Capítulo VII.


"El control a veces puede ser una ilusión. Pero a veces necesitas de la ilusión para obtener el control. La fantasía es una manera fácil de dar sentido al mundo, de cubrir nuestra cruda realidad con una comodidad escapista." —Mr. Robot (2015), dirigido por Sam Esmail.


—Hace unos días —comienza, con un tono apacible. Encuadra su lienzo con la intuitiva exactitud que sólo años de experiencia le podían otorgar. Acaricia la superficie de su lienzo en blanco con delicadeza, deleitándose con la refinada textura de este. Recientemente, había comenzado a experimentar con lienzos hilados con diversos tejidos. Dentro de la extensa variedad de telas fabricadas a base de fibras vegetales, Sai se había mostrado profundamente complacido con la tersura y versatilidad del lino. Su calidad era innegable. Hasta ahora, era su material favorito—, he comenzado a leer un nuevo libro. No es la literatura que acostumbro a consumir, pero es bastante interesante.

Ajustando su paleta sobre su brazo y colando su dedo pulgar por el hueco lateral de esta, se dispone a hundir su pincel en la pintura. Para esa ocasión, su paleta estaba repleta de pintura al óleo, de diversos tonos. Era una técnica que requería un extenso tiempo de secado, pero el aspecto opaco que adquiría al secarse era verdaderamente exquisito.

—Es una novela romántica —dice, entremezclando varios colores para crear el deseado tono cerúleo que buscaba. Estaba usando un pincel redondo. Sus cerdas eran ásperas, pero poseían una gran elasticidad. Haciendo uso del borde de su paleta, retira el exceso de pintura. Con movimientos concisos y certeros, comienza a pintar. Ya acostumbrado al potente aroma de sus materiales de pintura, no se ve afectado por el agrio hedor del óleo. Es una pena que no pueda decir lo mismo de su acompañante. Sentada a su lado, Sakura arruga su nariz, claramente disgustada—, para adultos.

—Creí que ya habías dejado de leer novelas pornográficas —comenta, con hastío. Con las piernas cruzadas y la cabeza recargada sobre uno de sus hombros, lee la tabla de propiedades y componentes que había impresa en el dorso de una gran botella de resina. Viste de civil y tiene el cabello recogido en una pequeña coleta. Su ceño está levemente fruncido, y hay un chupetón en la gentil curva de su cuello. La piel afectada estaba ligeramente amoratada, y se podía visualizar, incluso, la distintiva mordida del responsable. Dientes afilados y potentes, con colmillos especialmente agudos. Sai se pregunta si el causal de tal despliegue pasional fue capaz de saborear la sangre de Sakura.

Desde su lugar, Sai puede apreciar el irregular contorno de sus uñas, esas que distraídamente golpeteaban el plástico del recipiente. Una ocupación tan ardua como la de un Ninja no permitía sucumbir ante vanidades tales como uñas bien cuidadas y pintadas. Mucho menos una de su calibre. No había esmalte suficientemente resistente como para soportar la constante lucha que ejercía el ser un Ninja. Sakura siempre había tenido manos atractivas, con dedos delgados y estilizados. Sus nudillos poseían un tono ligeramente diferente al resto de su piel; un modesto tono rojizo que tímidamente destacaba por entre la blancura de su complexión. Al igual que la aspereza de sus manos, no eran innatas en su fisionomía. Eran sólo consecuencias de un laborioso entrenamiento y formación. Sai estaba al tanto de ello. Aun así, no puede evitar que Sakura mordiendo sus uñas hasta desfigurar su forma natural es algo inusual. Un comportamiento que jamás ha visto en ella. No puede imaginar a alguien como Sakura obteniendo algún tipo de alivio o consuelo con un acto tan pasivo como ese. Sakura era simplemente demasiado impetuosa y tenaz.

Sai reposiciona su paleta, y ajusta su entumecido pulgar. Un incesante cosquilleo se dispersa por la totalidad de su mano.

—No es pornografía, es erotismo —rebate, imperturbable. Tan pronto como su pulgar recupera su sensibilidad, continúa con su trabajo. En esta ocasión, utiliza tonos violáceos y difumina cuidadosamente, asegurándose de esparcir la pintura uniformemente. Le dice, animosamente: —. Pero supongo que alguien tan vulgar como tú no podría ser capaz de notar la diferencia.

Es extraño, no sentir los nudillos de Sakura estamparse contra su mandíbula, o en su nariz. Sai jamás ha tenido que esforzarse para fastidiarla, o irritarla. De hecho, siempre había sido una tarea excesivamente sencilla. Sus personalidades distaban demasiado entre sí, como para convivir en una perpetua armonía. Entre ellos, siempre había un reconfortante y amistoso caos. La falta de reacción es desconcertante.

—Sí —responde, con simpleza; una apática sonrisa tironea las comisuras de sus resecos labios. Sai detiene sus movimientos, abrupto. Su mano se queda suspendida en el aire, y las rígidas hebras de su pincel acarician la superficie del lienzo con ternura—, supongo que tienes razón, Sai.

Pregunta, entonces: —¿Qué te ocurre, fea?

—¿Sabes algo, Sai? Creo que deberías dejar de pasar tanto tiempo con Ino. Empiezas a sonar como ella.

—No me gusta —declara, lacónico. Retoma su tarea. Sus pinceladas adquieren una firmeza que antes no poseían; las capas de pintura se vuelven más espesas, pastosas—, este cambio.

Sakura ríe, y suena como un graznido.

Sai corrige un pequeño borrón, ubicado en una de las aristas de su lienzo.

Sakura no se queda lo suficiente como para saber más sobre el libro que estaba leyendo, mucho menos para ver el resultado de su obra. Aun así, se lleva la botella de resina con ella.


—Conducta inapropiada —dice, al tiempo que mastica. La maleable consistencia del Tofu es fácil de ingerir, pero Sakura no puede evitar masticar más de la cuenta. Masca su comida hasta que sus dientes dan con el tierno tejido que reviste el interior de su mejilla, desmenuzando la mucosa bucal con sus premolares. En su boca, el discreto sabor del Tofu se entremezcla con la agrura del vinagre, y el herrumbroso sabor de su sangre. Traga, y continúa: —, esa es la razón de mi suspensión. En ambos casos. Oye, ¿podrías pasarme una servilleta? Están sobre la encimera, al lado de las especias.

Naruto apenas y parpadea. Está claro que no tiene intenciones de moverse de su lugar. Está frente a ella; arrodillado sobre un cojín, con las manos colocadas sobre el bordillo de su mesa, afianzándose a ella con fuerza. Sakura delinea el contorno de su herida con su lengua, distraída. La constante ingesta de su propia sangre le estaba quitando el apetito. Qué situación tan desafortunada. El desayuno era la comida más importante del día, después de todo.

Con el ceño fruncido, Naruto cuestiona: —¿Qué clase de conducta inapropiada? Y dime la verdad. Sabré si mientes, Sakura–chan.

Sakura se ve tentada a preguntar: "¿Lo sabrías, en verdad? Me he vuelto muy buena mintiendo, desde la última vez. No me subestimes." Descarta dicha posibilidad, rápidamente. Aparta su plato, aún lleno. El cinismo nunca había sido lo suyo, y no puede evitar preguntarse por qué ahora parece ser algo inherente en ella. No está segura de querer saber la respuesta. Porque no tiene otra opción, responde, con la sinceridad que Naruto exige:

—Fui suspendida de la Clínica porque ataqué a un hombre. Dañé el lóbulo frontal de su cerebro. El área motriz, para ser exactos —explica, sosegada. Con sus palillos, comienza a juguetear con las semillas de sésamo esparcidas por todo su plato—. El impacto afectó sus capacidades de generar y ejecutar movimientos voluntarios y conscientes. En síntesis, ha perdido el control de sus músculos; es incapaz de coordinar los propios movimientos de su cuerpo. De todas maneras, no es como si pudiera hacer demasiado. Su médula espinal también se vio afectada, por lo que sus piernas quedaron completamente inutilizadas.

Sakura se rehúsa a mirarle a los ojos. En su lugar, pellizca una semilla con sus palillos. Era una semilla particularmente rebelde. Estaba sepultada bajo un montón de trozos de Tofu, y la líquida cualidad del vinagre sólo hacía que la semilla se escurriera, tan pronto como los extremos de sus palillos daban con ella. Luego de varios intentos, Sakura sucumbe. Hace los palillos a un lado y sitúa sus manos sobre su regazo; con la espalda erguida, y los hombros correctamente alineados con el resto de su cuerpo.

Naruto está más que silencioso, y la frustración e incomodidad de Sakura aumenta gradualmente. No tenía por qué darle explicaciones, realmente. Ya no eran niños. Sakura era lo suficientemente competente como para lidiar con sus propios problemas. Dispuesta a dar por finalizada la conversación, abre su boca. Naruto le silencia.

—¿Y en la primera ocasión? —interroga, tenso. Su voz suena ronca, seria. Sakura quiere saber qué clase de expresión hay en su rostro, pero sus ojos se ven incapaces de desprenderse de su regazo, fijos en la desgastada tela de sus pijamas. El tejido, que alguna vez fue esponjoso y afelpado, lucía raído y descuidado. El constante uso había perjudicado la tela, y barrido su color—. ¿Cuál fue la razón de tu primera suspensión? Tu última misión fue meses atrás. Kakashi–sensei no te ha asignado una nueva desde entonces. ¿Qué puede ser peor que inutilizar las habilidades motoras de un–?

—Me acosté con mi compañero de equipo —revela, finalmente, en una exhalación. Sus piernas comienzan a cosquillear, entumecidas. Empieza a masajear sus muslos con sus manos, intentando recobrar la sensibilidad—, durante mi última misión. Cumplimos con nuestra tarea, y la misión fue un éxito. Una noche antes de volver a la Aldea, me acosté con él.

Sakura frunce el ceño. Sus piernas permanecían insensibilizadas; el desagradable hormigueo no se detenía. Incrementa la fuerza de sus movimientos, y altera el patrón de sus mociones.

—No es la primera vez que hago algo así. Pudo haber sido cualquiera, a decir verdad. De hecho, jamás lo había visto, o hecho alguna misión con él. No tengo intensiones de volver a contactarlo, tampoco —dice, y parpadea con fuerza. Sería humillante llorar frente a él. Las circunstancias sólo hacían que la situación fuera aún más mortificante para ella—. Es sólo sexo. Casual, sin compromisos. Mi único error fue comportarme de esa manera durante una misión. Kakashi–sensei sólo busca darme una lección por mi incompetencia. Eso es todo.

Sus piernas dejan de hormiguear, pero sus muslos punzan, adoloridos. Quizás había sido demasiado brusca.

—Esas son las razones de mis suspensiones, respectivamente —continúa, imperturbable. Alza la mirada. Se arrepiente, al instante—. ¿Ya estás satisfecho?

No recibe respuesta alguna.

—Como sea —masculla, fastidiada. Traga con fuerza. La lengua se le adhería al paladar cada vez que intentaba vocalizar. Su boca estaba completamente seca, pero su vaso ya estaba vacío. No se atrevía a ir al lavabo y llenarlo, puesto que sabía que no sería capaz de hacerlo. Sus manos ya habían empezado a temblar, incontrolables. Se aferra a la fría cerámica de su plato, dispuesta a recoger la mesa—, deberías irte ya, Naruto. Estaré ocupada todo el día, y tú tienes tus propias responsabilidades. Aún tengo obligaciones, ¿sabes? Kakashi–sensei suspendió la mayoría de mis actividades, pero todavía tengo trabajo por hacer. Ahora que lo pienso, eso es tan típico de él. Me sanciona por un tiempo indefinido, pero aun así debo hacer todo el papeleo. Debería reusarme a hacerlo. Después de todo–... ¿Has dicho algo, Naruto?

Sakura detiene su incesante parloteo. Al tiempo que coloca las vasijas en el lavabo, escucha un débil murmullo salir de los labios de Naruto. La cerámica de uno de los cuencos choca con el sólido metal de su lavabo. Una grieta se abre en la base del recipiente. Sakura maldice. Tantea la fisura con dedos curiosos. No era particularmente profunda, pero lo suficientemente considerable como para que el agua del grifo se escurriera fácilmente por ella. Usualmente, utilizaba ese cuenco como salsera, por lo que había quedado totalmente inutilizable. Debería ir con Sai y preguntarle si tenía algún tipo de material para cubrir la hendidura, y reparar su recipiente. Resina, tal vez. Sai era un artista. De seguro debía de tener algo que le fuese de ayuda.

—... ¿Incluso yo? —es lo único que Sakura logra distinguir, con mucha dificultad. Naruto siempre se había caracterizado por hablar en un tono demasiado elevado como para ser considerado socialmente aceptable, pero ahora parecía querer comunicarse exclusivamente mediante susurros. Cierra el grifo y le encara. Temblequea de pies a cabeza. A sus espaldas, el grifo gotea; un insistente golpeteo que le pone de los nervios. No cerró la canilla apropiadamente. Si su madre estuviese allí, le reprendería por su falta de cuidado. El agua era un recurso preciado, y no debía derrocharse.

—¿Qué has dicho?

Naruto da un paso hacia adelante. Las escurridizas manos de Sakura se aferran al mármol de su encimera. Y aprieta, y aprieta, y aprieta. Dice, entonces: —Has dicho que pudo haber sido cualquiera. Has dicho que es sólo sexo. Casual. Entonces...

No le agrada. No le agrada en lo absoluto, escuchar sus propias palabras, dirigidas hacia su persona. Mucho menos cuando provienen de la boca de Naruto. Le ve relamerse los labios; una ávida lengua que se desliza por sus labios, y humedece todo a su paso. Su espalda baja da contra el bordillo de la encimera, y el frío asidero de la gaveta se entierra en sus rodillas, justo en el hueco poplíteo.

—Entonces... —dice, y toma una gran bocanada de aire; como si se estuviese preparando para revelar una verdad inminente. Sakura contiene la respiración—, incluso alguien como yo, podría servir.

Sakura quiere gritarle, quiere golpearle. Pero no hace ninguna de esas cosas. En su lugar, dice, utilizando un tono de voz demasiado controlado como para sonar natural: —No veo por qué no. Como ya dije, puede ser cualquiera. Mientras comprendas que es una relación exclusivamente sexual, está bien por mí.

—Está bien —accede, con la voz rota y afligida, pero sin un mísero vestigio de indecisión en ella. Por un prolongado momento, lo único que Sakura puede escuchar es el ensordecedor latido de su corazón, bombeando fuertemente contra las huesudas paredes de su caja torácica. Ahora, el goteo del grifo es un sonido distante, un remoto bisbiseo; apenas noticiable. Naruto repite, con resolución, como si estuviese declarando su propia sentencia, mortal e irrevocable: —Está bien, Sakura–chan.

Y la sujeta de los hombros con fuerza, hundiendo sus dedos en el endeble tejido. Sakura no comprende cómo pudo desplazarse con tanta velocidad, y sólo puede parpadear, aturdida. Sus azulados ojos brillan, furiosos y añorantes. Por un fugaz momento, asume que Naruto está a punto de besarla. Por supuesto, se equivoca.

La boca de Naruto da con su cuello, en el elegante arco que conecta su cuello con su hombro, y muerde. Sus dientes le atraviesan la piel, y se instalan allí. Sakura afianza sus manos en la encimera. El mármol cruje bajo sus dedos.

Sakura suelta una irregular exhalación y levanta una de sus piernas, la enrosca sobre sus caderas y lo acerca hacia ella. A través de la ligera tela del pijama, puede sentir el calor corporal de Naruto escurrirse por sus poros. Con su pie desnudo, acaricia su pantorrilla. La fina capa de vello que recubre su cuerpo le cosquillea los dedos y la hace temblar. Sujeta su rostro entre sus manos. Sus dedos aún siguen empapados con agua jabonosa. Mientras hunde sus dedos en los dorados mechones de cabello, impregna cada hebra con un potente aroma a limón. El calcinante aliento de Naruto le humedece la piel.

Ya no es capaz de sentir el agudo dolor que su mordida le había provocado, en un principio. Ahora, lo único que puede sentir es la calidez de sus lágrimas; esas que se escurren por sus cerúleos ojos y se deslizan por entre sus ropas, hasta amontonarse en la unión entre sus senos. Pronto, sus manos siguen el mismo recorrido que sus lágrimas, y acunan sus pechos. No es un agarre gentil, ni mucho menos dulce. Es firme, y las callosidades y relieves entre sus dedos hacen que sus pezones tiemblen y se endurezcan ante su tacto. Estruja sus senos con saña, y Sakura tironea de sus cabellos, pero no le indica que se detenga. En su lugar, acomoda su pierna, esa que lo tenía fuertemente sujeto de la cadera, y lo ciñe a su cuerpo. Sus pelvis chocan entre sí. Su pene es una dura y demandante presencia contra su vientre.

Recostada sobre la rigidez del piso de madera de su cocina, Sakura abre sus piernas para él. No es la primera vez tiene relaciones sexuales en su cocina. A esas alturas, la mayoría de las superficies de su casa habían sido vulgarmente profanadas. Por obvias razones, esta ocasión es diferente.

Arrullada bajo el incesante golpeteo que provocan sus cuerpos al moverse en sintonía, unos contra otros, Sakura cierra sus ojos. La boca de Naruto no se ha movido de su cuello, en ningún momento.

Es un poco extraño, piensa, abatida, mientras se aferra a la sudorosa espalda de su acompañante, tener sexo con Naruto, sin siquiera haber compartido un beso.

Cuando llega al orgasmo, temblorosa y satisfecha, se rectifica.

Después de todo, así era como debería de ser. Casual, y sin compromisos.


Notas: Ahora sí, la relación entre Sakura y Naruto ha cambiado radicalmente. A pesar de que ya he especificado en la Ficha técnica y en el Resumen de la historia que las parejas principales son SasuSaku y NaruSaku, me gustaría volver a aclararlo. Hasta ahora, no han ocurrido muchas interacciones entre Sasuke y Sakura, mientras que Naruto y Sakura han recibido un gran enfoque y desarrollo. Esto no es porque una pareja tenga más peso o relevancia sobre la otra, sino que encuentro que sería más apropiado que la historia así se desarrolle. Sasuke es un personaje muy complejo, y su relación con Sakura lo es aún más. Por ello, vincularlos abruptamente no sería fiel al personaje. Les pido que tengan confianza y paciencia. No voy a descuidar o desvalorar la relación entre Sasuke y Sakura, ¡muy por el contrario! SasuSaku es mi pareja favorita de Naruto y el rol que cumple en esta historia es protagónico.

(*) Cronológicamente, la escena donde Sakura está hablando con Sai ocurre después de la segunda escena, pero sólo es sutilmente revelado al trascurrir del capítulo. El orden de las escenas no afecta ninguno de los sucesos importantes del capítulo, pero creo que es algo que debería aclararse.

Como siempre, estoy más que agradecida con todas aquellas personas que han demostrado aprecio o interés por Amar es soportar. Agradezco muchísimo sus comentarios, favoritos y follows. Los invito a dejarme un comentario, me interesaría mucho saber qué es lo que opinan de esta historia, y de los capítulos que he publicado hasta ahora.

¡Hasta la siguiente actualización!

Próxima actualización: 29/10/21.