Desde que iniciaron su relación a ambos les gusta compartir sus hobbies, al inicio Midousuji se veía reacio a compartir con el chico de gafas, pero de a poco le fue gustando tener a alguien con quién hablar tranquilo de sus animes favoritos o de algún juego que le gustara, nunca sería tan efusivo como Onoda, ni se emocionaba de más, pero en sus conversaciones siempre se sentía calmado y en paz, además de sonreír de vez en cuando.

Fueron a Akihabara con la idea de jugar en los arcades, caminaron juntos mientras Onoda no dejó de hablar en ningún momento, era tanta su verborrea que en ocasiones llamaba la atención de la gente que pasaba por la calle, Midousuji iba con el ceño fruncido, agarró la cara de Sakamichi con la idea de que se callara.

—¡Lo siento, hablé mucho! —exclamó Onoda avergonzado, Midousuji le restó importancia, solo le interesa que haya entendido el mensaje, así que soltó su rostro.

—Kimo, ¿a qué arcade quieres ir primero? —preguntó queriendo darle el lujo de elegir una opción.

—¡Ah! No lo sé... veamos, ¿ese estaría bien? —preguntó señalando un arcade cercano que está en la misma cuadra, Midousuji de inmediato caminó hacia el lugar siendo seguido por Onoda.

Entraron al local y jugaron con las máquinas durante horas hasta que se hizo de noche, decidieron irse pues el tiempo se les había ido volando, buscaron sus bicis aparcadas y pedalearon de vuelta a Chiba, el olor, el viento y la oscuridad era todo lo que podía sentir. No había autos que les impidiera ir uno al lado del otro y lo agradecieron. Midousuji invitó a Onoda a su casa con la intención de no estar solo esa noche, su padre se fue un par de días por asuntos laborales, así que esa casa se sentía bastante solitaria.

—Sientate dónde quieras, calentaré la comida que compramos —dijo y se retiró dejando a Onoda solo.

Onoda miró la habitación con curiosidad, se veía bastante normal, excepto por la colección de mangas en su estante, la observó impresionado hasta que oyó los pasos de Midousuji e inmediatamente se sentó en su cama.

—Ya estoy aquí —dijo trayendo la comida en una bandeja, la dejó sobre la cama y miró a Onoda, quien se veía nervioso—, ¿quieres ver algo?

—¿Eh? No sé... Netflix está bien... —contestó nervioso.

Midousuji le obedeció y se sentó a su lado, comieron mientras veían una película, sus piernas se rozaron todo el tiempo y, después de comer, de vez en cuando Onoda tomaba la mano de Midousuji o se sostenía de su brazo, el todo terreno se avergonzaba demasiado como para corresponder, solo le ignora con las mejillas sonrojadas. Y así pasó el tiempo hasta que Onoda comenzó a tener sueño, Midousuji colocó el futon para Onoda y se fueron a dormir luego de lavar sus dientes.