Esta vez no me tardé tanto en actualizar, además de que ya pude entrar más en detalle sobre el rumbo que va a tener esta historia. Siento que aún hay algunas partes depresivas por aquí y por allí, que le quitan el tono alegre que quiero darle a la historia, pero igual la vida no es siempre color de rosa, y Anabel tiene que entender eso. En fin, no nos explayemos más, a contestar reviews:
liuterazagi: Me da gusto que hayas disfrutado del capítulo anterior, se agradece mucho tu apoyo con esta historia. De poco a poco la trama va tomando forma, espero se parezca a lo que estableciste como tus tres puntos de arco argumental. Anabel no conoce nada de los Pokémon fuera de las primeras tres generaciones, después de todo, los juegos trataban (de una forma muy ilógica debo agregar), cada región, como una región en la que los Pokémon apenas estaban siendo descubiertos, lo mismo pasaba en el anime, y de pronto los guionistas de juegos y anime corrigieron ese rumbo, así que digamos que Anabel vivió en un mundo donde solo existían 386 especies de Pokémon, imagínate al jugador que dejó de jugar después de Hoenn y regresó para Alola, para esa persona seguro todos los Pokémon son nuevos. Sobre el mini arco argumental de Nanu, Looker y Anabel, solo nos concentraremos en Looker y Anabel, porque Nanu está en su propio mundo en Pueblo Po. Sobre la comparativa de Looker con Sherlock y Marlowe, haré lo posible porque Looker sea su propio personaje, aunque me da risa imaginarme a Anabel como Watson. Lo del modo Psíquico te lo quedo debiendo, es una sub-trama planeada para mucho después, ya que tiene que empatar con eventos que pasan en otra historia mía "la chica que quería ser un Pokémon", donde tiene una ligera participación tipo cameo, así que, en estos momentos, esos despliegues de poder psíquico, no tendrán mucha relevancia, solo quería dejar establecido que allí están. Sobre el Hoenn Ramen, ya se volvió broma recurrente en esta historia, ya verás por qué. Sobre los rangos de la Policía Internacional Pokémon, he investigado, pero no existen, así que te pongo unos como los tengo planeados: Oficial Agente Agente Senior Detective Jefe de Detectives Comisionado Director. Al menos es lo que tengo planeado, Looker está en un nivel relativamente alto, aunque no sea oficial. Espero que disfrutes este capítulo.
Faller - La dama caída.
Capítulo 3: Detective de secundaria.
Región Alola. Isla Melemele. Ruta 01. Casa de Looker y Anabel.
-¿Maestro? –preguntó Looker, quien hasta esos momentos desayunaba junto a Anabel, quien ya se encontraba recogiendo los trastes sucios, y se dirigía a la cocina a lavarlos. Looker tuvo que virarse para poder verla- Hasta donde estaba enterado, mi puesto era el de detective, no maestro. ¿Alguna razón en especial para el apodo? –preguntó Looker.
-Bueno, me pediste mantener mi mente activa para fortalecerla y que, en el hipotético caso de que recupere mis memorias, en lugar de un reseteo, asimile la información de ambas, mi vida pasada, y mi vida actual –comentó Anabel, colocando los trastes limpios a secar, y dirigiéndose a la mesa para recoger los de Looker, quien tuvo que devorar lo que le quedaba. Era eso, o tener que lavar los trastes él mismo, lo que no era de su agrado-. Y pensé: este sujeto tiene unas capacidades sobrehumanas, sobre analiza todo, y parece que se mueve como si perteneciera a donde sea que vaya. En cambio, yo, la niña amnésica, no comprendo ni la mitad de lo que pasa a mi alrededor, lo que significa que tengo que sobre analizar todo lo que pasa para que no se aprovechen de mí y sea la burla de Alola. Si puedo estar preparada para todo antes de que suceda, tendré una ventaja sobre quienes quieren hacerme daño –concluyó ella.
-Esa es una forma muy depresiva de ver las cosas, lo cual no te aconsejo que sigas haciendo –comentó Looker, mientras Anabel, tras terminar de lavar los trastes, miró el reloj, y se sentó frente a Looker notando que aún tenía tiempo-. No tienes que estar siempre a la defensiva. Entiendo que lo que pasó ayer sea molesto, y que te haya deprimido, pero no todos los días van a ser así, confía un poco más en la gente de Alola –señaló Looker.
-Alola no me ha dado una primera impresión lo suficientemente agradable para darle la oportunidad de volverme a golpear –se defendió Anabel, y Looker suspiró, deprimido porque sabía que Anabel tenía la razón-. Si voy a volverlo a intentar, quiero tener todas las herramientas para defenderme. Así que, de ahora en adelante espero que me enseñes a ver el mundo como tú lo vez, maestro –reverenció Anabel.
-No me digas maestro, me hace sentirme viejo –se molestó Looker, intentando desviar la conversación, pero encontró a Anabel, con una cara de determinación, y sacando la libreta que Looker le había entregado conteniendo toda la información ficticia de su pasado que debía memorizar, eligiendo la parte de la libreta donde terminaba lo que había escrito Looker, para escribir el texto: "entrenamiento de agente secreto de la PIP", lo que incomodó un poco a Looker-. Anabel, no me digas que estás considerando unirte a la Policía Internacional Pokémon –comentó Looker, mirando a Anabel directamente. La chica solo le regresó una mirada de confusión- La Policía Internacional Pokémon no es un juego. Puede parecerte que me adapto fácilmente, pero para llegar a esto requerí de muchos años de práctica, de arriesgar mi vida día con día y… -de pronto, la memoria de 932 llegó a la mente de Looker, y Anabel notó que Looker perdía brillo en sus ojos-. Esto no es para ti –concluyó él.
-No entiendo lo que acaba de pasar, pero, no tengo interés en absoluto de volverme un agente de la Policía Internacional Pokémon –le explicó Anabel, confundiendo a Looker- Ni siquiera sé qué quiero de mi nueva vida. No tengo ambiciones, no tengo metas, no tengo objetivos, pero si quiero tener todo eso necesito estar preparada para todo. Imagina que estás en mi lugar, que pierdes la memoria de 14 años de tu vida. Con tus habilidades, seguro te adaptas a la pérdida inmediatamente, la asimilas, y sigues siendo tú mismo, con pleno control de tus acciones. Yo en estos momentos no tengo eso, y en cualquier momento podría resetearme y olvidarlo todo, aunque ese todo sean escasos tres días. ¿Cuántas veces voy a resetearme? ¿Podré sobrellevar este reseteo? ¿Podré siquiera recordar algo de mi nueva vida? Si hay una posibilidad de recordar lo que sea, aunque sea mínima, yo quiero tenerla –terminó ella, y Looker lo pensó.
-¿Estás segura de que esto no tiene nada que ver con la Policía Internacional Pokémon? –preguntó Looker, mirando a Anabel directamente, Anabel se sorprendió por lo profundo de su mirada, se mostró intimidada, pero asintió. A Looker le tomó unos instantes decidirse, y cuando lo hizo, asintió- Entiendo… esto realmente es por el profundo miedo que tienes a volver a sentir lo que sentiste ayer. Si ese es el caso, te enseñaré técnicas de la Policía Internacional Pokémon, pero deberás jurarme que confiarás siempre ciegamente en mí, por más ridículo que sea lo que te diga. Si puedes jurarme esto, accederé –insistió Looker, Anabel comprendió que había un secreto oculto en sus palabras, pero asintió de todas formas-. Acabo de confirmar que no estás mintiendo. Entonces te enseñaré, pero nada de llamarme maestro –finalizó.
-¿Confirmar que no estoy mintiendo? Te juro por mi nueva vida que no estoy mintiendo, pero, ¿hay una forma de descubrir cuando otra persona está mintiendo? –preguntó Anabel, Looker asintió- Si yo pudiera descubrir eso, sería muy difícil que volvieran a engañarme o a lastimarme –comentó Anabel.
-Pondremos a prueba una lección entonces. Si demuestras que puedes aprenderla, te seguiré enseñando. Si no la aprendes, no procederemos hasta que la domines –comentó Looker, tomando una pose que apenó a Anabel-. Lección 1 de agente de la Policía Internacional Pokémon: Descubriendo cuando alguien miente –exclamó Looker, con una mano sobre su barbilla, y su brazo libre extendido y apuntando a Anabel.
-¿Era necesaria la pose extravagante? –preguntó Anabel, pero de inmediato comenzó a anotar en su libreta el nombre de la lección. Para Anabel, esta libreta era importante, contenía la mentira que era su vida, pero también contenía lo que sería ahora su nueva realidad. Cuando Looker notó que ella estaba lista, prosiguió.
-El descubrir que una persona te está mintiendo, no es tarea fácil. Hay quienes tienen facilidad para mentir como otros que no la tienen. Pero, en resumidas cuentas, puedes descubrir si alguien está mintiendo buscando 11 patrones de comportamiento en quienes analizas. La mayoría de estos patrones son físicos, pero también hay unos cuantos componentes fonéticos, lo que significa que, incluso en una conversación telefónica, puedes saber si alguien está mintiendo con solo escucharlo –le explicó Looker, mientras Anabel tomaba notas rápidamente-. Mientras la conversación no sea telefónica, o bajo un medio que te impida ver las facciones de a quien analizas, deberás mantener contacto visual, no solo para analizar las facciones de a quien intentas atrapar mintiendo, sino para forzar la aparición de los patrones. Si la persona a quien miras no teme a que descubras su mentira, simplemente no observarás nada –le explicó Looker.
-¿Temer a que los descubra? Básicamente, eso significa que alguien que se sienta muy seguro de sí mismo puede mentirme a la cara sin problemas, ¿no es así? –preguntó Anabel, y Looker asintió- Y forzar a la reacción, ¿cómo se fuerza a una reacción? –preguntó entonces.
-Teniendo suficiente seguridad en ti misma como para que la persona a la que analizas sienta intimidación por tu sola presencia –le explicó Looker, con tal convicción que incluso Anabel se sintió intimidada. Fue en ese momento que aprendió una lección implícita en la primera, para poder descubrir que los demás mentían, ella tenía que aparentar una presencia intimidante y que inspirara respeto, hizo aquella anotación en otra parte de su libreta, lo que causó en Looker una sonrisa-. Primer punto: Una persona que miente, mueve la cabeza rápidamente en un intento instintivo de ocultar sus facciones. Es un movimiento sutil, un cabeceo, un desvío a derecha o izquierda, que evita el contacto visual. Normalmente, el movimiento se nota antes de responder a una pregunta –Anabel asintió, anotando todo lo que escuchaba-. Segundo punto: La respiración cambia. Cuando alguien miente, existe un impulso incomodo, que se traduce en pesadez al respirar. Este movimiento alza los hombros para ajustar el flujo respiratorio y relajar a quién miente para ayudarle a mentir. Ese movimiento de hombros y ajuste, evita que se acelere demasiado el ritmo cardiaco, y que quien miente se ponga demasiado nervioso, pero es fácil de detectar –terminó Looker.
-Movimiento de los hombros… comprendo –Anabel intentó recordar conversaciones anteriores, en este caso las excusas de Kukui cuando se abrió la camisa. Anabel no estaba poniendo atención en ese momento, pero procuró el volver a repetir aquella situación para descubrir si Kukui realmente sentía tanto calor como para abrirse la camisa de esa forma, o si ocultaba algo e intentaba aprovecharse de Kahili.
-Tercer punto: Se mantiene quieto. Una postura rígida, es una forma que algunos utilizan para aparentar y disimular el nerviosismo. Cuando conversas, haces amaneramientos, porque tu cuerpo está relajado. El estar rígido denota nerviosismo, lo que puede ayudarte a deducir si alguien miente –Anabel puso atención en los movimientos de brazos de Looker, ella no lo consideraría relajado, pero era verdad que los amaneramientos al hablar denotaban confianza y seguridad-. Cuarto punto: Repite palabras o frases. Cuando alguien miente, el cerebro rechaza la mentira queriendo imponer la verdad. Por ello, el mentiroso repite lo que dice para convencerse de una mentira a sí mismo, en un intento de que la mentira sea más natural –Anabel asintió, y esperó el resto de la lección-. Quinto punto: Toca su boca, o intenta ocultarla. Cuando una persona intenta ocultar algo, evade hablar sobre un problema, o responder una pregunta, oculta sus labios o los frota de alguna forma. Este movimiento, no exactamente significa que alguien miente, sino que algo está ocultando o te está diciendo una verdad a medias. Morderse el labio también cuenta –Anabel asintió, no quería perder ningún detalle-. Sexto punto: Cubre su cuerpo. Así como los Pokémon cubren partes vitales de sus cuerpos cuando se sienten amenazados, el humano por instinto hace lo mismo. Cubrirse u ocultar una herida, o bajar la cabeza ocultando el cuello, son instintos que los humanos aún tenemos arraigados. Cubrirse, frotarse, u ocultar el cuello, es un mecanismo de protección del ser humano. Cuando mentimos, y esperamos una respuesta agresiva de quien nos pudiera descubrir, instintivamente protegemos nuestro cuello –declaró Looker.
-Eso… jamás me había pasado por la mente –aceptó Anabel, notando el cuello de Looker totalmente expuesto, y sacando sus propias conclusiones-. Si alguien sabe descubrir cuando alguien miente, sabe lo que debe hacer para prevenir que descubran que miente –susurró Anabel, y Looker sonrió-. Presiento, que hay muchas más lecciones ocultas en estas 11 enseñanzas –sonrió Anabel.
-Es probable, pero sin importar cuanto sepa alguien sobre el cómo mienten los demás, siempre habrá un punto en el que flaquee –comentó Looker, y prosiguió-. Séptimo punto: Postura de los pies inquieta –comentó Looker mientras se ponía de pie, optando una postura, y asegurándose de que Anabel veía sus pies. Sus pies estaban firmes en la tierra, pero movía los brazos con naturalidad, su cuello continuaba extenso, y mantenía la vista en todo momento mientras hablaba con seguridad. Si Anabel quería saber cuándo otros mentían, y evitar que otros supieran que ella mentía, debía lograr imitar así a Looker, por lo que se puso de pie, y comenzó a cambiar su postura en medio de la conversación, lo que Looker notó-. La incomodidad del mentiroso siempre lo delata. Acomodar los pies, buscando una postura más cómoda, es señal de que alguien miente –Anabel juntó ambos pies entonces, dispuesta a encontrar formas de evitar que otros pudieran leerla-. Octavo punto: Da demasiada información –apuntó Looker, y Anabel se confundió un poco-. Cuando alguien habla demasiado, y da detalles que no son necesarios, intenta confundir una conversación, desviándola para no responder. Además, el ser muy abierto y querer dar la impresión de que se puede confiar en uno, a menudo tiende a demostrar lo contrario –Anabel asintió, y tomó notas-. Noveno punto: Se le dificulta hablar. Cuando alguien está estresado, el sistema nervioso disminuye el flujo de saliva, lo que seca la lengua. Esto ocasiona que una persona nerviosa piense de más lo que quiere decir con la finalidad de no tartamudear, o que, al querer aparentar, termine tartamudeando. Los labios secos y partidos también pueden delatar a un mentiroso cuando llevas ya mucho tiempo de interrogarlo –la nota sobre los labios le pareció muy importante a Anabel-. Décimo punto: Apunta o señala en exceso. Un mentiroso acorralado actúa con hostilidad, intentará desviar la atención a los alrededores, a otras personas, incluso apuntará al entrevistador para acusarlo –Anabel terminó de apuntar, y esperó entonces la última lección-. Último punto, y te adelanto que este es el punto más difícil de descifrar, y solo lo usan los mejores mentirosos –Anabel asintió, y esperó-. Mira fijamente, y sin pestañear –Anabel parpadeó un par de veces, y recordó la primera lección sobre mover la cabeza y evitar el contacto visual-. Los mejores mentirosos, saben cuáles son sus fallas. Mantener el contacto visual y aparentar seguridad, es la mejor forma de ocultar una mentira, salvo un pequeño detalle, el pestañear –comentó Looker, y Anabel asintió-. Cuando pestañeamos, lubricamos nuestros ojos, pero activamos los lagrimales, lo que a su vez nubla la vista. Si el mentiroso nubla su vista con una lubricación desmedida producto de sus nervios, activa el resto de factores que lo delatan. Un buen mentiroso, que logra aparentar tanto, incluso puede llegar a pestañear solo lo necesario. Si encuentras a uno de esos, deberás poner atención al iris. Si la iris vibra, por más sutil que sea el movimiento, está mintiendo –terminó Looker, y Anabel lo comprendió-. Sin embargo, el conocer los 11 puntos no es determinante. Factores externos pueden forzar a que algunos puntos aparezcan, sin que eso signifique que el sujeto está mintiendo. Es tu deber como el entrevistador, el encontrar la mayor cantidad de factores de que el sujeto está mintiendo, antes de declarar que en verdad lo está haciendo. Normalmente, con encontrar 5 de 11 puntos basta con levantar sospechas, de 7 en adelante es una confirmación absoluta –terminó él.
-Lo comprendo, atesoraré estás enseñanzas, y así descubriré cuando alguien me mienta, además de saber cómo evitar que otros sepan que estoy mintiendo –sonrió Anabel, y por la postura que optó, Looker dedujo que había aprendido muy bien el cómo disimular-. Estará orgulloso de mí, maes… quiero decir, señor Looker –saludó de forma militar Anabel, mientras veía el resumen de sus apuntes:
Lección 1 de la Policía Internacional Pokémon: Descubriendo a un mentiroso.
Para descubrir que alguien miente, se debe prestar atención a 11 puntos en su comportamiento al realizarle una entrevista:
Primer punto: Mueve la cabeza rápidamente.
Segundo punto: La respiración cambia.
Tercer punto: Se mantiene quieto.
Cuarto punto: Repite palabras o frases.
Quinto punto: Toca su boca, o intenta ocultarla.
Sexto punto: Cubre su cuerpo.
Séptimo punto: Postura de los pies inquieta.
Octavo punto: Da demasiada información.
Noveno punto: Se le dificulta hablar.
Décimo punto: Apunta o señala en exceso.
Onceavo punto: Mira fijamente, y sin pestañear
Notas adicionales:
Nota 1: Una presencia imponente y que influya respeto e intimidación, empujará al sujeto entrevistado a uno de los 11 puntos.
Nota 2: Para evitar que descubran que mientes, actúa en contra de los 11 puntos mostrándote segura de ti misma en todo momento, hablando lo menos posible, optando una postura relajada, poniendo atención a la postura de tus pies, y pestañeando a conciencia.
Nota 3: Se requiere detectar cinco puntos para corroborar una sospecha.
-Ya veremos… -respondió Looker, tomando su gabardina de la silla, y preparándose para salir, Anabel recogió sus cosas y comenzó a seguirlo, cuando Looker se dio la vuelta-. Por cierto, no olvides pasar a la enfermería a que te pongan tus vacunas –sonrió Looker.
-¿Eh? ¡Lo de las vacunas iba enserio? –preguntó Anabel, analizando a Looker para ver si mentía, no encontró ninguno de los 11 puntos- No parece que estés mintiendo, aunque si sabes cómo deducir si alguien miente, podrías estar actuando en respuesta y pretendiendo que no mientes mientras me mientes. ¡Estoy tan confundida! –se quejó Anabel, pero Looker no dijo nada, solo abrió la puerta, y ambos salieron de la casa.
Ciudad Hauoli. Academia Hauoli.
-Al final no me dijo si mentía o no sobre las vacunas. Tendré que presentarme en la enfermería para confirmarlo –se molestó Anabel. Looker había tomado un desvío para ir a comprar un café previo a irse a trabajar, razón por la que en esos momentos caminaba sola en dirección a la Academia Hauoli, encontrándose en la incómoda situación de caminar cerca de otras compañeras de clase, que comenzaban a hablar mal de ella sin importarles que Anabel pudiera escucharlas-. ¿Qué pasó con: "la gente de Alola está entre las más amigables del mundo?" Tal vez me estaba mintiendo y yo no sabía identificarlo –se quejó Anabel, y de pronto sintió un tremendo golpe en su espalda- ¡Gackt! –exclamó adolorida.
-¡Alola! –saludó Kahili tras haberle impactado a Anabel la espalda a palma abierta para llamar su atención, tristemente haciéndolo con demasiada fuerza, lo que hirió bastante a Anabel- ¿Te encuentras bien? No te ves muy animada –comentó Kahili, Anabel tan solo la vio con cierta molestia por el repentino golpe, aunque de inmediato comprendió que no tenía la intención de lastimarla- ¿Caminas sola hasta la academia? ¿No tienes Pokémontura? –preguntó Kahili, Anabel hizo una mueca de curiosidad, y de pronto Kahili empujó a Anabel más adentro a la calle, mientras un estudiante moreno en un Tauros casi las arrollaba- ¡Eso fue peligroso, discúlpate! –gritó Kahili.
-¡Oblígame! –gritó el estudiante de cabellera castaña y larga. Kahili rápidamente colocó su maleta deportiva sobre el suelo, sacó palo y pelota de golf, apuntó, y golpeó con fuerza, la pelota impactó con certeza al estudiante sobre el Tauro, quien cayó del Pokémon noqueado, sobresaltando a Anabel- ¿Qué? –preguntó.
-Eso fue peligroso, pudiste haberlo lastimado de gravedad –reprendió Anabel, sobresaltando un poco a Kahili, quien sudó frio- Además, ¿por qué cargas palos de golf y bolas si te diriges a la academia? Podrías guardarlo todo en tu casillero –insistió ella.
-¿Y perderme la oportunidad de practicar? Nunca llegaré a ser una golfista profesional así –se defendió Kahili, acomodándose su palo de golf al hombro- Si dejo mis palos de golf en mi casillero, no puedo practicar en la mañana, y los necesito conmigo por la tarde para la práctica vespertina. Incluso en clases me siento estresada sin mis palos de golf, y ahora que el lugar donde los ponía está ocupado, me pone de nervios que alguien pase, los tire, y se rayen –le explicó Kahili.
-Entiendo… que eres una entusiasta del golf muy extrema, pero creo que exageras –comentó Anabel, cuando de pronto Kahili volvió a empujarla más adentro todavía en la banqueta, mientras otro estudiante, en este caso rubio y montado en un Stoutland, casi las arroya nuevamente-. ¿Qué pasa con esto de las Pokémonturas? –preguntó Anabel.
-¡Que las están utilizando mal a propósito para molestarte! –se molestó Kahili, sacó otra bola de golf, y golpeó la misma, derribando al estudiante del Stoutland, que cayó sobre el aún noqueado estudiante derribado del Tauros, ambos no se movieron más, pero Anabel confirmó que estaban vivos por sus respectivas respiraciones- Que mala impresión están dando de la gente de Alola con sus tonterías –habló Kahili para sí misma, tomó una Pokébola, y liberó a su Pokémon-. Ve, Pikipek –llamó Kahili, impresionando a Anabel-. Trae las pelotas por favor –le pidió Kahili, y su Pokémon, alegremente voló buscando las pelotas de golf, encontrando las dos que había lanzado Kahili, y regresando con estas hasta ella-. Buen chico –se alegró Kahili, guardando sus pelotas de golf, su palo de golf, y colocándose la maleta a la espalda nuevamente-. ¿Nos vamos? –preguntó Kahili, regresando a Pikipek a su Pokébola.
-Ah… sí… -comentó Anabel, dejando a Kahili adelantarse, pero la golfista se viró para verla, y la esperó-. ¿Por qué estás… siendo tan agradable conmigo? No intentas que baje la guardia para molestarme, ¿verdad? –preguntó Anabel, estando a la defensiva desde lo que pasó ayer, y recordando los 11 puntos para descubrir las intenciones de Kahili.
-Si te preocupa que yo también te moleste porque Ilima se fijó en ti, descuida, esas cosas no me importan –mencionó Kahili, y Anabel movió su vista de arriba abajo, escaneándola-. En todo caso, me molesta la gente que es así, como ese par de tontos que seguro te molestó con sus Pokémonturas porque alguna chica se los pidió. En mi caso, creo que eres agradable, y quiero conocer más de ti y de Hoenn. Aunque no sé qué hacer para que me creas, sé que tuviste un muy mal primer día –le explicó Kahili, y tras pensarlo, y pasar a Kahili a través de los 11 puntos, Anabel supo que no estaba mintiendo.
-Te creo… -comentó Anabel, aunque, creerle no era suficiente para bajar la guardia, pero prefirió no ignorar las buenas intenciones de Kahili, y caminó con ella el resto del camino a la academia, con Kahili sonriente y cantando una canción a sus adentros, y con Anabel siendo incapaz de sentirse relajada, y pensar algo de qué hablar. Al menos así fue hasta encontrar a otro estudiante en brazos de un Machamp, quien se propuso a intentar molestarlas, pero notando al par de estudiantes noqueados, desistió, y pasó de largo-. ¿Por qué muchos viajan sobre Pokémon? –preguntó Anabel para sí misma, pero Kahili la escuchó.
-Es más amigable con el medio ambiente. Algunas personas aún usan automóviles para recorrer largas distancias, pero ir en Pokémontura causa menos tráfico, además así pueden venir desde otras islas sin necesidad del ferry o una licencia de aviador –apuntó Kahili al cielo, donde otro Pokémon que Anabel no conocía, un Toucannon, volaba por los cielos con una estudiante en su lomo-. A mí también me gustaría volar en un Toucannon, pero me he concentrado tanto en el golf, que no he entrenado lo suficiente, no me considero buena en las batallas Pokémon tampoco, Pikipek sería ya un Trumbeak si ese fuera el caso –Anabel entonces hizo las conexiones, Pikipek, Trumbeak, y Toucannon pertenecían a la misma línea evolutiva, le alegró deducir eso sin necesidad de preguntarlo.
-Así que es eso. En Alola usan Pokémonturas porque es mejor para el medio ambiente, y vas caminando a la academia porque tu Pokémon no puede llevarte. Aunque seguro también prefieres caminar porque haces ejercicio. Después de todo, tienes dos sesiones de entrenamiento de golf –comentó Anabel, y Kahili sonrió.
-Solo porque no puedo tener tres –declaró ella-. Pero, esos tontos deberían tener más cuidado. Las Pokémonturas no deben ir sobre la banqueta. Si lo siguen haciendo, el Oficial Mitchell va a comenzar a multarlos, y pronto querrán quitarles a los menores de edad la licencia de Pokémontura, regresaremos a los autos, y el cielo de Alola será tóxico y deprimente otra vez. Así que, con la pena, pero le golfearé la nuca a quien se atreva a romper las reglas –comentó mientras sacaba un palo de golf y lo blandía como una espada. Anabel la observó detenidamente, Kahili parecía agradable, y no parecía tener malas intenciones a con ella. No era suficiente para que Anabel la considerara una amiga potencial, pero, al menos el viaje a la academia no fue tan solitario.
Departamento de Policía de Ciudad Hauoli.
-No me creo por un segundo que no haya ni un solo caso en toda Alola –comentó Looker, molesto. Se encontraba dentro de su oficina, con Mitchell y su Snubull sentados en la silla frente a él, con un legajo abierto y vacío frente a Looker- Déjame ver si entiendo. Te comunicaste con el resto de los departamentos de policía de las otras tres islas y, ni uno solo, ni siquiera el de la Isla Ula-Ula, donde está Pueblo Po, el lugar más corrupto de toda Alola, encontraste un caso –comentó Looker, y Mitchell asintió-. ¿De verdad? ¿No hay casos abiertos ni siquiera en Pueblo Po? Me va a gustar mucho conversar con Nanu al respecto –se dijo a sí mismo Looker.
-Le estoy diciendo la verdad, Detective –insistió Mitchell, aunque Looker no necesitaba explicaciones. Solo con ver su lenguaje corporal, y con sus conocimientos de agente de la Policía Internacional Pokémon, independientemente de si había pasado los exámenes de detective o no, Looker sabía que Mitchell no estaba mintiendo, aunque aquello no significaba que lo que decía fuera verdad, solo que él creía que era verdad-. En todos los años que llevo trabajando, solo he tenido que atender a disturbios domésticos, turistas ebrios, y poner multas por mal uso de Pokémonturas. La policía en Alola básicamente es un grupo de mandaderos uniformados –comentó, y su Snubull asintió a sus palabras.
-Un peón controlado para aparentar es lo que eres, pero eso no es culpa tuya –comentó Looker, molestando a Mitchell-. Abre tu mente Mitchell, ¿de verdad piensas que una región con un pueblo entero en donde la corrupción es tal que el resto de regiones sabe que Pueblo Po es un problema, no tiene absolutamente ninguna carpeta de investigación abierta? Es más, ¿le crees a los oficiales de Pueblo Po que todo está en orden? –insistió Looker.
-Yo pienso que usted solo está buscando problemas donde no los hay, Detective. Alola es protegida por los Tapu –exclamó Mitchell, y Looker comenzó a comprender un poco más de donde venía el problema de Alola realmente-. Si un ciudadano de Alola hace algo que los Tapus consideren incorrecto, lo reprenden ellos mismos. Si lo que sea que pasa en Pueblo Po no es atendido siquiera por los Tapus, entonces no es un problema –terminó él.
-Los Tapus… esta es una de esas regiones entonces –se deprimió Looker, sentándose en su escritorio, y soltando aire con molestia-. Los Tapu, ya comienzo a entender todo un poco mejor. Bueno Mitchell, de ahora en adelante llenarás carpetas de investigación, y si quieres le llevas a Tapu Koko una copia para que esté enterado –se burló Looker, molestando a Mitchell-. Si la policía local piensa que todo está bien en Alola, como para que no exista ni un solo caso, eso solo significa que alguien que controla los hilos de fondo quiere que piensen eso. Paraísos fiscales, lavado de dinero, incluso cosas más turbias, pueden estar pasando bajo tus narices. Así que comenzaremos investigando los negocios de las familias más sobresalientes de Melemele. Quiero nombres, negocios y contratos abiertos –ordenó Looker, Mitchell suspiró, pero asintió, aunque no salió de la oficina de Looker-. ¿Algo más que quieras agregar? –preguntó Looker.
-Sí, enviaron esto hoy para usted –mencionó Mitchell, sacando una Ultra Bola de su bolsillo, y colocándola en el escritorio de Looker-. La envió el Comisionado Nanu, con instrucciones de entregárselo, y de no aceptar un no por respuesta. Dijo además que el tema no está a discusión, y que es una orden directa –accionó el mecanismo de la Ultra Bola Mitchell, liberando a un Croagunk de la misma, lo que molestó a Looker, aunque el Croagunk saludó militarmente-. Los permisos de introducción de especies ya fueron llenados, y se le fue incrustado un chip rastreador. El entrenamiento de Croagunk además finalizó con las mejores calificaciones de la academia. No se escatimaron en gastos en su asignación al parecer –terminó Mitchell.
-Regrésalo… -comentó Looker, evitando contacto visual con el Croagunk en su escritorio. Mitchell lo pensó, pero se negó- ¡Ya tuve a un compañero! ¡Y el que Nanu haya deliberadamente elegido a otro Croagunk, me parece una burla a su memoria! ¡Regrésalo! –insistió Looker.
-No puedo hacer eso, Detective, fue una orden directa del Comisionado, y el Croagunk está registrado a su nombre, le pertenece –insistió Mitchell, entregándole la Ultra Bola. Looker, molesto, regresó a Croagunk a la misma.
-Que te quede clara una cosa, Mitchell… yo no tengo un Pokémon –sentenció Looker, y comenzó a salir dejando la Ultra Bola en su escritorio, pero Mitchell tomó la misma, y Snubull le cortó el paso a Looker-. Es una orden –insistió Looker.
-La orden del Comisionado va primero que la suya. Haga lo que quiera con este Croagunk, pero de aquí no sale sin él –insistió Mitchell, molestando a Looker, quien tomó la Ultra Bola de mala gana-. Tendrá su documentación para cuando regrese de patrullar, Detective. Y le recomiendo mejorar su actitud. No es culpa de Croagunk que usted tenga problemas personales –terminó Mitchell, volviendo a la oficina, mientras Looker veía la Ultra Bola de Croagunk, y suspiraba.
-No estoy listo para esto. ¿Qué se supone que voy a hacer contigo ahora? –se quejó Looker, comenzó a patrullar, y al hacerlo, pasó frente a las oficinas del Departamento de Turismo de Hauoli, teniendo una idea- Umm… es probable que no vaya a gustarle mucho la idea… pero es lo mejor que se me ocurre para cumplir mis órdenes, y deslindarme de esta responsabilidad –se dijo a sí mismo Looker, entrando en el Departamento de Turismo.
Academia Hauoli.
-Duele… -enunció Anabel molesta, mientras en la enfermería de la Academia Hauoli, una mujer de tez morena y cabellera blanca, aparentemente nerviosa, inyectaba a Anabel con manos temblorosas- No quiero ser grosera, pero… parece que es la primera vez que hace esto… Enfermera Burnet –se frotó el brazo Anabel, mientras la Enfermera Burnet levantaba su lista de vacunas, y tachaba la que le había puesto, buscando el frasco de la siguiente vacuna, y preparando la solución, deprimiendo a Anabel cuando se dio cuenta de que aún faltaban varias-. ¿Cuántas inyecciones llevo? ¿Segura que no me va a dar algo por inyectarme todo esto? –preguntó.
-Te aseguro que no te va a pasar nada –comentó la Enfermera Burnet, encendiendo las alarmas de Anabel. Había desviado la mirada, protegía su cuello, se le dificultaba hablar, y su respiración sonaba agitada, eran 4 de 11 puntos, lo que eran bastantes puntos, pero no los suficientes para comprobar que mentía, por lo que Anabel no pudo negarse, mientras la Enfermera Burnet le tomaba el brazo para el siguiente piquete-. Tranquila, ya vamos a la mitad. Esto acabará pronto –aseguró.
-Ya no siento el brazo –enunció Anabel, se mordió el labio, y permitió a la Enfermera Burnet inyectarla, lo que la lastimó mucho- ¡No sé supone que las inyecciones duelan tanto! ¿Dónde aprendió a inyectar? –se quejó Anabel.
-Tranquila, tengo años de experiencia en esto –comentó la Enfermera Burnet, preparando otra inyección, pero Anabel notó el cómo se mordió el labio, y se mantenía muy tiesa mientras terminaba de preparar la siguiente inyección-. Tu brazo por favor –pidió la Enfermera Burnet.
-¡De ninguna manera! ¡Estás mintiendo! ¡No eres una enfermera! ¿Qué rayos me inyectaste? –comentó Anabel, levantándose, pero sus piernas le fallaron, y terminó arrodillada en el consultorio- ¿Me drogaste? ¿Qué planeas hacer conmigo? Intentar arrollarme con un Tauros es una cosa, pero drogarme por agradarle a Ilima es ir demasiado lejos –agregó aterrada Anabel.
-¡No te estoy drogando! ¡Y ni siquiera sé quién es Ilima! ¡Disculpa si no se me da inyectar a la gente, pero ningún doctor accedería de forma ética a inyectarte todo esto en una sola sesión! –exclamó Burnet con molestia, pero aprovechando la debilidad de Anabel para ponerle otra inyección, tacharla de su lista, y preparar la siguiente- No se supone que me descubrieras. Debías dejarte inyectar y hacer tu vida como una niña normal. Estuve toda la noche practicando el cómo vacunar para que no sospecharas, obviamente no funcionó –se quejó ella.
-Espere… ¿usted es miembro de la Policía Internacional Pokémon? –preguntó Anabel, y Burnet inmediatamente le tapó la boca, temerosa. Anabel entonces comprendió que no debía usar ese nombre a la ligera.
-Para nada, no soy miembro de la Policía Internacional Pokémon, pero trabajo para una organización que les ayuda de vez en cuando –explicó Burnet, soltando a Anabel, y aprovechando su distracción para ponerle otra inyección, lo que le sacó unas lágrimas a Anabel-. Escucha… la organización que te protege, pidió a la organización para la que yo trabajo, la Fundación Aether, que asignaran a alguien para ponerte todas estas inyecciones. Firmé un acuerdo de confidencialidad que dictamina que no tengo nada que ver con la PIP, y que, si se entera alguien de que tengo algo que ver, no tengo idea de lo que pueden hacerme. Así que, sé una buena niña, déjame ponerte estas inyecciones, y déjame pretender ser una enfermera aquí sin preguntas que pudieran significar que algo malo me pase –suplicó Burnet, preocupando a Anabel. Para no dejarse engañar, sin embargo, analizó nuevamente el lenguaje corporal de Burnet. Esta vez no encontró nada que la hiciera dudar.
-Bueno… Looker sí dijo que me iban a inyectar… así que supongo que no tienes malas intenciones –respondió Anabel, Burnet entonces preparó otra inyección-. Pero… conseguir un trabajo aquí solo para inyectarme. Además de que consiguieron a una persona con nulos conocimientos de qué me está inyectando. No puedes culparme por dudar –se fastidió Anabel, y Burnet, ligeramente molesta por el comentario, encajó la siguiente inyección con molestia-. Esto es tentativa de homicidio –lloró Anabel a raudales.
-Por favor no insultes a la enfermera con los objetos puntiagudos –sentenció Burnet-. Pero tienes razón, la verdad es que yo también me sorprendí cuando me pidieron esto. Me dieron instrucciones, y qué hacer en caso de que tengas un efecto colateral a la cantidad de inyecciones, pero hay una razón importante por la que me asignaron. Tu condición no es normal, y no me refiero a la amnesia. Hay que mantenerte bajo observación –explicó Burnet, pasando una clase de escáner por el cuerpo de Anabel-. Esto es todo lo que necesito de momento. Por tu condición especial, seré la enfermera que te atienda siempre que lo necesites. Incluso si es algo tan sencillo como un resfriado deberás informarme. ¿Tienes celular? –preguntó Burnet.
-No entiendo por qué necesito atención tan personalizada, pero no tengo un celular –mencionó ella, y la Enfermera Burnet extrajo un celular de su bolsillo, ofreciéndoselo- Mi maestro me diría que no puedo aceptar esto. ¿Qué pasa si ese celular está intervenido? –preguntó.
-No lo está –comentó Burnet, pero algo en todo esto no agradaba a Anabel. Podía deducir que Burnet no estaba mintiendo al indagar en los 11 puntos, notando que al responder no entró en ninguno de ellos. Sin embargo, una ligera intuición le hizo dudar.
-El que usted crea que dice la verdad, no significa que sea verdad –se dijo a sí misma Anabel, confundiendo a Burnet- Lo siento, conseguiré un celular por mis propios medios, y le daré mi número cuando tenga uno. Pero no puedo aceptar el que me está ofreciendo –terminó ella.
-¿Segura? Me lo dieron específicamente para que te lo diera a ti –aquello preocupó incluso más a Anabel- Ya que tengo este puesto únicamente para atenderte a ti, lo que a su vez significa que tengo que fingir que sé lo que hago, puedes encontrarme en la enfermería en horario de clases. Pero es importante que sea yo quien te atienda también fuera de clases, espero que lo entiendas y me des un número de celular al cual comunicarme contigo –le pidió Burnet.
-No es por desconfiar, pero necesito hablar con mi tutor primero sobre esto –respondió Anabel, levantándose. Seguía mareada por todas las inyecciones, pero al menos podía caminar-. Con su permiso, Enfermera Burnet –se despidió Anabel, saliendo de la enfermería- ¿En qué lío me metí para tener una enfermera personal? –se fastidió Anabel, frotándose el adolorido brazo, y dirigiéndose a su salón, encontrando a Kukui muy molesto y caminando en su dirección.
-¿Dónde estabas? –preguntó Kukui, Anabel se sobresaltó- Las clases comenzaron hace casi una hora. Es tu segundo día, no puedes desertar así. Asuka me reprenderá severamente si descubren que te escapas de clases –se quejó Kukui, preocupando a Anabel.
-No me escapé de clases, la Enfermera Burnet vino por mí porque tenía inyecciones pendientes –intentó explicar Anabel. Tras escuchar su nombre, Burnet salió de la enfermería, y tanto ella como Kukui se vieron uno a la otra-. Enfermera… un poco de ayuda por favor… -pidió Anabel, pero notó el rostro perdido de Burnet, se viró a ver a Kukui, y notó lo mismo en su mirada-. ¿Hola? –preguntó Anabel, moviendo su mano frente a Burnet.
-¡Ah! ¡Lo siento mucho! ¡Usted debe ser el Profesor Kukui! –exclamó Burnet, extendiendo su mano para Kukui, quien asintió y tomó la misma, aunque no podía cerrar la boca por alguna razón- Se… se suponía que debía entregarle este justificante… lo lamento por llevarme a su alumna sin decir nada, pero no lo encontré en el salón cuando llegué a buscar a Anabel –explicó ella.
-Ah… ya veo… claro… -comentó Kukui, tomando el justificante, pero no ponía atención a nadie que no fuera Burnet, Anabel lo notó, e hizo una mueca de descontento. Aparentemente, estaba atrapada entre dos personas que no dejaban de verse con atracción el uno por la otra- Un momento, ¿qué le pasó a la enfermera habitual? –preguntó Kukui regresando a la realidad, y Burnet tembló, pensando en qué decir, Anabel aprovechó para poner en práctica lo aprendido, y observó el inútil intento de Burnet por mentir.
-Solo… me pidieron reemplazarla… no sé quién era ni dónde está… -Anabel se sorprendió de ver que, en lugar de mentir, Burnet simplemente dijo la verdad, aunque aquello la deprimió un poco pues deseaba seguir poniendo a prueba lo que Looker le había enseñado-. Lo importante es que, por tiempo indeterminado, seré la Enfermera de la Academia Hauoli. Puede llamarme Burnet, Profesor Kukui –se presentó ella.
-Burnet… claro… es un placer, prima –se apenó Kukui, Burnet sonrió nerviosamente, y Anabel hizo otra mueca de descontento-. Tengo que irme… clases… soy el profesor después de todo –se apenó Kukui, rascándose la nuca.
-Claro… fue un placer, cuide mucho de Anabel –comentó Burnet, pero ambos se quedaron allí, sin moverse, Anabel esperó unos instantes más, pero al ver que nada pasaba, tuvo que intervenir.
-Profesor Kukui… si Asuka se entera de que no está dando clases, se meterá en problemas –comentó Anabel, Kukui se escandalizó, y de inmediato se dio la vuelta, liderando la marcha de regreso a su salón, con Anabel frotándose el brazo en todo momento.
-Así que, faltaste a la toma de lista por estar con Burnet. Menos mal, no me gustaría que mi clase entrara en problemas por romperse la asistencia perfecta –comentó Kukui, abriendo la puerta de su salón, y encontrando una escena inquietante tras haberlo hecho, con Ilima sosteniendo un palo de golf entre las palmas de sus manos, mientras una furiosa Kahili sostenía el mango del mismo a manera de espada atacando a Ilima, además de un par de noqueados Smeargle y Pikipek en el suelo, y al resto de estudiantes al fondo del salón observando el conflicto, y a un pupitre rayado en el suelo-. ¿¡Qué está pasando aquí!? –exclamó Kukui, sobresaltando a todos, y forzando a los profesores de los salones contiguos al suyo a salir de sus salones preguntándose lo que estaba ocurriendo- Oh no, si ellos descubren algo le dirán a Asuka, y puedo despedirme de mi trabajo –sentenció Kukui, metiendo a Anabel a la fuerza en el salón, y cerrando su puerta tras de sí, mientras, con una mirada endemoniada, ponía nerviosos a todos los presentes-. Ilima… Kahili… es sumamente difícil el hacerme enojar, pero hoy tengo más calor de lo normal por alguna razón, y siento que todo me molesta. ¿Harían el favor, primos, de explicarme lo que está pasando aquí? –pidió Kukui, con un aura sombría rodeándolo.
-Nunca había visto al Profesor Kukui así de enojado, da miedo –mencionó Kahili, e Ilima asintió un buen número de veces en señal de preocupación. Kukui por su parte, suspiró, y logró recobrar el control perdido, pero aún quería saber lo que había pasado- Profesor, Ilima escribió cosas horribles en el pupitre de Anabel –comentó Kahili, señalando el pupitre en el suelo, que era el de Anabel, y leía cosas horribles, desde simples insultos llamándola invasora o criminal, hasta peores palabras que no valía la pena mencionar-. Lo atrapé mientras pintaba todo esto con su Smeargle –insistió Kahili, apuntándole con su palo de golf.
-Y yo te digo que el pupitre ya estaba así cuando llegué. Smeargle y yo solo intentábamos pintarlo antes de que Anabel viera esto –se defendió Ilima, y Anabel, mirando a ambos, se extrañó de descubrir que ambos estaban diciendo la verdad, incluso tuvo que sacar sus notas para volver a leer los 11 puntos para cerciorarse-. Anabel, tienes que creerme, yo no hice esto a tu pupitre –insistió Ilima.
-¡Mientes, yo te vi! –amenazó Kahili con su palo de golf, preocupando a Ilima- Escucha, no sé quiénes se creen todos ustedes para abusar de Anabel de esta forma. Ella no ha hecho nada para merecerse este trato, así que no me vengas con excusas tontas, yo te vi, y me parece muy bajo de tu parte el que intentes negarlo. Lo creería de cualquiera menos de ti –insistió ella.
-Orden –aplaudió un par de veces Kukui, manteniendo la calma, lo cual era sorprendente tomando en cuenta lo aterrados que estaban todos de ver a Kahili intentando golpear a Ilima con su palo de golf-. Primero que nada, el que alguien, quien sea, haya hecho esto a una estudiante de intercambio, es inquietante. ¿Qué clase de imagen pretenden dar de Alola? Todos en Alola somos familia, nos cuidamos unos a otros. El que hagan esto, ante una estudiante de intercambio, debería de darles vergüenza –exclamó Kukui, y los estudiantes desviaron sus miradas-. Ahora, esto es malo, pero prometo que no habrá represarías para el responsable, siempre y cuando se disculpe con Anabel. ¿Quién hizo esto? –preguntó Kukui.
-¡Smeargle! –apuntó Kahili molesta- Lo que en consecuencia significa Ilima. La evidencia está en toda la cara de mi pobre Pikipek que intentó defender el pupitre de Anabel –comentó Kahili, cargando a su Pikepek con el rostro manchado de gris y sus ojos en espiral.
-Esto no va a ninguna parte –se quejó Kukui, rascándose la nuca-. ¿Alguien que no sea ni Kahili ni Ilima quiere dar su versión? –preguntó Kukui, Anabel solo se acercó a su pupitre, leyendo las cosas horribles que decía. Ilima la miraba con tristeza, pero no se acercaba pues Kahili seguía armada. Mientras todo eso pasaba, Kukui preguntaba a los demás.
-Todo esto lo hizo Kahili –comentó uno de los estudiantes, de piel morena y cabellera larga y lacia, sobresaltando a Kahili, y forzando a Anabel a mirar al estudiante- Ella pintó el pupitre de Anabel, Ilima intentó detenerla, pero ella lo atacó con su palo de golf –comentó el estudiante, Anabel meditó al respecto, un leve movimiento de hombros, la postura de sus pies, apuntar y acusar, movimientos rápidos de su cabeza, mirar fijamente y sin pestañear, 5 de 11 puntos, estaba mintiendo.
-Es-es verdad –respondió otro estudiante, rubio y de piel algo pálida, quien tartamudeó, y además desviaba la mirada-. Ilima solo intentaba detenerla, llamó a su Smeargle para pintar el pupitre antes de que Anabel lo viera, pero Kahili lo atacó con su Pikipek –una mordida de labios, un pie en posición de querer huir, le faltaba el aire, y también apuntaba, 6 de 11, él también mentía.
-Esperen, eso no es cierto –comentó Ilima, pero más estudiantes comenzaron a hablar en contra de Kahili. Alzaban la voz, no dejaban a Ilima hablar. Anabel comenzó a comprender lo que estaba ocurriendo, los primeros dos estudiantes que hablaron tenían heridas detrás de sus cabezas, eran los que habían intentado arrollarla con su Tauros y su Stoutland, y a quienes Kahili había golpeado con las pelotas de golf.
-Kahili siempre ha sido violenta, por eso no tiene amigos y se la pasa mirando por fuera de la ventana –apuntó otra chica, la que la noche anterior había insultado a Anabel. No solo el hecho de que ella "defendiera" a Anabel era sospechoso, pero apuntaba, mantenía la mirada fija sin pestañear, su cuerpo temblaba, sus hombros se alzaron. Solo era un 4 de 11, pero Anabel sabía de antemano que esa chica no intentaría defenderla-. Nos amenazó a todos con golpearnos. Ilima solo intenta cubrirla porque es un buen chico y no quiere preocupar a nadie –insistió.
-¿Por qué amenazaría a alguien con golpearlo? –pregunto Kahili, con palo de golf en mano, lo que no ayudaba a su caso- Espera… Anabel, sé cómo se ve, pero yo no hice nada. ¡Ilima fue quien pintó tu escritorio con su Smeargle! –insistió Kahili, ella no estaba mintiendo, lo que confundía un poco a Anabel.
-Y yo te estoy diciendo que no fue así, yo solo quería reparar el daño –comentó Ilima, él tampoco estaba mintiendo, pero era imposible que ambos dijeran la verdad con versiones contradictorias- Kahili, tú me conoces, sabes que yo no haría eso –insistió Ilima.
-¿Por qué crees que estoy tan enojada? ¡Es justo porque no puedo creer que hayas hecho algo así el que estoy tan enojada! –comentó Kahili, sus ojos llenos de lágrimas, lo que incomodó a Ilima-. Ilima… es bueno con todos. Incluso eres bueno conmigo que no hablo realmente con nadie. Pero, verte hacerle esto al escritorio de Anabel… no podía perdonarte por eso… -insistió ella.
-Oigan, tranquilos –insistió Kukui, queriendo mantener el orden, y dirigiéndose a Kahili-. Kahili, si de verdad tú hiciste esto, solo dímelo, podemos arreglarlo. Nadie va a enterarse fuera de este salón, solo necesito que me digas la verdad –tras haber escuchado la versión de los estudiantes, Kukui inclusive pensaba que había sido Kahili. Kukui simplemente creía en todos sus estudiantes, se negaba a dudar de ellos, al menos eso fue lo que pensó Anabel, ya que, aún si Kukui no había dicho nada similar a una mentira, sus dudas lo hicieron entrar dentro de los 11 puntos, lo que significaba que Kukui también dudaba de la versión de sus estudiantes.
-Anabel… ¿tú me crees? –preguntó Kahili, Anabel no conocía lo suficiente a Kahili, en otras condiciones, probablemente hubiera pensado que fingió que ella le importaba para hacer esto sin consecuencia alguna. Pero, gracias a lo que le enseñó Looker, ella estaba convencida de que Kahili no mentía.
-Profesor Kukui… -comenzó Anabel, y Kukui se viró para verla-. Esto, va a sonarle muy raro. Pero tanto Kahili como Ilima dicen la verdad –comentó Anabel, y Kukui alzó una ceja en señal de duda-. A lo que me refiero es, a que Ilima no rayó mi escritorio, pero tampoco fue Kahili, aunque ella está convencida de lo que vio. El creer que viste algo, no te hace un mentiroso, ella está diciendo la verdad –aseguró Anabel.
-¿El creer que viste algo, no te convierte en un mentiroso? –preguntó Kukui, y Anabel asintió- Creo que entiendo lo que dices. Intentas decir que Kahili no está mintiendo, porque cree genuinamente en lo que vio. Pero, eso no resuelve nada –comentó Kukui.
-Sé que eso no resuelve nada, el detective es mi tutor legal, no yo –le comentó Anabel, y Kukui miró a Anabel con curiosidad-. Kahili, no estas mintiendo, pero al mismo tiempo lo que dices no es cierto. Cuéntame por favor con detalle lo que viste –le pidió Anabel.
-Ah… bueno… la verdad es que estaba viendo fuera de la ventana como siempre… -comenzó Kahili, y Anabel asintió, pidiéndole continuar-. No suelo hablar con nadie, pero, estaba al pendiente de cuando regresaras por si querías platicar. Vi un destello en el reflejo de mi ventana, viré para ver lo que ocurría, y encontré a Smeargle manchando tu pupitre –explicó Kahili, y Anabel se acercó al pupitre, y lo analizó-. Me enojé mucho, tomé un palo de golf de mi mochila, y lo ataqué. Smeargle intentó defenderlo, saqué a mi Pikipek, pero Ilima lo derrotó tras pintarle el rostro –apuntó Kahili a su aún noqueado Pikipek, quien ya comenzaba a despertar.
-Es suficiente –comentó Anabel, y se dirigió a Ilima-. Ahora, necesito que me cuentes tu versión, Ilima –pidió Anabel, e Ilima miró al Profesor Kukui, un tanto incomodado. Kukui tan solo se frotó la barbilla y asintió, permitiéndole a Ilima hablar.
-Bueno… llegué al salón de clases, y todos estaban riendo y platicando. Me llamó la atención, y vi tu pupitre –explicó Ilima, y Anabel asintió-. Kahili estaba viendo por fuera de la ventana, pero todos hablaban de tu pupitre. Me molesté, pero no tenía a nadie a quien recriminarle, así que llamé a Smeargle, y le pedí que imitara el color de la pintura de los pupitres para reparar el daño antes de que el Profesor Kukui o tú llegaran. Solo que Kahili me atrapó en el acto, se molestó y me atacó. No tuve oportunidad de decirle nada, ella gritaba y me decía cosas que por el miedo no escuché. Ah, pero no estoy diciendo que crea que tú lo hiciste, Kahili, solo me estaba defendiendo. Cuando sacaste a Pikipek, no tuve opción más que defenderme –insistió Ilima.
-Pero eso no concuerda con la versión que dieron tus compañeros –declaró Kukui-. Y no tiene sentido si Anabel dice que ambos dicen la verdad. Por cierto, ¿cómo sabes que ambos dicen la verdad? –preguntó Kukui.
-Mi tutor legal es detective, y me ha enseñado algunas cosas, por eso sé que ambos dicen la verdad –le explicó Anabel, y Kukui asintió-. Creo que ya sé lo que pasó. ¿Le importa si doy mi teoría? –preguntó, Kukui levemente sentía que su clase se había convertido en un circo, pero accedió- Bien… ni Ilima ni Kahili pintaron mi pupitre. Kahili veía por fuera de la ventana, porque no se lleva con nadie. Cuando Ilima llegó, el pupitre ya estaba así. Ilima, siendo Ilima, no quería que yo pensara mal de la gente de Alola, así que prefirió reparar el daño antes de que yo llegara –prosiguió Anabel, tomando a Ilima del brazo, y colocándolo al lado de su pupitre, el cual levantó y acomodó como debía estar, luego fue por Kahili, y la sentó, incluso moviendo su cabeza para que estuviera viendo fuera de la ventana-. Cuando Ilima llamó a Smeargle, el reflejo de la luz de la Pokébola materializando a Smeargle, alertó a Kahili, quien se viró, y encontró a Smeargle pintando, y pensó que el responsable había sido Ilima. Por eso Kahili no está mintiendo, porque genuinamente confía en lo que vio –explicó Anabel.
-Ya veo –comentó Kukui-. Entonces, según tu teoría, lo de Kahili es un malentendido –Anabel asintió-. No es por jugar al detective, Anabel, pero, ¿cómo sé que no estás encubriendo a tu amiga Kahili? No es secreto para nadie que, aunque no tengas la culpa, hay resentimiento en tu contra. Tal vez Kahili realmente hizo esto y estaba enojada porque Ilima estaba reparando su obra maestra y tú solo la encubres porque piensas que eres su amiga –comentó Kukui.
-Me sentiría ofendida, si usted no estuviera dudando de sus propias palabras –comentó Anabel tras leer el lenguaje corporal de Kukui-. Pero no la estoy encubriendo, y tengo pruebas, aunque esto no me lo ha enseñado mi tutor –comentó Anabel, caminando hasta Smeargle, y tomándole de la cola, lo que molestó a Smeargle, pero Ilima lo tranquilizó-. Prueba número uno, la cola de Smeargle es demasiado gruesa para escribir palabras. Si Smeargle hubiera hecho esto, no hubiera podido escribir mucho por lo grueso de su cola –explicó ella.
-Tiene sentido –mencionó Kukui-. Pero, si usa solamente la punta de la cola, y tiene suficiente cuidado, podría haber pintado todo esto de todas formas –apuntó Kukui, pero Anabel lo negó con la cabeza.
-El destello que llamó la atención de Kahili, fue el de la Pokébola liberando a Smeargle –le recordó Anabel-. Es verdad que Smeargle podría usar la punta de su cola para hacer trazos más finos, pero tendría que ser muy rápido para escribir todo esto en el periodo de tiempo que a Kahili le toma dar vuelta a su cabeza –comentó Anabel, volteando la cabeza de Kahili con cuidado de no lastimarla-. Esa fue la prueba número dos de que no fue Smeargle por cierto, pero tengo una tercera prueba, y está en el rostro de Pikipek –comentó Anabel, dirigiéndose a Pikipek, quien ya intentaba limpiarse la pintura del rostro-. El rostro de Pikipek fue manchado por Smeargle cuando intentó defender a Ilima, la pintura ya se secó, y es de un tono gris suave –comentó Anabel, y regresó al pupitre-. Las palabras en el pupitre, tienen un tono negro, la cola de Smeargle se ve negra, pero eso es porque no está seca. Además, aquí en el pupitre hay una mancha de pintura de Smeargle ya seca, y no se parece al resto de lo que está escrito. Si lo ve con atención, es del mismo tono que la mancha en el rostro de Pikipek, lo que significa que, antes de que Pikipek atacara, Smeargle realmente estaba pintando mi pupitre, pero no para escribir estas palabras, sino para cubrir el daño. Si todas estas pruebas no son suficientes, hay una cuarta prueba, pero es a mí interpretación, y esa es que dudo mucho que un Smeargle tenga capacidades de escribir, a menos que conozca lengua humana. Esto lo hizo un humano, no un Pokémon –comentó ella, y Kukui lo comprendió-. En conclusión, Kahili dice la verdad porque realmente vio a Smeargle pintando mi escritorio, pero no lo vio escribiendo estas palabras. Ilima dice la verdad, porque realmente intentó reparar el daño, ninguno de los dos fue el culpable –finalizó Anabel.
-Todo esto… suena demasiado creíble –analizó la evidencia Kukui, liberando en ese momento de sospechas tanto a Kahili como a Ilima, quienes ya se miraban comprendiendo que lo que ocurrió entre ellos solo había sido un malentendido-. Pero entonces, ¿quién lo hizo? ¿Y por qué los demás acusaron a Kahili? –preguntó Kukui.
-No puedo decirle quien lo hizo profesor, porque no tengo evidencias –aceptó Anabel-. Pero sí podría decirle por qué acusaron a Kahili, aunque no sé si debería. Lo que diga a partir de ahora, podría parecer que es mi manera de vengarme de quienes me hicieron daño. Sería mi versión, y por ser la victima de todo esto, podrían pensar que es por venganza, pero no me interesa vengarme de nadie, solo quiero limpiar el nombre tanto de Kahili como de Ilima –comentó Anabel, sorprendiendo a Kukui-. Me conformo con que las personas que lo hicieron sepan que sé que lo hicieron –miró Anabel al par de estudiantes, al que había montado al Tauros, y al que había montado al Stoutland, ambos se preocuparon, y sintieron un gran miedo recorrerles la espalda.
-Anabel, ya dije que no habrá consecuencias si se disculpan, ¿aun así piensas encubrirlos? –preguntó Kukui, Anabel asintió sin dudarlo- No hay remedio entonces. Ilima, hazme el favor de pedirle a tu Smeargle que limpie este desastre –pidió Kukui, Ilima tan solo miró a Smeargle, quien asintió, y comenzó a pintar el pupitre de Anabel-. Kahili, ve al salón de al lado y pide prestado un pupitre para Anabel en lo que el suyo se seca –Kahili asintió, y salió del salón para buscar un pupitre para Anabel con Pikipek en brazos-. Y lleva a ese Pokémon a asearse. El resto de ustedes, clase, me tiene decepcionado. No está dentro de los valores de nuestra gente el tratar así a los demás. Pero, por respeto a Anabel, no indagaré más sobre este incidente. Solo les pido que no se vuelva a repetir. ¿Ha quedado claro? –peguntó Kukui, los estudiantes respondieron, todos menos una chica, y para sorpresa de Anabel no fue Tori como había sospechado antes, sino la chica que se sentaba al lado de Ilima, una chica que se negaba a dirigirle la mirada a Anabel.
Afueras de la Academia Hauoli.
-Ya es tarde –comentó Looker a la llegada de la hora de la salida, mientras esperaba a Anabel. Las clases habían terminado, varios estudiantes se habían ido ya a sus casas, pero Anabel no salía todavía, lo que comenzaba a preocupar a Looker-. Espero de verdad que no se haya metido en otro problema. Odiaría que después de su resolución de esta mañana, terminara llorando otra vez –se dijo a sí mismo Looker, pero entonces escuchó la voz de Anabel, la buscó con la vista, y la encontró dirigiéndose a la salida junto a Ilima y a Kahili.
-Les estoy diciendo que estoy bien, no necesitan saber más de lo que dije en el salón de clases –comentó Anabel, Looker decidió observar desde lejos, sin interrumpir-. Kahili, ¿no tienes que entrenar? Estás haciendo que te retrase –se quejó Anabel.
-Pero Anabel, yo de verdad quiero saber quien escribió esas cosas sobre ti –comentó Kahili, Looker se preocupó por lo que estaba escuchando, pero por la sonrisa en el rostro de Anabel, misma que no era de felicidad, pero tampoco fingida, supo que ella estaba bien.
-Solo quieres que te diga para que vayas a golpearlos con tus palos de golf, eso solo me causará más problemas de los que ya tengo –se quejó Anabel, pero Kahili, con palo de golf en mano, intentó convencerla de que ese no era el caso-. Kahili, si de verdad quieres ser mi amiga, vas a dejar de insistir y vas a dejar las cosas como están. No necesito más problemas –insistió Anabel.
-Kahili, creo que debes respetar los deseos de Anabel –comentó Ilima, y Kahili, bajando la mirada, asintió- Sé que estás molesta, yo también me siento decepcionado de mis compañeros, pero admiro la decisión de Anabel de querer perdonarlos –sonrió Ilima, apenando a Anabel, quien se sintió extraña recibiendo un cumplido de parte de Ilima-. Aun diciendo todo esto, quiero disculparme a nombre de mis compañeros. Han sido crueles, no me gustaría que tuvieras una mala impresión de Alola por unas cuantas manzanas podridas –insistió Ilima.
-Te mentiría si dijera que no sigo teniendo una mala impresión de Alola, pero prometo continuar dándoles el beneficio de la duda –comentó Anabel, y tras analizarla, Looker contó 3 de 11, lo que significaba que Anabel no estaba mintiendo-. De verdad, no se preocupen. Los dos me están haciendo sentirme incomoda. Solo intentemos que mañana sea un día normal de estudiantes normales. Nada de drama policiaco por favor –les pidió Anabel.
-Cuenta con ello. Te veré mañana, Anabel –se despidió Ilima, saliendo de la escuela, lo que forzó a Looker a ocultarse de su vista, mientras Ilima caminaba con rumbo a la parte oeste de la ciudad. Looker entonces miró a Kahili, quien temblaba con incomodidad.
-Pero… -intentó decir Kahili, ganándose una mirada de molestia por parte de Anabel-. Está bien… supongo que te veré mañana –comentó Kahili, se despidió, salió de la academia, y se dirigió en dirección a la parte este, lo que significaba que vivía en la misma dirección que ella, pero por requerir esperar a Looker, Anabel no la siguió.
Anabel entonces divisó a Looker esperando por ella a las puertas de la academia, se preparó para ir a contarle sobre lo que había pasado, pero antes de poder hacerlo, una chica que hasta esos momentos descansaba la espalda sobre la malla metálica de la arena del patio, se aproximó a Anabel. Era la misma chica que se sentaba junto a Ilima, y que no había hablado cuando Kukui había pedido a todos prometer que no habría más conflictos.
-¿Por qué no me delataste, niña Hoenn? –se fastidió la chica, mirando a Anabel a los ojos, en un intento de intimidación que la verdad no afectaba a Anabel- ¿Te crees la gran cosa jugando a la detective? ¿Piensas que todo esto terminó solo porque intimidaste a todos con ese juego de deducción? Esto apenas comienza, Anabel –declaró la chica.
-No te delaté por tres razones. La primera, es que no sé tu nombre –comentó Anabel, molestando a la chica-. La segunda, porque no tenía pruebas contundentes, solo una ligera sospecha. Sería muy poco profesional de mi parte el acusarte sin tener evidencias. La tercera, es porque ahora que sabes que puedo descubrir este tipo de cosas, confiaba en que recapacitarías y dejaras de hacerlo –sentenció Anabel, molestando a la chica-. Si te gusta tanto Ilima, mantén las cosas entre tú y él, a mí no me metas en esto –sentenció Anabel, intentando salir de la academia, pero la chica la detuvo al tomarla del brazo, lo que lastimó a Anabel ya que estaba tomándola del brazo donde había sido inyectada tantas veces.
-Hiromi –comentó la chica, estrujando el brazo de Anabel tras notar que eso le causaba dolor. Algunos de los estudiantes que aún quedaban en la academia, y que platicaban alegremente, notaron lo que ocurría. Hiromi pensó que se acercarían para ayudarla a humillar a Anabel, pero descubrió que, incluso los dos jóvenes que habían pasado con el Tauros y el Stoutland, la miraban con incomodidad.
-Hiromi, déjala en paz –comentó el chico moreno que había viajado sobre el Tauros-. Kukui tiene razón, no queremos que las otras regiones piensen que en Alola somos malas personas. Es suficiente, Anabel no ha hecho nada malo –insistió el chico.
-Carlton tiene razón –comentó el otro estudiante, el rubio que había pasado montado en un Stoutland aquella misma mañana-. Hicimos mal en molestarla en la mañana, y nos vimos peor intentando hacer quedar mal a Kahili también –exclamó el chico.
-¿Tú también Makana? –se molestó Hiromi, soltando a Anabel, quien se frotó el brazo adolorido por todas las inyecciones- Bien, pero no voy a quedarme de brazos cruzados tampoco. ¡Bonsly! –llamó Hiromi lanzando su Pokébola, y apuntando a Anabel con molestia- Al menos ten la decencia de arreglar esto en una batalla –se quejó Hiromi.
-Imposible, Anabel ni siquiera tiene un Pokémon –comentó Tori, otra de las que se había quedado atrás, y que miraba toda la situación recargada sobre una pared, sin que le importara intervenir ni a favor ni en contra-. Aunque quieras tener una batalla, Anabel simplemente no puede tenerla. Casi siento pena por ella, después de todo, todos en la academia tenemos al menos uno o dos Pokémon –terminó Tori.
-¿Eh? ¿Es enserio? ¿Acaso en Hoenn no tienen Pokémon? Qué lástima me das –se burló Hiromi, apuntando a ella, y moviendo su cabello lacio y negro de forma pretenciosa-. Aquí en Alola, todos tenemos un Pokémon compañero desde pequeños. Es una lástima que no tengas recuerdos tan preciados con un Pokémon desde pequeña –terminó Hiromi, y aunque Anabel logró mantenerse neutral, y darle una nueva oportunidad a Alola, aquel comentario la hirió profundamente, o al menos así fue, hasta que un Croagunk se materializó frente a ella, sorprendiendo a Anabel, y a los presentes- ¡Oye! ¡Dijiste que no tenía un Pokémon! ¿De quién es ese Croagunk entonces? –se quejó Hiromi, apuntando a Croagunk.
-¿Qué Pokémon… es ese? –susurró Anabel, se viró a la entrada, y notó una Ultra Bola dirigiéndose en su dirección, misma que atrapó en pleno vuelo, así cuando Hiromi se viró para ver a Anabel, al igual que el resto de estudiantes, encontró a Anabel con la Ultra Bola en mano.
-¿Una Ultra Bola? –comentó Tori sorprendida- Pero solo le venden Ultra Bolas a los entrenadores que tienen al menos 5 Cristales Z –comentó Tori, sobresaltando a Hiromi-. Si tenías ese Pokémon, ¿por qué no lo usaste ayer? Hiromi, basta con eso, si combates con ella solo te va a humillar. No vale la pena –insistió Tori.
-No voy a dejarme humillar por esta extranjera. ¡Bonsly! ¡Lanza Roca! –ordenó Hiromi. Su pequeño Pokémon, de apariencia linda y tranquila, atacó. Croagunk tranquilamente, saltó entre las rocas, e impactó a Bonsly con su Puño Veneno, noqueándolo de un solo movimiento- ¡Bonsly! –exclamó Hiromi aterrada, mientras Croagunk aterrizaba, y miraba a Hiromi sombríamente, por lo que Hiromi, con lágrimas en sus ojos, tomó a su Bonsly, y se fue llorando.
-Es buena –comentó Tori, mirando a Anabel con preocupación, virándose, y retirándose rumbo a la academia-. Que importa, no es como que me queden ganas de molestarte después de lo de hoy –se apenó Tori, se retiró, al igual que Carlton y Makana, quienes no dijeron nada, y dejaron a Anabel con Croagunk, quien se dio la media vuelta, y saludó militarmente.
-¿Looker? –preguntó Anabel, dándose la vuelta, y encontrando a Looker en la entrada- ¿Qué significa esto? –preguntó, apuntando a Croagunk, a quien Looker le entregó su gorra de policía, lo que alegró a Croagunk, quien se apenó por recibirla.
-Veo que has estado utilizado lo aprendido, Anabel. Me sorprende lo rápido que has avanzado –declaró Looker, pero Anabel insistió en apuntar a Croagunk-. Necesitas a un Pokémon, así que me tomé la libertad de tramitarte una Licencia Pokémon, y conseguirte a este Croagunk para que te haga compañía. Después de todo, en la Academia Hauoli todos tienen un Pokémon –declaró Looker orgulloso, mientras le entregaba a Anabel su nueva licencia.
-Todo eso suena muy lindo, y estaría sumamente conmovida, no se nota que estés mintiendo después de todo, pero… –Looker entonces miró a Anabel con curiosidad, sin saber dónde se equivocó-. ¿Para qué necesita un Pokémon una gorra de policía? No dirá Policía Internacional Pokémon, pero sigue siendo una gorra de policía –declaró con molestia, y Looker se preocupó.
-Supongo que hay que agregar un doceavo punto… ser consistente con la mentira –comentó Looker, y Anabel asintió- ¿Qué te parece si lo negociamos con una cena en el Buffet de la Batalla? –preguntó Looker, pero Anabel continuó mirándolo con molestia- ¿No quieres? –preguntó Looker preocupado.
-Sí quiero… por favor y gracias… -respondió Anabel, y Looker suspiró aliviado, por lo que, tras quedar en acuerdo, ambos se dirigieron al Buffet de la Batalla.
Centro Comercial de Hauoli. Buffet de la Batalla.
-¡Croagunk! ¡Venganza! –ordenó Anabel en el Buffet de la Batalla, y Croagunk, con su sombrero de policía puesto, impactó con todas sus fuerzas a un Raticate de Alola, noqueándolo de un solo movimiento- ¡Nadie toque mi Hoenn Ramen! –exclamó Anabel con entusiasmo, reclamando el Hoenn Ramen que le entregaba una nerviosa Carolyn, quien veía a la mesa de Looker, donde ya había cuatro platos de Hoenn Ramen, y con ese último, ya eran cinco.
-Ya estoy dudando de que Venganza sea un ataque Pokémon… ahora creo que son los oscuros deseos de Anabel de liberar todo lo que se tenía guardado –comentó Looker, la mesera asintió en ese momento-. Por seguridad de su clientela, señorita Carolyn, le recomiendo pedirle al chef que deje de preparar Hoenn Ramen –pidió Looker, y Carolyn asintió nuevamente sin decir nada, mientras una Anabel sumamente feliz, se sentaba en la mesa junto a Looker, viendo a su quinto Hoenn Ramen con alegría-. Aparentemente, no te tomaste el que te relegara a Croagunk para nada mal –comentó Looker sorprendido.
-Estoy por ponerle Ramen de mote –sonrió Anabel, sobresaltando a Croagunk, quien movió su cabeza en negación rápidamente-. Pero, aunque Croagunk es un Pokémon muy fuerte, es un Pokémon de la Policía Internacional Pokémon, ¿no es así? Se supone que te lo asignaron para protegerte. ¿Por qué no lo quieres? –preguntó curiosa.
-No es por Croagunk exactamente, aunque me haya parecido de muy mal gusto el que Nanu lo haya sugerido –se fastidió Looker-. En realidad, es cualquier Pokémon. No está dentro de mis intereses el tener un Pokémon, sin excepciones. Nada personal, pareja –comentó Looker, y Croagunk tan solo lo miró fijamente, lo que incomodaba a Looker- No sé qué diantres significa eso –sudó frio Looker.
-Debe sentirse rechazado, no es gentil lo que estás haciendo –reprendió Anabel, y Croagunk desvió la mirada-. Pero, a mí no me molesta que seas mi Pokémon, en especial si me consigues Hoenn Ramen –sonrió Anabel, Croagunk celebró, y ambos comieron ramen alegremente, lo que preocupaba a Looker.
-Sé qué está mal que yo lo diga, pero Croagunk es tu responsabilidad ahora. No quiero tener nada que ver con su crianza, con la de ningún Pokémon en realidad –se quejó Looker, y Anabel lo miró con preocupación-. No voy a discutir esto, Anabel –insistió.
-Solo quiero que me digas que no es porque odias a los Pokémon –comentó Anabel. Looker lo pensó. Después de todo, un supuesto Pokémon le había hecho mucho daño, pero era gracias a su primer Croagunk el que al menos Looker seguía vivo-. ¿Looker? –preguntó.
-No odio a los Pokémon, Anabel… pero no deseo volver a generar un vínculo con un Pokémon, después de perder a mi mejor amigo el mismo día en que te conocí –declaró Looker, y Anabel decidió que no indagaría más al respecto-. Si quieres conservar a Croagunk, te harás cargo de él tú misma. Yo no me involucraré de forma alguna. Si no estás dispuesta a aceptar esto, entonces no me queda más remedio que regresar a Croagunk –insistió Looker.
-Lo cuidaré… me agrada Croagunk… pero… si no quieres que sea tu Pokémon, al menos trata de ser su amigo –comentó Anabel, Looker no deseaba aceptar, pero el rostro preocupado de Anabel, le derritió el corazón, por lo que accedió, y Anabel exclamó alegremente.
-¿Cómo voy a decirte que no si ver a la Anabel alegre es demasiado impactante tras la niña depresiva de ayer? –comentó Looker, y Anabel bajó la mirada, perdiendo un poco los ánimos- Entiendo que hoy fue un día mejor. ¿Algo que quieras compartir? –preguntó Looker.
-Bueno… la Fundación Aether asignó una enfermera personal para mí, y me ofreció un celular, pero lo rechacé –le explicó Anabel, y Looker se rascó la barbilla con extrañeza-. Fuera de eso, hubo un incidente del que quería hablarte… -comenzó Anabel, y en el transcurso de una hora, misma en el que terminó de comer tres platos de Hoenn Ramen, Anabel le contó todo lo que ocurrió a Looker- Aún estoy preguntándome si debí haber hecho todo eso –comentó Anabel nerviosa.
-Comprendo… -meditó Looker al respecto-. Tal vez no deberías… -intentó decir Looker, pero tras ver las manos de Anabel aferrándose a su falda, Looker comprendió que lo que hizo Anabel hoy, había significado mucho para ella, por lo que no tuvo el corazón de detenerla-. Tal vez no deberías… dejar de usar tus habilidades en clase… -corrigió el rumbo Looker, sorprendiendo a Anabel-. Si usas tu mente de esa forma, las posibilidades de que desaparezcas tras un reseteo disminuyen exponencialmente. Y al menos a mí no me gustaría que desaparecieras, me agrada estar contigo –agregó Looker, y los ojos de Anabel se humedecieron, lo que Looker notó-. Por favor no llores –se asustó Looker.
-No voy a llorar… -se limpió las lágrimas Anabel, y sonrió-. Ya no más –terminó Anabel, Looker asintió, y Anabel miró su ultimo plato de Hoenn Ramen-. ¿Me ayudas con mi último Hoenn Ramen mientras me das una nueva lección? –preguntó Anabel, y Looker suspiró.
-No debiste luchar por él si no te lo ibas a comer –reprendió Looker, pero tomó el plato de Anabel, y comenzó a comerlo-. Bien… -comento con su boca llena de ramen-. Saca tu libreta, adelantaremos la lección de mañana en la mañana –aclaró Looker, y Anabel se apresuró a sacar su pequeña libreta-. Si ya aprendiste a descubrir cuando alguien te está mintiendo, lo siguiente es la búsqueda de la suficiente evidencia para corroborar la culpabilidad de alguien. Para hacer esto, debes entrevistar a los sospechosos, te daré algunas preguntas clave que no pueden fallar –prosiguió Looker, y la segunda lección comenzó.
Academia Hauoli. Aula 1-A. Al día siguiente.
-Anabel, ¿juntamos pupitres para almorzar? –preguntó Ilima, mientras veía a Anabel y a Kahili juntando sus mesas. Era la hora del receso, que normalmente Ilima no pasaba en el aula. Pero, desde ayer, deseaba conocer a Anabel aún más.
-¿Con nosotras? –preguntó Anabel sonrojada, lo que no pasó desapercibido por Kahili, quien comenzó a colocar su pupitre de regreso en su lugar e intentó escabullirse, pero Anabel la atrapó de la muñeca- Nosotras, Kahili… -reprendió Anabel.
-Pero si está todo obvio que no soy bienvenida aquí. Ilima seguro me tiene miedo porque sigo armada –comentó Kahili, sacando un palo de golf de su mochila, lo que preocupó un poco a Ilima, y fastidió a Anabel. Pero la discusión que estaba por comenzar, se interrumpió cuando una alumna entró en el aula 1-A.
-Disculpen –comenzó una chica morena de uniforme azul pálido, entrando en el aula. Al parecer por el uniforme, la chica no pertenecía a las aulas de secundaria, por lo que, al entrar en el aula 1-A, se ganó la atención de todos los presentes- Soy Tatiana, del aula 4-B de primaria… una amiga me comentó que en el aula 1-A de secundaria, hay una detective, que puede ayudarme a encontrar a alguien importante –comentó Tatiana, y todas las miradas se dirigieron a Anabel, quien se sobresaltó por lo que estaba escuchando-. ¿Es usted Anabel? ¿La famosa detective del 1-A de secundaria? ¡Por favor ayúdeme a encontrar al chico que me dejó esta carta de amor sin nombre en mi casillero! –suplicó Tatiana, reverenciando.
-¿¡Eh!? ¿Famosa detective del 1-A? ¿Quién…? –comentó Anabel, notando de reojo como Kahili desviaba la mirada- Kahili… -exclamó Anabel molesta, pero entonces se viró a ver a Tatiana, quien temblaba mientras mantenía su pose de reverencia, mientras le acercaba a Anabel su carta-. Pero yo no… la verdad es que… -intentó decir, pero desistió, y tomó la carta-. Está bien… cuéntame, ¿cuándo encontraste la carta, y quienes estaban cerca cuando la sacaste de tu casillero? –preguntó Anabel, y la leyenda de la Detective del 1-A, comenzó.
