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Advertencias del capítulo: (Lenguaje obsceno)
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Disclaimer: Attack on Titan y sus personajes NO me pertenece
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Nota: Esta historia es completa y absolutamente MIA, y no es permitido tomarla sin mi autorización.
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CHAPTER 17
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HUG
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—¿Qué estás haciendo? – Eren se irguió con rapidez, en un sobresalto tan evidente que un lastimoso jadeo escapó de sus labios.
Su piel se erizó y el latido de su corazón fue tan rápido que su pecho se agitó, mientras volteaba lentamente.
Su padre se lo había advertido, jamás debía salir del territorio eldiano, pero su curiosidad por lo artefactos voladores había sido mucho más grande que su instinto de supervivencia y justo en ese momento se arrepintió de no haber seguido sus instrucciones.
Había escuchado historias horribles sobre los eldianos que fueron atrapados fuera de su pequeño pueblo, su padre incluso le había contado el triste y doloroso recuerdo de la última vez que había visto a su hermana, muchos años atrás.
Sintió como su respiración se agitaba y levantó la mirada, apretando los puños con fuerza para darse valor. Sus ojos se encontraron con un par de orbes oscuros y con un suspiro de alivio, noto que se trataba de una pequeña niña.
Llevaba un vestido blanco, con volantes y lazos, zapatillas de bailarinas y un sombrero, que cubría su rostro del intenso sol. Tenía la piel blanca, casi tanto como los libros de lectura describían que debía verse la nieve y los labios rojos como las cerezas. Su cabello corto le caía a los lados de la cara, dando un aspecto redondo a su rostro.
— "Es bonita" – fue su primer pensamiento mientras la recorría con la mirada.
Una cosa se hizo evidente, no era de los suyos.
—Debo irme – susurró apresuradamente. Dio media vuelta y caminó cuesta abajo de la colina, dando rápidas miradas a los lados a la espera de no ser capturado por algún soldado marleyano.
—Espera… – la pequeña le siguió.
—Vete, me van a atrapar por tu culpa – dio un manotazo en el aire, esperando espantarla con su brusquedad.
—¿Porque? – ella ladeó el rostro.
—No soy como tú ¿Qué no ves? – se señaló con irritación. La morena le miró fijamente y luego negó con la cabeza
—Pero… si eres como yo – ella abrió aun más sus bonitos ojos y Eren se detuvo un segundo, y volteó.
La pequeña era un poco más baja que él, debía ser al menos dos años menor. Era una nena muy bonita. Podía saber por su vestuario y su tersa piel que no pertenecía a los suyos. Su sangre no era inmunda y no tenía miles de pecados a su espalda. Era inocente.
—¿Cuál es tu nombre? – se puso sobre una rodilla y extendió la mano en su dirección.
—Mikasa… Mikasa Ackerman – ella le tomó de la mano y en cuanto sus dedos se tocaron, Eren sintió como una sobrecogedora sensación le inundaba el pecho.
—Soy Eren Jaeger, un eldiano – susurró suavemente.
La pequeña soltó un jadeo, pero no se alejó y en su lugar le observó con curiosidad, ladeando ligeramente el rostro.
—¿No tiene sangre de un demonio? – musitando con duda, sus pequeños dedos se deslizaron por su mejilla derecha y Eren cerró los ojos, disfrutando la dulzura de su contacto.
—No lo soy.
—¡Mikasa! ¡¿Dónde estás?! – la voz de un hombre les hizo sobresaltar.
—¡Es papá! – chilló la pequeña.
—Debo irme – Eren se puso de pie al instante.
—Espera – la pequeña apretó su agarre, aferrándose a sus dedos con fuerza – Eren…
—Me voy a meter en problemas, tienes que soltarme.
—Pero… – ella pareció indecisa mientras fruncía el ceño.
El castaño chasqueó la lengua y se agachó a su altura antes de dirigir miradas fugaces a su alrededor.
—No quiere que me meta en problemas ¿cierto?
—No – ella negó.
—Nos volveremos a ver, pero ahora me tengo que ir – puso una mano sobre su cabeza y la acarició, desacomodándole el sombrero.
—¿Cuando? – sus ojos brillaron mientras entrelazaban sus pequeñas manos.
—No lo sé – Eren sonrió – Pero te encontraré, somos amigos ahora ¿cierto?
—Si – las regordetas mejillas de la pequeña se sonrojaron.
Eren no pudo evitarlo, se inclinó y rodeó con sus brazos el pequeño cuerpo de la niña. Ella era suave y su dulce aroma le acarició el pecho haciendo que un particular calor naciera justo en su estómago. Extrañado, decidió alejarse de ella.
—Bien, ahora me voy – se puso de pie y se echó a correr.
Al salir del callejón se aseguró de ver a los lados antes de dar un paso en falso, estaba por entrar a la avenida cuando volteó sobre su hombro y miró a la pequeña Mikasa, observándolo. Una sonrisa se deslizó en sus labios y se despidió de ella con un movimiento de manos antes de perderse entre la multitud.
—¡Mikasa! ¡Aquí estás!
—¡Papi! – volteó y observó la expresión preocupada de su progenitor.
—No debes alejarte de nosotros, puede pasar algo malo.
—¡Tengo un amigo! – chilló ella feliz.
El hombre suspiró y con una sonrisa cargó a la pequeña.
—¿Ahh si?
—Se llama Eren – le abrazó por el cuello.
—Es un bonito nombre – el hombre empezó a caminar, dispuesto a volver con su esposa embarazada.
Eren se acercó lentamente, manteniéndose agachado cuando observó pasar a una pareja mayor a unos pocos metros de distancia. Estaba en el parque, a casi cuatro cuadras del territorio eldiano.
En caso de que algún soldado marleyano le vislumbrara sabía que estaría en problemas, pero el tiempo le había vuelto un experto en el sigilo y nunca le habían atrapado hasta el momento.
"¡Toda la historia que nos han dicho es mentira!"
Su padre le había contado la verdad sobre el pueblo eldiano cuando cumplió doce años y tuvo la edad suficiente para aceptar que toda su vida había vivido en una mentira.
No eran ellos los monstruos, Marley si.
Les había hecho creer que era culpables de lo que había sucedido con sus ancestros, cuando fueron sido ellos quienes traicionaron su confianza y les mantenían en reclusión, jugando con sus mentes y haciéndoles creer que tenían que redimirse, como si en algún momento hubiera otra opción.
Eren lo había pensado mucho y desde entonces tenía una meta fija, salvar a su pueblo. Odiaba a Marley, pero odiaba aún más saberse en su tierra, sin ninguna opción de enfrentarse a sus fuerzas.
Pero su padre había anticipado cada cosa desde años atrás, cuando la verdad se reveló ante sus ojos siendo apenas un adolescente. Su primer hijo Zeke, no fue digno de confianza, por lo que Eren fue a quien le dejo el cargo de sacar su pueblo adelante.
Tenía trece años cuando fue reclutado, era un poco mayor que los demás chicos, pero no por ello menos dispuesto. Sabía que debía destacar, debía ser mejor, mucho más fuerte que cualquier otro. Aunque sus habilidades físicas, distaban de ser perfectas, se aseguró de trabajar duro para lograr el reconocimiento que le permitió postularse como merecedor de pelear por Marley.
Su objetivo estaba fijo, obtendría al Titan de ataque y salvaría a su pueblo de la ignorancia y las mentiras.
Si fuera tan fácil desligarse.
Observó la figura delicada que se encontraba sola en un columpio. Se irguió, aún escondido en un callejón y posicionó sus manos a los lados de sus mejillas, para soltar aquel silbido peculiar, que hizo que el rostro de la morena se levantará.
Ella dio una mirada en su dirección, justo al lugar en el que estaba, el mismo lugar en el que siempre se encontraban.
La observó dar una mirada a su alrededor y luego precipitarse a su lado.
Eren sabía que no debía, su vida ahora tenía un solo objetivo.
La sonrisa de Mikasa sin embargo, hacia tambalear esa convicción.
—Eren – susurró con las mejillas abarrotadas de rubor, sus brazos le rodearon y la dulzura de su gesto le tocó el alma.
—Hola ¿Cómo estás? – susurró devolviéndole el abrazo. Habían pasado algunos años desde que tenían esos encuentros prohibidos.
Mikasa no lo sabía, pero… ellos no deberían estar juntos.
Porque más allá del repudio que los Marleyanos tenían hacia los Eldianos y de estos tratando de pagar un pecado que no habían cometido, ellos eran enemigos, escondidos bajo sonrisas hipócritas, y acciones deshonestas y crueles.
Lo más sano sería alejarse ahora, cuando su lazo era frágil, apenas naciente, pero cada vez que la veía, cada vez que observaba su sonrisa y podía percibir la cercanía de su pequeño cuerpo, cada vez que ella susurraba su nombre con aquel deje de dulzura que acariciaba su alma no tan inocente, Eren sentía como le ardía el pecho, con la promesa de un dolor aún más grande.
Ellos eran enemigos y debía alejarse, lo sabía.
Pero cuando intentaba dar un paso atrás o dejaba pasar los días decidiendo no ir a su encuentro, sentía que perdía el aliento, que su mente se distraía y que su alma sollozaba.
Porque en Mikasa había encontrado algo más que una amiga.
Porque ella era talvez la única excepción a todas sus reglas.
Ella era su perdición.
—¡Eren! – percibió el familiar, dulce y cálido aroma incluso antes de escuchar su voz.
Cuando volteó su cuerpo se sintió rígido y su piel se estremeció, mientras volteaba lentamente.
A sus quince años Mikasa era todo una señorita. Hermosa, dulce y carismática. Eren escuchó el jadeo de sus compañeros y dirigió una mirada en su dirección, observando que parecían muy admirados por la chica. Se volvía evidente que ella no pertenecía a su mundo, sin embargo, eso le hizo preguntarse porque ella estaba usando un uniforme de las tropas marleyanas.
Habían transcurrido al menos dos semanas desde la última vez que se habían visto. Sus encuentros eran cada vez menos frecuentes debido a sus responsabilidades. Como portador del Titan de ataque debía dar su mejor esfuerzo para alcanzar la meta del pueblo eldiano, al redimirse. A su vez, entre las sombras, algunos planes de liberación se organizaban entre susurros.
Estar en ambos bandos no era un trabajo sencillo. Su corazón estaba dividido, pero aún tenía un meta fijo, pese a todas las dudas, al miedo y las mentiras, había dado su palabra y era su intención la de liberar a su pueblo.
—Mikasa…
¿Qué hacia ella ahí? Tan cerca del peligro.
—Chicos, quiero presentarles a un nuevo soldado que se incorporará a nuestras filas.
Los seis soldados se irguieron, antes el mandato de su general. Aunque no quería, las órdenes explícitas le llevaron a acciones rápidas, en posición, Eren dirigió una mirada hacia Mikasa, atónito.
—Señor – Reiner levantó una mano.
—Diga soldado.
—Ella es una ciudadana valiosa de Marley ¿no?
—Así es, debemos tratarla con mucha hospitalidad y respeto.
—Señor – Pieck se inclinó, luego de dar un paso al frente – Con su permiso… ¿Por qué una marleyana se une a nuestras filas?
—Es una historia larga, pero ella es la sucesora de una línea de guerreros que sirvieron a los antiguos y malvados reyes Eldianos.
—Entonces ella es como nosotros – Bertholdt perdió la compostura, pero una rápida mirada del general le obligó a volver a su antigua posición.
—No lo es. Los Ackerman son una de las familias más importantes del reino de Marley, luego de que juraron lealtad a esta honorable nación tras las acciones cobardes del traidor rey Karl Fritz, ellos expiaron sus pecados.
—Nosotros…
—Aún debemos expiar los nuestros, ahora… antes de que a alguno se le ocurra abrir la boca con cualquier estupidez – dirigió una severa mirada a cada uno – La señorita Ackerman ahora es parte de nuestras defensas contra los demonios de Paradis ¿Lo entienden?
—Sí señor – exclamaron todos al mismo tiempo.
—Ella será nuestro nuevo Titan martillo de guerra.
—Pero… Lara – Pieck intentó dar un paso adelante.
—Señor… – la susodicha también pareció sobresaltada.
—¡Silencio! – el grito firme hizo temblar a todos – Esto fue dictaminado por el consejo militar de Marley, su palabra es ley y las capacidades de esta chica superan con creces las de cualquiera de ustedes ¡No me importa lo que crean! Su deber con Marley es cumplir las órdenes y cualquier infracción será reportada y severamente penalizada ¿entendido?
—Si señor – dijeron todos.
—¡No los escuché!
—¡Si señor! ¡Claro señor!
—Rompan filas, es hora del almuerzo. Los veo a las 1400 horas – y tras recibir una inclinación por parte de los chicos, dio media vuelta y se alejó.
Eren esperó a que el general se fuera. Los chicos empezaron a cuchichear. Lara parecía al borde de las lágrimas mientras Pieck intentaba consolarla. Annie murmuraba que aquel era un movimiento estratégicamente obvio, y Reiner y los demás parecían sumidos en una conversación apresurada.
Pese a que ninguno parecía dispuesto a aceptar a Mikasa con los brazos abiertos, tampoco se atrevieron a observarla mal o decir una palabra en su dirección, todos sabían los severos y crueles que podían ser los castigos cuando se trataba de un perjuicio a algún marleyano.
—Mikasa – se acercó a ella y bajo la mirada de todos, la tomo del brazo, llevándola consigo.
Aunque quería zarandearla por meterse en esa situación, en cuando estuvieron solos, no pudo hacer otra cosa más que rodearla con sus brazos, apretando su cuerpo contra su costado. Tan cerca que su calidez podría alejar el frio que envolvía su alma, tan apretadamente que le duraría incluso tiempo después cuando su compañía fuera solo un recuerdo.
—Eren – sus brazos le rodearon devolviéndole el abrazo con fuerza.
—¿Qué haces aquí? – se separó de ella y tomó su rostro entre las manos – Diles que lo pensaste mejor, que no quieres. Es muy peligroso. Ellos no pueden obligarte si te retractas.
—Yo solicite ingresar a sus filas Eren – ella puso sus suaves manos sobre su maltratada piel.
—¿Qué demonios Mikasa? ¿Cómo se te ocurre hacer algo así? – dio un paso atrás.
—Quería estar cerca de ti.
—Pero no así – negó rápidamente – Tu no tienes ni idea, hay tantas cosas que ignoras de los tuyos.
—Enséñame entonces – se acercó y le tomó de la mano. Eren la miró fijamente, apesumbrado.
—No me conoces Mikasa, no conoces todo de mi.
—Si lo hago – ella sonrió dulcemente y entrelazó sus dedos uno a uno, su confianza en él era casi dolorosa – Se que eres un hombre bueno y amable, también que te preocupas por todos y nunca faltas a tu palabra. Han sido tantos años de verte… tan lejos y desear estar así contigo… algo más que unos días al mes.
—Mikasa… tu no sabes – intentó alejarse.
—En cuanto supe que te reclutaron empecé a entrenar – él había percibido el cambio en su cuerpo mucho más tonificado, pero no se veían con regularidad, por lo que creyó que era parte de su crecimiento – Tuve que hacer múltiples exámenes físicos y probar mi habilidad sobre la competencia, solo para llegar a ti. Solo tienes que decírmelo Eren, te prometo que no huiré.
Él respiro profundamente, mirando sus sinceros ojos ónice. Todas las alarmas dentro de su cabeza se dispararon, sabía que un paso en falso podría significar el fin de su pueblo, personas inocentes podían morir, gente que no conocía sus intenciones de conseguirle libertad
¿Qué sucedería si Mikasa le traicionaba?
¿Podía confiar realmente en ella?
—Eren… – su sonrisa alejó las dudas y antes de que pudiera detenerse fue su corazón hablando por él.
—Mikasa… nuestra historia es diferente a todo lo que hemos conocido…
Paradis apareció en sus puertas con un acuerdo de paz.
La noticia se propagó como pólvora, el grupo de veinte soldados fueron apresados en cuanto cruzaron las puertas.
La persona al frente era un chico de su edad. No se parecía en nada a todo lo que les habían dicho, no tenía cuernos, cola o dientes afilados, tampoco la piel roja, ni una expresión demoníaca, está por lo contrario, era semejante a la de un ángel.
En cuanto supo la noticia, Mikasa y él se dirigieron hacia la oficinas militares de Marley. Aunque tuvieron bastantes dificultades para ingresar, la influencia de Mikasa como Ackerman y Titan Martillo de Guerra les permitió un pase que muy difícilmente habría conseguido por su propia cuenta.
En cuanto llegaron al salón principal, observaron el juicio que se llevaba a cabo. Todo el jurado era marleyano y el único eldiano en aquel lugar no era otro que Michael Schumacher, el representante de todo su pueblo y un fanático marleyano también.
—No creemos sus mentiras ¡Demonios!
—¡Lárguense de nuestra tierra sagrada!
—¡Basuras! ¡Saquen la basura!
El juicio tardó alrededor de una hora y pese a que el Armin Arleth, representante del pueblo de Paradis, puso puntos válidos sobre el jurado, la sentencia no pudo haber sido otra.
Con un suspiro derrotado, Eren escuchó como el juez se ponía de pie, dando martillazos para mantener el orden en la sala.
En vista del voto unánime del jurado, esta corte declara que todos los soldados de Paradis serán ejecutados. El día de mañana, a las 9 en punto, se les suministrará la inyección, que revelará su verdadera naturaleza demoníaca ¡Caso cerrado!
Entre festejos, y gritos de júbilo y odio, Eren observó atormentado como los soldados sacaban en bruscos empujones al chico rubio de la sala.
Sintió un roce delicado en la mano y cuando bajó la mirada notó que Mikasa entrelazaba sus meñiques. Apenas fue un ligero contacto que le reconfortó enormemente.
Casi parecía que ella le había rodeado con sus gentiles brazos.
—Lo siento papá – Eren tomó de la nuca a su padre y lo acercó a su cuerpo, dándole un abrazo fuerte.
El hombre asintió y no dijo ninguna palabra, pese a que su mirada estaba vidriosa cuando se alejaron.
—Es algo que debo hacer. Se que te prometí conseguir nuestra victoria, pero no puedo abandonar a quienes vinieron hacia aquí para liberar a nuestro pueblo también.
—Esta bien Eren – su voz sonó más ronca – Es el camino que elegiste y estoy profundamente orgulloso de ti. Tu madre también lo estaría.
—Gracias papá – se inclinó, hasta apoyar la frente contra él – Lucharé por nuestra causa, abriré los ojos de nuestra gente allá y volveremos, por ti y por nuestro pueblo.
—Te amo hijo.
Con una última mirada a su padre, Eren salió de la habitación. La presión en su pecho crecía conforme abandonaba aquel lugar. Su casa no era muy grande, tampoco lujosa, pero en ella tenía múltiples recuerdos de su infancia y también recuerdos de su madre, antes de que la vida se la arrebatará.
No había sido sencillo tomar aquella decisión, pero no podía dar un paso atrás. Reiner, Bertholdt y Annie eran los únicos que formaban parte de la rebelión y como tal, también habían decidido apoyarlo. Todos tenían una tarea y sabían que una vez liberarán al ejército de Paradis, ellos se volverían también enemigos de Marley.
Sus familias recibieran un golpe de odio, pero el sacrificio era necesario. Aunque la opción de asesinar a los suyos aún era una posibilidad, dudaba que el pueblo marleyano lo hiciera, dado que en cuanto murieran, los titanes renacerían en ellos. Era la única razón por la que los suyos estaban a salvo hasta que volvieran.
Los chicos debían encontrarse en posición. Eren salió de la casa y caminó con sigilo hacia el cuartel general. En ese punto cada quien estaba listo para atacar, a un segundo de dar un paso al frente sintió como alguien se acercaba.
Su cuerpo se movió solo, decidido a inmovilizar al enemigo, pero apenas logró dar la vuelta cuando observó el rostro de Mikasa en la oscuridad.
—¿Qué haces aquí? – la pregunta salió rápidamente de sus labios, la rabia pura deslizándose por sus palabras.
—Sabía que estarías aquí hoy.
—Debes irte, no pueden verte conmigo. Te considerarán una traidora también.
—Voy a ir contigo Eren.
—¡No! ¡No lo harás! – negó al instante – ¡Vete Mikasa! ¡No te quiero aquí!
—Se que intentas protegerme – ella intentó dar un paso hacia él.
Eren la tomó de los brazos con fuerza y la presión contra la pared del callejón, en un golpe seco y un poco brusco. Mikasa no se quejó, pese a que su tacto fue por primera vez agresivo hacia ella.
—¡No te quiero aquí Mikasa! ¡Tienes que alejarte de aquí! ¡Tienes que alejarte de mi!
—No quiero.
—No puedes seguir aferrándote a mí como cuando éramos niños ¡No soy la misma persona! ¡Estoy podrido por dentro!
—Eres tú Eren, yo solo te veo a ti.
—¡Posiblemente mate a algunas personas hoy! Tengo que hacerlo para liberar a mi pueblo, pero… ¡No siento ningún arrepentimiento al pensarlo!
—No importa.
—Podría herirte a ti también si te entrometes en mi camino – sus dedos se apretaron, pero Mikasa no intento defenderse, ni se alejó.
—Confío en ti.
—¡No tienes que hacerlo! ¡No merezco tu confianza! ¡No la quiero! ¡Aléjate de mi Mikasa! No soy bueno para ti.
—Yo te amo Eren.
Sus palabras fueron como una bofetada. Eren soltó un jadeo y retrocedió, hasta apoyarse contra la pared a su espalda. No podía respirar y cuando lo consiguió, parecía que el aire era insuficiente y su aliento salió a borbotones, en suspiros entrecortados. Su pecho dolía y su estómago se sentía extraño, revuelto.
—No puedes amarme.
—Pero ya lo hago – ella sonrió con dulzura.
Nunca habían cruzado la línea, pese a todos los años que se conocían y todas las veces que estuvieron a solas. Los sentimientos siempre habían estado ahí, pero Eren era consciente de sus diferencias y de lo corrompida que tenía el alma.
A sus ojos, Mikasa era como un ángel.
Pura, dulce e inocente.
Sus manos estaban manchadas de sangre y no se arrepentía. No podía cambiar el pasado, ni su convicción sobre el futuro y si pudiera retroceder el tiempo, estaba seguro que tomaría las mismas decisiones.
¿Cómo podría siquiera tocarla siendo consciente de ello?
¿Cómo podría alguna vez merecerla cuando se sentía tan roto por dentro?
—Mikasa…
—Todo está bien Eren, no tienes que amarme también… yo te quiero lo suficiente – ella intentó acariciarle el rostro, pero le apartó la mano de un manotazo.
—¡No! ¡Estas confundida! Tu no puedes quererme ¡No!
—Eren…
—Aléjate Mikasa… antes de que mi oscuridad te manche.
—No es así Eren – ella se acercó tentativamente, hasta que su cuerpo entró en contacto con el suyo, hasta que sus brazos le rodearon y alejaron aquella sensación de dolor que había cargado por tanto tiempo – Si pudieras verte como yo te veo… sabrías porque te amo.
—No lo entiendo.
—No importa, yo te lo enseñaré.
—Mikasa… – susurró su nombre temblorosamente, cerro los ojos – " Hace frío" – pensó, más no lo dijo. Se sentía tanto frío por dentro y ella era tan cálida. Sus brazos la rodearon y la apretó contra su cuerpo, mientras temblaba.
Era en sus brazos el único lugar en el que se sentía seguro. Porque cada vez que Mikasa le abrazaba, todas las piezas en su interior se juntaban. Ella era la calma que su alma atormentada necesitaba.
Y también la ama, más de lo que alguna vez podría explicar con palabras.
—Vamos a hacer esto juntos.
—Tus padres…
—Ellos saben que estaré bien – Mikasa se alejó y con una sonrisa le tomó de la mano – Porque estoy contigo.
La vida sería difícil a partir de ese momento, pero juntos podrían superarlo.
Porque ellos se habían elegido.
Aunque lo suyo no había sido causalidad, fue el destino.
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FIN DEL CAPÍTULO
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NOTAS DEL CAPÍTULO:
17.- Abrazo.
Hola mis bellas, lamento no haber subido el capítulo ayer, pero me podía el sueño y me dormí.
Tuve que editar el fic varias veces porque bueno, la historia es completamente diferente. Vamos a ver unos puntos en los que intente dar sentido, pese a la trama diferente y aún así, para mantener la esencia del anime.
· Mikasa en este caso es dos años menor que Eren.
· Si es Ackerman y ellos traicionaron al pueblo eldiano al jurar lealtad a Marley, no se que tan congruente sea esta parte dado el instinto de su sangre por proteger a sus reyes, pero estamos en el mundo de los Fanfics ¡Bienvenidos!
· Eren nació en Marley y como tal, vivió engañado hasta que a los trece años, con una mentalidad lo suficientemente madura según su padre, se enteró de la verdad, lo que naturalmente le hizo tomar un bando sobre Eldia y odiar a los Marleyanos. En este caso, Grisha pudo ver la inclinación de su primer hijo, Zeke por Marley, por lo que quería descartado como salvador. La rebelión siempre sería encontrada, pero solo atraparía a unos cuantos, Dina moriría entonces y él quedaría viudo y conocería a Carla, que en este caso sería parte también del pueblo eldiano.
· Mikasa es considerada marleyana por lo que sería la única excepción a la regla de Eren y él mismo lo menciona.
· La personalidad de Mikasa tiene mucho que ver a como ella habría sido a mi parecer, sino hubiera perdido todo. Su poder es grande, pero ella lo fuerza, aún no ha despertado el instinto Ackerman, posiblemente lo haría si Eren estuviera en gran peligro en un futuro.
· Eren se siente roto por dentro, perdido. Ha matado a Marleyanos antes, aunque no lo mencioné porque alargaría la trama. Sus manos están manchadas de sangre y se siente sucio e desmerecedor del amor de Mikasa, esto lo tome de Reiner, quien también sufrió este cambio de personalidad cuando los traicionó, sabemos que Eren es más sentimental, por lo que lo afectaría aún más.
· Mikasa como Titan Martillo de Guerra sería de lo mejor.
· El Titan de ataque si permaneció en manos de los Eldianos y ahora, en Eren, quien lo recibió a los quince años.
· Ahora Eren tiene dieciocho y Mikasa dieciséis.
· Y Armin si cumplió en ese universo lo que deseaba, intentar llegar a un acuerdo de paz con el pueblo de Marley, lamentablemente ellos no escucharon sus razones por lo que dictaminan la ejecución.
· Posiblemente la familia de Eren y los chicos sean ejecutadas por traición, ellos están conscientes y fingen que no es así, pero con lo cruel que son los Marleyanos, yo digo que si.
· Y Eren si ama a Mikasa, pero no sé siente merecedor de ella, al final talvez luchen por su causa para salvar al pueblo eldiano o sea tanto el peso de sus responsabilidades que ambos escapen como en los caminos. Eren moriría dos años antes que ella, ya que Mikasa recibió el Titan de ataque a los quince años también, pero serían felices y se amarían como nunca.
Las notas más largas de mi vida cómo ficker jajaja. Esperó que les haya gustado el capítulo, quería alargarlo mucho más, pero el punto era demostrar los sentimientos de Eren cada vez que abrazaba a Mikasa, no el universo en si.
Gracias por su apoyo bella ¡Son las mejores! Las amo y nos leemos pronto.
Besos y abrazos.
09/11/2021
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