Disclaimer: El Potteverso es propiedad de J.K. Rowling.


T de Tuicä


Antes de cumplir la mayoría de edad, Charlie Weasley tenía claro que sería un explorador del mundo.

Un puñado de experiencias esperando por él.

Uno creería que la parte más difícil de alejarse del hogar sería la despedida. Y no pudo creer lo ridículamente fácil que le resultó, emocionalmente, decir adiós.

Su madre lloró muchísimo su partida.

Aprendió a vivir con ello.

Veinte años de gastronomía arraigados en la memoria de sus papilas gustativas, le habían hecho saber que ya no se encontraba en casa.

Aunque debió suponer que al ser un extranjero, muchas cosas serían diferentes.

¿Mudarse a Rumanía? Hecho.

¿Conseguir un puesto en el Santuario de Dragones? Hecho.

¿No morir calcinado en la primera oportunidad? Hecho.

¿Cultivar ilegalmente ciruelos amarillos? No.

De la serie de ilegalidades que creyó, algún día llegar a cometer, definitivamente, aquella no figuraba en la lista.

Uno esperaría que como nuevo recluta del equipo dedicado a domar dragones, su agenda estaría repleta de actividades excitantes.

Abonar una plantación no le resultaba una pizca de interesante.

Como más tarde le explicarían, el santuario era considerado auto sostenible. Lo cual, pudo interpretar como mucho más trabajo del que había contemplado en primer lugar.

Le debía mucho de sus fornidos brazos a palear estiércol.

—"¿Qué te piensas que hacemos con toda la porquería de dragón? ¿Eliminarla por arte de magia? ¡Ja!"

Comenzaba a echar de menos desgnomizar el jardín. Su madre al menos le ofrecería limonada al terminar la jornada.

Pero no hubo jarras de limonada ni tartas de melaza en su futuro cercano. En su lugar, fue introducido al mundo de la Tuicä.

Después de pasar horas entre cultivos a bajas temperaturas, aceptaría lo que le ofrecieran, así tuviese un nombre extraño.

Romina administraba las provisiones y supervisaba la cabaña en la que se encontraba el comedor. También pondría en su lugar a todo aquel que lo ameritase.

Charlie se hubiese casado con aquella mujer, si ella no le llevase veinte años de ventaja y si alguna vez hubiese hecho caso a alguna de sus propuestas.

—Romina querida, ¿Sabes que alegras mi vida después de toda la porquería que he visto?

—Lleva tu trasero a la barra y te daré algo para alegrarte, Weasley.

Podía verla llenar completamente, una jarra de un líquido claro y ligero.

Charlie lo tomaría de golpe.

El sabor a ciruela y alcohol quemando su garganta.

La bebida tradicional rumana lo recibía con un puñetazo.

Romina iría a visitarlo a la enfermería del campamento después de desmayarse.

Le llevaría su propia dotación de Tuicä, para asegurarse que le pillara el gusto.

—La mejor Tuicä es la artesanal Weasley. Nunca lo olvides.

Quizá Charlie no habría sabido que hacer si Romina, llegara a aceptar sus propuestas.

Aunque a menudo sus colegas podían llegar a consumir su propio peso en alcohol rumano, Charlie pasaría de las bebidas tradicionales por un tiempo.


Probé el licor de durazno hace unos días. Lo odié. Te entiendo Charlie.

Saludos.