Volví a casa. Cerré la puerta y apoyé mi espalda en ella, cansado, como si un tren me hubiese pasado por encima.

Carajo carajo carajo

Tomé el celular y revisé los mensajes. Mis ojos estaban nublados de lágrimas.

- Estoy ok.

Fue un mensaje general a todos los que preguntaban, insistentes, como había terminado la noche.

Revisé uno a uno los chats para calmarme, mis manos temblaban.

Carajo carajo carajo porque?

Saga me invitaba a su casa, quizás era un buen plan.

Entré a bañarme, el agua estaba fría, apaciguaba mi rabia... le daba vueltas al asunto una y otra vez: que había pasado? Que fue todo eso? Mi cabeza era un revoltijo... parecía haber caído rodando desde una montaña en plena tormenta de nieve.

No podía dejar de pensar en él.

Maldita sea ya olvídalo!

Pegué un puñetazo a la pared de la ducha rompiendo un azulejo y cortándome los nudillos. Dios santo, necesitaba calmarme.

Subí al gym, hice mi rutina diaria. Me faltaban diez minutos de cinta cuando Aioria se sentó en la bicicleta de al lado. Giré lentamente los ojos hacia arriba, tendría que contestar a sus preguntas, mis nervios estaban a flor de piel.

- Y?

- Y nada, Aioria. Cuéntame tú dónde dormiste porque ni tú ni Kardia volvieron al departamento - intenté disimular

Por favor no me preguntes más

- Me quedé en lo de Dei. Hace un rato que despertamos...

Me miró con esa mirada expectante, sus ojos brillando como un cachorrito, una media sonrisa en su boca preparado para escuchar bromas al respecto, pero no logré articular palabra.

- Milo estás raro...

- No, que va. Estoy cansado. Donde se quedó mi hermano?

- Luego de que llorara por Dègel por segunda vez, lo vi hablando con Kanon. Aún no contesta el wsp.

Los gemelos vivían en el piso 10 del ala A. Debería preocuparme por Kardia?

Terminé con la cinta. No quería seguir hablando. Tomé la botella de agua y me dirigí a la puerta.

- Espera Milo, qué pasó ayer. Y el colorado?

- Nada amigo, no pasó nada. Discutimos, eso es todo. Me llevó a casa a dormir - alcé los hombros y dí por terminada la charla, restándole importancia.

- Ok te veo al rato.

- Oka voy a dormir un rato más - me alejé sintiendo su expresión triste sobre mi.

Dormí horriblemente unas seis horas.

Me estallaba la cabeza y recordaba algunos sueños perturbadores donde me veía desnudo y encadenado. Me volví a bañar y a encintar la mano derecha. No se veía bien.

- Saga a qué hora?

- Ya?

Sonreí. Siempre tan predispuesto.

- Dime que mi hermano no está ahí - mi voz sonó amenazadora

- Salió temprano con Kanon, déjalos en paz.

Como si me importara en estos momentos

- en 10' estoy

Me puse unos jeans sueltos y una camisa blanca, acomodé con mis manos el cabello rubio, largo y salvaje.

Tomé una botella de vodka del aparador, el celular y las llaves. Era un buen momento para dejar atrás tanto drama. Bajé unos pisos y toqué la puerta.

Saga parecía muy calmado y sonriente. Me abrazó y nos sentamos en el sillón.

- Speed para ese vodka?

- Claro - sonreí

- Cuéntame como terminaste ayer, Milo

Porque todos se esfuerzan en joderme la vida

Lo miré e inmediatamente mis ojos se dirigieron al techo... lo que menos esperaba era esto.

- Tú también con las preguntas? - cerré los ojos y suspiré

- No, solo quiero saber si estuviste o no con el amigo de Kanon.

- No. Pero si así fuera...

- Vamos Milo, no juegues.

Apuré el vaso.

- Saga por favor no me hagas escenas. No importa qué pasó ayer - solté un largo bufido

Yo solo vine a cogerte, Saga

- Estuviste con él o no?

- Ahhh Dios mío. No. No lo conozco, solo me ayudó con mi borrachera, córtala ya.

Mi fastidio subió de cero a cien en segundos, me sentía arder, mi poca paciencia se esfumaba... solo venía a relajarme un rato. Porque todo me parecía tan difícil?

Saga trató de besarme. Le corrí la cara.

- Pero espera...

- Saga lo siento, ya no estoy de humor. - intenté levantarme para irme...

Pero qué mierda me pasa?

- No, espera Milo. Ya... tranquilos. Es que no me cae bien ese pelirrojo, siento que algo esconde. Te vi con él anoche y mmm ya dejémoslo ahí, si?

- Celoso? - lo miré fijo. Tenía hambre de él. Tenía hambre de cualquier cosa que me hiciera olvidar a Camus.

Me sirvió más vodka sin responderme, solté una carcajada.

A la mierda todo

Lo tomé del cabello, esa melena azul sedosa que tantas veces tuve entre mis manos y respiré su fragancia, me pegué a su lóbulo y exhalé profundamente.

Recorrió mis labios con desesperación, lamiéndolos ferozmente, su lengua en cada extremo de mi interior con urgencia y lo dejé hacer, recostando mi cabeza hacia atrás, sintiendo su boca hacer maravillas, logrando olvidar por un rato a Camus, siguió por el cuello, todo caricias...

Si... más

Golpes a la puerta.

Me levanté de un salto chocando con Saga, que se levantaba acomodándose el pantalón, resoplando.

Giré mi cabeza y allí estaban parados todo sonrisas Kardia y Kanon. Mi hermano al verme abrió grandes los ojos pero por una vez en su vida, no dijo nada.

Saga tenía una mirada asesina en su cara.

- Kanon...

- Lamentamos interrumpir... lo que sea que esté pasando pero nos vamos todos al Living. Dei y Aioria pasan en diez minutos a buscarnos - dijo Kardia intentando aliviar el ambiente, guiñándonos un ojo pícaro.

Salimos de la casa los cuatro, riendo y bromeando, abajo ya nos esperaban Deidalos y el Cachorro, que me dió un abrazo y susurró: "que bueno verte, amigo" tan despacio que apenas lo escuché. Le devolví una inmensa sonrisa, despeinándole el cabello.

Tomamos un taxi hacia el antro de música retro donde siempre la pasábamos genial cantando a los gritos los viejos éxitos.

Era hermoso disfrutar con mis amigos, mi hermano, todos juntos, me sentí feliz... sólo faltaba él

No. No pienses en él. No ahora

Volví a los cómodos sillones del antro con otro champagne, cuantos habíamos descorchado ya?

Alrededor de las 4 am decidí que necesitaba dormir. Aproveché mientras todos cantaban y bailaban "Oops I did it again" a los gritos y huí. Estaba muy borracho, demasiado borracho como para poder hilvanar dos pensamientos.

Se me apaga el CPU se apaga se apaga se apaga

Agujeros negros en el trayecto, recuerdo bajar del taxi y caerme en la acera, creo que después de pagarle al chofer.

El hombre de seguridad me abrió la puerta de entrada, lo abracé y me acompañó hasta el ascensor.

Pero en mis bolsillos no estaban las llaves.

LAS LLAVES LAS PUTAS LLAVES

Celular, billetera. Cero llaves. Reí como un estúpido. Toqué mi propio timbre y volví a reír.

Intenté agarrar mi celular y mandar un mensaje... pero no pude desbloquearlo. Volví a reír. Estaba muy ebrio para hacer otra cosa, así que apoyé mi espalda contra la puerta y me deslicé hacia el piso. Flexioné los brazos sobre mis rodillas y hundí la cabeza en ellos.

- Levántate.

De lejos oí una voz, quise evitarla a toda costa.

No, no tú. Cualquiera menos tú

- Milo. MILO! Merde!

Carajo, no no no

- Ya vete - logré balbucear. Tuve frío, mis dientes castañearon

- No me oyes? que te levantes. Qué haces ahí tirado? Vamos ven... Mon Dieu!

- Nnnnnnnno vete - intenté alejarlo con mi brazo, tirando un golpe al aire.

Me levantó la cabeza de los cabellos y me abofeteó. Llevé la nuca hacia atrás mientras me tocaba la ardiente mejilla. Abrí los ojos, veía borroso pero ahí estaba, cruzado de brazos con la peor de todas las caras posibles.

- Levántate ahora

- No puedo - mi lengua estaba dormida.

No por favor no vete no yo no puedo no quiero te amo

- No puedes? No te da vergüenza terminar así? Y aún crees que yo quiera estar a tu lado? Levántate o te arrastro.

Cerré los ojos. El mundo entero giró. Me sentí terrible pero reí

- Ya, ya me gustaría ver eso - volví a reír. Mis palabras salían lentas y pastosas.

Levantó mi celular y la billetera tirados guardándolos en el bolsillo. Tomó un mechón de cabello y lo tironeó hacia él, caminando al ascensor, apoyé mis manos en el piso y las rodillas, me arrastraba como un perro. Gemí del dolor.

- Me... duele

- Shhh se bueno y acompáñame.

Mi dignidad la dejé en ese piso. El poco orgullo que me quedaba... se lo regalé a Camus en ese preciso momento.

Entramos a su departamento y descolgó un cinto negro, intenté levantarme pero trastabillé y volvió a tirar de mi cabello

- CHST! Quieto

Sentí el cuero por la garganta, frío. Apretó y me llevó a rastras hacia el baño, prendió la ducha y dejó correr el agua.

Qué haces por el amor a Cristo que - es - esto?

- Desvístete y entra.

Mi cara ardía. Ya era suficiente, ya no quería jugar sus jueguitos. Me sentía lo suficientemente bien para irme a mi casa... o no? Me tambaleé al levantarme, casi me caigo. Volví a reír.

LAS PUTAS LLAVES

- Tan gracioso te parece, verdad?

Tironeó de la correa. Me quité lento la camisa, mirándolo a los ojos, luego desabotoné el jean. Su mirada me taladraba los ojos, una batalla campal silenciosa donde el fuego de sus caobas derretía mis zafiros. Me quité el bóxer y entré a la ducha. Sentí una punzada de angustia en mi interior, estaba perdiendo la guerra.

Pero que carajo estoy haciendo

Tragicómico. No sabía si reír o llorar.

Tiró nuevamente del cinto y me acercó hasta su cara corriendo la cortina, habló suave y claro con una frialdad que ahogó mi gemido:

- Porque lloras? No querías herirte? Emborracharte hasta perder la conciencia es lastimarte. Lo sabes, verdad? Si tú te lastimas, yo también lo haré. Así quizás entiendas que eres mío y yo decido cuando herirte, lo haré las veces necesarias si no lo comprendes.

Mi mente entró en shock... pero si me había rechazado! Todos mis ruegos del día anterior... jugaba con mi mente, eso era, verdad? O quizás fue una prueba? Que evidentemente fracasé estrepitosamente. Me sentía un estúpido.

- Lo entiendes? Respóndeme Mon Dieu!

- Si

- Si QUE?

- Si Camus

- Si señor a partir de ahora.

- Si señor - logré susurrar.

- Báñate y luego me contarás qué hiciste con Saga. Déjate la correa puesta.

Apoyé mis brazos en la pared de frente al duchador, dejando que el agua tibia golpee mi cara, esperando que surta el efecto deseado y obre un milagro en mi sistema totalmente ebrio... llegó como una oleada, rápido y simple: vomité toda su bañadera.

Dios mío no saldré vivo de ésta

Salí de la ducha y me pasé la toalla por la cintura. Me dolía todo, pero mi mente estaba un poco más despejada. Necesitaba dormir, pero sabía muy bien que no era una opción.

Que haría? Le demostraría que podía con esto. Pero cuánto podría aguantar? Mi nivel de idiotez era alto, pero mi temperamento muy fuerte. Debería hacer el esfuerzo si quería lograr un avance después de toda esta mierda.

Me saqué la venda de la mano, se veía mejor.

Abrí la puerta con temor... de alguna manera tendría que obligarlo a cambiar. Valía la pena intentarlo?

- Tienes hambre? - me sorprendió con la pregunta y giró a verme

- Si un poco - su semblante cambió nuevamente, se acercó y me retiró la toalla. Miró mi desnudez y me abofeteó.

- Si señor. Y los perros no caminan, inclínate Milo.

Tomó la correa nuevamente y tiró. Cerré los ojos y volví a estar en cuatro patas, ahora desnudo. Mis mejillas nuevamente enrojecieron.

Mierda mierda no puedo seguir así

- Eso es. Solo puedes sentir vergüenza delante mío, cuando estes con gente, deberás ser un caballero. No puedes ir por la vida desnudo y que todos te vean, verdad? Pues bien, es lo mismo que emborracharte por ahí. Ya tuviste bastante de eso, a que si?

- Si señor - susurré, aún mirando para el piso

- Ven. Comerás algo y te cepillaré ese cabello rubio que tanto me gusta.

Me llevó hasta la cocina, otra vez esa sensación de tortura, mi orgullo aplastado. Pero quise reír ante semejante desfile...

Me estoy volviendo loco?

Me trajo una sudadera blanca y un jogging negro, con unos bóxers.

- Te comportarás como un ser civilizado? O quieres ser un perro de ahora en más?

- Si señor me comportaré - hice un esfuerzo sobrehumano para no girar los ojos...

- Vístete Milo

Y vertió unos huevos en la sartén.

Me senté en la silla, en silencio. La correa aún me colgaba de costado entremezclada con mi cabello.

Sirvió los huevos con pan, café y cereales.

- Come. Ayer hiciste ejercicio y no cenaste a la noche. Cuéntame cómo está Saga.

Se sentó a lado mío. Estaba serio esperando que le diga algo. Achicó sus ojos y cerró los puños

- Y?

Dudé. Yo nunca dudaba, pero ahora... Y como carajos sabía que había entrenado y que no había comido?

- Nada pasó con Saga, yo solo fui a su casa y uhmm bebimos y bueno fuimos a un bar y estemm seguí bebiendo pero nada pasó esta vez con Saga... - tartamudeé nervioso.

- Esta vez. Ni nunca más. Lo sabes verdad? Yo no podría soportarlo, Milo. Lo prometiste, dijiste que lo intentarías, como puedo confiar en ti? Si en la primera oportunidad te ahogas en alcohol con tu ex! - subió su tono de voz dándole un golpe a la mesa.

Dí un respingo, se tomó la cara con la mano, preocupado. Respiré aliviado. Le tomé la mano izquierda que tenía apoyada en la mesa y la apreté suavemente.

- Lo haré. Haré cualquier cosa por ti. Camus por favor, créeme... lo siento. Yo pensé que no me querías ver más, enloquecí.

- Ya vi tus nudillos. A qué le pegaste? Milo no puedes ir escapando de tus problemas de esta manera. Tienes que entenderlo; me preocupo.

Miré sus rubíes y decían la verdad. Él estaba cuidándome en su extraña manera?

- Lo siento.

Se acercó y me besó dulcemente. Me sacó el collar y lo arrojó al piso, mientras me tomaba las mejillas con las manos suavemente, acariciaba mi cabello y su beso se intensificaba.

- Primero, come.

Me llevó a su habitación. Todo era blanco, impoluto y reluciente. Como él.

Me acompañó hacia la ventana, las persianas abiertas dejaban ver afuera una noche llena de estrellas, despejada, dándole lugar al amanecer, aclarando todo a su paso. La ciudad a nuestros pies... Me bajó el jogging hasta las rodillas y los bóxers de un tirón, levantó la sudadera y susurró:

- Espérame aquí

Estaba nervioso, no quería echar a perder este momento. Me vi desnudo en el reflejo, expectante. Volvió a los segundos y abrazó mi cintura, sentí su cuerpo detrás mío rozándome. Apoyó su barbilla en mi hombro derecho y besó delicadamente la clavícula, dejando un reguero de besos por toda mi piel mientras su mano fría tomaba mi miembro despierto, masajeándolo entre sus hábiles dedos con lubricante.

Gemí.

Tomó mi cara con su zurda obligando a besarle, lento, pausado, su lengua lamía mis labios, pequeños mordiscos por toda mi cara, sin soltarme, su mano libre por todo mi cuerpo, paseándose deseosa de más, tomando mi cabello por la nuca, gemí nuevamente mientras su hombría me apretaba una y otra vez, abrí los ojos y miré nuestros reflejos, gozando sus ojos se posaron sobre los míos mientras me mordía el hombro, sexy, salvaje.

Escapó un jadeo de mi boca, no iba a aguantar mucho tiempo más... y cuando creí llegar, pasando mi mano por su culo, apretándolo, sintiendo como me deshacía en sus movimientos, dejándome llevar hasta donde me invitaba... me soltó. Quise darme vuelta y enfrentarlo, pero su mano aún con lubricante fue subiendo, arrastrando el sudor de mis abdominales y pectorales hasta mi garganta, tomándola con fuerza, en un abrazo violento y sádico

- Shhh aún no

Apretó aún más la garganta, sin dejar de tocarme por un segundo, todo él era manos sensuales derritiéndome lentamente como un hielo al calor, su hombría empujando, sintiéndola dura esperando el momento, su lengua recorriéndome entero a donde espacio encontraba.

- Vamos a la cama

Lo hice. Hice lo que me pedía, lo haría una y otra vez.

Se recostó encima mío y me tomó de las muñecas sobre mi cabeza, más lubricante en su mano, llevándola nuevamente hacia mi miembro, que pedía a gritos más y más, esperando cada roce, su boca comiendo la mía, mordiendo y succionando con insistencia, sentí un dedo entrar decidido, solté un jadeo que fue ahogado por otro beso, su lengua con urgencia exigiendo la mía, recorriendo mi paladar mientras otro dedo intruso hacía de las suyas, intenté soltarme de su agarre, pero mordiéndome el lóbulo, susurró en mi oído

- Quieto

Sentí que estallaba, me consumía el calor, llamas en todo mi cuerpo clamaban por él, por sentirlo dentro mío de una buena vez, gemí por lo bajo, me retorcí hasta que tomó un condón de la mesilla, más lubricante que extendió, frío, hasta tomarme de las caderas posándose en mi entrada.

Me miró fijo. Sus ojos estaban ebrios de placer, y una media sonrisa de costado apareció en su rostro perfecto, anticipándose al deleite que estaba por llegar.

Me penetró con violencia, me embistió una y otra vez, en silencio.

Yo gemí... de dolor, de placer, cerrando los ojos, sintiéndolo al fin quebrándome, todo enorme y duro dentro, tomando mi miembro en su mano, al mismo ritmo constante, ese vaivén enloquecedor en el que estábamos, su boca llegó a la mía, sedienta de más, intentando devorarme por completo, gemí, gemí como nunca antes en mi vida sintiendo como me llenaba, y mis espasmos de placer apretando aún más, corriéndome en su mano, dejando escapar su nombre en un suspiro.

- Tu eres mío. Me oyes? - dijo al oído, amenazante, sensual, lentamente dándole énfasis a cada palabra.

- Si, señor - logré articular.

Oh Dios Mío

Sonó su teléfono en el living. Se levantó lentamente y lo escuché responder "Allô"?

- Debo irme. Tengo entrega de diplomas en la facultad a primera hora.

Me levanté de la cama, un poco dolorido.

- Quieres que te acompañe?

Sus ojos se abrieron de la sorpresa. Sonreí.

- Si te comportas... si.

Nos bañamos juntos. Me vestí con su ropa, pantalón de traje, camisa y chaleco. Él llevaba corbata, lucía arrogante y hermoso.

- Pareces un modelo... a todo esto, sabes que soy profesor, verdad?

- Camus, nunca tuvimos oportunidad de hablar...

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Nota: este fic está siendo actualizado y corregido gracias a @SaSha.