Capítulo XI.


"Si el rostro de nuestros padres nunca se iluminó al mirarnos, cuesta saber cómo se siente ser una persona amada y apreciada. Si venimos de un mundo incomprensible lleno de secretos y miedos, es casi imposible encontrar las palabras para expresar lo que hemos soportado. Si uno crece sin ser deseado y siendo ignorado, desarrollar una sensación visceral de agencia y de autoestima es un gran reto." —The Body Keeps the Score: Brain, Mind, and Body in the Healing of Trauma, de Bessel A. van der Kolk.


Ino aún utiliza los mismos pendientes que Asuma Sarutobi le obsequió, años atrás. Asiduamente, confecciona una pasta hecha de bicarbonato de sodio y agua tibia, y lustra las piezas con dedicación y esmero. Frota los aretes con la mixtura, y los enjuaga con agua. Utiliza un paño para secarlos, y cambia regularmente los tapones. Ino siempre ha sido descuidada, y jamás se había adherido a un único estilo. Cuando estaban en la Academia, Sakura recuerda que jamás la ha visto llevar el mismo par de pendientes, o los mismos accesorios en el cabello. Todos los días intercambiaba su estilo. Implementando cintas para el cabello, pinzas y diademas. Pequeños aros dorados, colgantes hechos de cuero y amuletos de la suerte que habían sido importados de Aldeas lejanas.

Ino no tenía una estética particular; su apariencia era versátil e inconsistente. Por lo cual, no es muy difícil comprender la importancia de esos pendientes, y lo que representan para ella. El legado de su difunto Sensei adorna los lóbulos de sus orejas. Colgando de sus orejas, están los remanentes del amor de su Sensei hacia ella.

Ino, quien fue muy amada por su Sensei, y vive para honrar su memoria.

Por más que lo intente, Sakura no puede nombrar o recordar ni una sola muestra de amor de su antiguo Sensei hacia ella. Cuando piensa en Kakashi–sensei, lo único que recuerda son palabras deshonestas y ausencias. Un rostro anónimo que jamás podrá ver, o llegar a conocer.

Pero, mientras observa a Ino depositar una docena de orquídeas blancas en la tumba de Asuma, se ve incapaz de sentir cualquier vestigio de enfado.

Kakashi–sensei siempre ha sido una figura ausente e inestable, pero aún sigue con vida. No la ha abandonado aún. O al menos no de forma empírica.

Eso es lo único que importa, a fin de cuentas.


Naruto la está evitando.

Eso no es algo común, mucho menos habitual. Naruto siempre ha expresado su amor por ella abiertamente, sin ningún tipo de inhibición. Siempre tras ella, como una sombra. Velando por su bienestar y felicidad; una presencia inmovible e irremplazable. Pero incluso la diligencia y devoción de Naruto tenían límites. Sus restricciones eran irregulares y vagas, pero estaban allí. Sakura conocía la razón de sus constantes evasiones, pero eso no es impedimento para acorralarlo.

Golpetea su hombro con su dedo índice, observando los planos de su espalda moverse y tensarse. Sus palillos quedan suspendidos en el aire, y un manojo de fideos cuelgan de ellos, chorreando caldo y especias.

Naruto voltea ligeramente, apesadumbrado.

Es ridículo el sólo pensar que Naruto creyó que sería capaz de huir de ella por mucho tiempo, especialmente cuando sigue acudiendo a los lugares que suele frecuentar. Hay un cartel en la entrada de Ichiraku. Por cada platillo de Ramen de cerdo consumido, las oportunidades de ganar un par de finos palillos de madera de olivo aumentaban. Hay una gran pila de platillos vacíos en el lugar de Naruto, colocados uno encima del otro. Sakura no cree que sea un trato justo. Pero, pensándolo bien, tampoco cree que Naruto esté allí porque sea un amante de las refinadas piezas de madera auténtica.

Se sienta a su lado y ordena un platillo de Ramen de cerdo, sin dirigirle una palabra. No es el platillo que acostumbra comer, y Naruto está al tanto de ello. La observa de reojo, inquisitivo, pero continúa con su comida. Ayame deposita su humeante plato frente a ella, y le desea un agradable almuerzo. Sakura toma un par de palillos descartables y los chasquea frente a él. Naruto se sobresalta.

—No podía perderme la oportunidad de ganar unos palillos nuevos. Madera de olivo auténtica... —Sakura pellizca un trozo de huevo cocido y se lo lleva a la boca, no sin antes soplarlo brevemente—. Suena demasiado bien como para ser verdad, ¿no lo crees?

Sakura siempre ha usado palillos de bambú. Eran biodegradables y antibacterianos. Pero esa era una excusa lo suficientemente buena. La utilizaría a su favor.


—Aun no comprendo por qué me evitas —miente, una vez que ya han terminado sus respectivos platillos. Ha convencido a Naruto que la acompañe a la Floristería Yamanaka. Aún no sabe cómo había logrado persuadirlo, pero la verdad es que ya no le quedaba insecticida, y las hormigas amenazaban con comer los reducidos frutos de su plantación de tomates. Sakura no podía permitirlo—. Apreciaría que pudieras explicarme la razón de tus acciones.

Naruto tiene las manos en los bolsillos y el entrecejo fruncido. No parece dispuesto a querer hablar, molesto y testarudo. Pero es Naruto. Sakura puede prever y pronosticar cada uno de sus futuros movimientos con gran facilidad. Entonces, aguarda. Pacientemente esperando por la respuesta que está segura que vendrá. Naruto no la hace esperar demasiado, vociferando un brusco:

—Sé lo que hay entre tú y Sasuke. No me interpondré.

Sakura experimenta una sensación peculiar – similar a cómo imagina que se sentiría que sus huesos se derritieran, uno por uno. Desde su espina dorsal hasta su fémur. No comprende por qué se siente de esa manera. Después de todo, fue ella quién deseaba confrontar a Naruto. Pero escucharlo decir aquello en voz alta era completamente diferente. Por un segundo, quiere desviar la conversación y darla por finalizada.

—Sé que piensas que soy un idiota —continúa, todavía más molesto que antes—, y que no puedo mantener la boca cerrada. Pero jamás me interpondría entre tú y Sasuke. Yo más que nadie sé lo mucho que le a–

Sakura se apresura a interrumpirlo, incapaz de escuchar más de él y sus palabras: —¿Recuerdas lo que te dije? "Es sólo sexo. Pudo haber sido cualquiera". Eso también se aplica a Sasuke–kun.

Recuerda las palabras que le dijo a Sasuke, y las repite:

—Es sólo sexo. El tipo de relación que hay entre Sasuke–kun y yo no tiene nada que ver con los sentimientos que alguna vez pude llegar a sentir por él —declara, sintiendo que sus rodillas están a punto de rendirse ante su propio peso. Sakura se cuestiona si Naruto es capaz de percibir el temblequeo en su voz, o el nerviosismo que siente, el cual se manifiesta en pequeñas gotas de sudor deslizándose por detrás de su nuca—. Pero comprenderé si te sientes incómodo, y ya no deseas continuar con nuestro acuerdo.

Naruto jamás la ha rechazado antes, pero Sakura no toma por garantizado sus sentimientos. El Equipo Siete no era lo que solía ser. Naruto ya había dejado de ser ese niño ruidoso que pedía a gritos atención y afecto, absoluta y devastadoramente solo.

Naruto la mira con desolado anhelo.

A Sakura se le revuelven las entrañas.

—Quiero continuar, Sakura–chan.


Naruto le sube la falda y hace a un lado su ropa interior. Acaricia su labia con toques ausentes, y la penetra. Es algo incómodo. Apenas y ha podido rociar sus plantas con insecticida, y Naruto ya la había acorralado contra su huerto. Sakura le da la espalda, y se sujeta contra la pared. Tiene una picadura de mosquito en el muslo y los fuertes químicos del insecticida no son para nada agradables al olfato. No es el lugar u ocasión más adecuada para estar teniendo sexo, pero Sakura no tenía intenciones de detenerlo. El sexo con Naruto siempre era bueno, sin importar las circunstancias. No estaba en posición de rechazarlo.

Naruto sitúa su nariz en la extensión de su nuca, y su piel se eriza. Todos y cada uno de sus vellos se alza, en una respuesta automática ante su toque. Acaricia el hueco de su cuello con el puente de su nariz e inhala su aroma. Sakura se pregunta como huele. Se ha duchado en la mañana, pero no tuvo tiempo de aplicarse las lociones que acostumbraba utilizar.

—Sakura–chan —le llama, exhalando profundamente. Su respiración le cosquillea la nuca, y la hace temblar. Alza su pierna y ubica su pie sobre su maceta de amapolas. Las flores se tambalean. Sakura está segura que ha pisado un delicado pétalo. Naruto se adentra aún más en su interior, sujetando sus caderas con fuerza y Sakura deja de pensar en las amapolas completamente. Con la pierna elevada, Naruto podía penetrarla con mucha más facilidad. Sakura quiere extender sus piernas y echar la cabeza hacia atrás. Derretirse entre sus sábanas y asir la cabecera de su cama, hasta que la madera ceda bajo sus dedos—, sé que aún lo amas. No puedes ocultarlo de mí. No importa cuánto lo intentes. Lo sé, lo sé...

Sakura suelta un jadeo y afianza su agarre sobre la pared. Naruto la sujeta de los muslos y empina su pierna aún más. Le susurra en el oído, entonces:

—No me importa —confiesa, agitado y afligido—, no me importa en lo absoluto. Aún quiero estar contigo. Siempre que me permitas estar a tu lado, lo estaré.

Naruto ya ha dejado de ser ese niño ruidoso que pedía a gritos atención y afecto, absoluta y devastadoramente solo. Pero, mientras balbucea, con su húmeda respiración empapándole las mejillas–

—Siempre y cuando pueda estar junto a ti, lo demás no importa. Seré tu mejor amigo. O tu amante. O un simple remplazo. Ya no me importa. Lo acepto.

–suena como siguiese siendo ese niño, solo y sin amor. Suplicando por un mínimo de afecto, desvergonzado. Casi sollozando, contra su nuca.

—Quiero que me ames a mí, también —le revela, y parece sorprendido por su propia confesión. Pero continúa, sin ningún tipo de censura—. No es justo, que sólo le ames a él. No es justo. Quiéreme a mí también, Sakura–chan. Por favor...

Sakura llega al orgasmo, con la frente contra la pared y los músculos de su pierna absolutamente entumecidos.


Naruto se marcha de su hogar, apenado y pesaroso en partes igual. Sakura no posee la valentía suficiente como para detenerlo, y aclarar la situación. Le permite marcharse, haciéndose a un lado y deseándole una amena tarde. Sakura pasa el resto de su día ausente, moviéndose de manera automática, sin realmente saber lo qué estaba haciendo, o lo que sucedía a su alrededor.

Limpia su habitación. Recoge la basura. Cuelga las alfombras en el tendedero, y pone el agua para el arroz a hervir.

A Sasuke se le ha asignado una misión en las afueras de Suna.

Kakashi aún no retira su veto; lo cual le imposibilita el poder volver al Hospital, o siquiera distraerse con alguna misión, lejos de Konoha.

Naruto no parece tener intensiones de querer verla, o al menos no por un tiempo.

Como cena, se prepara un puñado de arroz blanco con brócoli hervido.

Ya por la noche, enredada entre las sábanas y con las bragas a la altura de sus muslos, Sakura se masturba. Llora mientras lo hace. El amor se le escurre por los ojos. Piensa en Sasuke, y piensa en Naruto. Piensa en ellos hasta que sus labios vaginales se irritan y el más mínimo roce se vuelve doloroso.

Por primera vez desde que se involucró en esa turbulenta y engorrosa relación con sus antiguos compañeros de Equipo, piensa en las consecuencias que ésta podría acarrear, y en las nuevas hostilidades que podrían surgir entre ellos. Debería preocuparse, pero cualquier inconveniente que pudiera salir a flote no sería más que un producto de los desmesurados egos de ambos, chocando entre sí. Ambos tenían tendencias egoístas y posesivas, por razones totalmente diferentes. Sakura no sostenía ningún tipo de poder sobre ellos.

Naruto se había involucrado porque no podía soportar el hecho de que estuviese con otros hombres, cuando ella lo había rechazado en múltiples ocasiones.

Sasuke se había involucrado porque no sería propio de él rechazar la clara oportunidad de dejarle en claro a Naruto que: "Aún tengo a la chica, idiota. A pesar de todo lo que he hecho, aún tengo a la chica que quieres."

Sakura no es lo suficientemente ingenua como para creer que podría afectar, de alguna manera, el irrompible lazo entre Sasuke y Naruto.


A la mañana siguiente, Sakura recibe un comunicado del Hokage.

Kakashi quiere verla.

Sakura siente que va a vomitar.


Notas: Un capítulo enfocado en el actual entendimiento que Sakura tiene sobre los sentimentos de los demás y lo que esta nueva dinámica está causando en las partes involucradas.

Como siempre, estoy más que agradecida con todas aquellas personas que han demostrado aprecio o interés por Amar es soportar. Agradezco muchísimo sus comentarios, favoritos y follows. Los invito a dejarme un comentario, me interesaría mucho saber qué es lo que opinan de esta historia, y de los capítulos que he publicado hasta ahora.

¡Hasta la siguiente actualización!

Próxima actualización: 26/11/21.