a más, pero Mikasa había decidido hacerse a un lado, mientras su corazón se abría. Eren era un luchador e intentaba continuamente salir adelante. Nunca había conocido a nadie que desafiara tan duramente la vida y su esfuerzo era inspirador. Se había enamorado antes incluso de poder evitarlo y una vez en ese punto, no quiso dar vuelta atrás.
Nunca se había sentido tan bien como cuando estaba con él, amarlo era natural y a su lado sabía que solo había seguridad. Sus brazos eran cálidos y cada vez que Eren la rodeaba podía sentir con todo su ser que aquel era el lugar al que pertenecía. Porque era suya antes incluso de saberlo. Nunca había sido una elección, tan solo era el destino.
Luego de tres años de noviazgo, habían empezado a vivir juntos. Una noche mientras estaban viendo una película, Eren le había confesado que quería seguir sus estudios, para ser digno de ella. Mikasa le llamó tonto y le ignoró, pero el hombre parecía decidido y le dijo que era una meta personal. Al ver la importancia de su decisión, Mikasa decidió apoyarlo. Aún le molestaba que Eren sintiera la necesidad de llegar más lejos solo por lo que la gente pudiera decir al verlos juntos, pero también comprendía que aquello le ayudaría a crecer como persona y también dentro del ámbito laboral. Claro que no había esperado que él decidiera ingresar a la academia de policías de Tokio.
—¿Por qué no puedes ser ingeniero o doctor? – le preguntó mientras le observaba vestir su uniforme por primera vez. Apenas empezaría la academia ese día y su sonrisa de entusiasmo iluminaba por completo toda su expresión.
—No me gusta. Siempre he querido ser un oficial de la ley – terminó de arreglarse la camisa y empezó a luchar con la corbata, hasta que hizo un nudo de aspecto imposible – ¿Qué tal me veo? – volteó y la observo con emoción.
Mikasa suspiró y le deshizo el nudo lentamente, con la mirada fija en la corbata.
—¿Mikasa? ¿Qué sucede? – él tomo sus manos, deteniéndola.
—Nada – negó
—¿Entonces? – la miró un largo momento –. ¿No quieres que vaya?
—No es eso – le observó a los ojos –. Es solo que… – vaciló un momento, dejando la corbata bien amarrada y alejándose un paso, Eren la tomó de la mano y la obligó a acercarse de nuevo, deslizando las manos por su cintura.
—Dime amor… ¿Qué sucede? Cuéntame, por favor, no te cierres.
—No es que no quiera que sigas avanzando – suspiro y le acarició una mejilla –. Estoy muy orgullosa de ti y quiero apoyarte, pero… tengo miedo.
—¿De que? – Eren frunció ligeramente el ceño.
—Ser policía es un trabajo difícil y puedes salir lastimado – apoyó las manos en su torso y le acarició con ternura, antes de dejar caer la frente contra él – No quiero que te pase nada malo.
—¿Es en serio? – escuchó la risa en su voz.
—No es gracioso – levantó la mirada molesta.
—No lo es… pero ¿De verdad crees que permitiría que algo me sucediera luego de encontrarte? – tomó sus manos con suavidad –. No te librarás tan fácilmente de mí, amor.
—Tonto – su mirada se puso ligeramente vidriosa, pero se apresuró a parpadear – No quiero librarme de ti.
La morena sonrió, mientras observaba divertida el ahora deteriorado estado de su prometido. Había transcurrido un año desde que estaba en la academia y justo en ese momento estaba en su entrenamiento práctico, lo que terminaba con Eren totalmente agotado.
Aquella escena era usual las últimas semanas, pero intentaba ser comprensiva, no quería darle aun más presión de la que ya tenía y de verdad estaba orgullosa de su continuo esfuerzo. Apenas faltaban dos semanas para que fuera finalmente titulado y luego de eso sería calificado para poder enfrentar los trabajos reales en la calle. Aún seguía asustada al pensar en él haciendo un trabajo peligroso, pero había decidido confiar en Eren y debía ser fuerte para él.
—Eren – llamó con dulzura, poniendo una mano en su hombro y moviéndolo suavemente.
—Mmmm…
—Despierta amor – Mikasa se inclinó y depositó un suave beso en sus labios entreabiertos –. Eren, tienes que levantarte.
—Estoy cansado – musitó con un puchero.
—Puedo verlo, tendrás que lavar los muebles este fin de semana otra vez.
—No quiero – se quejó.
—Levántate, vamos. Necesitas tomar un baño – apoyó una mano en su espalda y la acarició con ternura.
—Mikasa…
—Vamos – le dio una cachetada en el trasero – Estoy hablando en serio amor. Tienes que tomar un baño, comer algo e ir a la cama.
—Voy… – gimió enfurruñado.
—Apúrate.
—Te dije que ya voy – soltó con los ojos cerrados mientras se apoyaba en sus manos para levantarse.
Mikasa no se molestó por su respuesta mientras lo observaba entretenida. Eren siempre era así, tan caprichoso e infantil, le dio otra nalgada lo cual le hizo gruñir. Lo miró fijamente mientras se sentaba, los brazos descansando desmadejados sobre sus piernas abiertas, los ojos aún cerrados y Eren luchando por abrirlos. No debería divertirse a su costa, pero realmente le causaba una inmensa ternura verlo de esa manera.
—Vamos cariño – tomó su mano suavemente mientras se ponía de pie.
—¿Cómo te fue hoy? – que le preguntara fue significativo para ella. Estaba segura que se encontraba agotado y aún así, parecía realmente interesado en lo que pudiera decirle. Eso le hizo darse cuenta una vez más de que Eren era sin duda su mejor elección.
—Estuvo bien, creo que mejor que el tuyo.
—Eso sí – soltó una sonrisa pequeña y asintió.
Eren se forzó a si mismo a levantarse. Mikasa le hizo pasar un brazo por su cuello y lo guió por el pasillo. Era mucho más alto y grande que ella, por lo que fácilmente podía llevarla al suelo y Eren era consciente de ello, pues no dudaba en apoyar solo el peso mínimo sobre su cuerpo. Ambos se tambalearon un par de veces, pero rápidamente llegaron a su dormitorio.
Mikasa lo llevó al baño y le instó a apoyarse contra la puerta antes de desvestirlo.
—Puedo solo – susurró abriendo los ojos.
—Yo sé – Mikasa sonrió y le dio un beso en el pecho desnudo – Déjame cuidarte – y siguió luchando para quitarle el pantalón.
Cuando estuvo desnudo, se apresuró a llenar la bañera, aquella había sido sin duda una de las razones por las que había escogido ese apartamento. Era un espacio perfecto, si; pero sobre todo tenía una enorme tina de porcelana donde los dos cabían perfectamente. Mikasa se apresuró a quitarse la ropa y luego tomó la mano de Eren y le haló lentamente.
—Ven, vamos a tomar un baño – susurró. El moreno asintió y la siguió sin ninguna queja.
Mikasa le hizo ingresar a él primero, lo acomodó hasta que sus pies descansaron sobre la porcelana, luego le instó a inclinarse un poco, metiéndose en el pequeño espacio que quedaba. Tomó los hombros masculinos y le hizo recostarse hasta que su cabeza descansó en sus senos desnudos.
—Mmmm.
—¿Te gusta? – susurró rociando agua sobre su torso. Eren sonrió suavemente e inclinó la cabeza mirándola con sus ojos cansados.
—Me conscientes demasiado.
—¿Debería dejar de hacerlo? – se burló tomando un poco de jabón líquido y esparciéndolo por su abdomen.
—No te detengas nunca nena.
—Eso pensé – le plantó un beso en el hombro. El moreno apoyó una mano en su pierna, que estaba a un lado de su cadera y la acarició con suavidad.
— Mikasa…
—Quieto chico – le dio un golpe suave, más bien burlón en la mano –. Estás muy agotado para eso – se rió entre dientes.
—Nunca muy cansado amor.
—No está noche – le aclaró ciertamente tentada. Aunque quería, ambos estaban demasiado agotados –. Tomaremos un baño, voy a pedir algo de comer y luego vamos a la cama.
—Bien…
—A dormir – le dijo rápidamente. Escuchó como chasqueaba los dientes y no reprimió la sonrisa en sus labios mientras seguía enjabonando su cuerpo.
—Eres malvada.
—Y así me amas – apoyó las manos en su espalda y le hizo inclinarse nuevamente –. Te voy a lavar el cabello.
Se esmeró en enjugar todo su cuerpo y luego hizo lo mismo con mucha más rapidez cuando se trató de su propia piel. Le pidió a Eren que se levantará y ambos se movieron a la ducha para meterse bajo el chorro.
Eren parecía mucho más animado luego del baño y Mikasa tuvo que escapar de sus brazos cuando la besó, intentando atraparla entre los azulejos y su fuerte cuerpo. Escuchó como se quejaba, pero no cedió mientras se envolvía en una toalla y salía del baño.
Pidió algo de comer a domicilio y se puso una pijama. Estaba vestida cuando Eren salió del baño. Sus ojos verdes la recorrieron lentamente y observó el puchero que se instalaba en sus labios.
—Debes vestirte. Pedí algo y no tardará en llegar – buscó en el armario y le sacó un pantalón de pijama.
—Mmmm…
—¿Estas molesto? – le observó divertida.
—No – ni siquiera le dirigió una mirada mientras se sentaba en la cama.
—¿Estas seguro?
—Mmm.
—Eren – se cruzó de brazos – También quiero hacer el amor contigo, pero ambos estamos agotados.
El pelicafé suspiró y termino de vestirse. Extendió la toalla que había usado y luego se recostó en la cama, la miró y volvió a suspirar.
—Ven aquí – le pidió suavemente.
—¿Sigues molesto? – alzó una ceja, pero no dudo en avanzar hacia él.
—No estoy molesto, solo quiero abrazarte.
—Eres un berrinchudo – Mikasa sonrió y se acostó a su lado, los brazos de su prometido le rodearon al instante y él la apego a su costado, la morena enterró en rostro en su pecho, su piel seguía fresca por el baño y olía muy bien.
—Es tu culpa – sonrió pícaramente – Y así me amas.
No le sorprendió que le devolviera sus palabras, en su lugar se sintió francamente traviesa.
—Así te amo – concibió, luego se inclinó y depositó un beso en su torso –. Pedí una pasta alfredo para ti.
—Delicioso.
—Lo sé – encogió un hombro – Y una pasta de pollo con pesto para mí.
—También se escucha sabroso.
—¿Compartimos?
—Claro – ambos escucharon el sonido del timbre. Mikasa se levantó y se encaminó hacia la puerta, Eren la siguió.
—Yo voy por la comida – dijo ella.
—Y yo por algo de tomar.
Pocos minutos después volvieron a encontrarse en la habitación. Comieron mientras veían una película, luego llevaron los trastes sucios a la cocina y los lavaron juntos, Eren se aseguró de cerrar la puerta, mientras Mikasa ordenaba todo lo demás y programaba la cafetera para tener café listo para la mañana siguiente cuando despertarán.
Se lavaron los dientes juntos y de igual manera se fueron a la cama. Un beso corto, desató otros más subiendo la temperatura de ambos, pero la morena fue firme y se alejó, aclarándole que esa noche solo dormirían.
Ambos cayeron rápidamente en un profundo sueño, en cuanto las luces se apagaron, en los brazos de otro sabían que no había lugar más seguro.
Solo un futuro lleno de amor y posibilidades.
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FIN DEL CAPÍTULO
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NOTAS DEL CAPÍTULO:
13.- Hora del baño
¡Quiero un Eren o para variar, una Mikasa —hombre— en mi vida!
Me gusta la parte de la elección correcta me hace pensar que en verdad ellos eran almas gemelas en AOT, pero que al encontrarse en un mundo actual, tan diferente y como sabemos que es, que ellos tengan decisión aún cuando creo que siempre será el destino. Ellos se pertenecen en todas las vidas.
Espero que les guste y me encantaría leerlos, gracias por su apoyo, besos y abrazos.
21/10/2021
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