Holi, gracias por los comentarios y por seguir la historia. Aquí ya les traigo el encuentro entre Naruto y Sasuke, espero que lo disfruten. Lo otro, al final esta historia tendrá 11 capítulos, pero no teman, que mis capítulos son largos. Eso, ¡enjoy!
Capítulo III: "Firts meet"
Naruto
Gaara era fuerte, no iba a ser tan orgulloso para no decirlo. Era inmenso y con muchos músculos en su cuerpo, pero este al ser tan grande, era muy bruto y tosco.
En cambio, yo era mucho más grácil y flexible, le salto por la espalda al peli rojo y despliego mis numerosas colas. Con estas, logro capturar por completo al tigre abajo mío y lo hago enredarse con sus propias patas, provocando que colapse bajo su propio peso.
Con un feroz y rápido mordisco, le arranco un pedazo de oreja, este ruge y gime por el dolor. Se sacude con fuerza, intentando liberarse, pero no lo permito, ocupo mi tamaño y peso para mantenerlo abajo mío.
Le muestro mis dientes ensangrentados con su sangre y le gruño. Este también gruñe, pero lo sigo oprimiendo y despliego mi olor a su alrededor. Mi olor indicaba mis instintos dominantes y que no estaba jugando, le enseño más mis colmillos.
-... Si tú crees, por un jodido segundo, que me abriré de piernas para ti y te dejaré llamarme esposo, estás más idiota de lo que pareces dattebayo - con mi pata empujo su cara contra el suelo y me levanto, alejándome de él.
El silencio, a excepción de los gemidos y gruñidos de Gaara, se nota fuertemente en la habitación.
- ¡Na-Naruto!, ¿¡qué haces!?, ¡discúlpate ahora mismo! - grita mamá histérica.
Cómo única respuesta, sacudo mi cabeza y mi lomo - Uzumaki Naruto – al escuchar el tono de papá, el efecto es inmediato, me detengo y no puedo evitar comenzar a agacharme, hasta que mi hocico toca el suelo.
Al mirar hacia arriba, al gesto adusto de papá, sé cuánto me he equivocado. "Aun así no me arrepiento", pienso con resolución.
-Este no es el comportamiento de un líder, de un Hokage. Sólo estás siendo un niño malcriado - este se cruza de brazos – discúlpate - aprieto los dientes.
Papá libera su olor y el peso de su dominancia me hace gemir lastimero -... mm … y-yo ...- siento como si me estuviera estrangulando una cadena invisible -... l-lo siento ... ¡YA!, ¡LO DIJE!, ¡lo siento dattebayo! - papá deja de presionarme con su olor y al instante, me dejo caer al suelo agotado.
- ¿Y eso es todo?, ¡le arrancó un pedazo de oreja a mi hijo! - grita furioso Rasa-san. Papá suspira.
- Mi hijo recibirá un castigo por sus actos, además, ya se ha disculpado. Ahora, hay asuntos más relevantes que atender, ¿o desea acabar con el compromiso? - el peli rojo mayor queda para adentro, gruñe un poco, pero niega.
"Necesita a papá ... necesita el poder de otra manada para hacerle frente a los cazadores", me río en mi cabeza.
Al mirar al otro lado del cuarto, noto como los hermanos del idiota de Gaara acuden a él e intentan vendarle la oreja.
Cuando este escucha a su padre, levanta la cabeza y aunque es un tigre, puedo notar fácilmente que está frunciendo el ceño. Noto su lomo erizado, está tan molesto como yo me sentía.
"¿Quién está más jodido?, ¿tú o yo?", a pesar de la reciente batalla, no puedo evitar sentir cierta simpatía para con el joven peli rojo. Ambos estábamos sometidos a lo mismo, a la misma presión.
Me levanto tembloroso. Por la presión ante el alfa, estaba muy mareado, a tal punto que había llegado a vomitar.
-Espera en tu habitación - me ordena papá. Asiento y avanzo cómo puedo hasta llegar a mi cuarto, me transformo en mi forma humana y me tapo la desnudez con mi colcha, acostándome en mi futón.
No puedo evitar recoger mis piernas y apretarlas contra mi pecho, escondiéndome bajo la colcha. Aprieto los ojos fuertemente. "¡No puedes ser tan patético, no llores dattebayo!", me reprendo a mí mismo.
Doy vueltas por mi futón, pero no soporto estar aquí, sintiéndome prisionero de las reglas. Más encima sintiéndome patético, regañado de esa manera por papá.
Saco la colcha de encima mío y antes de pensarlo demasiado, salgo por la ventana y me dejo caer al suelo. Con mi cuerpo atlético no significaba nada el salto, caigo suavemente sobre la tierra.
Aprieto los dientes, pero, aunque sabía que esta acción sólo me provocaría más problemas, necesitaba escapar por un par de horas.
Me escabullo por la aldea y cuando llego a los límites, me transformo y corro por el bosque en mi forma de zorro.
No sé cuánto tiempo corro, pero en esos instantes de frenesí, sólo me concentro en la sangre recorrer mi cuerpo. Mi corazón golpeando mi pecho, mis fosas nasales siendo invadidas por diversos olores naturales del bosque. Todo ello me iba calmando, aunque aún me sentía frenético.
Sasuke
Tomo mi katana y la afirmo en mi cinto del kimono. También me sujeto mi arco y flechas a la espalda. Al mirar hacía el espejo, observo que todo estaba en su lugar.
Observo a todos lados al salir del cuarto, pero no veía a mamá. Sonrío y salgo, todavía era muy temprano, pero era mejor así, evitaba problemas con mamá y su preocupación.
"Técnicamente no estoy haciendo nada indebido, ya soy mayor de edad, soy un cazador de los Uchiha", me intento defender. "Aunque debería ir con Itachi", otra parte de mi mente vuelve a repetirme.
Sacudo la cabeza. Si quería resaltar por sobre Itachi, no podía ir a cazar bajo su cuidado, el crédito se lo darían a él. No, iba a cazar a un akuma sin la necesidad de recurrir al mayor.
Salgo de los terrenos del clan y me interno en el bosque. Había recorrido los bosques en secreto durante las últimas semanas, había estudiado el terreno, buscando imperceptibles señales que indicaran que, por allí solía pasear un akuma.
También había encontrado un pequeño claro con un pequeño lago. Era un lugar ideal para que algún animal quisiera visitarlo, buscando agua.
En todas esas zonas había puesto minuciosas trampas. Todos los días salía a recorrer estos sitios y a encontrar nuevos lugares para tender una nueva trampa.
Tenía la esperanza de que este constante trabajo, iba a rendir sus frutos.
Compruebo trampa por trampa, algunas de estas atrapaban animales comunes y corrientes, a estos los terminaba de matar para que no siguieran sufriendo y los ponía en mi bolsa. Luego se los daría a los cocineros del clan.
Cuando ya han pasado un par de horas y el sol ya estaba bastante alto en el cielo, decido tomar un descanso y me dirijo al claro donde estaba el pequeño lago.
Voy tan ensimismado pensando realmente en nada en especial, que al principio no reparo en pequeños indicios por el camino, pero cuando noto una pequeña marca en el suelo, me detengo.
Me agacho y analizo el suelo, la tierra tenía marcas de zarpazos. "Un animal de gran peso pasó por aquí corriendo ... no puedo equivocarme".
Troto, haciendo uso del entrenamiento de toda mi vida, evitando hacer ruido y evitando romper alguna rama que revelara mi posición.
Sigo las huellas hasta, justamente, el claro a donde me estaba dirigiendo. Me agacho y uso la vegetación para ocultarme. Tomo tierra y me la tiro al cuerpo, para evitar que el olor me delatara tan deprisa.
Dejo el saco con las demás presas y tomo mi arco, cargando una flecha. Exhalo lentamente y asomo mi cabeza entre los arbustos.
Al echar un vistazo al claro, noto la pendiente con muchos surcos en la tierra. "¡Funcionó!, la trampa que puse logró derribar a un animal que venía a tomar agua y este cayó por la pendiente".
Me acerco otro poco y al mirar hacía el pequeño claro, noto una forma rojiza que estaba envuelta con diversas cuerdas y cadenas.
"... Es ...", estoy por caerme sobre mi espalda por la impresión, pero no podía equivocarme.
El tamaño del bulto no era de un animal cualquiera, excepto la de un caballo o un oso adulto, e incluso esos animales se quedan pequeños a comparación.
Trago duro, pero frunzo el ceño. "Es la hora", comienzo a acercarme, noto que la forma en el suelo es de un tono entre rojizo y anaranjado. Además, que poseía una gran cantidad de colas brillantes y esponjosas.
"Es un zorro, un zorro de nueves colas", me maravillo. Me muerdo el labio, pero guardo el arco y tomo mi katana, me pongo en posición. Apenas hago ruido, pero el zorro levanta sus peludas orejas y levanta su gigantesca cabeza.
Se producen unos segundos que parecen horas, en las cuales sólo nos observamos. El zorro me mira con sus ojos rojos y brillantes, parecían que me traspasaban. Me siento temblar como gelatina, sujeto más firme la katana.
"Vamos imbécil, es esto, este es el momento el cuál estabas esperando. La oportunidad de superar a Itachi y quedar bien frente a papá. Con este espécimen, eso iba a ser seguro", me vuelvo a repetir.
Noto que el akuma lucha por levantarse, pero las cuerdas y cadenas de la trampa, no le permitían apoyarse bien y levantarse - ¡quieto!, es inútil luchar - no puedo evitar decirle.
Este echa sus orejas hacía atrás y me gruñe, incluso me llega a mostrar sus colmillos que parecen cuchillas afiladas - ahí estás mostrando tu verdadera cara, estúpido animal - comento.
El zorro vuelve a revolverse contra sus ataduras, pero sólo logra enredarse mucho más. Esta trampa la había diseñado, especialmente, pensando en la continua asfixia de la presa.
Mientras más luchara, mientras más intentara zafarse, incluso si intentaba hacerse más pequeño, todo iba a ser inútil. Las cuerdas lo iban a seguir e iban a continuar enredándose en su cuerpo.
-… Lo siento, pero este es tu fin - levanto mi katana por encima de mi cabeza. Este se encoge y me muestra los colmillos, pero al mirar a sus ojos … no mostraban fiereza, sino que estos me mostraban un potente … "miedo … tiene miedo".
Nos quedamos viendo por unos segundos intensos, pero mi cuerpo no me respondía, no podía blandir mi katana. "¿Por qué no puedo?"
Aprieto los puños y comienzo a respirar aceleradamente - te voy a matar, soy un cazador, he esperado toda mi vida para esto - aprieto los dientes - ¡MUERE! - cargo contra este y cuando mi katana ya se encuentra a punto de darle, vuelvo a fijarme en sus ojos.
En sus ojos se reflejaban sus sentimientos, eran tan claros para mí. Lo que estos trasmitían, era una mezcla entre miedo y rebeldía.
Desvío el arco de mi mano y mi katana se clava en el suelo, a pocos centímetros de su cabeza. Me dejo caer de rodillas frente a este y me quedo en blanco. "No puedo …", bufo, me río histérico.
-No puedo … soy patético …- miro al cielo y me sigo riendo, me tapo el rostro con mis manos - no lo puedo creer …- el zorro me mira tenso, en ningún momento me aparta la mirada de encima - ¿qué tanto me ves? - exclamo enojado.
Este continúa observándome. Aprieto los dientes - ¿te vas a burlar de mí? - no puedo evitar exclamar. Cuando me doy cuenta que le estoy hablando a un tonto animal, me sigo riendo histérico - he caído bajo … ahora sí toqué fondo …- al zorro se le eriza el lomo.
- ¡Deja de mirarme!, ¡vete!, ¡VETE! - sintiéndome desquiciado y humillado, me levanto y con un cuchillo de mi cinto, corto todas las ataduras. Luego con unas llaves, libero las cadenas - ¡listo, eres libre!, ¡vete antes de que vuelva a mis cabales! - exclamo.
Este echa las orejas hacía atrás y comienza a elevarse en toda la gloria de su tamaño. De repente, siento un estremecimiento, un sudor frío me recorre. Era gigantesco, su hocico era la invitación a convertirme en picadillo.
Antes de poder intentar salir corriendo, este en un rápido movimiento, salta y me bota. Me estampo contra el piso y la cabeza me rebota contra el suelo. Cuando abro los ojos, el zorro me había apoyado una pata en mi pecho y me presionaba, haciéndome daño.
Sentía como mi cuerpo era aplastado contra el terreno, incluso mi espalda llegaba a crujir angustiada.
Su hocico botaba baba y sus colmillos eran una viva pesadilla. Notaba sus colas moverse atrás suyo. Este abre la boca, listo para despedazarme y hacerme desear nunca haber nacido, pero tal vez se deba al golpe en mi cabeza que acababa de sufrir, porque al verlo, no podía evitar fijarme en la criatura.
Su pelaje rojizo y anaranjado brillaba como el fuego, refulgía y parecía bailar como las más exquisitas llamas en la chimenea. Sus poderosos músculos, sus gráciles patas, sus brillantes ojos rojos.
Era sencillamente –… hermoso … - no puedo evitar susurrar -… eres bellísimo… - lo observo. Este se detiene y echa sus orejas hacía atrás, sus ojos brillantes como rubíes me penetraban y parecían querer llegar hasta a mi alma.
Nos quedamos observando por otros intensos segundos. Era una criatura exquisita, casi divina. "… No puedo … matar a algo así de bello … es realmente un pecado, no quiero hacerle daño", me rindo en mi mente.
Este vuelve a echar sus orejas hacía atrás, mientras su lomo se erizaba. Abre el hocico y me ruge fuertemente frente a mi cara, cierro los ojos, preparado para morir, pero casi al instante de su gruñido, noto como el peso de su pata desaparece.
Al abrir los ojos, noto como este ya está casi en el límite de los arbustos, corriendo velozmente. Antes de poder procesarlo más, este había desaparecido.
Suelto todo el aire que no me había dado cuenta que estaba conteniendo y respiro de forma estrepitosa, intentando recordar cómo hacerlo de manera correcta. Me doy cuenta más encima de una humedad en mi kimono, una humedad en mis muslos internos.
No puedo evitar enrojecer furiosamente. Me había orinado del susto y la adrenalina. Me tapo el rostro con mis manos y dejo caer mi cabeza, todo mi cuerpo extendido en el suelo, temblando ligeramente.
A medida que pasan los minutos, voy calmándome y regulando mi errática respiración. Observo el cielo y pienso que toda la experiencia parecía un sueño, pero no lo era, realmente ocurrió.
Vuelvo a reírme, avergonzado por lo patético que había demostrado ser. Riéndome ante lo brillante que me parecía todo ahora que había logrado sobrevivir. Riéndome extasiado ante la inusual y casi mágica experiencia, de haber estado frente a frente con un akuma y que este me haya perdonado la vida.
"¿Me dejó ir porque yo lo dejé ir? ... ¿acaso podrá ser tan inteligente?", no puedo evitar darle vueltas en mi cabeza.
Transcurrido otra hora, por fin logro el suficiente auto control sobre mi cuerpo y me acerco al lago, despojándome de mi kimono e internándome en las aguas del pequeño lago, lavándome la tierra y el rastro vergonzoso de orina.
Aprovecho de lavar también mi kimono y me quedo ahí, flotando en el agua, pensando en todo y, a la vez, en nada.
Naruto
Corro y corro, y aunque siento que me van a estallar mis pulmones, sigo corriendo. Cuando ya estoy a varios kilómetros alejado, por fin me dejo caer sobre unos arbustos e intento pasar desapercibido.
Intento controlar mi respiración y es ahí que me doy cuenta, de cuanto me dolía mi pata trasera. Al caer en la condenada trampa y caer por el barranco, mi pata trasera se había torcido al caerle mi peso encima.
Aprieto los dientes, había pasado toda la noche enredado en esas condenadas cuerdas y cadenas, teniendo que soportar el dolor de mi pata lastimada y más encima, orinándome encima y con hambre.
Aunque todo eso no había sido lo peor, si no la desesperación y angustia, de no poder liberarme y poder escapar.
"Diablos, de seguro mis padres están vueltos locos buscándome. Es especial luego de cómo terminaron las cosas ayer, con el idiota de Gaara", me lamento.
Había intentado cambiar a mi forma humana mientras estuve atrapado en la trampa, pero no había funcionado, sólo me terminé enredando mucho más en las cuerdas. Luego preferí volver a mi forma animal, porque sabía que quién había puesto la trampa, tarde o temprano iba a aparecer.
Esa trampa la habían colocado con cuidado y pensando en los posibles movimientos de la presa. En mi frenesí mental, sólo deseaba escapar de lo acontecido con mis padres, pero muy imbécilmente, no me estaba fijando en nada y fue así que, por bajar la guardia, no estuve atento a pequeñas pistas que había en el terreno.
Por ejemplo, un ligero olor a humano, a cazador. Sacudo la cabeza, muy molesto y avergonzado conmigo mismo. Yo no era un cachorro indefenso, para estar cayendo en tales trampas.
Luego de revolverme toda la noche contra las ataduras sin suerte alguna, finalmente me había quedado dormido. Lo que me había despertado, eran ligeros pasos, los cuales yo sabía que sólo indicaban que mi cazador había llegado y que era mi fin.
…"Eres bellísimo…", no puedo evitar recordar sus palabras. Siento un calor extraño en mis entrañas.
Apoyo mi cabeza en mis patas delanteras, no pudiendo evitar el tener ganas de ronronear.
"Patético, ¿qué está mal contigo idiota?, ¡estuviste a punto de morir en sus manos!", me reprendo.
Vuelvo a pensar en el chico cazador, era apuesto, con un pelo negro peli azul, lacio y que enmarcaba su rostro de porcelana. Un rostro adusto, sin imperfecciones y con un tono pálido de piel.
"... Hermoso ...", no puedo evitar agitar mis colas, sintiéndome más confuso que nunca.
"¿Por qué no me mató?, ¿por qué me dijo esas cosas? ... Nunca nadie me había dicho hermoso ... bueno, si me lo habían dicho, pero nunca me había interesado, pero ahora que él me lo dijo, llegue a sentir hasta mariposas en mi estómago. Pero ... él es un cazador ... ¿por qué no me mató?"
Sin embargo, algo en mi ser me decía que la respuesta era simple, él no había tenido el corazón para matarme. Pienso en sus ojos ónix ... "mostraban el mismo miedo que yo estaba sintiendo".
De algo estaba claro, en ese momento, sea la razón que fuera, él me había perdonado la vida. Por ello, cuando este me soltó, decidí pagar mi deuda y no matarlo.
Ese podría haber sido un error, puede que ahora sea inexperto y no le haya dado el corazón para hacerlo, pero en el futuro puede aprender y matar a algún miembro de la manada.
"Tendría que haberlo matado". "... Eres bellísimo...", sacudo la cabeza e incluso me golpeo contra el suelo, pero todos mis instintos me instaban a querer ronronear, mover mis colas y saltar a su alrededor.
"Cómo si ... cómo si estuviera en período de celo", cierro los ojos, sintiéndome humillado conmigo mismo. Reconocía las señales que me estaba dando mi cuerpo.
Uno cuando entraba en período de celo, es porque uno se había fijado en alguien el cual le interesaba en un ámbito amoroso o sexual, o incluso ambas. Uno en esos períodos se ponía muy imbécil, muy tonto y alegre.
Me había ocurrido una vez con Hinata, mucho antes de que la emparejaran con Kiba. Me había gustado su elegancia y su pelo azabache largo. Era cómo una muñeca y mis instintos se habían activado, queriendo poseerla.
Me había puesto juguetón y coqueto a su alrededor, incluso me había llegado a entrar una rabia irracional, cuando distinta gente se le había acercado. Incluso, había reaccionado violento cuándo Neji se le acercó.
Con el paso de las semanas y las evasivas de Hinata, se me bajaron los humos y el celo se fue.
La peli negra, muchos años más tarde, se atrevió a comentarme que, en esos momentos en su inmadurez, no había sabido cómo proceder conmigo.
Le comenté que me disculpara a mí también, que mis instintos se habían adueñado de mi raciocinio, haciendo la etapa de enamoramiento mil veces peor.
Ahora éramos amigos y yo la apreciaba como tal. Aunque luego de ese episodio, que marcó mi primera adolescencia con apenas 13 años, nunca había vuelto a experimentar un celo.
Incluso, varios miembros de la manada a mi alrededor, habían entrado en celo al verme y querían poseerme, pero yo me había negado, no me interesaban.
"Pero ahora ... yo estoy sintiendo lo mismo". Intento comprender mis sentimientos y a mi lado zorruno.
Ambos lados de mi ser estaban de acuerdo en que el muchacho se notaba interesante, además de que era apuesto.
Y aunque era más que imposible el que lo volviera a ver o que pudiera tener algo con él, no sólo porque él era un cazador y yo un Jinchuriki, sino porque, además, había estado a punto de matarme y yo a él.
A pesar de todo ello, a pesar de saber que estaba jugando con fuego, yo ... "me gustaría saber tú nombre Teme", me sorprendo deseando en lo más primario de mi ser.
