No quiso abrir los ojos. No quería volver a abrir nunca más los ojos. No importa qué momento del día sea, Harry estaba completamente seguro de que preferiría estar muerto antes que abrir los ojos y enfrentarse eventualmente a Snape, que posiblemente (lo hizo, se lo confirmó Pomfrey cuando despertó) lo llevó en brazos hasta la enfermería.

—¿Cuánto tiempo más seguirá fingiendo que está durmiendo, señor Potter? Está por llegar a los diez minutos.

—El tiempo que sea suficiente como para pretender que en realidad he muerto, profesor, y todos así lo crean.

Escuchando el suspiro cansado de Snape, Harry comenzó a practicar el "ser uno con el entorno y con su mente a la vez", según el libro de artes mentales que más logró entender. Tenía muchas cosas en la vida que querría que nunca le pasaran, y posiblemente ser cargado por Snape entraba en algún lugar de las diez, o las cinco, primeras. ¿Cuánto tiempo tardará todo Slytherin en burlarse de él ahora, cuando Snape les cuente que el gran Potter en realidad se enfermó? Bueno, Harry no les dará la oportunidad de sentirse satisfechos por verlo avergonzando: ya tiene suficiente cosas en la cabeza como para que las burlas de estudiantes menores a él y de su edad (¿cuenta si Harry tiene mentalmente la misma edad que los alumnos de séptimo año?) lo afecten realmente.

—¿Por qué todo tiene que ser un problema?— se quejó en voz alta, cubriéndose los ojos con el antebrazo.

—Es usted el que finge dormir, señor Potter— le respondió Snape con neutralidad, y Harry evitó hacer una mueca; realmente solo tardó un minuto en olvidarse la presencia del hombre. ¿Cómo sobrevivió tanto tiempo sin caerse a un pozo sin fondo, con lo despistado que es? Snape continuó hablando—. Ahora, ¿cree que pueda ser maduro por cinco minutos y tener una conversación?

—¿Lo pregunta por mí o por usted?

—¿Discúlpeme, señor Potter?

Harry le dará un punto, el hombre ni siquiera sonó enojado a pesar de que Harry claramente lo insultó. ¿Ser Slytherin realmente te hace inmune a la hostilidad de Snape? Merlín, Harry se siente levemente arrepentido de haberle rogado al sombrero que lo colocara en Gryffindor la primera vez. Las cosas hubiesen sido mucho más tranquilas sin la respiración del hombre en su nuca.

Ignora por completo el reproche de la estúpida voz en su cabeza que le recuerda que posiblemente Snape fue parte crucial de su sobrevivencia en todos sus años escolares, y que si por él no fuera, hasta Quirremort podría haberlo matado en su primer partido de Quidditch, arrojándolo de la escoba con facilidad.

—Le decía que puedo ser maduro, por supuesto que puedo, señor— Harry suspiró mientras se sentaba en la cama y miraba fijamente al profesor Snape sentado a su derecha, a pesar de que no tenía sus lentes puestos y en realidad solo miraba un rostro borroso apenas visible—. ¿De qué desea hablar?

—Cosas como el hecho de que presenta astigmatismo no tratado correctamente— Snape se inclinó hacia su derecha, donde estaba la mesa de noche, y luego le pasaba un objeto que Harry tomó sin dudarlo mucho. Al colocarse los lentes, miró a Snape nuevamente y esta vez pudo apreciar la leve burla en los ojos negros y la ceja alzada. ¿Qué tan malo sería volver a sacarse los lentes?

—Esa palabra ni siquiera existe, así que no tendría que tener un tratamiento para nada— se jactó Harry con el ceño fruncido.

—¿Me va a decir que su oftalmólogo ha sido negligente y no lo diagnosticó adecuadamente?— ante la mirada en blanco que recibió, Snape cerró los ojos brevemente, y Harry casi sonríe (lo negará toda su vida: la anterior, esta y -Merlín no lo quiera- la siguiente) al ver lo repentinamente exhausto que pareció en ese momento—. Su oculista, señor Potter. ¿Al que va todo los años por el claro astigmatismo que presenta? ¿La razón por la que usa los lentes?

—No tenía esa astilla o lo que sea la última vez que fui, y este año, por la escuela, me he perdido la cita— se encogió de hombros, confiado. Snape le dirigió una mirada poco impresionada.

—Dejando de lado entonces sus ojos, claramente bien cuidados— se burló el pocionista, y Harry le entrecerró los ojos—, ¿qué puede decirme de sus tres costillas fisuradas mal curadas, su clara desnutrición y el hecho de que le falta todas sus vacunas a partir de los dos años? Que, permítame decirlo, si no hubiese sido por la capacidad de su magia de darle doble protección a los virus y las bacterias externas que a un muggle, posiblemente no hubiese sobrevivido más de tres años. ¿O es que su médico de cabecera no creía que las vacunas fueran necesarias?

—¿Por qué lo serían si mi magia ya me protege, profesor?— preguntó inocentemente, ignorando por completo la lista de problemas que, más temprano que tarde, realmente no eran importantes. Snape, al parecer, estaba muy contento con evitar sus intentos de evasión.

—Señor Potter, no importa si su magia era capaz de protegerlo de agentes externos, o no— Snape inclinó levemente la cabeza hacia un lado—, sus parientes son muggles y, por lo tanto, deberían de haberle dado los mismos tratamientos que a un niño muggle. En caso de que sus parientes supiesen que la magia lo protegía a tal nivel, su médico de cabecera posiblemente era inconsciente de la magia y, de acuerdo con las leyes mágicas debería ser así, exigiría que las vacunas fueran aplicadas. Otro caso distinto sería que directamente no tenga un médico de cabecera. ¿Lo tiene, señor Potter?

Harry... no sabía quele faltaban vacunas. Es decir, vacunas. Está bien, sus tíos no eran exactamente felices con su sola existencia en esa casa y posiblemente lo odian, ¿pero no administrarle vacunas? ¿De verdad? Dudaba inmensamente de que sus tíos supieran que la magia lo protegería, y que creían que sería inmune a las enfermedades. ¿Realmente no lo vacunaron? ¿Odiaban tanto a un maldito bebé como para no aplicarle unas malditas vacunas y que termine muriendo por algún virus que hubiese sido fácilmente evitable?

No contestó a Snape, repentinamente sintiendo lástima de su yo bebé y de sus parientes, que podían llegar a ir a la cárcel por, ¿qué? ¿Negligencia y hasta posible homicidio en segundo grado? Todo por el odio de Petunia hacia su hermana, y el simple cerebro de Vernon que lo obliga a seguir a su mujer en cada paso que da sin cuestionarse mucho. Frunció el ceño y miró las sábanas blancas que cubrían sus piernas. Nunca le tuvo demasiada fe a sus parientes, pero acababan de decepcionarlo completamente.

Snape no hizo un solo comentario por su silencio repentino y cuando volvió a hablar su voz estaba igual que antes, pero Harry sintió de todas formas un cambio en él.

—Comenzará a recibir pociones para tratar su desnutrición, y el sábado por la noche Madame Pomfrey le arreglará las fisuras en sus costillas; lo haría hoy, pero creemos que no es precisamente urgente, y necesitará un descanso continúo luego del tratamiento, por lo que pasará la noche aquí ese día— Snape informó, y cuando Harry volvió a verlo, el hombre le devolvió la mirada tranquilo—. Sus ojos, por otra parte, se le pidió al Hospital San Mungo que mandara a un especialista para determinar si sus ojos pueden ser arreglados definitivamente o solo se le podrá dar una poción para mejorar su visión tanto como sea posible; mientras tanto, la receta de sus lentes fue modificada para que pueda ver mejor con ellos. Tal vez no lo note ahora, pero lo verá cuando intente leer algo de lejos, posiblemente. Si aún le cuesta-

—¿Por qué haces todo esto?— preguntó Harry con molestia, interrumpiendo sin penas a Snape. De todas las personas, Snape sería el último que alguna vez creería que le tendría lástima. Snape lo miró con leve curiosidad.

—Es mi trabajo.

—Pero soy Harry Potter— dijo Harry con obviedad. Esta vez, sí consiguió una mirada burlona por parte de Snape, lo que lo tranquilizó levemente. El hombre era un espécimen completamente diferente sin miradas burlonas o de odio dirigidas a él cada pocos segundos.

—No importa quién sea, señor Potter, todos pueden ser víctimas de-

—¡No soy víctima de nada!— le gruñó ferozmente Harry, porque no lo era—. No sé que estupideces pienses, pero no soy una víctima ni de abuso ni de lo que quieras. ¿Acaso me hubieses aceptado con los brazos abiertos sin ni siquiera quejarte en tu casa, sin quererme? No lo creo. Pues mis tíos tampoco. Ellos tenían su propia vida, y fui obligado a ellos. ¿Realmente no puedes culparlos por no tenerme cariño?

—Sin importar si hubieses sido 'obligado' a mí o no, señor Potter, no te habría negado salud o alimentos, y ciertamente no le levantaría la mano a un niño— aclaró suavemente Snape. Harry, sin embargo, se sintió aún más enojado, a pesar de que ni siquiera sabía por qué estaba tan afectado.

—¡No me negaron alimentos! ¡Podía comer las sobras y..!— Harry cerró los ojos con fuerza cuando Snape entrecerró los ojos y retrocedió en sus palabras—. No me negaron alimentos. Y tampoco me golpeaban sin motivos. Y no quiero hablar más de esto, nunca. ¿Qué importa de todos modos? Puedo arreglármelas solo, de verdad— porque podía, ahora sí.

—Sin embargo, no debería.

—Profesor— Harry suspiró con cansancio y se dejó caer sobre su almohada con los ojos cerrados—. Lo que sea que piense, lo que crea que me sucede, o lo que sea que piense hacer, le diré algo: no vale la pena. No gaste su tiempo, de verdad. No en mí. Sin embargo, creo que hay alguien que sí necesita su ayuda.

—¿Quién?— Harry se sintió feliz con la rapidez de la pregunta sobre alguien más ocupando su tiempo, a pesar de que algo muy (muy, pero muy) dentro suyo se sintió decepcionado con lo fácil que logró Snape ignorar todos sus pensamientos sobre él. Si hubiese sido antes, cuando buscaba con desesperación alguien que intentara sacarlo de los Dursley, posiblemente se hubiese deprimido.

Aunque sea ahora sabía que Dumbledore lo dejó con ellos sin importancia porque, al final del día, no es que Harry tuviera que crecer para ser un adulto sano, ni nada por el estilo. Era un pequeño alivio saber que el odio de sus tíos hacia él en realidad no lo afectaría a largo plazo.

—No sé con exactitud nada, pero Neville Longbottom me preocupa— Harry hizo una pequeña mueca, mirando hacia el techo de la enfermería—. Es decir, él es muy tímido y siempre parece tener miedo de todos, pero no lo sé. Hay algo que no se siente bien.

—Muy observador de su parte, señor Potter, en especial porque solo llevamos cuatro días de clases, y ni siquiera es un compañero suyo de Casa— dijo Snape luego de unos segundos, a lo que Harry se encogió de hombros. Cuando no dijo nada, el pocionista continuó—. Sin embargo, tomaré sus inquietudes en cuenta y observaré al niño y, por supuesto, se lo diré a su Jefa de Casa, para que hable con él y esté atenta.

, pensó Harry con un poco de ironía, suerte con eso. La profesora McGonagall no era precisamente muy... atenta con sus alumnos, más que cuando tenía que castigarlos o darles puntos, pero esperaba que Neville tuviera suerte. Lo que recordaba escuchar de su tío aún le preocupaba, y no estaba muy seguro que estar cerca de ese hombre ayudaría a Neville. Merlín sabe que Harry no quisiera estar cerca de su tío, y ni siquiera eran situaciones similares.

Quedaron unos minutos más en silencio hasta que Madame Pomfrey apareció, intercambió un par de palabras con Snape y luego dejó ir a Harry sin muchos más miramientos, con la advertencia habitual sobre descansar más y tratar de no exigirle demasiado a su magia, que fue la razón por la que al parecer se había enfermado para empezar. ¿De verdad? ¿Harry le estaba exigiendo demasiado a su magia? ¡Como si su piel no hubiese estado picando por culpa de la cantidad de poder que definitivamente no cabía en su diminuto cuerpo, por favor!

Harry y Snape se separaron en las mazmorras poco tiempo después, y a pesar de haber dormido casi toda la mañana y parte de la tarde, se sintió inmensamente cansado cuando se fue directo hacia la habitación, a penas saludando a Malfoy y Nott en la sala común con un movimiento de cabeza.

Mientras preparaba su bolso para Astronomía esa noche, Harry pensó sobre lo que le dijo a Snape. Era verdad que fue impuesto a sus tíos sin muchas explicaciones, y le dolía más de lo que quería admitir la poca importancia que le dio Dumbledore la única vez que le pidió salir de esa casa. Era muy molesto que, cuando ya no quería la ayuda ni la necesitaba, alguien aunque sea intentaría ayudarlo, y lo peor de todo es que ese alguien era Snape, de todas las personas. El hombre claramente se había apartado tan pronto como pudo de la situación, pero el solo hecho de que en algún momento (por pequeño que fuera) haya pensado siquiera en ayudarlo era muy sorprendente.

Ciertamente su verdadero yo de once años, al que solo le desagradaba la actitud del hombre y le confundía su tratamiento hacia él y aún era ignorante de sus próximos años, se habría esperanzado con la idea de por fin dejar a los Dursley y ser mandando a un maldito orfanato en el mejor de los casos. No quería seguir estando en un lugar donde no lo querían (aún no quería, pero ahora las prioridades son otras), y abandonar el número cuatro hubiese sido casi un milagro.

Pero claro que eso nunca hubiera sucedido, se burló de si mismo con un bufido mientras guardaba violentamente un pergamino nuevo en su bolso. Dumbledore- no. No Dumbledore. El mundo mágico lo necesitaba a salvo de los mortífagos, para poder derrotar a Voldemort cuando vuelva a levantarse. Nadie dijo nada de mantenerlo a salvo de sus parientes.

Extrañaba a Ron en ese momento. Su amigo posiblemente lo hubiese distraído sin pensarlo demasiado antes de que sus pensamientos lo hubiesen amargado tanto como lo habían hecho ahora.

Suspirando, se dejó caer en su cama con el rostro enterrado en el colchón, y por un breve momento, un muy pequeño momento egoísta, deseó poder haber muerto en ese bosque y dejar que el mundo mágico intentara solucionar sus mierdas por sí mismos.

. x . x . x .

El jueves, Harry no podía estar más feliz. Ron había respondido su saludo esa mañana, aunque había sido un movimiento muy desconfiado, pero fue un saludo al fin y al cabo, y Hermione estaba feliz de llenarle de preguntas sobre cómo era posible que sepa todo sobre las clases. Harry estaba feliz de contestarle cualquier duda, no es como si su amiga lo necesitara realmente, pero maldición si Harry la ignoraba.

Posiblemente lo más sorprendente de que él esté logrando amigarse con Ron y Hermione no era el hecho en sí, sino que ningún Slytherin parecía molesto porque tenga amigos en otra Casa, en especial en Gryffindor.

En la clase de vuelo, sin embargo, Harry estaba un poco complicado por lo que iba a suceder, ya que posiblemente molestaría a Malfoy, pero definitivamente no iba a permitir que molestaran a Neville solo para unas risas.

Cuando se colocó a un lado de la escoba, con Ron delante de él, Not a su izquierda y Malfoy a su derecha, pensó que lo más fácil sería directamente evitar que Neville tenga la escoba mala. Aprovechando que la profesora Hooch aún no había comenzando, sin palabras levantó su escoba y casi corrió hacia Neville, quien estaba en la otra punta del grupo de Gryffindor. Ignorando la pregunta de Nott y Malfoy sobre lo que estaba haciendo, le sonrió a Neville con tranquilidad.

—Hey Nev— Harry miró la escoba que le tocaría al niño y miró con falsa pena la suya—. Me ha gustado mucho tu escoba, parece más cómoda— ninguna maldita escoba era cómoda, pero aún así miró esperanzado a Neville, que lo miraba confundido—. ¿Te importaría cambiar?

—Uh, ¿claro?— Harry levantó la escoba de Neville y le pasó la suya y, luego de darle las gracias, volvió a su lugar.

—Tus formas de hacer amigos son raras— le dijo Malfoy con una sonrisa, y Harry se encogió de hombros, sin perder la sonrisa, satisfecho por haber resuelto un problema tan fácilmente.

Luego de eso, la clase continuó con normalidad y Neville, con la escoba que funcionaba bien, solo tuvo un poco de miedo, y Harry logró controlar la escoba con facilidad, ganando un punto por estar en calma ante una situación de tensión. Y luego, solo cuando Malfoy y Zabini hablaban sobre las veces que volaron en sus casas, y lo lentas que prometían ser las clases de vuelo en la escuela, se dio cuenta que, al parecer, este año no entrará al equipo de Quidditch.

Casi sin darse cuenta, hizo un pequeño quejido por eso, a pesar de que objetivamente estar en Quidditch solo le sacaría tiempo. Él realmente amaba volar, y ahora no tenía muchas excusas para hacerlo. Nott, a su lado, lo miró con una ceja alzada.

—La vida es muy complicada— dijo encogiéndose de hombros.

—Eres extremadamente raro— respondió Nott, dándole una mueca. Harry le sonrió.

—Y aún no has visto nada, te lo aseguro.

Le caía bien Nott. Era un chico tranquilo y a veces, cuando hablabas de algún tema, él soltaba de la nada un comentario que en realidad lograba hacerte reír. Durante esa semana, no lo había mirado de mala manera, y siempre parecía curioso por él, y tampoco miraba directamente su cicatriz, así que sí, Nott le caía bien.

Mientras que Crabbe y Goyle solo parecían hablar cuando Malfoy estaba cerca, era divertido escucharlos pelear por estupideces a veces, y cuando comían, bien podrían ser pelirrojos y ser confundidos con unos Weasley (... con perdón a los Weasley). Zabini era cínico y serio en público, pero cuando estaban en la sala común o en la habitación, siempre quería adelantar deberes o podías encontrarlo en una esquina leyendo algún libro de cualquier temática.

Malfoy, por su parte, era... era. Su madre le había mandado una caja de chocolates importado de Harry-no-recuerda-dónde, y la compartió con sus amigos y con Harry. El miércoles, cuando salió de la enfermería y los demás ya se estaban preparando para dormir mientras Harry aún estaba en la cama y un poco decaído por sus pensamientos, se había acercado a él en silencio y le dejó una rana de chocolate en su mesa de noche, dándole un pequeño asentimiento cuando Harry lo miró confundido. El jueves, Malfoy lo invitó a jugar ajedrez y le corrigió sin malicia algunos movimientos malos que estaba haciendo, y casi gana la partida. Y ahora, antes de la clase de vuelo, Malfoy le había preguntado si había volado antes, viviendo con los muggles, y cuando le dijo que no (porque, ¿cómo podría?), Malfoy se encogió de hombros y le dijo que no era tan difícil como parecía, solo era cuestión de equilibrio.

¿En conclusión? Harry ya no entendía mucho la casa Slytherin en sí, pero eh, tampoco está disgustado.

. x . x . x .

Esa noche se saltó la cena, eligiendo ir hacia el baño del segundo piso. Asegurándose de que no había nadie en los pasillos que lo viera entrar, cerró la puerta con magia detrás de él y caminó directamente hacia donde sabía que estaba la pequeña serpiente a la que tenía que hablar. Cuando estuvo por hablar, Myrtle apareció detrás de él.

—¿Quién eres y por qué estás en el baño de chicas?— acusó la fantasma, pero Harry le dio una sonrisa tranquila.

—Mi nombre es Harry— se inclinó levemente—. ¿Cuál es tu nombre?

—Me llamo Myrtle Warren. ¿Acaso vas a abrir esa cosa también?

Harry la miró y luego vio hacia la serpiente tallada en el mármol.

—Sí, pero no será para causar ningún mal— se encogió de hombros cuando escuchó el bufido de la niña—. Si tienes suerte, tal vez muera allí abajo y termine acompañándote. ¿No sería genial?

Cuando no escuchó respuesta, miró hacia atrás y vio que el fantasma había desaparecido. Frunció el ceño, porque estaba seguro de que Myrtle en realidad era mucho más charlatana que eso, pero no le prestó demasiada atención. Si tenía suerte, Myrtle solo volvió a esconderse, y no lo estaba delatando con el director.

Respiró hondo antes de sisearle un "ábrete" a la pequeña serpiente, viendo con un poco de asombro cómo la serpiente se movía suavemente y luego todo el lavabo se partía en medio, dando lugar a la entrada a la Cámara de los Secretos. Cuando Harry se estaba preparando para saltar, miró impasible las pequeñas escaleras que aparecían en la pared.

¿Estuvieron allí todo el tiempo..?

Sin cuestionarse demasiado lo que sucedería si, en realidad, vuelve como fantasma, comenzó a bajar las escaleras con cuidado, lanzando un lumus sin palabras para alumbrar todo el camino. Saltó con facilidad el lazo del diablo y luego caminó con cuidado por el camino hacia la Cámara, evitando los huesos y la piel de serpiente con una pequeña mueca.

Cuando llegó a la gran puerta, cruzó los dedos.

—Por favor, no me mates aún— dijo, antes de cambiar a pársel—. Ábrete.

Las serpientes se movieron con un ruido sordo, desbloqueándose uno por uno, antes que la gran puerta se dividiera y se abriera, hasta quedar escondida en el muro. Harry entró mirando sus pies, recordando casi de memoria dónde tenía que ir, y estando atento a cualquier sonido que escuchara. Sus pasos resonaban con fuerza por el lugar, a pesar de que estaba siendo lo más silencioso posible, pero sin contar eso, el lugar estaba tan silencioso como cuando escapó de él la última vez. Al llegar al centro de la Cámara, en medio de las grandes columnas, Harry miró hacia la estatua de Salazar Slytherin, donde sabía que el basilisco estaba.

¿Estás despierta?— preguntó en voz alta, y luego de unos segundos de silencio donde escuchó atentamente, volvió a hablar—. ¿Estás ahí, basilisco? ¿Tienes un nombre?

¿Un hablante?— se escuchó un fuerte siseo, y Harry cerró los ojos mientras miraba hacia abajo, incapaz de reconocer el lugar donde estaba la gran serpiente con la cantidad de ruido que llenó el lugar en cuestión de segundos, que sabía era la bestia arrastrándose—. Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que un hablante me ha visitado. ¿Quién eres?

Me llamo Harry, y no vengo a lastimarte.

No es que pudieras, pequeño hablante— sí, una bestia XXXXX se estaba riendo de él. Se tensó por completo cuando se dio cuenta que el basilisco se acercaba por detrás, pero evitó moverse. La gran serpiente siseó algo indescifrable mientras pasaba por su lado—. Mi amo me llamó Apep, pero murió hace muchos años. ¿Eres familiar de mi amo?

Es un bonito nombre— "caos" según los egipcios, si prestó atención en sus clases de literatura en la primaria; divertido, por parte de Salazar—. Y no, no soy familiar de tu amo, pero estoy en su Casa, Slytherin. ¿Puedo verte?

Por supuesto que puedes, ¿por qué no lo harías?— la gran serpiente parecía confundida, y Harry se hubiese reído histéricamente si no se hubiese mordido la lengua—. Eres una pequeña cría muy extraña.

Me enseñaron que tu mirada es capaz de asesinar, y preferiría volver a mi habitación esta noche con vida.

¡No atacaría a un hablante! Mi amo siempre me dijo que eran pocos los afortunados de hablar con nosotras las serpientes, y que teníamos que protegerlos— cuando Harry levantó la cabeza lentamente y abrió los ojos con el corazón casi saliendo de su pecho, la gran serpiente se había enrollado sobre sí misma a unos metros de él, y lo miraba fijamente.

Harry no estaba muerto.

...

¿No estaba muerto porque la serpiente no tenía intenciones de asesinarlo, o porque en realidad no podía morir?

Era una buena pregunta.

Me alegra saberlo— Harry sonrió a la bestia. En realidad era hermosa, con las escamas verdes brillando bajo las tenues luces que iluminaban la Cámara y el lumus sobre ambos en lo alto. También, el hecho de que no esté buscando su muerte activamente también la hacía aún más hermosa.

¿Me dejarás salir, pequeña cría?— preguntó repentinamente la serpiente, sacándolo de sus pensamientos. La punta de la cola de la serpiente se movía suavemente de lado a lado cuando Harry la miró con sorpresa.

Lo siento, pero no puedo hacer eso. Los demás niños y adultos podrían asustarse.

¿Y qué?— la serpiente levantó levemente la cabeza, abriendo un poco la boca y dejando ver con claridad sus colmillos antes de volver a su posición más cómoda—. Soy digna de la admiración y el temor de los demás, pequeña cría.

Por supuesto que lo eres— la tranquilizó Harry; no iba a discutir con una serpiente gigante de quince metros capaz de matarlo con una mirada, literalmente—, pero no quiero que te lastimes. Sin embargo, seguramente tienes hambre, ¿no? Si me dices qué disfrutas comer, tal vez pueda conseguirte algo la próxima vez que venga.

¿Entonces volverás?— a pesar del idioma siseante, el basilisco sonaba feliz, y Harry sonrió un poco mientras asentía—. Disfruto mucho los leones grandes. El amo siempre lograba conseguirme uno, y no he comido uno desde la última vez que lo vi.

Un león.

Salazar, qué demonios...

Aunque suena... delicioso, en realidad no puedo conseguirte un león, o cualquier animal que pese más de cinco kilos. ¿Algo más?— preguntó amablemente. La bestia frente a él sacó la lengua, al parecer pensativamente, mientras Harry aún estaba de pie, con las manos entrelazadas detrás de la espalda.

He estado comiendo roedores el último tiempo, pero me gustan las aves...

. x . x . x .

Con una divertida y sinceramente genial imagen de Pettigrew siendo comido lentamente por Apep y prometiéndole a la gran serpiente volver pronto, Harry salió de la Cámara, dándose cuenta que estuvo allí abajo durante casi una hora. Apep era inteligente y muy narcisista, absolutamente nada parecida al monstruo que corría detrás de él en su segundo año. Si tenía suerte, pronto podría convencerla de que le prestara un colmillo, o veneno, para poder destruir el horrocrux en la diadema de Ravenclaw.

Cerrando el lavabo, Harry desbloqueó la puerta del baño de chicas y, viendo que el pasillo estaba desierto, se apresuró a moverse hacia las mazmorras. La cena posiblemente estaba por terminar, así que simplemente les dirá a los demás que se había quedado en la biblioteca si preguntaban.

La sala común estaba vacía cuando llegó, y estaba subiendo las escaleras cuando la voz de Snape lo llamó repentinamente.

—¡Potter!— Harry casi se resbala en el escalón, y solo mantuvo el equilibrio por pura suerte. Se dio la vuelta lentamente, viendo el rostro en blanco y los ojos furiosos de Snape. Sonrió vacilante.

—¿Sí, señor?

—¿Puedo preguntar dónde ha estado?

—En la biblioteca, señor— Harry evitó hacer cualquier mueca cuando el hombre lo vio fijamente a los ojos, recordando las clases fallidas de Oclumancia en su quinto año, y luego descartó esos pensamientos recordando que Snape en realidad sí podía leer la mente. El profesor entrecerró los ojos, y Harry se congeló. ¿Habrá visto...?

—¿Y por qué creyó que era una buena idea desaparecer sin decírselo a ninguno de sus compañeros y, además, perderse una comida?— Snape se cruzó de brazos y lo miró con una ceja alzada—. Creí que había entendido que no puede perder ninguna comida, señor Potter.

—No me di cuenta el paso del tiempo— Harry se encogió de hombros con una pequeña sonrisa—. Lo siento, señor. No volverá a suceder.

—No querrás saber lo que pasa si vuelve a suceder, señor Potter— y así, el profesor volvió a desaparecer tan rápido como llegó.

Harry entró a su habitación y suspiró aliviado al verla vacía. Las escaleras de la entrada a la Cámara eran empinadas como el infierno, y como también tenía hambre, su cuerpo se cansó con facilidad mientras regresaba de allí. Se cambió de ropa con un movimiento de varita, colocándose su ropa de cama y se acurrucó bajos sus mantas tras las cortinas de su cama cerradas. A penas su cabeza tocó la almohada, cayó en un sueño particularmente sangriento sobre Pettigrew, Vernon y Voldemort.

A la mañana siguiente, se despertó con una pequeña sonrisa por un sueño que no podía recordar.

. x . x . x .

un poco más corto, pero son las 3am, no sé quién soy ahora mismo