Ey breve aviso, en este capitulo es necesario que se haya leído con anterioridad la saga The Night Prince ya publicada en esta misma página, no les diré porque por la simple razón de que quiero que lean este cap. hasta el final, sin nada más que decir, disfruten la lectura…
Genética
- ¿Qué quieres decir con su fantasma? - La misma pregunta resonó a través de mi mente, pero Tyler preguntó primero. Quizás yo estaba todavía demasiado asombrada para responder.
- Es la sangre. La sangre desbloquea el poder de la tumba. Con ella, un mambo puede levantar Remnants y transformar al recién fallecido en un fantasma si el mambo derrama su sangre cuando la persona muere. - contestó Midoriko, señalando mi labio manchado de rojo. El eco sobrenatural había abandonado su voz, y habló con su usual dulce acento del sur.
Me devané los sesos para recordar los últimos momentos de la vida de Don. ¿Había inadvertidamente derramado algo de mi sangre como ahora al morder mi labio? No, había estado llorando demasiado. La mirada compasiva de Inuyasha coincidió con un destello de comprensión. Los fluidos de yokai son rosas debido al limitado índice agua-sangre en nuestros cuerpos, pero cuando Don estaba muriendo, había llorado tanto que mis lágrimas se habían vuelto escarlatas, manchando mi blusa y el suelo al lado de la cama de Don, donde estaba arrodillada, sin irme siquiera cuando su corazón había dejado de latir...
- ¿Puedes convertir a la gente en fantasmas? - Tyler sonaba casi asustado. La culpa hizo mi voz rasposa.
- Ya no. - Entonces encontré la mirada de mi tío.
Aunque viviera hasta los mil años, no olvidaría la angustia que vi ahí, o la ira. ¡Tú me hiciste esto!, gritaba su expresión, y él ya no sufría el asalto implacable de los Remnants. Eso acabó, pero su suspensión entre este mundo y el siguiente no lo haría. No era un espíritu que se había quedado porque aún tenía una última tarea que lograr, como habíamos estado pensando estos últimos meses. No, era uno de los pocos malditos que nunca podría cruzar, y era por mi culpa. El hecho de que yo no supiera lo que estaba haciendo cuando ocurrió era casi insignificante en comparación.
- Lo siento mucho. - Las palabras vibraron desde la más profunda de mis emociones.
Inuyasha tomó mi mano, su agarre aunando fuerza y confort, pero no sentía nada excepto el peso aplastante de mi culpabilidad. Ninguna disculpa arreglaría esto, y todos aquí lo sabían. Eso es por lo que mis siguientes palabras no fueron para rogar perdón y también por lo que mantuve las lágrimas a raya. Considerando lo que ellos habían hecho antes, sería sólo sal en la herida ahora. En cambio, clavé los colmillos en mi labio inferior, contenta del dolor que permitió el instantáneo goteo de sangre.
- Dijiste no sólo humanos, Don, entonces ¿sobre qué más hace Madigan sus experimentos genéticos? - La mirada de sorpresa de Tyler coincidió con su pensamiento, Eres una perra FRÍA. No se daba cuenta que todo lo que me quedaba era salvar a mis amigos, y Don había demostrado que no estaba dispuesto a renunciar a la información.
- ¿Qué más? - El ruido que hizo Don fue más un ladrido agonizante que una risa.
- Nada. Y… todo. - Sostuve la mirada de mi tío mientras dije las siguientes palabras.
- Te ordeno no irte hasta que haya acabado mis preguntas. ¿Entendido? - Su cabeza se sacudió afirmativamente. Mi siguiente mirada fue dirigida a Midoriko. Permaneció erguida, y tras un gesto de sus dedos, los Remnants dejaron a Don, para rodearla como un halo retorcido y etéreo.
- ¿Por todo te refieres a onis? - preguntó ella a mi tío con voz sedosa. Don no contestó.
- Probablemente. – Inuyasha me miró. Apreté los dientes, mordí mi labio otra vez y repetí la pregunta.
- ¿Por qué no estás seguro? - Esta vez vino de mí. Don se inclinó hacia delante, rodeándose con los brazos el torso como si intentara protegerse de los Remnants que ya no estaban ahí.
- Cuando trabajábamos juntos, sólo éramos capaces de encontrar cuerpos, pero esas cáscaras secas eran inútiles para los propósitos de Madigan. Ninguno de nuestros operativos fue capaz de traer un espécimen vivo... hasta… Kagome. - Mi culpa se echó atrás ante esa información. La expresión de Inuyasha se cerró y no necesitaba un espejo para saber que mi propia cara se había endurecido en los mismos planos pétreos.
- Madigan y tú todavía trabajaban juntos cuando me trajiste a bordo. - Una afirmación, no una pregunta.
- No pensamos que te quedarías, así que mientras te teníamos, intentamos aprender tanto como pudiéramos sobre tu dualidad de especies. – Don la contestó de todos modos.
- Oh, lo recuerdo. - le corté.
- Me sacaste sangre cada semana, además tenía más RMNs, rayos X, TACs, citologías y biopsias de las que podía contar, todo bajo la excusa de que no consumiera sangre humana o me estuviera volviendo más no muerta que viva con la edad, pero solo era tu rata de laboratorio. - Don alejó la vista, su silueta vacilante durante un momento.
- Hey. No te vas, te aseguro que aún no he terminado. Cuéntame más sobre esos experimentos genéticos. - Clavé los colmillos en mis labios, haciéndome sangrar.
- Era Madigan el que los hacía. Una vez que capturó yokais y onis para trabajar sobre ellos, su ámbito de aplicación se amplió, pero llegó a un punto muerto intentando combinar códigos genéticos. Las células humanas podían incorporarse a las de una especie o la otra, pero no a ambas… hasta ti. Como mestiza, tus células eran las únicas compatibles con ADN de yokai y oni. Madigan estaba convencido que hacer el mapa y duplicar tu código genético podía crear una versión segura y sintética de ambos virus yokai y oni para convertir soldados normales en superarmas. No le creí, pero entonces sintetizó Brams. – Don devolvió la mirada hacia mí, su boca estrechándose en una línea.
- Espera, Brams venía de sangre de yokai, no mía - interrumpí. Don no dijo nada, aunque por la clara vergüenza de su expresión, no necesitaba hablar.
- Cabrón mentiroso y manipulador. Si fueras sólido, te sacaría la perfidia a golpes, aunque tomara toda mi considerable fuerza. - gruñó Inuyasha, avanzando hacia él.
- Madigan intentó fabricar Brams primero con sangre de yokai, luego con oni, pero falló. La completa transformación de humano a no muerto cambió el código genético demasiado para que él lo manipulara. Sólo la sangre de Kagome, con su ADN humano y de yokai entrelazado a nivel celular, aunque no completamente transformado, era adecuada. - Don pasó una mano por su cabello gris, pareciendo más cansado de lo que nunca le había visto.
Midoriko miró a los Remnants todavía a su alrededor, elevando una ceja. Di con la cabeza una enfadada negativa. No, no lanzaría esas criaturas de vuelta sobre mi tío incluso si él había permitido un uso megalómano de mi sangre para crear una droga secreta que sanaba huesos rotos y heridas sangrantes como magia. Cuando Don me habló al principio sobre ello, me dijo que venía de filtrar los componentes de la sangre de no muerto, así que la llamaríamos Brams en honor al escritor del yokai más famoso del mundo. Parece que deberíamos haberla llamado "Kag" por la mestiza más crédula del mundo. Pensaba que todas las extracciones de sangre y pruebas eran porque Don era paranoico sobre mí "volviéndome malvada" por beber sangre de yokai. Poco sabía yo que Don estaba en secreto haciendo tratos con el diablo.
- ¿Durante cuánto tiempo usó Madigan su sangre, células y tejido para sus inmundos experimentos? - preguntó Inuyasha en tono seco. No tuve que morder mi labio y repetir la pregunta.
- Yo le cerré el grifo tan pronto como me di cuenta de que estaba equivocado con Kagome. No era corrupta como mi hermano... - Don parecía ansioso por responder.
- O tú - añadió Inuyasha.
- O yo - concedió Don con cansancio.
- Así que cuando Madigan se negó a echar marcha atrás en sus experimentos con ella, le despedí del programa. - Al fin, aquí estaba el origen de la enemistad entre los dos hombres.
No me extraña que Don haya querido llevárselo a la tumba y más allá. Si hubiera estado vivo mientras relataba esto, no creo que hubiera podido evitar que Inuyasha le matara, a juzgar por la rabia que irradiaba su aura.
- No te creo. No despediste a tu socio en silencio porque de repente recordaras tu conciencia. Madigan debe haber querido algo verdaderamente horrible para que finalmente actuaras. - espetó Inuyasha.
- No. - La mirada de Don saltó hacia mí, entonces la apartó.
- Mentiroso. - La acusación no vino de mí, aunque lo pensé el instante antes de que Midoriko lo dijera. Los ojos color avellana de la reina vudú se clavaron en Don como láseres gemelos.
- Miente otra vez, fantasma, y liberaré a mis siervos. - Don miró a los Remnants y tembló.
Sus bocas estaban obscenamente abiertas, y comenzaron a correr alrededor de Midoriko como si no pudieran esperar a lanzarse sobre él de nuevo. Dexter gimió mientras se escondía detrás de las piernas de Tyler. Incluso el perro tenía miedo de ellos. Mi tío abrió la boca… y nada salió. Entonces, con un temblor final, cuadró los hombros y extendió los brazos. Déjales venir, casi gritaba su postura. Mordí mi labio tan fuerte que los colmillos lo atravesaron.
- ¿Qué más quería hacer Madigan, Don? ¿Cosechar mis órganos? ¿Vivisección? ¿meterme en una jaula y mantenerme en un laboratorio eternamente? – Esas eran las cosas más horribles que se me ocurrieron, pero cuando su cabeza se alzó y su expresión era una mezcla de vergüenza absoluta y un ruego de comprensión, supe que era peor.
- Quería… fecundarte forzosamente para producir más sujetos de prueba con tu ADN compatible con tres especies, pero tan pronto como lo sugirió, le eché… -
Sentí la grieta en los escudos de Inuyasha justo antes de que la urna atravesara a Don y estallara en la pared detrás de él. Aunque había sido lanzada con suficiente fuerza para enviar una nube de cenizas a través de las piezas rotas, ninguno de nosotros la había tocado, los ojos de Midoriko se ampliaron mientras miraba alrededor. Entonces una lenta sonrisa se extendió por sus labios.
- Interesante - dijo, mirando fijamente a Inuyasha.
- Más bien raro cuando hace eso - murmuró Tyler a nadie en particular.
- Mereces permanecer como un fantasma para siempre. - A Inuyasha no parecía importarle haber descubierto ante Midoriko sus habilidades telequinéticas. Su mirada era toda para Don mientras clavaba un dedo en dirección a mi tío.
- Yo… yo no lo hice - comenzó Don.
- Cállatelo - tronó Inuyasha. El suelo en realidad comenzó a temblar cuando bajó sus escudos y el completo peso de su encendida furia rompía en la habitación.
- Permitiste que Madigan viera lo valiosa que ella era para su plan de súpersoldados, entonces despertaste su apetito negándote a permitirle acercarse a ella durante años. ¡Sangriento infierno, ella es un yokai por completo ahora, y todavía sigue obsesionado con ella! Pero tú lo sabías cuando corrió a tomar tu trabajo tras tu muerte, y aun así te negaste a divulgar la verdad, así que ahora no tienes permitido defenderte. - No hablé tampoco, todavía aturdida por esta bomba.
Mi relación con Don siempre había sido complicada, es verdad. Cuando nos conocimos, me chantajeó para que trabajase para él. Fue sólo después de descubrir que estábamos emparentados que supe la razón de los prejuicios de Don contra los yokais. Max, mi padre, había asesinado a sus propios padres después de convertirse en un yokai. Durante décadas, Don había culpado de las acciones de su hermano al vampirismo antes de finalmente admitir que Max había sido un imbécil retorcido cuando era humano, también.
- Hazle decirte dónde está, Gatita. - El tono duro de Inuyasha me sacó de mis pensamientos.
- ¿Dónde está qué? –
- Las instalaciones que Madigan usaba para trabajar. - Comenzó a dar vueltas alrededor de mi tío, deteniéndose sólo para extraer un trozo de la urna de Don de debajo de su bota.
- No estaba trabajando en tu antiguo recinto. Conocías cada centímetro de ese lugar, sin mencionar que lo habría leído de los pensamientos de alguno de los empleados. Así que, ¿dónde estaba Madigan llevando a cabo sus experimentos? Probablemente, sea donde Tate y los otros están ahora. - continuó Inuyasha.
- ¿Dónde? - pregunté a Don, rasgando mi labio mientras dije esa única palabra.
- Charlottesville, Virginia, en la vieja fábrica de suministros de fontanería en Garrett Street, pero ha estado vacía durante años. -
- Lo comprobaremos de todos modos. Nunca abandonó su proyecto favorito como su interés en Kagome y mi gente desaparecida atestiguan. - afirmó Inuyasha.
- Cuando encuentres esta instalación, necesitas cerrarla y eliminar a todo el que esté asociado a los experimentos. - Midoriko alzó las cejas, otro gesto de sus dedos hicieron que los Remnants desaparecieran como succionados por un torbellino invisible. Entonces se acercó, su movimiento de alguna forma más amenazante por lo relajada que parecía.
- Oh, tengo intención de hacerlo - dije, aún dividida por la culpa por lo que le había hecho a Don y la rabia por lo que él había permitido que Madigan me hiciera.
- Las intenciones no son suficientemente buenas. Tienes sesenta días. – declaro.
- ¿Qué? Ni siquiera estamos seguros de dónde está esta instalación. Además, Madigan ha trabajado en operaciones encubiertas durante décadas. ¡Podría tener laboratorios secretos y bases por todo el país! - espeté.
- Exactamente - dijo Midoriko. Entonces apuntó hacia mí, y no creo que fuera un accidente que lo hiciera con el dedo con el anillo de invocar a los Remnants.
- No soy la única que no tolerará a humanos intentando crear súper soldados mezclando nuestros códigos genéticos. Si no has destruido esta operación por completo en sesenta días, asistiré al Consejo Guardián para eliminarlos por otros medios. - continuó Midoriko.
- ¿Ustedes tienen un consejo? - preguntó Tyler pareciendo intrigado.
No contesté. Estaba demasiado ocupada traduciendo lo que eso significaba. "Tierra arrasada" sería una amable descripción de lo que quedaría si Midoriko y el cuerpo de reglas de los yokais se ocupaban de esto. No pararían hasta matar a Madigan y sus científicos locos… destruirían a todos, hasta el último oficinista o jardinero. Eso significaría cientos de empleados, sin mencionar a mis amigos, si todavía estuvieran vivos. Y tal masacre podría provocar que los líderes mundiales que lo sabían dejaran de hacer la vista gorda ante la existencia de onis y yokais. Midoriko sabía esto, pero ella y los Guardianes de la Ley se arriesgarían para asegurarse que la fusión de especies cruzadas nunca se convirtiera en una realidad.
Después de todo, los yokais y onis casi habían peleado en dos ocasiones antes sobre la posibilidad de que una persona pueda ser mitad yokai y mitad oni al mismo tiempo. La última vez, esa persona había sido yo, y sólo mi conversión en un yokai completo había impedido tal guerra. Madigan, el tonto arrogante, no tenía ni idea del nido de avispas que había despertado, y si teníamos mucha suerte, moriría sin llegar a saberlo. Naturalmente, necesitaríamos mucho más que suerte, como la desalentadora mirada que Inuyasha me lanzó me recordó.
- Imagino que eso significa que te veremos en sesenta días. - Me quedé mirando a Midoriko, sin saber cómo detendríamos esto en el tiempo asignado, sólo sabiendo que teníamos que hacerlo.
- Eso espero, mi querida Parca Negra, por el bien de todos nosotros. - Su sonrisa era delgada.
La caravana olía como un restaurante italiano que ha sido invadido por drogadictos. No hace falta decir que no quería hablar con mi tío en ese momento, así que, si Don tenía intenciones de viajar a Charlottesville, lo iba a hacer por la línea de luz. Teníamos suficiente ajo y hierba para contener a un ejército etéreo. Tyler tampoco iba con nosotros para investigar el antiguo recinto de Madigan. La médium estableció que Dexter y él se quedaban fuera de esto, una sabia decisión. Me dejaba también una persona de confianza con la que dejar a Helsing. Mi gato había gastado probablemente ocho de sus nueve vidas en las otras batallas en las que había participado. No iba a abandonarlo en la que podría convertirse en la más peligrosa hasta ahora. No fuimos directos desde Nueva Orleans hasta Charlottesville. Nos detuvimos en Savannah, Georgia, primero. Conociendo a la persona a la que íbamos a recoger, esperaba que la dirección que nos había dado nos llevara a una mansión o un club de striptease, pero en cambio acabamos en una casa modesta cerca del parque Forsythe.
- El sistema de navegación debe habernos perdido - murmuré. Entonces la puerta se abrió, y un yokai alto y de cabello negro apareció. Se detuvo para soplarle un beso a la despeinada rubia que se demoraba en la puerta a pesar de llevar sólo una especie de piel de animal atada a la cadera y nada más.
- Ten esa espátula preparada cuando vuelva - le canturreó Koga.
- Ni siquiera quiero saber qué significa eso - fueron mis primeras palabras cuando se metió a la caravana. Koga chasqueó la lengua mientras se colocaba en el asiento detrás de nosotros.
- ¿No? Qué vergüenza, Bestia. Casado tanto tiempo, ¿y no has azotado a tu mujer con una espátula metálica todavía? - Me había acostumbrado a la asunción de Koga de que todo el mundo era tan pervertido como él, así que no vacilé.
- Preferimos batidores para nuestros juegos con utensilios de cocina - dije con cara seria. Inuyasha ocultó su sonrisa tras la mano, pero Koga miró intrigado.
- No he intentado eso… oh, estás mintiendo, ¿verdad? – me pregunto burlón.
- ¿Eso crees? - le pregunté con un resoplido.
- Estar relacionado con ella a través de ti es una verdadera prueba. - Koga dio un suspiro de exagerada paciencia y miró fijamente a Inuyasha.
- Eso es por lo que puedes elegir a tus amigos, pero no a tu familia, primo. – Esta vez, Inuyasha no intentó ocultar su sonrisa.
Una emoción apareció en la cara de Koga antes de que la cubriera con su habitual sonrisa afectada de soy un dolor en el culo y estoy orgulloso de ello. Si fuera alguien más, juraría que era alegría infantil por oír a Inuyasha llamarle "primo". Eventos recientes habían revelado su conexión humana largamente perdida, convirtiendo a Koga tanto en el maestro yokai de Inuyasha como en su único pariente sanguíneo vivo. Eso significaba que nunca me libraría de él. Claro que, considerando lo que mis parientes sanguíneos habían hecho, Koga era casi un santo en comparación.
- No dijiste demasiado cuando me llamaste, ¿así que cuál es la crisis esta vez? ¿brujas o licántropos? - dijo Koga arrastrando las palabras, sonando aburrido. Inuyasha expuso el plan de Madigan para crear súper-soldados mezclando ADN de yokai, oni y humano.
- Tan pronto como escuché que los humanos estaban clonando ovejas, esperaba que este día llegara. Debería haber imaginado que estarías completamente involucrada, Parca Negra. - Cuando acabó, Koga ya no parecía como si estuviera luchando contra un bostezo.
- Nuestra prioridad es eliminar el programa mientras minimizamos el daño colateral… Y rescatar a nuestros amigos, si todavía están vivos. - dije, luchando contra una punzada de dolor.
- Eso no es todo. Si Madigan tuvo éxito, también tendrás que destruir cualquier fruto de su trabajo. - Koga gruñó.
Estaba contenta de que Inuyasha estuviera conduciendo porque eso hizo que cada músculo de mi cuerpo se congelara. Había estado tan preocupada por las consecuencias de potenciales especies mezcladas que no había considerado lo horribles que serían las repercusiones si ya hubiera ocurrido. Si los yokais o onis descubrieran que sus atributos más fuertes podían ser sintetizados, luego añadidos a cualquier miembro de la raza humana, su reacción sería brutal. No sería la Tercera Guerra Mundial, sería la Guerra Mundial "Y" y "O".
- Tienes razón. - Mi voz era un graznido.
- Si ya ha hecho soldados genéticamente mezclados, deberán ser eliminados antes de que las naciones de yokais y onis se den cuenta de que es posible. - U otros gobiernos intenten hacerlo por sí mismos. No dije eso en voz alta, pero aun así quedó suspendido en el aire. De repente, la fecha límite de sesenta días de Midoriko parecía generosa.
- Podría no llegar a eso, Gatita. Con suerte Madigan está todavía en la etapa de ratas de laboratorio. - dijo Inuyasha, expandiendo su aura para envolver una suave banda alrededor de mis emociones.
- Eso espero - murmuré.
Si no, me ponía en la posición de ejecutar a gente por el crimen de ser genéticamente diferente, un cargo del que yo sería culpable desde el día en que nací. ¿Podía realmente hacerlo?, me pregunté. La pregunta más preocupante era, ¿qué pasaría si no pudiera hacerlo? Charlottesville, Virginia, me recordaba a una versión más grande de la ciudad en la que Inuyasha y yo vivíamos. Estaba localizada también en las Montañas Blue Ridge, y la vista de sus cimas nubladas me provocó una punzada de anhelo. Crecí entre las suaves colinas de la rural Ohio, pero desde la primera vez que vi las montañas, sentí que eran como un hogar para mí.
Allí es donde deseaba estar justo ahora. En casa con Inuyasha, rodeados de montañas que parecían mantener al resto del mundo aparte. Los pasados meses de relativa tranquilidad me habían mostrado lo que la mayoría de la gente llama una vida normal, y para mi gran sorpresa, me encantó. En casa, los únicos objetos de metal afilados que manejaba eran para el nuevo jardín que había plantado, y los únicos gritos que oía eran los maullidos de Helsing si el gatito sentía que no estaba recibiendo suficiente atención. Solía tener prisa por ir de caza, pero por mucho que quería a Madigan muerto, si hubiera podido matarle yo misma para que todo esto acabara, lo habría hecho. Sin dudarlo un segundo.
Quizás esto era lo que la gente llamaba volverse viejo. O quizás, después de tantos años de "cazar, matar, reagruparse y repetir", me daba cuenta de que no me quedaba nada más que probar, ni a mí ni a nadie más. El odio a los yokais ―y a mí misma― me había puesto en este camino letal a los dieciséis años. Gracias a 49 Inuyasha, todo ese odio se había ido hace tiempo, y la existencia había sido reemplazada por una vida real. Quería volver a esa vida, y sólo una cosa se interponía en mi camino. Madigan. Mi mandíbula se apretó. Gracias a él, no había acabado de cazar y matar todavía. Dejamos la caravana en un área boscosa y alquilamos un sedán de apariencia normal para nuestro reconocimiento. Entonces esperamos hasta que oscureció para rodear Garrett Street, conduciendo hasta pasar la antigua fábrica de suministros de fontanería tan lentamente como pudimos sin despertar sospechas. Como Don había predicho, el edificio parecía estar abandonado. Sin coches en el estacionamiento, sin luces en el interior, y las cámaras de seguridad no estaban operativas. Eso, o alguien debería ser despedido ya que las lentes de dos de ellas estaban rotas hasta el punto de ser inútiles para la vigilancia.
- Parece que nadie ha usado este sitio durante años - comentó Koga. Tal y como dijo Don. La decepción me inundó. ¿Ahora qué?
- No tenemos tiempo para esperar hasta que Madigan finalmente salga de su viejo recinto. Aunque disfrutaría atrapándole como a una rata y torturándole hasta obtener de él la verdad, tenemos una fecha límite, y podrían pasar semanas antes de que deje la seguridad de esas instalaciones. - dijo Inuyasha.
- Incluso si tenemos suerte y las dejara mañana, sería obvio quién le secuestró si Madigan "desapareciera" tan poco tiempo después de que fuimos a verle - añadí.
Tampoco podíamos irrumpir en mi antiguo recinto para capturarle por esa misma razón. Si lo hiciéramos, estaríamos mostrando nuestra mano a aquel con el que Madigan estaba involucrado, y, por lo tanto, dando a esa persona una oportunidad para cambiar su base de operaciones. O incrementar su seguridad. No, el elemento sorpresa era nuestra única ventaja. Gracias a Dios que Madigan no sabía que Don se había convertido en un fantasma. Por lo que concernía a Madigan, no teníamos forma de descubrir sus intenciones de mezclar especies, no dándole ninguna razón para ser más paranoico sobre protegerse más de lo que ya estaba. Hasta el día en que me mostrara para matarle, así es como pretendíamos mantenerlo.
- Podemos intentar alguna de las otras bases que Don y yo usábamos como casas seguras - comencé, sólo para obtener un repentino "¡Shh!" de Inuyasha para silenciarme.
Miré alrededor, sacando un cuchillo de plata. Nada se dirigía hacia nosotros, y mis sentidos no se habían alertado ante ninguna energía sobrenatural, así que, ¿qué era? Koga también miró alrededor antes de encogerse de hombros como si dijera, "Ni idea". Miré de vuelta a Inuyasha. Un ceño fruncía sus cejas, y su cabeza estaba inclinada hacia un lado.
- ¿Has oído eso? - preguntó suavemente. Envié mis sentidos hacia fuera. Ruido del tráfico cercano competía con sonidos de los restaurantes y otros negocios a lo largo de la calle, pero ninguno de ellos sonaba amenazante.
- No oigo nada fuera de lo normal - murmuró Koga.
- No tú - dijo Inuyasha con un deje de disculpa.
- Tú, Gatita. - ¿Yo? Qué podría yo oír que Koga no pudiera… oh, cierto.
Aparté los sonidos audibles para concentrarme en el zumbido de pensamientos por debajo. Después de un momento, trozos de oraciones se deslizaron en mi mente. La mayoría de las áreas pobladas a lo largo de la calle, pero unas pocas parecían ser transmitidas desde otro lugar. Debajo del edificio en ruinas que habíamos estado observando.
- No cerraron las antiguas instalaciones de Madigan. Las trasladaron mucho más abajo. - Inuyasha comenzó a sonreír.
Mi amigo Sesshomaru me dijo una vez que a prueba de sonido no significaba a prueba de mentes porque la telepatía viaja a través incluso de las paredes más gruesas. Lo que significa: Cualquier oficial de gobierno que haya respaldado secretamente a Madigan después de que Don lo despidiera había sido cuidadoso. Incluso con los sentidos sobrenaturalmente agudizados de un yokai, nada visible o audible nos daba un indicio de que el antiguo laboratorio estaba todavía operativo, aunque a cuatro plantas por debajo de su ubicación original. Sólo la habilidad de Inuyasha y mía de leer mentes nos dio la pista; aunque si no fuera por él, podría habérmela perdido de todos modos. Seguimos los pensamientos de un empleado en la entrada de la instalación, oculto en el ascensor de un estacionamiento a dos bloques de distancia.
Aprieta uno de los cuatro botones disponibles, y obtienes el nivel del estacionamiento indicado, pero mantienes el primero y el tercer botón pulsados al mismo tiempo, entonces introduces un código y desciendes varios niveles hasta un túnel secreto que conecta las dos localizaciones. Alguien que pusiera tanto esfuerzo en ocultarse no escatimaría en vigilancia, así que no intentamos capturar al empleado allí. En cambio, Inuyasha esperó al otro lado de la calle antes de seguir al joven rubio con gafas que subió a su vehículo y se marchó. Koga y yo fuimos a pie, esperando en lados opuestos de la calle. Sin importar qué camino tomara, nos pasaría a uno de nosotros. Tuve la suerte de que pasara por mi lado y lo aproveché rompiéndome el tacón y fingiendo tropezar en medio de la calle. El coche del joven se detuvo con un chirrido a sólo unos centímetros de donde estaba agachada.
- ¿Qué demonios, señora? - espetó, bajando la ventanilla. Mantuve la cabeza baja para que el cabello ocultara mi cara. ¿Quién sabe si Madigan había hecho circular mi foto entre sus empleados?
- Mi tobillo… Creo… creo que está roto. - dije con voz agitada. Una bocina sonó detrás de él, e hizo un ruido de exasperación.
- Roto o no, tienes que salir de la calle. - Me levanté, todavía manteniendo el cabello en mi cara, y entonces me desplomé con un grito falso cuando puse peso sobre el tobillo.
- No puedo - gemí.
Unas pocas personas miraban desde la acera, pero ninguna de ellas se ofreció a ayudarme. Dios bendiga la indiferencia de la sociedad. Si no hubiera estado bloqueando la carretera, el empleado de Madigan habría estado igualmente despreocupado, como sus pensamientos revelaban, pero yo era un obstáculo que necesitaba ser eliminado. Con un resoplido de irritación, salió de su coche y vino hacia mí.
- Dame la mano, te… - Eso es todo lo que dijo antes de que le golpeara con mi mirada, notando con alivio que sus ojos se pusieron vidriosos inmediatamente. Había estado medio preocupada de que Madigan hubiera adoctrinado a sus empleados contra el control mental dándoles sangre de yokai.
- No hables. Entra en el coche, en el lado del acompañante - dije en voz baja y resonante mientras subía al asiento del conductor. El empleado rubio obedeció, deslizándose en el asiento al lado del mío sin una palabra. Unos jadeos sonaron de las personas que miraban este giro de los acontecimientos, pero entonces Koga se acercó furtivamente al grupo.
- Mío, mío, mío, mío - dijo mientras recogía los móviles de los espectadores, mostrando su propia mirada hipnotizadora para detener las instantáneas protestas.
Ahora, al menos, no tendríamos que preocuparnos sobre un vídeo de esto acabando en internet. Aceleré sin esperar a Koga. Él sabía dónde íbamos. Conduje lo suficientemente lejos para abandonar el coche en un área oscura y desierta antes de tirar del empleado rubio y elevarnos en la noche. Demasiado tarde, me di cuenta de mi error. Había ordenado al hombre que no hablara; no le había ordenado que no se asustara. Cuando estábamos a un kilómetro de distancia, algo cálido traspasó mis vaqueros. Una mirada hacia abajo confirmó mis sospechas.
- Ew, ¿te has meado sobre mí? - El chorreado no contestó, por supuesto.
Le alejé tanto como pude sin dejarlo caer, ordenándole tardíamente que no tuviera miedo. Dejó de hiperventilar, pero la mancha delante de su pantalón seguía creciendo. Parece que una vez que el grifo se abría, no pararía hasta que estuviera vacío. Para empeorar las cosas, sin importar hacia donde lo girara, una mancha húmeda seguía acercándose a mí. Koga se reiría hasta la locura cuando viera esto. Apreté los dientes y me centré en dónde estaba, contenta de que el viento mantuviera el olor apartado de mí. Orientarse a vista de pájaro era difícil ya que las señales de la calle eran ilegibles desde esta altura, pero después de un par de ajustes, aterricé en el césped cerca de nuestra caravana, levantando sólo un poco de tierra con el impacto.
- Estás mejorando, Parca Negra. Aunque te ha llevado bastante tiempo. - apuntó una voz con acento inglés detrás de mí. Maldita sea, Koga ya estaba aquí. Me preparé en cuanto salió de detrás de la caravana.
- ¿Te las arreglaste para participar en una lluvia dorada por el camino? Qué lujuriosa. Estoy impresionado. – Olió, arrugando la nariz. Luego miró sobre mí y mi rubio cautivo, sonriendo.
- Ahórratelo o tu no podrás hacer nada lujurioso en la próximas décadas - dije encrespada, liberando a Chorreado y ordenándole que no corriera.
Ya que también le había ordenado que estuviera en silencio y no se asustara, permaneció ahí, sus pensamientos transmitiendo sólo curiosidad por estar atrapado en el bosque con dos criaturas de ojos brillantes. Le transmití todo el peso de mi hipnótica mirada antes de hablar otra vez.
- Cuando te haga una pregunta, contestarás con nada más que la verdad, ¿entiendes? - Un firme asentimiento mientras la palabra "Sí" cruzó su mente.
- ¿Cómo te llamas? - fue mi primera pregunta. No podía seguir llamándole Chorreado, aunque mi pantalón fuera la prueba de la exactitud del apodo.
- James Franco. –
- ¿Cómo el actor? - No pude evitar preguntar. Su expresión se transformó en una sonrisa.
- Sí, pero más pobre y feo. - No quería que James me resultara divertido. Con su trabajo, esto no parecía que fuera a acabar bien.
- No hables a no ser que sea para contestar mis preguntas ¿Sabes lo que somos? - dije con voz dura.
- Sí. - Una réplica seca esta vez.
- Bien, eso ahorra tiempo en explicaciones. Ahora, ¿sabes quiénes somos? - Di un brusco asentimiento.
- No. - Imagino que no habría necesitado esconder mi cara antes.
- ¿Alguna vez has oído el nombre Kagome Higurashi? –
- No. - Koga y yo intercambiamos una mirada sorprendida. Los pensamientos de James eran algodonosos debido al control mental que había aplicado sobre él, pero eran acordes a su respuesta, no es que yo creyera que estuviera fingiendo estar hipnotizado.
- ¿Qué haces en tu trabajo? - Sería mala suerte haber capturado un chupatintas que no tenía ni idea… James comentó a detallar una complicada descripción del análisis del ADN, corte de genes y genética de cruce de especies. No entendí la mitad de lo que dijo, pero la esencia estaba clara: Estaba justo en medio de los experimentos de Madigan.
- ¿Tienen tus instalaciones gente como yo atrapada? - pregunté, dejando al descubierto mis colmillos para enfatizar.
- No. –
- ¿Por qué mierda no? - espeté con frustración. Si Tate y Juan no estaban ahí, entonces Dave y Cooper tampoco lo estaban. ¡Maldita sea, esta había sido nuestra mejor pista!
- Los sujetos de prueba se encuentran en otros lugares - replicó James a mi pregunta retórica.
- ¿Dónde? - preguntó Koga antes de que yo pudiera. James parpadeó.
- No tengo autorización para esa información. - Inuyasha caminó al claro justo cuando agarraba a James por los hombros y lo levantaba de sus pies, casi sacudiéndole por mi repentina ola de esperanza.
- ¿Quién las tiene? - Las dos palabras salieron espaciadas por mi vehemencia, pero simplemente se ganaron otro lento parpadeo. Entonces James habló, y mis recién nacidas esperanzas fueron aplastadas.
- Sólo el viejo, el director Madigan. –
Tiré para abrir la diminuta puerta de la ducha, y maldije cuando la arranqué. En mi humor de perros, había olvidado controlar mi fuerza, un error de novata que no había cometido en años. Lo próximo sería mostrar los colmillos a un turista y decirle con mal acento europeo que quería beber su sangre.
- No todo está perdido, Gatita. - Inuyasha apareció en el diminuto dormitorio de la caravana. Me envolví una toalla alrededor y le lancé una mirada hastiada.
- Eres famoso por tu honestidad, así que las cosas deben estar bastante mal si me estás mintiendo para hacerme sentir mejor. - Una sonrisa se dibujó en sus labios.
- No miento, amor. James sabe más de lo que cree. - Me acerqué al estrecho armario y elegí otro traje, mirando detrás de mí para asegurarme de que Inuyasha había cerrado la puerta antes de dejar caer la toalla.
- Aparte de dañar a mi cerebro con las complejidades del código genético y empalme de ADN, no veo cómo su conocimiento nos ayudará a encontrar a nuestros amigos. Si Madigan no los ha matado todavía. - Koga espiaría descaradamente por un espectáculo gratuito, con lazos familiares o sin lazos familiares.
- Mientras te duchabas, James reveló que nuevas muestras de sangre se envían al edificio cada dos semanas para pruebas. La última hace ocho días, así que pronto llegará una nueva. Ese mensajero tendrá la información de dónde viene, y encontraremos la instalación a partir de ahí. - Por las lujuriosas miradas que Inuyasha dirigía a ciertas partes de mi cuerpo, no estaba por encima de admirar un espectáculo gratuito, tampoco, a pesar de la seriedad del tema.
- ¿Crees que Madigan es lo suficientemente idiota para poner una dirección de remitente en la etiqueta de FedEx? - Mi pregunta fue brusca para cubrir la chispa que titilaba en mi interior. Por favor, Dios, deja que esto funcione, no tenemos nada más... Inuyasha tomó la ropa que iba a ponerme y la echó a un lado.
- No, pero el mensajero o bien procederá de la instalación, o nos dirá de quién recibió el paquete. Eso nos dirigirá a Tate y los otros, Gatita, te lo prometo. - Entonces me atrajo hacia él, con su boca inclinada sobre la mía.
Uno a uno, los botones de la camisa se abrieron hasta que nada más que dura y lisa carne se 56 frotaba contra mi piel desnuda. Mi gemido se convirtió en un grito ahogado, en la demanda de un beso, y cuando sus escudos cayeron y la lujuria se derramó sobre mis emociones como caramelo caliente, me estremecí.
- Koga - dije. Una risa vibró contra mis labios.
- No le apetece unirse a nosotros, ni a mí tampoco que lo haga, lo siento. - Empujé contra su pecho, pero no se movió.
- Nos oirá - dejé salir antes de que la boca de Inuyasha me robará la voz. Entonces su mano me robó la razón cuando se deslizó entre mis piernas, acariciando la carne que se hinchó y palpitó bajo su toque. Otra risa, ésta claramente malvada.
- Sí, así que no seas tacaña con los cumplidos o los gemidos. - Tenía la intención de discutir más.
Entonces su mano no fue la única acariciándome. El poder recorrió mi cuerpo en deliciosos cosquilleos, haciendo que mi carne ronroneara antes de asentarse en partes más sensibles con sensuales intenciones. Apenas noté cuando Inuyasha me deslizó sobre la cama, su cuerpo cubriendo el mío antes de que mi espalda golpeara el colchón. En el momento en que su boca quemaba mi estómago y se metía entre mis muslos, no me importaba que Koga nos oyera. Todo lo que me importaba era que Inuyasha no se detuviera.
La mujer vestía un uniforme de UPS, pero su plano seda y pensamientos revelaron que trabajaba para otro empleador. Aun así, si Inuyasha y yo no hubiéramos tenido sentidos como láseres en todo el mundo que entraba a ese garaje, habríamos saltado justo sobre ella. Para comenzar, estacionó en la acera en lugar del interior del garaje incluso aunque ahí es donde se estaba dirigiendo.
Por otra parte, todo en ella parecía diseñado para ser olvidable, desde su pantalón corto, cabello deslustrado, hasta su constitución promedio y sus facciones agradables y aun así planas. Vístela en otro uniforme, y podría servirte panqueques en el desayunador sin una vez picar tu curiosidad, aun sus pensamientos estaban en completo contraste a su apariencia. Tomó nota de sus alrededores con precisión militar al igual que yo trabajé duro en mis hombres cuando lideraba mi antigua unidad. Nunca caería por la actuación del tacón roto en la calle. Me habría atropellado primero y comprobado para ver si era una verdadera amenaza más tarde. Lo que significaba que necesitábamos un nuevo plan.
- Necesitamos cambiar tácticas - declaró Inuyasha, haciendo eco de mis preocupaciones.
Le di a la luz del sol una mirada frustrada. ¡Si solo hubiera caído la noche! Con la cubierta de la oscuridad, podríamos raptarla y volar lejos con la mínima oportunidad de alguien dándose cuenta. Pero revelar nuestra especie a la humanidad con una salpicadura de secuestro sobrenatural en medio de la luz del día haría nuestro actual predicamento parecer leve en comparación. Había una razón por la que los yokais permanecieron en sus ataúdes metafóricos por milenios. Cualquiera que amenazaba el secreto de nuestra existencia terminaba muerto de forma dolorosa y sucia por los Guardianes de la Ley.
- Podríamos seguirla a casa, tomarla allí - sugerí.
- No vive en los alrededores de aquí - una voz ronca y espesa declaró desde el asiento trasero.
Koga. Casi había olvidado que estaba aquí, probablemente porque había estado tomando una siesta las últimas siete horas mientras Inuyasha y yo vigilábamos el garaje. Ahora estaba sentado encorvado, deslizando su antifaz para dormir de satín negro a la línea de nacimiento del cabello.
- Vive cerca del punto de recogida, no de la localización de retorno ¿Quién es? - continuó, parpadeando a la brillante luz del sol corriendo en nuestro auto.
- La morena vistiendo el uniforme de UPS - dije, señalándola mientras caminaba enérgicamente hacia el elevador.
Desde nuestra posición, estacionados en la cima de una colina al otro lado de la calle, teníamos una buena vista del garaje de varios niveles, que era el por qué elegimos el lugar. Koga miró hasta que desapareció dentro del elevador. Luego miró de nuevo hacia mí.
- No te preocupes muñeca. La conseguiré. - Necesitamos hacer esto con discreción.
- Si quisiera hacer una escena colosal, me gustaría simplemente arrastrarla pateando y gritando ahora - dije, sin agregar, "idiota" solo porque era familia.
- Ella vendrá sin problemas - dice Koga con confianza.
- Tú no puedes hacer lo de los ojos rojos en el elevador, habría vigilancia de video. Así que será en el garaje - repliqué.
- No necesito eso, cuando tengo esto. - dijo Koga, parpadeando escarlata en su mirada turquesa por una fracción de segundo Con un golpe casual de su mano, arranco la camisa abierta, causando que los botones volaran por todas partes. Con otro movimiento se liberó de su antifaz tirándolo lejos. Finalmente, sus dedos peinaron su cabello largo hasta el hombro y sonrió a su reflejo en el espejo retrovisor.
- Soy, después de todo, irresistible. - No pude contener mi bufido.
- Me resistí a ti el día que nos conocimos, ¿o no me recuerdas estacando un cuchillo en tu pecho? - Koga sonrió con una malicia perezosa.
- Lo recuerdo, pero pareces haber olvidado que me besaste primero. Y lo disfrutamos a fondo. - Atrapada fuera de guardia, me ruborice. ¡Hey, había estado célibe por más de cuatro años en ese momento, no estaba pensando con claridad!
- Koga - advirtió Inuyasha mientras tronaba sus dedos.
- Deja de gruñir, Bestia. Estoy por encima de mi vieja atracción por tu esposa, pero el punto es que soy impresionante. - Él ondeo una mano. Con eso, se bajó del auto y se acercó con su camisa abierta aleteando detrás de él como mini capas gemelas.
- Vuelve aquí - siseé, no grité solo porque estábamos tratando de estar de incognito. Koga sopló un beso sobre su hombro y siguió caminando, dirigiéndose por la colina hacia el garaje. Inuyasha sostuvo mi mano cuando había abierto la puerta del auto para ir detrás de él.
- Deja que lo intente, Gatita. Los anzuelos funcionan mejor cuando están cebados. - Lo hacían, pero la mensajera que salía era demasiado astuta para morder este particular pedazo de cebo. Solo esperaba que Koga no soplara nuestra cubierta después de que su pecho desnudo pavoneándose lograra barrerla.
- Para que conste, traté de detener esto - dije sombríamente.
Luego giré mi atención de regreso a Koga. El sol de la tarde le dio a su cabello de tono cobrizo reflejos dorados y se aseguró que las fuertes líneas de su pecho y abdomen estaban en completa exhibición cuando a su paso mantuvo su camisa ondulando detrás de él. A regañadientes, tuve que admitir que muchas cabezas giraron, y más que unos cuantos autos ralentizaron cuando conductoras le dieron una segunda, tercera, y cuarta mirada. Koga respondió con una sonrisa deslumbrante, haciéndolo parecer casi angelical ante cualquiera que no supiera que era un hijo de puta sin conciencia. Cuando cruzó la calle, dio un tirón en su cinturón y tuvo a sus vaqueros estableciéndose incluso más abajo en sus caderas. Otro par de centímetros, y estaría deslumbrando con la hendidura de la ingle, y desde las miradas ávidas apuntadas en su dirección, eso podría encontrarse con aplausos espontáneos.
- Tengan un poco de dignidad, señoras - murmuré.
Entonces me sorprendió al agarrar al trasunte más cercano, quien no estaba embobado por él y tirando al hombre lo suficientemente cerca para besar. Por un segundo, me pregunté qué diablos estaba haciendo, pero Inuyasha dijo: "Está de vuelta." Mi mirada chasqueó de regreso al elevador del garaje de nuevo. La morena salió al nivel de la calle y se dirigió directo a la acera donde había estacionado. Sin sorpresa de ver que el maletín con el que había llegado ahora se había ido. Desde sus pensamientos, estaba menos observadora ya que la entrega había sido realizada con éxito, pero aún les dio a sus alrededores una minuciosa mirada una vez más mientras caminaba hacia su auto. Lo que significa que vio a Koga al momento que él se tambaleó en su camino, el extraño que había abordado ahora empujándolo y rasgando su pantalón. Mis cejas se elevaron, pero entonces el hombre tomó la billetera de su bolsillo del frente y con un empujón final lo hizo caer, para salir corriendo.
- Maldito bruto, ¡robo mi billetera! - gritó Koga.
La morena se detuvo cerca de cuatro metros lejos. Yo estaba concentrada en sus pensamientos, así que supe el momento cuando su desconfianza natural, y correcta, fue golpeada lejos por algo más. Miro a Koga, quien estaba sobre su espalda con sus piernas extendidas y su cabeza inclinada. Luego empujó su cabello hacia atrás, revelando su rostro mientras se sentaba lentamente, no podría evitar sino notar los músculos ondeando a través de su pecho y abdomen. Oh sí, él estaba mostrando todo lo que tenía.
- ¿Tienes un móvil? Debería llamar a la policía. Acabo de ser asaltado. - preguntó, su acento inglés más pronunciado.
- ¿Móvil? ¿Quieres decir, teléfono celular? - preguntó mientras, ¡Deja de MIRAR, Barbara!, parpadeó a través de su mente. Barbara. Ahora sabíamos su verdadero nombre. Nadie utiliza un alias para hablarse a sí mismo.
- Sí - dijo. Entonces miró abajo a su pecho desnudo como si no hubiera rasgado su camisa él mismo.
- En qué condición me encuentro - continuó Koga, realmente arreglándoselas para sonar triste y sacudido a la vez.
- El tipo casi desgarra mis ropas tratando de conseguir mi billetera. Drogas, sospecho. - Precaución urgió a Barbara para dejar al hermoso extraño solo, pero ignoró eso y vino más cerca de todos modos.
Yo estaba contenta y disgustada a la vez. ¡Qué forma de soplar el ego de Koga y desinflar el feminismo a la vez, Barb! Luego un grupo de personas los bloqueó de la vista. Me tensé, lista para entrar en acción, pero al siguiente momento, coros femeninos de "¡Pobre cosa!" "¿Estás bien?" y "¡Déjame ayudarte!" sonó. Las otras admiradoras de Koga había descendida sobre la escena.
- Increíble. - Suspiré. Por solo caminar por la calle sin camisa, se las había arreglado para reunir un harén.
- Damas, gracias, pero estoy bien atendido - dijo Koga. Los pensamientos de Barbara estaban divididos entre la lógica diciéndole que se fuera y el placer sobre 61 la confianza del guapo hombre en ella. Cuando Koga continuó rechazando a las otras mujeres en favor de ella, su indecisión se arrugó.
- ¿Están todas ustedes sordas? ¡Váyanse, antes de que él llame a la policía por acoso también! - chasqueó, su voz autoritaria levantándose sobre las otras.
Con unas pocas quejas finales, el serio harén se dispersó, permitiéndome ver la mirada de gratitud mezclada con promesa sensual que Koga otorgó a Barbara. Eso lo hizo. Ella cerró los últimos pocos pasos entre ellos sin duda, sosteniendo su teléfono celular. Cuando sus dedos se curvearon alrededor de los de ella mientras lo tomaba, manos frías, se deslizó a través de su mente antes que la mirada de él se bloqueara en la suya y se iluminara con un brillante rojo hipnotizador. Oh, mierda, fue su último pensamiento consciente.
- Te dije que esto sería fácil - dijo Koga, y no estaba hablándole a ella. Inuyasha arrancó el auto. Miré lejos, no necesitando ver a Koga subir en el de Barbara para saber que ellos pronto estarían siguiéndonos.
- No habrá forma de vivir con él ahora - susurré.
- Como siempre, Gatita. - Inuyasha gruño divertido.
La buena noticia era, después de horas de interrogar a Barbara, que sabíamos la ubicación de las instalaciones donde muy probablemente estaban retenidos Tate, Juan, Dave y Cooper, ya que es de ahí de dónde vienen las muestras de sangre de yokai. Entonces, como el no-actor James Franco, Barbara fue enviado a seguir su camino con un recuento sanguíneo bajo y una nueva memoria. Koga iba a darle un servicio adicional, "Yo soy muchas cosas, pero un bromista no es una de ellas", había declarado, sin embargo, lo detuve antes de que pudiera hacer valer su anterior y tácita oferta a Barbara. No teníamos el tiempo, además, su atracción anterior no equivalía a un consentimiento actual en mi libro. La mala noticia era, que no sabía cómo podíamos entrar en la instalación sin ser descubiertos.
El área de Manejo de Vida Silvestre McClintic en el condado de Mason, West Virginia, era más comúnmente conocida como el "área TNT". Durante la Segunda Guerra Mundial, fue un gran centro de fabricación y almacenamiento de explosivos. Además de las decenas de refugios de hormigón sobre tierra que albergaron el TNT antes mencionado, así como los residuos radiactivos, había también una red de túneles y búnkeres subterráneos construidos para resistir una explosión nuclear. Después de la guerra, los planos de la enorme instalación subterránea desaparecieron convenientemente, aunque los refugios superiores solo estaban sellados y abandonados para que se pudrieran.
Hoy en día, unos pocos cientos de las vías de tres mil y más acres estaban fuera del alcance del público debido a preocupaciones de seguridad y ambientales. Incluso el espacio aéreo estaba cerrado sobre una sección de lo preservado después de que uno de los búnkeres explotó misteriosamente en 2010, pero mientras que el gobierno posee y supervisa la zona, alguien como Barbara podía entrar y salir sin despertar las sospechas de los lugareños. Además de los cazadores que frecuentaban la zona de Manejo de Vida Silvestre McClintic, en esta también estaba la ubicación original de los avistamientos del hombre polilla que además atrajo buscadores paranormales por miles.
- En pocas palabras… estamos jodidos. - le dije a Inuyasha después de pasar varias horas infructuosas recorriendo Internet para obtener más información.
Barbara siempre recoge el maletín en la parte delantera del depósito de almacenamiento S4-A, pero eso no significa que es la entrada al complejo subterráneo. Esa podría estar en cualquier lugar por debajo de las tres mil hectáreas de pantanos, bosques y maleza, y no podemos ir allí nosotros mismos para reducir su ubicación escuchando los pensamientos. Después de todo, esto no estaba ubicado en una ciudad como el laboratorio de Madigan en Charlottesville. Ahí, no sería raro para los yokais frecuentar los alrededores. Los cazadores y los aspirantes a críptidos3 podrían ser capaces de pasearse por la zona de Manejo de Vida Silvestre McClintic sin levantar sospechas, pero nadie que se precie de yokai les dispararía a animales por deporte. Ninguno perseguiría a una criatura sobrenatural que no existiera.
- Si este lugar tiene la seguridad como el complejo de Tennessee, las alarmas infrarrojas se apagarán si alguien con una temperatura corporal inferior a treinta y cinco grados entra en la reserva. Y si esas alarmas activan una explosión instantánea, bueno… no lo llaman la zona TNT por nada. Nadie encontraría eso inusual, solo desafortunado. Madigan tenía la cobertura perfecta con esta instalación. - continué con frustración.
- Envía a Fabian a explorarlo - sugirió Koga, refiriéndose al fantasma del que era amiga.
- Es digno de un vistazo, pero dudo que el lugar más importante en el esquema de Madigan para crear súper soldados, en parte no-muertos, sea también el único lugar que no sea a prueba de fantasmas. – Le di una mirada agria. Inuyasha se tocó la barbilla, su silencio reconociendo en acuerdo. Luego, con una sonrisa torcida, me lanzó el bolso.
- Tú eres amiga del único yokai en el mundo que puede vencer a los sensores de infrarrojo, y él es a prueba de explosiones para comenzar. - Creo que murmuró "Es una lástima" después de esa declaración, pero estaba muy entusiasmada para reprenderlo.
¡Sesshomaru! Con su piroquinesis, era más caliente que la mayoría de los seres humanos, y esa misma capacidad también lo hacía a prueba de fuego. Saqué el teléfono de mi bolso y marqué su número celular. Daca nu este ceva important, nu lasati mesaj si nu sunati din nou, una voz masculina grabada respondió, seguida de la traducción en inglés de: "Si esto no es importante, no deje un mensaje y no vuelva a llamar". Nunca nadie acusó a Sesshomaru el Empalador de ser demasiado encantador. Dejé un mensaje urgente con mi número de móvil y el de Inuyasha antes de colgar.
- Bueno, eso está hecho. Ahora, vamos a buscar a Fabian y conseguir que revise la reserva natural McClintic, por si acaso. –
Fabian du Brac había tenido cuarenta y cinco años cuando murió, y su cabello castaño bastante largo aún estaba peinado en un estilo que pasó de moda hace más de un siglo. Sus patillas y la ropa también lo marcaban como de otra época, pero fue en sus sombríos ojos azules en los que me centré ahora. Incluso antes de que hablara, ellos me dijeron que no tenía buenas noticias.
- En efecto, hay una gran y activa instalación muy por debajo de una sección de la zona de Manejo de Vida Silvestre McClintic, pero no sé dónde está la entrada. Toda la instalación está cubierta por una barrera que no puedo penetrar y nadie la ha dejado en todo el tiempo que he estado allí. –
Apreté los dientes. El personal de Madigan vivía en el lugar, así nadie podía conseguir información de sus idas y venidas. O secuestrar a uno de ellos después de que se fueran, el que había sido mi otro plan para obtener más detalles. Odiaba al bastardo burocrático, pero si hubiera diseñado la seguridad para el lugar, habría hecho lo mismo. Mi respiración salió en un suspiro de resignación.
- Entonces tenemos que esperar once días más hasta la próxima recogida programada de los laboratorios. Alguien va a tener que salir de ese complejo para darle el maletín a Barbara. - Fabian asintió.
- Elizabeth y yo no nos iremos hasta que descubramos la entrada. Ella permanece ahí ahora en caso de que alguien salga mientras estoy fuera. - Le di una sonrisa aguada.
- Gracias, y agradécele a tu novia por nosotros, por favor. - La resolución brilló en su rostro.
- No me des las gracias. Me diste un hogar cuando nadie me quería, y Elisabeth no sería mi amada ahora si no la hubieras ayudado en su momento de necesidad, también. - Él fue, como siempre, muy amable. Por milésima vez, deseé poder abrazar a Fabian, pero en su lugar, hice lo único que podía hacer: levanté mi mano y sonreí mientras sus dedos transparentes se curvaban junto, y a través, de los míos.
- Ahora todo lo que necesita es hacer una V con la mano y decir en un estertor de muerte que has sido, y siempre serás, su amigo - observó Koga con ironía.
- ¿Por qué habría…? - comencé. Entonces la comprensión se hizo presente.
- ¡Mierda, eres un Trekkie de armario! - Habría profundizado más en esta sorprendente revelación sobre Koga, pero mi teléfono celular sonó. Miré el número antes de levantarlo con alivio impaciente. Después de dejar múltiples correos de voz durante tres días seguidos, Sesshomaru finalmente había llamado.
- ¿Dónde has estado? - contesté, en lugar de un saludo.
- Ocupado - fue su respuesta cortante, su acento cultivado más pronunciado.
- ¿No lo estamos todos? Escucha, necesito tu marca particular de ayuda, lo cual es el por qué llamé… -
- No cuentes conmigo esta vez, Kagome. -Yo estaba demasiado molesta por su respuesta, para hacer un chiste sobre el verdadero Drácula usando la palabra "contar".
- Es serio - le dije, en caso de que pensara que estaba buscando a un compañero de equipo para el competitivo limado de uñas.
- Sea lo que sea, no puedo ayudarte. Por otra parte, tú necesitas estar en Rumanía esta noche sin falta. - Estaba muy versada en la arrogancia de Sesshomaru, pero esto iba demasiado lejos.
- Te niegas a ayudarme con un escenario de vida o muerte, ¿pero quieres que me suba a un avión y salga de inmediato para tu casa? –
- Él ha perdido su ingenio - murmuró Inuyasha desde la habitación contigua. Sesshomaru respondió con cuatro palabras que despejaron brevemente mi mente de todo pensamiento. Le pedí que las repitiera para estar segura de que no había oído mal, y cuando lo hizo, empecé a sonreír.
- Entonces supongo que te veré esta noche Sessh - dije, y colgué.
- No podemos salir corriendo a Rumania, Gatita. Lo que sea que Sesshomaru piense que es tan importante puede esperar… - Inuyasha entró en la habitación, sus rasgos cincelados empañados por una expresión de incredulidad.
- No, no puede. Va a casarse esta noche. - le interrumpió, sin dejar de sonreír.
Continuara…
