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H de Hermano
Charlie estaba preocupado. Mamá y papá acababan de darle noticias monumentales.
Colocó sus manos tras su cuello, el olor de la maleza le inundaba las fosas nasales, los árboles le brindaban sombra y la brisa lo golpeaba directamente en el rostro. No importaba que se tratase de la parte trasera del cobertizo, su lugar seguro era su lugar seguro.
Alguien se tiende junto a él, despreocupadamente. No es que la identidad de esa persona sea un misterio. Su hermano Bill, se acomoda lo mejor que puede, estirando las piernas. Está usando pantaloncillos cortos y el césped le provoca comezón.
—¿Qué pasa, Charles?
Charlie odia que lo llamen así, es solamente un chico, Charles es nombre de profesor. De anciano, lo detesta.
—No me llames Charles, William.
Bill tiene el descaro de reírse, socarronamente. Y esa expresión repleta de autosuficiencia, que ahora se planta en su rostro.
—Entiendo, entiendo, lo capto. ¿De acuerdo?
Suspira.
Bill y su actitud de soy-el-hermano-mayor, es precisamente lo que le ha llevado a seguirlo hasta su lugar seguro y ambos lo saben.
—Ya sabes lo que dicen, la sexta es la vencida. —Charlie lo mira con reproche.
—Quiero decir, después de Fred y George ¿Qué podría ser peor?
—Fred y George no son niñas. Una niña cambia toda la jugada. ¿No entiendes? Es mi turno de ser el hermano mayor.
Bill guarda silencio. No es su intención reprochar su estatus como primogénito ante su hermano. De entre los cinco, tiene los cabales bastante bien posicionados para un niño de su edad. Aunque él también lo sea.
—Así que se trataba de eso.
Charlie está un poco avergonzado, para ser honestos, es una verdad universal que a los niños con nueve años no les gusta admitir que tienen miedo. Eso es algo que puedes esperar en uno de siete años.
—Te irás a Hogwarts. Y entonces, yo deberé cuidar de ellos. ¿Y si George se lanza de las escaleras y Fred lo sigue? ¿Y si Percy…? —hizo una pausa, pensándoselo mejor. —Bueno, olvida a Percy, no hace más que mantenerse quieto. ¡Y Ron jamás deja de llorar!
Bill tiene que aceptar que no lo había visto de esa forma. Pero está de acuerdo con Charlie, un hermano mayor lleva una gran responsabilidad. Y aunque mamá y papá fuesen mamá y papá, a veces, debías hacerte cargo.
Repara entonces en que su hermano, continuaba parloteando.
—...Y desde luego, la niña. No importa si Ron se me cae una o dos veces, pero si algo le pasa a la niña, mamá va a matarme. —Finaliza bastante exaltado.
Le lleva unos minutos pensar que debería decir. Mira a su alrededor, la brisa le revuelve el cabello y Charlie está tumbado en el césped, cubriéndose el rostro.
—Ser un hermano es ser un árbol. —Señala Bill.
Charlie no parece impresionado. Y no se mueve. A veces Bill tiende a decir cosas que no puede comprender.
—Nacemos de una semilla y mientras pasa el tiempo, crecemos hasta ser árboles grandes y nuestras ramas muy fuertes, para cargar el peso de los frutos. —Consigue llamar la atención del menor ahora.
—Y siempre los unen sus raíces. ¿Entiendes?
—¿Todos somos parte de esto?
Bill sonríe.
—Nos apoyamos entre todos.
Eso parece ser suficiente para Charlie, que está de pie y de mucho mejor humor. Listo para regresar a casa.
—Bien, me esforzaré en cuidar del árbol. También de la delicada flor. Bueno bebé, bebé flor.
—¿Qué te hace creer que será delicada?
Charlie debía concederle eso. Con cinco hermanos mayores, tendría que apañárselas. No tenía forma de saber, lo increíble que el mocomurciélago se le daría a la menor de los Weasley.
—Oye Bill.
—¿Qué pasa?
—¿Qué quieres decir con «la misma semilla»?
De ninguna manera. El polen y las abejas eran problema de mamá y papá.
—No me pagan lo suficiente para esto.
—Nadie te está pagando.
—Lo sé, Charlie.
Como siempre, saludos.
