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Advertencias del capítulo: (Lenguaje obsceno)

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Disclaimer: Attack on Titan y sus personajes NO me pertenece

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Nota: Esta historia es completa y absolutamente MIA, y no es permitido tomarla sin mi autorización.

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CHAPTER 15

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BEDSHARING


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Estaba lloviendo y el sonido de las gotas de lluvia impactando contra del techo creaba la ilusión de pequeñas piedras azotando sin piedad, con un murmullo ligeramente violento y muy aterrador.

Las luces estaban apagadas y la oscuridad parecía absorber cada rincón de la habitación. Podía escuchar el susurro de las diferentes voces somnolientas. Algunos roncaban, otros suspiraban y había quienes tambien murmuraban palabras sin sentido, profundamente sumergidos en la paz que les proveía el mundo de los sueños.

Habían pasado algunas horas desde que empezó a llover. Debía levantarse esa misma mañana muy temprano, por lo que sabía que debería estar durmiendo. Sin embargo, no podía conciliar el sueño. Siempre era así, en días de lluvia.

Habían transcurrido un par de meses en aquel mismo lugar y desde el primer día. La rutina siempre era la misma y nunca variaba. Debía estar despierta antes de las seis de la mañana, arreglar su cama, hacer fila en los baños, lavar sus dientes y posicionarse a un lado de la cama cuando la supervisora llegará, justo a las siete en punto, ni un minuto más, no un minuto menos.

El resto del día era fugaz, monótono y gris. Todos sus movimientos eran metódicos, casi mecánicos. Ya no recordaba como sonreír, ya no recordaba cómo hacer algo por voluntad propia, aunque recordaba muy pocas cosas.

Fue un dieciséis de octubre el día en que sus padres murieron. Estaba en la escuela y el servicio social llegó a buscarla. La noticia se la dio una mujer amable y dulce, quien mantuvo una actitud serena cuando se deshizo en dolorosas lágrimas. No tenía más familiares y fue así como termino en un orfanato.

Todo su mundo se destruyó en un segundo. Algunas veces tenía pensamientos malos, que le instaban a preguntarse cómo sus padres habían podidos abandonarla ¿No la amaban lo suficiente? Luego tomaba su caja de pertenecías y observaba las fotografías que atesoraba.

Varias veces no podía recordarlos, había olvidado sus rostros y cuando miraban las imágenes sentía que eran unos desconocidos. Tampoco recordaba el sonido de su voz, la seguridad y calma en el tono de su padre, y la dulzura con la que su madre la llamaba.

Cuando cerraba los ojos y trataba de evocar el recuerdo de días anteriores, apenas podía conseguir alguno y cuando volvía a intentarlo, algo había cambiado, lo que le decía que no podía fiarse incluso de sus propias memorias ¿Acaso los olvidaría en unos años más? ¡No lo deseaba! Porque de otra manera era como si ellos nunca hubieran existido, ella misma era la única prueba de que en un pasado habían sido felices.

Y aunque lo intentaba, su recuerdo se desvanecía gradualmente, con el pasar de los días, no así el dolor o las memorias de aquel día en el que todo había cambiado.

Porque llovía y relampagueaba, como si el cielo llorará su perdida.

Escuchó un trueno particularmente fuerte y se encogió, arropándose el rostro con la ligera sábana blanca y haciéndose un ovillo.

Intentó ir a su lugar feliz, recordó el día de campo con sus padres un año atrás. Casi podía escuchar las risas de felicidad, sentir la sensación del viento acariciando su cabello, su padre le llamaba y su madre le decía algo, entonces observaba sus figuras, pero no veía sus rostros ¿Nuevamente los había olvidado?

Otro relámpago retumbó haciendo temblar el suelo y Mikasa se abrazó deseando volver a los días cálidos. Estaba tan sola, debía aprender a lidiar con sus miedos, eso es lo que había demandado la supervisora.

Todos los niños la miraban y creían que era valiente. Ella no lloraba, no se quejaba, nunca llamaba por papá y mamá, y jamás solicitaba más de lo que tenía. Todos la admiraban, pero ignoraban que también tenía miedos, que algunas veces se escondía en el baño a llorar, que cargaba la foto de sus padres en el bolsillo de su uniforme para tenerlos cerca… que le tenía más miedo a los días grises que a cualquier cosa, porque un día así había perdido a sus padres ¿Qué más podrían arrebatarle luego?

—Para… – gimoteo observando a través de la sábana, como la habitación se iluminaba. Otro relámpago cruzó el cielo e hizo temblar su cuerpo entero.

Sintió como una mano se apoyaba en su espalda y un jadeo escapó de sus labios, se destapó el rostro intentando mirar a través de la oscuridad.

Sus ojos se encontraron con unos enormes orbes verdes.

—¿Que…

—Shhh… cállate, despertarás a alguien – susurró entre dientes el pequeño – Dame espacio, hazte a un lado – apoyó las manos en su brazo y la empujó.

Mikasa estaba demasiado aturdida para hablar, pero aún así se corrió, hasta que estuvo exactamente a la orilla de la cama.

—Eren…

—Espera – él se metió en las sábanas, con movimientos lentos, que evitaron que el viejo metal bajo el colchón chillara.

La morena selló sus labios y lo observó, notando como luchaba por acomodarse, Eren se puso de lado y se arrecostó contra la almohada mirándola fijamente. Mikasa parpadeó y esperó, aún en silencio.

—¿Qué? – frunció el labio con una mueca de malhumor.

—Me dijiste que esperara – le indicó con la voz aún ronca.

—Dímelo ya.

—¿Qué haces aquí? – ella mantuvo su tono bajo, al tanto de los problemas que tendrían si los descubrían juntos. Se preguntó porque Eren había roto una de las reglas.

—Debía venir.

—¿Porque?

—¿Como que porque? – él frunció el ceño señalando como si fuera muy obvio – Está lloviendo.

Mikasa parpadeó sin comprender su punto.

—¿También le tienes miedo a los relámpagos? – preguntó con inocencia, Eren soltó una carcajada, que intentó retener al instante tapándose la boca con ambas manos.

—No le tengo miedo a los relámpagos, tú si.

Mikasa lo miró sorprendida. Había conocido a Eren el primer día en que había entrado al orfanato, él tenía un tiempo ahí, unos meses atrás también había perdido a sus padres.

La familiaridad de sus casos fue lo primero que le instó a acercarse a él, pero donde ella era retraída y solitaria, Eren era todo lo contrario. Aún mantenía esa sonrisa tan dulce y el optimismo natural para enfrentarse al mundo, había sido su apoyo y gracias a él, sus días se volvían mejor.

A su lado el mundo había dejado de ser gris para adquirir nuevos colores. No como antes, pero si como un comienzo.

—¿Cómo lo supiste? – su voz se apagó, atónita.

—Por como te encoges cuando llueve y… – él deslizó un dedo por su frente – Se te hace una arruga aquí.

—¡No es cierto! – Mikasa se cubrió rápidamente, abochornada

—Cállate tonta, nos van a descubrir.

—Deja de molestarme – lo miró ceñuda.

—Solo así puedes olvidarlo – él sonrió ligeramente.

—¿Olvidar que?

—Todo eso que hace que pierdas la sonrisa – musitó en voz baja.

Mikasa se dio cuenta que era cierto, cuando Eren estaba a su lado volvía a sentirse ella misma. El brillo de su alma alejaba la oscuridad, la tristeza y los fantasma.

—Eren…

Sintió como él tomaba su mano y la entrelazaban. Mikasa observó como sus dedos caían sobre los del otro hasta lograr un agarre firme.

—Cuando seamos adultos, saldremos de aquí.

—Falta mucho para eso – miró sus ojos fijamente.

Aun era pequeña, pero comprendía muchas cosas. A sus diez años sabía que la vida algunas veces era muy corta.

—No importa. Esta es mi promesa para ti. Nos iremos juntos y conseguiremos un hogar.

—¿Podemos hacer eso?

—Si – él sonrió – Yo seré como papá y tú serás mamá.

—¿Tu mamá?

—No, claro que no – frunció el ceño e infló los mofletes – Mikasa, pon atención.

—Lo estoy haciendo – una pequeña risa escapó de sus labios.

—Esta bien – suspiró – Tu y yo saldremos de aquí y… tú serás mi hogar y yo el tuyo.

—¿Puedes ser mi hogar? – ella jadeó sorprendida.

—Solo si tú quieres – un sonrojo abarrotó sus mejillas, Mikasa asintió al instante, dulcemente sonrojada.

—¡Si!

—Nunca te abandonaré.

—¿Lo prometes? – ella sintió como su respiración se aceleraba.

—Por supuesto, papá dijo que un hombre nunca rompe su palabra.

—Esta bien – un nudo se instaló en la garganta de la pequeña – Yo también seré tu hogar.

—Bueno – él hizo una mueca con los labios, escondiendo el rojo que había sucumbido en su rostro –. Es hora a dormir.

Mikasa se movió, apenas un poco más cerca y le dirigió una mirada baja, apenada.

—Puedo… ¿Abrazarte?

Eren fingió una mueca de desagrado.

—Solo por esta vez – apenas soltó la frase cuando se vio envuelto en la calidez de su pequeño cuerpo.

Los brazos de Mikasa le rodearon y Eren sintió como ella hundía el rostro en su pecho. Un pequeño suspiro escapó de sus labios y pocos minutos después fue capaz de escuchar su pausada respiración tras caer en un profundo sueño.

Eren le devolvió el abrazo apretadamente y enterró el rostro en la abundante melena azabache, aspirando su aroma con ternura.

Mikasa podría no haberlo sabido, pero ella también le había salvado de la oscuridad.

Y así, en los brazos del otro, fue donde sus pequeños e inocentes corazones finalmente encontraron paz.

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FIN DEL CAPÍTULO


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NOTAS DEL CAPÍTULO:

15.- Compartir cama.

Este es un capítulo muy triste, pero quería hacer algo diferente a lo usual, el resultado me encantó, espero que para ustedes sea igual.

Lo pensé y creo que talvez podría hacer una continuación de unos años después, con ellos más adultos. Claro, si realmente sienten que lo necesitan.

Ojalá y les gustará también. Cómo me atrase, espero subir el nuevo capítulo para estar misma noche.

Los amo, besos y abrazos.

06/11/2021

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