CAPÍTULO 18
Harry seguía mirándola, esperando una respuesta. Sabía que estaba furioso, lo más sencillo sería contárselo, egoístamente se quitaría un peso de encima y así podría apoyarse en él. Es lo que más deseaba en ese momento, hablar con alguien de todo lo que ocurría a su alrededor, pero tenía que pensar en su seguridad. Si se callaba, Harry no lo entendería, pensaría que ella no sentía nada por él, pero no podía ponerlo en peligro, era demasiado impulsivo. Estaba segura de que movería cielo y tierra para localizar a Severus, Draco o a quien fuera que la estuviera amenazando con tal de protegerla. Lo primero que haría sería llamar a la policía contándole todo lo que ocurría.
Una cosa tenía clara; no quería continuar con las mentiras, así que hizo lo único que creía que era correcto:
—Lo siento, pero no sigas preguntándome o tendré que volver a mentirte y no lo soporto.
Harry le dio la espalda, fue hacia el sillón y se sentó. Apoyó los codos en las rodillas y sujetó la cabeza con ambas manos. Hermione no sabía qué hacer, no podía ni moverse, quería acercarse y reconfortarlo, explicarle que no estaba viendo a nadie más, no quería perderlo. Respiró profundamente y, decidida, fue a sentarse a su lado. Le acarició la cabeza. Se miraron fijamente, no hacía falta hablar. Ella le suplicaba que lo entendiera, él la recriminaba que no fuera honesta. Hermione rompió el silencio:
—Sé que te pido demasiado, pero necesito que confíes en mí. No es lo que tú te crees. No hay nadie en mi vida que no seas tú.
—Necesito que no haya más secretos entre nosotros —le dijo con tono serio y tenso—. Cuando creo que me has contado todo, siempre siento que hay algo que nos separa, que me ocultas cosas. Podría apoyarte, ser tu compañero en todo lo que te ocurre, pero no me dejas.
—Lo siento, de verdad —se levantó para irse, no iba a conseguir que entrara en razón. Harry la siguió y se colocó detrás de su espalda, abrazándola.
—Lo que te he dicho en la habitación iba en serio —murmuró cerca de su oreja.
—No, por favor, no sigas por ahí.
Harry creía saber qué es lo que le ocurría, desde que le contó su pasado, intuía que había algo que no se había confesado ni a sí misma.
—¿Por qué no permites que se te acerque la gente? ¿Por qué pones una coraza? Y no me digas que es porque crees que los pones en peligro. No me lo creo, hace tiempo, cuando Draco estaba en coma, podrías haber rehecho tu vida de alguna forma y no lo hiciste.
Hermione se dio la vuelta y se enfrentó a él.
—¿Qué quieres decir?
—Podías haber ido a otro sitio que no fuera Madrid, lejos de aquí, pero volviste. ¿Por qué? Lo miro confundida.
—Me negaba a no poder hacer lo que quería y necesitaba volver aquí.
—Sí, sin embargo, eso no te parecía tan peligroso, pero tener gente en tu vida sí. No sabía a donde quería ir a parar, pero se sentía angustiada, quería irse de allí.
—Me voy.
—Huyes, como siempre —la cogió de la muñeca y la aproximó a su cuerpo—. Esta vez no te irás, ni lo sueñes. Vas a quedarte conmigo esta noche, si tengo que atarte a mi cama lo haré. Hoy no habrá ninguna excusa.
—¿Te crees mi dueño para decirme lo que puedo y no puedo hacer? Estoy cansada de los hombres y sus órdenes.
Quería gritar, desaparecer, no aguantaba más todo aquello.
—No desvíes el tema ¿Por qué te has puesto así al decirte lo que siento?
—No lo sé. ¡Suéltame! —forcejeó, pero él seguía abrazándola, manteniendo las manos por detrás de la espalda para que no pudiera moverse.
—¿Qué sientes por mí?
—Eso no importa.
—¿Por qué? ¿Acaso tú no importas? ¿Eso es lo que quieres decir?
—No puedo permitirme sentir nada por nadie. Él entrecerró lo ojos.
—¿Ah no?
—¡No! ¡Suéltame!
—¿Crees que no lo mereces?
En ese momento Harry la soltó y ella se quedó paralizada. La rabia y algo que no sabía definir nacieron en el pecho de Hermione y explotó:
—¡No! ¡No lo merezco!
—Así que decidiste quedarte sola para siempre, apartas a la gente que puede llegar a quererte porque crees que es eso lo que te mereces.
Se quedó callada, y a los pocos segundos, continúo con apenas un hilo de voz:
—No salí de aquel escondite, debería haberlo hecho, quizá todavía estaría vivo… Me querían a mí, no a mi tío —Hermione se dio cuenta que las lágrimas caían por rostro. Harry se acercó, la acarició con el pulgar haciendo desaparecer una pequeña gota de su mejilla—. Tenía que haber salido a ayudarle.
La mirada de Hermione se perdía en el pasado, la culpa se reflejaba en sus ojos y el dolor en su rostro.
—No habría cambiado nada —la abrazó con fuerza y ella correspondió a su abrazo sin parar de llorar—. Si lo hubieras hecho, el resultado habría sido el mismo, tu tío no habría permitido que te llevasen lejos.
—Nunca lo sabré —sollozó en su pecho.
—No te engañes, conoces a Draco y sabes que no le habría dejado vivo —le acarició la cabeza consolándola—. Debes permitirte que la gente que te quiere se acerque a ti, que te cuide.
Nunca se había dado cuenta de que durante todos aquellos años se sentía inmensamente culpable por la muerte de su tío. Se había puesto una venda en los ojos ocultando cualquier rastro de remordimientos en su corazón, impidiéndoles salir. Solo con escuchar aquellas palabras en los labios de Harry, casi le da un ataque de pánico, no entendía el motivo…, hasta ahora.
Cuando su tío le dijo que se escondiera, la miró con ojos vidriosos y pronunció esas dos palabras sabiendo que iba a morir. Nunca le contestó, no le dijo lo mucho que significaba para ella. No salió a defenderle, a protegerle. No, no quería volver a escuchar aquello en los labios de nadie, ni siquiera de Harry.
—Dio su vida por mí…
—Lo sé.
—Es lo último que dijo mi tío. "Te quiero", y después, murió.
—Mírame —ella lo hizo—. Estoy aquí Hermione, y no voy a ir a ningún sitio.
La besó y la cogió en brazos llevándola al dormitorio. La dejó en la cama mientras que él permanecía de pie. Despacio, fue desabrochándose el pantalón sin dejar de mirarla.
—¿Qué haces? —preguntó confusa.
—Quizá no quieras escuchar esas dos palabras, pero te las voy a grabar en la piel con mis caricias, vas a percibir todo lo que hay detrás de ellas. Quiero traspasar tus barreras hasta lograr demostrarte lo que siento por ti.
—No, Harry, no puedo.
—Solo voy a besarte, si no quieres no haremos el amor.
—No es eso…
No le hizo caso, y desnudo, se metió en la cama junto a ella. Le quitó el vestido y observó que Hermione estaba más vulnerable que nunca, mucho más que cuando le contó su pasado. Introdujo una mano por su nuca y la besó. Hermione percibió aquel beso distinto a los demás, no era urgente ni necesitado, se estaba deleitando con su boca, disfrutando el contacto con su lengua, con los labios. Le permitió acceder y él aprovechó para profundizar más en su interior. Con la otra mano fue bajando por el cuello con una caricia tibia y suave siguiendo hasta su hombro. La estela que dejaba a su paso, hacía que el cuerpo de Hermione se despertase y se abrasara. Los dedos descendieron hacia el seno desnudo y lo tocó con extrema ternura. Gimió dentro de su boca. Él se separó, observó el pezón erecto y excitado y se lo metió en la boca. Hermione se arqueó.
Su mano resbaló por las costillas, y después, hasta su cadera, prosiguió por la curvatura de la nalga y la bordeó llegando al interior del muslo. No pudo reprimir un gemido, no quería sentir aquello, pero realmente lo percibía más que nunca, como si para él fuera un regalo tener la oportunidad de tocarla. Harry llevó los labios a uno de sus párpados y lo besó.
—Eres tan especial y no te das cuenta Hermione —hizo lo mismo con el otro —eres tan hermosa por fuera como por dentro y decidiste castigarte a ti misma.
—No sigas.
Con la mano que tenía en el muslo llegó hasta su sexo y lo acarició, sintió la humedad entre sus piernas. Él cerró los ojos concentrándose en ese instante.
—Me perteneces Hermione, como yo te pertenezco a ti, no me imagino con nadie que no sea contigo
—situó el pene en su entrada y lo fue metiendo poco a poco a la vez que Hermione echaba la cabeza hacia atrás por la intrusión. El deseo iba en aumento lo mismo que su miedo.
—¿Por qué me haces esto? —dijo Hermione entre jadeos.
—Mírame —ordenó de nuevo.
Ella lo hizo, sus ojos oscuros le hablaban y la decían tanto que volvió a sentir la opresión en el pecho, las lágrimas volvieron a brotar de sus ojos. Él fue penetrándola despacio, hasta que no pudo hacerlo más, estaban totalmente unidos, sentía la calidez de su envergadura en su interior. Se fue moviendo despacio, saliendo y entrando a la vez que su cuerpo se consumía.
—Te quiero, Hermione.
—No, Harry, por favor…
Ella apartó la mirada —cada vez que le decía aquellas palabras, el corazón le retumbaba más fuerte.
—Vuelve a mirarme.
—No puedo.
—Hazlo.
Le obedeció a la vez que seguía entrando en ella, no sólo la penetraba con su miembro, la penetraba con sus caricias, la penetraba con su mirada anclándose en su alma. No había marcha atrás, la coraza que tenía se estaba desmoronando, se había infiltrado tan dentro que no tenía escapatoria. La vulnerabilidad se hacía más patente y letal en ella. Ya no podría sobrevivir sin sus caricias, sin esos ojos que la consumían, ya no sería capaz de vivir sin él.
—Dime que me sientes —la presionó Harry. Ella asintió con la cabeza—. Dímelo —insistió.
—Sí, pero yo…
Antes de que ella pudiera decir nada la besó invadiendo su boca y la devoró lentamente, se fundieron el uno con el otro. Los movimientos se hicieron cada vez más rápidos y la cadera de Harry la embistió con más fuerza, la respiración de ambos se agitaba. Sentía el grande y masculino cuerpo sobre ella, acarició su espalda bajando hasta su culo, lo apretó, necesitaba sentirlo de forma más profunda. Él besaba su cuello. Estaba cerca de llegar al éxtasis. Escuchaba los jadeos de él en su oreja. Volvió a arremeter contra ella una vez más y clavando sus ojos en ella le aseguró algo:
—No voy a dejar de decírtelo —confesó entre gemidos—. Te…quiero…
En ese momento llegaron al clímax, juntos. Hermione sintió el placer creciendo desde los pies hasta la cabeza finalizando en su pecho. Fue tan intenso que creía que se desmayaría. Él acarició su cara y, despacio, salió de ella tumbándose a su lado.
—¿A qué no te has dado cuenta de una cosa? —preguntó Harry a la vez que sonreía.
—¿Qué?
—Esta es la primera vez que lo hacemos en una cama.
Ambos comenzaron a reírse. La acercó a su pecho y la abrazó, entrelazaron las piernas el uno con el otro. Hermione se fue quedando dormida, sentía la calidez de ese cuerpo que la protegía, que la envolvía entre sus brazos, logró que su cuerpo se relajase y se dejó llevar.
Draco consiguió entrar en el apartamento sin que pareciera que había forzado la puerta. Al entrar todo estaba muy oscuro. Sabía que ella todavía no había vuelto, llevaba un tiempo esperando y las luces no estaban encendidas. Dio una vuelta por el piso, no quería tocar nada para que no sospechase que alguien había entrado en su ausencia. De pronto se tropezó con algo en el suelo, parecía una caja, dio unos pasos más y se dio con algo que no logró distinguir. Pensó que esa mujer era un desastre y que tenía todo tirado. Avanzó rozando las paredes con la mano para que le hicieran de guía y entró en una amplia habitación, parecía el salón. Se empezaba a acostumbrar a la oscuridad que lo envolvía y, poco a poco, fue siendo capaz de distinguir el sofá, el mueble. Se acercó al centro y vio que todavía tenía restos del almuerzo en la mesa. Varias revistas se encontraban tiradas en el suelo. No había duda, la casa era una oda al desorden.
Se sentó en el sofá. Estaba excitado, hacía mucho tiempo que no se sentía tan vivo, en el fondo tenía que admitir que disfrutaba haciendo daño a los demás. Deseaba que llegase ya, y ver su cara de sorpresa al encontrarlo allí. Se puso nervioso de pensarlo, por lo que se levantó y decidió ir al dormitorio. Es donde quería atacarla.
El piso no era muy grande, había otra habitación más y el cuarto principal. Entró y observó que tenía un armario con tres puertas, lo abrió encontrando todo revuelto, no se distinguía bien, pero parecía que eran chaquetas, pantalones, faldas, todo mezclado. Abrió la otra puerta y estaba algo más ordenado, es donde colgaba los vestidos. Decidió que se escondería allí, era alargado y cabía bien, un poco justo, pero entraba.
Por el momento se quedaría sentado en el suelo, cuando escuchase que llegaba se metería en el armario y, llegado el momento, la atacaría.
Harry se despertó en mitad de la noche y fue a abrazarla, deslizó la mano por la cama, pero estaba vacía. La llamó varias veces sin obtener respuesta. Se levantó y fue al baño, después se acercó a la cocina pero no había nadie. En el sofá del salón vio que no estaba el bolso. Se había ido. No había conocido a una mujer tan testaruda como ella en toda su vida. Irse así, de madrugada y sola, con el loco que la estaba persiguiendo hizo que le provocara una mezcla de miedo y rabia.
Pensó en llamarla, pero prefirió irse a la cama. La dejaría hoy para que pensase en todo lo que habían hablado y mañana contactaría con ella de nuevo. No pudo evitar sentirse inquieto con la llamada que Hermione recibió por la noche. Si antes intuía que le ocultaba algo, ahora estaba completamente seguro.
Entró en casa, no pensó que llegaría tan tarde, estaba reventada, el día había sido tremendamente duro. Dejó las llaves en el cuenco de la entrada y fue al frigorífico a beber algo de agua. No encendió la luz, se cambiaría y se iría derecha a la cama. Se fue al dormitorio y cogió el pijama que tenía debajo de la almohada. Se sentó en el mullido colchón y se quitó las sandalias masajeándose los pies, los tenía doloridos.
Se quitó el resto de la ropa y la tiró al suelo, se puso el pijama, fue hacia el baño y se lavó la cara quitándose el maquillaje. Se estaba cepillando los dientes cuando escuchó un ruido en el dormitorio, en ese momento se quedó quieta agudizando el oído. No volvió a oír nada. Terminó de cepillarse los dientes y apagó la luz.
Por fin estaba en la cama, se arropó con el edredón. Parecía que había vuelto a escuchar algo, juraría que era la puerta del armario. Pensó que quizá era el aire. Intentaba agudizar más la vista ya que por las ranuras de la persiana entraba algo de luz, de repente se quedó petrificada; delante de ella creía distinguir la figura de un hombre. Enfocó mejor y lo vio con más nitidez. A su lado había un hombre que la estaba mirando, el corazón bombeó rápido contra su pecho, una extraña sensación de picor y sudor fue hasta las puntas de sus manos. No sabía que hacer.
Sin previo aviso y, como si el hombre supiera que lo había visto, se abalanzó sobre ella. Salió disparada por el otro lado de la cama, él intentó cogerla, pero pudo huir saliendo de la habitación. Fue corriendo por el pasillo, iría a la cocina a coger algún cuchillo para defenderse, sería inútil ir hacia la entrada, había cerrado con llave y no las dejaba puestas en la puerta por lo que no le daría tiempo a abrirla. Escuchó que la seguía, la respiración fuerte y agitada de aquel hombre retumbaba detrás de su espalda. No le dio tiempo a llegar a la cocina, la agarró por el pelo, ella le dio un codazo, resbalaron y ambos cayeron al suelo.
—¡Estate quieta! —dijo en señal de protesta.
No podía hablar, lo único que quería era liberarse del agarre de esas manos, esta vez le dio una patada en la espinilla consiguiendo que él la soltara. Se levantó intentando alcanzar la cocina para coger algo y defenderse. Logró su objetivo, abrió uno de los cajones y cogió un cuchillo, se dio la vuelta y allí estaba, mirándola de una forma tan calmada que le hizo inquietarse aún más.
—¡Déjeme! ¡Váyase de aquí!
—Ni lo sueñes querida —se acercaba lentamente a la vez que se reflejaba una siniestra sonrisa en los labios.
—No se acerque, le juro que si se lo hace se lo clavaré.
—Lo dudo.
—Hablo en serio.
—Yo también —no la hizo caso y siguió andando hacía ella.
—¿Qué es lo que quiere?
—Esa es una pregunta muy fácil de contestar —en ese momento se detuvo.
Le miró extrañada, aquel hombre le daba un miedo horrible, su rostro reflejaba un odio y una ira inmensa.
—Por favor… —suplicó desesperada, las lágrimas caían por su rostro—. Váyase, no tengo nada de valor.
—Te equivocas, eres muy valiosa para mí. Gracias a ti lograré que Hermione venga a rescatarte, al fin y al cabo, eres su mejor amiga…
