Capítulo XII.


"¿Cómo perdonamos a nuestros padres? Quizás en un sueño. ¿Perdonamos a nuestros padres por siempre abandonarnos o por [dejarnos] con demasiada frecuencia, cuando éramos pequeños? O por asustarnos con una furia inesperada, o por ponernos nerviosos porque nunca parecía haber rabia alguna. ¿Debemos perdonarlos por su excesivo cariño, o por [su excesiva] frialdad? ¿Deberíamos perdonarlos por presionar o empujar [demasiado], por cerrar puertas, por hablar a través de las paredes, o nunca hablar, o nunca quedarse callados? ¿Perdonamos a nuestros padres a nuestra edad, o a la de ellos, o en su lecho de muerte? Si perdonamos a nuestros padres, ¿qué es lo que queda?" —Smoke Signals (1998), dirigido por Chris Eyre.


Sakura no encuentra apropiado que el Sexto Hokage esté utilizando los halcones mensajeros de Konoha para comunicarle que desea reunirse con ella. Es un total y completo desperdicio de los preciados y limitados recursos de comunicación que hay en la Aldea.

Una llamada hubiera sido más que suficiente, pero Sakura duda que Kakashi siquiera conozca su número telefónico.

El ave se va rápidamente, revoloteando sus negras alas.

Sakura lo observa marcharse, sintiéndose apesadumbrada.

Un mal presagio.


Las ocasiones en las que Sakura ha tenido charlas privadas con Kakashi son más que escasas. Es un hecho altamente deprimente y denigrante, considerando que fue su antiguo Sensei. Y que Sasuke y Naruto han pasado más tiempo alejados de él, que bajo su tutelaje. Ella fue la que permaneció en la Aldea, y también la que menos ha compartido con él. Sakura no comprende por qué se siente tan enfadada con él. Kakashi jamás ha intentado herirla deliberadamente. Siempre fue cuidadoso con sus palabras, cada vez que se dirigía a ella. Era desapegado y deshonesto, y jamás la miraba a los ojos; pero jamás fue el motivo de sus más grandes penas y amarguras.

Kakashi era una figura distante y opaca.

Kakashi es un rostro anónimo que Sakura ya no está segura de querer conocer.


El hogar de su antiguo Sensei no es especialmente acogedor. Su casa está compuesta por un conjunto de desabridas habitaciones y agrietadas paredes. Hay una telaraña colgando del interruptor de la luz de la cocina, y los libros en su reducida biblioteca no están adecuadamente organizados. Hay una planta colocada sobre el alféizar de la ventana, con una etiqueta que dice Ukki–kun, con letras irregulares y algo borrosas. Las hojas no poseen un color particularmente saludable, y la tierra de la maseta está tan seca que el hecho de que el "Ukki–kun" aún se encuentre con vida es un fenómeno desconcertante.

Kakashi le ofrece un vaso de agua. Pronuncia las palabras con tanta incomodidad que Sakura se cuestiona porqué la invitó a su hogar, en primer lugar. Se rectifica rápidamente. Kakashi siempre ha sido extraño con ella, jamás ha existido un sentido de soltura y familiaridad entre ellos.

Sakura acepta el vaso de agua, y lo vierte sobre la moribunda planta.

—Deberías regar tu planta con más frecuencia, Kakashi–sensei —comenta, con simpleza—. Gaara–kun me ha obsequiado varias plantas del desierto como agradecimiento por mis servicios a la Aldea de la Arena, y puedo asegurarte que Ukki–kun no está entre ellas.

Kakashi ríe, y pretende sentirse apenado.

Es una situación lo suficientemente común para ella.


Kakashi le ofrece un humeante plato de sopa de miso con fideos de arroz y tofu. El platillo rebosa de comida. Sakura se pregunta si Kakashi intenta decirle que ha perdido demasiado peso, y debería comer más. No ahonda demasiado en esa línea de pensamiento, y agradece por la comida.

Toma sus palillos y se dispone a comer.

Kakashi espera pacientemente a que Sakura tome el primer bocado de su cena, y pregunta:

—¿Necesita más sal o así está bien?

Sakura sorbe los fideos, y dice: —Así está bien.

Sólo así, Kakashi toma sus palillos, y comienza a comer.

Es la primera comida que han compartido en un largo, largo tiempo.


—Esto no es un castigo, Sakura —es lo primero que dice Kakashi, inmediatamente después que ambos terminaron de cenar. Los vacíos platillos están a un costado de la mesa, y el salero está en el centro de esta. Kakashi lo ha puesto ahí, en caso de que cambiara de opinión y terminara por considerar que el caldo estaba carente de sabor—. Espero que estés al tanto de ello.

Sakura está satisfecha, y algo adormilada por el Sake. No pretende no comprenderlo, o no sentirse molesta por sus palabras.

—No comprendo el porqué de tus acciones —responde, casi con desinterés—, pero supongo que tienes que ejercer tu poder como Hokage de alguna manera. Demostrarle al Consejo de Konoha que incluso alguien como tú puede mantenerse firme, y gobernar con imparcialidad. Me hubiera gustado que me comunicaras con antelación que planeabas utilizarme como tu conejillo de Indias personal. De todas maneras, y si ese es el caso, estoy más que feliz de haberte sido de utilidad, Sensei.

El rostro de Kakashi permanece inmutable.

Su máscara está colocada correctamente sobre el dorso de su nariz, cubriendo su boca, mejillas y mentón. Obviamente, Kakashi ha bajado su máscara para comer, pero Sakura ha mantenido su cabeza baja todo el tiempo, concentrada en su propio plato. No entiende por qué no alzó su rostro, por qué no elevó la mirada y aprovechó la oportunidad de finalmente llenar el vacío que era la existencia de Kakashi Hatake.

—Jamás fui un buen alumno. Ni un buen amigo, ni un buen Sensei. Ni siquiera soy un buen Hokage —confiesa, con un tono monótono e indolente—. Tampoco creo haber sido un buen hijo. No estoy intentando excusarme, pero sé que me tienes rencor.

Sakura intenta rebatir sus palabras, pero Kakashi alza una mano. Silenciosamente, le pide que acalle y le escuche.

—Sé que no me odias, porque simplemente eres una chica demasiado gentil como para guardar esa clase de sentimientos – especialmente hacia alguien a quien aprecias. Pero estás enfadada, y dolida. Por muchas razones, y con muchas personas. Estoy al tanto de que no soy la persona más indicada para hablar de honestidad, o de ponerse en sintonía con tus sentimientos. Y quizás no deberías escuchar las palabras de tu viejo Sensei, que no ha hecho más que decepcionarte, pero... Te pido que me escuches. Sólo por un momento.

Sakura se retuerce sobre su asiento, incómoda.

No quiere escucharlo.

—Cada vez que veía a Sasuke, me veía a mí mismo. Años atrás. Era una nueva oportunidad. Una oportunidad de hacer lo correcto, y evitar los errores que cometí. Cada vez que veía a Naruto, veía el legado de mi antiguo Sensei. Pero —dice, con resignación; como si el sólo hecho de recordar le trajera un inmenso pesar—, cada vez que te veía a ti, sólo podía ver a mi vieja amiga. Mi más grande arrepentimiento, y también la persona que me amó de manera incondicional, y murió a mis manos por esa misma razón.

Kakashi tironea los bordes de su máscara, la alza aún más sobre su nariz.

—No pretendo excusarme, o darte una lección. Es demasiado tarde para ello —repite—, pero quisiera que fueras más honesta contigo, y con lo que está sucediendo a tu alrededor. No puedes continuar así. No eres como yo. O como Naruto, o como Sasuke.

Como una confesión, susurra: —Tampoco quiero que seas como Rin, o que termines como ella. ¿Lo entiendes, Sakura?

Sakura no comprende nada. En lo absoluto.

Sakura ya no sabe cómo resolver el enigma que representa Kakashi Hatake. La imagen que conjeturó de él en su mente se ve aún más borrosa, aún más distorsionada. Y se vuelve más y más incomprensible a medida que habla.


A modo de despedida, Kakashi le dice, depositando una mano sobre su hombro: —La próxima vez te encuentres con Sasuke o con Naruto, piensa en lo que te he dicho. Míralos, y piensa en lo ves.

Sakura quiere replicar, obstinada. No tiene tiempo ni energía suficiente como para descifrar intrincados rompecabezas con moralejas ocultas. Quiere decirle: "Si tienes algo que decirme, dímelo ya. Acabemos con esto de una vez por todas."

Pero no puede. El nudo en su garganta no le permite pronunciar palabra alguna. Enmudece completamente. Todo lo que alguna vez quiso decirle queda atrapado en su garganta. El desesperado: "No soy Rin. Jamás lo fui, y jamás lo seré. Soy Sakura. Aún no he muerto, estoy aquí." jamás abandona el confinamiento de su propia mente.


Esa misma noche, Sasuke aparece agazapado en el alféizar de su ventana. Tiene un agujero en su capa y las suelas de sus sandalias están cubiertas de arena. A cada paso que da, los granos de arena crujen bajo sus pies. El puente de su nariz está levemente enrojecido, y se ha pelado. Bajo el intenso y abrasador calor de Suna, la piel de Sasuke se ha dañado.

Sakura le indica que se siente sobre la cama. Aún no había ido a dormir, pero ya había dado por finalizada su rutina nocturna de cuidado personal. Sus manos aún conservaban un remanente de loción humectante. Se lava las manos con cuidado y se deshace de cualquier resto de producto. Husmea por entre sus ungüentos caseros y encuentra un recipiente con una mixtura en base a Aloe Vera y leche.

Emerge del baño con la loción entre sus manos y la unta sobre sus dedos.

—Esta loción aliviará la sensación de ardor y picazón, además de que ayudará a regenerar la piel —dice, y procede a aplicarla sobre su nariz, con toques gentiles. Sasuke permanece dócil ante sus atenciones.

Debido a la próxima cercanía, Sakura puede oler su aroma. Es el familiar y característico aroma de Sasuke mesclado con el inconfundible olor de las dunas de la Suna. Arena seca y potentes rayos solares. Sasuke siempre vestía ropas obscuras, y las telas de colores obscuros atraían los rayos ultravioletas. Es acertado decir que Sasuke no ha pasado una amena estadía en la Aldea de la Arena, sin importar qué tan exitosa haya terminado siendo su misión. Recuerda entonces, que tan pronto como se ha dado finalizada una misión, se debe reportar ante el Hokage.

Le pregunta, temiendo la respuesta: —¿Ya has ido donde Kakashi–sensei? A reportar la misión, me refiero.

Sasuke contesta, con simpleza: —Iré luego.

Sasuke no se ve herido, sólo ligeramente más sonrosado que antes. No ha venido para que curara cualquier herida que haya podido surgir durante su misión, o su viaje de vuelta a Konoha. Está sano y salvo, con sus ostentosamente altos niveles de Chakra completamente intactos. No hay nada que Sakura posiblemente pudiera ofrecerle, más que una loción para aliviar sus quemaduras solares. No comprende porqué Sasuke acudiría a ella, sin motivo alguno. Más que un hombre de acciones, Sasuke es un hombre de propósito.

Sakura rememora las palabras de Kakashi.

Le mira por entre sus pestañas, reluctante.

Sakura ve a Sasuke, acudiendo a ella.

Aún sin necesitar de ella o de sus habilidades, realmente.

Sólo apareciendo en su ventana, y permitiendo que coloque loción sobre su nariz. Sin antes cambiarse de ropa o darse una ducha, o reportar el éxito de su misión ante el Hokage. Es desconcertante, el darse cuenta que ella fue el primer pensamiento de Sasuke, al llegar a la Aldea. Su primer destino, mucho antes que la Torre del Hokage o su propio hogar.

Sakura no comprende nada de lo que está sucediendo a su alrededor.


Notas: He disfrutado muchísimo escribir este capítulo. Tenía pendiente hacer un capítulo enfocado exlusivamente en la relación entre Kakashi y Sakura, y finalmente he podido hacerlo.

Como siempre, estoy más que agradecida con todas aquellas personas que han demostrado aprecio o interés por Amar es soportar. Agradezco muchísimo sus comentarios, favoritos y follows. Los invito a dejarme un comentario, me interesaría mucho saber qué es lo que opinan de esta historia, y de los capítulos que he publicado hasta ahora.

¡Hasta la siguiente actualización!

Próxima actualización: 03/12/21.