CAPÍTULO 23
Harry la había seguido hasta allí. Cuando salió del hospital, fue hacia su casa y buscó el coche. Le costó un poco encontrarlo, ya que lo había aparcado en la parte de atrás del edificio. Eso le hizo pensar, que estaba en lo cierto y que casi con toda seguridad planeaba algo. Estuvo varias horas allí sentado, esperando. Finalmente la vio, vestía de la misma forma que cuando la descubrió ocultándose en el hospital.
La siguió a cierta distancia para que no se diera cuenta. Llegaron a un polígono abandonado y vio que se detenía. Se quedó un rato sin hacer nada, aunque le dieron ganas de bajarse del coche, ir hacia ella y obligarla a acudir a la policía, pero no lo hizo. Quizá la pondría en peligro, ya era demasiado tarde. Vio como salía del coche y se metía en una calle. La lluvia caía con fuerza y la visibilidad era nula.
Esperó un minuto, miró hacia los lados para ver si había alguien por los alrededores, pero parecía que estaba solo. Se dirigió por el mismo camino que hizo ella, no la veía por ningún lado, había desaparecido. Se maldijo a sí mismo. Avanzó por la calle buscando una posible entrada a uno de los edificios. Entró en uno de ellos, la puerta estaba medio rota. La oscuridad lo envolvía, sacó el móvil para tener algo de luz. No parecía que nadie hubiera pasado por allí, no había huellas ni el suelo estaba mojado, era una gran nave sin ninguna otra puerta de salida. Decidió irse y, cuando se propuso a continuar, vio a varios hombres subir por esa misma calle.
Los siguió intentando no hacer ruido, pero no se dio cuenta, que a su vez, le estaban siguiendo a él. Cuando lo descubrió fue demasiado tarde, ya estaba atrapado entre dos hombres que le sacaban una cabeza cada uno. Intentó forcejear, pero era absurdo. El hombre de la derecha, rubio y con el pelo de punta, parecía un boxeador, era dos veces más grande que él. Le apuntó con una pistola y la presionó sobre sus costillas. Llegaron a una pequeña puerta y entraron. Tres hombres los esperaban, uno de ellos se acercó hacia él. Tenía unos ojos negros y penetrantes. Iba elegantemente vestido y el pelo corto y canoso hacía que pareciese un gran hombre de negocios.
—Vaya, no sabía que el enfermero también se uniría a la fiesta. Hermione no ha sido muy lista al meterte en esto.
—Ella no ha tenido nada que ver. La he seguido sin que se diera cuenta —Harry forcejeó intentando soltarse—. ¿Quién coño eres tú?
Severus se quedó mirándolo a los ojos, estudiando si decía la verdad o no. Veía la confusión en su rostro, realmente parecía perdido.
—¿Es usted amigo de Draco? —Harry insistió con otra pregunta. Severus sonrió.
—No tienes ni idea de quién soy, ¿verdad?
—No, señor.
—Bueno, ahora lo descubrirás, no quiero perder más tiempo.
Se dio la vuelta y siguieron por un pasillo. Se escucharon unos golpes a lo lejos. Llegaron a una pequeña habitación, y cuando entraron, a Harry se le heló la sangre. Draco estaba encima de Hermione, asfixiándola, ella ponía resistencia, pero tenía la cara roja por la falta de aire. Angustiado, intentó ir hacia ellos, pero los dos gorilas le tenían sujeto con fuerza. Sintió algo de alivio cuando vio que Draco la soltaba. Cuando ella le vio, la angustia se reflejó en su cara.
—¡Hija de puta! ¿Le has llamado tú?—Draco miraba furioso a Hermione, a la vez que retrocedía—.
Severus, yo… No fue mi intención, no sabía que a tu hijo le iba a ocurrir aquello.
«Severus», pensó Harry. «Es el jefe de la organización de la historia que le contó Hermione. ¿Estaba en contacto con ella? Quizá fue él quien la llamó cuando estaba en su apartamento. Ahora le encajaba todo. ¿Por qué demonios no se lo había dicho?»
El jefe avanzaba hacia él sin decirle ni una palabra. Desprendía un aura de poder y peligro que llenaba la habitación. Por primera vez, veía la cara de miedo de Draco. Hermione cogió una manta del suelo y corrió hacia donde estaba Luna.
—¿Estás bien? —preguntó a la vez que la abrazaba y le ponía la manta por encima. Su amiga asintió y correspondió a su abrazo—. Lo siento tanto…
—No es culpa tuya, Hermione.
Severus chasqueó los dedos y los otros dos hombres cogieron a Draco y lo ataron en una columna. Su cara era de absoluto pánico, ahora no se mostraba tan prepotente como lo había hecho hacía unos minutos.
Hermione miró a Harry, que la observaba fijamente, parecía preguntarla si estaba bien. ¿Por qué demonios estaba allí? Había intentado por todos los medios mantener a la gente que quería apartada de toda esa situación, y allí estaban, las dos personas que más le importaban, atrapados con los dos demonios de su pasado.
—No te imaginas lo que me ha costado que llegase este momento. Eres una rata resbalosa — Severus hablaba a Draco muy cerca de su cara—, pero no te creas que te vas a librar, pronto llegará tu hora.
—Severus, por favor…
Le agarró de la mandíbula y lo apretó con fuerza.
—Por favor ¿qué?, mi hijo no pudo pedir nada. Lo mataron por lo chivato y rastrero que has sido siempre.
—Ellos me obligaron…
—¡No mientas! —le dio un puñetazo en las costillas—. Sé perfectamente cómo eres. Aunque no pensé que tendrías valor para delatarme. Si lo hubiera sabido, no habrías ni entrado en la cárcel, habría acabado contigo hace tiempo.
—¿Y por qué no me has matado en el hospital? —le preguntó asustado.
Severus miró a sus dos matones y uno de ellos se acercó y le entregó una caja alargada.
—Verás, Draco —le dijo a la vez que abría la caja—. Tú mejor que nadie sabes lo que es esperar algo con mucha impaciencia —miró hacia Hermione—. ¿Crees de verdad que iba a deshacerme de ti de una forma tan sencilla?
Draco forcejeó intentando soltarse pero estaba fuertemente atado a la columna. Severus se acercó más a su rostro y le susurró.
—Voy a matarte de forma lenta y muy dolorosa —dijo de forma pausada—. Desearás que termine pronto, pero no lo haré, querrás morir, pero no te mataré. Yo decidiré cuándo y cómo.
Lo que ocurrió a continuación, fueron una sucesión de gritos y suplicas por parte de Draco, mientras que Severus, le iba rompiendo despacio los dedos del pie derecho, uno a uno, luego siguió con la mano izquierda. Luna miraba al suelo horrorizada, la agonía se reflejaba en cada grito, en cada siniestro sonido de huesos rotos, pero Hermione no sentía nada, ni alegría ni pena. No podía tener compasión por él, estaba fría como si se hubiera convertido en una estatua incapaz de sentir. Draco se desmayó del dolor.
—Le daré un respiro, es mejor que nos vayamos de aquí. Continuaré con él en otro sitio.
Desatadle.
Ellos obedecieron, a la vez que Severus se acercaba a Hermione.
—Ahora me tengo que encargar de ti —miró hacia ella y fue acercándose—. Me caes bien y he de reconocer, que has hecho un buen tu trabajo, pero como comprenderás, no puedo arriesgarme a dejarte con vida.
Se levantó y se alejó un poco de Luna.
—Por favor, déjelos libres, ellos no deberían estar aquí.
—Es cierto, Hermione, pero lamentablemente se han metido en este asunto y no puedo arriesgarme — llegó hasta ella y apuntó con la pistola a su pecho—. No te preocupes, mis muchachos lo harán rápido.
Vio como acercaban a Harry donde estaba Luna. Le obligaron a ponerse de rodillas. Los iban a ejecutar.
Hermione observó la escena, nada había salido como lo había planeado, todo estaba siendo un completo desastre. Los tres iban a morir allí y no iba a poder hacer nada para evitarlo. Tomó una decisión esa misma tarde antes de ir a ver a Harry al hospital. Creyó que al hacer esa llamada, lograría tener alguna esperanza, pero no sabía por qué no estaba saliendo bien. ¿Dónde demonios estaba Minerva?, pensó Hermione.
Minerva estaba en el tejado, no paraba de llover. Todos esperaban la orden para atacar, pero no llegaba.
—¿Cuándo coño van a confirmar si es él? Tenemos que entrar ya.
—Tranquila Minerva, todavía no han podido hacer un reconocimiento. Antes de atacar tienen que estar seguros de que es Severus el que está dentro o la operación no habrá servido para nada.
—Te recuerdo que tienen rehenes y que dentro está mi informador. Si no entramos ya, será demasiado tarde. Draco está allí, lo hemos visto.
—El equipo está muy cerca, ya han accedido al edificio, en cuanto nos den autorización, actuamos.
Minerva no quería esperar más, le daba igual lo que le dijese su jefe. Él era uno de los mejores, pero estaba segura de que si no actuaban pronto, Hermione acabaría muerta. Esa misma tarde le había llamado, por fin le explicó todo lo que le había ocurrido durante esos días. Cuando le dijo que Severus se había puesto en contacto con ella no le sorprendió, pero sí que hablaran todas las noches. Hermione le dijo que tenía que terminar de una vez por todas con todo aquello. Le pondría en bandeja a Severus y a Draco.
Ambas sabían que era un plan arriesgado y muy peligroso, pero Hermione prefería morir que seguir viviendo así, además estaba convencida que si no la mataba Draco lo haría Severus. Le contó que tenía a su amiga Luna y que ya no solo dependía de ella. En cuanto colgaron se lo contó a su jefe y se preparó todo el despliegue. Llevaban mucho tiempo detrás de Severus, por lo que varios departamentos tendrían que trabajar juntos para que todo saliera bien. Apenas tenían tiempo, Hermione le había llamado con muy poca antelación, pero consiguieron organizarlo lo mejor posible.
Tenían que darle un pequeño rastreador para que supieran en todo momento donde estaban. Hermione le dijo que iría al hospital a ver a Harry, por lo que un policía que iba de paisano le dejó el rastreador en uno de los lavabos de la quinta planta, en la zona del centro. Si la estaban siguiendo, los hombres de Draco pensarían que iba a ver a su novio y no sospecharían. Ella había seguido bien las instrucciones, gracias a eso, pudieron lograrlo sin problemas. El equipo táctico había entrado en acción, estaban viendo lo que sucedía, pero solo había unas pequeñas antorchas y no se podía distinguir el objetivo desde esa distancia. ¿Cuánto tiempo más tendría que esperar?, se preguntó Minerva.
Hermione pensó que la policía no entraría, quizá el GPS no había funcionado. Aunque antes de irse del coche le mandó un mensaje a Minerva para que supiera donde estaba, pero no sabía si lo había recibido. Se dio cuenta que estaba sola, o hacía algo ella o nadie los salvaría. No le quedaba otra opción.
Severus la cogió del brazo para acercarla donde estaban Harry y Luna. Su mirada se cruzó con la de Harry, juraría que adivinó sus intenciones. Suavemente negó con la cabeza para que no lo hiciera, pero ya era demasiado tarde, había tomado una decisión. Entrecerró los ojos y antes de que Severus se pudiera dar cuenta, le cogió de la muñeca y le retorció el brazo situándose detrás de él, a la vez que un cuchillo apuntaba su garganta. Unos minutos antes, Hermione había perdido el arma cuando forcejeó con Draco, pero en cuanto entró Severus y, fue a ponerse la camiseta, lo cogió del suelo y lo ocultó. Ahora estaba utilizando a Severus como escudo.
—Diles que tiren las armas o te juro que te mataré.
—Vamos, no seas absurda. Nunca has matado ni a una mosca. Ella profundizó con la afilada punta en su cuello.
—No te imaginas lo que puede hacer el odio, si no llegas a entrar por esa puerta, Draco estaría muerto. Lo único que tengo que perder se encuentra en esta habitación. Déjalos marchar y no tendrás que comprobar si soy o no capaz de hacerlo.
Severus se quedó callado.
—Hacedlo.
Los dos matones que estaban cerca de Luna y Harry tiraron las armas. Los otros dos que tenían a Draco agarrado por los brazos, le soltaron e hicieron lo mismo.
—Harry, llévate a Luna de aquí.
—No me iré sin ti —contestó él.
—Por favor, por una vez haz lo que te pido. Necesito que la saques de aquí.
—Ven con nosotros —le suplicó él.
—Sí, lo haré, pero cógela y ve saliendo. La policía debe estar fuera. Sintió como el cuerpo de Severus se tensaba.
—Sí, creías que no diría nada, ¿verdad? —susurró Hermione en su oído—. Estoy cansada de ambos, sabía que no iba a salir viva de aquí. Al menos si tengo que morir, tú tampoco te librarás por todos los crímenes que has cometido. Pagarás por la sangre derramada de mi tío, por todas las familias que habéis extorsionado durante todos estos años.
—Tenía que haber terminado contigo cuando tuve la ocasión —le espetó con rabia.
—Quizá, pero ahora no tendrías a Draco, no se puede tener todo.
—Te equivocas…
En ese momento él le dio un puñetazo en el estómago y se tambaleó. Sorprendida le soltó y perdió la ventaja que tenía sobre Severus. Sus hombres al ver lo que ocurría se lanzaron a por las pistolas, a la vez que Harry se abalanzaba hacia uno de ellos para impedírselo. Hermione logró darle una patada para evitar que la volviera a golpear, con una mano le amenazaba con el cuchillo para que no se acercase. Era más grande que ella y si lograba cogerla no sería capaz de soltarse.
Todo sucedió muy rápido, Hermione vio que el hombre rubio con el pelo de punta alcanzaba un arma del suelo y apuntó hacia Harry para que dejase de golpear al otro hombre con el que luchaba. En ese instante todo le parecía que ocurría a cámara lenta, el gigante rubio disparó el arma, pero Harry se situó detrás de su oponente y la bala no le alcanzó, cuando iba a dispararle de nuevo, una bala alcanzó al gigante en el pecho antes de que pudiera efectuar otro disparo. Hermione miró hacia la puerta y no paraban de entrar hombres con chalecos azules. Se escucharon gritos, "quietos" "tirad las armas". Nadie lo hizo y comenzó un tiroteo. Hermione se ocultó detrás de la columna, miró hacia donde estaba Luna, vio que estaba en una de las paredes, acurrucada y se tapaba la cara con las manos. Harry corría en dirección a Hermione esquivando las balas, mientras que Severus se enfrentaba con la policía.
De pronto sintió un fuerte tirón en el pelo, se dio la vuelta como pudo y vio a Draco, la cogió de la muñeca, se la retorció intentando clavarle el cuchillo que ella misma tenía en la mano. Su cara desprendía rabia y odio. Veía la punta afilada acercarse a su hombro, tenía demasiada fuerza, sintió el acero profundizando en su piel y gritó. La estaba apuñalando y notaba como cortaba su carne. Hermione recordó que él tenía los huesos rotos de los dedos de la otra mano. La agarró y la retorció con todas sus fuerzas. Él se separó unos centímetros al sentir el intenso dolor, a la vez que sacaba el cuchillo. Le dio un cabezazo y Draco perdió el equilibrio. Una bala silbó cerca de su oreja y Hermione se estremeció. Él gritó y fue de nuevo hacia ella y justo cuando la iba a apuñalar de nuevo, recibió un tiro en el estómago. La miró fijamente a los ojos a la vez que se tocaba la herida, su cara de sorpresa y temor se mezclaron con el odio de saber que no podría alcanzarla. Se cayó de rodillas y se quedó inerte en el suelo.
Hermione se dio la vuelta y vio a Minerva apuntando con el arma hacia Draco. La había vuelto a salvar la vida. Miró a su alrededor, dos policías estaban hablando con Luna, parecía que le preguntaban si se encontraba bien. Otro agente esposaba a uno de los hombres de Severus. Observó que los otros tres hombres estaban muertos, no veía a Harry, desvió la vista hacia su derecha y cerca de ella yacía el cuerpo de Severus con una bala en la cabeza.
—¿Dónde está Harry? —dijo Hermione mirando hacia Minerva.
Ambas comprobaron de nuevo la habitación y entonces le vio. Estaba debajo de uno de los hombres de Severus. Hermione salió corriendo en su busca, le dio un pinchazo de dolor en el brazo, pero no le importó. El corazón latía violentamente en su pecho. Llegó hasta él y con gran esfuerzo apartó el pesado cuerpo de encima suyo.
—¡Harry! —gritó. Le dio la vuelta y tenía los ojos cerrados—. ¿Por favor, despierta? —Le abrazó con fuerza—. Mierda, Harry, joder, no me hagas esto.
Y entonces le escuchó.
—Que boquita tienes, Hermione… —murmuró algo débil. Ella le miró con los ojos vidriosos y vio que sonreía.
—¿Te has hecho el muerto para que te abrazase?
—No cariño, me he dado un golpe en la cabeza cuando ese gigante se ha caído sobre mí. Aunque reconozco que ha sido una escena conmovedora —se tocó las costillas dolorido—. Solo te ha faltado decir esas dos palabritas que te cuestan tanto decir.
—Serás… —y le pegó en pecho.
—Auch, cariño, que estoy débil—. Harry vio que Hermione estaba sangrando y se incorporó de golpe—. Mierda nena, estás sangrando.
—No es nada —dijo a la vez que se miraba el hombro. Minerva se acercó hacia ellos.
—Chicos, vamos a salir de aquí. El equipo médico ha llegado, será mejor que te vean esa herida.
Salieron a la calle. Harry no la soltaba, ayudándola a andar. Luna estaba en una de las ambulancias, tumbada en una camilla. Hermione entró y se sentó a su lado.
—¿Estás bien? —preguntó Luna—. Tenía miedo de que te hubieran hecho algo. Hermione le agarró de la mano.
—Estoy bien, ¿y tú?
—Ahora sí.
Sonrieron y se dieron un fuerte abrazo, pero ambas se quejaron por las heridas que tenían.
—Estamos hechas un asco, será mejor que vayamos al hospital —dijo Luna.
Se fueron los tres en la misma ambulancia, pero antes Hermione se despidió de Minerva y ésta le dijo que iría a verla allí.
Al día siguiente se despertó con el brazo dolorido. Le habían tenido que dar puntos, pero se encontraba bien. No había nadie en la habitación, estaba sola. Recordó el día anterior, parecía que había sido un sueño. Harry le dijo que iría a la comisaría con Minerva a declarar, después iría a casa a ducharse. Quería volver esa misma noche, pero Hermione se lo impidió, prefería que ambos descansaran y podría verla al día siguiente.
—Hola, ¿estás despierta? —giró la cabeza y vio a Minerva.
—Sí, pasa —le tendió la mano para que la agarrase—. ¿Cómo ha ido todo?
—Muy bien, la pena ha sido que Severus murió en el tiroteo. Lo querían vivo, pero bueno, al fin lo hemos atrapado, por lo que si antes la organización estaba debilitada, ahora prácticamente ha desaparecido. No tenía muchos aliados que digamos.
—Gracias por todo Minerva, siempre has estado ahí para mí. Siento no haberte dicho lo que ocurría, pero tenía miedo y necesitaba esperar y ver cuál era la opción correcta.
—Y lo hiciste bien, pero me hubiera gustado que confiaras antes en mí.
—Lo importante es que lo hice —sonrió.
—Sí, me alegro de que así fuera. Espero que sigamos en contacto, ahora ya eres libre. Hermione no se atrevía a preguntar.
—Y, ¿Draco?
Minerva miró hacia abajo e hizo una mueca.
—Bueno, tenía un disparo en el estómago. Ayer le operaron de urgencia y por ahora está en observación, su estado es muy crítico—. Hermione asintió y se acarició el pelo algo nerviosa—. No te preocupes, si sobrevive, esta vez no saldrá del hospital. Irá derecho a la cárcel.
—Sí, lo sé —murmuró.
Si era honesta no estaba del todo segura que fuera así, parecía que Draco encontraba siempre la forma de renacer de sus cenizas. Era como si tuviera siete vidas y solo las viviera para lograr martirizarla, como si ese fuera su único aliciente. Se preguntó si realmente habría acabado todo.
