Giulia no sabía como sentirse, por un lado por primera vez en mucho tiempo se sentía bienvenida, por el otro, era un monstruo marino el que la hacía sentirse así.

Hablar con Luca había sido la mejor experiencia que había tenido en mucho tiempo, quizás fue por la amabilidad del chico, o porque encontraba tierna su curiosidad, o quizás… que en sí era muy lindo, era raro decir eso de una criatura marina, pero es que la apariencia de Luca era adorable, con sus ojos tan grandes, su sonrisa y sus aletas, era imposible que él hubiera lastimado a Ercole.

Eso la llevaba a pensar que quizás fue el otro, ¿sería igual de amigable que Luca? ¿O acaso él si era un auténtico monstruo? Luca parecía estar bien así que el segundo no debía ser territorial, ni buscaba dañarlo, quizás también era un caballero, o al menos no peligroso, después de todo, mentiría si dijera que a ella jamás se le había antojado herir a Ercole.

«De seguro hizo algo para provocarlos».

Como fuera ese día lo averiguaría, planeaba mantener su promesa con Luca, había seleccionado unas cuantas canciones que creía le gustarían, y esperaba que hicieran más… placentera su estadía allí.

Las puertas se abrieron y Giulia pasó con el carro, los científicos ya se habían retirado y agradecía eso, ya que quería ver a Luca de inmediato, y algo le decía que los investigadores dificultarían eso.

Dejó el carro pegado a la pared y corrió a la piscina.

—Luca… ¿Luca? —le habló al agua, pero no hubo respuesta.

En las profundidades, Luca y Alberto seguían mordiendo sus cadenas, sin que funcionara, en eso escucharon la voz de la chica y ambos levantaron la vista, rápidamente se miraron entre ellos, Luca con una mirada suplicante y Alberto con el ceño fruncido.

—Alberto…

—No.

—Vamos…

—¡Luca! Deja de pensar en esa humana y ayúdame a romper estas —agregó mientras tomaba sus cadenas con ambas manos y nadaba hacía atrás, en un intento por romperlas.

Luca suspiró, miró hacia la superficie y pudo notar la forma de Giulia, la chica estaba un poco más inclinada de lo que había estado ayer, con más confianza, y estaba buscándolo el agua, miró de nuevo a su amigo y notó que seguía luchando, era su oportunidad. Sin perder ni un segundo nadó hacia arriba, se aseguró de sacar lentamente su cabeza para no asustarla, Alberto se dio cuenta no mucho después, soltó un suspiro enojado y negó con la cabeza, pero volvió a luchar con sus ataduras en vez de ir por Luca.

En cuanto Giulia notó al chico sonrió.

—Giulia, si volviste.

—Bueno… trabajo aquí, estoy obligada… —se rió nerviosamente, pero al ver a Luca notó que se entristecía, así que añadió rápidamente—: ¡pero si quería verte!

No quería que creyera que no le importaba, Luca elevó sus ojos y Giulia trató de mandarle su mirada más sincera, pareció convencerlo pues volvió a salir.

—Y cumplí mi promesa —sacó su celular y lo colocó sobre la orilla.

Luca miró el dispositivo sonriendo, y colocó ambas manos sobre la superficie, Giulia le pulso al play, al principio era solo instrumental, por lo que el chico giró la cabeza sorprendido.

—¿Y la voz? —preguntó.

—Oh esa es la parte instrumental, verás, para las canciones los humanos usamos instrumentos para apoyar nuestra voz, eso que escuchas son los instrumentos siendo tocados antes de que la cantante entre.

—¿Los instrumentos son como herramientas?

—Sí, y hay de diferentes tipos, los cuales generan diferentes sonidos, hay de viento, repercusión, cuerdas y muchos más.

Luca parecía asombrado al oír eso.

Viva la pa-pa-pappa

Col po-po-po-po-po-po-pomodoro

Ah viva la pa-pa-pappa

Che è un capo-po-po-po-polavoro

Viva la pa-pappa pa-ppa

Col po-po-pomodor

Luca sonrió, cerró los ojos y movió la cabeza hacia los lados sintiéndose feliz, Giulia sonrió.

—Tengo que limpiar este lugar, puedes escucharla mientras trabajo… ¿puedo confiar en que no lo mojes?

—Te doy mi palabra.

Giulia sonrió y se preparó para el aseo mientras Luca seguía disfrutando de la tonada.

La storia del passato

ormai ce l´ha insegnato

Che un popolo affamato

fa la rivoluzion

Ragion per cui affamati

abbiamo combatutto

Perciò "buon appetito"

facciamo colazion

Al principio se conformó con solo mover la cabeza, pero las ganas que esa canción le daban eran demasiadas como para quedarse en el mismo sitio, empezó a dar vueltas alrededor de la piscina pataleando suavemente, Giulia solo lo miraba de vez en cuando, y sonreía al ver lo feliz que estaba.

En un momento Luca se detuvo y miró hacia abajo, esa canción era muy buena y lo estaba haciendo sentir genial, no sería justo que Alberto se perdiera de eso, su amigo siempre lo estaba introduciendo a cosas nuevas y emocionantes, era hora de que él hiciera lo mismo por él.

Viva la pa-pa-pappa

Col po-po-po-po-po-po-pomodoro

Ah viva la pa-pa-pappa

Che è un capo-po-po-po-polavoro

Viva la pa-pappa pa-ppa

Col po-po-pomodor

Luca se sumergió, Alberto seguía peleando con sus cadenas, ahora golpeándolas, Luca rodó los ojos y nadó hasta él, lo agarró con ambos brazos, Alberto lo miró confundido y el apuntó con un dedo hacia arriba.

Alberto miró a donde apuntaba y luego a él, negando con la cabeza, Luca rodó los ojos y empezó nadar hacia arriba, jalándolo con él, su amigo puso resistencia y lo miró con mala cara.

—Silencio Bruno —le dijo.

Alberto abrió los ojos y lo señaló con un dedo que agitaba.

—Juego sucio.

Luca sonrió, Alberto no pudo evitar sonreír al ver la astucia de su amigo, sí que lo había entrenado bien, así que dejó de pelear y acompañó a su hermano a la superficie.

La pancia che borbotta

è causa del complottto

è causa della lotta:

"abbasso il Direttor !"

La zuppa ormai l´è cotta

e noi cantiamo tutti

Vogliamo detto fatto

la pappa al pomodor !

Al principio Alberto parecía confundido, mirando en todas direcciones, posiblemente buscando a un humano que quisiera hacerles daño, pero en cuanto oyó la canción sus ojos se iluminaron, sus aletas se movieron de atrás para adelante, y empezó a mover la cola involuntariamente, al ritmo de la música.

Luca sonrió y empezó a moverse hacia los lados, mientras agitaba las manos felizmente, Alberto lo miró y sonrió, moviendo los brazos de atrás hacia adelante sintiéndose contento, pero al hacerlo salpicó mucha agua que salió del tanque.

Viva la pa-pa-pappa

Col po-po-po-po-po-po-pomodoro

Ah viva la pa-pa-pappa

Che è un capo-po-po-po-polavoro

Viva la pa-pappa pa-ppa

Col po-po-pomodor

Viva la pa-pappa pa-ppa

Col po-po-pomodor !

Giulia se giró y casi le dio un ataque al ver la salpicadera que estaban haciendo.

—¡Santo pecorino! —se llevó ambas manos a la cabeza.

Los dos chicos se giraron para verla, y gritaron de terror cuando se acercó.

—¡Luca! —en eso se detuvo al darse cuenta que había otro ser en la piscina.

Alberto inmediatamente entrecerró las cejas y enseñó los dientes, Giulia puso un pie atrás pero no retrocedió, solo se quedó quieta. Luca se percató del semblante amenazante de su amigo, así que rápidamente se puso frente a Alberto para tratar de proteger a Giulia de su mirada.

—Oh Giulia, él es mi amigo, Alberto Scorfano, Alberto ella Giulia Marcovaldo.

Giulia examinó a Alberto, era un poco parecido a Luca, solo que su cabello era de color morado oscuro, y su piel era de un tono más claro, y sus ojos eran verdes, además de que sus facciones si eran más amenazantes que las de Luca.

La chica se quedó quieta, no sabiendo cómo reaccionar ante ello, sabía que Luca no le haría daño, pero no estaba tan segura de Alberto…

El chico pasó la mirada entre sus dos compañeros, sabía que Alberto solo era violento si lo provocaban, pero desconfiaba de los humanos, así que quizás no dudaría en atacar a Giulia para asustarla.

—Un gusto Alberto —dijo Giulia finalmente, quizás si demostraba que no era un peligro para ellos, Alberto haría lo mismo, dio pequeños pasos hacia la piscina.

Alberto abrió los ojos sorprendido, no esperaba ese movimiento, Luca se sintió un poco más tranquilo, Giulia llegó hasta el borde de la alberca y extendió su mano, ahora sí que se la estaba jugando.

Todo estuvo en silencio un rato, sin que nadie moviera ni un músculo, la tensión era tal que Giulia empezó a sudar, y Luca pasaba sus ojos de un amigo a otro, por si tenía que interferir y salvar a Giulia, aunque él confiaba en que Alberto no le haría daño. Alberto sacó lentamente su mano, y con más lentitud la acercó hasta Giulia, hasta que ambas se tocaron en un amistoso apretón.

Luca suspiró aliviado.

—Piacere, Girolamo Trombetta —respondió Alberto, aún algo indeciso pero con un poco más de confianza, en cuanto a Giulia, ya estaba preparada para la sensación escamosa, así que esta vez el escalofrío no fue tan fuerte.

—¿Qué significa? —preguntó una vez que se separaron.

Alberto se quedó callado y miró a Luca, quien a su vez lo vio a él y luego los dos a Giulia.

—Esa cosa que dijiste, ¿Qué significa? —volvió a preguntar, pero tampoco obtuvo respuesta— bueno…. Me alegra que les guste la música, pero por favor traten de no salpicar, no tengo todo el día para limpiar este laboratorio

—Oh, claro Giulia.

—Lo haremos —agregó Alberto.

Giulia sonrió.

—Gracias chicos, dejen les pongo otra canción.

Mientras Giulia reanudaba la música, Luca miró a Alberto con una mirada confiada, que claramente decía «te lo dije», Albero rodó los ojos pero le sonrió, después de todo, debía aceptar cuando se equivocaba.

Giulia empujó el carrito fuera pero sin dejar de mirar atrás, Luca y Alberto la estaban viendo mientras se despedían con un saludo de mano, ella hizo lo mismo antes de que las puertas se cerraran. Se detuvo sintiéndose un poco extraña, finalmente había conocido a la otra criatu… chico, al otro chico, y aunque al principio si le había parecido aterrador, no tardó en acostumbrarse a él, le quedaba claro que Alberto era más grande que Luca, y mucho más impulsivo, parecían complementarse bien, un buen par de amigos.

«Y Alberto fue quien le arrancó los dedos a Ercole».

No era difícil de verlo, aunque tampoco era complicado imaginar a Ercole haciendo algo para recibir semejante castigo, como fuera a ella la tenía sin cuidado, los chicos habían sido buenos con ella, y la hacían sentir bienvenida, y eso era lo único que le importaba.

Empezó a mover el carrito por el pasillo, cuando alguien la llamó por su nombre, Giulia se dio la vuelta y vio que Ciccio se le acercaba.

—¿Qué pasa?

—Es Ercole, quiere verte.

Como Jefe de Seguridad, a Ercole le habían dado la oficina en la sala de control principal, y se había instalado bastante bien, pues en la sala de espera ya estaba trabajando una secretaría, una mujer joven y rubia que usaba un vestido blanco, había un escritorio de color café y dos sillas turquesas, la pared que la separaba del cuarto de Ercole era de cristal.

Del otro lado era muy parecido, solo que detrás del escritorio, pegados en la pared, estaban doce televisores, que trasmitían las grabaciones de las cámaras de seguridad de todo el complejo, los únicos cuartos donde no había cámaras eran el laboratorio E-3 y los vestidores.

Giulia estaba sentada frente a su archirrival de la infancia, el color le había regresado y tenía la mano vendada, ya con sus dos dedos en su lugar, Giulia se preguntaba si los habían cocido bien. Ercole tenía los ojos puestos en un folder de color azul, seguramente era su currículo.

Ella mantenía los ojos al frente, no se dejaría intimidar por él, quizás fuera su superior pero no le tenía miedo, y planeaba dejarle eso en claro, Ercole de vez en cuando miraba por una de las esquinas, pero ella no bajaba la mirada, así que él solamente volvía a su lectura.

«Lo que tengas que decir solo dímelo y acabemos con esto» pensaba con enojo.

Finalmente Ercole bajó el folder, se acomodó en su silla, colocó ambos brazos sobre la mesa y la miró fijamente, ella no cambió su posición.

—Así que Giulia, ya llevas aquí tres meses, y en todo este tiempo te has mostrado como una empleada ejemplar, puntual, sin problemas, callada, algunos podrían decir que, hasta sumisa.

—Solo trató de ser la mejor empleada que puedo —respondió ella sin inmutarse.

—Aquí también dice que estudiaste el primer semestre de la carrera de astronomía, pero lo dejaste… ¿puedo saber porque?

Había tocado una fibra sensible, Giulia apretó los puños por debajo del escritorio, para que no la viera, no podía mostrar debilidad, no debía.

—Las cosas… no funcionaron.

Había tratado de sonar desinteresada, pero al parecer no lo había engañado, pues Ercole sonreía con maldad, como si le hubiera echado sal en una herida abierta, pero no la vencerían tan fácilmente, ella también tenía dientes.

—Me alegra ver que estás bien, debió ser doloroso —señaló con la cabeza la mano de Ercole.

El abrió los ojos y se vio su extremidad herida, la levantó para que pudiera verla.

—Oh esto… diez horas en cirugía, pero parece que quedaron bien, casi como nuevos.

Parecía seguir la misma técnica, actuar como si no fuera nada, pero Giulia podía sentir que si lo había afectado, lo habían lastimado donde más le dolía, no, no en lo corporal, sino en su orgullo.

—Lo que me lleva a mi siguiente punto —bajó la mano para que pudieran verse frente a frente—, de seguro ya viste las cosas que guardamos ahí.

A Giulia le molestó que les llamara cosas, tenían nombre, y en tan solo dos días de conocerlos habían sido más amables y considerados con ella que él en todos esos veranos de su infancia.

—Sí, los he visto.

—Oh, entonces ya sabes que hay dos.

Ella asintió con la cabeza.

—¿Qué tanto has interactuado con ellos?

No podía decir que hablaban, y que había platicado con ellos, tenía el presentimiento de que los chicos solamente habían confiado eso con ella, y no pensaba traicionarlos, y menos ante alguien como Ercole.

—Nada, a veces me observan mientras limpio, pero eso es todo, creo que son tímidos.

Ercole soltó una risa burlona, y apartó ligeramente la cabeza, ella aprovechó ese momento para sacarle la lengua antes de componerse.

—Claro… bueno Giulia, me alegra oír que esas cosas…

«¡Luca y Alberto!»

… no te molestan, pues quiero decirte que tu trabajo es muy sencillo.

Se inclinó un poco hacia delante para que estuvieran más cerca, ahora sí Giulia retrocedió un poco, pero solo porque no quería tener el apestoso aliento de Ercole encima.

—Limpias ese laboratorio, y te largas, no hay nada más que ver ahí, esas cosas son animales, ¿entendiste?

Aguantando las ganas de gritarle, Giulia se tragó su orgullo y solo asintió con la cabeza. Ercole sonrió, saboreando su supuesta victoria.

—Muy bien, eso era todo, ya puedes irte.

Sin que se lo tuvieran que repetir, Giulia se puso de pie y fue a la salida.

—Oh por cierto, ¿no te ha de molestar el olor, verdad?

Giulia se detuvo y lo miró por encima del hombro.

—Digo, tu papá es dueño de una pesquería, así que esas cosas deben oler a casa, ¿no es así? Apestulia.

Sin querer escucharlo más, Giulia se resignó a abrir la puerta, y casi trotando, abandonó ese horrible lugar, Ercole la siguió con la mirada, con una estúpida sonrisa de triunfo en su rostro.

Giulia avanzaba enojada por los pasillos, con su bolsa del almuerzo en una mano, y maldiciendo a Ercole con toda su alma.

«¡Estúpido, estúpido… estúpido… rayos! Si tan siquiera tuviera algo con que compararlo para insultarlo».

De repente volvió a sentirse triste, él maldito sabía cómo y dónde golpearla, y odiaba admitir que lo había hecho bien, como un boxeador que ataca al punto débil de su rival.

Suspiro intentando calmarse, esperaba que al menos el silencio de la cafetería la ayudara a ordenar sus pensamientos, pero justo ahí se detuvo, una idea muy loca se le acababa de venir a la cabeza, no tenía por qué comer sola otra vez….

Revisó el almuerzo que su papá le había preparado, un sándwich y cuatro huevos hervidos, no tenía mucha hambre, el emparedado sería suficiente para ella, podría compartir el resto con ellos, después de todo, la comida de ese lugar sí que mataba.

Sonrió ante la idea, no solo porque así desobedecería directamente las órdenes de Ercole, sino porque también… podría pasar más tiempo con ellos.

Sintiéndose feliz por esta nueva idea se fue corriendo hasta el laboratorio, pasó su tarjeta por el interruptor y entró dando saltitos.

—Luca, Alberto —llamó en una voz audible pero tampoco tan alta, no quería llamar la atención de terceros.

Los dos asomaron sus cabezas al momento en que ella se sentaba en el primer escalón, ambos parecieron sorprendidos de verla nuevamente.

—Giulia… ¿qué pasa? —preguntó Luca.

—Oh nada, es solo que es mi hora de comida, y me acabó de fijar que mi papá me envió de más, entonces estaba pensando, ¿Por qué no compartimos?

Luca y Alberto se miraron entre ellos, y ella se rió, sacó de la bolsa los huevos, que estaban guardados en un toper, y le entregó uno a Luca y otro a Alberto, ambos se quedaron viendo el aperitivo con ojos pensativos. Giulia sacó su sándwich y ellos la vieron, le dio una mordida y cerró los ojos mientras lo saboreaba.

Luca y Alberto intercambiaron miradas, Alberto se encogió de hombros y de un bocado se comió la mitad del huevo, mientras masticaba sus ojos se iluminaron, sonrió y empezó a comer con más lentitud, disfrutando cada sabor, Luca ya no tuvo ninguna duda, y empezó a devorar el suyo. Giulia sonrió y dio otra mordida, Luca miró la posición de Giulia y tuvo una idea, se acercó más a la orilla, se giró ligeramente para que su cadera tocara la pared, luego apoyó un brazo sobre la superficie y miró directamente a su amiga; Alberto supo lo que quería hacer, así que imitó a su amigo, solo que del otro lado, de ese modo Giulia quedó en medio de los dos.

La chica sonrió, apoyó su espalda contra el muro, para de ese modo ver con más facilidad a ambos.

—Esperen, ya sé que puede hacer esto mejor.

Sacó su celular y puso una nueva canción, una más calmada y pacífica que las anteriores, perfecta para el momento.

Why do robins sing in December,

Long before the springtime is due?

And even though it's snowing

Violets are growing,

Nuevamente sus amigos quedaron encantados con la tonada, pues parecían tranquilos, como si ese momento de paz pudiera eclipsar todos sus miedos y preocupaciones.

Les entregó el resto de los huevos y comieron en silencio, aunque disfrutando mucho la compañía el uno del otro.

I know why and so do you...

Why do breezes sigh every evening?

Whispering your name as they do?

And why have I the feeling stars are on my ceiling?

I know why and so do you...

When you smile at me

I hear gypsy violins

When you dance with me

I'm in heaven when the music begins...

I can see the sun when it's raining

Hiding every cloud from my view

And why do I see rainbows when you're in my arms?

I know why and so do you!