Disclaimer: Los personajes son de Masashi Kishimoto, pero la historia es mía uwu
IMPORTANTE: Espero que la lectura no sea confusa, estaremos yendo del presente al pasado uwu Es decir que el primer capítulo ocurrió hace varios meses, en relación al momento en el que inicia este. Sin más que aclarar, disfruten la lectura.
Daddy Issues: el término suele utilizarse para burlarse de las elecciones románticas o sexuales de las mujeres, insinuando que estas están buscando figuras paternas o ese tipo de autoridad en sus parejas.
Entre girasoles y cerezos
Capítulo II
Sakura es mujer
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Sakura se deja caer en un sillón de color gris, envuelta en una manta y con los ojos convertidos en agua, la cara hinchada y la nariz roja, moqueándole. Mira al hombre que está de pie frente a ella y se siente profundamente avergonzada. Él no la mira, pero intuye lo que debe estar pensando y llora todavía más.
Ruega para que sus padres no estén enterados de nada, pero sabe que una imagen de su rostro ya aparece en todas las revistas, periódicos, programas de chismes y noticieros en televisión. El país entero lo sabe y es un escándalo. El escándalo que las personas necesitaban para poder salir de sus aburridas y monótonas vidas, salen de sus rutinas para revisar las noticias y saber qué a ocurrido con el caso de la terapeuta infantil que abusa de sus pacientes, así, en plural, como si hubieran sido varios y no sólo uno. Cotillean entre ellos, es el tema de conversación a la hora del almuerzo y es de lo que hablan aquellos que no se han visto en años y se reencuentran o quienes están en una situación incómoda y no saben qué más decir.
"¿Ya supiste lo de la terapeuta y el niño?".
Los conductores de televisión debaten si acaso el niño implicado es un chico con suerte que ha vivido la fantasía de muchos adolescentes y hombres, o en realidad es un niño cuya inocencia ha sido corrompida por una terapeuta criminal que carece de vergüenza y humanidad.
Ella está segura de que si las personas miran una foto del chico dejarán de creer que es un niño y que ella es una abusadora, pero las cosas son más difíciles que eso.
— Las cosas no son como dicen…— se siente obligada a decir y entonces él dirige sus ojos oscuros a ella. La examina con detenimiento y se siente juzgada, expuesta y vulnerable.
Sasuke Uchiha es un abogado, uno de los mejores y es bien conocido gracias a los casos mediáticos en los que se ha visto envuelto. Dicen que es el abogado del diablo y sus detractores lo odian argumentando que gracias a los abogados como él es que los delincuentes siguen en la calle. Ha defendido a asesinos y mafiosos, encontrando siempre huecos legales o faltas al proceso, de modo que siempre consigue la libertad de sus clientes. Trabaja para el buffet legal familiar y, en el pasado, estuvieron comprometidos; tuvieron una relación bastante tranquila y así fue hasta que él descubrió la falta de vergüenza y lealtad de su prometida.
Sakura siempre tuvo la esperanza de que, al menos, volviera a responderle el teléfono y ocurrió, pero no en las circunstancias que quería.
Fue ella quien llamó y le rogó para que no colgara la llamada. Entre lágrimas tuvo que explicarle que estaba retenida, que se le imputaban varios crímenes en contra de un menor. Quería representación, pero también quería verlo, tenerlo cerca y sentirse segura. Se equivocó porque la mirada de Sasuke la hizo sentir sucia, como una mujer asquerosa y una delincuente. Piensa que así es como debe sentirse y deja de importarle demasiado.
¿Qué más da? Si logró convencer al juez de otorgarle el beneficio de llevar el juicio en libertad, únicamente con una medida preventiva. Pagó la fianza, una cantidad que ella no hubiera podido pagar y luego la llevó a ese apartamento, escondida de la prensa amarillista que ya había colocado su rostro en todas las primeras planas.
— Ah ¿no? ¿No te acostaste con uno de tus pacientes? Un crío de quince años— le recuerda y el gesto de dolor en la cara de Sakura se vuelve todavía más evidente.
— Sí— tiene que reconocer con dolor y se acaricia el tobillo, ahí donde le fue puesto un brazalete para que las autoridades estuviesen seguras de que no intentaría huir. — Sí, pero no así, Sasuke… por favor, escúchame— ruega— No soy… yo no…
Él clava sus filosos ojos negros en ella y logra herirla, la hace sangrar, aunque no hay lesión en su piel blanca y suave. Sakura piensa que él no quiere escucharla, pero lo ve sentarse frente a ella.
— Si voy a representarte tienes que contarme qué ocurrió. Tienes que decírmelo todo.
Sakura asiente, aunque no quiere hablar de eso, porque está avergonzada y le duele. Se sorbe los mocos y se limpia las lágrimas del rostro con las muñecas. No está segura por dónde debe comenzar así que le habla acerca de su desastroso primer día. Le cuenta de Kawaki, de cómo la insulto y después de Shizune, le dijo que la hizo sentir como una persona inservible que no merecía estar ahí. Le cuenta también que esa misma tarde se enteró que estaba compitiendo con sus otras dos colegas por un puesto de trabajo, que estaba equivocada y que el empleo no era seguro, así que se sintió terriblemente abrumada.
Nada andaba bien en su vida, se sentía sola y cargaba una tremenda responsabilidad sobre sus hombros. Sus padres.
Sasuke se sirve whisky en un vaso de cristal y la escucha atentamente, con el entrecejo contraído y los labios en línea recta.
— Yo no… no quería iniciar una relación con un niño, por supuesto, pero él nunca actuó como uno, parecía demasiado maduro y si lo conocieras podrías ver que… — quiso decir, con la voz temblorosa, pero Sasuke la detiene.
— Pero no lo era, Sakura, es un niño que todavía no acaba de desarrollarse, no sólo físicamente sino también mental y emocionalmente. Lo entiendes tan bien como yo ¿no es cierto?
— Sí— tiene que reconocer, apretando los labios y limpiándose las lágrimas. — Me sentía demasiado presionada por Shizune; Kawaki dejó de asistir a terapia y me sentí aliviada, porque honestamente no me sentía suficientemente estable como para tener que soportar sus insultos y groserías a diario. Estuve tranquila por una semana, hasta el día de mi cumpleaños… Shizune se acercó a mí y dijo que tenía que esforzarme más; prácticamente me amenazó diciendo que el empleo nunca sería mío si no lograba un cambio en él. También dijo que considerara mío el empleo si lograba que él asistiera de buena gana a terapia y lo ayudaba a tener un cambio de actitud, ella y la señora Chiyo lo aprecian mucho y temían que cumpliera la mayoría de edad y se marchara solo. Él era muy problemático así que supongo que pensaban que acabaría muerto en una pelea callejera o drogándose en un callejón. No lo sé— solloza impotente y se limpia las lágrimas.
— ¿Por eso te acostaste con él? ¿Querías el empleo y asumiste que la única forma de convencerlo de tener un cambio positivo era seduciéndolo?
— ¡No, por supuesto que no! Jamás me pasó por la mente algo parecido, nunca, de ningún modo quise involucrarme con él de esta manera— se defiende, ofendida y dolida.
— ¿Cómo comenzó todo? — inquiere Sasuke sin pensarlo demasiado.
Los recuerdos se arremolinan en la mente de Sakura y también en su corazón. Recuerdos dulces y amargos, algunos de hace una semana y vuelve a limpiarse la comisura de los ojos, antes de que las lágrimas vuelvan a brotar. Cómo comenzó todo era sencillo, pero la forma en la que terminó… el corazón le dolió sólo de pensarlo.
Alza ambas cejas y abre la boca intentando hablar, tratando de elegir las palabras adecuadas. Sasuke, de cabello rebelde y tan oscuro como sus ojos, se levanta las mangas de la camisa azul y se afloja la corbata, se pone cómodo porque intuye que la historia será larga y se prepara para escuchar lo peor.
Él conoce bien a Sakura y sabe que es la clase de chica que está obsesionada con encontrar el amor. También sabe que se acuesta con los hombres en la primera cita y luego no para de llamarlos, hablándoles de tener hijos y de matrimonio. Es la clase de mujer a la que muchos hombres llamarían intensa o de quien dirían que tiene daddy issues*. Mantuvo relaciones con varios de sus profesores en la universidad y esa es sólo una pequeña parte de la larga lista de hombres mayores con la que se ha encamado.
A Sasuke no puede importarle menos el historial sexual de una mujer, pues él no se considera un santo y no pretende otorgarse un papel que no le corresponde, sin embargo, está sorprendido con el nuevo nombre agregado a la lista. Kawaki, un chico de quince años que figura entre las otras tantas parejas sexuales de Sakura Haruno, cuyas edades oscilan entre los treinta y cincuenta años de edad. Está interesado en la inconfesa verdad de la mujer frente a él y planea sacarla del embrollo en que está metida, pero no puede evitar sentir coraje hacia ella y su falta de responsabilidad sexual y profesional.
— Ese día… luego de que Shizune habló conmigo me entregó un sobre con documentos dentro, pero no los leí, no hasta esa noche. Le prometí que lograría un cambio en Kawaki y me marché de ahí, sintiéndome todavía peor que antes. Tuve un ataque de pánico apenas subirme al auto. No podía con tanta presión, era demasiado el peso de volver a casa con un buen empleo, un compromiso cancelado y el hombre al que amaba no me regresaba las llamadas— lloró y rió al mismo tiempo—. Pensé en suicidarme esa misma tarde, pero deseché el pensamiento enseguida y fui al mercado, intentando distraerme en ese polvoriento pueblo. Era mi cumpleaños, apenas una semana después de mi llegada a este miserable pueblo…
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Era su cumpleaños número veintiséis y no estaba en absoluto emocionada; le dolía el estómago sólo de pensar que no tenía un empleo seguro y que las cosas no se veían bien para ella, ya que tenía el presentimiento de que, ese muchacho grosero del que fue terapeuta sería peor que una piedra en el zapato. No sólo se trataba de la inseguridad de no tener un empleo seguro, sino también el simple hecho de que la idea de envejecer la volvía loca.
Era su cumpleaños, su triste y miserable cumpleaños, pero decidió que no quería pasar toda la tarde deprimida, así que estacionó el auto cerca de un colorido parque y caminó rumbo a una calle llena de puestos y tiendas. Las personas caminaban entre los puestos ambulantes, sujetaban los artículos y discutían con los vendedores acerca de los precios. Le pareció un ambiente agradable y, al caminar, deslizaba la mirada por los artículos que se vendían. Había flores, comida, accesorios, ropa y un montón de cosas más. Pensó que caminar un poco le haría bien.
«Sasuke solía enviarme flores en cada uno de mis cumpleaños…» recordó con cierta amargura. Era más fácil así, su secretaria las elegía y luego escribía una nota con palabras que él jamás usaría como: Te amo y te pienso todo el día, bebé. A veces se preguntaba si Sasuke sabía acerca de esas notas o si su secretaria escribía esas cosas a propósito para que ella se diera cuenta de que él no se tomaba ninguna molestia.
Tomó un girasol y lo acercó a la punta de su nariz para respirar su perfume tenue, pero dulce. Una mujer se acercó amablemente y le dijo el precio. Lo pagó y la mujer le entregó una pequeña tarjeta y un bolígrafo, por si acaso la flor era un obsequio y quería agregarle una nota. Sonrió ante lo que consideró una pequeña victoria, pues se regaló una flor a sí misma y escribió en la nota: Sakura, te admiro y te quiero. Que éste sea el inicio de una nueva vida. Feliz cumpleaños.
Eran palabras reales, no las palabras de una mujer que no la conocía demasiado cumpliendo una instrucción de su jefe; de eso se trataba su nueva vida, del amor propio y de seguir sus sueños por sus propios méritos.
Continuó caminando entre los puestos, con una declaración de amor a sí misma y una flor en la mano, con el fresco aire primaveral moviéndole el cabello rosa y respirando el agradable aroma de una pacífica vida. Así fue, hasta que escuchó gritos y alboroto cerca. Levantó la mirada y notó que todos miraban en la misma dirección. Enarcó una ceja con curiosidad mientras se acercaba al sitio.
— ¡Suélteme, cerdo asqueroso!
— ¡Devuelve lo que tomaste, mocoso hijo de puta!
El muchacho forcejeó, pero el hombre que le sostenía era más fuerte, alto y corpulento. Sakura reconoció la voz de Kawaki, así que se acercó enseguida y miró con horror, como el hombre le daba un puñetazo directamente en el rostro. Era él, su problemático paciente adolescente. La cara del muchacho se llenó de sangre enseguida, cuando de su nariz comenzó a manar el líquido espeso y cayó al suelo de nalgas. Éste se llevó ambas manos al rostro y notó su propia sangre, intentó ponerse de pie algo desorientado, pero entonces el hombretón le metió una patada en el estómago.
Kawaki cayó sofocado al suelo, incapaz de volver a llenar sus pulmones de aire durante unos instantes. Tosió, con la nariz ensangrentada y se sujetó el abdomen con ambos brazos. Tenía una mueca de dolor en el rostro y el suéter gris que llevaba puesto comenzó a llenarse de sangre.
Ya había una multitud de personas alrededor de la escena y Sakura se abrió paso con desesperación, temiendo que el muchacho fuera a recibir otro golpe; dejó caer la flor y su nota de victoria, mientras se abría paso a codazos y empujones, apartando a quienes se arremolinaban frente al espectáculo de desagradable violencia. El girasol murió bajo los pisotones de las personas.
Se lanzó al suelo junto a Kawaki, tomándolo del rostro para verlo y comprobar que no tenía ninguna herida profunda más allá de la hemorragia nasal. Lo miró con angustia y el corazón apachurrado. Se giró al hombre y frunció el entrecejo.
— ¡¿Qué diablos cree que hace golpeando a un niño?! — vociferó, mientras ayudaba al muchacho a ponerse de pie y colocándolo detrás de su cuerpo, todavía intentando recuperar el aliento.
— ¡¿Niño?! — se burló el hombre con incredulidad— ¿Acaso ese maldito delincuente es su hijo? Porque si es así, tendrá que pagar por él.
— ¡Pagaré, pero no se atreva a tocarlo de nuevo o le juro que se arrepentirá! — le advirtió enfadada y envalentonada.
Olvidó que Kawaki la había insultado antes y también olvidó que el hombre frente a ella fácilmente podía hacerle daño. Estaba segura de que ni Kawaki, ni ningún otro niño o adolescente merecía ese trato tan ruin, sin importar lo que hubiese hecho.
— Ya le dije que iba a pagarle— escupió Kawaki, jadeando y limpiándose el rostro, manchándose las manos de sangre. Las personas que observaban la escena, también la miraron a ella con curiosidad y supuso que se debía a que alguien con sus características físicas no pasaba desapercibida fácilmente, así que debieron notar que no era de por ahí.
— Sí, cómo no. Esta no es la primera vez que vienes a robar aquí, pero no permitiré que vuelvas a salirte con la tuya, ladrón y la próxima vez que te vea por aquí haré algo mucho peor que sólo golpearte— amenazó el hombre.
—¡No se atreva a amenazarlo en mi presencia, hijo de puta o le juro que lo denunciaré!
— Hágalo— la retó— y yo lo denunciaré a él por ladrón.
Ella soltó una risa de superioridad y el chico frunció el entrecejo
— Él es menor de edad y usted lo agredió de manera salvaje, así que dígame qué dirá la policía cuando se entere de un intento de homicidio…— le dijo de manera retadora—. Sólo dígame cuánto es para largarnos de una buena vez de su puesto de porquerías—. El hombre pareció ofendido por un instante, pero de inmediato recuperó su imagen intimidante y pronunció la cifra.
— Pague y lárguense.
Sakura abrió su bolso y sacó rápidamente un par de billetes para entregárselos.
— Tanto escándalo por tan poco dinero— dijo con autosuficiencia—, y quédese con el cambio.
El hombre le entregó de mala gana el objeto que supuestamente Kawaki había intentado robar. Sakura no lo analizó, simplemente lo tomó y lo metió en el bolso.
— No vuelvas, mocoso, la próxima vez tu madre no estará aquí para cuidarte.
— ¡He dicho que se calle, viejo imbécil! — gritó de vuelta y le dio un manotazo a un oso de peluche que se encontraba sobre una mesa en un acto de rebeldía, sólo para que el hombre tuviera que recogerlo.
No esperó más respuesta, tomó a Kawaki del brazo y lo arrastró lejos del lugar, mientras él se sujetaba la nariz, intentando parar el sangrado. Fulminó con la mirada a todos aquellos que observaron la escena sin hacer nada.
Su corazón latió con fuerza contra su pecho. ¿Qué había hecho? La adrenalina la hizo actuar, pero ya había pasado, así que comenzó a temblar. No era parte de su trabajo rescatar a uno de sus pacientes con finta de delincuente. Lo único que le preocupaba era sacar al muchacho de ahí. Miró con discreción a su espalda para asegurarse de que nadie los siguiera.
Se detuvieron al lado de su auto, un Nissan Versa de color rojo que fue regalo de uno de sus antiguos amantes; ella jamás hubiese podido pagárselo.
Colocó una de sus manos contra su frente e intentó recuperar el aliento. Se había puesto en riesgo en un pueblo que no conocía por un joven que la había insultado antes. Se sintió furiosa, no sólo con el hombre del mercado, sino también con el joven.
— ¿Qué crees que hacías ahí? — regañó al chico, una vez que estuvieron a salvo.
Frunció sus bonitas cejas rosadas, pero tuvo que relajar el gesto cuando notó la mirada grisácea del muchacho. Estaba agitado, visiblemente desconcertado y muy sorprendido. Parecía que acababa de ver a un fantasma, incapaz de decir nada y Sakura sintió que su corazón se encogió. El coraje dio paso a la angustia y colocó una mano sobre la mejilla del muchacho. Ella buscó su mirada con la suya y cuando los ojos grises se posaron contra los suyos pudo percibir miedo e incredulidad, daba la impresión de que algo acababa de moverse dentro de Kawaki, así que lo abrazó como una manera de comunicarle que todo estaba bien, que ella estaba ahí…
El abrazo, aunque cálido, no fue correspondido y no le sorprendió en absoluto. Él parecía en shock, así que lo ayudó a recargarse contra el auto y lo hizo quitarse la mano del rostro, él obedeció, todavía ajeno. Tomó la nariz entre su dedo pulgar y el índice, generando presión y tomó al muchacho de la nuca, para lograr que agachara la cabeza y dejara de tragarse la sangre. Kawaki obedeció en silencio. La hemorragia se detuvo luego de diez minutos en la misma posición y entró al auto para buscar una botella de agua a la mitad, debajo de uno de los asientos. La encontró y se quitó el suéter delgado que llevaba encima para humedecerlo. Sus hombros quedaron al descubierto y se le erizó la piel, pues comenzaba a refrescar.
Tomó a Kawaki por la frente y la empujó con suavidad indicándole que levantara la cabeza, para poder limpiarle el rostro con la prenda húmeda. Frotó la tela sobre sus mejillas, la mandíbula, los labios y la nariz. Así de cerca pudo notar que tenían la misma estatura. Sujetó las manos masculinas y también limpió cuidadosamente entre sus dedos, para no dejar rastro de sangre en ellas y pudiese regresar a casa dignamente. No había nada que enrabiara más a Sakura que la violencia ejercida contra los menores, así que se sentía verdaderamente indignada e impotente. Todavía le temblaban las manos y sentía un nudo en la garganta, pero ella era la adulta y tenía que transmitir seguridad, así que no permitió que el miedo perturbara su actuar.
Repentinamente Kawaki apartó las manos, como si acabara de caer en cuenta de lo que estaba ocurriendo y frunció el entrecejo. Se alejó de ella.
— ¿Qué cree que hizo?
— Limpio la sangre de tu rostro— explicó con tranquilidad, entendiendo que él podía sentirse también asustado.
— No me refiero a esta mierda, sino allá atrás…— indagó molesto y evidentemente confundido— ¿Por qué…? Yo no le pedí que interviniera…. Pude haber salido de eso yo solo.
— ¿Cómo? ¿Acaso habrías dejado que ese hombre te rompiera la cara para que te dejara salirte con la tuya? — lo retó, frunciendo el entrecejo— Mira cómo te dejó— le dijo con pesar.
— Estoy bien— aseguró, limpiándose el rostro, que ya estaba limpio, con la manga del suéter—, sólo son unos rasguños y… yo… voy a pagarle…—musitó el muchacho y Sakura frunció el entrecejo para verlo a los ojos.
— No tienes que hacerlo, pero no vuelvas a meterte en problemas ¿sabes lo peligroso que fue? ¡Ese hombre pudo haberte matado!
— ¿Y qué más da?
Sakura detuvo lo que hacía y miró los ojos grises de Kawaki que veían un punto aleatorio detrás de ella. Su corazón se estrujó y sintió compasión. Había olvidado que el chico frente a ella había crecido, seguramente, en un ambiente lleno de violencia y carencias emocionales. No era un muchacho problemático, era sólo un joven intentando sobreponerse al abandono. Estaba casi segura de que, esa faceta de niño problemático, era sólo una máscara con la que intentaba ocultar sus debilidades y miedos.
El hecho de que la hubiese insultado días antes dejó de parecer tan importante y se encontró de frente con un ser humano herido. ¿No fue por eso que estudió tanto? Quería reparar a los niños y adolescentes fracturados. Ella tenía más o menos la edad de Kawaki cuando comenzó su fase de rebeldía y promiscuidad; le hubiese encantado tener a un adulto que la guiara sin intentar obtener algo a cambio… entonces no habría perdido la virginidad a los trece años con un hombre de casi cuarenta y su vida no se hubiese convertido en un cruel juego en el que intentaba a toda costa recuperar su honor.
— Todos esos niños con los que vives y que te ven como a un hermano mayor, Kawaki, te necesitan, verdaderamente te ven como un ejemplo a seguir— le dijo Sakura, agarrándole las manos, entrelazando sus dedos con los de él y mirándole a los ojos—. Así que, por favor, cuida de ti, por ellos… Si tú estás bien, ellos también lo estarán.
Él sacudió las manos para soltarse del agarre y retrocedió, alejándose de ella como si estuviera avergonzado.
— Tengo que irme…— dijo y se aclaró la garganta, intentando recuperar la compostura.
— Súbete, te llevo.
— Puedo caminar.
— Está oscureciendo y no sabemos de qué sea capaz ese hombre que te atacó. Así que sube, me aseguraré de que no ocasiones más problemas.
Kawaki pensó que no podía llegar así a casa. Shizune ya le había advertido que le iría muy mal si volvía a estar involucrado en una pelea callejera. Lo mejor era hacer que se preocupara uno o dos días, después regresaría y ella estaría aliviada de verlo de nuevo; entonces no sería castigado, quizá sí reprendido, pero no castigado. Si lo castigaban, no lo dejarían ver a Himawari durante varios días y no podía permitir eso. Hima no estaba pasándolo nada bien, su padre no estaba en el pueblo y su madre no lograba conseguir empleo. No era momento de abandonarla.
— Déjeme pasar esta noche en su casa— se animó a decir, serio y metiéndose las manos a los bolsillos del pantalón. Sakura soltó una risa de gracia, que se fue apagando conforme caía en cuenta de que él no bromeaba.
— No puedo hacer eso, Kawaki.
— ¿Por qué no?
— Te llevaré a casa y hablaré con Shizune si es necesario para que entienda que nada fue tu culpa.
— Siempre es mi culpa, así que no va a creerte.
— No puedo…— insistió.
— Entonces pasaré la noche en la calle— determinó y se dio la vuelta para marcharse y encontrar un sitio donde dormir antes del anochecer.
— ¡Espera, espera! — lo detuvo, debatiéndose si debía acceder o no. — De acuerdo, sube, ya veré cómo lo soluciono.
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— Kawaki me miró discretamente durante todo el camino, como si no pudiera creer que lo hubiera defendido, como si no lo mereciera y me sentí conmovida— confiesa—. Pensé que estaba haciendo algo bueno por él, que yo podía devolverle la confianza que había perdido…
— ¿Tuvieron sexo esa noche?
— No— se apresura a responder y niega efusivamente con la cabeza—. Le acomodé unas cuantas cobijas en el sofá y lo dejé dormir ahí. Llamé a Shizune y le dije la verdad, le conté el incidente y le pedí paciencia con él. Le rogué que no lo reprendiera, le dije que era importante para su avance terapéutico y ella accedió. Dormí en mi habitación y él en la sala, uno muy lejos del otro, pero… por la noche y a solas en mi habitación abrí el sobre que Shizune me había entregado.
— ¿Qué había dentro?
— Reportes policiacos, reportes de otros orfanatos, análisis psicológicos, registros médicos, todo era de Kawaki. Lo leí todo incluso si no debía. Por algo Shizune me los dio, supongo que quería que empatizara con él, que me diera una idea de lo mucho que había sufrido, de la ayuda que necesitaba… Todo lo que leí era… horrible, no podía creerlo y entendí la actitud de Kawaki esa tarde…
— ¿Qué decían? — murmura Sasuke, frunce el entrecejo y se inclina más a ella, como si no quisiera perderse ningún detalle.
Sakura suspira antes de hablar, incapaz de sostenerle la mirada a Sasuke y se pasa una mano por los labios. No quiere recordar lo que leyó, no quiere recordar lo que Kawaki tuvo que atravesar solo, siendo sólo un niño. Piensa que para el moreno que se encuentra sentado delante, ella será una abusadora más en la larga lista de agresiones del adolescente.
— Su padre era un hombre alcohólico y violento, y su madre una mujer demasiado sumisa, emocionalmente afectada luego de años de maltratos físicos y psicológicos. Kawaki era hijo único y desde pequeño fue expuesto a los mismos maltratos que su madre e incluso peores.
» Los registros médicos hablaban de contusiones, quemaduras de cigarro en brazos, piernas… genitales. Tenía algunas costillas rotas al momento de ser rescatado, fracturas y un pésimo estado de salud gracias a la desnutrición severa que sufría. No existía un solo milímetro de piel en su cuerpo que no hubiese sido herido antes.
» En los registros psicológicos había algunas notas hechas por sus antiguas terapeutas, quienes le trataron a partir de que fue rescatado a los cinco años… depresión severa, ansiedad, baja autoestima, perdida de confianza en sí mismo y en otros…— suspira y continúa con la lista—: era hostil, desafiante… Un problema completo. Al ser rescatado, sus padres fueron puestos en prisión por negligencia y abuso infantil, su madre fue liberada apenas dos años después y luchó por recuperar la custodia de su único hijo. Todo un caso.
Suspira y se anima a mirar los ojos oscuros de su acompañante.
» La mujer lo logró— encoje los hombros—, a los siete años Kawaki salió de la casa de acogida en la que se encontraba y volvió con su madre, quien no tardó en volverse alcohólica para seguir maltratándolo. Lo culpaba porque su esposo estaba en prisión… El chico fue sacado de ahí en menos de un año y volvió a la casa de acogida todavía peor. Entonces pude entender por qué el pareció tan afectado esa tarde.
» Su madre siempre miraba cuando era castigado por su padre, azotado, quemado por cigarrillos o fracturándole varios huesos. Ella veía entre lágrimas, pero nunca intervenía, sin importar cuán grave fuera el castigo infligido sobre su propio hijo… en cambio yo me fui encima de ese hombre, lo insulté, puse a Kawaki detrás de mi cuerpo y finalmente le limpié las heridas … entendí que jamás se había sentido protegido por nadie hasta ese día y lloré. Pensé que yo, más que nadie, podía ayudarle y lo intenté. No es ético que un terapeuta tenga una relación más allá del consultorio con sus pacientes y me refiero a algo tan simple como una amistad, pero pensé que, en mi situación, podía olvidarme un poco de la ética profesional. Pensé que podía acercarme a él como una amiga, mostrarle que podía confiar en alguien más, convencerlo de tener un cambio positivo, mejorar sus calificaciones, ser menos hostil y a cambio tener un empleo.
— ¿Cuándo comenzó todo entonces?
— Supongo que a partir de que lo convencí de seguir asistiendo a terapia…— suspira, con voz temblorosa.
Sakura parpadea. Lo recuerda bien y se siente arrepentida, desea que todo sea distinto, desea que ese día no hubiese ocurrido nunca, desea estar dormida y estar teniendo un mal sueño. Desea poder abrir los parpados y encontrarse con una mirada grisácea admirándola como si se tratara de la mujer más hermosa, pero se obliga a volver a la realidad y niega con la cabeza. Suspira antes de hablar y nota que la mirada de Sasuke se endurece.
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Por la mañana despertó con los ojos hinchados y lo primero que hizo fue ver la pantalla del móvil para corroborar la hora. Se sentó sobre el colchón y suspiró, recordando la noche anterior. Se pasó una mano por el rostro antes de ponerse de pie para ducharse
Minutos más tarde se encontró conduciendo por las polvorientas calles de Kyoshi, un pueblo pequeño y poco desarrollado, pero bastante bonito y tranquilo. Era demasiado verde, con algunos pequeños negocios que tenían un estilo antiguo. Sólo algunas calles estaban pavimentadas, había demasiados árboles y campos de flores. Era un lindo sitio para vivir, seguro, pero no algo que a Sakura le gustaría. Ella necesitaba mucho más que un lugar tranquilo y silencioso.
Bajó del auto dando un portazo y colgándose un pequeño bolso rosa en el hombro. Miró el edificio antiguo que era la casa de acogida y suspiró.
Tenía la sensación de que no estaba siendo eficiente, que de todas ella era la que menos encajaba ahí. Ino y Tenten parecían encajar a la perfección, siempre risueñas, no estaban absolutamente preocupadas por quién se quedaría con el empleo, ellas simplemente disfrutaban la experiencia. Deseó que pudiera ser igual de fácil para ella, pero no era así; tenía mucho de qué preocuparse, sobre todo porque antes de salir de casa les aseguró a sus padres que volvería con un empleo seguro y un sueldo competitivo con el que podrían vivir todos y su padre podría dejar de trabajar. Seguramente Kizashi ya estaba haciendo planes acerca de su retiro y Mebuki estaría preparando sus mejores insultos para ella en caso de fallar.
Sakura se esforzó por esbozar una sonrisa cuando se encontró al lado de sus colegas y Shizune apareció frente a ellas con el mismo gesto severo de siempre.
— ¿Qué están esperando? — inquirió con impaciencia y las tres jóvenes terapeutas se dispusieron a hacer lo esperado.
Sakura pensó que le diría algo sobre la noche anterior, pero no lo hizo, así que asumió que sabría dónde se encontraba Kawaki, ya que esa mañana al despertarse se dio cuenta de que él ya se había ido. Se dirigió a su pequeño consultorio. Encendió las velas aromáticas que desprendían un aroma dulce y se sentó en el sofá, tomó su libreta, recargó la espalda en el respaldo, suspiró y cruzó una pierna.
Esperó pacientemente a que la puerta se abriera y cuando esto ocurrió se sintió sorprendida.
— Que agradable sorpresa tenerte de vuelta…
¿Acaso él comenzaría a cooperar? Casi pudo sentir que el empleo ya era suyo. Apretó los labios intentando disimular la incipiente sonrisa, incapaz de ocultar su emoción y al instante la sonrisa se desvaneció y recordó todo lo que había leído la noche anterior. Sintió culpa y algo de pena.
Kawaki la miró, con sus labios en línea recta y ojos impregnados en fastidio, por unos momentos, antes de cerrar la puerta tras de sí
— Que esté aquí no significa que quiero…
— No, por supuesto— asintió ella—, pero es un gran paso. ¿Cómo te sientes?
Él no respondió, simplemente la miró con un gesto de enfado en el rostro.
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Tenía el rostro ligeramente hinchado y un ojo morado, pero se limitó a encoger los hombros y suspirar con fastidio. Se sentó frente a la terapeuta, recargó la espalda en el sillón y abrió las piernas, intentando encontrar algo de comodidad en ese ambiente perfumado y extraño.
Escuchó un sonido familiar y levantó la mirada. La señorita Haruno tenía un brazo entendido hacia él y en la mano sostenía un sencillo collar con el dije de un girasol.
— ¿Qué es esto? — balbuceó, sabiendo bien de qué se trataba.
— Es lo que tomaste ayer, tenía pensado dártelo esta mañana en casa, pero te marchaste durante la madrugada, supongo. ¿Es para alguna chica especial?
Kawaki lo tomó rápidamente y se lo metió al bolsillo del pantalón como si temiera que alguien más lo viera.
— No— se apresuró a negar, aunque las mejillas se le colorearon ligeramente y la terapeuta no pasó esto por alto—, se lo pagaré. No en este momento, pero…
— No es necesario que me pagues con dinero— murmuró Sakura con voz suave, tan suave que el muchacho casi miró en cámara lenta cómo sus labios se movían al hablar— Puedes pagarme de otra manera.
¿Otra manera? Tal sugerencia lo hizo sentir incómodo. El collar no valía demasiado, era una baratija, pero el cumpleaños de Himawari estaba cerca y quería darle ese obsequio. Ahora que lo pensaba mejor le pareció que estaba siendo un estúpido y que ella estaría acostumbrada a tener cosas mucho mejores que esa.
— ¿Otra manera? — inquirió con desconfianza.
Sakura sonrió y asintió con la cabeza.
— Puedes venir aquí durante los siguientes días, ese sería el mejor pago que puedes darme, poder conocerte mejor y que me ayudes a comprobar si hay algo que pueda hacer por ti.
Frunció el entrecejo. No le agradaba que esa mujer le hablara como si se tratara de un niño y tampoco le gustaba la insistencia de hacerlo hablar. Si estaba ahí, era porque tenía una sensación extraña en el pecho luego de ocurrido la tarde anterior. Sakura lo defendió y luego le permitió quedarse en su departamento ¿por qué? No lograba entenderlo, no hallaba una explicación lógica… ella no le debía nada, apenas lo conocía y encima él la había insultado una semana atrás.
Cuando llegó, Shizune sólo lo miró con desaprobación, pero no lo reprendió, no pidió explicaciones y tampoco lo castigó. La señorita Haruno había tenido algo que ver, por supuesto, pero ¿por qué? ¿por qué lo ayudaba? ¿acaso estaba tan desesperada por tenerlo ahí sentado y darle gusto a Shizune? Se sentía en deuda, sí y estaba ahí porque no quería estarlo, quería saldar dicha deuda.
Posó sus ojos grises sobre los verdes de la mujer frente a él. ¿Por qué de pronto se sentía incómodo frente a ella? Se sentía como un tonto, como un niño… quizá no debió haberle permitido interceder en la discusión que tuvo la tarde anterior con el hombre de la tienda. Él debió haberse encargado solo.
— ¿Por qué? — inquirió molesto.
Ella alzó ambas cejas, como si no lo comprendiera, pero el gesto dulce permaneció en su rostro y eso lo hizo enfurecer más. ¿Por qué era amable con él? ¿Por qué lo trataba como si nunca la hubiera insultado?
— Bueno, creo que verdaderamente puedo ayudarte y estoy dispuesta a hacer tantos cam…
— No— la interrumpió con impaciencia— ¿por qué intervino ayer? Ese hombre pudo haberla golpeado, usted no tenía que…— negó con la cabeza, sin saber bien qué decir y se sintió un idiota—. ¡No crea que le debo un favor, yo no le pedí que se metiera!
La mujer frente a él asintió, con una sonrisa en el rostro y cerró pacíficamente los ojos antes de responder.
— No estás en deuda conmigo, Kawaki, hice lo que cualquier otra persona con un gramo de humanidad debió haber hecho. No merecías ese trato.
— ¡Me robé ese estúpido collar! Merecía ese trato, entonces ¿por qué?
La miró dubitativa, llevándose un dedo al mentón como intentando encontrar las palabras adecuadas y cayó en cuenta de una cosa, algo que había pasado por alto antes.
Sakura era mujer. Como si se hubiese quitado un pañuelo de los ojos, de pronto notó sus curvas, los labios gruesos, los senos generosos dentro de la blusa recatada, los dedos largos y delgados que adornaba con esmalte rojo, piernas gruesas, cabello sedoso y bien cuidado; ella era sumamente femenina. Se sintió enfermo y desvió la mirada porque no quería notar nada de eso, no le interesaba y no quería que ella pensara que podía tratarse de un pervertido. Estaba molesto, confundido, irritado.
— Sí, cometiste un error, eso es verdad, pero eso es lo único por lo que eres responsable ¿qué merecías? Que el hombre llamara a la estación de policías, que un oficial llegara y te trajera aquí, a tu casa y hablara con Shizune acerca de tu comportamiento. La violencia nunca es la respuesta y ese hombre tiene un serio problema si su primera reacción fue atacar a un niño, así que el problema no está en ti, sino en él y su falta de control de la ira.
Kawaki parpadeó y analizó las palabras de la terapeuta. No quería seguir hablando con ella, pero continuaba sintiéndose en deuda con ella y parecía que el sentimiento sólo aumentaba. Ella en verdad lo hizo sentir mejor consigo mismo y no le agradó en absoluto. No le gustaba que esa mujer se creyera que podía "ayudarlo" o que lograría convencerlo de algo. No iba a ser su conejillo de indias, su rata de laboratorio, no, no dejaría que comprobara sus estúpidas teorías emocionales en él.
— Vendré… al menos unos días, sólo hasta que sienta que he pagado lo que usted hizo por mi— determinó, no queriendo que la mujer creyera que había ganado y que lo vería todos los días.
Ella asintió con la cabeza y él se puso de pie, dispuesto a salir y justo cuando lo hizo, el reloj en la muñeca de la terapeuta comenzó a sonar.
Habían acabado sus cuarenta y cinco minutos de sesión terapéutica. Miró a Sakura, quien tenía un gesto de satisfacción en el rostro y él chasqueó la lengua, dando un portazo tras de sí luego de salir.
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PERDÓN por tardar en actualizar, voy en orden (o al menos lo intento) La Heredera del Trono, Premature y luego Entre Girasoles y Cerezos, así que pueden verificar si ya casi actualizo entrando a mi perfil y viendo cuál fue el último fanfic que actualicé.
Sé que estamos avanzando algo lento, pero en el siguiente capítulo comienza la acción. Creo que este capítulo era muy necesario UwU Espero no haberlas confundido con los saltos de tiempo.
Este es el fanfic con menos lecturas y apoyo, así que si de verdad lo disfrutan les pido que lo agreguen a favoritos, dejen un comentario y recomiéndenlo. No hay demasiado material KawaSaku en la red así que les pido su apoyo para llevar a termino este proyecto ;u;
Planeo que este fanfic tenga entr capítulos:')
¿Qué les pareció? ¿Qué opinan del "futuro"? En el que al parecer la relación entre Kawaki y Sakura se volvió publica y se convirtió en un caso mediático ¿ustedes que opinan? ¿Kawaki será una victima o un muchacho afortunado cumpliendo la fantasía de muchos hombres?
Lxs quiero mucho, gracias por leerme y por favor no olviden interactuar :')
ADVERTENCIA: SÉ QUE DIJE QUE NO HABRÍA CONTENIDO EXPLICITO, PERO QUIZÁ SI HAYA, AL MENOS EN EL PROXIMO CAPÍTULO, ASÍ QUE SON LIBRES DE CONTINUAR O ABANDONAR LA LECTURA JUSTO EN ESTE CAPÍTULO.
