La vista de Hogwarts desde los botes no era para nada como Harry lo recordaba, y eso le maravillaba. La última vez que vio el gran castillo, estaba en camino a ser un edificio en ruinas. Ahora, sin embargo, las ventanas brillaban con suave luz naranja y las estrellas en el cielo hacían que la sombra del castillo sea imponente. Los jadeos sorprendidos de los alumnos lo hizo sonreír, porque esa era la vista que todos deberían ver siempre, y cuando vio a Ron, a Malfoy, y en un bote detrás del suyo, a Hermione y Neville sonriendo ante las vistas, su necesidad de que Voldemort nunca llegue de nuevo se hicieron más intensas.
Bajando la cabeza cuando Hagrid les gritó a todos los del primer año que lo hicieran mientras pasaban por el túnel debajo del castillo, Harry trató de evitar comparar el grito emocionado de Hagrid al llevar a nuevos alumnos a un lugar que consideraba su hogar, con los gritos de súplica para que se mantuviera a salvo cuando se enfrentó a Voldemort antes de morir. Hagrid era uno de los mejores amigos de Harry, quien le enseñó el mundo mágico por primera vez y quien le dio las primeras imágenes de sus padres. El semi-gigante tenía un lugar muy especial en el corazón de Harry, y sabía que no había mucho que pudiera suceder para cambiar eso. Era difícil odiar a Hagrid, de todas formas.
Harry sonrió cuando Neville le agradeció a Hagrid por encontrar su sapo al llegar a suelo seguro, y al encontrarse frente a las grandes puertas de roble, con una seria profesora McGonagall mirando a todos los niños en desafío a que intentaran comportarse mal, Harry solo podía esperar que todo saliera bien.
Siguieron a la profesora McGonagall hacia una habitación vacía fuera del vestíbulo, mientras que podían oír ciento de voces del Gran Comedor, situado a la derecha. Harry escuchó a medias a la profesora, con Malfoy a su derecha y Ron a su izquierda, y sabía que Neville y Hermione estaban detrás de él. Sabía que el único Slytherin entre ellos era Malfoy, y ya estaba comenzando a planear más a fondo cómo mantener algún tipo de amistad con Draco a pesar de sus Casas, y la clara enemistad impuesta que parece haber entre Gryffindor y Slytherin a pesar de que ni siquiera se habían calificado aún. Frunció levemente el ceño, preguntándose por qué sucede eso, y aunque quisiera, no podía pensar en algo que justificara lo suficiente el odio de los niños hacia Slytherin, más que lo que aprendieron en sus hogares a boca de los demás. Era entendible, Harry mismo no quería ser parte de Slytherin cuando se clasificó, porque en esa Casa estuvo Voldemort; sin embargo, la Casa en sí no era malvada.
Está bien, el mundo mágico puede tener su beneficio de la duda allí. A Harry solamente le costó una guerra mágica para entender que no todos los Slytherin son malvados, no todos los Gryffindor valientes, no todos los Hufflepuff leales ni todos los Ravenclaw inteligentes. Pero Harry no quería que todos lo aprendieran de la misma manera que él lo aprendió, así que en realidad debería de comenzar a buscar una manera para hacerse amigo de Malfoy y poder demostrar que no todos los Slytherin son malvados, en especial los niños más pequeños que apenas eran calificados, que mayormente eran quienes pagaban los platos rotos, siendo los más vulnerables a ataques de otros estudiantes.
Un golpe en sus costillas lo sacó de sus pensamientos y le frunció el ceño a Malfoy, que miraba fijamente a McGonagall. Cuando Harry miró a su alrededor, todos lo estaban viendo, y la profesora lo miraba con severidad. Harry sonrió inocentemente. McGonagall continuó hablando.
—Como decía, la Ceremonia de Selección será en pocos minutos, y será frente al resto del colegio. Les recomiendo que se arreglen lo mejor posible— dando una mirada superficial al grupo de niños, la profesora hizo una pequeña mueca con sus labios, pero no dijo nada más—. Volveré cuando todo esté listo. Mientras tanto, esperen tranquilos aquí.
Y cuando la profesora McGonagall salió de la habitación, los susurros de los niños nerviosos se escucharon como gritos. Ron parecía preocupado mientras exponía sus dudas sobre la Clasificación y Malfoy se burlaba de él, aunque sorprendentemente sin la malicia que recordaba Harry cada vez que el rubio hablaba con alguno de sus amigos. Harry pensó que el Quidditch podía unir hasta a los más tercos.
—Es un sombrero— comentó Harry cuando vio que Malfoy no parecía querer aclarar eso por sí mismo, y supo que lo estaba omitiendo a propósito cuando el rubio le dirigió una mirada molesta. Ron lo miró con confusión—. Un sombrero mágico que ve en nuestra mente, y de acuerdo con lo que ve ahí, te coloca en una de las Casas.
—¡Sabía que no tenía que confiar en Fred y George!— se quejó Ron, y Harry y Malfoy rieron por lo bajo. Harry parpadeó un poco sorprendido al escuchar reír al niño rubio; a decir verdad, nunca lo había escuchado reír sin ironía o burla, y era... ¿extraño? escucharlo reír con verdadera diversión.
Agradeciendo la conmoción que los fantasmas habían causado al atravesar la pared de la habitación sin cuidado, Harry ignoró sus pensamientos mientras sonreía cuando los fantasmas deseaban ver a todos en sus respectivas Casas. Segundos después, la profesora McGonagall había vuelto y los estaba formando a todos en una hilera.
El Gran Comedor estaba en su mayoría en silencio mientras entraban detrás de la profesora McGonagall, aunque los alumnos se susurraban los unos a los otros mientras los veían, y Harry estaba muy pero muy seguro de que captó a algunos diciendo lo tiernos y pequeños que eran. Hizo una mueca ante eso, pero su atención se centró por completo en la mesa de profesores mientras escuchaba a Hermione comentar sobre el techo encantado. Quirremort estaba sentado allí, viendo con nerviosismo a todos los nuevos alumnos, pero Harry, que sabía exactamente lo que estaba buscando, vio la falsedad en su acto con tal facilidad que estaba un poco sorprendido y molesto. Maldición, con lo fácil que sería simplemente sacar su varita ahora mismo y sorprender al imbécil con un Avada Kedavra, de verdad.
Cuando los ojos del aparente nervioso hombre se posaron en él, Harry no lo vio directamente a los ojos, si no que centró su mirada en un punto de la ceja del hombre, y esta vez no sintió el dolor sordo en su frente como la primera vez. Vio al hombre fruncir el ceño y solo lo miró a los ojos un segundo con soberbia antes de prestar atención a McGonagall. No era un maestro de las artes de la mente, y sumando el conocimiento de su quinto año junto a Snape más la poca información que había conseguido en los libros que consiguió en el Callejón, Harry apenas tenía formado una frágil protección ante los ataques de los más versados. Meditar y concentrarse en una misma cosa durante una o dos horas todos los días para lograr fortalecer sus protecciones era increíblemente tedioso para Harry, en especial porque la paciencia nunca fue una de sus virtudes. ¿Y ahora, que estará rodeado de ruidosos compañeros de Casa, con sus dos mejores amigos pegados a él, tratando de llevarse bien con Malfoy y cualquier Slytherin que no sea un supremacista en toda regla, tratar de evitar una guerra, matar al traidor de sus padres, sacar a Sirius de Azkaban...?
Sí, Harry ciertamente no está teniendo suficientes horas por día para poder siquiera comer dos comidas diarias. Por primera vez en su vida (... ambas vidas), Harry estará sumamente agradecido cuando Hermione les haga a él y a Ron un horario.
Cuando todos a su alrededor comenzaron a aplaudir, Harry se dio cuenta que ignoró por completo la canción del sombrero. ¿Se enojará por ello? Realmente espera que no. Espera, ¿acaba de decir que en Slytherin uno hará sus verdaderos amigos? ¿Cómo es eso posible si...? Harry detuvo sus pensamientos allí. El cambio debe empezar por uno mismo, dijo alguien alguna vez; Harry había estado limpiando el salón de sus tíos cuando alguien en la televisión lo dijo, y ahora mismo estaba agradecido de recordar eso.
La profesora McGonagall dio un paso al frente, desde su posición a un costado del sombrero, cuando los aplausos finalizaron, con un pergamino en sus manos. Se aclaró levemente la garganta para llamar la atención de todos.
—Cuando yo los llame, deben de acercarse y sentarse en el banco. Entonces, les pondré el sombrero y él decidirá qué Casa será mejor para ustedes— y así, la profesora comenzó a llamar con voz firme a los alumnos por orden alfabético según sus apellidos. Harry aplaudió cortésmente con cada nueva clasificación, y le sonrió a Draco cuando este lo miró desde la mesa de Slytherin. Draco ladeó levemente la cabeza, pero le devolvió la sonrisa de todas formas, y Harry lo contará como un punto. La clasificación siguió su curso normal hasta que la profesora McGonagall lo llamó—. ¡Harry Potter!
Todos en el Gran Comedor quedaron en silencio ante el nombre, mientras los niños a su alrededor se veían unos a otros, tratando de identificarlo. Hasta Dumbledore se inclinó en su asiento, curioso por cómo era el Salvador. Harry se tragó su amargura ante las reacciones de todos y sonrió levemente mientras se abría paso hasta el banco. Le dio una sonrisa a la profesora antes de que esta le colocara al sombrero, y luego su visión se cubrió por el objeto mágico.
—Bueno, bueno, señor Potter— el sombrero habló en su mente—. Es un placer verlo de nuevo, sin contar las circunstancias.
—¿De nuevo?— preguntó Harry confundido. El sombrero rió suavemente.
—No es su primera vez en este lugar, señor Potter— explicó—. He de decir que ciertamente he visto muchas peculiaridades en mis tantos años de existencia, pero, como siempre al parecer, eres una de las mayores rarezas con las que me he encontrado. Y digo esto luego de conocer a Albus Dumbledore, déjame decirte. ¿Una segunda vida, señor Potter?
—Ni siquiera yo puedo explicarlo— se disculpó Harry levemente, encogiéndose de hombros—, pero una segunda vida, una segunda oportunidad. Definitivamente voy a aprovecharla.
—Es un gusto oír tan sabias palabras luego de conocer los pensamientos de cientos de niños de once años que solo piensan en banalidades de la vida joven— el sombrero tarareó un segundo antes de añadir—; aunque puedo decir, según memorias y pensamientos ocultos en la profundidad que no quieres reconocer, esos tipos de pensamientos nunca fueron parte de ti, ¿verdad? ¿Banalidades infantiles, como todo niño?
—Sentir lástima por mi mismo no me llevará a ningún lado, sombrero— Harry frunció el ceño—. Como puedes darte cuenta, la última vez que las "banalidades infantiles" bloquearon mis pensamientos, la gente acabó muerta o lastimada.
—Pero por supuesto que puedes culparte por tratar de ser un niño normal— el sombrero se movió levemente sobre su cabeza, sin embargo, quedó en silencio unos momentos más—. ¿Arreglar las cosas, señor Potter? Eso es un pensamiento muy ambicioso y poco egoísta de su parte. Muy filantrópico, por decirlo mejor— el sombrero se rió cuando Harry levantó las cejas—. El mundo mágico lleva siglos de problemas que arreglar, como para que un pequeño niño que ha visto y vivido demasiado trate de arreglarlo. ¿Cómo lo conseguirás, en todo caso? El Señor Oscuro Voldemort, una parte de él, al parecer, está profundamente conectado con tu propia vida; otra parte de él, se esconde tras telas moradas a pocos metros en tu espalda. Muchos padres de niños que están en este salón hoy buscan tu muerte, muchos otros te idolatran falsamente hasta tu primer movimiento erróneo, al resto no le interesa si vives o mueres, o no te conocen. Los adultos a tu alrededor son incapaces de tomarse en serio las palabras de su salvador hasta que es demasiado tarde y el único adulto en el que puede confiar todavía está demasiado cegado por el odio de un amargo pasado. Y la vida que has vivido, el mundo mágico que te ha dado la espalda cuando más los necesitabas... ¿De verdad cree, señor Potter, que vale la pena arreglar las cosas? ¿Arreglar cosas que, posiblemente, usted no vivirá para verlas reparadas?
—Es...— Harry aún estaba planeando, al final del día él nunca fue el más inteligente de sus amigos, pero hasta él sabía que había cosas que nunca podrá solucionar por sí mismo. Pero entonces, algunas palabras, algunas conexiones con ciertas personas, algunas buenas relaciones... Los pequeños detalles podrán ser, en el momento correcto, lo necesario para empujar las cosas en el camino correcto—... es más complicado que tratar de arreglarlo todo. No podré hacerlo yo: si las cosas salen bien, yo no estaré vivo mucho tiempo a partir de ahora, pero puedo intentar lograr que otros lo hagan por mí. Y, si las cosas salen bien, en un futuro, las cosas comenzarán lenta pero seguramente a cambiar. Roma no se hizo en un día, después de todo.
—No le debe nada al mundo mágico, señor Potter— explicó suavemente el sombrero—. El mundo mágico, por el contrario, le debe demasiado a usted— cuando Harry no dijo nada, el sombrero hizo un extraño sonido, que Harry pensó que si tuviera lengua, hubiera sonado como un chasquido—. De todas formas, ¿Gryffindor es su hogar, señor Potter?
—Ahí estarán mis amigos— Harry se encogió de hombros nuevamente, sonriendo un poco. El sombrero hizo un ruido de comprensión.
—Sin embargo, no fue mi pregunta— el sombrero se movió en su cabeza, de lado a lado esta vez—. Cambiar el mundo mágico es un proceso largo, pero como usted mismo piensa, y coincido por completo con ese pensamiento, comienza con pequeños pasos. Comienza desde uno mismo. Sus amigos son su hogar, señor Potter, y Gryffindor fue su casa porque no conocía nada mejor que una alacena bajo unas escaleras. Si sus amigos son leales a usted, a pesar de las peleas y los problemas que la amistad de usted les trajo a ellos en su antigua vida, deberá saber que lo serán de cualquier manera.
—¿Cuál es el punto de todo esto?— preguntó Harry, confundido.
—Creo que Ravenclaw es la última de mis opciones para usted, señor Potter— comentó el sombrero—. Le sigue Gryffindor, por supuesto.
—¡¿Por qué?!— Harry se mordió el labio. Realmente, realmente quería estar en Gryffindor, con sus amigos y, por tonto que pueda sonar luego de todo, para ser más cercano a sus padres. El sombrero resopló levemente al escuchar el último pensamiento.
—Porque ya ha visto la perspectiva de la vida Gryffindor, señor Potter.
—¿Qué, realmente me estás diciendo que perdí mi valentía o lo que sea después de todo?— preguntó molesto. Harry realmente se estaba comenzando a sentir insultado, en especial cuando el sombrero se rió burlonamente.
—Ravenclaw ya ni siquiera es una opción— declaró tristemente—. Señor Potter, no es el primer alumno que ha tenido cualidades específicas para dos o más casas. No sé qué vio el otro sombrero seleccionador cuando lo clasificó en Gryffindor, pero si vio la misma vida que he visto yo, la vida antes de su onceavo cumpleaños, puedo decir que, a pesar de ser un objeto mágico, siento debilidad por los niños que son víctimas de abuso y negligencia— el tono del sombrero se había suavizado levemente cuando pronunció la última oración, y Harry se sorprendió ante eso—. Si un niño, cuya vida se ha escrito con desgracias y dolor, me pide que lo coloque en cierta Casa solo porque escuchó que allí estará mejor, o porque cree que así todo será más fácil, ¿qué soy yo para negarle un pequeño gusto en una vida tan miserable?
—Pero... ¿Colocas a cualquier niño en cualquier Casa, entonces? ¿Porque les tienes lástima? ¿Qué pasa si con eso has logrado...?
—Usted lo dijo unas horas antes, señor Potter— le interrumpió el sombrero con suavidad, pero firme—. Las Casas en una escuela de magia no definen el bien o el mal, no hace que una persona que es buena de corazón se convierta en malvada súbitamente, no hace que alguien sea exclusivamente valiente, leal, inteligente o ambicioso. Nadie puede basar la personalidad de una persona según una Casa escolar, eso es de un ser estúpido y ciego, y nunca habrá peor ciego que el no quiere ver. ¿No cree usted, que no he estado en la mente de niños que buscaban el bien, por los caminos incorrectos? ¿No crees que hay leales en Gryffindor, ambiciosos en Ravenclaw, inteligentes en Hufflepuff, valientes en Slytherin?— cuando Harry proyectó una imagen del profesor Snape en sus pensamientos ante la última oración, el sombrero tarareó—. Severus Snape, al igual que usted y cientos de miles de niños más que he conocido, han sido muy valientes en su corta vida y, sin embargo, no fueron exclusivamente Gryffindor. Severus quería impresionar inconscientemente a su padre, y lo coloqué en Slytherin. Las cosas no fueron muy bien, por lo que me he enterado.
—Pero, era... es un perfecto Slytherin. No habría podido engañar a Voldemort si no hubiera sido un Slytherin. Snape hizo lo que tenía que hacer, a pesar de todo, para ganar la Guerra.
—¿Y no es eso valiente, señor Potter? ¿No es eso para nada Slytherin, según muchos? ¿Hacer lo que uno tiene que hacer, sin importarle su propia vida?— cuando Harry no respondió, el sombrero pareció suspirar—. Quiere cambiar el mundo mágico, y sin embargo, quiere estar en Gryffindor nuevamente. ¿Qué tan grande sería mi pecado si permitiera que, la mejor esperanza de un mejor mañana, viera el mundo desde la misma perspectiva, desde la misma burbuja? No puedo sentir, señor Potter, y sin embargo, la culpabilidad me destrozará en algún momento si dejo que eso suceda— cuando Harry comenzó a hablar nuevamente, el sombrero lo interrumpió, sabiendo exactamente lo que iba a decir—. Sus amigos son su hogar, pero sucede, señor Potter, que si usted cree que valen la pena, luchará por ellos. Si estás en otra casa distinta a la de ellos, pues comience con pasos pequeños a cambiar el mundo para mejor, y sé amigo de ellos a pesar de sus diferentes casas. Siempre he dicho que las Casas tienen que estar unidas, ojalá puedas comenzar a impartir ese pensamiento, y demostrar que no todo es malo o bueno. Que hay excepciones, que hay errores. Que, al final del día, son los humanos quienes eligen su propio camino con todas sus decisiones— Harry guardó silencio mientras procesaba todo lo que habló con el sombrero, y este lo dejó estar unos momentos antes de volver a hablar—. Espero, con completa sinceridad, que pueda lograr sus objetivos actuales. Y que sepa, que si necesita ayuda, yo puedo estar allí, aunque sea para dar algún nombre. ¿Preparado para mi decisión, señor Potter?
—Supongo que es hora de sacar al conejo del sombrero— el sombrero rió, al parecer muy divertido con la respuesta de Harry, o por la resignación en su tono, y luego pronunció en voz alta.
—¡Slytherin!
Cuando el sombrero fue sacado de su cabeza y Harry se colocó de pie, sintió las piernas entumecidas, y se dio cuenta de que en realidad estuvo un largo rato hablando con el sombrero. Al mirar hacia arriba, todo el Gran Comedor lo miraba con los ojos bien abiertos, y algunos hasta con la boca entreabierta. Vio hacia atrás, hacia la mesa principal, donde el director y todos los profesores (hasta Snape) lo miraban sorprendidos. El silencio en el Gran Comedor era tal que Harry sabía que si un cabello se le caía, el ruido sería tan atroz como si el edificio se derrumbara sobre sus cabezas.
Harry realmente había creído que lo más incómodo que había vivido fue esa mala cita con Cho.
Esto superaba con creces ese día.
Con una última mirada a la profesora McGonagall, cuya fachada seria había caído y también lo miraba sorprendida, se dirigió con calma hacia la mesa de Slytherin, sentándose en el asiento libre a un lado de Malfoy. A pesar de sus movimientos, el Gran Comedor seguía en silencio, y Harry miró a Malfoy con las cejas alzadas.
—Esto es realmente incómodo, ahora mismo— dijo, sabiendo a la perfección que se escucharía por todo el lugar, y entonces, y solo entonces, un alumno de Slytherin, que tenía una insignia de prefecto en su uniforme, comenzó a aplaudir, seguido de inmediato por toda la casa Slytherin y, segundos después, por el resto del Comedor, aunque sonaba muy leve. La profesora McGonagall se aclaró la garganta y llamó al siguiente niño. Harry sonrió y aplaudió cortésmente al nuevo Ravenclaw.
—¿Qué ha sido todo eso?— preguntó el niño que estaba sentado delante de él, que si Harry recordaba bien, era Theodore Nott. Tenía que prestarle atención; no recordaba a Nott estando a favor de Voldemort, pero tampoco a favor del lado de la luz. ¿Tal vez era neutral, o escondía su afiliación dependiendo de las probabilidades de cada lado?
—¿A qué te refieres?— Harry inclinó la cabeza inocentemente hacia un lado. Malfoy, quien al parecer ya había salido del shock, se burló con un fuerte bufido.
—Has estado con el sombrero como por diez minutos, Potter. Dumbledore estaba diciendo que el sombrero tal vez ya no funcione más, por todo el tiempo que estaba tomando— Malfoy se encogió de hombros, y Nott asintió suavemente, aún mirando con interés a Harry. Aunque sea, no miraba fijamente su cicatriz.
—¿Por qué ha tardado tanto? ¿Realmente se ha congelado?
—Solamente... hablábamos— Harry se encogió de hombros; realmente no se había dado cuenta todo el tiempo que había estado con el sombrero, para él habían sido máximo un minuto—. Dijo que tenía cualidades para todas las Casas, pero decidió ponerme en una donde mi objetivo pueda... funcionar mejor— explicó. No tenía problema en dejar en claro que tenía algunos motivos ocultos, y no era un problema ser un poco sincero con estos niños; eso también era parte de sus planes.
—¿Y cuál es ese objetivo?— preguntó Malfoy. Harry solamente le sonrió, y luego aplaudió con fuerza cuando Ron fue a Gryffindor. Ron le dirigió una mirada dudosa antes de ignorarlo, pero sinceramente, Harry ya lo veía venir, pero el sombrero tenía razón: si Harry creía que la amistad de sus dos mejores amigos valía la pena, si era necesario debía pelear por ello. Y Harry definitivamente lo haría por ellos. Malfoy bufó levemente, pero también aplaudió con cordialidad y, sí, Harry lo tomará como un punto.
. x . x . x .
Harry tiene que destruir esa maldita piedra lo antes posible. Ni siquiera llevaba dos horas completas en Hogwarts y ya sabe que tiene que encontrarse un momento para llevar la Piedra Filosofal hacia la Sala de Objetos Perdidos, localizar la diadema de Ravenclaw, convencer al basilisco de que lo ayude (porque, a pesar de que los basiliscos que le eran fieles a sus dueños originales, Salazar Slytherin llevaba muerto muchos años y los basiliscos respetaban a los hablantes), conseguir veneno de basilisco (para destruir los horrocruxes), encontrar una manera de encerrar a la rata, comunicarse con Remus, y matar a Quirrell o lograr que algún adulto lo escuche y se encarguen por ellos mismos (lo que suceda primero; Harry desea matarlo, aunque nunca lo admitirá).
Y apenas estaban llegando a las mazmorras.
Sí... Harry morirá del estrés antes de que acabe el año.
La sala común de Slytherin era tal y como Harry la recordaba: los tonos plateados y verdes esmeraldas emitían tranquilidad junto la luz del fuego en la chimenea, que estaba decorada con el emblema de una serpiente de ojos plateados y escamas verdes, y las ventanas mostraban ocasionalmente a algunas criaturas marinas que habitaban en el lago de Hogwarts. Harry evitó estremecerse, recordando su cuarto año. Se sentó junto a Malfoy en la esquina de uno de los sofás en el centro de la habitación mientras los otros niños se acomodaban a su alrededor. No eran muchos niños, ahora que lo pensaba: posiblemente eran unos once o doce, contándose a sí mismo. El prefecto que había iniciado el aplauso cuando el sombrero lo calificó se había colocado de pie frente a los primer año, las manos detrás de su espalda y la espalda recta, aunque su rostro era una perfecta máscara neutral, sin parecer amenazante a pesar de su postura física. Habían unos suaves murmullos de los alumnos mayores, y solo se detuvieron cuando la entrada a las mazmorras se cerró, y apareció Snape, callando a todos con una mirada superficial a la sala común.
Snape se detuvo a un lado del prefecto, y solo entonces el chico sonrió hacia los niños nuevos.
—Bienvenidos a Slytherin— dijo el prefecto—. Yo soy el prefecto Tobías Bianchi, de sexto año. Estoy aquí para guiarlos durante los primeros días en la escuela: para ayudarlos a encontrar sus clases, para ayudarlos a encontrar la sala común y no perderse en el camino, para enseñarles pequeños trucos y atajos que el castillo mismo ha creado a lo largo de los años, entre otras cosas. Mañana por la mañana les será entregado el horario de sus clases de este año, y durante la primera semana, me encargaré de guiarlos hacia los determinados salones para que no lleguen tarde, y les conviene aprenderse los caminos rápidamente: no somos muy tolerantes con las tardanzas a ninguna clase— el prefecto, Bianchi, miró a Snape un momento hasta que el pocionista asintió, y luego volvió la mirada a los niños, mucho más serio—. Si bien soy el único disponible ahora, hay otros cinco prefectos más, que se presentarán por la semana: dos de quinto año, otro más en sexto año, y dos más en séptimo año. En total, son tres chicas y tres chicos. Ahora, el profesor Severus Snape, Maestro de Pociones y nuestro Jefe de Casa, les dará algunas instrucciones que se les exige severamente que tienen que seguir, por más que no les guste. Aprenderán, si es que no lo saben ya, que la vida no siempre se basa en los que nos gusta, pero tanto los demás prefectos como yo y el profesor Snape, queremos que recuerden que es lo mejor para ustedes, y no lo hacemos para meterlos en problemas innecesarios o para burlarnos de ustedes.
Harry no sabía qué era lo que estaba esperando, si es que estaba esperando algo más además de las palabras "su Casa es su familia a partir de ahora", pero definitivamente esto no era algo que se le hubiera pasado por la cabeza en ningún momento. Evitó fruncir el ceño para demostrar su confusión, sabiendo que Snape lo vería como algo extremadamente malvado, así que solo miró al profesor cuando este comenzó a hablar, su voz mucho más suave de lo que escuchó jamás mientras se dirigía a los nuevos Slytherin.
Maldición, Snape estaba tranquilo mientras hablaba, y Harry formaba parte del grupo con el que hablaba. Realmente era obra de magia.
—Bienvenidos a la Casa de Slytherin— asintió cordialmente el pocionista—. Antes de comenzar a hablar sobre lo que el señor Bianchi comentaba, quiero dejar en claro unas reglas de la Casa que son, generalmente, un secreto a voces entre, y exclusivamente, Slytherins. Como bien saben, la Casa de Slytherin ha sido víctima de incontables prejuicios a lo largo de los años desde mucho antes que muchos de ustedes y que yo mismo naciera, por lo que siempre pido, tanto a los nuevos alumnos como a los antiguos, que recuerden protegerse los unos a los otros fuera de estas paredes, y si es posible, dentro también. Hay algunos niños de otras casas, no todos por supuesto, que se sienten poderosos al hechizar o maldecir a los Slytherin con los que se encuentran por los pasillos, las aulas o el patio escolar; por eso mismo, siempre he incentivado que se movieran por grupos para protegerse mutuamente— Harry recordó a su padre molestando a Snape y evitó muy fuertemente hacer una mueca. No excusaba a Snape por su trato hacia él y otros estudiantes, pero tampoco podía no empatizar con el adolescente Snape que era molestado. Luego del fiasco con el pensadero, había días que Harry se sentía molesto con su padre y con Sirius por ser un idiota en su adolescencia. El profesor continuó hablando—. Por otra parte, tal vez hayan escuchado, de sus familiares o demás, que la Casa de Slytherin es exclusivamente para sangre puras, y que los mestizos y los nacidos muggles nunca serán puestos aquí— Harry vio que unos niños asintieron, y levantó las cejas cuando escuchó unas risitas de fondo—. Pues bien, les recomiendo que, a partir de ahora mismo, desechen ese pensamiento de idiotas. Slytherin, al igual que las otras Casas, tiene alumnos sangre pura, mestizos y nacidos muggle. Cualquier insulto o acción contra los mestizos o nacidos muggle será penalizado, y si no lo creen por mis palabras, simplemente aprenderán de la peor manera posible que los que se creen superiores al resto de sus compañeros solo por la pureza de su sangre están terriblemente equivocados. El rechazo de su Casa durante los próximos siete años es casi tan doloroso como ser rechazado por tus propios padres.
Está bien, tal vez Harry no tuvo una segunda oportunidad en su vida. Tal vez simplemente está en alguna especie de universo alternativo o algo así. ¿Un Slytherin, sin ser supremacista? Es decir, Harry sabía que no todos los Slytherin eran sangre pura, Voldemort mismo era un mestizo, pero que Snape, y al parecer los Slytherin mayores, desprecien la supremacía de sangre era simplemente increíble. Sin embargo, echando una mirada a los alumnos mayores, no parecían enojados por las palabras de Snape, y otros miraban aparentemente aburridos a los niños, aunque según la leve precaución en sus ojos, parecían estar evaluando sus reacciones.
—Tenemos tiempo para aclarar las dudas que surjan, todo el año para ser precisos, pero ahora hay un tema más importante del que hablar— Snape prosiguió, sacando a Harry de sus pensamientos—. En Slytherin tenemos varias reglas, pero la más importante en este momento, es la siguiente: todos los niños de primero año deben presentarse en mi oficina durante la primera semana para que pueda llevarlos a un examen médico con la medimaga de la escuela, la señorita Poppy Pomfrey. Claramente, este procedimiento es privado, y solo ella y yo estamos pendiente de las cosas que podremos o no hallar. No necesariamente porque se esté buscando algo malo en ustedes, ni mucho menos, pero Slytherin ha tratado con muchos niños que tenían enfermedades, alergias y demás que ni siquiera sabían, y como proveedor de las pociones en la escuela, es mejor prevenir que lamentar— Snape miró a todos los niños, y cuando los ojos negros del hombre se posaron en él, sin parecer molesto o burlón, sino simplemente evaluándolo, Harry realmente sintió nervios, mucho más de lo que sintió cuando lo vio por primera vez.
Oh, genial. Entonces, al parecer Snape se encargaba de investigar a sus alumnos por signos de abuso en sus familias, y por supuesto que a Harry le debía suceder un estúpido examen médico cuando tenía un cuerpo de un niño de once años que a penas conseguía una comida diaria. Genial, realmente genial.
Cuando el profesor Snape los despidió a todos por ese día, deseándoles buenas noches, y aclarando sutilmente que su oficina estaba disponible por si lo necesitaban para cualquier cosa, Harry lo confirmó.
Definitivamente estaba en un universo alternativo. Su Snape ya habría impuesto siete castigos, y solamente a Harry. Por las dudas.
