Onoda regresó a casa luego de un largo día laboral, Midousuji no estaba, tenía un pequeño viaje el fin de semana debido a su entrenamiento como ciclista profesional, así que estaría solo en todo ese tiempo. Caminó por la casa, se sentía más fría de lo normal al estar él allí sin ninguna compañía, se sentó con pereza en la cama y suspiró. Luego de tomar valor se levantó, cocinó una cena simple y comió mientras el ofuro se llenaba. Después se bañó, se metió un rato en el ofuro, al salir se secó por completo y se acostó en la cama desnudo, pues esa noche hacía mucho calor. Abrazó el cojín deseando que el fin de semana pasara rápido.
El domingo Onoda no se levantó en todo el día de la cama, extraña a su novio, le extraña tanto que es insoportable, revisó el celular unas cuantas veces, alegrándose si recibía un mensaje de él. Midousuji de vez en cuando le mandaba fotos del establecimiento o selfies de él mismo, sabe que el chico de lentes estaría pasándola mal por su ausencia, es muy fácil de leer.
Llegó el lunes y Onoda estuvo desde la madrugada despierto, pues sabía que Midousuji llegaría a primeras horas de la mañana, antes de que él se fuera a trabajar. Sacó unas pantis negras que había comprado el sábado, se sonrojó al verlas, otra compra impulsiva, acomodó sus lentes sudando frío y decidiendo si se las pondría o no. Las dejó sobre la cama, que está desordenada, y se fue a hacer el desayuno, quería tenerlo listo para cuando llegara Midousuji.
El todo terreno llegó a casa dejando sus maletas en la entrada, y agotado caminó por el pasillo luego de quitarse los zapatos.
—¡Sakamichi, estoy de vuelta! —alzó la voz al ver que no había ido corriendo a recibirle.
—¡Bienvenido, Akira-kun! Estoy cocinando el desayuno, espérame —dijo el hombre de gafas desde la cocina.
—¡Bien! —Caminó hacia el cuarto, quería acostarse un momento, sus piernas no daban más.
Se sentó a los pies de la cama y se dejó caer, luego un segundo después notó un tacto extraño en las mantas, eran unas pantis negras, se volvió a sentar para examinarlas extrañado, ¿qué hacen unas pantis de mujer en la cama?... Luego su cerebro hizo click, acaso Onoda...
—Akira-kun, la comida está lista —avisó encontrando a Midousuji sobre la cama con las pantis en la mano—, ¿A-A-Akira-kun? —tartamudeó nervioso al verse descubierto.
—¿Por qué hay unas pantis en la cama? —preguntó con un rostro tan inexpresivo que Sakamichi se asustó de inmediato. Midousuji se levantó encarándolo.
—Y-Yo, puedo explicarte... —dijo cada vez más nervioso, Midousuji vio esto como una mala señal, tal vez lo que pensó es cierto.
—Sakamichi... ¿Acaso me estás engañando? —se atrevió a preguntar mientras analiza el rostro del de gafas, este le miró sorprendido.
—¿Eh? Akira-kun, ¿por qué dices que te engaño?
—¿No es obvio? Entonces porqué tendrías unas pantis aquí, si es lo que estoy pensando dímelo ahora.
—Akira-kun... —Le miró triste.
—¿Es Kanzaki... o tal vez Manami? —inquirió entrecerrando los ojos mientras Onoda juega con sus dedos y luego le miró serio.
—¡No!, ¿por qué me dices estás cosas?
—¡Kimo! —exclamó haciendo que Onoda se calle—, qué más quieres que piense si me voy unos días y me encuentro con esto en nuestra cama.
—¡Lo estás malentendiendo todo! Yo solo... —dijo bajando el tono de su voz para después volver a alzarlo—, ¡Solo quería darte una sorpresa!... Así que compré las pantis y... —dijo bajito sonrojándose.
—¡Eres asqueroso, Sakamichi! —exclamó con el rostro completamente rojo.
—¡P-Perdón! —Midousuji suspiró y tomó la mano de Sakamichi poniendo las pantis sobre ella.
—Sakamichi... lo siento —susurró más encorvado de lo normal, como si tuviera vergüenza de su propio comportamiento—, lo malinterpreté todo.
—Está bien, fue mi culpa porque no me decidía si ponérmelas o no... —dijo con la voz temblorosa.
—Hentai —dijo soltando una pequeña risa.
—¡N-No! Solo quería hacer feliz a Akira-kun —dijo con un puchero, Midousuji le abrazó sorprendiéndole.
—Te quiero.
—Ah, yo... y-yo también te quiero —tartamudeó correspondiendo el abrazo. Midousuji coló una mano debajo de su ropa sorprendiendo a su novio— ¿Akira-kun?
—Comamos después —dijo y Onoda le empujó descolocando al todo terreno.
—¡No! Q-Quiero decir, no podemos, se enfriará el desayuno —dijo decidido mientras Midousuji rio tapando su boca.
—Bien, bien, iré a sentarme —dijo indiferente abandonando la habitación.
Onoda miró esas pantis y luego sus piernas, decidió ponérselas, sonrió nervioso y caminó hacia la mesa donde está servido el desayuno, y dónde le espera Midousuji.
