Me acosté a su lado, en silencio.

- Puedo ir al baño? - susurró.

Me giré hacia él y nuestros ojos se encontraron, los suyos me devolvieron una mirada dócil, sus caobas esperando una respuesta.

Pero que carajos...?

- Claro. Debo decirte lo que tienes que hacer? Así funciona? Empecemos por no querer ponerme celoso, eso sería una gran idea! - le grité.

Bajó la vista de inmediato.

- Ve al baño y vuelve rápido. Aún no termino contigo.

No podía sacarme la rabia de encima, cada vez que recordaba a Eo tocándole su cabello... algo estallaba en mi interior.

Quizás si lo sometía todo el día a mis caprichos se me pasara el calor interno que sentía, una especie de veneno recorría mis venas.

Me imaginé a Camus besando a Eo, sus manos en sus cabellos colorados, en ese torso blanco impoluto, en su entrepierna... maldición! Golpeé la almohada con el puño.

Nunca me sentí así, estaba enloqueciendo.

Volvió y se quedó parado en el borde del colchón, en silencio.

- Ven a la cama - al tiempo que tomaba su cabeza y la llevaba a mi entrepierna - a que lo besaste en el balcón a escondidas mías?

- No, mi amo

- Te crees muy listo, verdad?

- No, amo no

- Seguro que si, mientras nadie los miraba, verdad? Probaste su boca - lo obligué a que sus labios tomen mi miembro, sosteniéndolo de la nuca, sus cabellos colorados entre mis dedos, arriba y abajo.

- Dime... te abrazó? De que te reías tanto? Te tocó? DÍMELO!

Quiero asesinar a ese mocoso hijo de puta

Hizo un gesto de negación, pero no dejé que se despegue. Comencé a mover mis caderas, con fuerza.

Estaba ardiendo en mis propios celos, me sentía estallar.

- Confiésalo... sentiste su lengua en tu boca? Que carajo hicieron en el baño? - cada vez más rápido arriba y abajo - DÍMELO! TU ERES MÍO!

Le tomé la cabeza con ambas manos y apreté sus cabellos con fuerza.

Me liberé nuevamente en su boca, con un gemido. Lo saqué lentamente, tragó mis fluidos, mientras se limpiaba con la punta de su lengua las comisuras de sus labios.

ERES TAN JODIDAMENTE SEXY

- Seguro Julián te mantiene atado a ese estúpido contrato matrimonial porque eres su zorra, no es cierto? Te sigues viendo con él? A qué estás jugando, Camus? Contéstame!

Me enderecé en la cama. Quise abofetearlo, mis celos estaban totalmente fuera de control.

- No, no - negaba con su cabeza, mirando las sábanas.

- Ven aquí. Te enseñaré a respetarme, maldición ahora eres mío y de nadie más, lo entiendes si o no? - lo puse de rodillas y manos, me recordó cuando me paseó con la correa... lo azoté con la palma en el trasero una y otra vez.

- Ya veo quién tiene que llevar la correa

Me levanté y busqué uno de sus cinturones del placard. Me quedé parado al borde de la cama y arrastré su trasero hasta mi. Lo agarré con mi zurda de sus cabellos tirando su cabeza hacia atrás.

Le di uno, dos azotes. Gritó. Su piel suave y blanca tenía unas marcas rosas. Tres, cuatro... gimió. Cinco, seis... pedía por favor

- Por favor que, Camus?

- Por favor señor

- Así me gusta más

Yo también puedo jugar a tu jueguito

Siete, ocho... sus marcas eran rojas.

Le pasé el cinturón por el cuello y se lo coloqué con cuidado. Tiré de él... ahhh me encantaba tenerlo así.

Jodido Julián me estaba dando unos buenos consejos

Abrí sus piernas y lo penetré lento. Una y otra vez. Despacio, tensé apenas el cinturón, él tiró su cabeza hacia atrás... estaba gozando. Lo sentía. Mi mano derecha le dio otro chirlo, mientras lo penetraba hasta el fondo, lentamente. Adentro y afuera, me tendí un poco sobre él y tomé su miembro... estaba duro. Me excitó aún más, pero seguí entrando y saliendo despacio, gimiendo de placer, salía totalmente y arremetía hasta el fondo una y otra y otra vez... hasta que volví a terminar.

Solté el cinturón. Se quedó muy quieto en su lugar, jadeando. Le temblaban las piernas.

Fui al baño. Me miré en el espejo, mi cara estaba desencajada. Cerré los ojos y respiré, intentando calmarme. Pero a mi mente vino una imagen de Camus y Eo en esa misma posición, gozando y gritando su nombre... mi puño se estampó en la pared.

Estoy en la misma mierda que él, maldita sea

Salí como una fiera hacia el dormitorio, lo miré y estaba en la misma postura que lo dejé, esperando.

Me acosté sobre las almohadas, enfrente suyo.

- Camus, siéntate. Quiero que te toques y me mires. Si despegas tus ojos de los míos, te castigaré. Lo entiendes?

Sus ojos se abrieron de la sorpresa pero contestó, dócil

- Si monsieur

En el fondo, esperaba que fracasara.

Se sentó y comenzó a masajearse despacio, sus ojos sobre los míos. Yo me estiré y me apoyé cómodamente en mis brazos, detrás de mi cabeza, en un claro gesto de victoria y satisfacción. Me estaba regodeando, lo sé.

Siguió lento, hasta que empezó a apurar su mano... estaba por terminar.

- Espera. Suéltate ahora, no quiero que llegues.

Su gesto de dolor y sus ojos inyectados me excitaron - Anda, empieza otra vez, lentamente. - me deleité con mis palabras y una sonrisa burlona se instaló en mi cara.

Repetí su sufrimiento una vez más.

- Por favor amo, por favor

Mira quien pide por favor ahora

- No te escucho

- Por favor señor... - su tono era lastimero.

- Que quieres, Camus?

- Por favor déjeme terminar, monsieur - suplicaba

- No. Ven aquí encima mío.

Se sentó a horcajadas en mi miembro, el suyo estaba erecto ya casi preparado para eyacular.

- Muévete despacio. No quiero que llegues sin mi, escuchaste?

- Si, amo

Y así lo hizo. Se movió sensualmente, adelante y atrás, todo mi miembro dentro de él. Jadeaba y era endemoniadamente sexy. Ahhhh esa sensación! Me senté y sus piernas me abrazaron, su torso pegado al mío, nuestras bocas se unieron en un beso feroz y lamí sus labios, sintiendo una sed insaciable de él, pasé mis brazos por su espalda, recorriéndolo voraz. Lo empujé hacia atrás, recostándolo, lo tomé de sus muslos con fuerza, sus piernas abiertas me esperaban y lo penetré rápido, más y más rápido.

Más, más, quiero todo de ti lo quiero todo

De mi garganta escapó un sonido gutural de placer. Subí mis manos hasta sus tobillos y me enderecé totalmente, mi cabeza cayó hacia atrás, abrí los ojos y rogué al techo. Era increíble... no quería terminar pero estaba cerca, bajé la mirada y lo vi gimiendo, con sus hermosos labios entreabiertos del placer, su brazo cruzaba su cara a la altura de sus ojos...

- No te escondas, mírame.

Y así lo hizo... arremetí más y se quejó, con mis últimas fuerzas llegué, me estallaron los sentidos, cerré los ojos agotado y susurré su nombre.

Me recosté encima y me rogó al oído

- Por favor...

- Si, hazlo

Tan solo tuvo que tomarlo, y su fluido cayó en sus abdominales marcados, en su torso, mientras se mordía los labios.

Mi miembro aún adentro sentía sus espasmos, su agitación. Fue hermoso.

Nos desplomamos juntos, abrió sus ojos y me dijo

- Soy todo tuyo. Te amo.

Ahora me sentía tranquilo. Mi escorpión interno había dejado de picar mi corazón.

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Nota: este fic está siendo actualizado y corregido gracias a @SaSha.