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Advertencias del capítulo: (Lenguaje obsceno)

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Disclaimer: Attack on Titan y sus personajes NO me pertenece

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Nota: Esta historia es completa y absolutamente MIA, y no es permitido tomarla sin mi autorización.

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CHAPTER 14

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SOULMATES


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—¿Cómo crees que salga todo? – susurró mientras se inclinaba a su lado, observando la manera en la que sus dedos se movían con agilidad sobre el teclado.

—Todo está muy bien, casi estoy terminando – Armin Arleth, su mejor amigo, le dio una mirada por sobre el hombro, sonrió y devolvió la atención al programa que estaba preparando.

Eren Jaeger suspiró, secándose las manos sobre su pantalón de vestir. Estaba más nervioso de lo que podía admitir. Finalmente, y luego de mucho tiempo y esfuerzo, había visto los frutos de su continuo trabajo. Su jefe le había llamado tres días atrás a su oficina, para comunicarle que le dejaría a cargo la presentación del proyecto que marcaría sin duda un inicio en su carrera. No sabía mucho al respecto, pero no dudo en aceptar el reto y empaparse de toda la información necesaria para su presentación. Había estudiado cada palabra que diría y se preparó mentalmente para cualquier pregunta o imprevisto que pudiera aparecer. No estaba dispuesto a perder aquella oportunidad y su mirada estaba fija en obtener aquel proyecto para la empresa y ser valorado como potencial negociador a partir de ese día.

—Todo está listo – Armin suspiró y se levantó de la silla mostrándole la presentación. Había sido él quien se encargó de cada una de las diapositivas que necesitaría y Eren había confiado ciegamente en su trabajo, no por nada era el mejor programador de todo el edificio.

—Eres un genio Armin – le pasó un brazo por los hombros y le plantó un beso en el cabello. El rubio se rió y se soltó de sus brazos con una sonrisa.

—Oye ¡Calma amigo! Guarda esa efusividad para la presentación.

—Tienes razón – Eren respiró profundamente -- ¡Mierda! No quiero arruinarlo Armin.

—No te preocupes, no hay manera alguna en que lo hagas. Estudiaste para esto y eres el mejor en tu campo, solo tienes que confiar en ti mismo.

Sus palabras trajeron una sensación de paz a su pecho. Eran mejores amigos desde la primaria, pero nunca dejaba de sorprenderle el constante y desinteresado apoyo que recibía de Armin. Sin duda era más que un amigo, era su hermano del alma.

—Muy bien – suspiró y luego permitió que una sonrisa se deslizara por sus labios –. Estoy listo.

—Te estaré deseando suerte desde mi oficina – el rubio apoyo una mano en su hombro –. No te vayas a bloquear, recuerda que esto es lo que querías y ponte de meta las puertas que se abrirán luego.

—Gracias amigo

Eren asintió y luego se apresuró a guardar todos los documentos que necesitaría en su maletín. Se aseguró de llevar las copias del informe que había realizado y todos los implementos que utilizaría además de su computadora portátil. En cuanto terminó, miró a Armin una vez más y sonrió cuando notó que tenía elevados ambos pulgares. Negó con la cabeza, divertido y salió de la oficina.

Transcurrió alrededor de media hora mientras ordenaba todo lo pertinente a la presentación en la sala de conferencias, estaba verificando la presentación cuando una de las secretarias le avisó que los inversionistas estaban llegando.

Estaba bastante nervioso, pero lo escondió bajo una expresión de autosuficiencia mientras observaba la silueta de su jefe atravesar las puertas de la única entrada.

—¿Todo listo? – el tipo se veía un poco ansioso, Eren asintió y volteó hacia la mesa donde tenía ubicada su laptop.

Encendió el proyector y verifico que todo estuviera en orden. Inhaló profundamente antes de voltear.

—Buen día – escuchó que decían con un marcado acento estadounidense. Eren sonrió y observó de frente a un señor de cabello cenizo e intensos ojos azules.

—Buen día, un gusto. Pueden tomar asiento – le indicó mientras observaba las otras figuras tras el corpulento hombre.

Habían dos hombres más y tras ellos le pareció ver la figura indudablemente curvilínea de una mujer. Cuando los caballeros finalmente tomaron lugar, Eren se encontró con los más dulces y encantadores ojos ónice.

La sensación en su interior fue peculiar y le dejo por un momento desconcertado. Fue como si su corazón hubiera dado un vuelco y un singular calor se extendió en su pecho lentamente.

Era una mujer alta y delgada, su cabello negro era liso y brillante, atrapado en un moño flojo, tenía un flequillo alborotado que le daba un aire coqueto a su rostro. Su tez era pálida y perfecta, y sus labios pequeños, llenos y rosáceos llamaron su atención por más tiempo del debido. Era una preciosura y Eren sintió como el nudo en su pecho subía por su garganta.

Un carraspeó mal disimulado le devolvió al presente. Entonces se dio cuenta que se había quedado viendo a la potencial cliente bajo la mirada de todos los presentes en la sala. Volteó con rapidez mientras intentaba tragar a duras penas el nudo que le impedía hablar.

—Buenas… – carraspeó apenas y volteó a su vez, sonriendo ligeramente, todo el rostro le ardía, pero se negó a dejarse manipular por algo tan burdo como la vergüenza, en este punto tampoco tenía muchas opciones – Mi nombre es Eren Jaeger y voy a…

Uno de los hombres, alto y castaño se inclinó sobre la mujer y empezó a susurrarle.

La presentación duro alrededor de una hora y media, tiempo que se vio interrumpido cuando un equipo de catering ingreso con bocadillos y bebidas. Cuando finalmente finalizó, Eren tomó su tercera botella de agua y dio un largo trago. Sentía la garganta seca, pese a que había engullido bastante agua. Miró una vez más como el sujeto volvía a inclinarse sobre la hermosa chica.

—¿Tienen alguna pregunta? – indagó por séptima vez. Observó que una mano se alzaba y para su sorpresa la hermosa morena intentó participar por primera vez.

—¿Si? – esperó mirándola a los ojos. Ella presionó los labios y luego ladeó ligeramente el rostro antes de voltear hacia el hombre a su lado, le observó susurrar algo a lo que el tipo asintió. Eren se preguntó al instante si ellos eran pareja.

—Ella dice que…

Transcurrió media hora en la que el Jaeger se apresuró a aclarar cualquier duda. La chica sonrió cuando le pregunto directamente si había entendido y no asintió hasta que el hombre le susurró nuevamente al oído.

El almuerzo llegó pocos minutos después y todos se acomodaron en su asiento. Eren esperaba salir de ahí cuanto antes, hasta que su jefe le instó a sentarse a su lado.

—Bien hecho Eren – susurró apenas lo suficientemente alto para que solo él lo escuchará.

—Gracias.

—Hablaremos en mi oficina cuando todo termine.

Luego de almorzar todos se despidieron. Eren sonrió cuando los inversionistas empezaron a salir. Espero tener una palabra con la hermosa morena, pero no fue así y solo pudo corresponder su despedida cuando ella se inclinó ligeramente frente a ellos.

—Sayonara – susurró suave, dulcemente antes de partir.

Eren la observó fijamente hasta que subió al ascensor.


—Entonces ¿Me estás diciendo que la presentación fue un éxito?

—Si – el Jaeger asintió para confirmar sus palabras. Se cruzó de brazos, su mirada fija en su escritorio mientras se perdía una vez más en sus pensamientos.

—¿Y que es lo que sucede en ese caso? ¿Podrías quitar esa cara de sufrimiento?

—¿Cuál cara? – frunció el ceño –. No se de qué hablas Armin.

—Deberías de verte en un espejo ¿Sucedió algo más en esa presentación? Creí que te vería festejando en cuanto todo terminará.

—Había una mujer… en la presentación.

—Aja – Armin le observó interesado.

—Era muy hermosa y… hubo algo, no se – negó con la cabeza – Olvídalo – el rubio frunció el entrecejo con duda.

—¿Y quién era ella?

—Hablé con mi jefe luego de la presentación. Es en pocas palabras la propietaria de este proyecto ¿Se te hace conocido el nombre de Ackerman's Communication.

—¡No jodas! – Armin lo miró sorprendido.

—Actualmente es la vicepresidenta de la corporación y al parecer quieren expandirse a Europa también y abrirán un sucursal aquí, en Reino Unido.

—Vaya…

—Si… vaya.

Eren suspiró, mientras volvía a recordar a la hermosa japonesa. Se había enterado durante su charla con su jefe que la chica era en realidad la heredera de aquella enorme corporación y la razón por la que no había hablado durante toda la reunión era porque no manejaba para nada el inglés.

Era una lastima, pero no sé hacia muchas ilusiones. Habiendo presentado el proyecto y aún cuando realmente calificarán para dicho trabajo, dudaba volver a verla.

Sus vidas eran tan diferentes.

—Hi… – el susurro de una voz femenina le obligó a levantar el rostro. Eren observó sorprendido los hermosos orbes ónice que había visto por primera vez, tiempo atrás.

—Hola… ¿Qué? – parpadeó un par de veces y luego se levantó, tan abruptamente que arrastró unos centímetros el escritorio. Su rostro se encendió al instante, dividido entre la vergüenza y la sorpresa.

¿Qué hacía Mikasa Ackerman en su oficina?

Habían transcurrido alrededor de cinco meses desde que realizó la presentación para ella y sus colegas.

—Yo… – la chica parpadeó y luego pareció dudar un segundo – Buscarte.

Eren cayó en la cuenta hasta entonces de que ella realmente estaba hablando su idioma ¿No suponía que no manejaba el inglés? Se inclinó rápidamente sobre su escritorio y le señaló una de las sillas para que se acomodara.

—Toma asiento por favor, disculpa mis modales. Es solo que me sorprendiste – le aclaró nervioso. La chica ladeó el rostro y negó con la cabeza.

—No entenderte – frunció los labios – Acento fuerte, hablar rápido.

¿Su acento?

—Ohh… – Eren sintió que todo el rostro se le encendía.

Recordó que ella estaba con algunos inversionistas americanos y que de hecho una de sus sucursales se encontraba en Estados Unidos. Sabía que el inglés americano era mucho más ligero y bruto que el suyo, por lo que era obvio que ella no pudiera entenderle. También le gustó la idea que de todos modos pudieran comunicarse.

—Siéntate aquí, por favor – recitó lentamente. La chica asintió y tomó asiento. Llevaba un traje de chaqueta y falda de color blanco y estaba bellísima. Su cabello estaba suelto en esa ocasión y caía libremente por sobre sus hombros.

—Thanks – su acento era muy marcado, pero no era tan difícil entenderle como creyó en un inicio.

—¿Hay algo en lo que pueda ayudarte?

La morena sonrió y sacó un papel de una carpeta de cuero que cargaba. Cuando la puso frente al escritorio, Eren se dio cuenta que se trataba del informe que había entregado durante la presentación.

—Yo querer proyecto – señaló con el dedo, una sonrisa deslizándose por sus labios y transformando su expresión por completo, era aún más bonita de cerca.

—Esta bien – se puso nervioso, algo empezó a burbujear en su interior –. ¿Hablaste con mi jefe? Yo…

—Tú… querer tú.

Sus palabras le desconcertaron. Sus mejillas empezaron a arder aún más y su pulso se aceleró, amenazando con detener su corazón.

—¿A mi?

—Proyecto, tú… ambos.


Su jefe no había estado muy de acuerdo de encargarle un trabajo tan grande, pero Mikasa había insistido y tras ella, los demás inversionistas habían solicitado tenerlo al frente de la obra. Luego de dos meses de preparación, se había iniciado la construcción del edificio que sería la nueva cede de Ackerman Communication.

Era un proyecto ambicioso y absorbía demasiado de su tiempo, pero Eren estaba listo para enfrentar el reto y decidió no dejarse vencer por las adversidades. Trabajó mano a mano con los ingenieros y los arquitectos que se habían contratado para la construcción e incluso participó activamente en el reparto de labores a los obreros. Mikasa también estaba ahí y se quedó a su lado supervisando todo el trabajo.

Las primeras semanas fueron una locura mientras todo tomaba su lugar. Luego de que los materiales iniciales fueran entregados, todos se habían puesto manos a la obra para construir los cimientos de lo que sería un enorme edificio de quince pisos. Eren le había ofrecido la compra de una edificación ya elaborada, pero Mikasa se había negado, asegurándole que no escatimara en gastos. Su asistente siempre les acompañaba, se trataba de un chico, bastante joven que manejaba perfectamente ambos idiomas.

Había creído que ella manipulaba bien el inglés, pero no era así y descubrió luego, por un comentario que había hecho su asistente, que Mikasa no manejaba nada de su lengua y de hecho, había practicado con él para ser capaz de pedirle realizar el proyecto.

Aquel comentario aceleró su corazón, pero no sé dejó llevar por la emoción, estaba orgulloso de si mismo por lograr que ella se interesará en su persona luego de la presentación, pero no podía permitirse sentir algo más, debía conocer su lugar y definitivamente no era al lado de una mujer tan impresionante como ella.


—Eren

El llamado le hizo levantar la cabeza de los planos que estaba revisando. A su lado izquierdo estaba un ingeniero civil y al derecho, el arquitecto contratado para la obra. El moreno volteó sobre su hombro, observando que Mikasa se acercaba.

Llevaba un traje a la medida de un rojo granate y tacones. Aunque el suelo estaba lleno de escombros, ella tenía la capacidad casi natural de manejarse como si estuviera caminando sobre un piso de mármol. Eren notó que los hombres fijaban una mirada interesada en ella y frunció el ceño, dando un paso en su dirección.

—Me disculpan – carraspeó para llamar su atención – Vuelvo en un momento.

—Eren…

—Mikasa – en cuanto se puso a su lado apoyó una mano en su espalda alta y le hizo dar la vuelta, luego se alejó, dejando una distancia prudencial entre ambos –. ¿Qué sucede?

Ella ladeó el rostro y le observó con curiosidad, el ceño ligeramente fruncido.

—¿Dónde está Haru? – buscó a su asistente con la mirada.

—¿Haru? – ella negó con la cabeza – Haru almorzar.

—¿Porque no fuiste con él? – se inclinó un poco más cerca – ¿Sucede algo? – Mikasa no dio indicios de comprender sus palabras.

—No entender.

Eren suspiró y buscó su teléfono. Había descargado una aplicación de traducción, era lo que comúnmente usaba cuando intentaba hablar con Mikasa. Su japonés era un desastre, apenas había aprendido lo básico en los últimos meses y Mikasa tenía problemas para entenderlo, por lo que sin duda esa aplicación era de mucha ayuda ya que le permitía escribir en inglés y la tecnología hacia su magia haciendo que una voz sistematizada fuera la que tradujera su conversación.

Haru le había explicado que el japonés en la aplicación era decente, distaba mucho de fluidez por lo que Mikasa solo se daba una idea de lo que intentaba decirle. No podían tener una conversación normal, pero eso no les limitaba, ellos conversaban y mucho, de tantas cosas que a veces le parecía una sorpresa. Nunca espero poder familiarizarse tanto con ella.

—¿Qué sucede? – recitó mientras tecleaba, la voz robótica de un hombre se escuchó en japonés.

Mikasa asintió y tomó su teléfono, cuando se inclinó observó que ella ingresaba a la misma aplicación que él tenía. Eso logró sorprenderlo.

—Quiero almorzar juntos – susurró ahora una mujer, en inglés.

—¿Ahora? – indagó, Mikasa tardó unos segundos, pero se apresuró a sonreír.

Onegai – Eren comprendió que se lo estaba solicitando. Suspiró y se apresuró a asentir.

—Vuelvo en un momento.

Avisó a los otros dos hombres y guío a Mikasa fuera del edificio.

—Arigato – ella sonrió con dulzura. Su voz era suave, ligeramente ronca y fina. Eren sintió como se le enrojecían las mejillas mientras asentía con formalismo.

—No problem.


La estructura del edificio estaba casi completa a finales de noviembre. El temperatura había descendido considerablemente y el clima era bastante difícil. Eren tuvo que hacer un plan directo con los ingenieros a cargo para que se pudiera trabajar solo hasta cierta hora del día, solo los días hábiles de la semana. Aún así, el progreso fue evidentemente más lento.

Varias veces esos días se llevó la sorpresa de ver a Mikasa. Ella llevaba bebidas calientes y unos deliciosos mochi para comer. Era una sorpresa verdadera para todos, que ella, siendo una persona tan importante, se apareciera ahí para conversar como si fueran su igual, al menos todos pensaban así.

Eren por otro lado, se había acostumbrado a su personalidad, cálida y dulce.

Ellos diferían en varias cosas, tenían muchas más diferencias que sobrepasaban su nacionalidad e idioma, pero se entendían, tan perfectamente que parecía predestinado.

—¿Quieres? – ella le extendió un vaso con té caliente. Había terminado de servir a todos los trabajadores y lo había dejado de último.

Arigato – tomó el vaso e inhaló profundamente, estaba acostumbrado al té, pero pudo percibir un aroma a especies diferentes.

Observó como Mikasa se quitaba los guantes y tomaba su taza con ambas manos. Primero inhaló el té, absorbiendo el dulce aroma con deleite, luego se inclinó y dio un pequeño sorbo, apenas tentativo antes de dar otro, más mucho más largo y empezar a tomar regularmente. Eren siguió su ejemplo, cerró los ojos luego de tomar el trago pequeño, percibiendo los diferentes e interesantes sabores, cuando los abrió notó que Mikasa le observaba fijamente, sintió como se le coloraban las mejillas y frunció el ceño ligeramente.

—¿Qué?

Nani mo* – ella se encogió de hombros, una sonrisa traviesa bailando en sus labios. Eren asintió y siguió bebiendo del té, apenas deteniendo la mueca de diversión en su boca.


Fueron dos semanas antes de Navidad que pararon la construcción, Mikasa abogó porque los trabajadores tuvieran un tiempo de vacaciones para recibir las fiestas con sus familias.

Eren se apresuró a llegar a la construcción ese último día. Había sido una jornada estresante para él, normalmente intentaba estar en la obra al menos por dos horas al día, preferiblemente antes del almuerzo y algunas veces una hora después también. Sin embargo, el tiempo había jugado en su contra y apenas había podido llegar luego del almuerzo, todos estaban aún comiendo y aunque sabía que no debía, eso le puso de muy mal humor, pues tampoco había almorzado hasta el momento.

En cuanto todos terminaron y se pusieron manos a la obra, Eren interceptó al ingeniero a cargo de los obreros y le dio las indicaciones que Mikasa había dispuesto. El hombre parecía aturdido por el poco tiempo de aviso, pero Eren se aseguró de tranquilizarlo. Estaba ultimando los últimos detalles cuando escuchó como los obreros empezaban a alborotarse, miró a través del pasillo y notó que Mikasa llegaba, con una pequeña canasta con obsequios en mano. Su asistente y dos hombres más traían varias también y se hizo evidente que pretendía entregarle una a cada trabajador.

—¿Qué está haciendo? – indagó el ingeniero desconcertado. No era usual que los corporativos anduvieran entre los obreros, menos aún que lo hiciera la próxima presidenta de semejante compañía. El hombre la observó horrorizado y fascinado.

Eren frunció apenas el ceño y suspiró.

—Siendo ella – le contestó y bajó la mirada entregándole al hombre un informe bajo el que se estipulaba el feriado con goce de sueldo.

El sujeto le miró aún más asombrado y se apresuró a asentir, dándole unas palabras de agradecimiento por la generosidad, no había esperado que mantuvieran el pago para las fechas festivas, pero Mikasa había sido muy generosa, demasiado y se lo hizo saber.

El hombre se acercó a agradecerle en cuanto tuvo tiempo y Eren les observó intercambiar algunas palabras, mientras el asistente de Mikasa les traducía. La observó seguir dando los presentes y cuando terminó, se alejó de Haru y se acercó a él con una sonrisa.

—Eren – susurró con dulzura. El moreno tragó saliva, sintiendo como su corazón se aceleraba con prematura.

Ohayo – dijo torpemente.

—¿Tú querer? – ella extendió una canasta en su dirección, el moreno la tomó y observó el contenido, se trataba de algunos dulces y galletas.

—Se ven buenas… arigato – se inclinó ligeramente, disfruto de la manera en que las mejillas de Mikasa enrojecieron.

Ki ni shi nai de*.

—¿Quieres ir a almorzar? – se aseguró de hacer una mímica para enfatizar sus palabras.

—¡Almorzar! ¡Si! – sonrió enormemente.

Eren asintió al instante, encantado de pasar un momento a su lado, Mikasa se posicionó a su costado en un instante e intentó tomarlo del brazo, pero Eren había intuido su movimiento y se apresuró a poner una mano en su espalda baja, empujándola ligeramente para que caminara a su lado. Observó la expresión enfurruñada que se plasmaba en su rostro y le acometió la sensación más dulce y tierna mientras fijaba la mirada en el puchero en sus labios.

Sabía que a Mikasa no le gustaba esconder la naturaleza de su relación pero no quería habladurías alrededor de ellos al saber que habían cruzado la línea entre empleado y empleador.

No estaba orgulloso de ello, no sabía cómo había permitido que terminaran en esa situación, pero en cuanto la conoció y hasta ese momento, se dio cuenta de que era inevitable. Mikasa le había gustado desde el primer segundo y sus sentimientos se encontraron involucrados antes incluso de poder erguir algún muro que la mantuviera lejos.

Ella brillaba tanto, era tan hermosa, tan dulce y tan inalcanzable.

Sabía que era solo un idiota afortunado por haber siquiera llamado su atención y lo mínimo que podía hacer en ese momento era protegerla. En cuanto había cruzado la línea entre ambos, sabía que su relación no sería fácil, había intentado dar un paso atrás, establecer un punto de distinción entre la posición de ambos, pero Mikasa se había negado y le había enseñado que estar con ella era natural. Habían tantas diferencias entre ambos, algo que sobrepasaba los idiomas y las culturas, venían de mundos diferentes.

Pero cuando la miraba así, al otro lado de la mesa mientras ella relataba emocionada su día con un inglés francamente fatal, era cuando Eren sentía que estaba en el lugar correcto. Era como si toda su vida le hubiera llevado a aquel momento, a aquel lugar y a esa mujer.

¿Qué había hecho para obtener su atención?

No lo sabía, pero no podía evitar agradecerlo.


Sintió como la mano de Mikasa se deslizaba por sus nudillos, hasta asentarse ahí, justo en la mano que tenía sobre la palanca del auto, desvío una rápida mirada hacia ella notando que le observaba fijamente. Parecía querer decirle algo, pero sin encontrar las palabras correctas para expresarse. La barrera de idiomas era algo que estaban aprendiendo a superar, era difícil en algunas ocasiones comunicarse y su japonés era tan nefasto que el esfuerzo recaía sobre Mikasa, quien manejaba un poco más el inglés. Creía firmemente que ellos podían entenderse bien, eso no suponía ningún impedimento dentro de su relación, pero al mismo tiempo sabía que hacía más difícil poder conversar con soltura.

Había empezado a tomar clases de japonés en línea, pero aún se le dificultaba demasiado, incluso en lo básico. Estaba considerando hacerlo presencial, quería que su comunicación fuera mucho más fluida, quería poder comprender lo que Mikasa le decía y escuchar su voz hablándole sin titubeos.

—¿Qué sucede? – indagó lentamente.

—Yo ir a Tokio – sus palabras lograron desconcertarlo. Eren frunció el ceño y la observó de reojo.

—¿Te vas? ¿Cuándo?

—Tu fiestas… querer ir a Tokio yo – ella le miró expectante.

Eren suspiró, mientras se parqueaba frente al edificio donde estaba su apartamento. Era viernes por la noche y luego del almuerzo, y otras actividades en la construcción le había preguntado a Mikasa si quería ir con él.

Ella había estado muy entusiasmada al respecto, eso le hacía pensar en si estaba bien que estuvieran solos. Aunque su primera idea al llevarla ahí no había sido aprovechar la situación, el escenario se había deslizado en su mente antes de que pudiera evitarlo. Era hombre después de todo y más que una atracción, sus sentimientos estaban involucrados con Mikasa. Los besos que habían intercambiado ya no parecían suficiente y no podía evitar anhelar un contacto más íntimo.

Pero tampoco quería presionarla, de cualquier manera luego de aquella confesión, no se sentía muy dispuesto a seducirla. Habían estado juntos los últimos diez meses y eran pareja desde hace cinco meses, no llevaban mucho tiempo juntos, y no había considerado hasta ese momento el hecho de que Mikasa tenía un lugar al que volver, un lugar lejos de él, donde su familia la esperaba, donde la gente podía comprenderla sin necesidad de que alguien tradujera sus palabras, un lugar al que pertenecía.

—¿Qué tene? – indagó ella dudosa. Eren carraspeó y bajó del auto sin contestarle.

El peso en su pecho era demasiado doloroso y mientras daba la vuelta a su vehículo, se acarició el rostro esperando despejar la expresión de consternación en sus ojos. No quería que Mikasa se preocupara, ni detener sus planes. Sin embargo, era la primera vez que consideraba lo frágil que era su relación. Cuando terminará la construcción ¿Qué sucedería con ellos?

Abrió la puerta y le extendió una mano para ayudarla a bajar, la duda estaba plasmada en el rostro de Mikasa, pero no dijo nada mientras cerraba el auto.

—¿Tu no Tokio? – ella volvió a mencionar.

Eren negó con la cabeza, sin comprenderle mientras entrelazaba sus dedos lentamente, la llevo hacia el interior del edificio en el que vivía.

—Hablemos cuando estemos en casa – la cortó con dulzura.

Llegaron a su apartamento en un par de minutos. Eren encendió las luces y le indicó que ingresara primero. Su espacio era común, un apartamento de soltero. Vivía solo desde hacía mucho, luego de la universidad, cuando Armin decidió vivir con su novia de la secundaria. Aunque había pensado en cambiar de lugar y conseguir algo más grande, no tenía con quien compartir, el único había sido Armin, era lo más cercano que tenía a una familia luego de la muerte de sus padres.

¡Neko! – exclamó Mikasa con emoción.

—¿Qué sucede? – Eren observó la bola blanca a los pies de la chica – Ahh, ese es Fluffy.

—Fluffy – susurró ella inclinándose. El moreno sonrió.

—¿Te gustan los gatos?

Ai, neko – ella asintió al instante.

—Bien – aplaudió –. Vamos a ver una película ¿Te gustan las palomitas?

¡Movie! ¡Popcorn! Yes – Mikasa volvió a asentir.

Eren la tomó de la mano y le indicó la sala. Luego fue por lo que le había dicho y estuvo con ella mientras buscaba algo que ver en Disney.

¿This? – ella señaló la pantalla.

Le mostraba la historia de un chico pobre que se había enamorado de la princesa del reino, al final un genio le permitió nivelar sus posibilidades. Las películas infantiles le traían recuerdos nostálgicos, su madre las amaba.

Mikasa se apoyó en su pecho y miró la pantalla fijamente. Pasaron acurrucados la mayor parte de la película hasta que las palomitas se terminaron. Estaba por ir por más, cuando Mikasa le detuvo.

—¿ErenTokio? – al parecer aún no se había olvidado del tema que quería hablar.

Eren suspiró y le indicó que siguiera viendo la pelicula, pero Mikasa negó. La observó ponerse de rodillas sobre el sofá y mirarlo fijamente.

—¿Te vas a Tokio?

—Navidad allá, yo ir y luego tú – susurró ella asintiendo.

—Me imagino que quieres ir con tu familia – encogió un hombro, luego bajó la mirada.

—Cena es costumbre – Mikasa le tomó de la mano, Eren asintió.

—¿Cuando te irás?

—¿No tú? – ella pareció confundida, el moreno negó.

—Ie, no celebró la navidad – le comunicó en un tono práctico. Hacia mucho había superado el hecho de pasar las festividades solo. Algunas veces iba con la familia de Armin, ellos lo recibían con cariño y calidez, pero no era lo mismo.

Notó como la expresión de Mikasa se entristecía, cuando había podido explicarle lo de sus padres ella había sido muy empática, pero no quería verla triste por algo que no podía cambiar.

—Oye, estoy bien. Estaré bien.

Ella intentó quitar la mano de su agarre, pero Eren la aferró y la miró fijamente, se acomodó hasta dejar sus piernas a ambos lados de ella y apoyó una mano en su cintura.

—Te voy a extrañar – susurró sintiendo como sus mejillas enrojecían. Observó con deleite como la expresión de Mikasa se iluminaba y luego su bonito rostro también se calentó.

Miss you too – ella le dirigió una mirada baja.

Eren se mordió el labio y tomó con ambas manos su rostro. Mikasa cerró los ojos mientras él se inclinaba, hasta que sus labios se tocaron. La sensación que le siguió, fue de un burbujeo naciente justo en el centro de su estómago, su corazón se aceleró mientras ladeaba el rostro y deslizaba la lengua dentro de su dulce boca.

Mikasa lanzó un gemido, lo cual incitó sus movimientos. Se volvió más osado, mientras sus caricias adquirían mayor intensidad y fuerza, sentía la piel caliente y cuando Mikasa apoyó las manos en su pecho y le obligó a inclinarse, deslizó las manos por su cadera mientras su espalda caía en el sofá. La morena se puso sobre él y la temperatura ascendió.

Hacia tanto calor y pudo percibir como su miembro se engrosaba inmediatamente. Estaba excitándose demasiado y sabía que no podría detenerse si cruzaban ese punto. Tomó los hombros femeninos y se alejó, haciendo que Mikasa también pusiera espacio entre ambos.

Ella le miró aturdida, tenía el cabello alborotado por sus dedos y los labios hinchados por sus besos.

Lucía hermosa, adorable, deliciosa.

—Hay que detenernos.

—Eren… – ella cerró los ojos y volvió a inclinarse besándolo. Sus labios se movieron suavemente sobre los suyos y le correspondió, deslizando las manos por la pequeña espalda, el tirón en su pantalón era cada vez más intenso y eso volvió a detenerlo.

—Basta, no voy a poder…

Make love me – susurró Mikasa con un puchero en los labios.

No podría haber malinterpretado sus palabras. La sorpresa fue fácilmente reemplazada por el fuego que pareció encenderse en su piel, con un gemido Eren la tomó de la cintura y la sentó sobre su regazo.

El jadeo de Mikasa murió en sus labios y se aseguró de amarla con cada parte de su cuerpo.

Podría no haberlo sabido, pero fue la primera vez que realmente había hecho el amor.


Era un dieciocho de diciembre el día en el que Mikasa partió de Londres.

Eren fue a despedirla al aeropuerto. Ella llevaba un pantalón negro y una chaqueta blanca que acentuaba el rojo de sus labios. No llevaba mucho equipaje consigo, pero la esperanza de que fuera porque volvería pronto, se desvaneció cuando recordó que volvía a su hogar, lejos de él.

La observó decirle algo a Haru y luego acercarse a él. Sus brazos le rodearon y Eren se inclinó, depositando un beso en su cabello. Mikasa levantó el rostro y le miró fijamente.

—Extrañarte – susurró ella. Eren sonrió y le dio otro beso en la nariz.

—Yo también te voy a extrañar… Anata to hanarete sabishiku narimasu*

La expresión de Mikasa se iluminó por completo y se puso de puntillas para depositar un beso que sin duda no olvidaría por las próximas semanas sin su compañía.

Cuando ella se separó, con las mejillas enrojecidas, Eren sonrió y la abrazó con fuerza, rodeando su cuerpo por completo y enterrando el rostro en su cuello.

—Mikasa

—Aishite imasu* – susurró ella. Eren frunció ligeramente el ceño y se separó.

—¿Cómo? – Mikasa sonrió, le dio un casto beso en los labios y se alejó.

—Miss you – ella se despidió con la mano. Eren sonrió y le devolvió el adiós.

Su sonrisa fue desvaneciéndose mientras ella se alejaba. Solo serían unas cuantas semanas, por lo que no podía explicar porque su pecho dolía tanto.

—Volverá pronto – musitó para si mismo mientras salía del aeropuerto.

Eso no disminuyó el sentimiento. Ella se había metido bajo su piel.


El sonido insistente del timbre le obligó a levantarse del sofá. Fluffy le observó con una actitud malhumorada por haberlo quitado del cómodo asiento que suponía su regazo.

Eren suspiró, mientras dejaba la colcha de lado. Estaba en pijama y pantuflas, no era precisamente su mejor outfit, pero en una solitaria noche buena, no le apetecía nada más que quedarse bajo las sábanas a descansar.

¡Si tan solo la persona al otro lado de la puerta no fuera tan insistente!

—¡Ya voy! – gruñó molesto. Ni siquiera se molestó en ver por la mirilla cuando abrió.

La sorpresa que se llevó por ver a Armin y Annie ahí, fue fácilmente legible en su rostro. Ambos rubios sonrieron mientras ingresaban al apartamento.

—¿Qué hacen aquí? – indagó frunciendo de apoco el ceño.

—Visitando a nuestro amigo – susurró el Arleth como si fuera obvio.

—Si, pero ¿Qué hacen aquí? No se supone que debían ir a casa de tus padres y de los de Annie.

—Vaya recibimiento – la chica bufó rodando los ojos – Te dije que actuaría como el Grinch.

—No lo estoy haciendo – gruñó – Solo que no avisaron, pude haber salido.

—¿A donde? – se burló Annie.

—Muy graciosa – Eren la fulminó con la mirada.

—Queríamos invitarte a nuestra cena familiar – intervino Armin sonriente.

—No – se negó al instante.

—Pero…

—Te dije que no querría – susurró la chica cruzándose de brazos.

—Eren…

—Te agradezco el gesto, en serio – sonrió ligeramente – Pero estoy bien, debes pasar un tiempo en familia, además… es su primer año de casados.

—¿Y eso que? – Annie se encogió de hombros.

—Queremos que estés ahí.

—No es necesario, lo digo muy en serio Armin. Se que lo haces de corazón, pero voy a estar bien.

—Te dije que es el Grinch.

—No lo soy – entrecerró los ojos – Solo creo que no hay necesidad de que intentes incluirme siempre.

—No es por lastima o algo así – el rubio frunció el ceño.

—Nunca lo insinúe – se defendió Eren.

—Pero se que lo piensas. Eres mi hermano.

—Eres un idiota – el moreno se acercó y lo abrazó – También te quiero amigo, pero justo ahora no me apetece salir. Ve a esa cena y disfruta con tu familia, guárdame un poco de comida y almorcemos mañana ¿Te parece? – lo tomó de los hombros y miró con una sonrisa su expresión malhumorada.

—No eres mi persona favorita en este momento.

—Se te hace tarde – fingió ver el reloj que no tenía alrededor de la muñeca – Vete ya.

—No será lo mismo sin ti.

—Quien te escuché creerá que soy el alma de la fiesta.

—Ni alma tienes – bufó Annie.

—Yo también te quiero bruja – rodó los ojos.

Se despidió de ambos y les guío hacia la puerta. Armin estaba poniéndole el abrigo a Annie cuando abrió. Escuchó el silbido de su amigo y cuando volteó observó la figura curvilínea y hermosa de Mikasa.

Hi – ella les saludo con la mano.

—¡Mikasa! – Eren sintió un golpe en el pecho, el aire escapó de sus pulmones y solo un segundo después se asentó tan fuertemente, que casi sintió como si pudiera atragantarse.

—Parece que no había necesidad de venir – susurró Armin con una sonrisa.

—Así que ella es… – Annie la miró con curiosidad.

—Creo que es mejor irnos, no queremos hacer mal tercio. Me alegra por ti viejo, te quiero mucho, nos vemos mañana – salió llevando a su esposa de los hombros – Mikasa, un gusto volver a verte.

La chica parpadeó y miró en su dirección. Pareció un poco confundida por un segundo, pero luego se apresuró a asentir.

—Merry Christmas – exclamó inclinándose ligeramente.

—Feliz navidad a ti también – Armin se detuvo un segundo y sonrió – Gracias por cuidar de este idiota.

—¡Armin! – chilló Eren enrojecido.

—¡Nos vamos!

Ambos rubios partieron sin agregar ninguna palabra, mientras Eren miraba fijamente a su novia. El abrigo de la chica se encontraba ligeramente húmedo y había un poco de nieve aún en sus hombros, asumió que debía estar nevando.

—Hola

—Hola – ella sonrió y dio un paso al frente. Eren abrió los brazos y un segundo después ella estaba ahí, tan apretadamente a su cuerpo que podía sentir como el calor de su figura se filtraba dentro suyo con intensidad.

—Mikasa ¿Qué haces aquí? ¿Y tu familia? Creí que vendrías hasta mitad de Enero, pero que…

—Slow… – susurró ella aturdida. Eren enrojeció y asintió.

—Pasa primero – ella le indicó la maleta ¿Acaba de llegar a Londres? Una sensación de felicidad inundó su pecho.

Dejó la maleta dentro y le ayudó a salir de su abrigo. Luego la llevo a la sala y le obligó a sentarse antes de ir por una bebida caliente.

Cuando volvió Mikasa ya se había quitado las botas y el suéter, quedando solo en pantalones y una blusa escotada.

Eren le dio el té y la miró tomar un sorbo. La chica lo dejo sobre la mesita del centro y le observó.

—¿Y tu familia?

—Bien… extrañarte – ella ladeó un poco el rostro.

—Yo también te extrañe – Eren hundió los dedos en su melena y se inclinó dándole un beso que le quitó el aliento a ambos, en cuanto terminó apoyó su frente contra la de ella – Te extrañe mucho.

—Me too.

—Pero aún así… ¿Qué haces aquí? ¿No ibas a pasar la Navidad con tu familia?

—Tú no allá – ella negó.

—¿Querías pasar la Navidad conmigo? – nunca dejaba de sorprenderle. El aleteo en su estómago se intensificó.

—Yes… tú Tokio, conmigo.

—¿Querías que fuera a Tokio contigo?

—Tu no querer – frunció el ceño –. ¿Lejos?

Eren frunció el ceño y se cruzó de brazos permitiéndose un momento. Miró los ojos de Mikasa mientras consideraba sus palabras, ella quería que fuera a Tokio con ella, a pasar las fiestas. Quería que fuera con su familia. Tenían ya cinco meses de relación, aquello podría considerarse muy formal, pero no sintió ningún impulso de dar un paso atrás, en todo caso, le causo un sentimiento de plenitud tal, que sintió como se le entrecortaba la respiración. Habían tantas limitaciones en su relación en cuanto a comunicación, pero algo era seguro, ellos no lo necesitaban para entenderse.

La sensación que le llenó fue tan inmensa, que parecía querer desbordar de su pecho. Nunca se había sentido así antes, nunca había conectado con otra persona de esa manera, tan rápido, tan profundo.

No lo había comprendido hasta ese momento. Siempre había espero por ella.

Y volvería a hacerlo por muchos años más con tal de sentirse de esa manera.

Tan completo, tan vivo.

Tan enamorado.

—Te amo – susurró con sinceridad. Los ojos de Mikasa se abrieron aún más, pero en lugar de sentirse aterrada, notó como su mirada parecía nublarse. Ella asintió y apoyó las manos en su torso.

—Aishite imasu… love you too – musitó dulcemente. Eren se sorprendió al escucharla. Había sido aquella misma frase que le había dicho cuando se despidieron días atrás.

—¿Aishite imasu? – dudó, Mikasa sonrió.

—Ser "yo amarte" – confesó ella sonrojada.

Y justo en ese momento Eren lo supo, Mikasa era su alma gemela.

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FIN DEL CAPÍTULO


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NOTAS DEL CAPÍTULO:

14.- Almas gemelas.

Han pasado varios días ¿no?

Lamento la tardanza, la verdad tuve un bloqueo. El día en el que se suponía que debía subir este capítulo, tuvimos que dormir a nuestra perrita, era una Pitbull y tenia cuatro meses, presentó de la nada un resfriado y terminó con síntomas de un enfermo de leucemia en fase terminal, fue muy triste y no podía avanzar con ese capítulo.

Pero por aparte de eso, espero que les haya gustado porque me esforcé. Esta más largo de lo normal y es uno de mis favoritos, ojalá y les llegue de igual manera.

¿Qué creen que sucedería cuando terminen la construcción? Yo abogó porque Mikasa sería la presidenta de esa sucursal. No tengo pruebas, pero tampoco dudas.

Me encanta este tipo de temáticas y el punto de del one-shot era remarcar sus diferencias sociales, culturales y lingüísticas. Ellos vienen de mundos totalmente diferentes, pero se encontraron, porque era el destino.

Creo que esté es el más cercano al propósito del fic como "hilo rojo"

Ahora, una clase —por parte del traductor– de japonés:

Ki ni shi nai de: No te preocupes.

Aishite imasu: Te amo

Onegai: Perdón

Arigato: Gracias.

Nani mo: No es nada

Ohayo: Hola

Neko: Gato

No sé si se me paso alguna.

Intentaré volver a las actualizaciones diarias, estoy súper atrasada, pero espero ponerme al día rápido. También estaba haciendo un one-shot de Halloween, pero como se me paso la fecha no se si debería subirlo.

Gracias por su apoyo bellas y bellos. Los amo de corazón. Un enorme beso y abrazo y nos leemos pronto.

03/11/2021

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