Capítulo XVII.
"A los ojos de un niño, su madre es una diosa. Puede ser espléndida o terrible, benévola o colérica, pero, en cualquier caso, demanda todo su amor. " —The Hundred Thousand Kingdoms, by N.K Jemisin.
Naruto, quien definitivamente la ama, siempre se asegura de que sus inherentemente fríos pies estén propiamente cubiertos y resguardados.
Sasuke, quien no la ama en absoluto, dobla su ropa antes de marcharse – pulcramente seccionándola por tamaño y color.
Es algo sumamente confuso, y Sakura no está segura de creer comprender la situación en su totalidad. Hay una pieza faltante. Un fragmento elemental que no es capaz de ensamblar en aquel intrincado rompecabezas en el que se ha convertido su vida.
Necesita una respuesta y, de alguna exasperante manera, siente que se le acaba el tiempo.
La casa de Tsunade desprende un potente hedor a alcohol.
Sakura puede distinguir con facilidad las afrutadas notas que sólo un Sake con largo tiempo de maduración podía desprender. El aroma parece estar fuertemente arraigado sobre cada recoveco y superficie de la casa. Entonaciones de frutos secos y ciruelos fermentados, entremezclados con la congénita esencia de Tsunade; inciensos de canela y clavo de olor.
Su mentora quemaba inciensos con ardua frecuencia; un pequeño y sagrado ritual. Los inciensos de canela le traerían fortuna, mientras que el clavo de olor despejaría todos aquellos obstáculos que obstruyeran su camino hacia la abundancia, y la conectarían a un interminable flujo de riquezas. Sin importar cuantos inciensos encendiera, las supuestas beneficiosas propiedades jamás surtían efecto.
Tan pronto como Tsunade comenzaba a apostar, su capital se veía drásticamente reducido. Su camino hacia la riqueza parecía estar constantemente obstruido, y no había anticuado rito alguno que la salvara de su legendario infortunio.
Ante sus ojos, Tsunade es la viviente antítesis de Kakashi. Donde ella es intransigente y estrepitosa, él es indulgente y sosegado. El apático desinterés de Kakashi contrasta brutalmente contra la fogosa diligencia de Tsunade. Ambos comparten características en común, y los abundantes sentimientos de afecto y devoción que siente hacia ellos son idénticos.
Sakura siempre ha estado en sintonía con sus sentimientos, y el amor que su interior albergaba parecía siempre querer salirse a borbotones. En forma de lágrimas, en forma de gritos y reproches. Bajo desesperadas confesiones o dulces muestras de afecto. El amor era una carga pesada, especialmente para ella. Todos los destinatarios de su amor eran criaturas complejas. Cada uno de sus vínculos era sumamente enigmático y engorroso. Desde Tsunade a Naruto, y de Kakashi a Sasuke.
Si el amor era un hilo rojo anudado alrededor de su dedo, el suyo estaba severamente atorado. Enredado entre sí, magullado y torpemente remendado.
Tsunade tiene el mal hábito de clavar sus palillos en el cuenco de arroz, cada vez que come. Es una clara convocación a la muerte. Sakura no logra comprender cómo Tsunade puede creer en la fortuna de los inciensos mientras que comete acciones que no son más que un ávido llamamiento para diversos infortunios.
A Sakura no le extraña que siempre pierda en las apuestas. Tsunade acumula más y más años de mala suerte cada vez que utiliza sus palillos de manera inapropiada.
Sakura coloca los palillos de manera adecuada, y hace una silenciosa plegaria. Un breve rezo que implora una vida saludable y longeva para su antigua y muy amada maestra.
—Me he enamorado de Sasuke–kun y Naruto —le dice, al tiempo que acepta la copa de Sake que le ofrece Tsunade.
Bebe junto a ella, a pesar que no le apetece. Sería terriblemente descortés no aceptar la invitación de sus mayores, y, a pesar de sus contradictorias acciones, Sakura ha sido propiamente criada bajo las severas y honradas costumbres y tradiciones del País del Fuego. Sin importar su falta de prestigio o estirpe, Sakura siempre se había esforzado por acoplarse a las normas, y por estar a la altura de los demás. Y quizás esa haya sido la razón por la cual Kakashi se había mostrado tan decepcionado. No era un comportamiento propio de ella.
Su concepto del honor era muy diferente a la severa concepción bajo la cual se regían los legendarios e ilustres clanes de Konoha. No era la cabecilla de ningún renombrado Clan, o la sucesora directa de poderosas técnicas familiares. Su mayor deshonor no había sido su comportamiento libidinoso e indecente. La razón de su deshonra era el haberse involucrado con las personas incorrectas, siendo tan substancialmente insignificante.
Sakura bebe su copa, y espera el amargo reproche de Tsunade.
Ha pasado un largo tiempo desde la última vez que se había sentido así. Había creído que esa insegura y frágil faceta de su persona había sido absolutamente eviscerada por los puños de su maestra, años atrás. Al parecer, se equivocó. Entre todas las capas que conforman su persona, todavía hay una parte en ella que está destinada a hacerle recordar cuan insustancial e ínfima realmente es, en el mundo y en la vida de aquellos que ama.
El Sake que le ha ofrecido Tsunade es Nigori, caracterizado por su dulce sabor. En su lengua, sólo deja un profundo y amargo gusto que le cala hasta los dientes.
Sin importar cuánto crea conocer a una persona, estas siempre terminan sorprendiéndola, de una manera u otra. Rompen todos sus minuciosamente planteados escenarios, y actúan de una manera totalmente inesperada. Sakura no sabe si aquel fenómeno es cuestión de falta de entendimiento o un malentendido, o quizás ha subestimado sus capacidades de comprender y discernir a las personas. Sea cual fuese el motivo, no espera aquella reacción de Tsunade, la cual llega lentamente y sin mayor escándalo.
Es un simple asentimiento; una mueca comprensible que hace que las arrugas alrededor de sus labios se acentúen. No es decepción, ni rabia. Su expresión y lenguaje corporal no muestran indicios de cólera, o desagrado. La energía a su alrededor no se ha vuelto hostil, y el flujo de su Chakra no es más que un plácida y homogénea corriente. Sin abruptas alteraciones. Absolutamente imperturbable.
Tsunade dice, entonces: —Jamás he amado a otro hombre más que a Dan, y eso tú lo sabes muy bien. En esta situación, no creo ser la persona más adecuada para ser de tu guía y orientarte. Sin embargo, eso no significa que sea incapaz de comprender tus sentimientos. Mucho menos juzgarlos.
Sakura parpadea.
—Eres una chica brillante, Sakura —continúa—, siempre lo has sido. Virtuosa y completamente magistral en todo aquello a lo que te has comprometido dominar. Deja de castigarte a ti misma, y permítete ser feliz. Amar a otras personas jamás debería percibirse como una carga, o un inconveniente.
Tsunade vuelve a llenar su copa, y las gotas de condensación se acumulan en la base de la vasija. Como si se tratase de la conclusión de una inminente verdad, declara:
—Todas las partes involucradas son más que capaces de escoger por sí mismos. No te atormentes más, y acepta la realidad. Tan imperfecta y compleja como lo es. Si esperas por el momento o las circunstancias perfectas, jamás podrás ser realmente feliz. No hay tal cosa como la oportunidad o instante adecuada. Creo que, si algo has aprendido como la discípula de la antigua Quinta Hokage y el actual Sexto Hokage, es que el tiempo no espera a nadie.
Sakura inclina su cabeza.
—Agradezco sus palabras, Tsunade–sama —expresa. Sus hombros se sienten ligeros. Dentro de ella, sólo hay un fuerte sentido de resolución—. Una vez más, agradezco que siempre esté dispuesta a compartir su sabiduría conmigo.
Tsunade acepta su gratitud con facilidad, con un leve asentimiento.
—Ya no eres mi discípula —admite. Se levanta del tatami y palmea sus rodillas, quitando las motas de polvo que se han acumulado en su pantalón. Coloca su porta–incienso en el centro de la mesa, y limpia las cenizas con una servilleta. De un pequeño contenedor situado al lado de un pequeño Daruma, con ambas pupilas dibujadas, saca una varilla de incienso. La enciende y gentilmente abanica la punta con su mano. El humo se dispersa rápidamente, al igual que su aroma—, pero siempre te guiaré y aconsejaré lo más que pueda. Mi trabajo no tiene fin.
Sakura comprende perfectamente lo que quiere expresarle.
"El trabajo de una madre no tiene fin."
Tsunade retoma su lugar en el tatami, y continúan bebiendo.
Arrullada bajo el agradable aroma del incienso, el Sake le sabe increíblemente dulce.
Cada ceniza que se desprende de la varilla de cedro es una plegaria para su sanación y purificación. Para su protección, balance e introspección. Una acción que sólo atraería amor hacia su dirección.
Sakura se marcha del hogar de Tsunade repleta de determinación. Su mente está dispersa de dudas.
Glosario.
• Nigori: El Nigori es una variedad de Sake. El Sake generalmente se sirve filtrado de tal forma que se separa de los granos de arroz que han intervenido en el proceso de fermentación, sin embargo el Nigori permanece sin filtrar, dejado el líquido con un aspecto lechoso y un sabor dulce.
• Daruma: El muñeco Daruma es un amuleto japonés. Es un muñeco rojo, sin brazos ni pies, con una cara masculina que tampoco tiene ojos, solo dos círculos blancos que representa la perseverancia y el esfuerzo. El Daruma representa a un antiguo monje budista indio llamado Bodhidharma, fundador del budismo zen y responsable de que la doctrina de Buda llegara a China. El Daruma sirve para conseguir ayuda con un propósito cuyo éxito dependa de tu esfuerzo. Cuando se quiere ayuda con ese propósito, se pinta uno de los ojos y se deja en un lugar visible. Así, cada día que lo veas te recordará que tienes que esforzarte por conseguir tu objetivo. Cuando lo consigas, tendrás que pintarle el otro ojo en señal de agradecimiento.
• Superstición de los palillos: En la cultura japonesa, es de muy mal gusto dejar clavados los palillos en el arroz, ya que representan a los inciensos que se usan en las ceremonias ancestrales. Con este acto, estarías invocando a la mala suerte.
• Leyenda del hilo rojo del destino: El hilo rojo del destino es una creencia de Asia oriental, presente en la mitología japonesa. Según este mito, los dioses atan un cordón rojo alrededor del dedo meñique, de los que han de conocerse o ayudarse en un momento concreto y de una manera determinada. Este hilo está unido a la persona que más vas a poder llegar a querer y siempre todos vamos a tener uno. Así, las dos personas unidas por el hilo rojo están destinadas a ser queridos entre sí, independientemente del momento, el lugar o la circunstancia. Por tanto, este cordón mágico se puede estirar o enredar, pero nunca puede romperse.
Notas: Hacía bastante tiempo que quería incluir otro capítulo dedicado a la relación entre Tsunade y Sakura, que desde el Capítulo X no he explorado mucho. Quería dar una especie de resolución a lo que se trató en ese mismo capítulo, y este me pareció el momento adecuado para hacerlo. Creo que no es necesario decir que valoro mucho la relación que existe entre Tsunade y Sakura, y una de mis más grandes críticas hacia Naruto es la falta de profundización, dedicación y atención hacia los personajes femeninos de la obra, incluyendo las relaciones/dinámicas que existen entre ellas. Tsunade es la figura más determinante en la vida de Sakura. Si alguien podía darle ese empujón faltante a Sakura, es Tsunade.
Con respecto a todas las supersticiones y ritos/costumbres mencionadas en el capítulo, doy completa garantía que todas son verídicas. No soy una persona supersticiosa o religiosa en lo absoluto, pero me parecieron elementos muy interesantes y que aportarían mucho al capítulo, por lo que decidí investigar un poco e incluirlos.
Como siempre, estoy más que agradecida con todas aquellas personas que han demostrado aprecio o interés por Amar es soportar. Agradezco muchísimo sus comentarios, favoritos y follows. Los invito a dejarme un comentario, me interesaría mucho saber qué es lo que opinan de esta historia, y de los capítulos que he publicado hasta ahora.
¡Hasta la siguiente actualización!
Próxima actualización: 21/01/22.
