Capítulo X.


"Es muy romántico e íntimo, el tener a alguien en tu vida que quiere que comas. [Alguien] que te recuerda que debes comer, que te invita a comer bocadillos porque quieren que seas feliz y estés satisfecho, más de lo que jamás les importaría que te mantuvieras delgado. [Creo que] querer que alguien se cuide a sí mismo y coma sin vergüenza o miedo de su apariencia es lo más cercano al amor incondicional que hay en el mundo." —3000, vía Tumblr.


Sakura puede distinguir pequeñas arrugas alrededor de los ojos de Tsunade; diminutos pliegues de piel que simbolizan la legítima longevidad de su existencia. Tsunade siempre ha tenido ojos vivaces. Firmes y seguros, autoritarios. Las arrugas hacen que su mirada se vea más suave, encantadora. Sakura sabe que es un error, el tomar a su antigua mentora como por alguien delicado, o inofensivo. Pero le es imposible no sentir ternura por ella. Una gentil afabilidad que le cala los huesos y le calienta las mejillas. Madre, le quiere decir, dulcemente, déjame llevarte a casa, y cuidar de ti. Regaré tus plantas y cortaré las malas hierbas en tu jardín.

En su lugar, dice: —Tsunade–sama, no debería beber tanto.

—No te invité aquí para oírte quejarte de mi consumo de alcohol —contesta Tsunade, insolente—. De lo contrario, hubiese llamado a Shizune. Ahora, sé buena y sírveme un poco más de Sake. Y, para tu información, ha pasado un largo tiempo desde la última vez que he bebido. Contigo, especialmente.

Sakura quiere rebatir que no ha pasado un largo tiempo. Tsunade jamás ha sido capaz de superar un día entero en completa sobriedad, exceptuando los días que vivió en el campo de batalla. El inmenso respeto que siente por ella hace que guarde silencio y se limite a obedecer. Vierte una generosa cantidad de Sake en su copa, hasta que la botella se convierte en una insignificante presencia en su mano. Sirve el resto en su propia copa, y la botella es descartada a un costado de la mesa, junto a las demás. Colocadas una al lado de la otra, Sakura ha creado una alarmantemente extensa fila de botellas de Sake. Los dueños del local hubiesen estado sumamente alarmados, si ellas fuesen otro tipo de personas, por supuesto. Pero Tsunade era más que asidua en aquella pequeña taberna. El familiar sello en la frente de Sakura la convertía en una presencia bien recibida. Sólo por simple asociación.

Tsunade vacía su copa de un simple trago. Tiene las mejillas sonrojadas y una plácida expresión en su rostro. El plato principal que han ordenado aún no llega, y sólo han comido ligeros aperitivos, pero Tsunade ya se encuentra al borde de la ebriedad. Sakura no puede decir que está sorprendida. Alinea sus palillos y enciende la parrilla a gas.

—Es cierto que ha pasado un largo tiempo desde que hemos podido comer juntas, Tsunade–sama. He estado ocupada. No tengo las mismas obligaciones que tenía meses atrás —dice, ajustando las perillas de la parrilla. Chasquea las pinzas de metal y comienza a colocar un diverso despliegue de verduras a lo largo de la parrilla—. De ahora en adelante, podremos pasar más tiempo juntas.

Los tomates sisean al entrar en contacto con la caliente rejilla de la parrilla. La tierna piel enrojecida se ablanda ante el poderoso calor del fuego. Con sus pinzas, Sakura aprieta uno de los tomates hasta que este revienta y comienza a gotear. Ni Sakura ni Tsunade tenían un gusto particular por los tomates, pero su agridulce sabor iba de maravilla con la gustosa sapidez de la carne roja.

Tsunade juguetea con su copa de Sake; su dedo golpetea el borde de la copa en un acompasado ritmo. Como era de habitual, sus uñas estaban perfectamente cuidadas, cubiertas con una espesa capa de esmalte color carmesí. Sakura siempre había sentido una peculiar fascinación por sus manos. Tan capaces, tan experimentadas. Aún recuerda el peso de su mano sobre su cabeza. La calidez de su palma sobre su rostro, su pulgar acariciando dulcemente la extensión de frente. "Has hecho un buen trabajo, Sakura." Por primera vez, Sakura no había lamentado la amplitud de su frente.

—Sí, me gustaría hablar sobre ello, en particular —dice, casi con desinterés. Deja su copa a un lado. Sakura comprende la seriedad de la situación—. Me he reunido con Kakashi recientemente, y se me ha informado sobre tu suspensión.

Una joven mesera deposita los platillos de comida que ordenaron y hace una profunda reverencia, excusándose rápidamente. Tsunade hace un gesto con su cabeza, señalando los diversos cortes de carne roja sin asar. Sakura comienza a distribuirlos uniformemente sobre la parrilla.

—No le creí —continúa, retirando uno esparrago asado de la parrilla. Lo mastica y sacude sus palillos de un lado a otro. Habla con la boca llena y mastica ruidosamente—, en un principio. Pero, por supuesto, no hay ninguna razón por la que Kakashi me mentiría. Mucho menos sobre ti. Siempre te ha consentido. Sin lugar ha dudas, siempre has sido su favorita. Lo cual no es muy extraño, considerando a sus demás alumnos.

Sakura quiere rebatir. "Jamás he sido la favorita de nadie. Mucho menos de Kakashi–sensei." Decide permanecer callada. Dichas en voz alta, sus palabras sonarían demasiado amargas, cargadas de un pesado resentimiento. Fija sus ojos en su plato vacío. La carne sisea. Se prepara para la reprimenda de Tsunade. Su mentora jamás había escatimado en gritos, o regaños. Desde pequeña, siempre había lamentado cada error, porque eso significaba tener que afrontar las severas reprensiones de Tsunade. Jamás la había insultado o menospreciado, pero su clara disconformidad era castigo suficiente. Sakura nunca ha sabido lidiar con sus fallas personales, y quizás nunca aprenda a hacerlo.

—Pero no puedo juzgarte por ello —declara, con firmeza. Sujeta un platillo y comienza a llenarlo de largos trozos de humeante carne, ya asados. Inclinando el tazón de arroz sobre el platillo, vierte una gran cantidad de alimento sobre este. Remueve el arroz con sus palillos y lo entremezcla con las verduras asadas. Sazona el arroz y la carne con una abundante cantidad de salsa de soja. Para el momento que deja el cuenco de salsa de soja a un lado, el plato está rebuznando de comida—. Te conozco. Sé que jamás comprometerías tu trabajo por una simple tontería. Has trabajado demasiado duro como para hacer tal estupidez. Sé que hay algo que te inquieta, pero también sé que no me lo dirás. O al menos no por el momento. Lo único que me queda por hacer es esperar a que estés lista.

Tsunade desliza el plato sobre la mesa, hacia ella. Golpetea sus palillos contra el borde del abundante cuenco, y un poco de arroz se desperdiga sobre la mesa, incapaz de permanecer dentro del reducido espacio en su plato.

—Ahora come. Estás demasiado delgada.

Sakura se lleva un trozo de carne a la boca y mastica con brío. La carne es gustosa y tierna bajo sus molares. Sus ojos lagrimean un poco, pero es sólo por la amargura de la salsa de soja.


Sasuke es sorpresivamente atento en la cama.

No es romántico, pero es considerado. Servicial, sería la palabra más adecuada. Un amante generoso. Complaciente y solícito. Sakura había dejado de idealizar el hipotético desempeño de Sasuke en la cama un largo tiempo atrás, pero sus aniñadas fantasías se habían visto más que satisfechas. Aún era extraño. Inquietante, incluso. El tener a Sasuke; el ser capaz de estar a su lado íntimamente, y sin inhibiciones. Para ella, Sasuke jamás había sido algo más que una lejana e imposible fantasía. La realidad era abrumadora, y probablemente más de lo que podía soportar.

Sakura no puede evitar pensar que la posibilidad de estar con Sasuke no es más que un cálculo erróneo de parte del Universo. Una variante equívoca que alteró completamente el resultado final. El ser capaz de compartir la cama con Sasuke es ilógico, y su comportamiento dentro y fuera de ella lo es aún más.

La primera vez que se arrodilla ante él, Sasuke sujeta sus cabellos. Es gentil, y no la insta a atragantarse con su miembro. Sólo posa su mano sobre su cabeza, y hunde sus dedos en sus cabellos. No es un gesto natural, o especialmente cariñoso. De hecho, sus movimientos son rígidos. Si Sakura no estuviera al tanto de su evidente placer y claro consentimiento, hubiera pensado que Sasuke se encontraba incómodo.

Ahora, Sakura comprende que ese pequeño gesto es la máxima expresión física de afecto que Sasuke le puede conceder. Sasuke jamás ha sido alguien especialmente expresivo o emotivo. Su cariño es tosco y dañino. Es alguien que ha vivido demasiado, y probablemente jamás pueda sanar completamente de sus vivencias. El dolor corre en sus venas, hereditario. Sakura sabe que Sasuke está haciendo su mayor esfuerzo, pero la pena en Sasuke es demasiado. Para él, y para ella. Para todos. Lo único que puede hacer es permanecer a su lado. Aceptar sus silencios, y sus inseguras y rígidas caricias. Y, en los días soleados, ofrecerle tomates frescos, cuidadosamente troceados en pequeños gajos.

Sakura estaba al tanto de su comida favorita desde que aún conservaba dientes de leche en su dentadura. Sería vergonzoso admitirlo, así que Sakura sólo desliza el plato frente a él, y parlotea. Habla sobre las beneficiosas propiedades de los tomates, y porqué debía comerse con suficiente frecuencia. Y, luego de tener sexo, mientras pela una mandarina, le dice que una amable vecina le ha regalado un montón de semillas de tomate, y quizás haga un pequeño huerto en su jardín. Pero aún no está completamente segura de ser capaz de exitosamente cultivar alimentos.

Los trozos de mandarina son ácidos en su lengua, y hacen que se le sonrojen las mejillas y las orejas, repentinamente acalorada. Sasuke mira por sobre su hombro, hacia su modesto jardín. Sus obscuros ojos se deslizan desde su moribunda planta de menta hasta su próspera Alocasia. Sakura no se atreve a levantar la mirada. Ha pelado la mandarina como le ha enseñado su abuela, tironeando de la piel con movimientos gentiles y extensos. La cascara parece una flor en pleno apogeo, abriendo sus pétalos ante el calor de la primavera.

Sasuke dice, con los cabellos despeinados, llevándose un trozo de tomate a la boca: —Creo que harías un buen trabajo.

Al día siguiente, Sakura cuenta con los elementos necesarios para cultivar tomates y cualquier tipo de fruta o verdura conocida por todo el País del Fuego. Planta las semillas y separa los cultivos según su nivel estimado de crecimiento. Compra tijeras para podar y varias botellas de jabón potásico. Según la guía de "Cómo cultivar tomates en casa", escrita por un afamado granjero que vivía en la zona rural del País del Fuego, las arañas rojas eran las mayores enemigas de los tomates, y el jabón potásico era la solución más ecológicamente adecuada para combatirlas.

Al par de semanas, cuando sus semillas de tomate ya han germinado, Sakura se pregunta si alguien alguna vez a cultivado tomates para Sasuke. El complejo Uchiha solía ser una inmensa extensión de terreno. Repleta de casas de madera, senderos de cemento y tierra fértil. Tal vez, una anciana abuela, quien dedicaba su tiempo y esfuerzos en su preciado jardín. O quizás, una devota madre que torpemente recortaba las malas hierbas en sus cultivos de tomate; no sabiendo bien cómo dedicarse a la jardinería, nacida en un Clan de soldados de élite.

Algunas veces, Sakura olvida que, en un tiempo dado, Sasuke fue el nieto, hijo y hermano de alguien. Es difícil recordar un momento en el que Sasuke no ha estado absoluta y devastadoramente solo.

La próxima vez que tienen sexo, al tiempo que Sasuke se desliza en su interior, Sakura piensa: "Quiero cultivar tomates para ti, Sasuke–kun. Rojos y jugosos. Sólo para ti."

Sasuke no es romántico. No le dice palabras de amor o le besa los labios. Pero la penetra con fuerza, y acaricia sus senos, y frota su clítoris. Atento, servicial. En sintonía con sus necedades y deseos. Es imposible no querer alimentarlo con tomates frescos todos los días. O cultivar un huerto entero por y para él.

Sasuke no es romántico, pero es encantador. Parece particularmente atraído por sus senos, queriendo acunarlos entre la palma de su mano, y pellizcar sus pezones con sus largos y fríos dedos. Se ve ligeramente frustrado al no poder desempeñar varias acciones al mismo tiempo, debido a la falta de su brazo, pero da lo mejor de sí. Acariciando, tocando y familiarizándose con cada detalle en su cuerpo.

Sakura está enamorada.

No comprende como alguna vez pensó que podría vivir una vida privada de Sasuke.


Notas: Desde el inicio del Fanfic me estaba cuestionando como podría incluir a Tsunade en una escena de este estilo. Tsunade es la figura más influyente en la vida de Sakura y simplemente adoro la relación que ambas comparten. Estoy muy feliz en cómo ha resultado su interacción y espero haber sido fiel al personaje de Tsunade.

Como siempre, estoy más que agradecida con todas aquellas personas que han demostrado aprecio o interés por Amar es soportar. Agradezco muchísimo sus comentarios, favoritos y follows. Los invito a dejarme un comentario, me interesaría mucho saber qué es lo que opinan de esta historia, y de los capítulos que he publicado hasta ahora.

¡Hasta la siguiente actualización!

Próxima actualización: 19/11/21.