n/a: hay... un poco bastante de sangre y un poco de descripción de, eh... ¿huesos rotos y consecuencias? (no sé cómo englobarlo, perdón xd) en este cap; lo aviso por las dudas. habrá una 'x' desde donde empieza la descripción y otra donde termina, por si quieren salteárselo.
—¿Sigues sin encontrar el espejo?— siseó Apep mientras se enrolla sobre sí misma cerca del fuego que Harry siempre enciende al estar allí abajo.
Harry podría no acostumbrarse jamás ver a Apep acurrucada: de por sí, Apep tenía casi tres metros de alto y quince metros de largo; cuando se enrollaba para mantenerse más cercana al calor de la gran fogata improvisada de Harry, era del tamaño de un gigante, tal vez más. Harry siempre trataba de no estar tan cerca de ella cuando estaba así, un poco preocupado de que terminara aplastado sin querer. Aún estando al frente de ella, sentado en un cómodo sofá que transfiguró y con un escritorio a su lado para hacer cómodamente las tareas, Harry se removió en su asiento ante la imagen de él siendo aplastado.
—No, y sé que estoy en la habitación correcta— Harry suspiró mientras lanzaba un hechizo no verbal de secado a su pergamino. En realidad era divertido hacer las tareas escolares cuando sabía qué tenía que poner, y era el doble de divertido imaginarse el rostro de sus profesores que Harry recuerda viendo sus actuales tareas: definitivamente estarían sorprendidos.
—Dijiste que ya habías vivido todo esto— cuando miró hacia arriba, los ojos amarillos de Apep lo miraban con curiosidad... o lo que Harry suponía que era curiosidad. No es un experto en identificar emociones de basiliscos. No cree que alguien lo sea.
—Sí, lo he hecho, y por eso sé que es esa habitación.
—¿Cuándo sucedió?— Harry la miró sin comprender.
—Te dije que hace muchos años...
—Tal vez tengas que esperar el momento exacto en que lo hiciste la última vez— Harry pensó en ello un momento antes de gemir con dolor y deslizarse desde el sofá hasta el frío suelo con soltura, maldiciendo su suerte.
Harry no podía esperar hasta que el director Dumbledore decidiera hacer las cosas. ¿Por eso aún no encontraba el espejo? ¿Porque tenía que esperar hasta Navidad? No se había acercado a Fluffy aún, pero sabía que estaba allí. Sin embargo, aún tenía todo un mes antes de conseguir la piedra. Aunque Harry se había dejado estar últimamente, mientras se abría paso en Slytherin y trataba de amistarse con todos sus antiguos amigos, y ayudaba a los que lo necesitaban y aceptaban su ayuda, no significaba que había olvidado sus objetivos principales.
Pettigrew era otro caso, ya que no compartía habitación con Ron y casi nunca lo veía con la rata fuera. Harry estaba buscando alguna forma de entrar en la Sala Común de Gryffindor, pero eso debía esperar hasta que Dumbledore le diera la capa de invisibilidad, y como sabía que la rata no haría mucho hasta el tercer año, no estaba tan preocupado. ¿Pero la piedra?
Maldición, Quirremort había soltado un maldito trol que podría haber lastimado severamente a muchos alumnos, y Voldemort estaría matando unicornios en el bosque prohibido en estos momentos.
Pero... la piedra es lo que Voldemort busca. No es Voldemort.
¿Cómo es que Harry no había pensado en eso antes? ¡Puede matar a Quirremort fácilmente!
—Tengo que irme— siseó, levantándose y guardando apresuradamente sus cosas. Apagó el fuego con un pequeño Aguamenti, a pesar de que Apep disfrutaba el calor; no estaba dispuesto a dejar el fuego mientras él no estaba.
—No llegaste hace mucho— Apep se deslizó detrás de Harry, deteniéndose casi en la entrada de la Cámara mientras su lengua saboreaba el aire—. Hueles molesto. ¿He dicho algo que te molestara, pequeña cría?
—No— Harry se acercó hacia la gran serpiente y acarició las escamas en el costado de su rostro, sabiendo que Apep disfrutaba las muestras de cariño. Harry sonrió cuando Apep entrecerró sus ojos y siseó en (lo que Harry esperaba) aprecio—. Solo me di cuenta de algo, y tengo que irme. Volveré mañana, ¿está bien?
Apep solo se alejó de él como respuesta. Harry vio como el basilisco volvía hacia el centro de la Cámara antes de entrar por la boca de la gran estatua de Slytherin. Suspiró con cansancio antes de salir y cerrar la Cámara detrás de él, un poco arrepentido por dejar a Apep sola, pero con sus pensamientos en otro camino. Saludó a Myrtle cuando salió del baño de niñas y se dirigió hacia su sala común.
Sabía que tocar a Quirrell era capaz de matarlo, pero no mataría a Voldemort. Quirrell era, en este caso, el objeto que Harry debía destruir, y sin embargo Voldemort lograría escapar. ¿O no? Tal vez si le lanzaba la maldición asesina...
Quirrell era como Harry.
La maldición asesina lo mataría, por supuesto. ¿Pero qué sucede con el horrocrux dentro de él? Harry sabe que ahora mismo es portador del último horrocrux de Voldemort, pero Quirrell es... ¿un portador temporal? Matarlo con un Avada no mataría a Voldemort, simplemente porque sus almas no estaban tan unidas como la de Harry y Voldemort.
¿Un diente de basilisco, entonces, enterrado en el cráneo compartido? Duda que la espada de Gryffindor sea una opción, a pesar de que el sombrero le dijo que podía contar con él. Harry no sabría cómo pedirle a Dumbledore la espada para matar a un profesor, Voldemort o no, sin parecer un demente.
Solamente debía convencer a Apep para que le preste un colmillo. Le había agarrado el suficiente cariño al basilisco como para sentirse mal si se veía obligado a matarla para conseguir el veneno.
Duda que el Callejón Diagon venda leones, vivos o muertos.
. x . x . x .
Sin importar la Casa en la que esté, Harry sabía que Slytherin jugaba sucio en los partidos de Quidditch, en especial contra Gryffindor. Hizo una mueca de dolor cuando Bole golpeó con fuerza la bludger hacia Angelina Johnson, aunque Fred logró con rapidez devolverla. Se rió divertido cuando escuchó a Lee Jordan quejándose de eso, para después anunciar un gol de Gryffindor. El Buscador de Gryffindor, un chico de séptimo que Harry no reconocía, dejó ir a la Snitch tres veces desde el momento que Harry comenzó a prestarle atención a su modo de juego, y ya llevaban casi una hora.
Harry la estaba pasando muy mal, viendo cómo se movía la Snitch cada vez que estaba en el campo, y viendo cómo el Buscador de Gryffindor se guiaba exclusivamente de los movimientos de Terrence Highs, el Buscador de Slytherin, quien claramente se había dado cuenta de eso y lo usaba a su favor, mareándolo intencionalmente.
Aunque tampoco prestaba atención a la Snitch.
—¡Gol de Slytherin! Aunque debería ser revisado, quiero decir, ¿han visto el golpe desagradable y claramente apropósito de Flint...? ¡La Snitch!
La Snitch apareció repentinamente frente a Harry, y solo se dio cuenta de que estaba por atraparlo cuando su brazo estaba retenido. Miró a Theo a su derecha, que lo miraba divertido mientras mantenía su brazo quieto.
—Eres igual o peor que Draco— la Snitch desapareció y Theo lo soltó, mirando a Draco, al otro lado de Harry, que estaba concentrado el partido—. Él también está siempre pendiente de la Snitch. ¿Has visto antes un partido de Quidditch?
—Sí— Harry volvió la vista hacia el partido cuando Lee anunció un gol de Slytherin—. También jugué de Buscador unos años. Entiendo los movimientos de Highs, pero está ignorando la Snitch; molesta al oponente unas pocas veces, pero mantén tu vista en la Snitch para atraparla en el momento justo. La única razón por la que Gryffindor no ha ganado aún es porque el Buscador de ellos está pendiente exclusivamente de lo que Highs haga.
Aplaudió con una risa cuando vio a los gemelos alejar una bludger de Wood y luego dieron una pirueta cuando Johnson logró anotar. Cuando Lee anunció que el Buscador de Gryffindor, Trex al parecer, vio la Snitch, Harry vio como ambos Buscadores se sumergían y comenzaban a empujarse el uno al otro siguiendo a la Snitch de cerca. Él mismo podía sentir la adrenalina con solo verlos, y se sentía un poco arrepentido por no poder estar en el equipo.
Por alguna razón, Harry desvió su vista hacia el palco donde estaban los profesores, encontrándose con los ojos de Dumbledore. Frunció el ceño con confusión, pero el turbante morado detrás del director le llamó más la atención. Quirremort lo miraba con odio, aunque su expresión cambió a sorprendida cuando se dio cuenta que tenía atención. Harry le dio una sonrisa de medio lado.
—No demuestres desprecio abiertamente— Harry miró hacia Draco, pero el chico seguía concentrado en el partido. Theo leía su libro de Transformaciones, como si un partido de Quidditch no se estuviera llevando a cabo delante de él y como si el ruido de la multitud no le molestara para nada. Draco vitoreó cuando Slytherin volvió a anotar antes de mirar a Harry—. Siempre pareces molesto con Quirrell cerca, pero no dejas que él lo vea. Ahora que estamos con aún más público, no te conviene confiarte, en caso de que algo le suceda en un futuro próximo— Draco le sonrió con orgullo—. Padre me lo enseñó— me sorprende que no te haya enseñado a degollar animales, pensó. Harry sonrió levemente, aunque Draco rodó los ojos—. También evita ser tan obvio delante de los hijos de quienes desprecias. Siempre que hablo de mi padre, parece que te obligaron a tragarte babosas.
—Me recuerda a alguien que conocí que era un idiota, y no puedo evitar pensar en esa persona.
—Pésimo mentiroso— dijo Theo mientras pasaba de página. Harry lo miró con el ceño fruncido.
—¡Es la verdad!— y lo era, en realidad. Pensar en Lucius Malfoy le recordaba al Lucius Malfoy que conoció, pero todo lo que Draco contaba de su padre, si lo pensaba fríamente, lo hacía imaginarse a un padre protector y amoroso, educando a su hijo para la política y la vida de una manera relativamente neutral.
A Harry le molestaba un poco, en especial sabiendo que Malfoy había elegido el peor camino posible para tratar de proteger a su hijo. Lo único que había logrado era terminar en Azkaban y que su hijo casi se convierta en un asesino.
El partido había terminado con Slytherin ganando, aunque Harry miraba a Draco. El niño estaba sonriendo mientras festejaba la victoria y chocaba las palmas con Vin y Greg, pero los pensamientos de Harry se volvieron oscuros y habían nublado su emoción por el partido sin mucho esfuerzo. Los alumnos comenzaron a abandonar lentamente las gradas, y Harry se movió automáticamente con su grupo.
Draco no era un mal chico. ¿Mimado y un poco engreído? Por supuesto, pero no lo convertía en mala persona, lo que lo hacía pensar: ¿este era el Draco Malfoy que Harry conoció, también? Es decir, Draco tenía dos rostros: uno para el público y otro para sus amigos, a pesar de su edad; pero aún así, el rostro público no era el de un niño que disfrutaba molestar a otros, como Harry recordaba, sino que era una actitud fría y distante cuando estaba con gente que no le agradaba por algún motivo, o directamente los ignoraba, pero nunca se metió directamente con alguien. No frente a Harry, aunque sea.
Ese no era el rostro público que Harry conoció, pero le incomodaba pensar que el Draco que Harry conocía ahora, el que era divertido, inteligente y amable, era en realidad el Draco de verdad. Harry mismo había sido bastante idiota con Draco, sin importar lo que el niño le habría dicho en su momento, y nunca se había molestado en hacer las pases con él o darle una oportunidad. Era obvio que Harry en Slytherin y aceptando ser amigo de Draco había cambiado algo en el comportamiento del chico, y solo lo hacía pensar en todo lo que habría podido ser evitado si Harry tan solo hubiera-
—¡Harry!
Por más que Harry disfrutara de volar, normalmente implicaba él volando en una escoba, no subiendo repentinamente unos diez o más metros por sobre el campo de Quidditch. Escuchó los gritos de sorpresa mientras seguía elevándose, y Harry se preguntó brevemente por qué, en vez de gritar, no lo bajaban. Con los ojos cerrados fuertemente, se concentró para cancelar el encantamiento que lo rodeaba, sorprendentemente poderoso; llamar una escoba podría ser un algo bueno en este momento, pero posiblemente termine invocando todas las escobas, y preferiría evitar posibles golpes en la cabeza.
El hechizo terminó repentinamente, y su estómago se retorció dolorosamente cuando su cuerpo comenzó a caer rápidamente. Abrió los ojos y vio cómo el suelo del campo estaba cada vez más cerca. Pero Dumbledore lo salvaría, ¿no es así? Se cubrió el rostro con los brazos cuando las voces eran cada vez más fuertes, comenzando a ponerse aún más nervioso con cada segundo que pasaba. ¿Por qué aún no era detenido? Antes de que pudiera pensarlo mucho, Harry terminó estirando los brazos frente a él y gritó, un poco en pánico.
—¡Arresto momentum!
X
No fue muy rápido, no lo había pensado demasiado, y mucho menos se evitó los golpes en la cabeza, pero aunque sea no murió tan patéticamente como por una caída. Sin embargo, cuando su cuerpo chocó con menos fuerza de la que debería por la caída, Harry solo tuvo un momento de gloria por seguir vivo y consciente mientras apreciaba el césped del campo antes de sentir sus costillas rotas perforándose en sus pulmones y el golpe en su cabeza que nubló su vista por unos cuantos segundos; no sabía si el sabor metálico de la sangre era por el golpe en su mandíbula o por otra cosa, pero definitivamente comenzaba a filtrarse por entre sus labios hacia el césped, y podía sentir con claridad cómo sus manos se habían doblado dolorosamente hasta romperse en el momento de tocar el suelo junto con sus muñecas.
A su alrededor, todo había quedado en repentino silencio, o eso creyó él, ya que en el momento que alguien lo movió para acostarlo sobre su espalda, Harry pudo ver con esfuerzo a través de sus lentes rotos el rostro del profesor Snape, que movía su boca, pero no lo escuchaba. Lo único que Harry escuchaba era la sangre corriendo por sus venas y su rápido pulso, pero nada más. Tosió con dolor al sentir que se ahogaba y, no, la sangre no era solamente por el golpe en su mandíbula.
Lo colocaron de lado, pero Harry solo pudo gemir fuertemente al sentir como sus huesos rotos se apretaban dolor, sacándole la respiración, pero agradeció a Merlin cuando todo el dolor abandonaba su cuerpo antes de desmayarse.
X
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—Tenemos que comenzar los planes para colocar las barreras en tu casa, Severus.
Albus Dumbledore parecía muy cansado mientras miraba por una de las ventanas de su oficina. El Maestro de Pociones no necesitaba ver al anciano a los ojos para saber que habían perdido su brillo habitual ante todo lo que sucedió este año.
—¿Aún te parece una buena idea que lo lleve conmigo?
—Confío en ti, Severus— Albus se giró lo suficiente como para ver al pocionista a los ojos, serio y con el rostro impasible—, y necesito que esté vigilado mientras pienso cómo tratar con este asunto. Confío en que harás lo necesario— Severus asintió, en silencio, y Albus volvió su vista hacia el paisaje nuevamente—. Hay que mover el espejo y a Fluffy.
—¿Y la piedra, director?
Albus miró hacia su escritorio, sus ojos moviéndose involuntariamente hacia la pequeña gema negra. Severus pudo ver cómo los hombros del anciano se hundían mientras caminaba hasta su silla y se sentaba con lentitud, sus ojos levemente vidriosos mientras estaba perdido en sus pensamientos.
—Está a salvo donde está— dijo el viejo luego de unos momentos en silencio, suspirando tristemente—. No se moverá de allí, y creo que no lo hará por un largo tiempo.
. x . x . x .
—Personalmente, creo que solo te gusta estar en la enfermería.
Harry frunció el ceño, mirando borrosamente en la dirección general donde escuchó la voz, antes de que le colocaran los lentes. El rostro de Draco parecía cansado a pesar de la pequeña sonrisa que tenía.
—Mi actividad favorita de los martes— Harry trató de tragar saliva al sentir su garganta seca y su voz ronca, sentándose en la cama con un poco de ayuda por parte de Draco. Se sentía completamente cansado—. ¿Qué sucedió?
—Caíste desde muy alto— dijo una nueva voz.
—¡Mione!— Harry sonrió al ver hacia su derecha, encontrándose con su amiga sentada en una silla cerca de su cama. Draco le pasó un vaso de agua, que tomó agradecido, antes de sentarse en su propia silla, aunque al otro lado de Harry, sin prestarle atención a Hermione. Harry bebió unos sorbos antes de suspirar aliviado—. ¿Y cuánto tiempo estuve aquí?
—Casi un día entero, son las seis de la tarde— Hermione se levantó y se acercó a él, sentándose en el borde de la cama antes de abrazarlo suavemente por los hombros. Harry movió el vaso para que no se interpusiera entre ellos y aceptó el abrazo con gusto, suspirando un poco felizmente. Había extrañado los abrazos de Hermione—. Me asusté mucho cuando te vi caer, ¡y ningún profesor hacía nada! ¡Además, Harry— su amiga se separó y lo miró con preocupación—, estás en peligro! ¡Sé quién te estaba hechizando! Pero— miró nerviosamente hacia Draco, y cuando Harry lo miró, el chico miraba por las grandes ventanas, aunque la pequeña tensión en sus labios le hacían saber que Draco les prestaba atención, y que sabía lo que diría Hermione—... creo que deberíamos hablarlo en otro momento...
—Mione— Harry tomó las manos de sus hombros y las apretó confortantemente—. Está bien, de verdad. Yo sé quién lo hizo...
—¡Entonces debes hablar con el director, Harry!
—Hermione...
—¡El profesor Snape no debía hacer eso!
—No fue el profesor Snape.
Hermione lo miró sorprendida, y por el rabillo del ojo pudo ver que Draco también había volteado a verlo. Harry sonrió, encogiéndose de hombros.
—Pero— Hermione frunció el ceño—... Yo lo vi, Harry. Él estaba mirándote fijamente y su boca se movía... ¡Era claro que estaba hechizándote!
—Para cancelar el hechizo que me hacía elevarme cada vez más.
—¿Pero entonces por qué no hizo nada cuando comenzaste a caer?— la niña levantó la nariz con suficiencia, pero antes de que Harry pudiera decir algo, Draco habló con molestia.
—Tal vez porque estaba tratando de no quemarse vivo, Granger— Draco entrecerró los ojos cuando Hermione desvió la vista avergonzada—. Además, ¿por qué el profesor Snape debería de ser el único culpable en un campo de Quidditch lleno? Oíste a Harry— Draco lo señaló con la cabeza—. Él no fue. Y, por si fuera poco, el mago más "poderoso" estaba sentado a un lado del profesor Snape, y no te escucho quejándote de que no hizo nada.
—¿No lanzó el Arresto Momentum?— Harry preguntó, un poco confundido con las miradas que recibió. Hermione negó con la cabeza lentamente, y Draco le sonrió fríamente.
—Mi padre me enseñó que a veces los prejuicios nublan el mundo real de algunas personas, y siempre colocó al director como un perfecto ejemplo de ello.
—Tal vez el director también estaba muy sorprendido— trató de justificar Hermione, aunque no se oía muy convencida.
—Por supuesto— bufó Draco mientras rodaba los ojos.
—¿Y qué sucede con Quirrell?— Harry estaba demasiado cansado en ese momento como para pensar demasiado sobre cualquier caso.
—Creo que se desmayó cuando te vio tan arriba— Hermione frunció el ceño ante eso.
—O eso hizo creer.
Harry miró a Draco con las cejas levantadas, recibiendo una pequeña sonrisa a cambio, aunque desapareció rápidamente cuando Madame Pomfrey apareció. La enfermera le lanzó un hechizo de diagnóstico y luego le dio unas pociones más, que tomó con una ligera mueca. Lo divertía ver a Draco mirando con detenimiento las pociones, mientras que Hermione prestaba atención a todo lo que Pomfrey decía.
Luego de unos minutos, Hermione abrazó a Harry por última vez y se fue. Pomfrey le recomendó volver a dormir, lanzándole una mirada significativa a Draco antes de volver a su oficina. Harry se acomodó nuevamente contra las almohadas y suspiró. Miró a Draco con curiosidad al sentir su mirada fija.
—¿Qué sucede?
—Crees que fue Quirrell— no era una pregunta, y Harry suspiró.
—Tengo mis razones para creer que es un peligro para todos.
—Y no me dirás esas razones— Harry le sonrió, haciendo que Draco negara levemente con la cabeza—. Me conformo con que sepas que estoy allí si necesitas ayuda. Y que mi padre siempre me consigue lo que le pido.
—Es bueno tenerlo en cuenta— Draco se rió ante la indiferencia en el tono de Harry—. De todas formas, te lo agradezco. Pero prefiero hacer las cosas por mi mismo.
—Primero un trol, y ahora— el rubio se removió levemente en su asiento— un intento bastante directo de asesinato.
—Te equivocas, primero fue Voldemort.
—Por supuesto— Draco no se vio afectado por el uso del nombre de Voldemort, lo que sorprendió un poco a Harry; era la primera vez que lo nombraba desde esa vez en el tren con Ron—. Me pregunto qué será lo siguiente.
—No un basilisco, aunque sea— Harry siempre se sentía aliviado cuando pensaba que tenía a Apep relativamente bajo control. Draco suspiró bajo, desviando la mirada un segundo antes de mirarlo nuevamente.
—Te dejaré descansar— dijo, aunque en realidad no se movió del asiento.
—No tengo sueño aún, solo un poco cansado— acomodando las sábanas un poco más arriba de su estómago, reclinándose contra las almohadas y mirando a Draco, Harry sonrió—. ¿Qué sucedió mientras dormía?
No fue hasta casi una hora después, cuando Draco tuvo que irse para la cena, que Harry se dio que en realidad disfrutaba la compañía de Draco.
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Un lugar donde esconder algo valioso.
Harry caminó tres veces delante de frente al tapiz de Bárnabas el Chiflado, concentrándose en su falso objetivo. Cuando la puerta apareció, Harry no lo pensó dos veces antes de atravesarla, encontrándose con la Sala de Objetos Perdidos. Solo se movió lo suficiente para cerrar la puerta, y levantó una mano mientras miraba alrededor.
—Accio diadema de Ravenclaw.
Escuchó cómo unos objetos golpeaban el suelo y, segundos después, su mano se cerraba alrededor de la diadema. Harry la tomó con ambas manos y la miró fijamente, algo dentro de él retorciéndose de placer mientras más tiempo la veía. Hizo una mueca de asco, dándose cuenta que era el pedazo de alma de Voldemort en él que estaba feliz de estar cerca de otro horrocrux.
—Disfruta mientras puedas— le susurró a la diadema.
Sacando su bolso de su espalda, Harry guardó con molestia la diadema mientras salía de la Sala de Menesteres y comenzaba a dirigirse hacia las escaleras. El fuego maldito lograría destruir el horrocrux, pero también destruiría la diadema, y Harry quería devolver la reliquia a Ravenclaw. Podría gotear veneno de basilisco sobre todo el accesorio, para probar si funciona, o si el colmillo tiene que penetrar el horrocrux necesariamente.
Se sentía un poco molesto por tener que destruir el horrocrux, pero Harry ya no era un idiota: sabía que no era él quien estaba molesto, sino Voldemort.
Definitivamente disfrutaría esta caza de horrocruxes.
No podía dejar el horrocrux en la Cámara, y no iba a llevarla a sus dormitorios bajo ninguna circunstancia. A pesar de que no sentía la misma urgencia de utilizar la diadema o (aún) no se veía afectado por su cercanía con este, pero no iba a arriesgarse que alguno de los otros niños la encontraran, se sientan tentados a utilizarla y, así, terminen poseídos por un Señor Oscuro o sus intenciones malévolas. Harry ya aprendió lo que sucedía en su segundo año, y luego cuando buscaba los horrocruxes con Hermione y Ron. No quería volver a vivir situaciones así, en realidad.
Mientras esperaba que la última escalera se colocara correctamente en el vestíbulo principal, el cerebro de Harry se iluminó con una ubicación perfecta: la Casa de los Gritos. El lugar estaba completamente deshabitado desde que Remus terminó Hogwarts, y ningún mago que conociera la historia o se intimidaba por la apariencia de la casa. Era un lugar idóneo para esconder la diadema hasta que convenza a Apep de darle un colmillo, o veneno, y podía ir allí y volver con relativa rapidez. Si iba antes de la cena esta tarde, luego de las clases, sería lo mejor.
Si podía pasar varias horas a la semana con un maldito basilisco, Harry podía desaparecer unos minutos de Hogwarts.
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La Navidad se acercó con más rapidez de lo que Harry pensó, y solo se dio cuenta de ello cuando los prefectos le informaron que, si se quedaban en Hogwarts para las celebraciones, debían firmar el papel.
Harry no había pensado mucho en la fecha, pero mientras veía a los niños a su alrededor estando emocionados por volver a su hogar, se sintió levemente melancólico, aunque no duró demasiado. Estaba a pocas semanas de conseguir la capa de invisibilidad, y Harry no podía esperar.
Mientras comenzaba a servirse su cena, Draco se sentó a su lado y Theo delante de ambos. Harry se había dado cuenta que, a pesar de que todo el grupo de niños se llevaba muy bien, Theo y Draco eran aún más cercanos entre ellos; era extraño, considerando que apenas y los había visto antes interactuar.
—¿Te quedarás, Harry?— preguntó Draco amablemente mientras comenzaba a servirse su propia cena. Harry se encogió de hombros—. Mis padres te invitan a la Mansión, si quieres ir. Me gustaría que estés allí; los demás irán el 26 y volveremos juntos a Hogwarts
Harry se estaba por burlar de ello hasta que se dio cuenta que la Mansión era, literalmente, la Mansión Malfoy, donde Harry estaba seguro estaba el diario de Riddle. Sabía que Malfoy era un hombre más que predispuesto a la magia oscura, pero personalmente no lo consideraba demasiado inteligente o cuidadoso con objetos que no considera importantes; es decir, su amo le dio un objeto para que lo proteja, y Malfoy solo necesitó que planifiquen una redada en su hogar para que deje ir dicho objeto sin muchos miramientos.
Sin embargo, era la casa de Malfoy. Estaba seguro que tenía muchísimas protecciones a su alrededor como para que Harry se vea capaz de encontrar el diario y robarlo sin alertar a alguno de los señores Malfoy. Además, lo hacía sentir levemente incómodo pensar en aceptar la invitación de Draco solo para terminar indagando en su hogar en la primera oportunidad.
Era por una causa muchísimo más importante, pero no era el tipo de cosa que a Harry le gustaba hacer. Además, sería terriblemente incómodo ser atrapado en una situación así.
—No lo sé— terminó diciendo, unos momentos después. Theo le sonrió.
—De verdad, ¿qué tanto has escuchado del señor Malfoy?
—Nada más que lo que Draco ha contado— Harry se encogió de hombros—. Pero no es por eso, en cualquier caso. Tengo algunas cosas que hacer, y aún no he decidido si me conviene quedarme y hacerlas desde el castillo o irme.
—Aún tienes otra semana para decidir— comentó Draco—. Solo recuerda que mi propuesta seguirá en pie.
—O puedes venir a mi casa y de allí iremos luego a Mansión Malfoy— le dijo Theo, sus ojos oscuros brillando de diversión, aunque Harry no entendía por qué—. No tenemos una Mansión de oro y plata como cierto rubio que conozco, pero nos defendemos bien.
—¿Y tus padres?— Harry levantó una ceja curioso.
—A mi padre no le importará. Le gusta tener invitados, y sin importar qué tanto diga que Draco siempre es bienvenido, estoy seguro de que estaría encantado de tener a alguien menos molesto— Theo le sonrió a Draco—. Además, creo que tengo a mi favor que no odias a mi padre.
—Mis padres reconsiderarán el hecho de invitarlos, confía en mi— Draco le entrecerró los ojos a Theo, que bufó. Harry estaba bastante entretenido, viendo su pequeña discusión mientras cenaba.
—Oh, pero si no estamos invitados, ¿cómo irá Harry?— Theo tomó un sorbo de agua mientras desafiaba a Draco con la mirada.
—Estás siendo un imbécil ahora mismo— le informó el rubio con molestia. Theo pareció aplacarse un poco, porque miró a Harry con curiosidad.
—De todas formas, Harry no ha dicho qué iba a hacer.
—Creo que este año me quedaré en Hogwarts, simplemente— cuando miró a Draco, él asintió, pareciendo un poco decepcionado.
—Bueno, aún tenemos años por delante, ¿no es verdad?— Draco sonrió un poco—. Tengo otros seis años para convencerte de venir a la Mansión alguna vez.
—¿Qué tienes que hacer, de todas formas?— Theo le preguntó—. ¿Son sobre tus planes secretos o otros planes?
—Un poco de los dos— Harry dijo misteriosamente, sacando gemidos de molestia de ambos niños, lo que lo hizo reír—. Nada demasiado importante.
—Solo mantente fuera de problemas— los ojos grises parecían suplicantes cuando los vio—. De verdad, Harry. No queremos perder puntos de la Casa, estamos en primer lugar.
—No te preocupes, antes muerto que perder puntos— Harry lo miró serio.
—Peleaste contra un trol— dijo Theo, negando suavemente con la cabeza—. Te creo completamente. Pero evita meterte en problemas y morir.
—Haré lo que pueda.
No era la mejor promesa que Harry podía dar, pero era una.
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n/a: theo te quiero
sin más comentarios.
espero que les esté gustando ,,
