Onoda tendría un translado por parte de la empresa, por lo que él y Midousuji se mudarán a Nara. Se mudaron a una casa bastante cómoda que no se preocuparon de pagar, pues la renta estaría a cargo de la empresa.

Ese día tocaba desempacar todo lo que habían traído ayer, era un verdadero caos, poner muebles, acomodar los mangas de Midousuji en su lugar y los de Onoda en otro. Varias veces el de gafas se tropezó por llevar una pila de cajas más alta que su cabeza y Midousuji tuvo que rescatarlo, hasta que en una de esas veces no alcanzó a ayudar y Onoda cayó de bruces al suelo, justamente con la caja que llevaba los platos y tazas.

Luego de limpiar el desastre, y que Midousuji le deseara poco menos que la muerte por romper una taza que le había regalado su madre, hicieron las paces y siguieron desempacando las cosas. Está vez Midousuji se encargó de mover las cajas y Onoda de abrirlas, luego entre ambos ordenaban.

Ya llevaban bastante avanzado así que ambos se sentaron en el sofá agotados y sin nada que hacer, porque la televisión aún no está instalada.

—Akira —le llamó.

—Dime.

—De verdad... lo siento por lo de la taza —dijo con timidez y arrepentimiento en su voz.

—Compraré otra.

—Pero era de tu madre y...

—Entonces tú me comprarás otra.

—¿Eh? Pero...

—Es un trato justo, ya que rompiste la taza que mi madre me regaló, entonces tú también me regalarás una.

—Está bien... —susurró nervioso.

Siguieron sentados allí hasta que comenzaron a sentir el frío, sacaron y acomodaron el kotatsu, y se sentaron allí sin nada que hacer realmente, se tomaron de la mano y consiguieron distraerse hablando de sus trabajos, de anime, y de bicicletas.

Al rato debieron seguir su labor hasta que la casa estuvo casi lista, pero ya no podían más, decidieron irse a dormir, mañana ambos trabajan. Se abrazaron en el futon y durmieron.