Onoda despertó al día siguiente, era Domingo y sentía el cuerpo pesado, apaleado, agotado, no quería levantarse, miró a su alrededor notando que está solo. De repente escuchó sonidos de platos en la cocina, debería ser Akira, se levantó de la cama con mucha dificultad y fue en busca de su novio, lo encontró en la cocina terminando de preparar el desayuno.
—Sakamichi —dijo en cuanto notó su presencia.
—Akira-kun, debiste pedirme ayuda, hoy trabajas —le regañó un poco.
—Kimo, no quería despertarte —se excusó con un pequeño sonrojo—, ahora siéntate a comer.
Onoda se sentó aunque no estuviese de acuerdo y comieron, observó a Midousuji notando que estaba bastante despeinado, se preguntó si se habría dormido con el pelo húmedo, Sakamichi sonrió un poco al notar que se veía realmente adorable.
—Akira-kun, ¿te ayudo a peinarte?
—Kimo —susurró con la boca llena.
—Es para pagarte por haberme dormido anoche... es decir, te dejé solo todo el día y luego me duermo en la noche de tu cumpleaños, es lo menos que puedo hacer.
—Deja eso, es asqueroso... no tienes que pagarme nada, idiota. —Comió un bocado de arroz—. Si quieres hacerlo, hazlo.
Una vez terminaron de comer Midousuji se sentó en el sofá y Onoda con cepillo en mano comenzó a peinarlo desde atrás, jalando con cuidado el cabello pues estaba algo enredado. Midousuji se relajó al ser peinado y cerró los ojos, Onoda era el único que podía hacer algo así con él, odiaba que le tocaran, pero los cariños y mimos de su novio son siempre bien recibidos y le gustan, sin embargo, no le agrada admitirlo ni decirlo en voz alta.
Mientras le peinaba Sakamichi comenzó a tararear el opening de Love Hime, y de repente ya lo está cantando a todo pulmón mientras sus manos toca débilmente el cabello de Akira y el cepillo le peina, hasta que quedó listo.
—Ah, perdón Akira-kun, comencé a cantar sin querer —dijo deteniéndose avergonzado.
—Está bien. —Fue su breve respuesta levantándose del sofá, lo rodeo y tomó de la barbilla a Onoda para darle un pequeño beso en agradecimiento—. Me alistaré para irme.
—¡S-Sí! —respondió con los nervios a flor de piel.
