Burning Lavender
By: HybridVirus
Disclaimer: Hetalia y sus personajes son pertenencia de sus respectivos dueños, solamente soy dueña de Rafaela y no hay ninguna ganancia con esto, más que darles amor a las relaciones de mi país con otros países; solo soy una fan que escribe para fans.
Pd: Se aceptan donaciones en PP :La descalabran:
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Capitulo V
Los suaves murmullos de los pasos del vampiro resuenan en el silencioso pasillo, hay algo realmente escabroso en el silencio que se ha apoderado del castillo, el mismo es algo completamente inusual en este lugar, que siempre se encontraba plagado por la armoniosa música que su amo tocaba. Los helados zafiros se deslizan sobre las gruesas cortinas, que bloquean sin piedad hasta el más mínimo rayo de la luz del sol ¿Siempre han sido así de abrumadoras, las blancas paredes a su alrededor? Los ojos del rubio platinado se entrecierran, en un gesto que parece ser una mezcla entre la molestia y la preocupación. Su amo se encuentra muerto ahora, pero eso quiere decir ¿Que Siegfried finalmente es libre? Un cansado suspiro escapa de los pálidos labios, mientras abre la puerta de la oficina que le pertenece al nuevo amo de Estiria.
–Está hecho Mathias.
Sentencia la voz del dueño de los orbes azul violáceo, al mismo tiempo que se adentra en la oficina cuyas ventanas se encuentran cubiertas por las mismas cortinas que evitan la luz del sol. La sonrisa del más alto se ensancha en sus labios, al mismo tiempo que sus colmillos se vuelven visibles a los ojos de su hermano de sangre. Siegfried no puede evitar arquear una ceja ante la aparente emoción que se apodera del alto vampiro. Hay algo en los orbes de Mathias que el peliplateado reconoce como la ambición, y el deseo de poseer innato de todos los depredadores que son como ellos. No hay vampiro que no disfrute de tener el poder para doblegar a otros a su merced. Es por eso que la idea de que su hermano este tan dispuesto a intentar derrocar a Drácula, le parece algo natural en su naturaleza, pero de igual forma es algo completamente descabellado.
–Excelente Siegfried, las cosas avanzan como planeamos.
El rubio platinado se cruza de brazos al mismo tiempo, que mantiene su mirada fija en la silueta del hombre, que ya no es un esbirro y ha heredado el título de amo. Claro que sabe que su hermano posee el poder suficiente, para sostener el título del señor vampiro de Estiria. Pero… acaso Mathias ¿Posee la capacidad suficiente para proteger el nido que heredo y debe proteger a toda costa? Una pequeña vocecilla en su cabeza le dice que su hermano no heredo nada, simplemente hizo lo que los vampiros hacen, tomo por la fuerza algo que no le pertenecía para satisfacer sus deseos. Las resplandecientes aguamarinas se posan sobre los gélidos orbes del dueño de las hebras platinadas, por un instante el dueño de las pálidas hebras puede jurar que siente como su piel se eriza, al ver la oscuridad que proviene del recién coronado señor vampiro.
–¿Cuál fue la respuesta del viejo?
Un suspiro escapa del hechicero al mismo tiempo que se deja caer sobre uno de los vistosos sillones, que se encuentran en la oficina de Mathias. No era la primera vez que usaba un espejo, para poder comunicarse con otro vampiro. Pero si era la primera vez, que podía percibir el poder del mismo a través del articulo mágico. La idea de Mathias era algo completamente inaudito, ese hombre poseía tal fuerza que podía entender por qué el resto de la sociedad vampírica, prefería servirle en vez de interponerse en su camino. El único vampiro que se había atrevido a oponerse a él, se encontraba probablemente muerto y sus tierras parecían estar bajo alguna clase de maleficio, pues no había visto humanos en algún punto cercano a los límites de las tierras húngaras.
–Drácula está dispuesto a reconocernos como los amos de Estiria, enviara a uno de sus forjadores esta noche.
Los orbes del vampiro de más baja estatura, se cierran al sentir la firme mirada de su hermano posarse sobre su persona. Hay un ardor que Siegfried no puede comprender en la forma que lo observa el más alto, el rubio platinado sabe que la emoción no va dirigía a él. Pero igual no puede entender el deseo, que proviene de Mathias… El vampiro más grande es frio, despiadado y cruel con sus presas. No hay mujer que no se derrumbe ante el falso encanto, que el dueño de los orbes cerúleos posee. El imponente rubio le recuerda a una astuta araña, que teje una hermosa mentira para envolver a una pequeña, frágil e inocente mariposa. Excepto que esta criatura que Mathias tanto anhela poseer… no podría ser considerada como una mariposa. No, Siegfried se atrevería a compararla más bien con un astuto y malicioso súcubo, que no hacía más que jugar con la mente del atormentado idiota que llamaba hermano.
–¿Fuiste bastante claro sobre a cuál de ellos quiero?
Los gélidos orbes índigo miran de reojo al mayor de todos sus hermanos, algo le dice que a pesar de haber ganado poder al unirse a Mathias, en lo que es una especie de consejo con el resto de sus hermanos, en verdad nunca conocerá por completo lo que es la libertad. 'Sí, solicite la presencia de la asesina de cazadores.' Menciona el dueño de las hebras platinadas con un tono incrédulo, pues Siegfried no es idiota y recuerda de sobra el gesto de molestia en el rostro de Drácula, al pedir explícitamente la presencia de la mujer. La acción del señor vampiro, aunque discreta revela mucho a quienes son seres observadores. El recuerdo de la excusa del aprecio de su antiguo señor por la forjadora que les salvo la vida una vez, parece calmar la molestia en el rostro del vampiro pelicastaño, pero igual confirma aquello que Siegfried sabe de sobra, pero que su hermano se rehúsa a aceptar y comprender.
–Esto no cambia la verdad, tu idea es completamente descabellada.
Sentencia la voz del más bajo, al mismo tiempo que mira al rubio girar los ojos en un gesto fastidiado, ante la firme insistencia con la desustancia de su plan. Si no puede persuadir al idiota de que piense bien las cosas, sin la menor duda todos ellos morirán al poco tiempo de haber tomado control de este lugar. Incluso si Mathias puede convencer a esa mujer de que se incline ante él, Drácula no lo aceptará y vendrá por ella, pues al final de cuentas el hombre es un vampiro… y está en su naturaleza el desear poseer aquello que ve como suyo. Al final todos morirán por el ridículo capricho de su hermano, y por la insolencia de esa mujer indispuesta a no ceder ante el encanto de Mathias.
–Bien, pronto obtendré todo lo que quiero, y entre ello va incluido que te tragues tus palabras.
El dueño de los orbes azul índigo se pone de pie, al ver el silencioso ademan del amo de Estiria para que se retire. Un cansado suspiro escapa de los labios del rubio, al mismo tiempo que sus orbes se posan en la misma mano, con la que en algún momento sujeto a la forjadora de demonios. Los humanos estaban hechos para servirle y doblegarse ante sus deseos. La pálida piel de los dedos de Mathias se desliza lentamente sobre el costado de su rostro, para después bajar hacia su cuello suavemente. El rubio podría jurar que aún puede percibir el calor del cuerpo de la mujer en sus dedos, la ardiente sensación se desliza como una fantasmal serpiente aferrándose despiadadamente a su cuerpo, sin dejarlo escapar del recuerdo del calor de esa piel bronceada y el aroma que se despide de la misma.
–Ah… pequeña e insolente forjadora… ¿Qué me has hecho?
Solamente quería sentirlo una vez más… un discreto escalofrío se apodera del rubio, al mismo tiempo que un suspiro escapa de lo más profundo de sus pulmones, mientras recuerda la molestia en esos ardientes ojos… los mismos que lo miraban como si no fuera digno de su presencia, esa astuta y afilada lengua que le contestaba sin miedo alguno, la forma en la que su cuerpo parecía quemarle con su cercanía, junto al suave y rítmico palpitar de un corazón que le recordaba a la humanidad que había perdido hace tanto tiempo atrás. Mathias había crecido entre la nobleza de los vampiros, un lugar donde es sencillo obtener todo lo que quieres, lo único que necesitas es poder para sustentar tu dominio sobre ello. Sabia de sobra que siempre obtenía lo que quería, y estaba consciente de que la hechicera no sería diferente. La única interrogante era, si caería en sus manos… ¿Por las buenas o por las malas?
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El aroma de la sangre se extiende en el exterior de los alrededores del palacio, informando a los seres de la noche sobre las vidas, que están siendo tomadas en el interior de su territorio. Los orbes cerúleos se entrecierran repletos de molestia, usualmente esto es una afrenta a los ojos de cualquier señor vampiro. Pero cerca del palacio no hay aldeas, no hay razón alguna por la que un gran número de personas deba de estar aquí y es bastante notorio, que su amo se ha percatado de la situación que se está llevando a cabo en el interior del bosque. La mirada aguamarina se mantiene firme sobre el bosque que se extiende ante ellos, intentando ignorar la mirada acusadora de Siegfried que se mantiene fija sobre su perfil. El rubio sabe de sobra que no puede engañar a su hermano, pues es más que obvio para el ojiazul que esta situación es obra de su creación.
–Son cazadores…
Sisea con ira la voz del señor del territorio austriaco, mientras sus afiladas garras se presionan contra la piel de sus manos. La molestia que se desprende del ente de orbes violeta, es completamente notoria para los silenciosos esbirros del vampiro. La mirada aguamarina se entrecierre aún más, ante el inesperado resultado de sus planes. Pues aquello que debió de ser un simple ataque hacia el palacio donde su señor perdiera la vida, ha dado un vuelco radical a un mediocre ataque de cazadores, que ha preferido intentar encargarse de ese maldito anciano al que Mathias sabe de sobra no podrán vencer. La esperanza de esos hombres que han sido enviados al matadero, no es absolutamente nada contra la imponente fuerza de un vampiro.
–Tal parece que venían hacia nosotros… y encontraron a Drácula.
Menciona la tranquila voz de Siegfried al mismo tiempo que se acerca hacia su señor, la mirada cerúlea se desliza sobre los árboles que se extienden alrededor del palacio que sabe debe proteger. Las manos del más joven del trio se cierran en un puño externando su propia molestia, ante cualquiera que sea la ridícula idea de Mathias que ha causado semejante molestia de los humanos. Esto rompe el balance con el que han vivido ya por mucho tiempo, y le obliga a interponerse en el camino de criaturas que sabe serán completamente destrozadas por su magia. A diferencia de su hermano el no disfruta de jugar con su comida, prefiere una cacería limpia y sin tanto pánico de parte de su presa. Incluso se atrevería a decir que prefiere un acuerdo que sea beneficioso para su cadena alimenticia. Pues sabe que necesita a la humanidad para sobrevivir.
– Tendremos que apresurarnos.
La premura que escapa de la voz del dueño de los orbes violáceos resuena en el interior de ambos esbirros, arrancando reacciones muy diferentes de ambos de ellos. Los pasos de Siegfried hundiéndose entre la gruesa nieve, consiguen que un gruñido escape de los labios del más alto de los tres vampiros. '¡No es nuestro deber protegerlo!' sisea la furiosa voz del dueño de los orbes celestes, mientras sus labios se hacen hacia atrás dejando ver la extensión de sus colmillos. Mathias no puede tolerar la osadía de ese demacrado señor de la noche, no hay forma alguna en la que tolere que ese hombre piense, que puede entrar en la tierra de su amo como si tuviera todo el derecho o la autoridad para hacer lo que le plazca.
–No te he preguntado, te he ordenado que te apresures.
Espeta con sus propios gruñidos la voz del hombre al que le debe la vida eterna, consiguiendo que la ira arrecie en las entrañas del rubio. Este hombre es simplemente patético y deplorable, Mathias no puede entender ¿Como su señor es incapaz de ver el potencial de esta situación? Hay un enemigo en desventaja frente a ellos. Existe la posibilidad de aprovechar las vidas humanas que igual serán tomadas por el supuesto rey de la noche, las mismas que les darían una minúscula ventaja para encargarse del hombre. Ellos tres son una fuerza imparable juntos, mientras que Drácula es solamente un vampiro que se estará enfrentando a ellos tres. ¿Cómo es que no se encuentra dispuesto, a proteger su territorio de ese anciano?
–Aunque aprecio la cortesía, es innecesaria.
Un escalofrió se apodera del rubio al mismo tiempo que sus orbes se encuentran fijos sobre la silenciosa silueta de Siegfried, quien con un rápido movimiento se ha alejado a toda velocidad de la extensión de los árboles, para evitar a la silueta en armadura plateada que ha sido arrojada desde el interior del bosque, hacia el nevado claro donde se encuentra el cuarteto de vampiros. Los orbes violetas se encuentran fijos detrás de Mathias, haciéndole entender al vampiro más joven, que esa voz ha venido desde sus espaldas. No hay forma en la que un vampiro pueda moverse tan silenciosamente… es completamente imposible que un ser de la noche pueda evadir todos los instintos de otros vampiros. Es simplemente imposible… pero está completamente seguro de que, quien se encuentra detrás de él en ese instante, es nada más y nada menos que el vampiro al que todos reconocen como al rey de la noche.
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La suave brisa entra por la abierta ventana de la torre, mientras en el cielo empieza a formarse esa majestuosa obra maestra, que llega con la caída del sol en el horizonte. Un suave suspiro escapa de los carmines labios de su señora, al mismo tiempo que Iván se mantiene cerca de la dueña de las hebras castañas. No hay forma en la que Iván pueda permitir que algo se acerque a su ama, a pesar de que la misma insista en que no hay peligro alguno en el recinto de forja. Los irises violetas se entrecierran más que conscientes de que la mujer ha estado forjando criaturas, por bastante tiempo en el silencioso recinto donde no hay más que, palabras repletas de orgullo para las criaturas que su ama crea a partir de los cuerpos humanos.
Las resplandecientes amatistas se posan sobre los gentiles tonos cerúleos del cielo, que dan paso a un suave tono lavanda que se mezcla con pinceladas de color naranja, amarillo y un suave tono rosado, creando así la apacible imagen de un hermoso atardecer. Iván se acerca a su señora para colocar su mano sobre la bronceada piel de la muñeca de la joven mujer. La piel del alto caballero demoniaco, se eriza al percatarse de la curiosa mirada que le dirige la dueña de las hebras castañas. Las miradas de demonio y forjadora se encuentran silenciosamente la una sobre la otra, mientras el silencio se vuelve más apreciable gracias al cese de la magia de la forjadora de demonios. Los irises violetas se posan sobre el cuchillo de resplandeciente obsidiana, que su ama aun sujeta firmemente en su mano.
–Mi señora debe descansar…
Susurra gentilmente la voz del dueño de las hebras rubias cenizas, al mismo tiempo que acerca su rostro al cuello de la ojimiel. Las mejillas de Rafaela se encienden de mil tonos rojizos, al ver la forma en que la criatura se acurruca en su cuello. Un tembloroso escalofrió se apodera de la bronceada piel, al percibir la gentil forma en que el rostro de Iván se restriega lentamente contra la columna de su cuello. Aunque es más que obvio que el caballero demoniaco, ha visto con el paso del tiempo las acciones de Emmet para hacerla que descanse, jamás habría supuesto que llegaría a imitarlas de tal modo. La sensación que esta forja produce con semejante gesto de cariño, es algo completamente diferente a la que su caballero alado produce en ella.
–Falta poco para terminar.
Menciona la pelicastaña al mismo tiempo que intenta escapar del agarre de la alta criatura, solamente para tartamudear al sentir la forma en que los robustos brazos del caballero, la envuelven en un posesivo abrazo. La sensación no es desagradable… por el contrario hay una extraña calidez que se esparce lentamente sobre su cuerpo. No es la primera vez que es abrazada por una de las forjas, pero esto es diferente… Los orbes miel se cierran lentamente, mientras se acurruca contra el peto de la armadura del caballero demoniaco, la sensación es muy diferente a la del frio metal. Hay un calor que se desprende del material que le hace pensar más bien en piedra o hueso, es gracias al silencio en el recinto que Rafaela puede percatarse del suave, y rítmico susurro de un corazón que late apaciblemente bajo la imponente armadura.
–Está bien, está bien…
Cede finalmente la ojimiel mientras siente como su cuerpo es empujado lentamente por la criatura, haciéndola caminar hacia atrás con Iván como la única guía de sus pasos. La gentil caricia del viento contra su piel, le hace girar el rostro hacia el atardecer, que yace frente a la abertura en el muro de la torre. Rafaela es consciente de las manos en sus hombros que la ayudan a sentarse sobre el viejo arcón, que se encuentra debajo del alfeizar de la ventana que bien podría pasar como una hermosa obra maestra, gracias a las suaves y coloridas pinceladas en el cielo. Con un movimiento lento y perezoso, la dueña de las hebras castañas subió uno de sus pies sobre el arcón, procurando introducir cuidadosamente el cuchillo en la discreta vaina, que lleva entre el espacio de sus altas botas y su pantorrilla.
–Casi anochece…
Susurra con un deje de incertidumbre la forjadora pelicastaña, al mismo tiempo que los dedos de su mano se aprietan formando un puño. Hay algo extraño en la calma que se encuentra ante esta situación, pues la misma parece ser el momento antes de que una tempestad, tome completo control de todo a su alrededor. Un pequeño gruñido escapa de la dueña de los orbes ambarinos, ella ya ha sentido esta terrible sensación con anterioridad… una vez hace años atrás, cuando su pequeña aldea había sido asediada por la personificación de la noche, en aquello que recordaba como una búsqueda de alquimistas y hechiceros. La suave sensación de unos dedos deslizándose gentilmente contra su cabello, llama por completo la atención de la dueña de las hebras cobrizas.
La mirada ambarina se posa sobre la criatura, que se encuentra con una de sus rodillas sobre el suelo. La pose le recuerda a la forma en que los señores vampiros se inclinan ante su maestro, aunque le parece raro que el ente haga semejante gesto, pues ninguna otra de sus forjas la trata con tanta fanfarria. La forma en que los dedos del demonio rubio se alejan de su cabello, la hace llevar su mano hacia ese mismo punto sobre su oreja, el mismo donde puede sentir como algo fue dejado por el caballero infernal. Una pequeña sonrisa se dibuja sobre los carmines labios de la ojimiel, al reconocer la sensación que producen los suaves pétalos de la pequeña rama de lavanda, cuyo tallo descansa plácidamente detrás del arco de su oreja.
Continuara…
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Hybrid-Virus
Yo! Buen día lectores espero que estén teniendo un excelente día. Honestamente no pensaba actualizar esta historia, porque el mes pasado había tenido triple actualización. Pero sorpresivamente aquí estamos de nuevo. Este mes si no creo que haya triple actualización para este fic, así que espero que por lo pronto disfruten bastante de este pequeño capitulo.
No importa como mueva o cambie las cosas en la historia, Iván siempre me parece una cosita encantadora… al menos mientras no entre en combate. En el capítulo que viene finalmente Mathias recibirá a un forjador de demonios, tendremos que esperar un poco más para ver como terminan las cosas en Estiria y si Drácula en verdad piensa en dejar que Mathias continúe como el señor vampiro de las tierras austriacas.
No tengo mucho que agregar a este capítulo con mis notas, simplemente que disfrute bastante la convivencia entre el demonio y la forjadora, ¡esperemos por más de dicha convivencia! Un dato curioso es que he visto en varios lugares que el cielo del atardecer al mezclarse con diversos colores, y dar paso a un tono lilaceo con naranja es llamado 'Burning Lavender' de ahí viene el título de esta historia. Del mismo modo se considera que quemar racimos de lavanda es una forma de conseguir una transformación espiritual, del mismo modo la lavanda representa la castidad, la sanación y la purificación. Algo que podríamos tomarlo como el llamado de las almas que usa Rafaela para forjar a sus demonios.
Sin más por el momento, dejen un review y nos vemos en la próxima actualización.
¿Dudas? ¿Comentarios? ¿Critica? ¿Etc.? ¡Ya saben qué hacer, envíen un review!
"Formemos parte de la línea de reviews, cuando leamos un fanfic con un personaje que nos gusta y no es muy común ver, de un fandom olvidado o de una historia que nos guste; dejemos un review, porque esa persona escribe para nosotros y que mejor forma de inspirarla y darle combustible para seguir"
