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Advertencias del capítulo: (Lenguaje obsceno)
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Disclaimer: Attack on Titan y sus personajes NO me pertenece
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Nota: Esta historia es completa y absolutamente MIA, y no es permitido tomarla sin mi autorización.
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CHAPTER 18
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SHARED HOBBIES
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—¡Vamos tío! ¡Vamos!
—¿Porque estás tan emocionada? – indagó bajando del auto.
Dio la vuelta y abrió la puerta trasera del otro lado, desabrochando el cinturón de la pequeña rubia.
Anya extendió los brazos en su dirección y Eren la cargo antes de dejarla en el piso. La pequeña le esperó, mientras sacaba su mochila y lonchera, luego cerró la puerta y extendió una mano, que Anya tomó inmediatamente.
—¿Entonces?
—La profesora nos prometió que mañana traería bastantes juegos tío.
—Si, me lo dijiste antes – no había hablado de otra cosa mientras iban en el auto – Pero es hasta mañana.
—Pero falta muy poco – le miró expectante – Estoy emocionada ¿sabes por qué?
—No ¿Por qué?
—También va a traer premios – chilló animada. Eren suspiró y sonrió.
—Se escucha bueno.
—¿Si verdad?... ¡Ella es la mejor! Espero que los premios sean buenos, quiero ganar muchos.
Eren se abstuvo de decirle que posiblemente no le permitirían jugar luego. Mikasa seguramente tenía alguna muy bien mecánica para lograr que todos los niños ganarán. Siempre era así.
En cuanto recorrieron el pasillo, la observó al frente de una fila de al menos cinco niños quienes estaban dando su saludo matutino. Anya empezó a saltar, sonriendo enormemente.
—¿Puedo ir tío? ¿Puedo? ¿Puedo?
—Claro que sí, ve.
La pequeña soltó un chillido y se alejó corriendo, pero se detuvo en algún punto y volvió hasta posicionarse frente a él, poniéndose de puntillas.
—Tu beso tío – le indicó.
—¿Cómo se me pudo olvidar? – mientras lo decía, se agachó – Mi beso – escuchó el sonoro beso que la pequeña plantaba en su mejilla.
—Mis cosas.
—Yo las llevo, mira… la fila está vacía.
Anya volteó y observó que efectivamente ya no había ningún pequeño. Soltó una exclamación y se puso frente a Mikasa quien sonrió divertida.
—Un abrazo maestra – abrió sus brazos y esperó, Mikasa se puso de cuclillas y se inclinó rodeándola con dulzura.
—Buenos días Anya – saludó dándole palmaditas suaves en la espalda.
—Buenos días, estoy emocionada profesora – sonrió tanto que Mikasa vislumbró los pequeños dientecitos de ratón y lo que no estaban ahí.
—¿Ahh si? – ella fingió no saber porque, aunque todos los niños se lo habían mencionado, de hecho la semana entera había girado en torno a esa actividad.
—Si, ya quiero que sea mañana.
—Te cuento un secreto – se inclinó ligeramente y simuló que aquello era realmente información confidencial.
—Si, si – Anya se inclinó también con una expresión de intriga.
—Yo también quiero que sea mañana. Nos divertiremos mucho – le confió con una sonrisa.
—¡Si! – la pequeña rubia soltó una exclamación de emoción.
—Ahora ve adentro, todos están en su asiento.
—Si, claro maestra.
Mikasa la siguió con la mirada, observando como la pequeña saludaba a todos sus compañeros. Los niños era mucho más sociales entre sí y su relación se había hecho bastante más estrecha. Aunque había tenido algunos problemas para incluirlos a todos, dos años después estaba muy orgullosa del progreso.
—Buenos días señorita Ackerman – la voz masculina la hizo sobresaltar, levantó la mirada y observó los fascinante orbes verdes del sujeto frente a ella. Las sensaciones que la atacaron fueron casi instantáneas. Temblorosamente, Mikasa se inclinó, intentando esconder el rubor que se había extendido por su rostro.
—Señor Jaeger, un gusto verlo – susurró suavemente, le dio una mirada ligera al erguirse y luego carraspeó, para despejar el nudo en su estómago.
Observó con un aleteo dulce en el pecho, la sonrisa irresistible se deslizaba por los labios delgados y firmes del hombre.
—El gusto es mío – extendió una mano en su dirección, pasándole la lonchera de Anya – Se le olvidó, espero que pueda dársela.
—No hay problema – se mordió el labio inferior, la mirada verdosa fue a caer justo en el gesto provocador – Yo se la entrego.
—Se que si – él dio media vuelta y empezó a alejarse – Te veo luego.
—Adiós – Mikasa lo siguió con la mirada observando su andar confiado y varonil.
Todo él exudaban masculinidad y elegancia, era sin duda una de las razones por las que aún luego de casi tres años de conocerlo, no podía evitar seguirle con la mirada, fascinada con su perfil, su sonrisa coqueta, su voz ronca, y sus luminosos y atractivos ojos verdes.
¿Acaso podía estar más enamorada de él?
Abrió la puerta de su apartamento con un suspiro, estaba agotado y era mucho más tarde de lo que había esperado. La empresa últimamente absorbía demasiado de su tiempo y eso le obligaba a volver ya entrada la noche.
Aunque su trabajo era ciertamente relajado, tras su escritorio y sin ningún esfuerzo físico, el cansancio mental que conllevaba definitivamente jugaba en su contra.
Talvez debió haber optado por una carrera como la de Armin en lugar de negocios. Aunque no podía quejarse, apenas tenía un año desde que había decidido abrir su propia empresa y sorprendentemente le iba muy bien.
Se quito la chaqueta mientras inhalaba con profundidad, percibiendo el aroma dulzón en el aire. Colgó el saco en el perchero y procedió a quitarse los zapatos antes de dirigirse por el pasillo.
Su apartamento era bastante grande y a pesar de que no tenía más de medio año en él, estaba satisfecho con la elección. Llevaba mucho tiempo sin sentirse cómodo y cálido en ningún lugar, y luego estaba ahí, en aquel espacio que se había convertido en un hogar por primera vez en mucho tiempo, ni siquiera recordaba la última ocasión en la que hubiera deseado llegar a su apartamento sabiendo que en encontraría algo más que vacío y soledad.
Siguió el dulce olor que flotaba en el aire, mientras se acomodaba las mangas de la camisa hasta que tuvo los antebrazos desnudos. Su mirada se poso en la figura que se encontraba de espaldas y se permitió un segundo para recorrerla. Notó que llevaba audífonos, por lo que no se había percatado aun que se encontraba ahí.
Una sonrisa se deslizó por sus labios mientras su mirada recorría la curvilínea figura. Llevaba una de esas camisas gigantescas a las que osaba llamarle pijamas, eran tan grandes que incluso a él le quedaban varias tallas más anchas y no eran para nada femeninas, aun así, no disminuía en lo absoluto su atractivo, en todo caso, le instaba a explorar lo que había debajo, aquella piel que conocía tan bien y que aún así, le mantenía cautivado. En ese punto lo sabía, nunca podría cansarse de ella.
Con la presión de aquel conocimiento en el pecho, se acercó lentamente, hasta posar las manos en la delgada cintura. Sintió como Mikasa se tensaba, pero en cuanto hundió el rostro en su cuello e inhaló con avidez, ella parecía mucho más tranquila, habiendo rápidamente reconocido su toque.
—Hola – susurró mientras se quitaba uno de los audífonos.
—Estoy en casa – le dijo suavemente. La mujer asintió estirando el cuello y Eren se encargó de repartir ligeros besos por su piel, aspirando al mismo tiempo, aquel aroma que le parecía tan cálido y dulce.
—¡Bienvenido!
Mikasa acarició sus antebrazos desnudos y luego le dio un golpe, indicándole que la soltará. Eren lo hizo y disfrutó cuando ella volteó entre sus brazos, le tomó del rostro y se puso de puntillas, para darle un lento beso, que prácticamente eliminó cualquier malestar previo.
Eren suspiró, mientras la rodeaba por la cintura y la abrazaba contra su cuerpo, hasta que la suavidad de sus senos, se aplastó contra su torso. Quería tomarla de la cintura y sentarla sobre la isla en la cocina, pero no sabía que hacia ella antes y no quería arruinarlo, aunque por el aroma se hacía una idea.
Le lamió los labios en cuanto se separó y depositó un beso en su frente antes de dar una curiosa mirada sobre su hombro femenino.
—¿Qué estás haciendo? – indagó con la voz ligeramente ronca. Mikasa apoyó ambas manos en su torso y le dio un beso coqueto en la barbilla, se soltó de sus brazos con una enorme sonrisa cruzándole los hinchados labios.
—Galletas – le dijo alejándose lentamente.
Eren la siguió y observó como se ponía un guante para abrir el horno e inclinarse a ver las bandejas dentro ¡Así que era eso lo que olía tan bien! Intentó concentrarse, pero su mirada cayó en la generosa curva de su trasero, apenas llevaba una tanga y la camisa se había subido ¡Era una vista que no podía ignorar!
—Se ve delicioso – se lamió los labios. Mikasa le dio una mirada por sobre el hombro y se rió entre dientes.
—¿Las galletas? – el moreno alzó la mirada mientras ella se erguía y observó la expresión divertida en su rostro. Sintió como el calor subía por su cuello y se desabrochó los primeros botones de la camisa.
—Por supuesto – se apresuró a afirmar. Mikasa asintió, fingiendo creerle.
—Bien, tengo algunas más que hacer ¿Quieres ayudarme?
—Claro – él recorrió con la mirada todos los ingredientes en el mesón – No escuché nada más que eso en la mañana.
—Anya – adivinó ella.
—Sabes cómo es.
—Su entusiasmo es tan dulce – ella sonrió maternalmente, Eren asintió.
—Claro que sí, está esperando muy ansiosa lo que tienes preparado para mañana.
—Hay muchas galletas por aquí.
—Bueno, me cambio por algo más cómodo y vuelvo en un momento – se dirigió por el pasillo y entró a su habitación.
La decoración evidenciaba que aquella no era solo un dormitorio de soltero. Podía notar la luminosidad propia de Mikasa plasmada en cada rincón. Se quito la ropa y de encaminó hacia el armario. En cuanto entró, observó la división meticulosa que ella había hecho para seccionar su parte del clóset y separarla de él. Creía que podría incomodarle ver su ropa mezclada con la de ella, pese a que le había dicho que no era así. Aunque se había mudado juntos casi medio año atrás, Mikasa creía que aún necesitaba tiempo para comprender que ya no estaba solo.
Sabía que algunas veces era así, no quería hacerlo, pero tampoco podía evitarlo. En algunas ocasiones se olvidaba de comunicarle que se quedaría algunas horas más en la oficina o se desviaba del camino a casa, también le había pasado cuando se veía con Armin o recogía a Anya para llevarla a alguna de las clases extras que tenía, sin haberle mandado un mensaje para hacerle saber el motivo de su retraso. Había intentado cambiar aquellas cosas y pasados los primeros meses juntos, creía haberlo logrado. Estaba dando todo de si para que funcionara y es que amaba a Mikasa más que a nadie en el mundo.
Recordó como habían iniciado un par de años atrás. Había sido una semana después de la visita de Armin. En cuanto llevó a Anya y tras esperar que la pequeña saludara a su maestra, se había acercado para presentarse correctamente. Mikasa parecía sorprendida, lo que le dio la razón a Armin al asumir que ella podría creer que él era padre de Anya. Luego de eso, se encargó de saludarla por al menos un mes, cada vez procurando involucrarse mas, haciendo de sus platicas algo más que saludos educados y cordiales. Incluso decidió ir por Anya a la salida tomando su almuerzo mucho más tarde de lo acostumbrado y en una ocasión, se ofreció a llevar a Mikasa, cuando ella tuvo su auto en el taller. Fueron esos tres días los que le permitieron una cercanía aún más íntima y la confirmación de lo que había sentido en un inicio, ella era la indicada.
Aunque tuvo problemas para pedirle una cita, debido a las políticas de la escuela, no estaban incumpliendo ninguna norma y fue esa su justificación cuando ella se lo expuso. La primera salida fue normal, no demasiado memorable pues ambos estaban muy nerviosos y no habían tenido ninguna cita en un tiempo vergonzoso, pero a esa le siguieron muchas más y hubieron besos, que parecieron correctos y manos entrelazadas que poco a poco fueron construyendo una confianza en el otro. Un lazo se formó y el mismo se afianzo cuando cuatro meses después hicieron el amor por primera vez. Sus sentimientos se involucraron tan rápidamente y con tanta fuerza que Eren sintió profundamente atraído y no fue una sorpresa cuando esto se transformó en amor.
Apenas habían cumplido el año cuando no pudo concebir el hecho de estar lejos de ella. En el momento en el que le propuso matrimonio, Mikasa aceptó entre lágrimas. Su amor por ella creció aún más cuando obtuvo el "si" sin ninguna vacilación, sin embargo ambos acordaron que esperarían al menos otro año antes de casarse, aún así, Eren decidió proponerle vivir juntos y Mikasa no dudo un segundo en aceptar, deseando con igual fervor la cercanía de vida en pareja, íntima y amorosa.
Cada día desde entonces había sido mejor. Despertar con ella a su lado y observarla dormir calmaba la tormenta en su alma, tenerla en su brazos y saber que era ahí donde pertenecía llenaba el vacío, Mikasa se había convertido en su mundo y comprendió que estaba seguro en ella, porque era algo más que solo amor, era la seguridad de que estaban hechos el uno para el otro, como si solo hasta ese momento pudiera sentirse completo.
Acarició las prendas femeninas y luego hundió el rostro en las diferentes telas, inhalando con profundidad.
—Eren – escuchó el grito desde la entrada.
—Voy – con un suspiró, terminó de cambiarse y volvió sobre sus pasos hacia la cocina.
Cuando llegó, la miró realizando una mezcla. Su mirada se elevó y ella le dirigió una sonrisa que acarició su pecho con dulzura.
—Tardaste un poco – frunció ligeramente el ceño – Si estás muy cansado puedes ir a dormir amor, solo terminó esto y hago algo para cenar.
—Esta bien – se puso a su lado y le acarició la cintura – Estoy bien ¿En que deseas que te ayude?
—Solo falta una tanda más, terminó esta mezcla y puedes amasarla, con esas manos tan fuertes que tienes lograrás que queden esponjosas.
—Sabes que tengo una habilidad extraordinaria con las manos – le guiñó un ojo con coquetería. Mikasa se rió entre dientes.
—Y unos dedos magníficos cielo – ¡Putamente amaba cuando no dudaba en seguirle el juego! Definitivamente Mikasa era su tipo de mujer en todos los sentidos.
—Provocadora – le dio una cachetada en el trasero – Termina eso para poder amasar antes de que sigas tentándome.
—¿Yo? – ella pestañeó con inocencia.
—Claro – Eren se apresuró a lavarse las manos y luego volvió a ponerse a su lado – No intentes distraerme, estoy seguro de que Anya estaría muy molesta conmigo si arruino las galletas.
—Tengo a quince pequeños con los que tendrías que arreglar algunas cuentas si eso sucede.
—Tendrás que salvarme entonces, no podre yo solo con ellos – se inclinó y la besó.
—No te preocupes amor, yo te protejo – sonriendo, dejó la masa sobre la encimera limpia.
Eren tomó la masa y empezó a dar forma con sus manos. Siempre que Mikasa quería llevarle algunas sorpresas a sus pequeños, procuraba ayudarle, al inicio lo hacía más por cooperar, pero rápidamente se dio cuenta que realmente le gustaba ayudarla, se sentía más unido a ella cuando se involucraba en sus aficiones y es que, Mikasa era la persona más apasionada que conocía.
En cuanto terminó de darle forma a la masa y logró una bola perfectamente homogénea, Mikasa se acercó y la estiró.
—¿Puedes sacar la bandeja del horno? Creo que ya están.
Eren se inclinó y tras ponerse el guante, la sacó y verificó que las galletas estuvieran listas tal y como ella le había enseñado antes.
Dejo que las galletas se enfriaran y luego la observó, mientras Mikasa empezaba a recortar la masa con pequeños moldes de varias figuras. Observó las diferentes bandejas distribuidas, tenía de todo, desde galletas con chispas de chocolate, con piruletas de colores, de limón, fresa y galletas de mantequilla, también de dulce de leche. Tomó una de chocolate y la llevo rápidamente a su boca, en movimiento veloz.
—Eren – escuchó que arrastraba su nombre en una advertencia, masticó con una sonrisa.
—¿Qué? – intentó que no se notará que aun tenía el dulce en la boca.
—No tomes las galletas – susurró ella dándole una mirada divertida por sobre el hombro.
—Solo fue una – dijo en su defensa.
—Busca en el microondas.
El moreno se acercó y abrió la pequeña puerta, observó un plato con una pila de brownies.
—Mikasa – le dio una mirada rápida.
—Son tus favoritos, los hice de primero para que se enfriaran, pensé que podríamos comerlos luego de la cena.
—Eres la mejor nena – observó con placer como las mejillas de la chica se enrojecían.
—Ven, terminemos esto.
La siguiente hora continuaron con la labor, Eren guardó las galletas ya frías en pequeñas bolsitas transparentes y Mikasa las envolvió con cintas y listones de colores. Cuando las últimas galletas se enfriaron, le ayudó a decorarlas.
—Creo que es la última – ella sonrió orgullosa.
—Ven – se acercó y le quito la mancha de harina en la mejilla, aunque en realidad toda su ropa era un desastre. Incluso él estaba un poco sucio de glaseado.
—Debemos tomar una ducha.
—¿Es una proposición? – jugueteó con el borde de su improvisado camisón.
—Solo si tu quieres – le dirigió una sonrisa coqueta.
—Siempre quiero nena.
—Solo guardo las galletas – mientras la observaba guardar todo en las cajas, Eren tomó el recipiente donde habían hecho el glaseado y le paso el dedo, para lamer todo rastro.
—Se ven muy buenas – la halagó.
—Siempre dices lo mismo.
—Es que eres la mejor – se rio entre dientes – ¿Por qué te sonrojas?
—No me sonrojo – negó apresuradamente.
—Anya estará feliz al verlas, aunque seguramente te enamore para darle una de cada una.
—Es una pequeña insaciable
—Te adora – le recordó. Notó como la sonrisa de Mikasa lentamente decaía.
—¿Como tía? – le dirigió una mirada baja.
—Claro que si, ella será la persona más feliz cuando se de cuenta que su maestra favorita de todo el mundo es su tía también – se acercó y le acarició la cintura.
—He sido su única maestra – le recordó Mikasa intentando suprimir una sonrisa.
—Aun así eres la mejor.
Sabía que para ella era un miedo real que la pequeña no la aceptará, aún no le habían dicho nada, pero Eren no dudaba que fuera así, esperaba anunciárselo en un par de meses, cuando terminará el año escolar. No tenía duda de cuál seria el resultado, pues Anya amaba a Mikasa enormemente, estaba entre sus cinco personas favoritas.
—Recuerda que por poco me quitas el cuarto puesto – susurró divertido.
—¿Será que puede desbancarte de tu trono tío favorito? – le provocó acariciándole el torso.
—Eres una bruja.
Escuchó su risa melodiosa y Mikasa le dijo que se apartara, pues le distraía demasiado. Terminó de arreglar las galletas apilándolas una a una. Luego empezó a limpiar el mesón, Eren ya había pasado todo los trastes sucios al lavador.
—Ya terminaste – le dijo en cuanto el mármol brilló.
—Solo voy a lavar los trastes.
Eren rodó los ojos, tomó con su dedo el último glaseado que quedaba y mientras Mikasa abría el grifo, le apartó el cabello y lo deslizó por su piel.
—¿Qué estás haciendo?! – chilló ella, el moreno se inclinó y le besó el cuello lamiendo el dulce – Eren – gimió suavemente.
—Estas sucia, es hora de un baño – la volteó tomándola de la cadera y luego se inclinó para cargarla sobre el hombro
—¡Eren! – se quedó sin aliento, sorprendida – Tengo que terminar de limpiar y hacer la cena.
—Esos brownies suenan genial.
—Pero…
—Ahora tengo hambre de otra cosa – le dio una cachetada en el trasero – Hicimos una de tus actividades favoritas, ahora sigue la mía – y se encaminó a la habitación.
No salieron hasta dos horas después, cuando solo con una toalla alrededor de las caderas, Eren fue por el plato de brownies y un cartón de leche.
Y esa noche definitivamente compartieron algo más que sus gustos y pasatiempos, ambos tuvieron el placer de disfrutar cada momento juntos, por qué incluso un segundo al lado del otro les llenaba de vida.
Su amor era predestinado.
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FIN DEL CAPÍTULO
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NOTAS DEL CAPÍTULO:
18.- Compartir hobbies.
Hola mis bellas, lamento la tardanza, pero apenas ayer salí de cuatro turno b y c, por lo que no podía actualizar.
Cómo pudieron observar, esta es la continuación de la historia número uno y la verdad me dio muchos problemas, porque quería desarrollarla, pero no podía simplemente iniciarla desde cero, porque habría alargado la trama demasiado.
El punto es que de hecho, que ellos se enamoraron realmente rápido y fuerte. Su relación es dulce, pasional y muy divertida, se complementan, pero aún esconden la naturaleza de la misma, aunque al menos Armin y Annie lo saben, no así Anya. Intente demostrar el tipo de relación que ellos tienen y espero que les haya gustado tanto como a mí.
Tengo cinco días libres contando este y estoy esperando ponerme al día con varias de mis historias o al menos hacer continuaciones seguidas. Gracias por su paciencia.
Nos leemos pronto, besos y abrazos.
17/11/2021
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