Luego de que Onoda llegó a casa y entregó su regalo a Midousuji decidieron darse un baño, el de lentes había tenido un largo día y se sentía muy agotado, llenaron el ofuro y por mientras comieron su cena.

Entraron al cuarto de baño ya desnudos y se sentaron en los banquitos para asearse, Midousuji talló la espalda de Onoda mientras este no dejaba de sonreír y tener cosquillas, luego fue el turno del todo terreno se mantuvo sereno y tranquilo a ojos de Onoda, pero la realidad es que está colmado de pura alegría, las atenciones de su novio son sus favoritas.

Se metieron en el ofuro frente a frente, entrelazando sus piernas y dejando que el agua caliente les relaje, Onoda sonrió y se estiró para luego apoyar las manos en los bordes del ofuro, Midousuji le observó fijamente, a Onoda y al anillo, estúpidamente le hace demasiado feliz ver ese anillo en su pequeña mano, tanto que le repugna y el color amarillo está por todos lados, lo siente, ese vacío en su interior y luego como es llenado con Onoda.

—Akira-kun... Tengo sueño —dijo con los ojos entrecerrados.

—Sí, dormirás luego del baño.

—Sí... —Onoda de la nada se resbaló quedando bajo el agua.

—Ahomichi —pronunció levantándose con pereza para sacar a su estúpido novio y lo llevó en brazos hasta la habitación tomando en el camino unas toallas.

Dejó la toalla en la cama y dejó a Onoda encima, se secó el mismo y luego al escalador, suspiró no creyendo lo que veía, de verdad se quedó dormido. Es un idiota, asqueroso y repugnante, solo pensar en todo lo que trabajó para al final comprar un anillo que no sirve para nada, idiota, imbécil, cabeza hueca... Tomó el secador de cabello y comenzó a secarle, si no lo hacía seguro pescaría un resfrío. Y en esa posición no pudo evitar ver el anillo, su anillo, su rostro se sonrojó un poco por la calidez en su corazón. Felicidad.