Capítulo XV.
"La vida te romperá. Nadie puede protegerte de eso, y estar solo tampoco lo hará, puesto que la soledad también te romperá con su anhelo. Tienes que amar. Tienes que sentir. Es la razón por la que estás aquí en la Tierra. Tienes que arriesgar tu corazón. Estás aquí para ser devorado." —The Painted Drum, de Louise Erdrich.
Haruno–sensei es recibida en el Hospital con efusividad.
Los pasillos siguen siendo extensos e inmaculados. Las habitaciones siguen oliendo a desinfectante. Y la sala de operaciones es tan cruenta como la recordaba.
Todo sigue como antes.
Una enfermera deposita un pomposo puñado de Campanulas sobre su escritorio. Sitúa los tallos elegantemente dentro del florero, y se asegura que los delicados pétalos apunten hacia su dirección. Le sonríe abiertamente y le ofrece una cortés reverencia, antes de retirarse.
Gratitud.
Estamos felices de que estés de regreso, le susurran las flores.
El Hospital está repleto de rostros familiares.
Hay pacientes que ha cuidado y asistido, y que aún no han recibido el alta médica. Hay miembros del personal médico que han trabajado allí por años, y continúan haciéndolo. Hay Ninjas acudiendo a su rutinaria revisión médica, ahora obligatoria para todos aquellos que servían activamente.
Hay rostros conocidos, y cuerpos que lo son aún más.
Sakura ha mantenido relaciones sexuales con muchos, y algunos son incapaces de enfrentar su mirada. Enfermeras que se apresuran bajar la cabeza, y pretender que no la han visto, profundamente avergonzadas. Hay pacientes que parecen buscar su mirada, anhelantes. Expectantes, conscientes de la reputación que ella misma ha cosechado.
Es extraño pensar, que, no mucho tiempo atrás, Sakura hubiera sucumbido ante sus deseos. Meses atrás, no hubiese dejado pasar ninguna oportunidad, sin importar de quién proviniese.
Ahora, se ve incapaz de incluir a alguien más.
Sus manos están llenas.
Ese mismo día, Sai se presenta en su oficina. Sonriente, y con un caminar ligero, se sienta sobre la camilla. Le indica que es tiempo de realizar su examen rutinario. Sakura accede a realizarlo por su cuenta, en lugar de derivarlo a otra colega. Es la primera vez que ve a Sai ingresar a un Hospital por cuenta propia, sin portar ninguna herida que requiriese atención inmediata.
Le indica que remueva sus prendas de civil, y sólo conserve su ropa interior. Le indica que suba a la báscula y hace un seguimiento de su peso. No ha habido grandes variaciones, y Sai posee un peso concordante con su altura y edad.
—Ha pasado un largo tiempo desde la última vez que hemos hablado —dice, al tiempo que Sakura coloca un estetoscopio contra su espalda, cerciorándose de que sus órganos funcionen correctamente. Sus latidos cardiacos suenan saludables, al igual que su respiración. Le pide que inhale y exhale un par de veces más, sólo para estar completamente segura—, y no he tenido la oportunidad de contarte realmente de qué se trata el libro que estoy leyendo.
Sakura recuerda la última conversación que tuvieron, y pregunta: —¿La novela erótica de aquella vez?
Sai asiente, y le sonríe: —Esa misma. La que vulgarmente has calificado como pornográfica.
Sakura bufa, y le indica que mire hacia arriba. Sai obedece, y Sakura examina sus ojos.
—La trama se desenvuelve en el antiguo País del Viento, durante el período de los Estados en Guerra. Para ese entonces, las Aldeas Escondidas aún no habían sido fundadas, pero la historia toma lugar en lo que sería la actual zona nordeste de Suna —relata, con la mirada fija en el blanco techo de su oficina—. La protagonista de la historia es una joven concubina que sirve al jefe del Clan más poderoso e influyente del País del Viento, junto con otras mujeres. La mayoría eran sus concubinas, pero no todas servían el mismo propósito. Peculiarmente, se regían bajo un nivel jerárquico. Las concubinas poseían grandes privilegios, pero no contaban con el reconocimiento social y el estatus que poseía la esposa oficial.
Sakura enfoca una fuente de luz sobre sus ojos, y sus pupilas se contraen inmediatamente. Sus ojos lagrimean brevemente. Sakura le extiende un pañuelo y procede a realizar diversos apuntes en su historial médico.
Al tiempo que apunta, comenta, casi sin interés: —Jamás creí que se admitieran tales actos de promiscuidad en Suna. Siempre han sido una sociedad altamente conservadora.
—No es promiscuidad, o una cuestión de progresismo —se apresura a corregir, con paciencia. Con toques suaves, seca sus lágrimas con el pañuelo que Sakura le ofreció—, es simplemente una sociedad diferente, donde la monogamia no era el único modelo de relación. Si bien las circunstancias de esta historia no son las más adecuadas, no veo porqué ciertos prototipos de relación deban ser condenados.
Sakura aparta la mirada del historial clínico.
Sai la observa con firmeza.
Se coloca sus vestimentas nuevamente.
—Al fin y al cabo —dice, ajustando el cuello de su camisa—, siguen siendo vínculos. Sin importar que tan poco comunes sean, o que tan socialmente condenados estén.
Sakura permanece callada.
Sai inclina su cabeza hacia un costado, como si estuviese sopesando sus siguientes palabras.
Sai jamás ha sido considerado.
Naturalmente, Sakura se prepara para lo peor.
Finalmente, le pregunta: —¿Crees que el Quinto Kazekage sea participe de esas prácticas?
Sakura suelta una carcajada tan escandalosa que suena como un desconsolado sollozo.
No le responde a su impertinente interrogante, y se limita a ordenarle que se retire de su oficina. La revisión rutinaria ha terminado. Todo está en orden. Sai obedece, y se marcha sin decir más.
Cuando cierra su expediente, recae en el hecho que Sai ya ha recibido su examen rutinario. Una semana atrás, para ser exactos.
Mientras Sakura realiza una extensa y minuciosa limpieza sobre sus herramientas quirúrgicas, piensa en el Valle del Fin. Es un pensamiento repentino, y sin fundamentos. En un momento dado, estaba desinfectando la afilada hoja de su bisturí. Al siguiente, estaba pensando en el último enfrentamiento ocurrido entre Naruto y Sasuke, en el mítico Valle del Fin.
Recuerda haber despertado del Genjutsu de Sasuke, atemorizada. Sabiendo de antemano dónde estaban ambos, pero temiendo que ya fuese demasiado tarde.
Sakura recuerda claramente haber pensado, mientras se dirigía hacia el Valle del Fin, que Naruto y Sasuke estaban demasiado arraigados en su ser. Era lógico pensar que ella dejaría de existir completamente, si ellos en verdad resultaban estar muertos.
Sin ellos, no quedaría nada de ella.
Sakura Haruno pasaría a ser un incongruente cúmulo de angustia y arrepentimientos.
En los últimos meses, Sakura no se ha acostado con nadie más. Excluyendo a Naruto y a Sasuke, por supuesto. Ellos han sido los únicos. Su anteriormente longeva lista de compañeros sexuales se vio drástica y repentinamente reducida a ellos dos. Nadie más, sólo ellos. Era más que suficiente. Posiblemente era demasiado para ella. Lo más apropiado sería cortar lazos y dar por finalizada aquella descabellada dinámica que había surgido entre ellos, pero Sakura se veía incapaz de hacerlo.
Acabar con su relación sería admitir la derrota. Sería ceder. Sería confesar que era demasiado para ella, y que no podía soportar mantener ese superficial estatus de compañeros de cama, y nada más. Sería una explícita declaración de que quería más de ellos, que lo quería todo.
No era justo para Sasuke, y tampoco lo era para Naruto.
Sakura simplemente no podía tenerlo todo, sin importar qué es lo que dijera Sai.
Y la premisa de escoger entre ambos no era viable. En lo absoluto.
Hay un repentino incremento en la cantidad de embarazos en Konoha.
Sakura no puede decir que está completamente sorprendida, y tiene la teoría de que este fenómeno se ha manifestado en la totalidad del País del Fuego. La Guerra ha terminado años atrás, y la primavera siempre ha sido temporada de propuestas de matrimonio y planes de embarazo. Eran tiempos de paz, y las personas estaban más predispuestas a formar una familia.
Pronto, el Hospital rebosa de madres primerizas, o mujeres que están buscando concebir, y buscan recibir algún tipo de orientación al respecto. La oficina de Administración del Hospital está repleta de panfletos al respecto, y Sakura se ve sujetando uno entre sus manos. Es una guía explícitamente educativa y busca abarcar la mayor cantidad de interrogantes que cualquier madre primeriza pueda tener. Hay dietas alimenticias, una detallada explicación del ciclo menstrual y ovulatorio, consejos de paternidad y un extenso registro de posibles síntomas de embarazo.
Sakura delinea la ilustración plasmada en la carátula del panfleto. Una mujer embarazada, que acuna su voluminoso vientre entre sus manos. Con dulzura.
Desde la portada, se lee: "Infórmate acerca de cómo quedar embarazada, comenzando con calcular el momento de la ovulación y algunos consejos que debes seguir para optimizar el proceso de la fecundación."
Sakura recuerda haber deseado casarse, y tener hijos. Uno de sus más grandes anhelos había sido contraer nupcias con Sasuke. Convertirse en su esposa, en su eterna compañera de vida. Las cosas han cambiado, ahora. Sakura no está segura de que ese cometido suyo sea meramente posible, o que aún desee hacerlo.
Guarda el panfleto en el bolsillo de su uniforme.
Se pregunta qué es lo que piensa Sasuke de la paternidad, y se pregunta cómo sería una vida junto a él, como su esposa.
Se pregunta qué es lo que piensa Naruto de la paternidad, y se pregunta cómo sería una vida junto a él, como su esposa.
Es una maravillosa visión, en ambos casos.
Sakura siente que finalmente ha recobrado el equilibrio.
Resguardada bajo las enormes paredes del Hospital, siente que el orden ha sido restablecido y está en control de sus pensamientos y acciones. Es un alivio. Sus hombros se sienten más ligeros, pero no llega a comprender el porqué.
Recuerda las palabras de Kakashi–sensei: "Esto no es un castigo, Sakura."
Con la misma terquedad y rencor que una hija siente hacia su padre ausente, Sakura admite que estaba en lo cierto. No había sido un castigo, sino una revelación. Un pequeño tropezón que le ayudaría a colocar sus pies sobre la tierra con aún más firmeza que antes.
Sakura derrama una generosa cantidad de gel conductor sobre el vientre de su paciente, y procede a realizar el ultrasonido. La paciente ha sido acompañada por su pareja, un joven hombre que sujeta la temblorosa mano de su amada. Tiene los ojos empañados en lágrimas y sonríe abiertamente.
Pronto, los saludables y fuertes latidos de un pequeño corazón bombeando son lo único que Sakura escucha.
La impresión de la mano de Sasuke sigue visible en su muslo. Es una vorágine de tonos violáceos y amarillentos, cubriendo gran parte de su piel. Una aglomeración de moretones amorfos que se asemejan a la forma de la mano de Sasuke. No ha sanado completamente, y deberán pasar algunas semanas más para que su piel recobre su tonalidad usual y las magulladuras se difuminen completamente. No le presentan mayor incomodidad, pero el contraste es casi repulsivo de presenciar.
Naruto no le aparta los ojos del moretón, completamente ofuscado en él. No hace preguntas al respecto, o si quiera demanda explicaciones. Sakura no pretende no saber que Naruto está al tanto de quién ha sido el causal. Era una verdad a gritos, sería estúpido pretender lo contrario. Entonces, permite que la observe. Con el ceño fruncido y la mandíbula extremadamente tensa. Sakura rechaza la posibilidad que ese insignificante suceso será el detonante definitivo de Naruto, y aguarda. Atenta.
Como respuesta, Naruto mordisquea su cuello con tal fuerza que Sakura está segura de haber escuchado su piel rasgarse. Sus dientes se hunden en ella, y su epidermis da lugar a sus puntiagudos colmillos. Naruto no merma la fuerza de su mandíbula y dentadura hasta que está completamente seguro que su cuello porta la impronta de su mordida.
Es una declaración. Se ha expresado con claridad.
Su situación no es ni remotamente similar a la abstracta comparación que ha hecho Sai. Lo que ocurre entre ellos dista de cualquier despliegue de poder o estatus social. La historia que comparten hace que la realidad sea aún más escabrosa.
Ninguna de las partes involucradas estaba dispuesta a ceder, por diversos motivos.
Para Naruto y Sasuke era una cuestión de orgullo. Una intrincada riña más, entre las tantas.
Para Sakura, era una cuestión de–
Sakura acaricia su cuello; sus dedos delinean las heridas que los dientes de Naruto han provocado.
Se ha enamorado de ambos.
Glosario.
• Valle del Fin: El Valle del Fin se encuentra situado en los límites del País del Fuego. Es conocido por ser la histórica locación en donde Madara Uchiha y Hashirama Senju lucharon a muerte por el liderazgo de Konoha.
• Kazekage: Literalmente, Sombra de Viento. El Kazekage es el líder supremo de la Aldea de la Arena.
Notas:
(*) Debido a las fechas festivas, postergaré brevemente la siguiente actualización. Actualizo rutinariamente todos los viernes de cada semana, pero los próximos viernes son el 24/12 y 31/12, respectivamente. Durante esas fechas no estaré en línea y no podré actualizar. Espero que puedan entender mis razones. Sin más, ¡les deseo una muy feliz Navidad y un próspero Año Nuevo!
Como siempre, estoy más que agradecida con todas aquellas personas que han demostrado aprecio o interés por Amar es soportar. Agradezco muchísimo sus comentarios, favoritos y follows. Los invito a dejarme un comentario, me interesaría mucho saber qué es lo que opinan de esta historia, y de los capítulos que he publicado hasta ahora.
¡Hasta la siguiente actualización!
Próxima actualización: 07/01/22.
