Disclaimer: Pucca pertenece a su creador, Boo Kyoung Kim. La trama me pertenece.

Palabras: 742.


Pucca amaba las flores. Adoraba todas las formas, todos los colores, tamaños y olores que tenían. Había variedades, tenían significados, florecían en diferentes épocas del año. Algunas comunes, otras extrañas, para ella el mundo floral eran fascinantes.

De niña vivía observando las flores que nacían en su jardín, para luego arrancarlas si le gustaba mucho —acción que ya no hace—. Ahora, adolescente, observa desde su ventana él como la primavera está haciendo efecto; las hojas verdes vuelven a nacer en los árboles, las flores vuelven a crecer y el pasto se tinta verde otra vez.

Está segura que las florerías se están llenando de mercancía en ésta época del año, por lo que decidida, salió a visitarlas.

Tenía un jarrón en su habitación que estaba clamando por tener un ramo bonito dentro suyo, y ella estaría encantada de cuidar dicho ramo. Claro que, aún no se decidía por un ramo decente.

¿Margaritas? ¿Girasoles? ¿Rosas? ¿Tulipanes? ¿Claveles? ¿Cayenas? Todas eran tan bonitas… Pero solo tenía un jarrón.

—Buen día, Pucca, ¿buscando alguna flor en especial? —preguntó la anciana dueña de la florería, al verla mirar con devoción todas las flores que tenía por mostrar.

Ella sonrió, algo apenada al notar que llevaba tiempo pensando y aún no se decidía por alguna. Puso una mano en su mentón, intentando recordar los significados de las flores.

¿Y si pedía lirios? Abundaban en el país, además de que eran bellísimas y daban luz al lugar donde estaban. Estuvo a punto de señalar los lirios a su derecha, cuando una mano bastante conocida para ella tomó su brazo. Volteó sorprendida y alegre, pues normalmente él la evitaría y nunca la tocaría en público.

Garu estaba a su lado, observando las flores, y luego la miró a ella confundido.

Ella podía entenderle. Si bien, ya él cada viernes dejaba un tulipán que ella recogía con amor y acomodaba en un jarrón exclusivo para esos tulipanes, ella deseaba más variedad ¡No podían culparla! Adoraba las flores.

El ninja suspiró, y pareció meditar algo. Y lo pensó y pensó, hasta su rostro se volvió escarlata. La joven le miró sin entender cuando él hizo señas a la señora, y le señaló unas margaritas.

—Oh, ¿Quieres margaritas, Garu? Buena elección ¿Cuántas serían? —la anciana se acercó al puesto de margaritas, mirándole cariñosamente.

Garu levantó tres veces sus manos, con los dedos extendidos. La señora entendió, sonriendo sabiondamente, logrando que el joven se pusiera más rojo de lo que ya estaba. Pucca no comprendía nada. El de coletas tomó el ramo cuando se le hubo entregado, pagando en el proceso.

Ambos jóvenes caminaron hacía el Goh Rong, Garu más rojo que el color de pintura del restaurant, y Pucca sorprendida por lo que acababa de ver. Vamos, ella conocía bien a su novio, él nunca, repito, NUNCA compraría flores en una florería. Era de los que preferiría buscar, si a caso, flores en el campo.

Y mucho menos ramos. Con suerte unas tres, ella era testigo de ello.

Se detuvo cuando él lo hizo, notándolo visiblemente incómodo. El ninja se dio la vuelta hacia ella, extendiendo el brazo bruscamente, con el ramo en su mano. Ahora era ella la roja, aun así tomó el ramo de margaritas, para luego pegarlo a su rostro y aspirar el olor que desprendían. La sorpresa llegó a su rostro cuando no sintió el suelo bajo sus pies, y en vez de eso se vio en los brazos del ninja.

Santo.

Esto era demasiado para su corazón.

El ninja saltó hacia la ventana de ella, que estaba abierta, entrando con la joven y dejándola en el suelo de nuevo. Garu simplemente se volteó y salió por la misma ventana, desapareciendo de su vista.

Eso había sido… Raro.

Observó el ramo, donde estaba, y lo que había pasado. Soltó un chillido que estaba segura había escuchado todo Sooga, saltando en círculos por todo el cuarto, soltando corazones y casi sin dejar de sonreír. Luego recordó las flores, y rápidamente las acomodó en el jarrón cuidadosamente.

Tenía dos jarrones especiales ahora. Uno de tulipanes, y el otro de margaritas. Serían sus flores favoritas de ahora en adelante.

Claro que, ella no sabía el significado de las margaritas, por lo que buscó por internet.

Él si sabía, por lo mismo estaba en el refugio de su hogar, pensando que rayos lo empujó a hacer eso. ¡Ahora si nunca se libraría de ella!

Y todo por un ramo de flores.


Nota de autora: Aquí hice referencia a un fic que publiqué con anterioridad, pero no es necesario leerlo para entender este; es completamente independiente. Para quien no sepa, las margaritas tiene dos significados dependiendo del número de margaritas que haya: Una, dos o tres margaritas, significa amistad; mientras que seis margaritas o más, es decir un ramo, significa amor hacia la persona que le regalas. Así que, ¡Espero les haya gustado!

Y esa es la nota que tenía preparada para el día real. Pero me surgieron cosas, además que me bloqueé, luego tenía que hacer unos trámites para comenzar la uni, y ay. Soy un desastre. Aunque ya volví, y esta vez terminaré esto que tengo pendiente. Espero puedan perdonarme. También... En mi perfil tengo un pequeño anuncio, para quien quiera pasar a leerlo, lo agradecería.

Ahora sí, ¡Gracias por leer!

¡Gracias por leer!