Disclaimer: Pucca pertenece a su creador, Boo Kyoung Kim. La trama me pertenece.
Palabras: 507.
Pucca tenía un dilema.
Llevaba horas acostada en su cama, abrazando la almohada que tiene la foto de Garu bordada, mirando el techo: pensando. A Garu le había regalado suéteres, dulces, gorros, bufandas, ropas, flores, de todo, y quería darle algo más. Algo, que le agrade y use a menudo, le sea útil.
Y no tenía idea de qué.
Le preguntó a Abyo, su mejor amigo, pero su respuesta fue… Simplemente Abyo: "¡Regálale una camisa! Siempre hay que tener unas camisas para hacer ¡Hi-ya!" Lo último que recuerda es que rasgó su camisa, de nuevo.
También preguntó a Ching, pero ella solo ofreció prácticamente lo mismo que ella ya había regalado a su amado. Sus tíos dijeron ¡Regálale comida! —obvio, la de ellos—, pero sabía ella que ese regalo era temporal, quería darle algo duradero.
Entonces ¡Ta-chan! ¡Eso es! Lo recordó. Garu le mencionó que Mio había tirado, sin querer, una mesa con jarrones y un reloj. Logró salvar los jarrones antes que tocasen el suelo, pero el reloj… Digamos que, quedó irreconocible.
Y no había podido comprarse otro, pues aunque en Sooga vendieran variedades de cosas, como en toda aldea, habían algunos artículos que eran caros; el reloj, entre ellos.
Feliz por haber pensado en ello, abrió sus cajones buscando el cerdito rosita que tenía de monedero, buscando sacarle todos sus ahorros.
En la tienda, ya con las monedas y billetes en mano, se paseo por las vitrinas, paredes y mesas. Había pensado en uno de muñeca, que era portátil, pero debido al oficio de su novio, evidentemente no podía cargar un reloj de muñeca. Pensó en uno digital, pero al ver los precios, se horrorizó ¡Ella no tenia tanto! Y Garu no era de esos gustos, tampoco.
Bufó, había de todos los tamaños, colores y formas, pero ninguno le convencía.
Oh. Oh. Ese. Ese. Ese sería, decidido.
Encontró el regalo.
Ya en su casa, regalo entregado a escondidas, y acostada ella casi echándose en los brazos de Morfeo, esperó sinceramente que el regalo sea de su agrado.
Si supiera ella, que Garu la había estado observando desde que entró a la tienda, y la vio salir con aquella caja. La siguió hasta la casa de él mismo, instalar el reloj, y escribir algo en una nota. Una vez se hubo ido la chica, el joven ninja entró curioso. El reloj era de pared, de estilo antiguo, de estos analógicos. Tenía un pequeño péndulo, de madera oscura que combinaba con las de su hogar, y con números romanos. Era bonito, pero eso no era lo que le interesaba.
Tomó la nota, y la leyó.
"Sé que te hacía falta un reloj, y encontré este. Espero que te guste,
Con todo mi amor, Pucca".
Esa niña.
No era necesario, de verdad, ya tenía el dinero para comprar otro. Aún así, el que ella haya gastado probablemente todos sus ahorros, de alguna manera le enterneció.
Sonrió, y miró el reloj.
¿Podría ser su objeto favorito?
Puede que sí, puede que no. Nunca lo diría en voz alta.
Nota de autora: Como cuando se te olvida publicar. Te acuestas pensando "¡Ah, ya publiqué!" y te duermes feliz de la vida. Ay, mi cabeza. ¡Espero les haya gustado!
¡Gracias por leer!
